¿Hay una edad que el cuerpo humano no pueda exceder fisiológicamente?

Para responder a esta pregunta, podemos empezar mirando los registros de la vejez.

Como buena francesa, ciertamente conoces a Jeanne Calment,que tuvo la oportunidad de disfrutar de 122 años 5 meses y 14 días,aquí en el mundo de los humanos. Hoy hemos sido capaces de determinar su edad con suficiente certeza para reconocerla como la persona que vivió más tiempo en la Tierra.

Por lo demás sabemos que ha habido al menos 50 personas mayores de 115 años.

Estas cifras sugieren que hay un techo de cristal alrededor de 120años. Sin

embargo, hay muchas otras pruebas de que otros seres humanos podrían haber sido más de 122 años de edad,como Mbah Gotho, un indonesio que se cree que ha llegado a 146 primavera,con una prueba de su documento de identidad y la confirmación de las autoridades

locales. Sin embargo, al igual que con todos los demás mayores de 122 años, todavía faltan documentos oficiales para poder formalizar un nuevo registro y obtener un nuevo decano.

A esa edad, la causa de la muerte se debe principalmente a una discapacidad o enfermedad relacionada con la vejez.

Tan simples como las causas de la muerte son relativamente simples y fáciles de entender, las causas del envejecimiento biológico están vinculadas a procesos largos y complejos,que involucran una multitud de factores, que de alguna manera conducirán a la muerte del cuerpo.

Según el conocimiento que tenemos hoy en día, el fenómeno responsable de la senescencia está incrustado en las profundidades de nuestros genes.

Paradójicamente,

es este mismo fenómeno lo que nos mantiene vivos.

Cada uno de nuestros órganos, nuestros tejidos, nuestros huesos, todo lo que nos compone está formado por células.

Cada celda tiene una vida útil predeterminada,que puedevariar dependiendo de la función asignada a ella. Por ejemplo, las células de nuestros intestinos viven sólo 5 días, las células hepáticas alrededor de un año,mientras que las células de nuestro cerebro siguen siendo las mismas toda nuestra

vida. Para

que un órgano permanezca funcional cuando sus células mueren,sus células deben haberse duplicadode antemano, de modo que las "células de los niños" se apoderen.

Cuando se replica, cada célula reproduce los 23 cromosomas que lleva (esto se llama mitosis). Al final de cada rama del cromosoma hay un telómero,que contiene todo el ADN del individuo.

Desafortunadamente, la perfección no es de este mundo, al copiar el ADN de los telómeros, una cierta proporción de la información se pierde y los telómeros acortados. Después de un tiempo por la duplicación, los telómeros habrán desaparecido por completo... Frente

a esta terrible observación, la célula decide que es demasiado para ella, y se suicida (es apoptosis).

Por lo tanto, como resultado de esta vida salpicada de imperfección, las células que nos componen gradualmente mueren. Como

resultado, cuanto más viejos seamos, más errores de codificación contendrán

nuestras células y es probable que mueran

sin tener suficiente descendencia para realizar eficazmente su función y reproducirse.

Es senescencia.

Así que si nuestras células envejecen, nuestros tejidos envejecen, nuestros órganos se debilitan y el cuerpo se desdiente.

Y esto no quiere mencionar las diversas enfermedades causadas por la degeneración de nuestro organismo.

bien.

Estamos de acuerdo en que todo esto no exuda alegría, pero no hay mucho que podamos hacer al respecto en este momento.

Para responder a la pregunta inicial, un cierto biólogo, Leonard Hayflick, fue capaz en la década de 1960 de desarrollar un método para determinar el número máximo de replicaciones que una célula puede soportar.

Este límite es de alrededor de sesenta replicaciones.

A partir de ahí, nos encontramos ante una avalancha de interpretaciones,

explicaciones,

estadísticas y grandes fórmulas matemáticas para hacer aparecer este número tan buscado, años que el cuerpo humano puede soportar.

La realidad de que las cosas son lo que es, todavía nos cuesta conseguir elementos precisos, lo que nos permite determinar una longevidad máxima para el cuerpo humano tal como se hace naturalmente.

Sin embargo, tantas estadísticas, como la ciencia, o incluso libros religiosos como la Biblia, parecen indicar que el cuerpo humano no está hecho para exceder 120 años.