¿Conoces alguna estructura biológica que haya evolucionado originalmente en virtud de poseer una función, y una vez consolidado comienza a ser...

No existe tal cosa como evolucionar para un propósito o finalidad. La finalidad no existe en la naturaleza. Pero existe algo que le sustituye: la teleonomía. Responder esta interesante pregunta requiere una larga introducción, y posteriormente una buena respuesta.

La teleonomía es un importantísimo concepto de filosofía de la biología, que no es sencillo de explicar en dos frases. Veamos primero el problema que se trata a nombrar.

• Observación 1. Cuando vamos por el monte y vemos una montaña en la lejanía a nadie se le ocurre preguntar para qué está esa montaña ahí. Podremos preguntarnos por su composición, por su historia natural, por su desgaste, por su flora y por su fauna; pero nunca pondremos nuestra atención en la finalidad para la que la montaña está ahí.
• Observación 2. Cuando levanto el capó de mi vehículo y veo unos tubos que parten de una bomba de aceite y se dirigen a otro lugar del motor sí puedo preguntarme legítimamente para qué está eso ahí. Alguien lo puso con una finalidad.

La diferencia entre ambas observaciones es obvia. En algunos casos tiene sentido preguntar por la causa final de algo y en otros no lo tiene. Esas preguntas se denominan teleológicas . Cuando existe un diseño consciente la causa final es el propósito consciente inicial, plasmado antes en un proyecto ingenieril. Eso es teleología.

No hay ningún problema con todo esto en ninguna ciencia hasta que llegamos al ámbito de la biología.

• Observación 3. Si hacemos la disección de un animal podemos observar estructuras muy similares en cuanto a su funcionalidad a las partes del motor y si veo (por poner un ejemplo) un conducto que va de la vesícula biliar al hígado puedo preguntarme legítimamente para qué está ese conducto ahí.

Para diferenciar las preguntas por causas finales en aquellos ámbitos en los que hay un diseño consciente (como en la observación 2) de aquellos otros en los que no lo hay (observación 3) es para lo que se inventa el concepto de teleonomia.

La teleonomía estudia las causas finales que no se deben a diseños intencionales, sino que son el resultado de una historia evolutiva en la que ha primado la adaptación al medio. Ante una estructura dada, la pregunta teleonómica es: ¿Cómo la función de este rasgo colabora con el resto del organismo para su propia supervivencia y la del organismo entero hasta el punto de justificar su existencia?

Dicho esto, podemos pasar a responder a la pregunta original, pero sustituyendo el concepto de fin por el concepto de función:

¿Conoces alguna estructura biológica que haya evolucionado originalmente en virtud de poseer una función, y una vez consolidado comienza a ser utilizado y perfeccionado en pos de una nueva funcionalidad?

Pues sí, conozco, y más de uno. Es lo que se denomina exaptación. Tenemos un ejemplo maravilloso con las plumas de las aves.

Las alas de las aves evolucionaron gracias a la existencia previa de plumas. La evolución de las plumas es un tema apasionante, y no tiene en su aparición nada que ver con el vuelo: son simplemente un sistema excelente como ninguno de mantener el calor corporal. De hecho, es el motivo por el que los únicos dinosaurios que pudieron sortear la extinción fueron los dinosaurios emplumados de pequeño tamaño.

Pues bien, una vez demostrada la importancia adaptativa de la pluma, hubo un presión selectiva muy fuerte a favor de las mismas: aumentaron de tamaño y cubrieron cada vez mejor los cuerpos de sus poseedores.

Las alas no son más que los brazos de las aves. Los dinosaurios de los que provenían eran ya bípedos, de modo que no necesitaban sus brazos delanteros para la locomoción. Una vez cubiertos de plumas de peso mínimo, aumentó la superficie de sustentación de los mismos como efecto lateral, secundario. Esto fue aprovechado para planear, y cuando la superficie siguió aumentando, para el vuelo activo.

Así pues, no es cierto que las alas no funcionarían hasta evolucionar por completo: antes de para el vuelo serían para el planeo; y antes del planeo, las plumas servían para mantener en calor.