¿Puede llegar a evolucionar algún animal tanto como para poder hablar?

¿Puede llegar a evolucionar algún animal tanto como para poder hablar?

Sí, por supuesto.

Dos ejemplares de animales que evolucionaron para ser habladores, capturados en pleno acto de conversación.

En cuanto a otros animales de otras especies, familias y clases, sí, también, cómo no.

Todos los animales se comunican, y también lo hacen las plantas y los hongos. La comunicación entre los seres vivos es fundamental para la preservación de las especies.

Claro que el repertorio de mensajes suele ser bastante limitado y mayormente las cosas que animales, plantas y hongos comunican giran alrededor de uno de estos ejes:

• No te conviene comerme porque soy asqueroso.
• No te metas conmigo porque soy peligroso.
• Metete conmigo que tengo ganas de reproducirme.
• Allá hay comida.
• Allá hay alguien que nos quiere comer. Rajemos.

Claro que esto es una generalización. Cuanto más sofisticado es el cerebro, más sofisticada es la comunicación y estos ejes se vuelven más difusos, se multiplican, se complejizan. La comunicación en animales inteligentes y sociales como los elefantes, los cetáceos o los primates presenta una variedad y una riqueza que va mucho más allá de la repetición instintiva de sonidos y gestos estandarizados y comienzan a aparecer protolenguajes. De hecho, uno podría suscribir alguna de las aproximaciones gradualistas del origen de los lenguajes humanos y suponer un proceso que comienza con unos Australopithecus con un repertorio comunicacional similar al que hoy vemos en los grandes simios, que continúa con las vocalizaciones y gestos de los Homo habilis, con frases y oraciones simples en los Homo erectus o en los Homo heidelbergensis y que termina con los sofisticados y flexibles lenguajes de los Homo sapiens modernos (obviamente todas estas son conjeturas basadas en la anatomía de los fósiles; lamentablemente a las palabras se las lleva el viento y no dejan evidencia arqueológica). Otros lingüistas prefieren una aproximación discontinua, que supone que los lenguajes aparecen de modo relativamente repentino en la evolución humana, tal vez cuando una mutación hizo que nuestra laringe descendiera y quedásemos con un mejor aparato fonador que nos permite producir una increíble cantidad de sonidos e inflexiones.

Pero los lenguajes humanos son mucho más que una multitud de palabras y significados. Encima tienen gramática, lo que permite que un número potencialmente ilimitado de mensajes se puedan construir. Por ejemplo

1. Tu vestido verde está sobre aquel pantalón a cuadros.
2. Aquel pantalón verde está sobre tu vestido a cuadros.

Ambas oraciones contienen las mismas palabras pero al estar ordenadas diferente los mensajes son diferentes. Esto es algo que nos parece obvio y natural, y sin embargo podría no serlo.

La diferencia entre un lenguaje y una vocalización radica en la existencia de una gramática. Al parecer ciertos animales (como los chimpancés y algunas aves) utilizan ciertas reglas gramaticales (o al menos sintácticas) para sus comunicaciones, aunque por supuesto nunca con la complejidad de las gramáticas humanas.
Otra diferencia importante entre los “lenguajes” animales y los lenguajes humanos es que en los primeros las “palabras” se refieren a cosas o acciones concretas (“¡Depredador! ¡Corramos!”; “Quiero Fruta. Dame.”, etc.) mientras que en los últimos también se refieren a cosas abstractas o intangibles o, incluso, actúan como nexo entre otras palabras.
La tercera diferencia radica en la estructura jerárquica de los lenguajes humanos. Sonidos, sílabas, palabras, frases, oraciones, párrafos, etc. van formando una pirámide en la que los elementos del nivel más bajo permiten construir los del nivel inmediatamente superior y así, finalmente, producir la virtual infinidad de posibles mensajes.

O sea, para sintetizar, podría suceder que la presión evolutiva lleve a cierta especie animal a la necesidad de desarrollar un nivel de comunicación similar al humano. Sucedió una vez, puede suceder más veces.

Ahora bien, no necesariamente esta comunicación compleja tendría que tomar la misma forma que en los humanos. El uso de sonidos emitidos por la boca es el camino tomado por los humanos y ni siquiera es el único que han tomado, ya que también nos comunicamos con gestos, con actitudes, con posiciones, con nuestras vestimentas y con signos convencionales sobre superficies (sí, la escritura y otros sistemas de signos).
Otros animales podrían elegir otros medios para entablar comunicaciones tan complejas como las humanas. Tal vez incluso ya lo estén haciendo y nosotros no sabemos descifrarlos o reconocerlos.

Además, que una adaptación evolutiva sea posible y potencialmente beneficiosa no quiere decir que necesariamente vuelva a ocurrir.
Por ejemplo, picar madera como hacen los pájaros carpinteros es una adaptación muy beneficiosa para alimentarse de las larvas e insectos que viven en la madera de los árboles. Sin embargo ninguna de las otras especies animales que aprovechan ese nicho alimenticio desarrolló el "picamaderismo" u otra técnica igual de eficiente, son solo los pájaros carpinteros los que evolucionaron la musculatura del cuello y la dureza del pico necesarias para hacer huecos en los árboles en forma rápida y eficiente.
O sea, una comunicación compleja como la humana es posible, aunque puede que jamás ocurra.
La evolución no recorre caminos inevitables ni tiene objetivos. Todo, incluso la sofisticación de la comunicación y el cerebros humanos, son la sumatoria de pequeñas chapucerías durante miles de millones de años.

Esta respuesta contiene pasajes de mi libro Telégrafos, orquestas, inyecciones y otras metáforas.: Una introducción a las ciencias de la comunicación.