¿Qué fue lo último que te dijo tu hijo antes de fallecer?

No lo recuerdo y eso ha sido muy duro para mí.

El día que ocurrió fue como cualquier otro día. Shiloh había ganado el premio al estudiante del mes por mostrar una "mentalidad de crecimiento".

Este fue su último día.

No estaba en casa porque tenía que trabajar. Trabajaba en el Starbucks de la zona y normalmente la diversión superaba a lo malo. Pero ese día no fue así. Poco personal, mucho trabajo. Llegué a casa agotada. Agarré una copa de vino y me refugié en mi habitación mientras hablaba por teléfono con una amiga.

Entonces sucedió. Estaba corriendo y jugando después de la cena cuando se desplomó y sufrió un paro cardiorrespiratorio. Durante la frenética carrera hacia el hospital, mi marido tuvo que frenar de golpe. Yo sostenía su cuerpo inerte en mis brazos y no tenía puesto el cinturón de seguridad. Me golpeé muy fuerte la cabeza y probablemente sufrí una conmoción cerebral.

La noche fue un recuerdo horrible y borroso de enfermeras desesperadas. Dosis tras dosis de epinefrina. Una descarga eléctrica tras otra. Más de tres horas de intentos desesperados por recuperarla. Entonces lo anunciaron. La doctora nos pidió permiso para parar, con lágrimas en los ojos.

La conmoción, el golpe en la cabeza... Me esforcé por recordar qué había pasado antes de que ella se desplomara. ¿La abracé? ¿Le dije lo mucho que la adoraba?

La amiga con la que había estado hablando me ayudó a atar cabos. La había abrazado y había estado acurrucada con ella cuando me llamó, antes de subir.

No recuerdo lo último que me dijo. Pero sí recuerdo las cosas que me venia contado días antes de morir.

Con un pequeño brillo en los ojos mientras la arropaba: "Mami, quiero morir e ir al cielo".

Lo decía tan a menudo que decidí que teníamos que abordar este asunto. "Niña, eres demasiado joven. Algún día podrás ir. Todavía tienes toda la vida por delante. Además, te necesito. Te amo tanto que no podría seguir sin ti".

Creo que ella sabía que yo no podía manejar lo que crecía en su espíritu cada día. Empezó a decirle a su papá lo que tenía en su corazón. Quería tener siete años, para siempre. Quería tener siete años en el cielo. No quería crecer.

Shiloh no era como los otros niños. Era demasiado pura, demasiado inocente. Se habían metido con ella, le habían hecho bullying, la habían excluido. Eso le rompió el corazón, pero no tanto como el mío. La noche anterior a su muerte lloraba. Intenté consolarla lo mejor que pude. "Mami, este mundo no es un lugar lo suficientemente amable para mí".

Tenías razón, pequeña. No lo era.

No quiero terminar la respuesta de forma tan triste. En el colegio tenía un pequeño cuaderno específicamente para hacer garabatos y dibujos. Había dibujos de arco iris y unicornios, pero entre ellos había pequeñas notas de amor para nosotros. El mundo no era un lugar lo suficientemente amable para ella. Pero nos esforzamos al máximo por mantener a raya todo lo malo. Su pequeña vida estaba llena de amor y alegría. Su último mensaje para nosotros fue de amor.