¿Cuáles son las consecuencias de maquillar cifras para demostrar una mejor gestión?

Más allá de los aspectos legales y los detalles según cada contexto, maquillar cifras puede ser el equivalente a pegarse un tiro en el pie o como lo fue en el caso de la China de Mao, igual o peor que sacarse las tripas del estómago.

Me explico. Quizá la mayor hambruna del último siglo (que además fue uno convulsionado) se dio entre 1958 a 1962 en China, a la cabeza de Mao Zedong en la que, según cuentan, la causa principal de la cadena de errores se dio cuando los dirigentes locales empezaron a maquillar cifras para cumplir con los objetivos trazados.

(Imagen: "Walton St" de HerryLawford bajo la licencia CC BY 2.0)

En 1958 Mao Zedong quiso dar "El Gran Salto Adelante" que buscaba industrializar China y para ello, lograr que muchos campesinos pasaran a convertirse en obreros. Al mismo tiempo, la agricultura debía continuar siendo lo suficientemente eficiente como para alimentar a los más de 500 millones de chinos que habitaban el país en ese momento.

La estrategia fue un fracaso y la producción agrícola no demoró en decaer. Pero el mayor problema fue que nadie lo supo sino hasta que era demasiado tarde, ya que los resposables locales comenzaron a maquillar los informes de manera que sus superiores pensaran que todo marchaba bien.

La mentira caló al punto que China pensó que en efecto había una superproducción, tomando la decisión de disminuir las importaciones de comida, a la vez que se duplicaron las exportaciones de alimentos. Incluso se dice que Mao le recomendaba a los campesinos que (debido a sus excelentes resultados) trabajaran solo medio día y que dedicaran el tiempo a "autocultivarse".

No obstante, la hambruna era tal que en algunas zonas incluso se llegó a practicar el canibalismo comiéndose a los bebés y a las niñas. (El Nobel de literatura chino Mo Yan escribió un libro extrañamente divertido aunque inspirado en ello: "La república del vino").

No fue sino 30 millones de muertos después cuando China tuvo que reconocer sus errores y corregir el desastre. Pero el daño ya estaba hecho, Mao fue relegado de su mandato y quedaría retratado en la historia como el responsable por la mayor hambruna que vivió el mundo en el siglo XX.

Así que, si puede haber alguna moraleja de semejante tragedia debe ser: no decir mentiras ni maquillar los informes de gestión.

Nota: al respecto, tampoco es recomendable tomarse los objetivos cuantitativos tan a pecho. En Colombia, por ejemplo, ha habido desenlaces terribles por intentar medir los resultados militares de acuerdo al número de muertos en combate. Como era de esperarse, matar civiles pobres es más sencillo que matar guerrilleros y al final, cuando cada cuerpo se reduce a un número, a pocos les interesa ahondar en detalles. Fue así que, en el afán por cumplir órdenes, no maquillaron cifras pero disfrazaron cadáveres, una práctica que se bautizó como Falsos positivos. Pero esa es otra historia…