¿Qué tiene de reprochable la política exterior de México consistente en la no intervención en los asuntos internos de cualquier país, pero que...

La doctrina Estrada es absolutamente obsoleta a estos momentos. Cuando se concibió no existía un sistema internacional de derecho, desde la creación de la ONU eso es obsoleto. Sumado a la extrema ignorancia y falta de comprensión de la cúpula de la 4T la cosa simplemente empeora.

La doctrina Estrada por ejemplo establecía que el estado mexicano no reconocía y desconocía a gobierno alguno. Decidía enlazarse en relaciones diplomáticas de forma unilateral y se reservaba a poner una embajada o un consulado donde el gobierno considerará correcto. A eso se refería con la no intervención en un contexto institucional específico.

También establecía que el país no se iba a pronunciar con respecto a la integridad territorial de los países o no.

En dado caso la doctrina Estrada se concibió ante el colapso inminente de la sociedad de naciones. Y era meramente una previsión hasta que el sistema internacional de derecho se volviera a consolidar.

Eso lo deformo el PRI (como cada institución o costumbre en este país que tocaba ese partido miserable y corrupto) para abstenerse de pronunciarse sobre violaciones a los derechos humanos y al mismo tiempo no recibir crítica alguna de regreso.

Una vez emitida la declaración universal de los derechos humanos el estado mexicano estaba obligado a respetarlos y a ser observado por el sistema internacional de derecho.

Como todos los países de este planeta, ya fueran críticas puntuales o transversales, el Presidente de México no es quien para decir que es lo que conforma el respeto de derechos humanos o no. Y su obligación es callarse; acatar o no acatar.

Esa deformación de la Doctrina simplemente llevó al llamado concierto latinoamericano en donde todo mundo en el continente tenía virtualmente licencia para matar o torturar; desde tierra de fuego hasta el río bravo.

La doctrina Estrada se concibió para que la neutralidad diplomática de México fuera posible. Así se protegía al estado y a su población de una amenaza externa ante el vacío que dejaba la inexistencia del sistema internacional de derecho, en un contexto en donde casi todas las potencias agredían lo que tenían enfrente.

De ninguna manera eso significaba que la relación entre estado mexicano y los particulares estuviera ordenada para potenciar las garantías constitucionales de todos los mexicanos.

La doctrina Estrada fracasó en buena medida porque aisló a México de la discusión de los derechos humanos y la construcción de las instituciones internacionales; particularmente aquellas que potenciaban los derechos constitucionales y los derechos humanos de todos los mexicanos.

Tampoco implica que ante una violación grave y sistémica de los derechos humanos el estado mexicano no pueda tener una opinión, la tiene que tener y está debería nutrir y retroalimentar al sistema internacional de derecho. Pero para eso debe conducirse esa crítica a través de los canales del sistema internacional de derecho.

La doctrina que aplica la 4T y en otros momentos del priismo se llama “no oigo no oigo soy de palo”. Y es hacerse tonto con todo lo que política e ideológicamente no le conviene al grupo de poder señalar.