¿Está bien documentada la genialidad de Mozart o es más leyenda y culto a la personalidad que se ha moldeado con el paso de los siglos?

La genialidad de Mozart está absolutamente documentada. De hecho, puedes dudar de la genialidad de casi cualquier personaje importante en la historia de la ciencia y el arte, pero en el caso de Mozart, él es el modelo de genialidad por excelencia. Para ser claros, Mozart es el modelo absoluto.

Está muy de moda banalizar a Mozart. Este genio de proporciones prometéicas es comúnmente rebajado, tanto por quienes no lo conocen, como por sus aduladores. Es parte del rebajamiento de la inteligencia de esta época.

Mozart es uno de los raros genios que habría podido destacar con notoriedad extrema en prácticamente cualquier área del conocimiento.

¿Por qué?

Disciplina, curiosidad, memoria, pensamiento analítico, capacidad de síntesis, dominio absoluto de la técnica, velocidad increíble, perseverancia, impertinencia, obsesión por el trabajo, un agudo sentido estético, obsesión por la perfección y el nivel de autoexigencia más alto que haya conocido el mundo. Decía Ikram Antaki: "Comparados con él, todos somos unos cavernícolas".

Mozart realizó hazañas intelectuales que no tienen precedente, ni en la historia de la música ni en la historia de ningún otro arte.

A los cuatro años tocaba el teclado considerablemente bien, y a los seis años tenía el nivel para tocar el clavecín y el violín en cualquier corte europea, con los ojos cerrados, además de poder improvisar y tener ya algunas obras de su autoría. Ni Miguel Ángel ni Leonardo pudieron hacer un prodigio comparable a esa edad en las disciplinas artísticas en que se desarrollaron.

Mozart recibió la mejor educación de su tiempo. Leopold, su padre se encargó de darle una formación extremadamente sólida. A los ochos años compuso su primer sinfonía. Algunos podrían pensar que una sinfonía es simplemente una de esas obras del siglo XVIII, una especie de cancionzota. Nada más alejado de la realidad. Una sinfonía es una de las estructuras más complejas que existen en la música. Requiere un conocimiento profundo de muchas materias muy complejas, que muy pocos músicos profesionales llegan a dominar.

En el medio de la música decimos que una sinfonía es un tipo de trabajo que se hace de viejo, porque es tanto lo que tienes que aprender para hacer una, que conseguirás esos conocimientos después de varias décadas de formación, de estudio y de experiencia musical y de experiencia de vida. Esto, aunado a que en una obra monumental como lo es una sinfonía, desarrolla una idea musical desde distintas emociones. En una misma obra convergen pasajes alegres, introspectivos, tristes, majestuosos, solemnes, vivaces, vigorosos. Es una obra compleja, tanto en su parte técnica, como estética y emotiva. Es una complejidad difícil de manejar para un músico maduro, muy difícil para uno joven y parecería imposible para un niño. Pero hubo un niño que pudo hacerlo, y ese niño fue Mozart.

A los catorce años, Mozart ya había aprendido todo lo que podía haber aprendido de su padre, que era un gran músico. Cuando digo que era un gran músico, quiero decir que no creo que haya habido más de cinco personas en todo el mundo que tuvieran los conocimientos musicales que tenía Leopold. Leopold entonces lo manda a Italia, a continuar su educación con uno de los mejores maestros de su tiempo: el Padre Martini.

El Padre Martini lo prepara para su admisión en la L'Accademia Filarmonica di Bologna, el mayor centro de erudicción musical de su tiempo. Si pusiéramos una equivalencia de lo que ello representaría ahora, en tiempos modernos, esto equivale a tener un doctorado en composición en la institución de mayor prestigio del mundo. Considera también que la composición musical es una de las disciplinas más demandantes intelectualmente, comparable con física o matemáticas.

El examen habría podido tomar varias horas; a Mozart, de catorce años, lo resolvió en media hora, sin errores, sin tachones, sin correcciones de ningún tipo.

Los sinodales emitieron su voto por unanimidad. Tuvieron que hacer una excepción con Mozart, porque la edad mínima para ser admitido en la Academia, era de 20 años. Cuando Mozart entró en el salón para recibir el dictamen de los sinodales, recibió una ovación.

Puedes visitar la Academia y ver el manuscrito de Mozart con su examen: el Quaerite primum regnum, KV 86/73v

Unos meses más tarde, Mozart viaja a Roma y escucha en la Capilla Sixtina una interpretación del Miserere de Gregorio Allegri. La escucha una sola vez. Esta obra tenía un carácter secreto. Es una obra sobre la cual las autoridades vaticanas dispusieron que sólo podría tocarse en la Capilla Sixtina y estaba prohibido tocarla en cualquier otro lugar. También estaba prohibido publicar la partitura, todo esto so pena de excomunión. Cuando Mozart salió de ahí, se dirigió a la posada donde se hospedaba y escribió de memoria la totalidad de la obra, de tan sólo haberla escuchado una vez.

Mozart fue descubierto y el Papa Clemente XIV quedó tan admirado y tan conmovido que no sólo no lo excomulgó, sino que lo nombró Caballero de la Orden de la Espuela de Oro. Ahí tienes tú, un caballero por orden papal, de catorce años.

Las hazañas intelectuales de Mozart se cuentan por cientos. Por cartas de él y de personajes que lo conocieron, sabemos que Mozart escribía una sinfonía mientras en la cabeza iba componiendo otra obra distinta, por ejemplo una fuga. Al día siguiente, dirigiría la obra en la corte, y lo haría de memoria.

Es ése el nivel de autoexigencia de Mozart. Mozart no admitía nada que no fuera perfecto, pero además escrito con una velocidad alucinante, y todo ello lo tenía de memoria en una sola noche y lo podía interpretar a la perfección al día siguiente. Ese nivel de autoexigencia no tiene precedentes en la música, ni tampoco ha ocurrido después. Ni Bach, ni Beethoven, ni Haydn pudieron nunca hacer algo así.

El volumen de las obras que escribió Mozart es colosal. Haydn escribió más obras que Mozart, pero Haydn vivió el doble de años.

Tengo aquí junto a mi el libro de las transcripciones completas de todo lo que grabaron los Beatles en los 7 años de su carrera. Es un hermoso librote de 1120 páginas. Ese libro no fue escrito por los Beatles, ellos en realidad memorizaban las canciones que componían. Son canciones creadas de forma colectiva, y aunque la autoría de la mayoría pertenece a Lennon y McCartney, los arreglos fueron realizados por los cuatro miembros del grupo más varios colaboradores, arreglistas y músicos de sesión. Ése fue el legado de los Beatles, a quienes consideramos un grupo muy trabajador y de una gran calidad en la música popular.

En esas páginas se incluye la tablatura para bajo y guitarras. Si las quitáramos y sólo conserváramos la pura notación musical, el libro ocuparía de 500 a 600 páginas. Bueno, sólo para poner en perspectiva la cantidad de música que escribió Mozart, ese volumen de música que los Beatles hicieron con un equipo de colaboradores a lo largo de 7 años de carrera, equilvadría solamente en cantidad, a lo que Mozart hacía en dos o tres meses, por supuesto sin ayuda, sin errores y listo para ser tocado o dirigido, de memoria, tan pronto como la partitura quedaba escrita.

Pero la cantidad no es el asunto. ¿Cómo podríamos plantearlo en términos de complejidad? Roger Waters es considerado un gran músico. Pienso que lo es, sin duda es uno de los más grandes del rock. Bueno, Roger Waters se propuso hacer una ópera hace muchos años, una ópera en estilo clásico o romántico. Se puso a estudiar, se entusiasmó y se puso a trabajar. Lo consiguió, me parece que es una buena obra, pero que por supuesto no es una obra maestra y no compite con alguna ópera de los siglos XVIII o XIX, pero no está mal. Le tomó 16 años escribirla. Así de difícil es hacer una ópera.

Bien. Mozart hizo 22, además de un larguísimo catálogo en el que se cuentan 41 sinfonías, 22 conciertos para piano y orquesta, 18 sonatas para piano, 36 para piano y violín, cuartetos, quintetos, serenatas, canciones, dúos, tríos, dicertimentos, fantasías, en fin. Cada una es una obra maestra.

Mozart nos deja una gran enseñanza que va mucho más allá de lo musical y llega a los terrenos de la ética. La perfección es posible en el ser humano, y es posible porque hubo un precedente, y ese precedente de autoexigencia de perfección en cada compás y en cada nota, se llama Mozart.