¿Qué pasaría si no hubieran tiburones?

Los selaquimorfos o selacimorfos son un superorden de condrictios conocidos comúnmente con el nombre de tiburones o escualos. No todos los tiburones son carnívoros o depredadores, pues se han catalogado cerca de mil variedades distintas.

Muchos de ellos se alimentan de plancton y algas como el tiburón ballena y lo que los identifica no es su lugar en el ciclo trófico sino el tratarse de peces de esqueleto cartilaginoso y el carecer de una vejiga natatoria que les permita flotar en el agua sin necesidad de mantenerse a flote permanentemente con el movimiento de las aletas.

Se trata de una variedad de peces bastante exitosa pues aparecieron hace cuatrocientos millones de años y no ha precisado de cambios sustanciales evolutivos, por eso dicen que son animales primitivos. Sin embargo, muchas variedades de tiburones están en riesgo de extinción. Al comercio de la aleta de tiburón le ocurre lo mismo que al cuerno de rinoceronte, que lo están abocando a la extinción.

Eso de que los tiburones son los asesinos de los mares es un mito alimentado por la industria cinematográfica. Algunas de sus variedades son depredadoras, como el jaquetón, nombre con el que se conoce al tiburón blanco y al tiburón toro, y el tiburón tigre, pero otros como la tintorera carecen de dientes y sus bocas son filtros de pequeñas partículas. Y, como ocurre en todos los nichos ecológicos, la presencia de tiburones carnívoros y depredadores es necesaria puesto que contribuye al control de las poblaciones de otras especies.

Si desapareciesen los tiburones depredadores, otros carnívoros, como las orcas, ocuparían su espacio y en el caso de que no hubiera alternativa el crecimiento incontrolado de las especies depredadas podría ser catastrófico hasta el punto de colocarlas al borde de la extinción. Algo parecido ocurrió con la fauna ibérica, que al exterminarse los enemigos naturales de los conejos, linces y águilas imperiales, la mixomatosis y otras enfermedades los pusieron al borde de la extinción.