¿En qué creen los que no creen?

Comencemos por las definiciones, para ponernos de acuerdo. Creer algo es considerar ese algo como verdadero o seguro, o pensar que existe, sin tener pruebas de su certeza o un conocimiento directo de ello.

Tener la capacidad de creer cosas es bueno, pues nos habilita para no tener que andarlo comprobando todo por nosotros mismos. pero por eso mismo es una peligrosa arma de doble filo. La cuestión, que muchas veces es obviada, es que hay buenas y malas razones para creer.

SI yo creo en algo porque quiero que ese algo sea verdad, entonces caigo en un psicologismo nefasto y confundiré mis deseos con la realidad.

Si yo creo algo porque lo dice un telepredicador charlatán, estaré cayendo en las garras de un desalmado que lo único que desea es mi dinero, y seré irremisiblemente engañado.

Entonces, ¿qué posibilidades tengo de utilizar correctamente esa capacidad de creer cosas?

Bueno, no es nada sencillo. Se trata de adquirir unas habilidades de pensamiento crítico que se van desarrollando a lo largo de toda una vida de dedicación, y aún así uno nunca está seguro de las cosas.

Yo creo en la existencia de los átomos, de los virus, de los quasars, de los pulsars, del 2,3-dimetil-2-penteno, del ornitorrinco, de los geisers, y de un montón de cosas que no he comprobado personalmente. Y creo en ello porque existe una acumulación de evidencia suficiente como para que yo pueda dar ese paso con unas relativas garantías. Y también tengo la absoluta seguridad de que si dedicara suficiente tiempo y recursos a adquirir de primera mano las evidencias de su existencia, lo podría hacer sin ningún problema.

En suma, creo en la racionalidad humana y en la ciencia, que es la actividad humana que hace el mundo habitable.