El oro sí se oxida.
Pero no se oxida tal y como lo entendemos nosotros, al aire o tras un mes en un ambiente húmedo. Las propiedades fundamentales de los elementos (Configuración electrónica, Electronegatividad, Energía de ionización etcétera) determinan cómo y cuándo los elementos pierdan electrones - que es lo que pasa cuando se oxidan.
El oro es un metal y, por lo visto, no pierde electrones tan fácilmente como el hierro o el sodio. Una tabla que nos da una idea acerca de "lo fácil" que es perder (o ganar) electrones es la Tabla de potenciales de reducción, que ordena los elementos por facilidad de oxidación. Una parte de dicha tabla está aquí abajo:
Cuanto más arriba se sitúa el elemento, más alto será su potencial de oxidación y, por lo tanto, más difícil será quitarle electrones. El oro, como se ve, está por encima del oxígeno y éste es entre los más comunes oxidantes a disposición en la naturaleza (junto con algunos iones como se puede ver).
Es decir, ni el oxígeno puede quitar electrones al oro tal y como hace con el hierro, el zinc, el aluminio o el sodio (que están todos por debajo del oxígeno). Es por estos motivos que el oro está tan apreciado como metal.
De todos modos, el método más común hoy en día para oxidar el oro es a través del Agua regia, una mezcla de ácidos nítrico (HNO₃) y clorhídrico (HCl) concentrados en proporción 1 : 3. Esta mezcla produce cloro elemental (Cl₂ que sí oxida el oro) y, además, suelta iones cloruro (Cl¯) que lo "mantienen oxidado" porque lo disuelven como ión tetracloroáurico, [AuCl₄]¯ en el Ácido cloroáurico (HAuCl₄).
La reacción de oxidación del oro en agua regia es la siguiente:
Au(s) + HNO₃(aq) + 4HCl(aq) → HAuCl₄(aq) + NO(g) + 2H₂O(l)
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