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¿Por qué hay tantas contradicciones en los evangelios?

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Aprendiendo con Apuntes

¿Por qué hay tantas contradicciones en los evangelios?

Creo que para responder correctamente y sin simplificaciones esta pregunta sería necesario escribir un libro, quizás hasta dos.
Aparte yo tendría que releer varios libros de referencia, leer unos cuantos nuevos más y, probablemente, hasta hacer algún que otro curso o seminario sobre la historia y la arqueología relacionada con los evangelios.

Así que lo que sigue a continuación es una respuesta simplificada y basada en cosas que recuerdo haber leído. Esto no quiere decir que sea una respuesta a la bartola, un cualquierismo opinionista, sino que la brevedad del espacio de Quora me va a obligar a limar cualquier sutileza y rigor académico en aras de no aburrir a la distinguida audiencia (y yo poder hacer otras cosas de mi vida, porque tampoco es que Quora me paga por responder).


Para empezar hay que tener en cuenta de que la escritura de los evangelios no fue un acto planificado y coordinado. No es que hubo un proyecto conjunto de escribir la vida de Jesús sino que cada uno de los textos se escribió más o menos en forma independiente de los otros, en distintos contextos históricos, sociales y geográficos y con distintas agendas políticas. Ojo, que hayan sido distintos no quiere decir que hayan sido opuestos o contradictorios, sino justamente eso, que eran distintos.

También hay que tener en cuenta de que son escritos políticos en el sentido amplio del término.
Desde hacía unos dos siglos antes del nacimiento de Jesús que la idea de que iba a llegar un mesías era común en el pensamiento judío. No era una idea nueva, obvio, ya había habido otros mesías, y no necesariamente judíos, como lo fue Ciro el Grande.
Un mesías era un hombre extraordinario, un héroe militar o un gran profeta. El mote de "Hijo de Dios" que se le podía asociar al mesías no significaba literalmente eso, de que era el descendiente biológico de Yahvéh, sino que era el Elegido divino, el "hijo adoptivo de Dios" si se quiere.
Este punto de vista es el que tienen los tres evangelios sinópticos con respecto a Jesús. Para estos evangelios, Jesús es un hombre extraordinario que Dios adoptó como su hijo —y por eso le confirió poderes milagrosos e, incluso, la resurrección—. El de Juan, que es el último, ya tiene una perspectiva más cercana al Jesús Segunda Persona de la Trinidad, aunque tampoco se aleja mucho del punto de vista de Jesús 100% Humano. Digamos, que el Jesús de Juan es más cercano a un ángel encarnado que a un dios encarnado, sin por ello dejar de ser humano.

Además de ser un predicador mesiánico, Jesús era un predicador apocalíptico. Toda su prédica estaba orientada a decir que el fin de los tiempos estaba cerca, que iba a ocurrir en lo inmediato. Dios, que se había retirado del mundo por algunos siglos y había dejado que la maldad se enseñoreara en la Tierra, iba a volver con sus huestes celestiales y, ayudado por el mesías, iba a derrotar al Mal e instaurar su Reino en este mundo. El Mesías, u otro personaje llamado el Hijo del Hombre —no es claro si son la misma figura y si Jesús creía ser alguno de ellos— iban a juzgar a los buenos y a los malos, permitiéndoles entrar al Reino a los primeros y eliminando a los segundos.
Ahora bien, en esa época los judíos —porque no nos olvidemos, los primerísimos cristianos eran judíos y Jesús jamás quiso apartarse de esa religión o fundar una nueva— no creían en la vida después de la muerte. Quizás ahora tampoco lo hagan, la verdad es que no lo tengo claro, pero no importa. Lo que importa es que ni Jesús ni los primerísimos cristianos creían que existía una vida después de la muerte: cuando uno moría se moría y punto.
La cuestión es que, cuando este hecho apocalíptico ocurriera, toda la gente justa que había muerto en el pasado no iba a ser recompensada. Y es aquí donde entra a tallar todo el tema de la resurrección, porque la idea era que toda la gente buena que había muerto en el pasado iba a recuperar sus cuerpos físicos para poder vivir en la utopía que Yahvéh iba a instaurar en la Tierra.
De hecho, esto de la resurrección no siendo un hecho aislado sino masivo está dicho en forma explícita en
Mateo 27:51-53. Para los primerísimos cristianos, lo de Jesús y estos santos resucitados era el anticipo de lo que iba a ocurrir en breve, el catalizador o el puntapié inicial de la llegada del reino de Dios a la Tierra.


Pero, bueno, todo esto es para ponernos en contexto del estado mental de los autores de los evangelios sinópticos. Que eran tres personas anónimas —la atribución a Marcos, Mateo y Lucas es muy posterior— y que pertenecían a comunidades diferentes.

El más antiguo de todos es el de Marcos y del que se nutren en parte los de Mateo y Lucas. Hay cosas en las que los tres coinciden, hay cosas que coinciden de a pares y hay cosas únicas a cada uno.
Este gráfico (en inglés) lo sintetiza bastante bien

Las cosas que son únicas provienen de fuentes orales o de fuentes escritas perdidas, así como también es el caso de las fuentes compartidas entre Lucas y Mateo, que provienen de una fuente conocida como Q.

Como sea, la cuestión es que ni los autores de estos evangelios ni los autores de las tradiciones previas tenían la intención de dejar un registro histórico objetivo de la vida de Jesús —lo que no quiere decir que no haya elementos históricos, sino que no era el objetivo primario— sino transmitir un mensaje "político": Que Jesús era el mesías.
De allí que muchas historias no sean "algo que Jesús realmente hizo" sino "algo que Jesús hubiera hecho en una cierta situación similar a la que nos enfrentamos y que me sirve para expresar una opinión sobre esa situación". Son anécdotas ficticias para apoyar una posición política sobre un tema determinado —nada extraño, aún hoy día decimos "Si Jesús viviera en la actualidad apoyaría tal o cual posición política" o lo mismo pero con otro personaje histórico, como el famoso "Si Evita viviera sería montonera"—.

Todos estos evangelios, así como el de Juan, fueron escritos luego de la destrucción del Templo de Jerusalén y en las postrimerías de la guerra judío-romana, cuando el cristianismo estaba dejando de ser una secta judía y se estaba convirtiendo en una religión grecorromana.
Y, lo más importante, que se escribieron entre 30 y 60 años después de la muerte y supuesta resurrección de Jesús —quien, insisto, supuestamente debería estar vivito y coleando en la Tierra y no flotando en una nube—.
Esto seguramente les producía un cierto ruido a los autores de estos evangelios, que tenían que congeniar la tradición de la primera generación de cristianos —la de un Jesús vivo y de la llegada inminente de las huestes de Dios para vencer el mal— con la realidad real —las fuerzas del mal (los romanos) habían derrotado brutalmente al Pueblo Elegido y tanto Jesús como las huestes divinas estaban ausentes y con paradero desconocido—. De allí que tengan que hacer malabares para acomodar las tradiciones pasadas al momento presente de la escritura.

Juan, por otra parte, es un texto posterior, proveniente de una tradición autónoma a la de los otros tres y con otra percepción del "fenómeno Jesús", que ya estaba dejando de ser un ser 100% humano para convertirse en un dios hecho y derecho —aunque, para ser honestos, en Juan el porcentaje divino aún no es tal alto como luego sería—.
Si bien hay alguna que otra anécdota compartida con los otros tres evangelios, mayormente es todo independiente. Puede ser que contenga hechos históricos reales pero casi todo es invento del autor de Juan o de los autores previos en esa misma línea de tradición.


O sea, para hacerla corta, cada evangelio fue escrito en forma más o menos independiente por personas con agendas y puntos de vista diferentes y cada autor se tomó libertades para ficcionalizar anécdotas de Jesús con el fin de expresar una opinión sobre un tema en particular.
No es que estaban mintiendo, del mismo modo en el que la película Rapsodia Bohemia no "miente" sobre Freddie Mercury, pese a que hay cosas en este film que no son para nada ciertas o que no ocurrieron de ese modo en la realidad. Solo estaban tomándose licencias poéticas —aunque, en el caso de los evangelios, son mucho más licenciosas que las tomadas en Rapsodia Bohemia porque en nuestra era de sobreinformación es mucho más difícil apartarse del biografiado real sin que se note demasiado—.

Y es por eso que hay contradicciones. Porque es lógico que cuatro libros escritos por cuatro personas aisladas geográficamente y separadas casi 50 años entre un extremo y otro (Marcos y Juan), en una época sin medios grabados ni internet, con mayores licencias para la ficcionalización de una persona real y con diferentes agendas y perspectivas sociopolíticas no coincidan en muchas cosas.

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