Toma la dirección adecuada Con demasiada frecuencia, la gente se esfuerza en ciertos proyectos sin saber muy bien qué pueden aportar a la empresa con ello. La próxima vez que tu equipo no esté seguro de cuál es el camino a seguir, ten en cuenta estas tres recomendaciones: No des por sentado que todo el mundo conoce los objetivos simplemente porque la directiva se haya «tomado la molestia» de comunicarlos. Confirma que el equipo entero entiende los objetivos. Prepara un esquema o un diagrama que muestre la situación actual de la empresa y hacia dónde se dirige. Enséñaselo tanto a tu superior como a tu equipo para asegurarte de que lo entienden y estáis de acuerdo. Conecta los proyectos. Elabora, en colaboración con tu equipo, dos listas: en una estarán los proyectos en marcha y en otra, los objetivos de la empresa. Busca la relación entre unos y otros y, si no la hay, considera la posibilidad de prescindir de ciertos proyectos. Acepta las preguntas que supongan un reto Los líderes inteligentes pueden llegar a pensar que tienen todas las respuestas a las cuestiones que les pueda plantear su equipo. Sin embargo, alguien aún más inteligente sabe que permitir a sus subordinados aportar ideas no solo mejorará las relaciones personales, sino también los resultados de la empresa. De modo que, para contrarrestar esa tendencia al monólogo, prueba a organizar una reunión a base solo de preguntas. Empieza con una para abrir el debate; luego formula otras que te ayuden a profundizar en las ideas expuestas y comprenderlas mejor. Por último, plantea alguna que sirva para determinar los pasos a seguir a continuación. Seguro que te resulta difícil no intervenir, pero recuerda que morderte la lengua es una garantía de que los demás usarán la suya. No hagas como Pedro con el lobo Si transmites a tu equipo que todos los proyectos y tareas son urgentes, pronto le quitarán importancia y harán las cosas a su ritmo (que tal vez no se ajuste a tus expectativas). Porque si todo es importante o urgente, entonces nada lo es. Por lo tanto, marcar distintos grados de urgencia para cada proyecto será determinante para tu empresa. Elige cuándo transmitir que algo influye de manera especial en los objetivos del equipo. Dicho de otro modo, cuanto menos avises de que viene el lobo, en mayor medida tus trabajadores responderán como quieres. Líbrate de la negatividad Cada empresa, departamento y equipo tiene su lado positivo y negativo. ¿Tu trabajo como líder consiste en subrayar los aspectos positivos y atenuar los negativos? Puedes intentar ambas cosas, pero la investigación reciente indica que tanto las experiencias como las personas «negativas» ejercen mucha más influencia que las positivas. Por tanto, harás un mejor uso de tu tiempo y energía si te desprendes, en la medida de lo posible, de los aspectos negativos. Esto implicará eliminar barreras que generen frustración y proteger a la gente de las actitudes tóxicas. El mal humor, la pereza y la negatividad son contagiosos; si reduces ese tipo de cosas, tu equipo tendrá más oportunidades de alcanzar el éxito. Combate la resistencia al cambio Cualquier cambio es susceptible de sufrir cierta resistencia por parte de tus subordinados. Por desgracia, sean muchas o pocas, estas personas pueden minar enseguida el impulso inicial y frenar el cambio. Para evitarlo, te ofrecemos cuatro herramientas: Dales pruebas concretas para demostrar que el cambio es posible y, sobre todo, necesario. Busca en distintas fuentes y cuida cada detalle; cualquier pequeño error puede echar abajo todo el proceso de cambio. Conoce los argumentos en contra. Averigua qué dicen tus oponentes y prepárate para reconocer sus preocupaciones y contraatacar con buenos argumentos. Plantea el panorama general. A corto plazo, todos los cambios son incómodos, así que analiza la situación global y explica por qué lo que propones será conveniente a largo plazo. Insiste. Mantén siempre el mismo mensaje, usa tus mejores argumentos y ejerce la presión necesaria para convencer a las personas más reticentes al cambio. Alinea las prioridades de la plantilla con las de la empresa Puedes considerarte un individuo con suerte si compruebas que los intereses de tus trabajadores coinciden con las prioridades de la empresa. Si no es así, te ofrecemos tres formas de casar las preferencias de tu personal con las de la compañía: Conoce sus objetivos. No esperes a tener reuniones con cada miembro del equipo, pregúntales con cierta frecuencia por sus propósitos. Forma parte de tus funciones de gestión conocer sus principales motivaciones. Explícales las prioridades de la empresa. Comunícales lo que necesita la organización para cumplir los objetivos semanales, mensuales y anuales. Actúa siempre con claridad y consistencia, y repite el mensaje cada poco tiempo. Haz encajar los intereses con las responsabilidades. Ahora que todo el mundo tiene claras sus prioridades, intenta combinar las aspiraciones de tu equipo con los objetivos de tu empresa. No asumas que no lo van a entender Tomar decisiones estratégicas puede ser complejo, sobre todo cuando careces de suficientes recursos. No obstante, es incluso peor comunicarlas. Uno de los errores más comunes en el proceso de transmisión de la información es pensar que quien la recibe no va a entender el complejo razonamiento que hay tras cada decisión. No caigas en ese error y busca nuevas formas de exponer los detalles a quienes tal vez no posean tus mismas capacidades. Porque si tu equipo no te entiende, tu trabajo es encontrar el modo de que lo hagan. Todo el mundo merece saber hacia dónde se dirige la empresa y los argumentos en que se basa cada decisión. Está claro que si la plantilla sabe cómo funciona la empresa y adónde se dirige, estará más satisfecha y será más productiva. Llévate a la gente a tu terreno La mayoría de las iniciativas que imp