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La palabra comunicación proviene del latín communis que significa común. También en castellano el radical común es compartido por los términos com...

La palabra comunicación proviene del latín communis que significa común. También en castellano el radical común es compartido por los términos comunicación y comunidad. Ello indica a nivel etimológico la estrecha relación entre comunicarse y estar en comunidad. En pocas palabras, se está en comunidad porque se pone algo en común a través de la comunicación (Márquez, 2006). Para que haya comunicación es necesario un sistema compartido de símbolos referentes, lo cual implica un intercambio de símbolos comunes entre las personas que intervienen en el proceso comunicativo. Quienes se comunican deben tener un grado mínimo de experiencia común y de significados compartidos (Fernández, 2002). En cuanto a su propósito, desde la antigüedad Aristóteles propuso que la meta principal de la comunicación es la persuasión. El ateniense puso como un ejemplo de su propio tiempo el intento que hacían los oradores para llevar a los demás a tener su mismo punto de vista. Es útil dejar sentadas estas definiciones para no caer en el error de que el estudio de la comunicación, en este caso la comunicación organizacional y su relación con la cultura organizacional, se constriñe al aparato mecánico emisor-receptor y los flujos de mensajes, lineales o de dos vías, que suelen informar a ciertas obras del ámbito de la comunicación social. Existe una corriente relativamente nueva que echa mano de diversas disciplinas tanto de las ciencias sociales como biológicas para demostrar la existencia de una cultura organizacional (González, 1998) que norma y conduce la vida de las empresas de forma muy semejante a como se da en las culturas sociales. Es pertinente un enfoque multidisciplinario para el estudio de las organizaciones empresariales, que como conjuntos humanos son sujetos de estudio de la sociología, la historiografía, la antropología e incluso la paleontología, quizá anteponiendo el prefijo micro a cada especialidad. Esta corriente de estudio de las organizaciones empresariales se encuadra en la descrita por Nosnik (2005) para revalorar y promover la dignidad de la persona humana en tanto colaboradora de las organizaciones: La empresa como organización social, además de la económica de la primera etapa, surge como una realidad desde los inicios de los años treinta a mediados de los años cincuenta del siglo XX. Los actores no sólo son racionales (es decir, manejan información y deciden con base en ella la aplicación óptima de recursos para lograr resultados económicos) sino también sociales (se incluyen unos a otros para lograr avanzar tanto sus propios intereses y metas como individuos y equipos como aquellos objetivos previamente planeados referidos a la totalidad de la empresa). El mismo autor distingue cuatro etapas en el estudio de las culturas organizacionales: Etapa clásica en la que surgen los nuevos modelos productivos industriales que requieren nuevas formas de control que en su conjunto llamamos administración. Etapa del desarrollo administrativo en donde se entiende que además de la jerarquía administrativa, los individuos y los grupos influyen sobre otros grupos e individuos en los procesos de producción. Etapa del surgimiento del pensamiento sistémico en administración que concibe a las empresas como sistemas abiertos operados por actores racionales. Etapa actual, de la administración del cambio. En este sentido, quizá no sea un despropósito hablar de una “antropología de la organización empresarial”. Ya en el pasado se han utilizado las herramientas de análisis de esta disciplina para entender las relaciones y jerarquías que se dan al interior de grupos y organismos (Lomnitz, 1975). González (ibídem) parece estar en lo correcto al detectar, como parte de la cultura organizacional, una historia, una forma de hacer las cosas y una visión del futuro, mientras que otros autores hablan de una mitología, de una heráldica e incluso de leyendas, gestas y tradiciones, cuyo estudio y conocimiento son esenciales para entender las razones del crecimiento o desaparición de las organizaciones empresariales, a la manera en que mediante el paciente y aplicado escrutinio del Beowulf, los viejos lingüistas de Cambridge pudieron encontrar la génesis de algunas estructuras sociales inglesas. Márquez (2006) explica sucintamente los factores culturales que influyen en el estudio de la comunicación organizacional: Los individuos, normalmente, desde su infancia ya traen conductas aprendidas de su medio ambiente, hábitos, costumbres, ideologías, reglas de conducta, manejo de diferentes símbolos, valores sociales, morales, tanto individuales como organizacionales, además de una nacionalidad de origen, entre ellos. Otros autores, como Fernández (ibídem), consideran como variables culturales la influencia del idioma, los c

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Comunicación y Género
244 pag.

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