plegadas en los cuadros para satisfacer el gusto de unos caballeros voluptuosos y perversos: sobre todo la Andrómeda de Tiziano [59] y La liberazio...
plegadas en los cuadros para satisfacer el gusto de unos caballeros voluptuosos y perversos: sobre todo la Andrómeda de Tiziano [59] y La liberazione di schiave de Tintoretto [60], donde el contraste de los desnudos miembros con las cadenas y el acero de las armaduras parece elegido para estimular sensibilidades especiales. Otro tanto cabe decir de la Lucrecia de Shakespeare. En sus poemas juveniles, la complacencia en el uso de las ExpkoBis, según la antigua receta ut pictura poesis, y en la descripción de mujeres situadas en circunstancias patéticas, sólo admite comparación con la que apreciamos en el italiano Marino. Aunque alguien haya que la volvía reacia a creer que existiera causa alguna de temor, le hacía buscar causas para alimentar su temor. Bien veía que debía de tratarse de algo grave; porque el semblante de su marido reflejaba una determinación que era mezcla de aversión y necesidad: y cuando él la miró, y vio que ella lo miraba, él se ruborizó; y ella se ruborizó, porque él se ruborizó; pero en seguida empalideció, porque no supo por qué se había ruborizado. Pero cuando él hubo leído, escuchado y despedido al mensajero (como un hombre en quien el Afecto no podía adormecer el Honor) con la promesa de seguirlo prontamente, se acercó a Partenia y, en extremo apenado por tener que partir, y aún más apenado por la pena de ella, le entregó la carta para que la leyera. Con temerosa lentitud la cogió y con temerosa prisa la leyó; y habiéndola leído, ¡ah, Argalo mío!, (dijo)...
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