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En relación con esta cuestión debemos plantearnos el problema del mecanismo de la motivación, o sea, la explicación de por qué el individuo se diri...

En relación con esta cuestión debemos plantearnos el problema del mecanismo de la motivación, o sea, la explicación de por qué el individuo se dirige activamente hacia el objeto-meta. Según Freud, el hombre es un aparato en el cual la ley fundamental de funcionamiento consiste en desembarazarse de todo aporte o de todo aumento de estimulación o energía. Él planteó que el sistema nervioso tiende a un mínimo de tensión o, al menos, a un nivel estable, sin aumento. El comportamiento es fundamentalmente la reacción del organismo que por vía de los efectores disminuye el incremento de energía aportado por alguna estimulación, como, por ejemplo, el hambre, la sexualidad u otras. Para Freud el mecanismo de la motivación es de reducción de tensión. Sin embargo, nuestro punto de vista de que las necesidades se concretan en los objetos y acciones, de que tienen, por lo tanto, un carácter social y de que surgen necesidades superiores, autónomas o independientes de las inferiores o biológicas, implica oponerse al principio freudiano de reducción de tensión. Para nosotros, el individuo se dirige activamente hacia el objeto-meta porque lo necesita en sí mismo y no como un medio para reducir la tensión, por ello, nuestro criterio se contrapone al de Freud, el cual reduce el dinamismo psíquico a un mecanismo meramente biológico. Los hechos de la psicología experimental y patológica, y el criterio metodológico fundamental de la unidad de los contrarios, conducen a contraponer el punto de vista freudiano al principio de la unidad dialéctica de la motivación específica con la inespecífica. Toda necesidad humana tiene un carácter social y se dirige hacia la obtención de su objeto-meta, en esto consiste la motivación específica. Pero ante la privación, la frustración o la perspectiva negativa, la tensión difusa y pasiva de la necesidad tiende a descargarse por otras vías. Esta es la motivación inespecífica, que tiene también un carácter social, o sea, la motivación específica engendra la inespecífica y viceversa; ambas se penetran y contienen recíprocamente; por el contrario, Freud redujo la dinámica del comportamiento a la descarga de la tensión difusa y no vio su carácter social. La necesidad es a la vez activa y pasiva, sin embargo, en determinados casos unas necesidades se manifiestan de manera predominantemente pasiva y otras de manera predominantemente activa. Dada la interrelación con otros motivos y con las circunstancias y posibilidades del medio (conflictos, privaciones, frustraciones, amenazas de privación o frustración, etc.), y la imposibilidad actual de satisfacerse o hacer algo, unas necesidades pueden no conducir a la acción para la obtención del objeto-meta y manifestarse pasivamente en deseos, imaginaciones, ilusiones, sueños, o en vivencias emocionales pasivas. Estas necesidades se conocen como pasivas, aunque también son potencialmente activas y en menor medida actualmente activas. Ellas engendran la motivación inespecífica. Otras, por el contrario, conducen o impulsan la acción hacia la obtención de su objeto-meta, son las necesidades activas que se manifiestan en la actividad ejecutora, los actos y las actividades. Participan en la motivación específica y son los motivos reales de la actividad, aunque también se manifiestan pasivamente y pueden transformarse en necesidades pasivas. Recuérdese que al definir el concepto de necesidad, los potenciales son aquellas necesidades que en un momento determinado solo existen como propiedades de la personalidad, pero no han sido excitadas ni se expresan en un estado o proceso psíquico. Se encuentran en estado pasivo aquellas necesidades que han sido excitadas, pero que no se proyectan hacia la obtención de su objeto-meta y expresan cómo dependen del mismo; pasan a ser activas cuando se orientan hacia la obtención de su objeto-meta, y regulan los actos y las actividades. Aunque se debe señalar la diferencia entre estos 2 tipos de necesidades y formas de motivación (activas y pasivas, específicas e inespecíficas) y no se deben reducir las unas a las otras, es igualmente importante señalar que ambas se contienen, influyen y transforman recíprocamente. Las necesidades pasivas contienen a las activas y viceversa. La motivación específica contiene a la inespecífica y viceversa. Necesidades pasivas o que se expresan pasivamente Las necesidades pasivas, aunque tienen un carácter propio y específico, reflejan y contienen las activas. Analicemos primeramente cómo las necesidades pasivas expresan el aspecto pasivo de las necesidades activas. Una necesidad puede manifestarse muy activamente, por ejemplo: Un trabajador ejemplar y esforzado emplea la mayor parte de su tiempo en su labor, sin embargo, esta necesidad moral y activa también se manifiesta pasivamente en preocupaciones, temores, sueños, imaginaciones, etc., y esta tensión difusa puede fundirse a la de aquellas necesidades predominantemente pasivas, por ejemplo, a las necesidades de contacto afectivo y de diversión que esta persona, centrada en el trabajo, no atiende en lo más mínimo. Un hombre se preocupa mucho por la posibilidad de estar mortalmente enfermo, sin embargo, una de las causas de esta ansiedad y preocupación agudas podemos hallarla en la frustración de su necesidad de consideración social, que en dicha persona constituye una tendencia poderosa y predominantemente activa, la cual se expresa en su comportamiento cotidiano. Asimismo ocurre que la necesidad expresada pasivamente puede fusionarse a otras necesidades activas, en especial a la necesidad de pasar a un primer plano en la atención de los demás, de ser ayudado, mimado, etc. Así, el sufrimiento exagerado de una madre por la lejanía del hijo, que solo se manifiesta pasivamente, o el sufrimiento excesivo de una persona por un dolor físico, pueden contener, además, la expresión activa de la necesidad de pasar a un primer plano en la atención de los demás, de ser ayudado, mimado e influir sobre ellos. La expresión pasiva de las necesidades engendra la motivación inespecífica, la cual regula la actividad en la dirección de descargar o disminuir la tensión difusa de las necesidades insatisfechas, no mediante la obtención de su objeto-meta específico, sino por otros medios que son: – La descarga inespecífica de la tensión pasiva en los procesos cognoscitivos (mediante la modificación del reflejo subjetivo del mundo real). – La descarga inespecífica de la tensión pasiva en los procesos afectivos (tendencias, emociones y sentimientos) mediante las reacciones motrices y viscerales íntimamente asociadas a estos procesos. Otro ejemplo: – La descarga inespecífica de la tensión en la desorganización o depresión de la actividad (mediante su activación exagerada −sobremotivación− o depresión −pérdida de la motivación). Descarga inespecífica de la tensión pasiva en los procesos cognoscitivos En este caso, la tensión pasiva de las necesidades se descarga o disminuye mediante la modificación del reflejo subjetivo del mundo real. Ocurre en 2 formas: en el proceso de la toma de conciencia y en la imaginación. En el proceso de la toma de conciencia. La conciencia no abarca la actividad psíquica del hombre en su totalidad. No es posible considerar como idénticos lo psíquico y aquello de lo cual se ha adquirido conciencia, pues lo uno no se reduce a lo otro. Lo psíquico consciente comienza donde aparece la imagen, o sea, donde aparece el reflejo, gracias al cual ante el sujeto se presenta el contenido objetivo del objeto. Pertenecen a la esfera de lo psíquico, que no entra a formar parte de la conciencia, los fenómenos psíquicos que funcionan como señales sin ser imágenes de los objetos de los que se entra en conocimiento por medio de dichas señales. Las imágenes, a través de las cuales se adquiere conciencia de los objetos o fenómenos, poseen un determinado grado de generalización mayor o menor, se objetivizan en la palabra que designa al correspondiente objeto. Tomar conciencia de algo presupone establecer la diferencia entre el sujeto y el objeto, es decir, conocer algo que se halla fuera del sujeto y de su conciencia. También los fenómenos psíquicos, las vivencias, pueden convertirse en objetos sobre los que se proyecta la conciencia. Pero la conciencia de los procesos y fenómenos psíquicos se adquiere de modo mediato, cuando unos y otros son puestos en correlación con el mundo objetivo (Rubinstein, 1965). Tener conciencia de un sentimiento, tendencia o acción, supone haberlos correlacionado con el objeto que los provoca y hacia el que dicho sentimiento o acción están dirigidos. Una acción es consciente cuando se correlaciona con el motivo-fin o fin general de la misma. Por esto son posibles las acciones, las tendencias y los sentimientos inconscientes. Que sean inconscientes no quiere decir que no se tenga vivencia de los mismos, sino que

Esta pregunta también está en el material:

Psicología de la Motivação
274 pag.

Avaliação Psicológica Universidad VeracruzanaUniversidad Veracruzana

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