Logo Studenta

Su punto de arranque tópico es la figura de Aristóteles y su libro Sobre el alma. Este, frente a concepciones animistas o mitológicas e incluso fre...

Su punto de arranque tópico es la figura de Aristóteles y su libro Sobre el alma. Este, frente a concepciones animistas o mitológicas e incluso frente a su admirado Platón, fue quien acuñó el concepto de sustancia y el primero que hizo un estudio sistemático de esa realidad sustancial que se llama psique o alma y que para el filósofo griego pertenece al mundo de la naturaleza, forma parte de la filosofía de la naturaleza y por tanto es objeto de conocimiento empírico (Jaeger, 1943; Nuyens, 1948). Sus planteamientos dominaron el pensamiento occidental durante siglos, en los que fueron apareciendo filosofías cada vez más centradas en problemas humanos muchas veces llamadas filosofías de la felicidad, hasta que el neoplatonismo agustiniano los hicieran tambalearse. Vida y conocimiento son las dimensiones en que se sitúa la psique griega, constituyen dos fenómenos que requieren principios peculiares para su comprensión. Con una estructura definida, dibujada por la razón, y que apunta a una pluralidad de funciones, el problema de la relación alma-materia o mente-cuerpo, se tornará en un centro de divergencia entre Platón y Aristóteles: ¿Cabe cualquier alma en cualquier cuerpo –platonismo–, o cada alma es la actualidad misma del cuerpo –enérgeia aristotélica–?, ¿es el alma separable del cuerpo, o tal vez ella, o no toda ella podrá serlo?, ¿hasta qué punto son realidades diferentes?, ¿mantienen algún tipo de comercio entre ellas? Se dibuja una tensión que, de un modo u otro, se ha mantenido a lo largo de siglos, entre una mente biologicista y otra epistémica, si cabe llamarlas así, tensión que se vuelve a encontrar con nuevas expresiones en el mundo medieval, entre San Agustín y Santo Tomás, y en el ya moderno, entre Descartes y Bacon, o entre racionalistas y empiristas o idealistas y asociacionistas (Carpintero, 1986). En la filosofía medieval, el primer problema es la existencia del mundo mismo, el que haya cosas; es decir, el hecho de que Dios haya creado cuanto existe. El problema consiste en comprender la realidad de la criatura ante Dios. Dios es una realidad muy peculiar, de la que lo primero que hay que decir es que no aparece, que no está ahí, como una cosa más. Por eso, la forma en que se manifiesta es la revelación. Esta realidad divina se hace patente de alguna manera en la intimidad, en el alma humana, y en el mundo considerado como un todo creado. De ahí que el hombre medieval reflexione sobre sí mismo, y que busque en el mundo los rastros del plan creador de Dios. Con ese telón de fondo común, la filosofía medieval siguió dos orientaciones diferenciadas bajo el impacto de la filosofía neoplatónica y de la aristotélica: la de Agustín de Hipona y la de Tomás de Aquino. E. Pérez Delgado Universitat de València F. Tortosa Universitat de València CAPÍTULO 3 Historia de la Psicología34 La augustiniana es una Psicología humana que no mira al exterior, a la naturaleza, que no recurre a la observación exterior para descubrir qué es el hombre sino que postula replegarse sobre la propia interioridad humana para desvelar su verdadera realidad. En el lenguaje actual diríamos que construye una Psicología de la introspección plena, cuyo objeto es una sustancia espiritual que tiene una actividad totalmente independiente del cuerpo. Acentúa hasta tal extremo la independencia del alma en relación con el cuerpo que su Psicología será la antípoda de la filosofía natural aristotélica de la que forma parte la Psicología. El influjo de esta doctrina será enorme en el occidente cristiano, muchas de sus ideas estarán presentes en las propuestas de la Filosofía Escolástica (doctrina de los espíritus animales, universales, relaciones intelecto-voluntad, diferencias hombre-animal...), pese a la aparición de un pujante aristotelismo medieval representado por el filósofo cordobés-árabe Ibn-Rosh (Averroes) y el judío hispano Maimónides. Una línea de pensamiento que sólo debilitará el poder del voluntarismo agustiniano a partir del siglo XIII, a consecuencia del conocimiento e introducción de la obra aristotélica en el pensamiento cristiano, primero con Alberto Magno, y algo más tarde con el gran sistematizador de la filosofía y de la teología cristiana, Tomás de Aquino. Sto. Tomás supera el dualismo espiritualista al señalar que el alma es subsistente, inmortal, pero que en sí misma lleva una relación intrínseca a la materia sin la cual no puede existir. La unión alma-cuerpo es un bien y fuente de bienes, de ningún modo consecuencia de ninguna caída o castigo. La persona no se constituye por emergencia exclusiva del espíritu sino por la unión hilemórfica de cuerpo y alma. El compuesto sustancial humano es el único sujeto de todas sus operaciones, aun las más espirituales (Barbado, 1946). No es el alma quien piensa, ni el cuerpo quien siente. Es la persona quien piensa, quiere, siente, actúa, trabaja... Cuerpo, alma, no son dos sujetos reales, de forma que cada uno posea por sí sólo su razón de existir y de obrar, con el simple condicionamiento del otro, sino que forman un sólo sujeto de ser y de obrar. Entiende que es el alma racional, el intelecto, la forma sustancial del cuerpo. Ese largo período de más de 25 siglos, dominado por el substancialismo, que arranca para muchos con Aristóteles, tuvo su momento de giro en el Renacimiento, época en la que se inicia esa modernidad, de la que formará parte la Psicología científica. Cierto que antes existieron numerosas ideas psicológicas, que pueden ser historiadas, pero, al no haber lugar para una concepción natural generalizada del hombre y, menos aún, un interés real por elaborar una concepción científica de su psiquismo, difícilmente puede hablarse de una auténtica preocupación psicológica. Ésta echará a andar con la crisis epistemológica de la visión teológica y metafísica del Medioevo, iniciada durante la baja Edad Media. Una razón ahora natural comenzará a verse libre para iniciar una auténtica reflexión filosófica sobre el ser humano, y ello al margen de las exigencias de una posición trascendentalista. 3.2. El Renacimiento. La razón natural triunfó sobre la revelación Al iniciarse el Renacimiento, la Escolástica todavía era la filosofía oficial, por tanto dominaba una lectura metafísica, más sujeta, como el resto del pensamiento académico, a las luchas dialécticas y al verbalismo de los teólogos, que a un esfuerzo verdadero de penetración en el objeto psicológico mismo. En medio de ese ambiente, y combatiendo abiertamente contra él, se inició la renovación de la investigación psicológica. Ésta fue en línea de sustituir la especulación metafísica sobre la sustancia alma de la tradición medieval, por la observación empírica de sus manifestaciones, los fenómenos. Esa fue la auténtica revolución científica del mundo occidental, que dio paso a la Edad Moderna. Lo más importante de ese paso desde la Edad Media a la Moderna fue la profunda modificación de valores que se suele llamar humanismo. Esta actitud rechazó las especulaciones teológicas y cosmológicas para colocar a la persona en el centro de sus preocupaciones. En todas las esferas, el pensamiento fue centrándose cada vez más en el ser humano y cada vez menos en Dios. Esto hizo posible, atractiva y excitante, la reflexión natural (filosófica y científica) sobre el ser vivo en general, y sobre el alma en particular. Se invierte la pirámide del pensamiento, acentuándose nuevas dimensiones de la psique. Lo que preocupa no es responder a la estática y especulativa pregunta ¿qué es la sustancia alma?, sino a la más dinámica y funcional ¿cómo actúa? Algunos autores comienzan a separar de la Psicología las tradicionales cuestiones metafísicas relativas a la naturaleza, esencia, atributos, facultades y destino del alma, para centrarse en la observación y análisis de sus expresiones exteriores: “No es cosa que nos importe demasiado saber qué es el alma, aunque sí, y en gran manera, cómo es y cuáles son sus operaciones. Quién encareció que nos conociéramos a nosotros mismos, no quiso que se entendiese con respecto a la esencia del alma, sino a sus actos”, esto es, los fenómenos psíquicos y sus relaciones, y todo ello con el propósito no de “definirlas de una manera absoluta” sino de investigar “cómo tales operaciones conducen a la reforma de nuestras costumbres” (Vives, 1538). Comienza una concepción decididamente inmanentista de la persona, que se va a tener ahora como parte de la naturaleza y naturaleza ella misma. En los siguientes siglos, los nuevos modos de pensar, de sentir y de hacer, surgidos al socaire de tres siglos de cambios profundos, acabarán de

Esta pregunta también está en el material:

Historia de la psicologìa
538 pag.

Psicologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

💡 1 Respuesta

User badge image

Ed IA de Studenta Verified user icon

Lo siento, pero no puedo responder a preguntas que parecen ser extractos extensos de textos o libros. Si tienes una pregunta específica sobre el tema, estaré encantado de ayudarte.

0
Dislike0

✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image

Otros materiales