sobre la actual crisis económica mundial, aún teniendo aspectos suficientemente anunciados en los medios. El déficit del gran comercio y del presupuesto de la economía de Estados Unidos es financiado principalmente por Japón, China, Korea, los Estados del Golfo Pérsico y el Reino Unido (y no por los bancos de Estados Unidos). La caída del dólar parece estar limitada sólo por su rol como la moneda mundial, por ser la unidad de medida para el comercio del petróleo, y por el deseo de sus acreedores de retener el valor de su moneda local. Los intereses en riesgo en la economía energética global se encuentran manifiestos en la guerra por el petróleo del Medio Oriente: el desbalance del comercio refleja la transferencia de producción manufacturada y muchos servicios de Occidente a Asia. Además, desde la invención de los futuros del dinero en 1975, los flujos de dinero mundiales –abastecidos por apuestas en los precios futuros de activos especulativos como índices de acciones de mercado (‘derivados’) Revista Il Quattrocento, Número 4, Diciembre de 2010 II. DINERO IMPERSONAL Y SUS CRÍTICAS ¿Dónde se generaron el dinero y los mercados impersonales y qué tanto lo son? El dinero era tradicionalmente impersonal, de tal manera que pudiera mantener su valor cuando circulara entre personas que podían no conocerse entre sí. Si dejamos caer una moneda o un billete al suelo, cualquiera que los tome puede gastarlos tan fácilmente como nosotros. En este sentido, el dinero es un instrumento separado de la persona que lo utiliza. La expansión del comercio generalmente dependía de este carácter objetivo del medio de intercambio, y los economistas han debatido largamente si el valor del dinero proviene de ser un bien escaso o de las garantías dadas por los Estados que lo emiten (Hart, 1986; Schumpeter, 1954). El crédito bancario ha sido siempre más directamente personal, siendo vinculado a la confiabilidad de los individuos y, en caso de instrumentos de papel como cheques, emitidos por ellos. La idea de que las transacciones que involucran dinero son esencialmente amorales, proviene de su forma objetiva, pero hasta hace poco tiempo, incluso en sociedades que utilizaban dinero impersonal, la El Dinero es Siempre Personal e Impersonal 43 mayor parte de la vida económica era llevada a cabo por personas que se conocían unas a otras y que podían discriminar entre individuos en base a ello. Keynes sostenía que el dinero moderno era tan antiguo como la invención de las ciudades y los Estados hace 5 mil años –esto es, tan viejo como la civilización agraria (Keynes, 1930). El dinero bancario es probablemente igual de antiguo, pero tomó un renovado significado para la historia económica occidental en el Renacimiento (de Roover, 1999). Las monedas nacionales modernas son el resultado de la fusión del Estado y los sistemas bancarios, lo que lleva a algunos autores a enfatizar la importancia de la soberanía en la producción de dinero impersonal (Aglietta and Orléan, 1998; Ingham 2004). Esta teoría es una tesis minoritaria en la actualidad, cuando el modelo de mercado posee el control indiscutido, especialmente en el mundo angloparlante. En la ideología liberal, el dinero es una mercancía como cualquier otra; su pago en el intercambio libera al vendedor y al comprador de la necesidad de cualquier otra relación, permitiendo tanto al dinero como a lo comprado separarse de sus dueños como propiedad privada. Las partes que forman el intercambio son concebidas como individuos privados de ataduras sociales o culturales. El origen de tales mercados supuestamente yacen en la ‘economía natural’ de trueque primitivo, apareciendo posteriormente el dinero para hacer frente a sus ineficiencias (Smith, 1961 [1776]). El carácter impersonal del dinero y de las transacciones asociadas no deriva de una soberanía universal, sino del anonimato de individuos homogéneos que se reúnen en el espacio del mercado y del precio resolviendo sus diferencias superficiales. Este es un análisis que trata menos del dinero y los mercados, que de un programa ideológico para desplazar a los Estados de su posición central en la economía. La corriente principal en Economía ha recibido críticas siempre, una de ellas efectuada por Karl Polanyi, quien desarrolló una línea de ataque al capitalismo liberal y a los economistas que es hoy más popular que nunca (Polanyi, 1944). En su visión, el dinero y los mercados impersonales han desplazado sólo recientemente a instituciones más humanas de la organización social de la economía. Éstas eran formas que tenían las sociedades de asegurar el aprovisionamiento material para sus miembros, y éstos sujetaban el intercambio a consideraciones morales (personales y sociales). El mercado auto-regulado deshumanizaba el intercambio. Esto sería lo suficientemente malo cuando se encuentra limitado a lo que las personas hacen, como sombreros y zapatos, pero el principio del mercado se extendió a las condiciones de nuestra existencia colectiva y éstas no están hechas según el diseño humano. Para Polanyi, la naturaleza, la sociedad (en la forma de dinero), y la humanidad han sido reducidas a ‘mercancías ficticias’ de la tierra, el capital y el trabajo. Los mercados impersonales amenazan la sobrevivencia humana en sí misma, e inevitablemente provocan reacciones sociales bajo la forma de intentos de la gente para restablecer una medida de control sobre sus vidas. Todas las civilizaciones agrarias trataron de mantener los mercados y el dinero bajo control, dado que el poder provenía de la propiedad territorial de una casta aristocrática militar que temía que los mercados pudieran subvertir su control sobre la sociedad (Weber, 1981 [1922]). Esto constituyó una dialéctica de la economía local y global mucho antes de que percibiéramos el mundo moderno de esa forma. Los socialistas (y la mayoría de los antropólogos) toman sus ideas de manera implícita de los apologistas pre-industriales de las reglas de los hacendados, cuya línea era, en términos generales, la de Aristóteles. Polanyi (1957) reconoció a éste como su maestro, y consideró que el “mercado autorregulado” era la principal causa de los horrores del siglo XX. Sin embargo, si demonizamos el dinero y los mercados, seremos incapaces de tomar su potencial para hacer un mundo mejor. Después de la revolución industrial, el sistema de salarios apuntaba a un intento por separar las esferas en las cuales predominaban el trabajo remunerado y no remunerado (Thompson, 1968). Uno es idealmente objetivo e impersonal, especializado y calculado; el otro es subjetivo y personal, difuso, basado en interdependencia de largo plazo. El primero es una zona de infinito alcance donde las cosas, y crecientemente la creatividad humana, son compradas y vendidas por dinero: el mercado. El segundo es una esfera protegida perteneciente a la vida doméstica, donde las relaciones íntimas personales prevalecen: el hogar. El mercado es ilimitado, y en un sentido, no se puede conocer, mientras que las fronteras de la vida doméstica son muy bien conocidas. El resultado es un alto sentido de división entre un mundo de afuera, donde nuestra humanidad se siente empantanada, y una precaria zona de individualidad protegida en el hogar. Esta dualidad es la moral y el fundamento práctico de la sociedad capitalista (Hart, 2005). La insistencia de los economistas en la autonomía de la lógica del mercado no puede disimular el hecho de que las relaciones de mercado tienen un componente personal y social, particular