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Entre las que se cuentan la influencia de malos espíritus, el mal de ojo, la brujería y el castigo divino, considerado cómo sanción ante la trasgre...

Entre las que se cuentan la influencia de malos espíritus, el mal de ojo, la brujería y el castigo divino, considerado cómo sanción ante la trasgresión de preceptos morales y religiosos. Otra concepción en la que podemos observar cierta asociación de la enfermedad y el mundo natural es la que aun vigente en el mundo Mapuche en cuanto a que consideran a la enfermedad con un “desequilibrio del ecosistema humano mucho más complejo que el biomédico en el cual han de intervenir patrones sicológicos, que los seres humanos se distinguen anatómica y fisiológicamente del resto de los seres vivos, debido a su particular composición dental y del sistema digestivo, de lo cual se deriva la gran variedad de alimentos que pueden ingerir en su dieta y en consecuencia su gran aptitud para adaptarse a condiciones fluctuantes que le otorgan su calidad de omnívoro y que constituye la base por la cual se puede explicar el encuentro de asentamientos humanos en muy diversos ecosistemas. Por otra parte, el hecho de que un alimento caiga o no dentro de la categoría de aquellos que la sociedad considera como consumibles, está también condicionado por las experiencias sensoriales que provoca: en cuanto a su aspecto, así como su olor, su gusto, su textura e incluso el ruido que puede hacer. Rechazaríamos inmediatamente un bistec que presentara un color verdoso, una manzana muy harinosa, o papas fritas poco crujientes. Dentro de los aspectos ecológicos, la topografía (forma y dimensiones del terreno) puede llegar a ser determinante, en tanto que también impone limitaciones en el uso de determinados métodos de cocina y, en consecuencia, en ciertos alimentos. Por ejemplo, los cereales y las leguminosas no son muy usuales en las regiones montañosas a causa del mayor tiempo que requiere su preparación puesto que el agua tarda más en hervir en altura que al nivel de mar. El problema es mayor todavía si existe escasez de combustible. Precisamente esa circunstancia puede explicar determinadas costumbres relativas a las formas de preparar y cocinar los alimentos. Así, la tradición asiática de picar y sofreír los alimentos se desarrolló en regiones muy superpobladas y a la vez deforestadas, es decir, se encuentra relacionada con la escasez de materias combustibles. Otro tipo de escasez determinada por el entorno que puede afectar a la elección de los alimentos y a las relaciones sociales que rodean la comida es la de carácter estacional. El racionamiento de los alimentos -la reducción de dos a una comida por día, por ejemplo- puede empezar inmediatamente después de la cosecha y de un período festivo y afecto el ritmo del consumo de granos, las relaciones de distribución de los alimentos y el estatus nutricional durante el ciclo anual. “La flexibilidad con la que las obligaciones de hospitalidad se contraen a medida que decrece la oferta de alimentos ha sido documentada en diferentes estudios, señalando que la cooperación social aumenta a medida que las disponibilidades de los recursos pasan de una situación desesperada a una situación más holgada”. (Richards 1939 y Firth 1959, en Messer 1984) Entre los factores económicos encontramos actualmente que cada vez más los sistemas alimentarios se encuentran sujetos a las exigencias que marca la economía capitalista; esto incluye la industrialización del sector agroalimentario, direccionalidad de las producciones, concentración de la producción en empresas multinacionales, intervenciones gubernamentales, ampliación de los medios de transporte o las redes de distribución. En el ámbito político, en tanto, se encuentran las campañas promovidas por los departamentos de Salud Pública de las diferentes administraciones y asociaciones médicas, a través de las cuales se da soporte al consumo de alimentos específicos o a la modificación de hábitos adquiridos. No obstante esto, uno de los más fuertes elementos a que está sujeto el comportamiento alimentario son el conjunto de creencias y valores que circulan en cualquier cultura y grupo social, y que determinan aquellos alimentos que son objeto de tabú o no. “En todos los pueblos o culturas las elecciones alimentarias están condicionadas muy a menudo por un conjunto de creencias y prohibiciones de diverso tipo y alcance, como pueden ser las religiosas o las concepciones dietéticas. En general, este tipo de valores se refieren a lo que se considera que es bueno o malo para el cuerpo para la salud o para el alma”. (Contreras, J. 1993) Y es sobre estos, en que en nuestra opinión, recae el mayor peso sobre el éxito o fracaso que las intervenciones médicas atribuyen a su accionar, pues el vasto trabajo de campo antropológico, ya desde antaño ha podido documentar los diversos usos, significado y funciones que las distintas mitologías, mundos mágico-religioso y otros ordenamientos simbólicos han plasmado en los más relevantes procesos de la modelación de patrones y clasificaciones alimentarias. ASPECTOS CULTURALES DE ALIMENTACIÓN En una gran parte de las sociedades, la tradición o una mitología oral u escrita, determina el lugar del ser humano en el universo, las relaciones con los reinos animal o vegetal y, generalmente, los alimentos fundamentales que corresponden a cada uno de los diferentes grupos de la sociedad. “Así, los hindúes no consumen carne de vaca porque ésta es un animal sagrado (ocupa un lugar clave en la trasmigración de las almas, es símbolo de la maternidad y se la venera como a una diosa), además de reportarles en vida un cómputo de beneficios materiales; los judíos, por su parte, preparan su comida siguiendo rigurosas normas en cuanto a qué comer, cuándo y cómo prepararlo. Entre ellos, el consumo de carne de cerdo está prohibido al proceder de un animal no comestible según la recta clasificación de las especies que aparece en los libros sagrados de los judíos”. (Fernández-Trujillo J. 2003) Ya desde el pasado indígena, la medicina popular recoge la tradición de curar a través de determinados alimentos preparados en determinadas maneras. Gran parte de los vegetales que se usan en la condimentación, formaron antes parte de la medicina popular que llega a occidente a través de la expansión y mezcla de diversas culturas. (Porzecanski, 1994) Sin embargo, también la disponibilidad, el coste, el sabor, la familiaridad y relaciones sociales son elementos importantes que determinan el consumo de uno u otro alimento. Fischler nos muestra una serie de ejemplos bien conocidos de animales que de forma habitual son consumidos por los grupos humanos en diversas partes del mundo, mientras que en otras, las mismas especies son concebidas como no comestibles. “En Francia no se suelen consumir insectos, ni ratones, ni perros, tampoco zorros, tejones o hurones, mientras que se regalan regularmente toda clase de comidas que provocan el rechazo en otras culturas: caracoles, carne de caballo, ranas, ostras vivas, callos, cabeza de ternera, sesos de cordero, riñones, mollejas, manitas de cerdo, etcétera. Que los franceses puedan consumir conejo puede provocar repulsión a sus vecinos británicos; que se coman quesos de olor penetrante disgusta, a buen seguro, a millones de asiáticos, mientras que estos últimos se comen un fruto, el durian, que a nuestra nariz europea le recuerda al olor fecal”. (Fischler, 1995 en Fernández-Trujillo J. 2003) Las teorías de cultura alimenticia y modernidad muestran en este nivel que el valor del alimento y las comidas concebidas como sustancias ha decrecido generalmente, mientras que al mismo tiempo su valor simbólico se ha incrementado. De acuerdo a Roland Barthes, los significados asociados al alimento y las comidas se han expandido en el curso de la modernización, haciendo que el valor como signo se le haya atribuido mayor importancia que ha su valor nutricional” (Kristensen, ST. 2000). Mientras en el pasado, el alimento fue utilizado como marca de celebraciones especificas, actualmente es usado en diversos contextos sociales, incluidos el trabajo, el deporte, los logros personales y la recreación. George Simmel, en su ya clásico análisis de la “comida civilizada” nos muestra cómo tales comidas son enmantadas de prohibiciones y reglas que apuntan a elevar su valor fisiológicamente primitivo a un nivel de significancia social. “A partir de esta, el natural carácter de alimentarse, es conquistado por la introducción de patrones recurrentes y demandas ascéticas, así como por un amplio rango de prescripciones y proscripciones relacionadas al dónde, cuándo y qué debe ser comido”. (Simmel, G. 1993) En esa misma línea es que Bordieu ha mostrado cuan diferente son los esquemas que gobiernan la actividad física del comer. Mientras la manera masculina de comer es relacionada a la idea de un cuerpo vigoroso, grande y fuerte, comandada por necesidades br

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Representações Sociais sobre Alimentação
163 pag.

Antropologia da Nutrição Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

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