La existencia del patio evidencia una voluntad de exteriorización de la morada, aunque con significados distintos de los de la calle, pues, a pesar...
La existencia del patio evidencia una voluntad de exteriorización de la morada, aunque con significados distintos de los de la calle, pues, a pesar de que en este espacio se reproducen ciertos rasgos del ámbito externo, no obstante presenta al mismo tiempo otros más propios de la esfera privada que de la pública. Se diría que se trata de un intento de domesticación del entorno exterior, toda vez que allí están presentes algunos de los elementos asociados con él. Así, el agua, en su continuo correr por la fuente, la tierra labrada del huerto, las plantas, parte de ellas sembradas en macetas, así como los animales que están en el corral o en la cuadra, al fondo del patio. A medida que nos adentramos en esta pieza desde el cuerpo central de la vivienda, su aspecto se va transformando de tal manera que mientras que en la parte que linda con la casa el suelo está enlosado y las paredes con azulejos serigrafiados, más adelante, al empiece del huerto ya no hay azulejos, estando las paredes simplemente encaladas, y donde el suelo es de tierra. Al final del todo, el corral y la cuadra se constituyen en el punto más alejado del espacio social que linda con la calle.
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