Logo Studenta

sus lineamientos principa- les. Con esto se aquietaron los espíritus y desaparecieron aquellos amagos de disolución nacional; la Federación fué así...

sus lineamientos principa- les. Con esto se aquietaron los espíritus y desaparecieron aquellos amagos de disolución nacional; la Federación fué así, una fórmula política, salvadora de la nacionalidad. No se da todo su valor al hecho de que, rotos los vínculos morales con el Rey de España, no había en México quien tuviera título alguno para recoger el poder e imponerse a los demás. No había tradición alguna, y el poder, no sólo como concepto, sino como realidad histórica, no podía tener otra fuente que la voluntad del pueblo; pero en la inconsistencia de la masa popular respecto de cuestiones que no estaba acostumbrada a tratar, tenía que decidir tales asuntos la opinión de los grupos directores: y éstos, siguiendo una ley natural, se segregaron en grupos locales y comenzaron por afirmar su propia autonomía. Nada hay en esto de artificial; faltando la fuerza centrípeta el propio sistema planetario se disgregaría. Para las provincias, los hombres que en México se hacían pasar por gobierno no tenían para ello más títulos que cualquier otro individuo, y si para obedecerlos imponían las provincias la condición de que se les reconociera su autonomía, y si tenían poder material para hacer respetar esta resolución, el concepto jurídico de federación era expresión de una suprema necesidad social. De un error antiguo Como hemos visto, el medio físico, el social de la época y ciertos precedentes históricos imponían en 1824 la necesidad de un gobierno descentralizado, en que no todos los negocios dependieran de la metrópoli, y en el cual se concediera a las regiones libertad de criterio y acción para decidir sobre sus asuntos propios; y como base de ese sistema venía la delimitación de los campos de competencia: ¿Cuáles asuntos serían propios de las regiones y cuáles del Gobierno General? La fórmula se encontró en el sistema federal que regía desde treinta y siete años antes en los Estados Unidos de Norteamérica. Pero, sucedió que los graves defectos de conformación de la Nación mexicana, tanto en el orden económico, como en el étnico, en el político y aun en el cultural, que eran la mala distribución de la riqueza, en que tanto hemos insistido, la división de raza, que daba el uno por ciento de europeos, que quedaron extranjeros según el tratado de Córdoba, que eran los dueños de la mayor parte de la riqueza y habían sido hasta entonces los dominadores del noventa por ciento restante de población; un diez por ciento de criollos, los dirigentes del nuevo orden de cosas, y un ochenta y nueve por ciento de indio y castas, incultos, dominados y casi segregados de los otros grupos; aconteció, repetimos, que la organización política no presentaba estabilidad y porque los dos elementos de mayor fuerza centrípeta, los europeos, por razón de su riqueza, y los indios, por la de su número, no tenían una acción uniforme en la vida pública, que estaba en manos de los criollos, sino que sucedía que los europeos, considerándose desligados de la Nación Mexicana, por ser extranjeros, no colaboraban en la vida pública o lo hacían sin criterio patriótico y sólo con mira a sus intereses particulares o de clase; y los millones de indígenas, casi inconscientes de sus verdaderos intereses, daban fuerza a un partido o a otro, según criterio transitorio; unos y otros eran elementos de grave perturbación del equilibrio político. La ignorancia de estas verdaderas causas de los fenómenos políticos hacía pensar en aquel tiempo, que todo era debido a la forma de gobierno y que cambiando ésta, mejorarían las condiciones precarias de los gobiernos; los partidos políticos, según sus posiciones respectivas, hicieron su bandera de las dos formas de gobierno republicano más conocidas, el federal y el central y según llegaba al poder uno de ellos, establecía su forma de gobierno cambiando la Constitución. A este fenómeno lo llamamos formalismo político. Este viejo error, que parecía olvidado después de cincuenta años de ideología federalista, ha sido vuelto a la vida por cierto snobismo y por el deseo de singularizarse por opiniones un tanto fuera del ambiente ideológico, y se plantea el debate sobre si fue justificado que en 1821 se adaptara el sistema federal y si en la actualidad conviene un régimen central mejor que el federal, ya que tan mal se practica éste, a causa de las intromisiones en el gobierno de los Estados que el federal lleva a cabo algunas veces con carácter legal, por ejemplo: revisando los actos de los tribunales locales en el amparo en materia civil o bien sujetando a inspección las oficinas locales con motivo del pago de la Contribución federal o haciendo pesar su opinión en la integración de los Poderes políticos de los Estados, cuando haya discusión entre varios candidatos que se dicen triunfantes y necesita la Federación, por el reconocimiento de determinado personal, establecer con cuál de ellos cultivará las relaciones naturales entre unos Poderes y los otro; o bien, tales invasiones tienen carácter ilegal y consisten en hechos más o menos velados que tienden a imponer a los Estados el criterio del Gobierno Federal. Y todo esto parece pedir nzó un argumento contra el sistema federal en México, que desde entonces quedó como frase hecha y es el fondo de toda opinión seria o murmuración, que más tiene de esto que de aquello, adversa a la fórmula federativa. Dijo el famoso mercedario: “En los Estados Unidos la Federación sirvió para unir lo disperso; en México servirá para dividir lo que está unido”; este argumento se apoya en la idea de que en Estados Unidos había, antes de la Independencia, diversas colonias inglesas, absolutamente independientes unas de otras; al independizarse, cada una fue un Estado soberano y estos Estados libres se unieron para formar una Federación, dando parte a ésta de las facultades que cada pequeña nación tenían; en cambio en México, antes de la Independencia había completa unidad política, era un tono unificado sólidamente; así pasó a la vida independiente, unido, si se quiere, uno, no varios ni divididos, y se le dividió mentalmente y también mentalmente se logró la unión de aquellos antes de razón en una Federación ficticia; el México de Vamos a estudiar someramente cuál era la división de las colonias inglesas, cuál la unión de Nueva España y qué verdad encierra la mayor del silogismo. Las colonias inglesas eran efectivamente independientes unas de otras; pero no estaban desunidas, sino que formaban parte de una misma nación; la Corona inglesa había expedido las Cartas u otorgado las concesiones a los plantadores o gobernaba directa- mente, según el sistema bajo el cual se hubiera organizado la vida política de cada colonia; pero, siempre reconocían éstas un mismo origen jurídico: la Corona, y eran miembros de un mismo Estado. Esta obra se terminó de imprimir y encuadernar en diciembre de 2015 en los talleres de Editorial Color, S.A. de C.V., calle Naranjo núm. 96 Bis, Colonia Santa María la Ribera, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06400, México, D.F. Se utilizaron tipos Calibrí de 10 puntos, Verdana de 9 y 11 puntos, y Nexa Bold de 16 y 18 puntos

Esta pregunta también está en el material:

Apuntes_Machorro
364 pag.

Direito Civil e Processo Civil Universidad Nacional De ColombiaUniversidad Nacional De Colombia

Todavía no tenemos respuestas

¿Sabes cómo responder a esa pregunta?

¡Crea una cuenta y ayuda a otros compartiendo tus conocimientos!


✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image

Otros materiales

Preguntas relacionadas