La mayoría de las interpelaciones a los directores escolares apela a la autonomía, a una práctica reflexiva. Por el otro, viejas disposiciones normativas y administrativas recurren al control jerárquico y a la responsabilización, ubicándolos como sujetos de una práctica paternalista, que los muestra como incapaces de monitorearse responsablemente cuando por otra parte son interpelados a hacerlo en muchos otros aspectos de la vida escolar.