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sobre el régimen comunista de la sociedad futura. El practicismo estrecho es perjudicial para la ciencia, sobre todo para sus capítulos teóricos, y...

sobre el régimen comunista de la sociedad futura. El practicismo estrecho es perjudicial para la ciencia, sobre todo para sus capítulos teóricos, ya que limita el pensamiento científico a la estrecha vía del movimiento, reduciéndolo a los aspectos del objeto que se estudia, únicamente importantes para las formas transitorias de la práctica, lo que hace que se empobrezca el contenido de la teoría. Por el contrario, cuando el pensamiento científico no se siente obstaculizado por estos marcos, es capaz de descubrir en el objeto propiedades y relaciones que ofrecen en perspectiva la posibilidad de utilizarlo en la práctica de un modo más plurifacético. El separar la teoría de la práctica y la vida da a la primera un carácter abstracto, lo que en resumen la priva de su importancia científica y social, haciéndola perderse en los laberintos de la escolástica. Aunque surge y se desarrolla bajo la influencia de las necesidades materiales de la sociedad, la creación científica tiene, sin embargo, un carácter relativamente independiente y una lógica interna en su movimiento. La historia de la ciencia revela que, con frecuencia, la aparición de ideas fructíferas en alguna de las ramas del saber sirvió de impulso al desarrollo creador de otras esferas de la ciencia. El movimiento teórico del pensamiento se manifiesta, en fin de cuentas, como finalidad de la actividad práctica, encarnándose y materializándose en la producción. La ciencia no sólo sigue a la práctica, sino que se anticipa a ella. Numerosos descubrimientos han sido realizados independientemente de las exigencias de la práctica, y sólo posteriormente han servido de fuente a una nueva práctica: ejemplo de ello es el descubrimiento de los rayos X, etcétera. En el desarrollo de la ciencia desempeñan un papel nada despreciable los estímulos materiales, que influyen en sus creadores; sin embargo, es mucho mayor la importancia de los estímulos morales, de las fuerzas motrices de carácter ideal: facilitar la labor de las personas, instruirlas, transformar las relaciones sociales en beneficio del pueblo, deleitarse en el proceso creador, etc. La conciencia de la responsabilidad ante la sociedad y el deseo de prestar sus servicios en aras de los intereses de la humanidad han servido de impulso a la labor de científicos notables. Las fuerzas motrices de carácter ideal no constituyen un fenómeno inicial, sino derivado: tiene fundamento objetivo y reflejan las exigencias reales de la sociedad. Cada científico es hijo de su época, y son las necesidades de la misma’ las que, en definitiva, determinan el carácter de su trabajo. La humanidad se plantea “únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando las condiciones materiales para su realización”. Las exigencias de la producción de bienes materiales influyen en el desarrollo de la ciencia a través del prisma del régimen económico de cada sociedad concreta. Y hay que tener en cuenta que en el transcurso de la historia a dependencia que existe entre el desarrollo de la ciencia y las relaciones sociales aumenta más y más. El control de la sociedad y el Estado en la ciencia es cada vez mayor. En las condiciones del feudalismo, cuando la ideología predominante era la religión y cuando el conocimiento del mundo estaba considerado como algo pecaminoso y prohibido la ciencia no podía desarrollarse normalmente. El capitalismo creó en el período de su gestación condiciones favorables al desarrollo de la ciencia. Exigía la sustitución de la escolástica religiosa por métodos racionales del pensamiento y por una cognición experimental. La burguesía no podía edificar la industria, apoyándose en una “base” tan fantástica como la fe religiosa. “Para desarrollar su industria, la burguesía tenía necesidad de una ciencia que investigase las propiedades de los cuerpos físicos y las formas que tienen de manifestarse las fuerzas de la naturaleza. Hasta entonces la ciencia era una humilde servidora de la Iglesia, y no se le permitía salirse de los límites establecidos por la fe; debido a ello era cualquier cosa menos ciencia. Ahora, la ciencia se rebeló contra la Iglesia; la burguesía necesitaba de la ciencia y participó en semejante rebelión.” El desarrollo de la producción de bienes materiales creó a su vez los medios para interpretar teóricamente la realidad. “... Al mismo tiempo que la producción capitalista, el factor científico se desarrolla por vez primera de forma consciente y se hace uso de él y se crea en tales dimensiones, de las que las épocas precedentes no tenían la menor idea.” El capitalismo condicionó el empleo de la ciencia no sólo en la industria, sino también en la agricultura. El cultivo de la tierra fue colocado por vez primera sobre una firme base científica, lo que constituyó un potente estímulo para desarrollar el estudio del suelo y de todo el complejo de las ciencias biológicas. El desarrollo ulterior de la ciencia es favorecido por el firme crecimiento de las necesidades de la producción industrial y agraria y la ampliación del mercado mundial, reflejándose en la misma todas las contradicciones de la sociedad burguesa, entre ellas las que dependen de la división del trabajo, que cada vez es mayor. La producción capitalista incluye también en su esfera los productos de las actividades espirituales. Ello se refleja, ante todo, en que los logros de la ciencia figuran como mercancía, que en el sistema de las relaciones burguesas desempeña con frecuencia un papel contrario a la finalidad del conocimiento científico y a los objetivos que se plantean los propios investigadores. Las condiciones históricas concretas de la sociedad burguesa influyen en la orientación general de la conciencia de los científicos, y así lo comprenden también muchos de los hombres de ciencia progresista del mundo capitalista. Las necesidades crecientes de la producción y la agudización de la competencia exigen constantemente el perfeccionamiento de la técnica y, por consiguiente, la financiación de las investigaciones científicas. Pero el desarrollo de la ciencia conduce inexorablemente a la concepción materialista del mundo, lo que da lugar a su enfrentamiento con los puntos de vista reaccionarios que imperan en la sociedad burguesa. De ahí la tendencia de la filosofía burguesa hacia el positivismo, a no ver los amplios problemas metodológicos y concepcionales que plantean los conocimientos científicos modernos. Todo ello dificulta el desarrollo de la ciencia. Al mismo tiempo, es indudable la extraordinaria importancia que en la sociedad burguesa han alcanzado los éxitos de la ciencia, y en primer lugar de las ciencias naturales. Muy distinta es, por el contrario, la situación de las ciencias sociales. Las clases dominantes no permiten detenerse con demasiada atención en el mecanismo que rige su propia sociedad. Lenin subrayaba que “... en una sociedad basada en la lucha de clases, no puede existir una ciencia social «imparcial»”. En semejante sociedad, la ocultación ante el pueblo de la verdad sobre la tendencia rectora del desarrollo histórico puede formar parte de los medios necesarios para conservar el régimen político. Las posiciones ideológicas de los representantes burgueses de las ciencias sociales no les permiten resolver con acierto los problemas cardinales que plantea el desarrollo social. Y aunque en las ciencias sociales burguesas se produce una acumulación de hechos, aparecen nuevas esferas de investigación y se resuelven problemas parciales, no ha surgido ni una sola teoría básica, científicamente fundamentada, sobre el desarrollo social. Muy diferente es el lugar que ocupa la ciencia en el socialismo, donde le han sido creadas condiciones altamente favorables para su fructífero desarrollo. Las circunstancias del socialismo proporcionan a la ciencia enormes ventajas en comparación con el lugar que ocupa en el capitalismo, ante todo porque la planificación de su desarrollo es de ámbito estatal, y también porque goza del cariño y el respeto de todo el pueblo. El socialismo ha abierto amplísimas posibilidades a la obra de incorporar las masas populares al sistema de la enseñanza media y superior, con lo cual hace al pueblo partícipe de la ciencia. En los países socialistas la ciencia está al servicio del pueblo, para el cual tiene sus puertas abiertas con una amplitud como jamás

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La ciencia-K
117 pag.

Ciências Biológicas / SaúdeBiológicas / Saúde

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