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Ipada; la libertad, la justicia, la equidad, la verdad, entre otros; son algunos valores que pueden fortalecerse al utilizar el dibujo como una fue...

Ipada; la libertad, la justicia, la equidad, la verdad, entre otros; son algunos valores que pueden fortalecerse al utilizar el dibujo como una fuente de mediación. Las manos y el cerebro se conectan cuando el pedagogo es capaz de motivar en el niño y la niña a una lectura de su propia realidad para encontrar la utilidad, la validez y la pertinencia de dichas conceptualizaciones axiológicas. Emancipar es brindar los elementos tangibles e intangibles, concretos y abstractos, objetivos y subjetivos para que los dibujantes en el preescolar, puedan gráficamente construir universos de posibilidad existencial. El existir es para ellos un estar en el mundo real, en el que diariamente se enfrentan a situaciones en donde deben elegir, tomar decisiones, resolver conflictos y compartir con personas que son diferentes. Todos estos elementos deben tenerse en cuenta al diseñar la estrategia, máxime cuando esta encuentra en la emancipación el hilo que conduce la imaginación creadora y la subjetividad de la identidad. El acto complejo del dibujo como manifestación de goce subjetivo. El dibujo infantil es pluriperspectivo, multidimensional y dialógico, en la medida que la estrategia pedagógica, ponga en frente de él, opciones alternativas para mediar en la resolución de conflictos. Los niños y las niñas expresan esta capacidad, en su capacidad de representar gráficamente opciones que son distintas de las que comúnmente utilizan para resolver las causas de un conflicto. La pluriperspectiva del dibujo es aquella que, evidencia un conocimiento expresado en discurso o actitudes de área, una habilidad para comunicar las formas de cómo se pueden crear distenciones en un contexto de tensión, y una capacidad de retroalimentarse dialógicamente de otros elementos de apoyo que están fuera de sus contextos inmediatos. Desde la perspectiva del dibujo como un acto complejo, que contribuye en la resolución de conflictos y en la determinación de salidas creativas a ciertos problemas de la cotidianidad infantil, este es el resultado de una idea pensada, instaurada en el fondo de procesos mentales que connotan operaciones como el análisis, la síntesis y la comprensión. La capacidad de acomodación a una estrategia pedagógica multidimensional, pluriperspectiva y dialógica, es aquella que les posibilita a los niños y las niñas, identificar plenamente la situación, ubicarla en un contexto y especificar las acciones que necesita para darle solución. El dibujo se constituye en un elemento potenciador de las capacidades que el niño y la niña tiene para que su pensamiento pueda asumir diferentes perspectivas, y posicionarse en diferentes direcciones. Se trata de incorporar una especie de cartografía mental, en el que el dibujo contribuye en la organización de los elementos que componen los mapas, las pistas, señales o convenciones a las que el mismo niño o niña asigna categorías de significación. Las cartografías mentales incorporada a una estrategia pedagógica, mediada por el dibujo, enreda diferentes situaciones de aprendizaje que surgen en la realidad del aula. Una de estas es la alternativa de crear diálogos abiertos para contextualizar el dibujo en el marco de sus referentes existenciales y de representación. El diálogo es una práctica de conversación que el niño o niña utiliza exitosamente cuando pone a hablar sus dibujos, pero, no tiene la misma eficacia en momentos donde se requiere plantear soluciones a situaciones de conflicto o de tensión. Esta reflexión suscita una discusión por el carácter de la dialogicidad en la educación preescolar, y como ésta, debe ser fortalecida desde la dimensión socioafectiva en términos de habilitar en el niño y la niña las capacidades para interlocutar con el otro y establecer conversaciones fluidas con sus pares. El dibujo puede concebirse como un pretexto para poner en dialogo los niños y las niñas, estimulando la interacción, el trabajo en equipo y el aprendizaje colaborativo; esto sugiere que la estrategia pedagógica proponga los factores de conversación, más allá del resorte o de la relación entre el pedagogo y el estudiante, extendiéndolo a la construcción de escenarios de dialogo entre los educandos. La dialogicidad entre los niños y las niñas podría darse, cuando el dibujo plantea situaciones sencillas, en donde ellos deban establecer acuerdos mínimos, desde sus pequeñas posibilidades de comprensión; esto puede resultar exitoso si se tiene en cuenta que, al niño y niña en la edad preescolar se le imponen máximos, sean éticos, estéticos, morales; se afecta el nivel de comprensión de los hechos y más que eso, se condiciona sus propias posibilidades para aportar en la solución de problemas. El dibujo abre puertas hacia nuevos enfoques pedagógicos y didácticos, estos producen opciones para que los elementos que este contiene desde la dimensión ética, estética o plástica se potencien. Esta es una forma para comprender que en este acto complejo el dibujante explora sus territorios de identidad y reconoce el lugar material, simbólico o imaginado de su habitancia. El hábitat para los niños y las niñas es un concepto amplio, multiperspectivo y que puede extenderse a diferentes actividades de la realidad o a distintos espacios de la fantasía. En el dibujo plasman dichas visiones particulares y lo hacen de un modo peculiarmente extraño, fantasioso y creativo. La habitancia se constituye en un concepto fundamental para que el niño o la niña viajen hacia diferentes lugares, escenarios y contornos a través de la imaginación creadora. El niño y la niña en sus dibujos expresa una multiplicidad de sensaciones, de percepciones del mundo y de la vida, en las que afloran las emociones y todo aquello que fortalece su dimensión socio afectiva. Ellos forman parte de una realidad que es cambiante, un mundo que recorre diferentes espacios y escenarios, en el que lo ético lo estético y lo plástico se mezclan de un modo fascinante con imaginación y gran capacidad creativa. Desde este punto de vista el lugar donde el niño y la niña vive, no es más que el escenario de su propia habitancia, de un continuo trasegar que lo conduce a un coexistir con diferentes integrantes del núcleo familiar y con distintas personas que forman parte de los entornos más próximos: el barrio, la institución educativa o la ciudad. En esta relación tan intrínseca, que se da entre estos 3 elementos que tratan de enfocarse en una nueva racionalidad, los dibujos de los niños y las niñas son expresiones de lo bello, de un espíritu en busca de la verdad, de lo correcto, de lo incorrecto y de todo aquello que lo aproxima a una dimensión que necesariamente puede implicarse en cualquier análisis de las situaciones. Esta racionalidad encuentra en el dibujo modos de expresión, vías de acceso, puntos de fuga y espacios para el desborde creativo de una imaginación envolvente. No es estática, incólume y monolítica, por el contrario se trata de una ética, estética y plástica que se dimensiona en múltiples escenarios que forman parte de procesos de reflexión, de pensamiento y de acción que se encuentran en permanente construcción. Las estructuras no son prefijadas, movilizan pensamientos, actitudes, aptitudes y sobre todo el espíritu libertario y emancipado por el cual el niño y la niña hacen en sus dibujos sus pequeñas obras de arte. Los trazos que guían sus dibujos, son construcciones simbólicas, donde adquiere forma y presencia, las percepciones que él tiene de su mundo existencial, de ese estar en un escenario en donde tiene la posibilidad de cruzar miradas, afectos y emociones. La nueva racionalidad en donde lo ético lo estético y lo plástico se unen en una poderosa triada, es de gran importancia para entender que el dibujo infantil no puede ser valorado única y estrictamente por criterios linéales, en el marco de concepciones yuxtapuestas del saber científico. Es muy importante que estos sean apreciados y valorados en la circularidad de los significados, la multilinealidad de los trazos y las condiciones fluctuantes de posibilidad explicativa que está inmersa en cada una de estos. La habitancia es una porción del espacio, el cual puede ser real o imaginado; los niños y las niñas no establecen barreras entre estos 2 ámbitos de su realidad. Lo abstracto puede unirse fácilmente a lo concreto, la materialidad corpórea podría eventualmente estar conectada a la espiritualidad, a su sentido de trascendencia y a lo que desde su ética y estética de la vida surge como criterios para elaborar sus dibujos. El acento que se imprime a la habitancia, la dialogicidad y a la alianza de lo ético, estético y plástico para nuevas hechuras de racionalidad pedagógica, pueden conducir hacia encuentros con lo más íntimo y personal de la dimensión socioafectiva de los niños y de las niñas. Configura caminos de alternancia para conocerlo mejor.

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Delia Liset Lopez Valencia (1)
289 pag.

Pedagogia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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