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basado en la recurrencia de determinadas formas subatómicas imaginado por Besant y Leadbeater nos resulta totalmente desquiciado, como cuando escri...

basado en la recurrencia de determinadas formas subatómicas imaginado por Besant y Leadbeater nos resulta totalmente desquiciado, como cuando escriben, por ejemplo: «El manganeso no nos ofrece nada nuevo, al estar compuesto por “espigas de litio” y “globos de nitrógeno”». Pero el gran Crookes, que hay que reconocer que era cauteloso en su elogio, recomendó que «su obra será útil al menos a la hora de sugerir a los científicos el tipo de elementos que pueden descubrir todavía en la, hasta ahora, no concluida tabla periódica». En todo caso, sus visiones se aproximaron mucho más a la realidad de la física atómica. Besant y Leadbeater creían que incluso el átomo más sencillo, el hidrógeno, estaba compuesto por muchas partículas subatómicas, y que tanto los átomos como sus partículas constituyentes giraban y vibraban continuamente, todos ellos fenómenos que los físicos observarían a lo largo de las décadas siguientes; el espín del electrón se revelaría, de hecho, al examinar el detalle del espectro del helio. La intangibilidad del helio acabó finalmente para Lockyer. No satisfecho con el obsequio de Ramsay, quiso obtener su propia muestra del elemento y en 1899 solicitó material original que fuera prometedor. El superintendente de pozos y balnearios de Harrogate le contestó enviando a Lockyer algunas sales de su balneario. Entonces ya se sabía que las aguas de estos lugares eran efervescentes no sólo con sulfuro de hidrógeno y dióxido de carbono, sino también con pequeñas cantidades de los gases inertes. Recolectando minuciosamente el gas liberado por las sales, Lockyer consiguió tener finalmente en su mano el elemento que había detectado más de treinta años antes. TERCERA PARTE OFICIO A las Casitéridas Los fenicios navegaron a lo largo y a lo ancho de su mundo en busca de estaño.* Probablemente obtuvieron el metal primero de yacimientos en Creta y Turquía; después, yendo hacia el oeste, de Etruria en Italia y de Tartessos en el sur de España; y, hacia el este, hasta la península Malaya, donde todavía en la actualidad se beneficia mucho estaño. Pero el origen más legendario era en las islas conocidas como Casitéridas. Los fenicios prosperaron en la tierra que en la actualidad es Siria y Líbano durante más de un milenio, empezando hacia el 1500 AEC; promovieron el comercio y el desarrollo tecnológico, pero dejaron pocos documentos de sus actividades. El escritor griego Heródoto fue en gran parte responsable del mito de las Casitéridas, el lugar al que el metal está ligado para siempre por el nombre de su mineral, la casiterita. Aunque personalmente dudaba de la existencia de las islas, sin embargo Heródoto escribió sobre ellas en sus Historias hacia el año 430 AEC y por ello, fueran realidad o no, las introdujo en la historia: De las extensiones extremas de Europa hacia el oeste no puedo hablar con ninguna certeza; porque no admito que exista ningún río, al que los bárbaros dan el nombre de Erídano, que desemboque en el mar septentrional, en el que (según sigue la leyenda) se produce ámbar. Tampoco sé de islas algunas llamadas Casitéridas, de las que procede el estaño que usamos. Porque, en primer lugar, el nombre de Erídano no es manifiestamente un nombre bárbaro, sino un nombre griego, inventado por algún poeta u otro; y, en segundo lugar, aunque me he esforzado mucho por conseguirlo, nunca he podido tener la garantía de un testigo ocular de que exista ningún mar en el lado más alejado de Europa. No obstante, es cierto que estaño y ámbar nos llegan desde los confines de la Tierra. Pero realmente existe un mar en el lado más alejado de Europa, y las Casitéridas debieron existir, porque el estaño llegaba al Mediterráneo desde el oeste, y el comercio se realizaba desde Cartago, el puerto-estado fenicio. Pero, ¿dónde en el oeste? Quizá el misterio era deliberado. Plinio el Viejo, en su Historia Natural, escribe que el metal procedía de «Lusitania» y «Gallaecia» y también «llegaba desde las islas del mar Atlántico en barcas cubiertas de pieles», mientras que el geógrafo griego Estrabón, que escribió 400 años después de Heródoto, sugirió que los fenicios pudieron haber engañado a sus enemigos acerca de dónde se hallaban estos valiosos recursos, pero aventura que aquellas islas se hallan frente a la costa ibérica «al norte del puerto de los ártabros». Pero tales islas no existen. Eruditos posteriores han interpretado los relatos clásicos como referencias al extremo noroccidental de la propia España, o a Bretaña, o a las islas en la desembocadura del Loira y del Charente en el golfo de Vizcaya. Pero estos lugares carecen de estaño. Hasta aquí, todo incierto; después de todo, tal como nos recuerda un texto metalúrgico moderno, «¿cuántos historiadores de nuestros días podrían decirnos de dónde obtenemos nuestro estaño?». Hay otro promontorio atlántico que es rico en estaño, pero resulta que Cornualles no es una isla. Quizá estemos tomando demasiado al pie de la letra las observaciones de tercera mano de los vigías de los barcos. Para los escribas mediterráneos habría sido un acto de imaginación superfluo dar forma definida a cualquier tierra extensa de la que se informara después de viajes al océano infinito que se hallaba más allá del estrecho de Gibraltar; era mucho más fabuloso conjurar simplemente una isla. Y también más plausible, porque ¿quién hubiera creído más probable que los barcos fenicios hubieran vuelto atrás simplemente para descubrir otra cosa que el extremo alejado de un continente que ya conocían? El estaño se ha explotado en Cornualles desde al menos el 2000 AEC, donde se obtenía de los lechos de los ríos o disponiendo fuegos directamente contra la roca para fundirlo, y por lo tanto ya hacía tiempo que estaba establecido por la época en que los mercaderes fenicios oyeron hablar de él. Pero no puede desecharse tan fácilmente la idea de que las Cas

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La Tabla Periodica La curiosa historia de los elementos
722 pag.

Biologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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