La naturaleza cáustica del cloro se había advertido desde el principio. El sueco Carl Scheele fue el primero en aislar el gas en 1774, y advirtió s...
La naturaleza cáustica del cloro se había advertido desde el principio. El sueco Carl Scheele fue el primero en aislar el gas en 1774, y advirtió su color verde, su capacidad de asfixiar y su efecto blanqueador sobre el papel de tornasol y las plantas. Hizo su descubrimiento mientras realizaba uno de los grandes proyectos químicos del día: confirmar si todos los ácidos contenían o no oxígeno. Se sabía que algunos ácidos bien conocidos, como el sulfúrico y el nítrico, contenían oxígeno. El ácido clorhídrico, que entonces se llamaba ácido muriático (de muria, salmuera en latín), era un misterio. Antoine Lavoisier incluso lo llamó ácido oximuriático, al creer que su acidez tenía que estar relacionada con el oxígeno. Scheele consiguió obtener cloro durante el curso de sus propios experimentos con este ácido. Sin embargo, esto no demostraba la ausencia de oxígeno. Esto no se hizo hasta 1810, por parte de Humphry Davy, quien confirmó que el gas que Scheele había aislado era realmente un elemento, al combinar ácido muriático con su propio metal recién descubierto, el potasio, y obtener de la reacción sólo cloruro potásico y gas hidrógeno: nada de oxígeno.
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