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Complementando la observación de Scheele de que el gas tenía un efecto blanqueador, demostró que era posible producir un agente blanqueador seguro ...

Complementando la observación de Scheele de que el gas tenía un efecto blanqueador, demostró que era posible producir un agente blanqueador seguro y práctico mezclando potasa (carbonato potásico originalmente obtenido de ceniza de leña) con agua de cloro. El descubrimiento de Berthollet era muy oportuno. Blanquear las telas había sido tradicionalmente un trabajo laborioso, que implicaba lavados repetidos y después exposición prolongada a la luz solar, un proceso que tomaba algunos meses incluso con tiempo favorable. La visión común de campos cubiertos de sábanas de lino inspiró algunas imágenes memorables, especialmente en el arte holandés, como el cuadro atribuido a Jacob van Ruisdael de los campos de blanqueo a las afueras de Haarlem. (Más tarde, la memoria cultural de rectángulos blancos empapelando el paisaje fue quizá la inspiración para el pintor abstracto Piet Mondrian.) La Revolución industrial llevó a un aumento de la producción textil y a una demanda de una técnica de blanqueo más rápida. Berthollet anunció su descubrimiento a científicos ingleses, y en 1786 los principales industrialistas de la época, James Watt y Matthew Boulton, viajaron a París para ver como Berthollet demostraba su proceso de blanqueo instantáneo. Watt discutió su máquina de vapor con académicos franceses que lo admiraban, y de vuelta a casa se trajo información acerca del proceso de Berthollet, que después aplicó a la fábrica textil de su suegro. Como el azufre de Ulises, también el cloro se recomendó pronto en la lucha contra la infección y la enfermedad. Sin embargo, el gas era embarazoso de administrar, y siempre desagradable, y durante mucho tiempo no fue un tratamiento popular. Fue la devastadora epidemia de gripe que tuvo lugar inmediatamente después de la primera guerra mundial lo que ayudó a hacer que el cloro fuera aceptable... una doble ironía, puesto que el gas que tan recientemente se había empleado para matar hombres no era en realidad efectivo contra el virus de la gripe. Cuando Calvin Coolidge, el más inactivo de los presidentes americanos, fue sometido durante tres días a una terapia de inhalación de cloro para un resfriado en 1924, el Washington Post escribía en titulares: «EL GAS CLORO, ANIQUILADOR BÉLICO, AYUDA AL RESFRIADO DEL PRESIDENTE. Coolidge muy aliviado después de pasar 50 minutos en una cámara hermética». Comenzaron a proliferar los remedios a base de cloro que se podían comprar en la farmacia. Una pomada, Chlorine Respirine, aplicada a las ventanas de la nariz, «liberaba gas cloro puro». El anuncio del producto parloteaba: «Su descubrimiento es, de hecho, uno de los mayores triunfos de la ciencia». En 1925, con la salud presidencial presumiblemente restablecida, el Post delineaba alegremente el panorama general: «El cloro salvará más vidas al año que las bajas que causó en la guerra». Debo algunas de las ideas acerca de las propiedades del cloro a un libro insólito que es, efectivamente, una biografía del elemento. Pero es más notable como el registro permanente de un experimento pedagógico intrigante. Dos profesores de historia de la ciencia del University College de Londres pidieron a sus estudiantes universitarios que exploraran cada uno de ellos un aspecto diferente de la vida del cloro «en la ciencia, la medicina, la tecnología y la guerra». El proyecto se completó a lo largo de varios años, y los estudiantes heredaban el trabajo de sus predecesores, ampliándolo y mejorándolo poco a poco hasta que se consiguió tener un libro único de acontecimientos químicos memorables. El ejemplar que pedí prestado a la biblioteca no se había abierto nunca. ¿Fue sólo mi imaginación lo que me hizo sentir una vaharada de cloro que surgía de sus páginas acabadas de blanquear? «Tontería humanitaria» En la más negra de las comedias negras de Stanley Kubrick, Dr. Strangelove, el paranoico general americano Jack D. Ripper, escondido en la Base Burpelson de la Fuerza Aérea, asediado por sus propios hombres, revela finalmente al desgraciado oficial de la RAF Lionel Mandrake por qué ha lanzado contra la Unión Soviética el ataque nuclear que, al final del filme, llevará a la destrucción de la civilización humana. «¿Se da usted cuenta —dice, mascando poderosamente su cigarro—, de que la fluoración es el plan comunista más monstruosamente concebido y más peligroso al que hemos tenido que enfrentarnos?» Ripper, hay que decirlo, se ve impulsado por un miedo patológico a la contaminación de sus «preciosos fluidos corporales», algo que se le ocurrió por primera vez «durante el acto físico del amor». Mientras disparos de ametralladora barren su despacho, explica que la fluoración empezó en 1946: «¿Cómo coincide esto con su conspiración comunista después de la guerra? Mandrake, ¿se da usted cuenta de que además de fluorar el agua, vaya, hay estudios en marcha para fluorar la sal, la harina, los zumos de fruta, las sopas, el azúcar, la leche, los helados? ¡Helados, Mandrake, helados para los niños!» Los halógenos, de los que el elemento flúor es el primer ejemplo y el más reactivo, se han introducido silenciosa y paulatinamente en nuestra vida. Como si de una enfermera del turno de noche se tratara, se dedican a sus ocupaciones, suministrándonos dosis con o sin nuestro consentimiento, y murmurando mientras lo hacen: «Es por su propio bien». El agua es clorada y fluorada, se recetan bromuros, se yoda la sal de mesa. Nunca se nos consulta, pero conocemos los términos. Estos medicamentos simples tienen una cualidad primaria que nos estimula a usarlos tan fácilmente como antaño usábamos el hisopo o la ruda. El bromuro, o Bromo-Seltzer, aparece en la literatura americana sobre bebedores empedernidos casi con tanta frecuencia como el whisky de maíz y los martinis, cuyos efectos está allí para aliviar. En Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee

Esta pregunta también está en el material:

La Tabla Periodica La curiosa historia de los elementos
722 pag.

Biologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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