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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
FACULTAD DE CIENCIA POLITICAS Y SOCIALES 
La representación mediática del narcotráfico como acontecimiento 
periodístico: análisis semiótico de las entrevistas publicadas en 
Proceso por Julio Scherer García 
 
T E S I S 
PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN 
(PERIODISMO) 
 
P R E S E N T A 
JORGE ARMANDO DÍAZ GARCÍA 
 
ASESOR 
JULIO CÉSAR HORTA GÓMEZ 
CIUDAD UNIVERSITARIA, MÉXICO, 2016 
 
usuario
Texto escrito a máquina
CDMX
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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 El periodismo posibilita que los sentidos que operan a distancia se 
asemejen a los sentidos utilizados por contacto, reconstruyendo 
partes remotas del mundo a través de signos que representan ciertas 
propiedades de los objetos de ese mundo. 
 
 
 
I 
ÍNDICE DE CONTENIDO 
 
 
 
Agradecimientos 
1 Introducción 
5 Cap. 1 Julio Scherer García en la prensa nacional 
12 1.1 La entrevista de opinión inscrita en el narcotráfico 
23 Cap. 2 Las propiedades del signo en los procesos de significación 
33 
 
2.1 Unidades gramaticales indexicales 
 
38 2.2 Unidades gramaticales icónicas 
41 
 
2.3 Unidades gramaticales simbólicas 
 
44 Cap. 3 El signo en la representación del objeto en los textos periodísticos 
45 3.1 Identificación cuantitativa de funciones semióticas en el discurso 
53 3.2 Análisis de oraciones indexicales 
68 3.3 Análisis de oraciones icónicas 
76 3.4 Análisis de oraciones simbólicas 
90 Cap. 4 Consideraciones pragmáticas 
92 4.1 Índice. La representación del objeto por una conexión real con él 
97 4.2 Ícono. La relación con el objeto por una comunidad de cierta cualidad 
101 4.3 Símbolo. La asociación con el objeto por una relación de ideas convencionales 
104 A manera de conclusión 
109 Anexos 
140 Bibliografía 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
A mi madre, Graciela García Garduño, en quien espero tal vez en dos o tres vidas más, llegar a 
convertirme en el gran ser humano que ha sido. Porque una vida no alcanzaría. 
Una gratitud especial a Yolanda Garduño y Santiago García, pues en un mundo donde es un 
derecho la alimentación, la educación, la vivienda, gozaron poco de esa realidad, pero 
han sido considerablemente nobles para que su familia lo tuviera. 
 
A mis tíos y tías: Rosalba, María Guadalupe, Raúl, José Guadalupe, Gustavo y Juan Carlos. 
A mis primos y primas: Rebeca, Diana, Ximena, Oscar, Luis y Diego. 
Al ejemplo de un buen hermano: Mario. 
Por apoyarme a cumplir un objetivo personal, el respeto que me merece el Mtro. Julio Horta 
por su profesionalismo, es la forma de tratar de solventar la deuda que mantengo con él. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
I 
 
1 
 
INTRODUCCIÓN 
 
ESTA INVESTIGACIÓN DESCRIBE las operaciones discursivas por las que el conocimiento de una 
problemática situación actual, como lo es el narcotráfico, está determinada por la expresión 
que recibe. Desde el análisis del signo como la materia prima de la significación, pasando por 
los artificios del montaje verbal de acciones no verbales, hasta el producto final en el que el 
hecho acontece dentro del discurso: el hecho social. 
El problema es que, tratándose de periodismo, las discusiones no son llevadas hasta 
sus últimas consecuencias. Se señala como ocupante casi natural de los medios esta 
satisfacción por la retórica de las emociones; la atención por lo negativo, la violencia y lo 
sensacionalista como el grueso de lo que la mayor parte de la gente consume como noticia. 
Paralelamente, en el debate siempre intolerante acerca de la naturaleza del periodismo, 
es costumbre considerarla resultado de aparatos informativos motivados por el lucro. Lo cierto 
es que se hace pensando en el poder de la industria mediática, vale decir, en la mediatización 
sutil de las mentes a escala mundial. Recuerda las llamadas de atención de Ray Bradbury, 
Aldous Huxley y George Orwell de una sociedad administrada por un Big Brother o policía del 
pensamiento. 
Hablar del agobio de las sociedades del consumo, desde la vulgarización de la vida 
cotidiana hasta la alienación de las conciencias se funda en una idea fuerte, pero que no deja 
de ser parte de un gesto disgustado y no muy lejos de conformarse como un fenómeno de 
moda. Así, no existe razón para abandonar estas discusiones, a condición de atenerse a la 
especificidad del lenguaje dentro del estudio de los discursos que relatan cotidianamente lo 
sucedido en el mundo. 
Los detalles articulatorios de la actualidad como discurso, en los que se interesa sobre 
todo el semiótico, pero que tampoco desdeña el reportero, ganan en claridad siendo tratados 
en marcos formales. Si el periodismo es, como se dice, instrumento que se presta a transmitir 
lo que se le confió, ¿a qué se debe semejante propiedad? La pregunta acaso sorprenda, pero 
pretende arrojar una respuesta bajo la cuestión de tener que poner en tela de juicio lo 
“evidente”. 
 
2 
 
El suceso, en tanto realidad articulada, no es posible más que por su reproducción en el 
discurso periodístico como un objeto (abstracción ideal de cualidades). Entendamos por esto, 
la representación de un “mundo posible” por un signo y de analizarlo como representante de 
una comunidad de significado para los consumidores de signos a partir de la ausencia de la 
cosa empírica (realidad independiente). 
 Por tanto, no es sólo una visión mercantil de la información, es también una 
interpretación optimista y decididamente científica de la necesidad de un canal que vehicule el 
acontecimiento. A este respecto, tal vez la idea de que los hechos no se producirían si no 
existieran medios dispuestos a darles resonancia parecería una hipótesis escandalosa e 
inaceptable. Hipótesis que hay que llevar hasta sus últimas consecuencias. 
Aunque se piensa que los hechos están ahí, un poco en todas partes, estos no existen 
en tanto tales antes de que los medios de comunicación los reconstruyan. Fuera de los medios, 
los acontecimientos tienen una implicación limitada pues, por sentido común, se da crédito de 
la actualidad en un orden individual denominado la experiencia. Dentro de ellos, se atiende a 
un orden colectivo llamado hecho social, en el que los sucesos adquieren sentido conforme a 
su organización en un sistema de lenguaje. 
Sin embargo, dentro de esta investigación la discordancia o ambivalencia con la noción 
de periodismo concierne en tanto que, en su servicio por informar, promueven un “chantaje por 
la emoción” siguiendo a Ignacio Ramonet, que se traduce en un funcionamiento por demasía, 
por acumulación, por asfixia de sobreinformación –que no siempre significa buena 
información–, a partir de la necrofilia de los medios. 
Parecería que en este cúmulo de información agradable, la veracidad de los temas del 
narcotráfico se juzga a partir de que los medios repiten las mismas afirmaciones que otros 
medios imitan, se copian, se contestan a tal grado de constituir un gran sistema de información 
que se confirma. El que cada medio a partir de su propia posición sienta la obligación de tratar 
el asunto en beneficio de su audiencia, basta ya para tornar sospechosala asimilación de que 
cada quien pretenda poseer su verdad y la jerga ideal para difundirla. 
Desarrollando esta idea de veracidad desde un punto más técnico, permitirá un 
tratamiento del discurso desde sus condiciones de representación, es decir, el 
condicionamiento social a partir del siendo representado y no del siendo realmente. Lo que 
 
3 
 
subsiste ya no es una discusión a la manera de apocalípticos e integrados, se tomaría un 
camino de comparaciones fecundas con el propósito de identificar los elementos sígnicos que 
funcionan semióticamente en la construcción del acontecimiento como acontecimiento 
periodístico. 
Es mediante las producciones lingüísticas por las cuales el individuo puede hablar de 
sujetos o situaciones intangibles como Dios o la muerte y, aun así, provocar una idea 
significante en el otro. Por lo que se refiere al periodismo, se hace pensando en el 
reconocimiento de sucesos ausentes relevantes para una coyuntura social como si estos 
estuvieran realmente presentes. 
Esta investigación no tiene ningún sentido macluhiano, precursor de una nueva era 
acarreada por los mass media. Tiene, sí, alcances de las operaciones por las que el periodista 
reproduce un acontecimiento a partir del testimonio de los actores en conflicto. Y de las 
consecuencias relativas a la sociedad mexicana en la que nos ha tocado vivir. 
En una presentación sistemática de la semiótica, un género periodístico como lo es la 
entrevista (vehículo sígnico) postula al destinatario (intérprete) como condición indispensable 
para manifestar su capacidad comunicativa y lo hace para que lo actualice, es decir, la 
disposición de respuesta (interprentante) del usuario en tanto el signo remite algo (designatum) 
por medio del discurso. 
Por tal motivo, será necesario recurrir a la teoría de la semiótica, en tanto plantea un 
conocimiento o descripción del fenómeno para lograr llegar a una hipótesis, la cual permitirá 
explicar la manera en que se construy un acontecimiento mediante premisas sintácticas, 
semánticas y pragmáticas. 
 En este razonamiento abductivo, la pragmática presupone a la semántica, así como 
ésta contempla a la sintaxis, puesto que tratar el estudio del lenguaje reporteril supone el 
análisis de su estructura formal, la relación con los objetos designados y con los usuarios de 
los signos. Las aportaciones de Charles Morris y Charles Sanders Peirce son imprescindibles, 
aunque se acudirá a otros teóricos cuando sus explicaciones lo ameriten, entre ellos, Lorenzo 
Gomis, Eliseo Verón, Juan Cantavella. 
 
4 
 
En el primer capítulo se ha esbozado un contexto de referencia para situar a Julio Scherer 
García en la prensa nacional, y una atención especial al género de la entrevista, de su técnica, 
uso y manejo, en la predisposición de este periodista por el intercambio conversacional en la 
búsqueda de la noticia. 
Enseguida se acota el fenómeno de la sintaxis; el propósito es buscar constantes 
sintácticas de unidades gramaticales muy restringidas en número. La impronta es un esquema 
específico a partir del cual se procede a una descomposición estricta de cada enunciado en 
sus elementos para identificarlos dentro de uno de los tres signos propuestos por Charles 
Sanders Peirce: ícono, índice y símbolo. 
“El signo como vehículo en la representación del objeto en los textos periodísticos” es 
el título de la siguiente parte. Partiendo del modelo bosquejado en el apartado anterior, se 
procede por vía analítica a un estudio semántico de la imagen que el narcotraficante tiene de 
sí mismo a través del análisis de la representación mediática de su propia persecución. Esta 
operación tendrá por discernir si la reconstrucción del narcotráfico como acontecimiento 
periodístico conlleva un funcionamiento icónico, indexical o simbólico. Subrayémoslo: el 
periodismo puede prestarse a tres construcciones o interpretaciones en sentidos opuestos. 
 En compensación, se formula en una cuestión pragmática la acción compleja de los 
comportamientos sociales manifestados en el empleo del relato periodístico; el objetivo, saber 
si el acontecimiento dado por estas entrevistas no hace sino reflejar una experiencia colectiva 
del narcotráfico, autónoma de la experiencia subjetiva de cada actor social. Por añadidura, los 
contextos resultantes de la actividad reporteril serán tema de debate. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5 
 
1. Julio Scherer García en la prensa nacional 
Volvió a la carga contra Proceso, ése era el tema: es criticón, es 
negro, es exagerado. Y recargó las tintas sobre Julio Scherer: ésa 
era su obsesión: Julio es el culpable. 
–Si un marciano llegara a México y en un primer momento 
sólo leyera Proceso, se llevaría una impresión tremenda y 
totalmente equivocada de lo que es nuestra realidad –remató 
Salinas. 
–Pero bastaría con que encendiera la televisión –le 
respondí rápido– para que de inmediato sintiera que todo es bonito. 
 
Vicente Leñero, Cómo “trascender” a Julio Scherer 
UN ACERCAMIENTO AL hecho noticioso desde la perspectiva de Julio Scherer García conlleva 
un avance significativo en contra del colonialismo del pensamiento. Basta una revisión somera 
de las fuentes utilizadas en la carrera Ciencias de la Comunicación para evidenciar la 
institucionalización del discurso periodístico tanto europeo como estadounidense: Ryszard 
Kapuscinski, Oriana Fallaci, Günter Wallraff, Truman Capote, Tom Wolfe, etcétera. 
 Las exigencias que resultan de esta investigación sobre las estrategias discursivas de 
este reportero mexicano, supone un contexto de referencia para mostrar la pertinencia de su 
trabajo en la prensa nacional, pues en tanto se comprenda la manera como los sucesos se 
representan mediáticamente, reconoceremos los objetivos sociales o propósitos informativos 
reflejados en la producción periodística, en particular del género de la entrevista. 
 Al haberse formado desde los 18 años dentro de Excélsior como aprendiz de reportero, 
con el título de bachiller y sin un aprendizaje formal del periodismo que le sirviera como marco 
conceptual, se había hecho de una carrera: reportero de la segunda edición de Últimas 
Noticias, reportero de Excélsior, jefe de información, auxiliar de la dirección, subdirector 
editorial, director general. 
Su incursión en los medios impresos, aunado al arribo de un grupo de intelectuales en 
las páginas editoriales durante su gestión como director general de este rotativo, trajo como 
consecuencia, que “de los periódicos pertenecientes a la gran prensa, sea el único que ha roto 
con la línea oficialista que sigue el periodismo nacional”.1 
 Su trayectoria profesional no sólo estuvo marcada por el éxito, sino también por 
desafortunados acontecimientos, cabe citar su secuestro en Guatemala, esposado a un 
 
1 Fátima Fernández Christlieb, Los medios de difusión masiva, p. 23. 
 
6 
 
camastro en un campo militar, a punto de ser ejecutado por militares guatemaltecos y policías 
salvadoreños, pues era tal vez el único director de periódicos o revistas que aún salía al campo 
de batalla2. Su liberación, como él mismo lo comenta en el libro Secuestrados, dependió de su 
condición como corresponsal del diario más acreditado de Latinoamérica. 
Para entonces, ya gozaba de connotado prestigio; arraigada como es la tradición 
estadounidense con The Washington Post en el periodismo, refrendaba dicho título en su 
editorial: 
Bajo el liderazgo de Julio Scherer García, de 50 años de edad, el periódico conquistó gran reputación 
como una de las publicaciones más prestigiosas de América Latina, conforme fue atrayendo a los 
intelectuales más prominentes para que escribieran en sus páginas, y hasta al poeta Octavio Paz para 
que dirigiera su revista literaria.3 
Convencido de la política editorial asumida por Julio Scherer García de 1968 a 1976, el 
periódico empezó a conformarsepor una parte de los intelectuales mexicanos. En el año de 
1968, respecto a la crisis del país en torno de la Universidad Nacional Autónoma de México, 
dio asomo en las páginas editoriales a profesores universitarios, al cartonista Abel Quezada y 
a los escritores Carlos Monsiváis, Jorge Ibargüengoitia y Elena Poniatowska, quienes además 
de contribuir a un mayor ascenso del diario, consignaban desplegados en apoyo al movimiento 
estudiantil. 
Por tal motivo, adquirió fuerza debido a este respaldo intelectual; Daniel Cosío Villegas, 
Octavio Paz, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar dejaban de lado la idea del escritor como 
un ser solitario en su trabajo, para hacer suyo Excélsior como medio de la crítica. Al mismo 
tiempo, en el diario prevalecía a ocho columnas su narración periodística. Se valió del reportaje 
para hablar de los lugares del planeta en conflicto: sobre el militarismo en América Latina, dio 
cuenta de la invasión estadounidense a Guatemala; en Santo Domingo, la revuelta contra el 
dictador Rafael Leónidas Trujillo; registró el golpe de Estado del presidente François Duvalier 
en Puerto Príncipe y del general Augusto Pinochet en Chile. 
Sobre las series de Sudáfrica y Bangladesh publicadas en Excélsior en 1974 y 1975, 
respectivamente, comenta: 
 
2 Federico Campbell, Julio Scherer sobre el lago Constanza, p. 23. 
3 Washington Post apud Manuel Becerra Acosta, Dos Poderes, p. 163. 
 
7 
 
Tengo la certeza de que no hay hombre más libre que el reportero. Los acontecimientos los hace suyos 
y en esa medida le pertenecen. Nadie puede mirar de igual manera lo que miré en las profundidades de 
las minas de Sudáfrica, descenso dramático en un malacate de madera vieja que se sostenía de milagro. 
Nadie vio la misma muerte en las víctimas del cólera en Bangladesh, en fila, uno tras otro, ritual siniestro.4 
A los 50 años, poseía una considerable formación como periodista y un desarrollo en la 
construcción de la agenda informativa del país, lo cual le facilitó el diálogo con personajes de 
la más alta esfera política. A través de las embajadas, Relaciones Exteriores le concertaba 
citas para entrevistarse con los jefes de Estado del continente americano. “Con el mayor gusto” 
aseguraba Gustavo Díaz Ordaz su intervención desde Los Pinos. 
Fui en ese tiempo un asiduo de la casa presidencial. Los Pinos y sus ritos, las oleadas de funcionarios y 
personajes citados a la misma hora por el presidente de la República, fue el escenario ideal para mi 
trabajo. Allí topaba con quien quisiera y con quien no imaginaba, allí me hacía de citas y entrevistas para 
nutrir al diario de información privilegiada.5 
Fue templando la conversación como un oficio con los hombres y mujeres que vivieron 
en el poder en la última mitad del siglo XX, así como con poetas, pintores, músicos y escritores: 
Salvador Allende, John F. Kennedy, Edward Kennedy, Julio Cortázar, Ernesto “Che” Guevara, 
Diego Rivera, Frida Kahlo, Gabriel García Márquez, Pablo Picasso, Octavio Paz, Pablo 
Neruda, Rufino Tamayo, Miguel Ángel Asturias, Chu En-lai, Charles de Gaulle, Fidel Castro, 
Alfredo Stroessner, Bibi Anderson, Jane Fonda, Dimitri Schostakovich, André Malraux, José 
Clemente Orozco, Alfonso Reyes, Carlos Chávez, Martín Luis Guzmán, Igor Stravinsky, 
Francisco Goitia, etcétera. 
Obsérvese el valor como noticia de un encuentro periodístico en 1961 con el poeta y 
premio Nobel chileno Pablo Neruda: 
Neruda sostiene que no se pueden buscar defectos definitivos en la revolución de Cuba todavía, pues es 
un hecho histórico en plena formación. Pero hay algo más importante: comparar la Cuba de hoy con la 
que existía todavía hace unos años, cuando sobre la isla había una figura dominante: Fulgencio Batista. 
 ¿Qué era Cuba? 
“Un lupanar, una caja de juego inmensa, la central de ventas de morfina y cocaína de toda 
América del Sur, controlada por los raqueteros y gangsters norteamericanos… 
”Era Cuba un pequeño infierno para uso de otras gentes. Predominaba en ella un estado 
antinatural, pervertido”. 
Ahora… ahora… 
 
4 Julio Scherer García, La terca memoria, p. 176. 
5 Julio Scherer García, Los presidentes, p. 49. 
 
8 
 
”Ahora ha levantado la moral, que estuvo decaída como en ningún otro pueblo de nuestra 
América. Hay que ver esa transformación. Claro que la revolución de Cuba tiene defectos, pero cómo voy 
a decirlos ante la monstruosidad que ahí ocurría”. 
“Digámoslo claro: Cuba estaba pudriéndose hasta las entrañas”. 
Por eso sostiene el poeta que, aunque sólo ese beneficio le hubiese hecho Fidel Castro a Cuba, 
ya era mucho; pues en verdad “tramos muy largos son los que se han adelantado”. 
“Claro que la revolución de Cuba tiene defectos. Uno de ellos, que ha producido un sentimiento 
unilateral de la vida en todos los cubanos, que sólo ven a través de su revolución. Pero es producto de 
las circunstancias. No tiene solidaridad de los gobiernos, en general, sino de los pueblos”.6 
Su opinión giraba alrededor de temas discrepantes de los regímenes políticos 
internacionales y del sistema gubernamental mexicano. En su visita a Puerto Príncipe, por 
ejemplo, publicada la entrevista a ocho columnas con François Duvalier, Papa Doc, se habló 
de una inadmisible falta de cortesía del gobierno mexicano con el presidente de Haití. Con el 
temor de que el incidente creciera en un rompimiento de relaciones diplomáticas a partir de las 
supuestas calumnias divulgadas, Julio Scherer García visitó al presidente Gustavo Díaz Ordaz. 
“No haga caso, Duvalier es un hijo de la chingada”, sentenció el mandatario. Todavía agregó: 
“¿Cree usted que me puede importar lo que piense un hijo de puta?”. 
Este material apareció en Excélsior y, al mismo tiempo, se afirmó una actitud 
contestataria con una empresa periodística fuera de los límites del país. Junto a Fernando 
Léniz del periódico chileno El Mercurio funda “Latín”, una agencia de noticias no partidaria de 
Estados Unidos, ni de su afán de solucionar México y Latinoamérica. “Algunos de los reportajes 
sobre la actualidad uruguaya fueron presentados como pruebas testimoniales en el Congreso 
de Estados Unidos para exigir la suspensión inmediata de la ayuda militar norteamericana al 
gobierno de Uruguay”.7 
Su política editorial se había convertido en asunto de Estado, calificado como panista, 
y al diario como un partido político. Ningún otro periodista ha llegado a ejercer la influencia que 
Julio Scherer García desplegó sobre la sociedad mexicana, pero también ningún otro sufrió –
a juicio de Vicente Leñero– lo que merece calificarse como el más duro golpe tal vez de la 
historia del periodismo nacional. 
 
6 Julio Scherer García, Allende en llamas, p. 17. 
7 José Gil Olmos, Julio Scherer, Premio Nacional de Periodismo, p. 68. 
 
9 
 
En este sentido, al describir la trayectoria del personaje su personalidad tiñe, y no siempre de 
forma amable, la visión de él como reportero. Recibió severas críticas de excolaboradores de 
Excélsior por su manera de manejarse como director. 
Ofrecemos la personalidad psicopática (de JSG) como un platillo para psiquiatras, biólogos y genetistas, 
con sus fuerzas psíquicas y fisiológicas que han hecho posible que siendo un insignificante ayer, ahora 
haya podido destrozar una entidad vigorosa, como Excélsior, el Periódico de la Vida Nacional.8 
Este comentario circuló en El Excélsior de Scherer, el escritor ficticio, sin editorial 
responsable, ni registro legal, ni derechos de autor. No era nada y, al mismo tiempo, juzgaba 
a Julio Scherer García como un riesgo laboral para más de mil cooperativistas debido a la 
predisposición del expresidente Luis Echeverría por el periódico (útil al partido y a su intento 
por desplazar a Fidel Castro como la figura fundamental en el continente).Lo uno –poner en riesgo la vida del periódico– para cumplir lo otro: someter al director o hacer inevitable 
su sustitución. Scherer García identificaba la sobrevivencia de Excélsior con su permanencia en el puesto, 
y nunca –que lo hubiera expresado– ponderó la renuncia como posible solución.9 
En un país urgido de la plena confianza de la ciudanía en su gobierno, era el hombre 
que en ese momento encarnaba una cultura crítica y sobre él recaía una serie de 
desmerecimientos hacia su labor periodística: 
Que los artículos editoriales muy agresivos, que las cabezas muy sensacionalistas, que la información 
valorada con muy mala voluntad, que a dónde pretendía llegar Excélsior tan desatado en los últimos 
tiempos, ¿qué les pasa?10 
De acuerdo con Gastón García Cantú en Los intelectuales y el poder, la oposición contra 
Julio Scherer sucedió porque el diario no era una empresa, sino una cooperativa; si los 
trabajadores advertían que su fuente de trabajo se veía amenazada, se inconformaban y 
actuaban. Sin embargo, aunque en un momento los compromisos financieros contraídos por 
las corresponsalías y la multiplicación de colaboraciones de escritores, al igual que la ya 
necesaria adquisición de un equipo a color para modernizar el diario, ocasionaron la 
disminución de utilidades, Miguel Ángel Granados Chapa, en Excélsior y otros temas de 
comunicación, afirmaba: 
Es calumnioso afirmar que el señor Scherer “prohijó” que “el señor Vicente Leñero a pesar de haber sido 
removido de su cargo como director de Revista de Revistas, seguía recibiendo su percepción” (…) Es 
 
8 Anónimo apud Julio Scherer García, Tiempo de saber, p. 67. 
9 Manuel Becerra Acosta, Dos poderes, p. 120. 
10 Vicente Leñero, Los periodistas, p. 119. 
 
10 
 
igualmente absurdo afirmar que el señor Scherer “envió a personas al extranjero junto con sus parientes, 
con dinero de la sociedad cooperativa para hacer supuestos trabajos”.11 
Expulsado de la cooperativa, en la portada del libro Los periodistas Julio Scherer avanza 
entre Abel Quezada y Gastón García Cantú por Paseo de la Reforma junto a numerosos 
colaboradores. Este último, después de injuriar a Regino Díaz por el caso Excélsior, en 1983 
regresa al diario, juzgando a Scherer como un sujeto hinchado de vanidad: 
Excélsior era su obra, enteramente suya, como si no hubiese resultado de la historia, en la que abundaron 
sacrificios y luchas antes de que naciéramos. Todo comenzaba con él. Y en julio de 1976 creyó que todo 
acababa también con él.12 
Antagonista de Regino Díaz en su obra La Gran Mentira ocurrió en Excélsior, Julio 
Scherer era tildado como “Sumo Pontífice” del periodismo, pues asumió el papel de mártir 
cuando fue arrojado del paraíso en julio de 1976 y redentor de la prensa al crear Proceso en 
noviembre de 1976. 
En lo individual, el problema que puntualizaban sus detractores era su personalidad 
recargada de amor propio; en lo profesional, llevó a Excélsior a ser el diario más importante de 
la lengua española, e incluso el director de la revista Variopinto, Ricardo Ravelo, menciona 
que Julio Scherer en su tiempo lo colocó entre los cinco mejores del mundo. Asimismo, el 
grupo expulsado se convertiría en el equipo más competente de periodistas que haya existido 
en el diarismo nacional. 
Así lo muestra el destino profesional de sus miembros: el núcleo del grupo expulsado publica, desde 
noviembre de 1976, la revista Proceso, que es ya el más significativo de los semanarios de información 
que se publican en México, cuando apenas tiene ocho meses de edad.13 
No obstante, esta nueva empresa era vista desde la presidencia como un peligro para 
la tranquilidad de la nación: 
Con la publicación de ese semanario –continuó Alejo– ustedes intentan alterar el orden asumiendo una 
postura frontal contra el presidente Echeverría. Y el gobierno no puede permitirlo. En situaciones como 
ésta, la seguridad del Estado depende del crédito público del presidente de la República. Atacar al 
presidente es atentar contra el Estado. 
Francisco Javier Alejo (Secretario de Patrimonio Nacional) pedía por lo tanto a Julio Scherer 
desistir de la publicación del semanario o aplazar cuando menos su fecha de salida para no obligar al 
gobierno a poner en funcionamiento sus mecanismos de seguridad. 
 
11 Miguel Ángel Granados Chapa, Excélsior y otros temas de comunicación, p. 34. 
12 Manuel Becerra Acosta, Dos poderes, p. 93. 
13 Miguel Ángel Granados Chapa, Excélsior y otros temas de comunicación, p. 67. 
 
11 
 
Francisco Javier Alejo no preciso las amenazas, pero sí habló de que la desaparición de quince 
personas no afectaría la tranquilidad del país: su pérdida no era comparable a lo que significaba la 
seguridad del Estado.14 
En comparación con la frecuencia en que publicaba entrevistas y reportajes en 
Excélsior, así como una columna semanal titulada Desayuno, como director de la revista fueron 
contadas sus entregas periodísticas. Principalmente, reprodujo una serie de extensas 
entrevistas con Octavio Paz; entrevistó al presidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo, sobre la 
guerra civil que tenía lugar en Nicaragua; contextualizó la política de Nicaragua bajo el poder 
del dictador Anastasio Somoza García y difundió su encuentro periodístico con Fidel Castro. 
Julio Scherer García continuó con la misma línea que había resultado disfuncional al 
sistema político mexicano. Salvo El Indio que mató al padre Pro y Siqueiros: la Piel y la Entraña, 
sus libros han sido publicados en el marco profesional de Proceso. Este material tuvo 
repercusiones en el ámbito social, político e incluso en el jurídico, pues las evidencias 
aportadas por sus textos fueron presentadas ante tribunales de justicia locales y extranjeros. 
Incluso, no desistió de entrevistar al subcomandante Marcos en 2001 a pesar de las 
críticas por compartir la difusión de este acontecimiento con la empresa que se alió a 
Echeverría para expulsarlo del diario. Frente al fundador de Proceso y el líder del Ejército 
Zapatista de Liberación Nacional, estaba la insólita presencia de las cámaras de Televisa. 
Una crítica más comprendía el tema central de esta investigación, opiniones centradas 
en los alcances periodísticos del corpus de entrevistas sobre el narcotráfico. La actitud ante 
ellas era el papel del entrevistador como vocero del presunto delincuente, dejando de lado el 
funcionamiento de sus entrevistas como representación de una imagen colectiva o social. 
Estos episodios, aislados pero elocuentes ejemplos del oficio que constituyó en el apuro 
de la prensa escrita, de Miguel Alemán Valdés (1946-1952) al mandato de Enrique Peña Nieto 
(2012-en curso), son testimonio del trabajo de Julio Scherer García, quien “es acaso el 
periodista político más importante que se ha dado en los últimos cincuenta años”.15 
 
 
14 Vicente Leñero, Los periodistas, p. 293. 
15 Socorro Arce, et al., La conquista de la palabra: Entrevista con Ricardo Garibay, p. 101. 
 
12 
 
1.1 La entrevista de opinión inscrita en el narcotráfico 
CON FRECUENCIA LOS discursos que nos relatan cotidianamente lo sucedido en el planeta son 
motivo de rechazo. O bien, considera el escritor argentino Eliseo Verón, todos los males 
atribuidos a los medios de comunicación se deben a la frecuencia con que agobian a la 
audiencia con noticias alarmantes, o bien a la alienación del pensamiento vulgar en las 
sociedades del consumo. 
 No obstante, las discusiones en torno a los medios se plantean en una cuestión mucho 
más amplia, a saber, la cuestión de que si estos no dieran resonancia a los sucesos, sucesos 
producidos justamente para ser noticia, nuestro sentido de la actualidad estaría restringido al 
círculo familiar, al vecindario, a la murmuración: 
Es cierto que en nuestra época la genteya no organiza su imagen del mundo sobre la base de lo que 
percibe en forma directa. En primer lugar, “maneja” muchas más ideas sobre la realidad global construidas 
básicamente por los medios.16 
Los hechos tienden a reducirse a la fugacidad con que aparecen si no hay alguien que 
los “mediatice”; es decir, no importa tanto cuándo ocurren las cosas, sino que nuestro saber 
del mundo está condicionado por la subsecuente enunciación. Esto hay que entenderlo de la 
manera más literal: 
La actualidad como realidad social en devenir existe en y por los medios informativos. Esto quiere decir 
que los hechos que componen esta realidad social no existen en tanto tales (en tanto hechos sociales) 
antes de que los medios los construyan.17 
En el caso que nos ocupa, conviene precisar un contexto de referencia sobre la 
entrevista, la cual procura ser para el lector un sustituto de la experiencia doblemente ajena, 
tanto de la declaración proferida por el propio protagonista, como la verbalización del reportero 
de este material. Tal es la posición de Julio Scherer García respecto a cómo un testimonio 
reproduce un acontecimiento, sometiéndolo a la organización propia de la entrevista: 
Mil historias circulan alrededor de los presidentes [y de cualquier personaje noticioso], se conocen 
nombres, fechas, situaciones, diálogos, triunfos, hazañas, odios, amores, dramas, traiciones, tragedias. 
Todo es real, como el cuento en la memoria, redondo y perfecto, pero que sólo escrito será cuento 
verdadero.18 
 
16 Juan Cantavella, Manual de la entrevista periodística, p. 170. 
17 Eliseo Verón, Construir el acontecimiento, p. 4. 
18 Julio Scherer García, Los presidentes, p. 156. 
 
13 
 
Guardando las proporciones debidas, si con los Diálogos de Platón, Sócrates hacía de una 
conversación cotidiana una práctica de acceso al conocimiento, Julio Scherer García apunta a 
crear el espacio necesario para la interrogación, la evaluación de la vida ilegal de un hombre, 
con la prudencia de insistir en temas incómodos para evitar un diálogo forzado, degenerado 
en dos monólogos. 
La dificultad para conseguir al personaje noticioso y formar con él un acontecimiento por 
medio del relato escrito del periodista es, para el lector, un acercamiento que no podría 
alcanzar de forma individual. Más aún si han sido poco entrevistados y no han tenido que 
contestar lo mismo de siempre: el narcotraficante posee actualidad por lo que dice; la 
circunstancia, en donde lo dice, y la autoridad, sobre el tema de quien lo dice. 
 No hay nada más codiciable como entrar en contacto con un personaje que es por sí 
mismo el suceso. De ellos se puede “acceder a información de primera mano, directamente 
con quien la genera o la posee, a través de un diálogo que favorece el conocimiento de 
aspectos adicionales y accesorios a la misma información, y que por estas posibilidades 
facilitan también el conocimiento del contexto necesario para atender mejor la información”.19 
 La declaración de un jefe del crimen organizado, además de tener un alto valor como 
noticia, es un testimonio que no se comparte con otros medios. Asimismo se evita el riesgo de 
dar por verdades indiscutibles las acusaciones de los llamados “testigos protegidos” como 
principal fuente de información. Sin embargo, cuando se sabe de la seguridad imperante 
alrededor de los capos, una entrevista se piensa irrealizable. No es exagerado decirlo: 
…poco sabe de esos asuntos [Felipe Calderón Hinojosa]. ¿Tiene idea de que a los capos los resguardan 
decenas, centenares de guardaespaldas y que en mi caso no hubo quien me protegiera, un solo hombre, 
una sola escolta, siendo, como dijo, una de las figuras más importantes del narcotráfico en América 
Latina? ¿Tuvo en cuenta que, peligrosísima como soy, fui aprehendida en el Vips de San Jerónimo, sin 
un solo jaloneo?20 
A pesar de ser actores sociales de los medios, con dificultad se les ve o se les escucha 
hilvanando un discurso para el que no están acostumbrados; si se les ve, la publicación por lo 
general no es firmada por el reportero: se opta por adjudicar el peso a la redacción o se hace 
 
19 Javier Ibarrola Jiménez, La entrevista, p. 18. 
20 Julio Scherer García, La Reina del Pacífico: “Calderón se creyó la ley”, Proceso, 30 de julio de 2013, [consultado el 17 de 
abril de 2014, 21:19 horas], disponible en: http://www.proceso.com.mx/?p=348787. 
 
14 
 
un periodismo light de estos temas; si se publica, cabe la posibilidad de una confrontación del 
entrevistador con otros personajes públicos que lo cuestionan. 
Llegados a este punto, de pronto el encuentro con un jefe del narco se vuelve codiciable, 
ya sea con un personaje encarcelado o, aunque sean las menos de las veces, con un prófugo, 
dueño del espacio donde responde al reportero, hasta ese momento es uno de los primeros 
registros que cargan de sentido un relato periodístico. Ése es el punto en el que las entrevistas 
de Julio Scherer García permiten una discusión de los alcances a la vez periodísticos, políticos, 
diplomáticos, sociológicos y culturales de un acontecimiento que afecta a todas las capas 
sociales, para hacer válida la extracción de estos casos individuales como conclusiones para 
el conjunto. 
El uso recurrente de este reportero mexicano de la entrevista por otros de los géneros 
periodísticos radica en que la historia del narcotráfico en México se ha construido con 
estadística de ejecuciones, con la versión oficial de las autoridades y con la presentación de 
los detenidos. Por tanto, si la información no se puede obtener de la experiencia directa y surge 
de manera incompleta de los archivos, de los cables o de los otros medios, es probable que 
se consiga en una conversación con quienes son señalados responsables del silenciamiento, 
desaparición o asesinato de periodistas. 
Incluso cuando el espacio mediático lo censura por la publicación de estos temas, su 
trayectoria en Proceso lo inviste como autoridad representativa frente a la opinión pública para 
producir con el delincuente una exposición de un tema de interés público y cuestionar al 
entrevistado sobre la certeza o falsedad de lo dicho por los medios, al hablar frecuentemente 
de una guerra sin haber visto un solo disparo. 
Sobre este insumo fundamental del periodismo el escritor checo Milan Kundera lo 
califica como “<<el décimo primer mandamiento>>, que no es otro que la exigencia de que el 
individuo diga la verdad a quien tiene poder para exigirla”.21 Julio Scherer García acude a lo 
que este escritor denomina el fascismo de la pregunta, pues en ese contexto de muerte, 
traición y dinero de por medio, interroga esperando que el capo responda con revelaciones 
íntimas y comprometidas que habitualmente niega por su propia seguridad. 
 
21 Milan Kundera apud Juan Cantavella, Manual de la entrevista periodística, p. 14. 
 
15 
 
El periodista comprendió que lo de hacer preguntas no era simplemente el método de trabajo de un 
reportero, que realiza sus investigaciones modestamente con una libreta y un lápiz en la mano, sino un 
modo de ejercer el poder. Periodista no es aquel que pregunta, sino aquel que tiene el sagrado derecho 
de preguntar, de preguntarle a quien sea lo que sea. ¿Acaso no tenemos todos ese derecho? ¿Y no es 
acaso la pregunta un puente de comprensión tendido de hombre a hombre? Quizá. Por eso precisaré mi 
afirmación: el poder del periodista no está basado en el derecho a preguntar, sino en el derecho a exigir 
respuestas.22 
Como suele practicarse este género, a juicio de Milan Kundera está lejos de ser un 
diálogo, debido a que las preguntas tienen interés sólo para quien las produce, son sometidas 
a su propio vocabulario y el entrevistador actúa deliberadamente para utilizar las respuestas 
que mejor leconvengan. Reacción similar presenta el escritor Gabriel García Márquez: 
Las entrevistas son como el amor: se necesitan por lo menos dos personas para hacerlas, y sólo salen 
bien si esas dos personas se quieren. De lo contrario, el resultado será un sartal de preguntas y 
respuestas de las cuales puede salir un hijo en el peor de los casos, pero jamás saldrá un buen recuerdo.23 
Es sin duda de una reflexión filosófica sobre el “diálogo” como Jorge Luis Borges sitúa 
su importancia en la naturaleza del hombre, de la cultura y del pensamiento occidental: 
La fe, la certidumbre, los dogmas, los anatemas, las plegarias, las prohibiciones, las órdenes, los tabúes, 
las tiranías, las guerras y las glorias abrumaban el orbe; algunos griegos contrajeron, nunca sabremos cómo, la 
singular costumbre de conversar. Dudaron, persuadieron, disintieron, cambiaron de opinión, aplazaron… Sin esos 
pocos griegos conversadores la cultura occidental es inconcebible.24 
Más allá de las obvias especificaciones, a la entrevista de opinión “la distingue ser 
básicamente fáctica, es decir, centrarse en hechos, episodios concretos y declaraciones y, 
sólo en un segundo nivel, en reflexiones”.25 Al someter al entrevistado a los “porqués”, el 
periodista pide explicaciones, impugna afirmaciones y señala contradicciones de la versión 
oficial ofrecida a los consumidores de las noticias. Y lo hace a un personaje clave en el tema 
que se explora incluyendo pasajes de diálogos y, cada tanto, describiendo a un personaje que 
pasa como leyenda. 
Entendida como un género periodístico, se aleja de la sensación del calor humano que 
puede proveer la entrevista de semblanza; se aproxima a la entrevista de opinión porque 
recoge versiones y juicios sobre la situación y las personas que son noticia en ese momento. 
 
22 Juan Cantavella, Manual de la entrevista periodística, p. 15. 
23 Gabriel García Márquez apud Vicente Leñero, Manual de periodismo, p. 119. 
24 Jorge Luis Borges, et. al., Diálogos, p. 7. 
25 Jorge Halperin, La entrevista periodística, intimidades de la conversación pública, p. 100. 
 
16 
 
Hay que dejar muy en claro desde el principio, este encuentro puede desenvolverse como un 
diálogo entre entrevistado y entrevistador o, un interrogatorio en donde hay una demanda de 
información –siempre y cuando aparezca medianamente la existencia de ese diálogo–, debido 
al desconocimiento del entrevistador y a la autoridad o privilegio sobre dicha información por 
parte del entrevistado. 
En esta práctica periodística los datos recogidos de las fuentes utilizadas por Julio 
Scherer “se ofrecen lo más desnudos posibles de consideraciones, opiniones o circunstancias 
de recogida, aunque se admite que en un momento dado puedan insertarse declaraciones 
entrecomilladas, siempre en proporción muy pequeña respecto al total de la información”.26 
Es un género informativo en el que el entrevistador conoce el ejercicio habitual de la 
redacción y los objetivos del encuentro, mientras los entrevistados acceden a la publicación de 
una conversación de interés social. Este periodista mexicano en su ejercicio profesional no 
recoge respuestas de las preguntas realizadas, sino son temas provocados, orillado el otro a 
responder. 
Si bien nos quedamos con los aspectos formales de la entrevista como un diálogo en el 
que importa la información y opiniones de una persona, difundido en los medios a través de un 
estilo directo o indirecto, nos encontramos con algunos puntos de interés en la forma dialogada 
de Julio Scherer. Con todo, puntualiza algunos de los temas tratados, esperando una 
reformulación de la respuesta que reafirme o contradiga lo mencionado con anterioridad. 
Trata con individuos que no van a obtener un beneficio con la entrevista en la mayoría 
de los casos. No están dotadas de gracia y se encuentra por lo regular en estilo informativo 
cuando su personaje es un narcotraficante, por tanto, la persona a quien interroga es 
protagonista y única en el relato. En general, se trata de una posición excesivamente rígida, 
algo como “escritura al dictado”. 
Aunque el encuentro discurre entre un yo y un tú, la presencia de un medio informativo 
hace de “la entrevista la más pública de las conversaciones privadas”.27 El espacio social que 
ocupan las entrevistas realizadas entre los años 2007 y 2012 durante su cargo como 
presidente del consejo de administración de CISA de la revista Proceso, abarca el mandato de 
 
26 Juan Cantavella, Manual de la entrevista periodística, p. 24. 
27 Ibid., p. 13. 
 
17 
 
Felipe Calderón Hinojosa al frente de la presidencia de México; por tanto, la circunstancia 
delicada en que se instala cuando habla públicamente, no sólo expone al entrevistado ante la 
opinión. En los medios existen también factores de control social sobre el entrevistador, como 
lo hace Héctor Aguilar Camín el 5 de abril de 2010 en el periódico Milenio: 
Si alguien conserva alguna duda de que el narco sabe usar a la prensa y hay prensa que se deja usar 
por el narco, no tiene más que acudir al encuentro que Julio Scherer aceptó tener con Ismael El Mayo 
Zambada, uno de los más buscados y temidos de México. 
El Mayo Zambada escogió a un santón de la prensa mexicana, y el santón fue a su guarida, 
derramando adrenalina, valentía, entereza periodística. Qué pena. 
A pesar de tenerse una imagen desmitificada de un personaje que no se había mostrado 
así con anterioridad, sobrevinieron duras críticas en esta entrega periodística por el 
advenimiento de un protagonismo por parte del reportero, capaz de presentar como principal 
elemento periodístico una fotografía del encuentro, en ausencia de un hecho principal que 
justificara el suceso: no hubo entrevista, se decía. 
Asumir de entrada el riesgo de que el periodista termine siendo portavoz del presunto 
delincuente deja de lado la información aportada sobre cómo viven actualmente los capos. 
Hasta cierto punto recupera el perfil humano de un ser que pasa como desalmado y, 
sorpresivamente, se sabe del padre que llora por su hijo en prisión, del miedo del capo: 
Son unas cuantas pinceladas, pero ¡qué lejos está de la imagen heroica y vencedora que cantan los 
narcocorridos! El hombre vive asustado, a salto de mata, guarecido en el monte. 
Lo que nos revela también que la persecución del gobierno es real y la temen. Y que la 
penetración y la corrupción de los aparatos de seguridad no es tal que les permita como antes, vivir 
cómodamente en sus ranchos y pavonearse descarada e impunemente en palenques y plazas de toros.28 
Propuso, asimismo, otros enfoques sobre el narcotráfico, y situó en un primer nivel las 
reflexiones del poder del presidente para acusar sin pruebas a Sandra Ávila Beltrán. Las 
declaraciones fuertes y muy polémicas hablan de un gobierno que utiliza una imagen pública 
como propaganda a pesar de irse desgastando con el tiempo. No es delincuente, como diría 
la llamada Reina del Pacífico, pues en ningún momento fungió como enlace con los cárteles 
de Colombia: 
Una vez que se había declarado inocente, no tenía más camino que mostrarse tal cual a partir de que era 
multimillonaria y pertenecía a una sociedad narca que no había inventado, que había heredado en 
 
28 Denise Maerker, Scherer y “El Mayo” Zambada, El Universal, 7 de abril de 2010, [consultado el día 17 de abril de 2014, 
22:38 horas], disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/columnas/83281.html 
 
18 
 
plenitud, pero que nada de todo eso la hacía delincuente, inscrita en el narcotráfico y el crimen 
organizado.29 
 Las series de entrevistas acordadas en la penitenciaría Santa Martha Acatitla culminan 
con el libro La Reina del Pacífico: es la hora de contar, donde presenta a una mujer poderosa 
por los supuestos vínculos familiares: hijade Alfonso Ávila Quintero y María Luisa Beltrán Félix; 
sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, fundador del desaparecido Cártel de Guadalajara; 
familiar de Rafael Caro Quintero, considerado uno de los más grandes capos en México en la 
década de los 80; además del lazo con Joaquín El Chapo Guzmán Loera e Ismael El Mayo 
Zambada, quienes formaron parte del círculo donde creció: “Yo no soy turista en el mundo del 
narco”, confiesa a Julio Scherer, y aclara: “He estado allí y no tendría sentido que negara la 
realidad. Pero eso no me hace delincuente”. 
 No obstante la consolidación de su fama en algunos narcocorridos como “La reina de 
reinas”, de los Tigres del Norte, y la canción “Fiesta en la Sierra”, que al parecer se inspira en 
un festejo al que acudió en las montañas y al que sólo se podía llegar sobrevolando, la tesis 
ofrecida al periodista habla de una mujer que ciertamente conoció algunos capos como Amado 
Carrillo Fuentes, llamado “El señor de los cielos”, o a los hermanos Arellano Félix, pero todos 
ellos en ese momento eran personas comunes y corrientes. 
No sólo los medios harían su parte en el caso La Reina del Pacífico, sino que la 
acusación del presidente la lanzaba al desprestigio a partir de un abuso en el ejercicio de su 
cargo, pues el Ejecutivo Federal invadía funciones del Poder Judicial que no le correspondían: 
 El 3 de octubre de 2007, de cara a la nación, declaró el presidente de la República: 
“El viernes pasado [28 de septiembre de 2007], fueron detenidos, entre muchos que se han 
detenido este año, la verdad ya perdí la cuenta, dos de los delincuentes más peligrosos y de los más 
importantes de América Latina. Una es la famosa Reina del Pacífico, o del Sur, Sandra Ávila Beltrán, y 
otro es un colombiano, Juan Diego Espinosa Martínez”. 
El presidente agregaba que “con la detención de esos dos personajes estamos desmantelando 
un vínculo para pasar cocaína desde Colombia hacia México y Estados Unidos”. 30 
La reunión con Zulema Hernández pasa a tener un nuevo valor periodístico cuando a 
partir de ésta se obtiene un retrato de su expareja, Joaquín El Chapo Guzmán. Sentenciada 
por robo calificado, evasión de presos, motín y daño en propiedad ajena, El Chapo accedía al 
 
29 Julio Scherer García, Historias de muerte y corrupción, p. 43. 
30 Ibid., p. 36. 
 
19 
 
área de visitas íntimas para mantener relaciones sexuales con la muchacha, con la complicidad 
de guardias y directivos del penal Puerta Grande. 
 La correspondencia entre ambos sirvió al periodista para construir su imagen. Zulema 
le entregó a Julio Scherer 10 cartas del narcotraficante, redactadas por uno de sus cómplices 
con el lenguaje implícito de la pasión y acompañadas todas con rosas encendidas. Guzmán 
Loera se decía enamorado y la presenta a ella como su enamorada: 
¡Hola corazón! ...No sabes cómo he hecho la lucha por entrevistarme contigo pero te tienen demasiado 
vigilada, hasta llego a pensar que de alguna manera se enteraron o le hicieron saber al nuevo director y 
aunque en partes como que quiere jalar y en otras de plano nomás me trae a que más adelantito y de ahí 
no pasa. 
Amor se acercan ya las fiestas navideñas y nada más me haría más feliz que estar cerca de tu 
persona, de tu piel y de tus labios, pero todo es incierto y aunque no quito el dedo del renglón en verte 
no quiero prometerte ya que sería tal día porque luego me quedan mal. 
Me despierto enviándote todo mi más grande sentimiento que puede sentir el hombre por una 
mujer que ama. De pronto puede haber una excelente sorpresa. Te amo. JGL [sic]. 31 
 
Una de las cinco mujeres en una prisión para hombres vivió la fuga de uno de los 
hombres más buscados por el Federal Bureau of Investigation (FBI); sucedió la evasión en un 
penal tenido por fortaleza (En el capítulo “Zulema” del libro Máxima Seguridad, cuenta que la 
fuga de Joaquín Guzmán en 2001 se debió al miedo de su extradición a Estados Unidos: “Era 
miedo tanto en México como en los Estados Unidos, porque el nuevo presidente, lo que es 
Fox, no iba a permitir todo lo que él sabía que estaba pasando. Iba a caer gente, iban a saberse 
cosas”); en el reclusorio ideado y manejado por hombres una mujer fue embarazada. 
El progenitor de la criatura era Joaquín Guzmán Loera. Zulema tuvo acceso a él, 
escuchó al hombre que padeció el yugo del padre, de la pobreza vivida en su infancia y del 
pavor de regresar a ella, de cómo se hizo de un imperio, del bufete de abogados a su 
disposición, del que anda a salto de mata: 
“Sabía que si escapaba estaba expuesto a que lo mataran. Él sabe que en este negocio 
se está expuesto a perder a toda la familia. Y sabía a lo que se iba a enfrentar. No es tan fácil 
decir yo me voy a fregar y ya. Porque es toda la vida huyendo, es toda la vida escondiéndote, 
es toda la vida despierto”.32 
 
31 Julio Scherer García, De “El Chapo” a Zulema: “Cuando yo me vaya…”, Proceso, diciembre 2008, p. 56. 
32 La redacción, Ejecutan a Zulema, exmujer de El Chapo, Proceso, 24 de diciembre de 2008 [consultado el 18 de abril de 
2014, 9:18 horas], disponible en: http://www.proceso.com.mx/?p=204423 
 
20 
 
Lejos ya del papel de administrador de 7 mil jornaleros que laboraban en el tráfico de drogas 
en el rancho El Búfalo, Julio Scherer entrevistó a Rafael Caro Quintero, quien se asomó al 
escándalo del narco con una extensión inmensa sembrada de marihuana en el estado de 
Chihuahua. Una tonelada de tortillas al día, junto con los demás expendios para surtir a los 
trabajadores. Era como un pueblo, donde la gente dormía en las barrancas y en casas de 
campaña; era imprescindible el huevo, el refresco, la ropa… el papel higiénico. 
 De complicidad posiblemente se valía para poder circular tráilers con droga por la 
carretera norte, así como la vigilancia de soldados alrededor de las tres mil hectáreas del 
colaborador del Cártel de Guadalajara. Tema de corridos en la década de los 80, fue un 
personaje que rozó la leyenda: 
– ¿Perdió todo? 
 – La mayoría de mis cosas. 
– ¿Qué tenía? 
– Unos ranchos, bastante ganado, todo me decomisaron. 
– ¿Cuántos ranchos? 
– Seis. 
– ¿Y ganado? 
– Como cinco mil cabezas. Era muy bueno. Tenía Indobrasil, Angus, Bravo.33 
Esos eran los números de Caro Quintero, compartidos con su compadre Ernesto 
Fonseca Carrillo, acusados del secuestro y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena. 
Cuando aún no existía el conflicto entre cárteles, este personaje abrió el camino a varios de 
los grupos delictivos que operan en el país en la actualidad. La fortuna del capo era de 650 
millones de dólares, ya preso esta cantidad lo impulsó a declarar que pagaría la deuda externa 
de México si lo dejaban en libertad. Las crónicas de la época afirmaban que lo suyo era 
inmenso: 
El 6 de noviembre de 1984, hace casi 29 años, 450 soldados ingresaron en la zona [Rancho El Búfalo] 
por tierra y aire. Lo que hallaron era increíble: Al final de un operativo de varios días, la mariguana 
contabilizada, entre lo empaquetado y lo sembrado, más de 10 mil 900 toneladas. Fueron 8 mil 500 
 
33 Julio Scherer García, Caro Quintero… como un animal salvaje, Proceso, 13 de agosto de 2013 [consultado el 18 de abril 
de 2014, 9:22 horas], disponible en: http://www.proceso.com.mx/?p=349951 
 
21 
 
toneladas embodegadas y 2 mil 400 toneladas de matas. El gobierno federal calculó que todo eso valía 
8 mil millones de dólares y que podía abastecer durante ocho meses el mercado de Estados Unidos.34 
Al tratar de profundizar en alguien que ha llamado la atención de la gente, necesita 
apelar a la imaginación del lector con ciertos recursos propios de la entrevista, como lo hace 
en el encuentro con La Reina del Pacífico, en la entrega “Narco y corrupción, hermandad que 
no se extingue”: 
Da voza su entrevistado: 
Fui capturada y los medios me exhibieron con todo su poder. Narcotraficante, peligrosa, es lo 
menos que han dicho de mí en su gritería. A su vez, el gobierno me ha utilizado en su propaganda, 
necesitado como está de mostrar cartas de triunfo ante un pueblo que le retira su confianza. 
Describe a su entrevistado: 
El cabello, carbón por el artificio de la tintura, descendía libremente hasta media espalda y los 
labios subrayaban su diferencia natural: delgado el superior, sensual el de abajo. De estatura 
media, apenas morena, sus grandes pechos sugerían un cuerpo impetuoso. Desde su cintura, 
las líneas de Sandra Ávila correspondían a la imagen de una mujer en plenitud. 
 Refiere una situación: 
El rancho estaba muy en alto y era muy grande. Había una explanada arreglada para el festejo, 
el cerro cortado, raspado. No se podía llegar por tierra, ni camino había. Todos llegamos en 
helicópteros o avionetas de primera. Los aviones, blancos, alineados, se parecían a los 
estacionamientos de automóviles (cuenta Sandra Ávila del narcocorrido “Fiesta en la Sierra” de 
los Tucanes de Tijuana). 
Parafrasea las percepciones del entrevistado: 
Si cae un oficial, de inmediato es sustituido y si muere o es preso un capo, al rato aparece el 
sucesor. El Ejército no podría desaparecer, y la plaza narca, tampoco. Creció tanto y tanto sigue 
creciendo que su poder rebasa el mito. Es tangible como un bosque y de ahí su fascinación. 
Complementa la información: 
Ahí está Osiel Cárdenas Guillén, ejemplo sobresaliente. El 10 de mayo enviaba a Matamoros, su 
ciudad natal, montañas de obsequios para las madres: refrigeradores, televisores, estufas, 
planchas, vestidos, abrigos y hasta Mercedes y BMW para las ganadoras de rifas excitantes. En 
Navidad, las toneladas de juguetes eran para los niños. Dice Sandra Ávila que fue un líder y lo 
sigue siendo, el único que, aun preso, conserva el poder intacto entre los suyos. 
La publicación de las entrevistas de opinión de Julio Scherer García asumían una 
postura frontal contra el sexenio de Felipe Calderón, que pintaba el panorama de un país 
 
34 Juan Pablo Becerra Acosta, Una planta de mota para cada mexicano, Milenio, 19 de agosto de 2013, [consultado el 18 
de abril de 2014, 9:33 horas], disponible en: http://www.milenio.com/policia/planta-mota-mexicano_0_137986252.html. 
 
22 
 
necesitado, urgido en esos momentos de inseguridad principalmente en el norte del país, de 
la total confianza de la población en su gobierno. 
En el contexto en que emitió tales declaraciones se muestra la moraleja del antagonismo 
entre el narcotráfico y la persecución emprendida por el gobierno para desmantelar los cárteles 
en diciembre de 2006: “En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus 
reemplazos ya andan por ahí”.35 
La lucha contra la delincuencia organizada, fue una campaña política, en donde el 
Estado mexicano enfrentó un conflicto armado contra las bandas que sustentan el tráfico de 
drogas. Para erradicarlas, se privilegió el uso de los miembros del Ejército y la Marina, en 
compañía de los aparatos de seguridad de cada entidad federativa. Esto con el fin de disminuir 
los indicadores de mortalidad en algunos estados, señalados entre los más violentos a nivel 
mundial. 
Se desconoce con precisión el número de víctimas durante el sexenio de Felipe 
Calderón Hinojosa, donde no sólo se incluye a los narcotraficantes, sino que también involucra 
a civiles, periodistas, efectivos de los cuerpos de seguridad y defensores de los derechos 
humanos. El mismo Julio Scherer sostiene en el libro Calderón de cuerpo entero (2012) que 
fueron 50 mil muertos por vía de ejecuciones, enfrentamientos entre las bandas delictivas y las 
agresiones a la autoridad, aunque en los medios circulan las cifras de 70 mil personas 
asesinadas y otras 26 mil desaparecidas. 
Este contexto de referencia permite ver la importancia de su trabajo por perseguir crear 
un mundo posible. En ausencia de alguna vivencia personal con el contexto dominado por los 
cárteles que sustentan el tráfico de drogas, el lector recibe ciertos datos perceptuales que 
funcionan para él representativamente. Así, el efecto que produce en un determinado intérprete 
un relato propuesto por Julio Scherer es la aprehensión del objeto y sus propiedades en la 
mente. Es decir, del suceso tenemos una concepción, mas no los hechos mismos. Nos 
limitamos a pensar en ellos. 
 
 
 
35 Julio Scherer García, Si me atrapan o me matan…nada cambia, Proceso, no. 1744, 4 de abril de 2010, p. 22. 
 
23 
 
2. Las propiedades del signo en los procesos de significación 
No me parece algo fantástico, en verdad, creer que el concepto de 
signo puede revelarse tan fundamental para las ciencias del 
hombre como lo ha sido el de átomo para las ciencias físicas o el 
de las células para las ciencias biológicas. 
 Charles Morris, Fundamentos de la teoría de los signos 
SIN MOSTRARSE DEMASIADO escéptico frente a la mediación, hay que preguntarse por qué es 
posible equiparar el afán de ratificar la veracidad de una noticia con la compulsión ciega de 
buscar en el refrigerador un envase de leche inexistente, es decir, nos podemos obligar a 
encontrar un sentido donde no lo hay. En la medida en que la semiótica aspira a postularse 
como ciencia, piénsese bien, para conseguirlo tiene motivos suficientes para revaluar los 
procesos intermediarios de significación periodística, de su método y de sus pasos. 
 En este proceso generativo de significación, el periodismo en México ha preparado al 
lector ante la ausencia del narcotráfico como objeto-estímulo para que pueda informarse de 
aquello que no puede experimentar de manera directa. Tal es la evidencia que la 
representación de este fenómeno ha permitido la familiaridad del contexto y sus actores en 
conflicto para amplios sectores sociales: 
Ahora sabemos que El Mayo Zambada tiene miedo. “Cargo miedo” le dijo a Scherer y luego agregó: 
“Tengo pánico de que me encierren”. Narra también que en por lo menos cuatro ocasiones ha sentido al 
ejército cerca “arriba, sobre mi cabeza”. No hubo quien lo alertara previamente y su fuga no fue 
espectacular: “Hui por el monte, del que conozco los ramajes, los arroyos, las piedras, todo”. Su vida no 
es tampoco una sucesión de fiestas, despilfarros y jolgorios: “A mí me agarran si me estoy quieto o me 
descuido”. Las fiestas y reuniones familiares le están vedadas, imposible imaginarlo en un lugar público 
o asistiendo a una boda: “Si [El Chapo] se exhibiera o yo lo hiciera, ya nos habrían agarrado”. Se sabe 
vulnerable a una traición y es fácil imaginarlo paranoico [sic].36 
El carácter histórico de una imagen ambigua y abstracta, ahora permite una perspectiva 
del narcotráfico mejor mediatizada y cotidiana para la población, de suerte que se desmitifica 
a figuras que para un sector de la sociedad se han convertido en mitos* o líderes a seguir. 
Expresiones como “ahora sabemos” y “es fácil imaginarlo” son el preludio de prácticas sociales 
desde las cuales la gente interactúa con la lejanía de este contexto. 
 
36Denise Maerker, Scherer y “El Mayo” Zambada, El Universal, 7 de abril de 2010, [consultado el día 02 de octubre de 
2014, 08:48 horas], disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/columnas/83281.html 
*Se considera que en este intento por dar una explicación a la realidad, se ha creado un conjunto de creencias e imágenes 
idealizadas alrededor de un personaje, lo que lo convierten en un modelo o prototipo “fabuloso”. 
 
http://www.eluniversal.com.mx/columnas/83281.html
 
24 
 
Si aquí lo señalamos como “representación mediática del narcotráfico”, es porque únicamente 
se toman en consideración las características sígnicas que constituyen la representación en 
ausenciadel objeto de referencia. Ni se corresponden, ni son un reflejo, tan solo el lenguaje 
posibilita “el mismo proceso por el que los sentidos que operan a distancia han precedido a los 
sentidos que operan por contacto, respondiendo a partes distantes del entorno a través de 
signos que funcionan como ciertas propiedades de objetos”.37 
Queda admitido, en principio, que el análisis semiótico de la situación inherente al 
acontecimiento, debe abstraerse de la autoridad del periodista al hablar del modo de operación 
singular de los grupos criminales, así como de la verdad por correspondencia38 o referentes 
en el mundo y vincularse únicamente a las condiciones necesarias y suficientes para que algo 
sea un signo: 
En su avance, la ciencia nos ha obligado siempre a abandonar la superficie de las cosas familiares en 
bien del laborioso descubrimiento de aquellas propiedades de dichas cosas que permiten interpretar, 
predecir y gobernar aquella superficie. Y no hay razón para que el avance científico de la semiótica 
abandone este camino; no hay razón para que los procesos semiósicos, a pesar de su sentido inmediato 
de familiaridad, no sean tan complejos como cualquier estructura química o función biológica.39 
Son tan complejos porque, como menciona Charles Morris, en el proceso semiósico 
existe siempre un organismo que en un momento y lugar determinado interpreta algo 
(presente). Sin embargo, lo significado por el signo pudo haber sucedido en un momento y 
lugar distintos de aquellos en que se produce el signo (pasado), mientras la ratificación o el 
desmentido pueden presentarse incluso en otro espacio y tiempo (futuro). Por tal motivo, el 
signo depende más del proceso de significado que del proceso de confirmación. 
Dentro del despliegue de exigencias metodológicas, se observará que el <<Signo>> es 
un signo estrictamente semiótico que no puede definirse de manera separada ni en la 
sintáctica, ni en la semántica, ni en la pragmática. Estas disciplinas valen en tanto suponen el 
estudio de su estructura formal, la relación con los objetos designados y con sus usuarios, 
proceso por el cual se establece la semiosis, es decir, si algo “X” dirige el pensamiento o la 
conducta de cierto individuo de manera semejante (mas no de forma análoga) a como una 
 
37 Charles Morris, Fundamentos de la teoría de los signos, p. 70. 
38 El enfoque de la verdad desde el punto de vista de su correspondencia con una realidad que nos es próxima a través de 
nuestros sentidos, es una extensión de las proposiciones que refieren a entidades que son empíricamente constatables. 
Esta verdad no es una propiedad de las cosas en el mundo, sino depende de la relación del juicio con la cosa juzgada. 
39 Charles Morris, Signos, lenguaje y conducta, p. 19. 
 
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situación “Y” dirigiera la conducta o el pensamiento respecto a aquel individuo en un escenario 
en que fuera directamente percibida, en tal caso “X” es un signo. 
Comúnmente, es una tradición que se remonta a los griegos, se ha considerado que este proceso implica 
tres (o cuatro) factores: lo que actúa como signo, aquello a que el signo alude, y el efecto que produce 
en determinado intérprete en virtud del cual la cosa en cuestión es un signo para él. Estos tres 
componentes de la semiosis pueden denominarse respectivamente, el vehículo sígnico, el designatum, y 
el interpretante; el intérprete podría considerarse un cuarto factor.40 
Proceder al análisis sintáctico de las características de significación del vehículo sígnico, 
equivale identificar un segmento de la lengua como significante, así como ser una unidad 
distintiva y delimitada por otras unidades. En su conjunto, en tanto el sentido de una unidad es 
el mero hecho de poseer un sentido, necesita combinarse, con unas u otras para constituir 
objetos o situaciones reconocibles para los hablantes, forjados por el consumo de las noticias. 
Puesto que el hablante hace renacer el mundo por el discurso, sometiéndolo a la 
organización propia del lenguaje, los esquemas sociales subyacentes dependen aún más del 
acontecimiento articulado que del suceso en sí mismo: 
Un signo o representamen es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o 
carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente, o, tal vez, 
un signo aun más desarrollado. Este signo creado es lo que yo llamo el interpretante del primer signo. El 
signo está en lugar de algo, su objeto. Está en lugar de ese objeto, no en todos los aspectos, sino sólo 
con referencia a una suerte de idea…41 
El lenguaje periodístico no podría funcionar de otro modo. Todas las operaciones que 
debe practicar para posibilitar la consideración de situaciones remotas en tiempo y espacio, 
refieren a un suceso no tanto a causa de cualquier parecido o aproximación con éste, como 
porque puede permitir la asociación de caracteres generales que dicho suceso podría tener. 
Suponer que en mayor porcentaje las personas para quienes sirve como signo no tienen 
una conexión dinámica con el acontecimiento, conlleva conocer cómo es que el signo 
semiótico está condicionado por el reportero. Exponer que los signos por lo regular “están en 
lugar de” los hechos hasta un determinado límite; sin embargo, si llegan a satisfacer las 
exigencias de los hechos caracterizando la complejidad del mobiliario y sus actores, absorben 
cada vez más el lugar de estos. 
 
40 Ibid., p. 27. 
41 Charles Sanders Peirce, La ciencia de la semiótica, p. 22. 
 
26 
 
Si las combinaciones de signos son formalmente posibles, los signos no admiten límites 
estrechos cuando rigen la conducta del individuo respecto de cosas o hechos que 
posiblemente nunca ha encontrado y quizá no podrá encontrar. Charles Sanders Peirce había 
observado, en consecuencia, que el discurso puede ser portador de un mensaje sobre una 
cosa existente, que se cree que haya existido o que se espera su existencia. 
La palabra Signo será usada para denotar un Objeto perceptible, o solamente imaginable, o aun 
inimaginable.42 
 Por lo anterior, se ofrecen algunos ejemplos de noticias manejadas por los medios, en 
las que los rasgos de poder del signo semiótico que interesan resaltan por sí mismos, sin 
molestarse en largas explicaciones. En diciembre de 2005, dos de las principales cadenas de 
televisión en México transmitieron un operativo en el que las autoridades rescataron en el 
rancho “Las chinitas” a tres personas y detuvieron a Israel Vallarta, líder de la banda “Los 
Zodiaco”, así como a su pareja sentimental, la ciudadana francesa Florance Cassez. 
 Meses después, Cassez denunció que el operativo realizado por la Agencia Federal de 
Investigaciones (AFI) había tenido lugar una mañana antes. Comentó que los mantuvieron en 
un automóvil durante la noche y que a la mañana siguiente fueron trasladados al rancho donde 
fue escenificada su captura por las autoridades federales y los noticieros matutinos de Televisa 
y TVazteca. 
El entonces Secretario de Seguridad Pública y titular de la AFI, Genaro García Luna, 
declaró en febrero de 2006 que durante el rescate no hubo medios de comunicación, y que a 
petición de estos se mostró “cómo fue el ingreso a la casa de seguridad”. 
El reportero de Televisa que cubrió el operativo, Pablo Reinah, fue despedido al ser 
acusado de planear con las autoridades la escenificación. En un comunicado enviado a los 
medios, Reinah expresó que no sabía de la recreación y de haber sido sorprendido por las 
autoridades de la AFI para viciar el proceso penal en contra de Florance Cassez. 
Incluso en 1938, puede entenderse cuántas intuiciones clarividentes contenía la 
adaptación de La guerra de los mundos, novela de ciencia ficción de H. G. Wells a un guión 
de radio. Los sucesos se narraron en forma de noticiario, con interrupcionescada vez más 
 
42 Ibid., p. 23. 
 
27 
 
frecuentes y con un mayor tono de alarmismo, explicando la derrota de las fuerzas 
estadounidenses por parte de las naves marcianas. 
 A pesar de que en la introducción del programa la Columbia Broadcasting System (CBS) 
advertía que se trataba de una dramatización, con un segundo mensaje aclaratorio al minuto 
40, muchos radioyentes sintonizaron más tarde la emisión provocando la alarma en un sector 
del país. 
 Retomando a cada momento la emisión de una orquesta para ofrecer mayor veracidad 
a la noticia, los cortes reportaban algunas explosiones desde Marte que se dirigían con rapidez 
a la Tierra, desarrollando la historia de una invasión extraterrestre en las ciudades de Nueva 
York y Nueva Yersey. “Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he 
presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... 
o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? 
Puede que sea una cara. Puede que sea...”, mencionaba el supuesto reportero localizado 
donde sucedía el aterrizaje. 
Los teléfonos de las oficinas de policía y de prensa estaban bloqueados por las llamadas 
de personas que aseguraban protegerse de los ataques de los invasores: 
Los datos de audiencia estiman que cerca de 12 millones de personas escucharon la transmisión y otras 
tantas cayeron presa del pánico abandonando sus casas y colapsando carreteras, estaciones o 
comisarías de policía. Los teléfonos de emergencia echaron humo durante varias horas recibiendo 
multitud de mensajes que decían haber visto a los extraterrestres.43 
Así, se hace referencia a dos hechos mediáticos a fin de mostrar las consecuencias 
semióticas de dichos sucesos. La pertinencia del estudio semiótico en los discursos 
periodísticos, no puede ser visto como una imagen de la realidad, que en cierto modo puede 
ser exacta o deformada, sino es el puente por el cual se representa diariamente el mundo 
social: 
 (…) el significado no debería caer en condiciones de verdad de las expresiones, o referentes en el 
mundo, sino que debería basarse en la intención de comunicación.44 
 
43 Aitor Santos Moya, El día que Orson Welles sembró el pánico con `La guerra de los mundos´, ABC.es, 30 de octubre de 
2013, [consultado el 07 de octubre de 2014, 13:41 horas, disponible en: http://www.abc.es/cultura/20131030/abci-
aniversario-orson-welles-guerra-201310300614.html] 
44 Herman Parret, Semiótica y pragmática: una comparación evaluativa de marcos conceptuales, p. 68. 
 
28 
 
Como tal no hay un “original” del hecho fuera de los medios; dentro, éste existe sólo en relación 
con un sistema de lenguaje. Por mediación del periodismo no se reproduce la verdad 
entendiendo el hecho como realmente acaecido, más bien “el conocimiento del mundo está 
determinado por la expresión que recibe”.45 
Más aún, la inferencia de la cual se parte es que la noticia es comprendida en 
situaciones sociales, en donde el individuo asume una conciencia, objetivos, prejuicios, valores 
e intereses socialmente compartidos por los medios informativos. Esto significa que, sirva la 
difusión de los temas de actualidad para la interacción social posterior o sea para las 
conversaciones cotidianas, un enfoque semiótico de la producción periodística permitirá 
conocer cómo se confiere al usuario de los signos una experiencia a través de la construcción 
de una realidad indexical, icónica o simbólica. 
Recurrir a la sintaxis en el estudio de las formas que comprende la entrevista, permitirá 
inquirir en la trabazón lógica de las palabras como última unidad indivisible del sistema 
expresivo de la lengua. De aquí que esta área de la semiótica suponga la habilidad de entender 
infinitas oraciones al delimitar un conjunto finito de unidades gramaticales, cada una de las 
cuales incorpora toda la información correspondiente a una interpretación única. 
Figura 1. Clasificación de las palabras (José Antonio Pérez Rioja, Gramática de la Lengua 
Española, p. 158). 
 
 
 
 
 
 
 
 
Se debe pues, ante la complejidad del lenguaje, proveer el establecimiento de una 
ordenación de las categorías gramaticales, a manera de clasificarlas de acuerdo a un principio 
 
45 Emile Benveniste, Problemas de lingüística general I, p. 26. 
 
 Independientes Substantivos y verbos 
 Expresa conceptos De substantivos Adjetivos 
 Dependientes De adjetivos, de 
 verbos o de Adverbios 
 otros adverbios 
 
 
 Expresa relaciones Preposiciones y conjunciones 
 
 Articula conceptos y relaciones Artículos 
 
 Reproduce conceptos Pronombres 
 
 Expresa afectos de ánimo Interjecciones 
 L
A
 P
A
LA
B
R
A
…
 
 
29 
 
funcional y constituir un análisis cuantitativo y cualitativo coherente. Este procedimiento de 
análisis nos permitirá dar con la naturaleza de las partes de un todo y un dominio del lenguaje 
periodístico como sistema de signos gramaticales. 
La semiótica que es el estudio del signo en general, tiene tres ramas, correspondientes a las tres ramas 
del trívium medieval, que eran las ciencias sermocinales o del discurso (sermo), a saber: gramática, lógica 
o dialéctica y retórica (…) La primera estudia los signos y sus conexiones mutuas; la segunda la relación 
con los objetos y la tercera las modificaciones que les infieren los usuarios.46 
El proceso de análisis sintáctico tiende a delimitar los elementos de acuerdo a las 
diferencias y similitudes que los unen. Sin importar la extensión de las entrevistas 
consideradas, es preciso segmentar las partes de una oración a partir de tres funciones: 1. 
Cuándo y con qué elementos un signo es indexical; 2. Cuándo y con qué elementos un signo 
se forma como ícono; 3. Cuándo y con qué elementos una palabra tiene carácter simbólico. 
Con profunda intuición de la estructura lingüística y líder de la propuesta tipológica del 
Institute of Linguistics of the University of Cologne, Alemania, Hansjacob Seiler identificó que 
“el contenido cognitivo-conceptual es representado en términos de una dimensión continua en 
la que es posible ordenar los datos de las diferentes lenguas bajo un común denominador, 
explicando las formas en las que la diversidad está ligada a la unidad”.47 
Si bien el lenguaje es tan complejo que puede clasificarse en función de gran variedad 
de criterios, la novedad de la doctrina de Seiler reside en que esta perspectiva teórica “nos 
permitirá predecir el comportamiento lingüístico humano”,48 a través del reconocimiento de la 
estructura que pudiera subyacer a la codificación lingüística y, con ello, determinar 
generalizaciones por medio de las cuales se plantee la existencia de universales lingüísticos. 
La investigación de universales lingüísticos parece revelar qué es lo similar a todas las clases de 
lenguajes humanos; la tipología del lenguaje observa aquellas características que son específicas de un 
grupo de lenguajes o de un lenguaje individual.49 
Si bien en la práctica hay divergencias, conflictos de escuelas, el enfoque de Seiler en 
correspondencia

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