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Evaluacion-de-la-respuesta-psicofisiologica-al-estres-y-su-relacion-con-la-calidad-de-sueno

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE PSICOLOGíA 
EVALUACiÓN DE lA RESPUESTA PSICOFISIOlÓGICA Al ESTRÉS Y SU 
RELACiÓN CON lA CALIDAD DE SUEÑO 
T E S I S 
QUE PARA OBTENER El TíTULO DE: 
LICENCIADA EN PSICOLOGíA 
PRESENTA: 
OANIELA OEYANIRA GUARNEROS RONIGER 
DIRECTORA: Dra. Maria Dolores Rodriguez Orliz 
REVISORA: Lic. Maura Jazmin Ramirez Flores 
MÉXICO, O.F. 
SINODALES: 
MIra. Verónica Ma. Del C. Alcalá Herrera 
MIra. Irma Zaldivar Marlinez 
Lic. Karina Simón Arcea 
Abril 2010 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
2 
 
Agradecimientos 
 
A papá y mamá 
a quienes debo mis logros. 
 
 
A mi hermano 
por su cariño y apoyo. 
 
 
Al sínodo de este trabajo 
por sus valiosos comentarios y aportaciones. 
 
 
A mis amigos 
por sus porras y empujones. 
 
1 
 
 
ÍNDICE 
RESUMEN 5 
CAPÍTULO I: ANTECEDENTES 6 
1. SUEÑO 7 
 1.1 Calidad de sueño 10 
 1.2 Alteraciones del sueño 13 
2. ESTRÉS 16 
 2.1 Modelos conceptuales de estrés 20 
3. PSICOFISIOLOGÍA Y EVALUACIÓN PSICOFISIOLÓGICA 22 
 3.1 Fases de la evaluación psicofisiológica 25 
 3.2 Sistemas de clasificación del registro psicofisiológico 26 
 3.3 Actividad muscular 31 
 3.4 Temperatura periférica 34 
 3.5 Actividad eléctrica de la piel 36 
4. PSICOFISIOLOGÍA DEL ESTRÉS 38 
CAPÍTULO II: METODOLOGÍA 45 
5. JUSTIFICACIÓN 46 
6. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 47 
7. PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN 47 
8. MÉTODO 48 
 8.1 Objetivos 48 
 8.2 Hipótesis 48 
 8.3 Definición de variables 49 
 8.4 Diseño 50 
 8.5 Tipo de estudio 50 
 8.6 Muestra 50 
 8.7 Participantes 50 
 8.8 Instrumentos 52 
 8.9 Aparatos 54 
 8.10 Materiales 54 
 8.11 Procedimiento 55 
 8.12 Análisis estadístico 57 
CAPÍTULO III: RESULTADOS 59 
CAPÍTULO IV: DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 71 
2 
 
REFERENCIAS 83 
ANEXOS 91 
 
 
3 
 
 
5 
 
RESUMEN 
La calidad de sueño se considera un factor fundamental para mantener la salud, así como 
un elemento que propicia una buena calidad de vida. Por su parte el estrés se ha definido 
como una consecuencia psicofisiológica de cualquier suceso que desafíe la capacidad del 
organismo para enfrentar la sobrevivencia; se ha asociado con distintos tipos de 
alteraciones en la salud. Si bien diferentes estudios han contemplado la incidencia del 
estrés cuando disminuye la calidad de sueño, poco se ha explorado sobre la respuesta 
psicofisiológica al estrés y su relación con la calidad de sueño. El objetivo de este estudio 
fue determinar si existen diferencias en la respuesta psicofisiológica al estrés en 
participantes con buena calidad de sueño y participantes con mala calidad de sueño. Se 
evaluó la temperatura periférica, la conductancia eléctrica de la piel y la electromiografía 
del músculo trapecio, así como la calidad de sueño con el Índice de Calidad de Sueño de 
Pittsburgh en 27 voluntarios sanos, 8 con buena calidad de sueño y 19 con mala calidad 
de sueño, con una edad promedio de 23.07. No se observaron diferencias 
estadísticamente significativas en la respuesta psicofisiológica al estrés entre los 
participantes de ambos grupos; sin embargo, el análisis descriptivo muestra una mayor 
reactividad psicofisiológica al estrés en participantes con mala calidad de sueño, aunque 
siempre dentro del rango de sujetos sanos con un arousal moderado. La fase de línea 
base, muestra una ligera menor actividad psicofisiológica en los participantes que 
presentan mala calidad de sueño, lo que indica que esta condición no afecta la respuesta 
psicofisiológica tónica, aunque podría disminuir de forma significativa en pacientes con 
somnolencia diurna. Un estudio con pacientes insomnes podría esclarecer el panorama. 
 
6 
 
 
6 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO I: ANTECEDENTES 
 
 
 
7 
 
1. SUEÑO 
El sueño es un estado fisiológico activo y rítmico que aparece cada 24 horas en 
alternancia con otro estado de conciencia básico que es la vigilia. Ejerce un gran impacto 
en la vida de las personas. Sus efectos no se limitan al propio organismo (necesidad de 
restauración neurológica) sino que afectan al desarrollo y funcionamiento normal de un 
individuo en la sociedad (Sierra, Jiménez-Navarro y Martín-Ortíz, 2002). El sueño es un 
estado activo con cambios hormonales, metabólicos, de temperatura y bioquímicos 
imprescindibles para el buen funcionamiento del ser humano durante el día (Pavlides y 
Winson, 1989). 
Existen varias explicaciones del porqué ocurre el sueño, en general se considera 
que funciona como una respuesta adaptativa o que proporciona un periodo de 
restauración. Puede ser un estado que resguarda al organismo del peligro o le permite 
conservar energía cuando las fuentes del medio son limitadas. Aún no se sabe con certeza 
cuál es su función principal (Ganon, 2004). 
Se han postulado una serie de ventajas que justificarían la persistencia del sueño 
a lo largo de la escala filogenética y que son consideradas algunas posibles funciones del 
sueño (Gelder, López-Ibor y Andreasen, 2003; Shapiro y Flanigan 1993): 
 Ahorro de energía. 
 Restauración y recuperación física y psicológica. 
 Modulación de emociones. 
 Regulación de la temperatura cerebral, ya que ésta aumenta durante la vigilia. 
 Consolidación de los recuerdos almacenados durante la vigilia (sueño MOR) 
8 
 
 Estimulación del desarrollo neuronal en las etapas iniciales de la vida (sueño 
MOR). 
En 1967, la Asociación para el Estudio Psicofisiológico del Sueño creó un 
comité de investigadores con el fin de diseñar un método estándar para medir las distintas 
fases del sueño. En 1968, auspiciado por la Universidad de California, Los Ángeles, se 
publica el “Manual de terminología estandarizada, técnicas y sistemas de monitorización 
de las fases del sueño en sujetos humanos”. Este manual estableció las bases de la 
división actual de las fases del sueño. Se basa en el registro del electroencefalograma 
(EEG), electromiograma (EMG) y electrooculograma (EOG). En base a estos parámetros 
neurofisiológicos se elaboró una división del sueño en dos fases, sueño con movimientos 
oculares rápidos (sueño MOR) y sueño no-MOR o sueño de ondas lentas (sueño SOL) 
(Rechtschaffen y Kales, 1968, en Ávila-Rodríguez, 2007). 
El EEG es un registro de la suma de la actividad postsináptica neuronal, 
principalmente de la corteza cerebral. Durante la vigilia, el EEG de una persona normal 
muestra dos patrones básicos de actividad: alfa y beta. La actividad alfa consiste en ondas 
regulares de frecuencia media (8-12 Hz). El cerebro produce esta actividad cuando la 
persona está descansando tranquilamente, sin estar particularmente activada o excitada y 
sin estar ocupada en una actividad mental que requiera esfuerzo. Aunque en algunas 
ocasiones las ondas alfa aparecen cuando una persona se halla con los ojos abiertos, son 
mucho más frecuentes cuando los ojos están cerrados. El otro tipo de patrón EEG de 
vigilia, la actividad beta, consiste en ondas irregulares de 13-30 Hz, en su mayor parte de 
baja amplitud. Esta actividad ocurre cuando la persona está alerta y atenta a los 
acontecimientos de entorno o cuando está pensando activamente (Carlson 1999). 
9 
 
El sueño no es uniforme, como ya se mencionó, se organiza en dos etapas: MOR 
y no-MOR. El sueño no-MOR es la primera etapay se divide en tres fases, cada uno con 
características particulares: 
 Fase 1: Actividad Theta (3.5-7.5 Hz). Este estadio es en realidad una transición 
entre el sueño y la vigilia. 
 Fase 2: Aquí el EEG es generalmente irregular pero contiene periodos de 
actividad theta, husos de sueño y complejos K. Los husos de sueño son pequeñas 
ráfagas de ondas de 12-14 Hz, que ocurren de dos a cinco veces por minuto. Los 
complejos K son ondas repentinas, de forma puntiaguda. Ocurren 
espontáneamente a una tasa aproximada de uno por minuto, pero a menudo 
pueden ser producidos por los ruidos, sobre todo si es inesperado. 
 Fase de ondas lentas: Aparición de actividad Delta (menos de 3.5 Hz) de alta 
amplitud (Moorcroft, 2003). 
El sueño no-MOR representa el 75-80% del tiempo de sueño del adulto, además 
de las ondas lentas en el EEG, los músculos se relajan y hay actividad parasimpática: la 
frecuencia cardiaca y la presión arterial disminuyen, mientras que la actividad 
gastrointestinal aumenta. 
Cuando comienza el sueño MOR, el EEG repentinamente se desincroniza en su 
mayor parte, con algunas ondas theta muy similares a las registradas durante el estadio 1, 
y hay presencia de actividad beta, por lo que se le denominó en primera instancia sueño 
paradójico (Carlson, 1999). Esta etapa se distingue por la desincronización del EEG, por 
el movimiento rápido de los ojos y por una pérdida del tono muscular en todo el cuerpo, 
excepto en los músculos oculares, oído medio y de la respiración. Se presenta también 
10 
 
una incapacidad para regular la temperatura corporal y se incrementa el umbral para 
responder o reaccionar a estímulos externos. El sueño MOR ocupa del 20 al 25% del 
tiempo total del sueño y comienza aproximadamente 90 minutos después del 
establecimiento del sueño y 45 minutos después del estadio 4 (Dorasco-Valdez, 2005 en 
Medina Arellano, 2008). 
Al patrón que presentan las diferentes etapas en el transcurso de la noche se le 
denomina arquitectura del sueño. El adulto normal alterna periodos de sueño no-MOR y 
MOR a intervalos regulares. Los cuatro estadios del sueño no-MOR ocurren durante un 
periodo de 30 a 45 minutos, a continuación se regresa al estadio II y se continúa con el 
sueño MOR. El primer sueño MOR aparece a los 90 minutos aproximadamente y tiene 
una duración corta. El ciclo de sueño que va de un sueño MOR a otro se repite 4 o 5 
veces durante la noche. En los dos primeros ciclos de la noche predomina el sueño de 
ondas lentas, al final el sueño MOR (Carlson 1999 y Dorasco-Valdez, 2005 en Medina 
Arellano, 2008) 
La naturaleza cíclica del sueño MOR parece estar controlada por un “reloj” 
cerebral que también regula un ciclo de actividad que continúa durante la vigilia, este 
ciclo fue llamado Ciclo Básico de Reposo Actividad (BRAC) por Kleitman (Carlson 
1999). 
 
1.1 CALIDAD DE SUEÑO 
La calidad de sueño representa un fenómeno difícil de definir y medir objetivamente, se 
sabe que este constructo incluye aspectos cuantitativos del sueño tales como la duración, 
la latencia o el número de despertares nocturnos, y aspectos cualitativos puramente 
11 
 
subjetivos, como la profundidad del sueño o la capacidad de reparación del mismo. Los 
elementos exactos que componen la calidad de sueño y su importancia relativa varían 
según los individuos. (Buysse, Reynolds, Monk, Berman y Kupfer, 1989). 
El registro polisomnográfico provee de información precisa de los índices 
fisiológicos de la calidad de sueño, y aunque esta técnica es considerada como el estándar 
de oro para el diagnóstico de los trastornos del sueño, es costosa y requiere de mucho 
tiempo para evaluar y analizar los datos (American Sleep Disorders Asosiation, 1995). 
Otro método objetivo es la evaluación del ciclo sueño-vigilia con actígrafo. Además, 
existen métodos de auto-reporte como diarios de sueño, bitácoras de sueño y 
cuestionarios de sueño, los cuales evalúan de forma subjetiva la calidad de sueño 
experimentada por el sujeto. Estos métodos subjetivos intentan medir tanto los aspectos 
cuantitativos del sueño como los aspectos cualitativos y son fáciles de administrar, no son 
costosos y tienen un amplio grado de aplicación (Yi, Shin y Shin, 2006 en Chartier-
Kastler y Davidson 2007). 
A lo largo del tiempo se han desarrollado diferentes cuestionarios que tienen 
como objetivo evaluar la calidad de sueño, como son la escala Epworth de Somnolencia, 
o Epworth Sleepiness Scale (EES), este cuestionario fue diseñado para evaluar la 
somnolencia diurna de forma simple y estandarizada; el Cuestionario de Trastornos del 
sueño o The Sleep Disorders Questionnaire (SDQ) que consiste en 175 ítems y es útil 
cuando se ha confirmado que existe un trastorno del sueño en el paciente; el Cuestionario 
Leeds de Evaluación del Sueño o Leeds Sleep Evaluation (LSEQ), el cual contiene 10 
preguntas relacionadas con aspectos del sueño y de la conducta de despertar; para evaluar 
los problemas de sueño en población alemana, se ha utilizado la Lista de Experiencias 
12 
 
Sueño Vigilia o Sleep Wake Experience List (SWEL) (Chartier-Kastler y Davidson, 
2007); entre otros cuestionarios de evaluación del sueño, como es la Escala Atenas de 
Insomnio, traducida al español por Nenclares Portocarrero y Jiménez-Genchi (2005). 
Aunque existen varios cuestionarios que son útiles para evaluar la calidad de 
sueño, comparten muchas limitaciones, por ejemplo, pocos de ellos usan intervalos 
específicos de tiempo para la evaluación del sueño. En contraste, el Índice de Calidad de 
sueño de Pittsburg (ICSP) o Pittsburg Sleep Quality Index (PSQI) ha sido ampliamente 
usado para medir la calidad de sueño en un intervalo de un mes, lo cual es clínica y 
científicamente útil (Chartier-Kastler y Davidson, 2007, Escobar-Córdoba y Eslava-
Schmalbach, 2005). En el presente estudio se hace una evaluación de la calidad del 
sueño, a través del ICSP, el cual mide los siguientes componentes del sueño: calidad 
subjetiva, latencia, duración, eficiencia habitual, perturbaciones, uso de medicina 
hipnótica, y disfunción diurna. 
Cuando hay una mala calidad de sueño, se presentan diferentes alteraciones, 
como fallas en los procesos de atención y percepción, falta de interés, errores de memoria 
e irritabilidad, llevando al sujeto afectado hacia un estado de ansiedad o estrés, con 
alteración y modificación de las funciones cerebrales superiores o cognoscitivas, de tal 
manera que se altera su capacidad para realizar eficazmente las actividades de la vida 
cotidiana. Con esto se entiende que el sueño y la vigilia guardan una estrecha relación y 
ambos son indispensables no sólo para la supervivencia del ser humano, sino para una 
buena calidad de vida al favorecer un saludable estado físico y mental (Del Río Portilla, 
2006). 
13 
 
Diferentes estudios han relacionado al estrés con la calidad de sueño (Brummet 
et al., 2007; Cui, Suemarr, Li, Araki, 2008; Chung y Tang, 2006; Fortunato y Harsh, 
2006; Fuchs y Flügge, 2002; Kageyama et al., 1998; Vgontzas et al., 1998;), y han 
encontrado que existe una estrecha relación entre ambos acontecimientos; sin embargo, 
en la revisión que hacen Cui et al. en 2008, mencionan que, en la evaluación objetiva del 
sueño, los cambios que se presenten en éste, varían de acuerdo al tipo de estrés al que 
esté sometido el organismo. Totenberg y Arshavsky (en Del Río Portilla, 2006) 
consideran que los cambios en el sueño no son producidos por el estrés, sino por el tipo 
de reacción conductual ante el estrés emocional, o sea, que las conductas que incluyen 
componentes de actividad de búsqueda dirigidas a cambiar la situación, están 
acompañadas por una reducción del tiempo en sueño MOR, mientras al renunciar a la 
búsqueda (evitación pasiva) hay un incremento en los requerimientos del sueño MOR. En 
ninguno de estos estudios se ha evaluado la respuesta psicofisiológica al estrés y por lo 
tanto, no se ha relacionadoésta respuesta con la calidad subjetiva de sueño. 
 
1.2 ALTERACIONES DEL SUEÑO 
Las alteraciones del sueño son muy frecuentes en la población en general; muestras de 
pacientes externos que visitan centros de atención primaria indican que la prevalencia de 
disturbios del sueño varía entre 25 y 45%. La mayoría de las personas que padecen algún 
disturbio del sueño lo perciben como moderado o leve, sin embargo son lo 
suficientemente importantes como para afectar la calidad de vida en general (Blanco, 
Kriguer, Pérez LLoret y Cardinali, 2003). Estudios epidemiológicos en nuestro país, 
muestran que alrededor del 30% de la población padece déficit del sueño, mientras que 
14 
 
casi el 9% tiene dificultades para conciliar el sueño (Haro-García, Sánchez, Juarez y 
Larios, 2007). La gravedad de estos datos radica en que la población en general ignora las 
consecuencias de la privación del sueño o de la modificación de los ritmos biológicos 
(Torbjorn, 1995). 
Se ha demostrado que el sueño es vital para un adecuado funcionamiento físico 
y mental. La restauración que ofrece el sueño es importante para todos los individuos 
independientemente del sexo, raza y edad. Las alteraciones del sueño se han asociado a 
una disminución de las funciones cognitivas, psicológicas y físicas; así como a la 
incapacidad de sentir placer ante diferentes actividades sociales. Esto repercute en una 
rápida disminución de la calidad de vida con un agudo impacto en la habilidad para ser 
funcional y sentir satisfacción en la vida (Mystakidou et al., 2007). La falta de sueño se 
asocia con fatiga diurna, deterioro en el funcionamiento cognitivo, disturbios 
emocionales, aumento en tasas de infección, depresión, deterioro en la productividad 
laboral (Chartier-Kastler y Davidson, 2007), sensación de malestar general, dificultad 
para la atención, concentración o memoria, cambios en el rendimiento sociolaboral, 
alteraciones del ánimo, somnolencia, disminución de la energía, motivación o iniciativa y 
propensión para cometer errores en el trabajo o en la conducción de vehículos (Pérez-
Larraya, 2007). Además, la falta de sueño es un predictor para accidentes de tráfico y 
tiene consecuencias perjudiciales en diferentes sistemas corporales; así también, los 
problemas en la calidad de sueño han estado asociados con un decremento del 
funcionamiento inmune y con un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares 
y diabetes (Asplund, 2005). 
15 
 
Lo anterior indica que las alteraciones del sueño tienen consecuencias negativas 
para la salud, el funcionamiento del paciente y en la calidad de vida en general, por esta 
razón es importante mejorar la calidad de sueño de los pacientes, lo cual tendría 
repercusiones positivas en los niveles de energía-vitalidad y en la calidad de vida 
(Chartier-Kastler y Davidson, 2007). 
El diagnóstico y tratamiento de las diferentes alteraciones del sueño deben ser 
considerados como materia de interés público (Blanco et al., 2003). Por un lado varias 
enfermedades tienen como correlato alguna alteración del sueño. Este es el caso de 
enfermedades psiquiátricas como la ansiedad o depresión por estrés postraumático, 
trastornos neurológicos, incluso el riesgo de infarto es mayor en personas con mala 
calidad de sueño debida a apnea del sueño (Blanco et al, 2003). 
La mala calidad de sueño y los trastornos del sueño, según estadísticas al 
respecto, son más habituales de lo que sería deseable (Prieto-Rincón et al, 2006). En 
Latinoamerica, Blanco et al. (2003), encontraron que un 23% de la población reporta 
tener diferentes problemas asociados al sueño casi todas las noches. De estas personas, el 
74% considera su desorden como leve y no les causa preocupación, y sólo el 31% busca 
ayuda médica. En este estudio, no se encontraron diferencias de estado civil, género, 
ocupación y nivel socioeconómico entre los sujetos que no tenían disturbio del sueño y 
los que sí; sin embargo, la proporción de pacientes que presentaba algún otro trastorno no 
relacionado al sueño es mayor en el grupo de personas con disturbios crónicos del sueño 
comparado con el grupo con disturbios ocasionales o con el grupo sin disturbios (36, 21 y 
15% respectivamente). 
16 
 
En este mismo estudio, se encontró que, entre las estrategias que los sujetos 
empleaban para lidiar con sus problemas de sueño, las más recurrentes fueron estrategias 
conductuales (44%), estrategias no farmacéuticas (17%) y estrategias farmacéuticas 
(10%). La razón más frecuente, citada por los pacientes, para no emplear fármacos 
preescritos fue el miedo a volverse adicto a la medicación, también se mencionaron el 
hecho de considerar que su problema de sueño no era tan serio y miedo a sentirse 
somnoliento o cansado al día siguiente (Blanco et al, 2003). 
 
2. ESTRÉS 
El término estrés se ha convertido en un vocablo habitual de nuestra sociedad actual. 
Situaciones que hace unas pocas décadas se habrían explicado aludiendo a expresiones 
como “estar nervioso”, “estar triste”, e incluso “ser incompetente”, en nuestros días, 
frecuentemente se engloban bajo la expresión “estar estresado”. Se trata, pues, de un 
término complejo, extremadamente vigente e interesante, que genera, además, una gran 
curiosidad. Curiosidad que, en la población general, se ha visto alimentada por los 
sucesivos descubrimientos que han ido aportando ciencias, aparentemente tan diversas 
como la psicología y las diferentes especialidades biomédicas (Sandi, Venero, Cordero, 
2001). 
La palabra estrés tiene un origen románico, deriva del latín stringere que 
significa “provocar tensión” y proviene del francés antiguo destresse (s.XII-XVI), 
término que se utilizaba para denotar la condición de ser colocado bajo estrechez u 
opresión. A partir de aquí se utilizó en inglés, derivando en distress; para, posteriormente, 
terminar en stress, de donde se tradujo al español como estrés (Folkman y Lazarus 1986). 
17 
 
El término, en su acepción científica, proviene del campo de la física, en el cual 
se utilizó de manera sistemática a finales del siglo XIX (Folkman y Lazarus, 1991), para 
denotar fuerzas que se aplican a un objeto y que lo llevan hasta un punto de ruptura o 
desintegración (Casullo, 1998). 
El empleo actual de este término se origina en los estudios de Hans Selye (1976, 
citado en Folkman y Lazarus, 1986), endocrinólogo de la Universidad de Montreal, quien 
tras unas investigaciones en las cuales pretendía descubrir una nueva hormona, encontró 
que una gran cantidad de estímulos resultaban nocivos para el tejido vivo, lo cual se 
manifestaba en una serie de respuestas no específicas a cuyo conjunto propuso llamar 
Síndrome General de Adaptación. 
En las grandes ciudades los niveles de estrés son mayores que en las ciudades 
pequeñas y con poca población, este aumento en el estrés genera diferentes problemas 
psicosomáticos en la población. Siendo la Ciudad de México la segunda ciudad más 
poblada del mundo según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para 
el 2007, y la tercera según estimaciones del sitio en internet “citypopulation.com” para el 
2009, se debe prestar especial atención a las repercusiones que tiene el estrés en la vida 
diaria de sus habitantes. 
Selye en 1956 (en deCatanzaro, 2001) definió al estrés como una consecuencia 
psicofisiológica de cualquier suceso que desafía la capacidad del organismo para 
enfrentar la sobrevivencia, citando la respuesta endocrinológica estereotipada para 
diversos estímulos. Selye reconoció que los estímulos no sólo son desagradables, sino 
que también existen estímulos positivos afectivos que causan estrés. Así, el estrés 
también puede ser llamado eustrés o distrés. Se llama eustrés cuando se hace alusión a la 
18 
 
adecuada activación necesaria para culminar con éxito una determinada prueba (“buen 
estrés”); y distrés cuando se refiere a las consecuencias perjudiciales deuna excesiva 
activación psicofisiológica (“mal estrés”); sin embargo el cuerpo experimenta en la 
práctica las mismas respuestas inespecíficas a los diversos estímulos positivos o 
negativos que actúan sobre él (Gutierrez, 1998). 
Siguiendo la lógica de Selye se puede definir al estrés en términos de respuestas 
fisiológicas medibles y a los estresores como estímulos que provocan tales respuestas 
(deCatanzaro, 2001). 
El estrés se ha podido asociar con distintos tipos de alteraciones en la salud de 
los individuos, que frecuentemente se traducen en una mayor vulnerabilidad al desarrollo 
de diferentes enfermedades. Algo que sucede particularmente cuando el estrés se 
experimenta de forma prolongada. Los resultados obtenidos a partir de estudios 
biomédicos, que han aportado pruebas a favor de dicha relación (estrés-vulnerabilidad a 
la enfermedad), han generado una visión del estrés como sinónimo de “patología” (Sandi 
et al., 2001). 
Cannon en 1915 y Selye en 1936 (en deCatanzaro, 2001) describieron los 
mecanismos generales que son el fundamento del estrés. Como ya se mencionó, Selye 
bosquejó un proceso de tres etapas a las que llamó síndrome general de adaptación (SAG 
por sus siglas en inglés). La primera etapa del SAG es la emergencia o reacción de 
alarma de Cannon. Esto ocurre con las demandas inmediatas, en especial el peligro, y 
consiste en la excitación del sistema nervioso simpático y la liberación de catecolaminas 
de la médula adrenal. La liberación del estrés agudo o el descanso es acompañado de 
reflejos parasimpáticos que invierten las reacciones del estrés. La segunda etapa es una 
19 
 
respuesta al estrés crónico, y Selye la llamó estado de resistencia. Durante el estrés 
crónico, es la corteza adrenal en vez de la médula adrenal, la que tiene mayor 
importancia. La tercera etapa es el estado de agotamiento. El estrés intenso no puede 
persistir de manera indefinida sin un costo importante. Por último, si el estrés crónico es 
demasiado intenso para el aparato de confrontación del individuo, habrá fallo corporal, 
enfermedad y muerte (deCatanzaro, 2001). 
En las sociedades actuales existen muchas enfermedades frecuentes que están 
determinadas por factores que poco o nada tienen que ver con los agentes patógenos 
tradicionalmente considerados, como son virus, infecciones, traumatismos, entre otros; 
sino por otros más relacionados con la forma de vida y con el modo de comportarse de 
las personas. Son trastornos que están causados por el estilo de vida del individuo de 
manera global, es decir, incluyendo las características de su organismo y las reacciones 
de éste, su modo de percibir el mundo, las demandas ambientales a las hace frente, etc. 
(Palmero y Fernández-Abascal, 1998). 
En la actualidad, estos trastornos se denominan psicofisiológicos o 
psicosomáticos, ya que se caracterizan por la presencia de alteraciones fisiológicas y 
orgánicas en cuya aparición o desarrollo han influido factores psicológicos o 
conductuales. Así, las clasificaciones diagnósticas más actuales aceptan que los factores 
psicológicos pueden ejercer su influencia sobre cualquier condición física, y consideran 
que cualquier trastorno orgánico puede ser a su vez psicofisiológico; esta 
conceptualización aún se mantiene en el DSM-IV, en la que, bajo la denominación de 
Factores psicológicos que afectan a la condición médica general, se hace referencia a los 
factores psicológicos o conductuales que afectan adversamente a alguna condición 
20 
 
médica, definida ésta no sólo como estado físico con patología orgánica demostrable, 
sino también como alteración de un proceso fisiológico sin la concurrencia de patología 
orgánica o física (Palmero y Fernández-Abascal, 1998). 
Labrador en 1992 (en Palmero y Fernández-Abascal, 1998) menciona que de 
entre todos los factores psicológicos que inciden en el desarrollo de los trastornos 
psicofisiológicos tiene especial relevancia la respuesta de estrés, considerada como la 
respuesta inicial del organismo que lo prepara para hacer frente a demandas 
excepcionales del medio. 
El estrés aparece en los estudios epidemiológicos como uno de los factores 
comportamentales de riesgo de enfermedades tanto físicas como psicológicas. El estrés es 
un concepto típicamente psicofisiológico, ya que relaciona un proceso psicológico (la 
percepción de una situación como amenazante o desafiante) con una manifestación 
fisiológica (un patrón de activación somática, visceral y cortical) (Vila, 1996). 
 
2.1 MODELOS CONCEPTUALES DE ESTRÉS: 
Vila (1996) plantea tres modelos principales para el estudio del estrés: 
El modelo de estrés como respuesta plantea que el estrés es básicamente una 
característica interna del organismo, un estado de desequilibrio biológico provocado por 
determinadas situaciones amenazantes o desafiantes. Desde este modelo, el estrés está 
dentro del sujeto y no en el ambiente. El ambiente simplemente proporciona las 
condiciones para que se produzca la reacción de estrés. De esto son ejemplo las 
aportaciones de Cannon (la reacción de lucha o huida) y Selye (el síndrome general de 
adaptación) (Vila, 1996). 
21 
 
El modelo de estrés como estímulo entiende que el estrés es básicamente una 
característica externa del ambiente: el estímulo que provoca el desequilibrio biológico. 
Por consiguiente el estrés está fuera, no dentro del organismo. El organismo reacciona 
ante el estrés, no con estrés. Está forma de entender el estrés ha orientado su estudio hacia 
el análisis de las situaciones que provocan el desequilibrio: los estresores. Un estresor es 
aquel elemento que es capaz de hacer que un organismo despliegue la respuesta de estrés, 
puede estar constituido por una causa externa o por un agente interno (Sandi et al, 2001). 
La investigación del estrés desde este planteamiento se ha centrado en el análisis, 
clasificación y evaluación de los estresores. Existen diferentes criterios de clasificación 
de acuerdo a las características intrínsecas, contextuales o paramétricas de los sucesos 
estresantes; por ejemplo, puede ser clasificado según su naturaleza en estresor físico, 
biológico, psicológico o cognitivo y social (Sandi et al, 2001). Se ha demostrado en 
estudio previos (Moya-Albiol et al., 2001; Renaud y Blodin, 1997; Tulen, Moleman, van 
Steenis, Boomsma, 1989) que el Test de Palabras y Colores de Stroop es un buen estresor 
cognitivo. 
El modelo de estrés como transacción entre el estímulo y la respuesta defiende un 
planteamiento interactivo entre la situación y el organismo, interacción que se asume 
mediada por procesos cognitivos relacionados con la evaluación psicológica de la 
situación y de la respuesta que el organismo da, o puede dar ante esta situación (Lazarus 
y Folkman, 1984; en Vila, 1996). El término transaccional hace referencia precisamente a 
esa interacción dinámica de carácter cambiante y bidireccional entre la persona y su 
entorno. Desde este planteamiento es posible analizar de forma integrada los estímulos, 
las respuestas y los mediadores entre los estímulos y las respuestas, así como la posible 
22 
 
presencia de factores moduladores de la respuesta de estrés tanto de tipo biológico como 
de tipo psicológico y social (Vila, 1996). 
Como ya se mencionó anteriormente, el estrés desencadena una serie de 
respuestas fisiológicas, las cuáles pueden ser estudiadas a través de la evaluación 
psicofisiológica. 
 
3. PSICOFISIOLOGÍA Y EVALUACIÓN PSICOFISIOLÓGICA 
La psicofisiología es la disciplina científica que estudia las relaciones entre los aspectos 
fisiológicos y psicológicos de la conducta. El objeto de estudio de la psicofisiología es la 
conducta, los procesos psicológicos, y esto se realiza mediante el registro y medición de 
los cambios fisiológicos. Esta característica sitúa a la psicofisiología como una disciplina 
típicamente psicológica. A su vez permite diferenciar la psicofisiologíade otra disciplina 
que también se interesa por las relaciones entre lo psicológico y lo fisiológico: la 
psicología fisiológica; la cual se centra en el estudio de los sustratos fisiológicos que 
controlan a la conducta, es decir, sus bases biológicas. Su objeto principal de estudio es lo 
biológico no lo psicológico (Vila, 1996). 
Una de las características de la psicofisiología ha sido su constante preocupación 
por estudiar la conducta humana, tanto normal como anormal, utilizando técnicas no 
invasivas de registro fisiológico en el contexto de manipulaciones experimentales 
estrictamente psicológicas. El supuesto básico de la psicofisiología es que los procesos 
psicológicos humanos de la percepción, la atención, el pensamiento, la motivación y la 
emoción se reflejan en los cambios fisiológicos eferentes, además de reflejarse en los 
propios cambios cerebrales (Simón y Amenedo, 2001). 
23 
 
Lo que interesa en la evaluación psicofisiológica es la respuesta fisiológica ante 
situaciones específicas que permitan conocer el grado en que la persona se ajusta o no a 
las demandas ambientales. Tal objetivo puede cubrirse de dos formas radicalmente 
distintas. Por un lado, están los registros estáticos realizados en la propia clínica, 
utilizando condiciones análogas o tareas de laboratorio. Y por otra parte, están los 
registros de la actividad fisiológica realizada en el entorno natural del propio paciente 
(Simon y Amenedo, 2001; Scarpa y Raine, 1997). 
Las respuestas fisiológicas de una persona se pueden describir en función de las 
demandas de los estímulos o situaciones que las desencadenan, de las predisposiciones de 
esa persona para responder, o de la interacción entre ambas (Simon y Amenedo, 2001). 
La evaluación psicofisiológica no es la medición de diferentes actividades 
fisiológicas sin más, realizadas de modo independiente de las condiciones y situaciones 
en las que se encuentra la persona a la que se realizan tales medidas, como ocurre en 
otros campos, ni es el estudio de los efectos psicológicos que conlleva determinada 
actividad fisiológica. La evaluación psicofisiológica es un proceso de evaluación 
situacional, en el que una parte muy importante del proceso son precisamente esas 
condiciones que debemos crear para una correcta interpretación de los cambios, para 
conocer de qué son consecuencia, es decir, de qué tipo de comportamiento son correlatos. 
Así pues, frente a una medida asituacional o “casual”, la evaluación psicofisiológica 
pretende establecer una relación entre factores psicológicos y respuestas fisiológicas, que 
necesariamente deberá tener una clara referencia a las condiciones evocadoras de las 
citadas respuestas (Simón y Amenedo, 2001). 
24 
 
En conclusión, podemos establecer que la evaluación psicofisiológica es una 
técnica de evaluación orientada a la observación de los cambios que se producen en la 
actividad fisiológica de una persona, como consecuencia de una actividad psicológica, y 
que nos proporciona una información que se integra en el conjunto de datos que 
conforman la evaluación conductual (Simón y Amenedo, 2001). 
El objetivo primordial de la evaluación psicofisiológica es detectar desviaciones 
en algún parámetro psicofisiológico, que se asocie de manera fiable e inequívoca con un 
desorden clínico o de la salud en concreto (Simón y Amenedo, 2001). 
La psicofisiología tiene tres aspectos metodológicos fundamentales derivados 
directamente de su objeto de estudio: 
1. Tipo de variables dependiente-independiente: la psicofisiología crea cambios 
directamente en la conducta, a través de la manipulación de las condiciones 
ambientales y registra los cambios fisiológicos que se producen. De esta 
forma, las condiciones ambientales, y por tanto la conducta son consideradas 
como variables independientes, y los cambios fisiológicos variables 
independientes. 
2. Tipo de sujetos: la psicofisiología utiliza fundamentalmente sujetos humanos, 
ya que su manipulación se limita a la presentación de estímulos o a la 
realización de tareas determinadas. 
3. Carácter no invasivo: la psicofisiología registra los cambios fisiológicos de 
forma no invasiva, esto es, desde la superficie del cuerpo y sin interferir con la 
conducta que está realizando el sujeto (Vila, 1996). 
25 
 
Dentro de un mismo sistema fisiológico de respuesta, la actividad que se estudia 
en psicofisiología puede manifestarse de distintas formas, por lo que se deben de conocer 
y tener en cuenta al analizar e interpretar todo el registro psicofisiológico. El nivel de 
actividad que se capta antes de un estímulo determinado y conocido se denomina 
actividad tónica. Las respuestas a estímulos concretos, es decir, respuestas discretas 
provocadas por la estimulación, se denominan actividad fásica. La actividad espontánea 
o inespecífica es semejante a la actividad fásica cuando se observa en un registro, pero se 
produce de forma no contingente a ningún estímulo conocido (Simón y Amenedo, 2001). 
Las medidas fisiológicas se convierten en índices psicofisiológicos cuando se 
conoce el contexto experimental en el que se han obtenido. Dicho contexto hace 
referencia fundamental a la tarea experimental que realiza el sujeto durante el registro. Se 
debe tener en cuenta dos aspectos: la secuencia temporal en la que se realiza el registro, 
la cual puede dividirse en fases o periodos; y la actividad psicológica que realiza el sujeto 
(Vila, 1996). 
 
3.1 FASES DE LA EVALUACIÓN PSICOFISIOLÓGICA 
Según Schwartz (2003) y Vila (1996), la evaluación psicofisiológica debe estar 
constituida por las siguientes fases o etapas: 
Adaptación o fase de estabilización: Esta fase le permite al sujeto ajustarse o adecuarse a 
condiciones novedosas en el laboratorio antes de presentar cualquier estímulo, 
incluso antes de brindar cualquier instrucción, ya sea de reposo o activación, ésta 
también permite que el participante se ajuste a la temperatura ambiente, lo cual 
resulta de mayor importancia si se piensa monitorear la temperatura periférica 
26 
 
del organismo. El objetivo de esta fase es conseguir la estabilización de la 
actividad fisiológica, generalmente alterada por el propio procedimiento de 
colocación de los sensores; se aconseja que este periodo tenga una duración 
entre 5 y 20 minutos (Shwartz, 2003; Vila, 1996). 
Fase de reposo: Es conveniente el uso de un periodo sentado con los ojos abiertos o 
cerrados, este periodo de registro debe realizarse al final de la fase de 
adaptación. El propósito de esta fase, también llamada de línea base, es observar 
y medir la actividad fisiológica pre-estímulo (Shwartz, 2003; Vila, 1996). 
Reactividad o fase de estimulación: Este periodo coincide con la presentación de los 
estímulos o realización de la tarea. En esta fase interesa medir respuestas 
específicas, esto es, cambios fásicos asociados a estímulos discretos (Vila, 
1996). 
Periodo de adaptación postestimulacion o fase de recuperación postestresor: se refiere a 
la actividad fisiológica que ocurre después de haber presentado un estímulo 
(Shwartz, 2003). 
 
3.2 SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DEL REGISTRO PSICOFISIOLÓGICO 
Las técnicas del registro psicofisiológico se clasifican en función del tipo de actividad 
fisiológica registrada y del tipo de mecanismo de control neurofisiológico subyacente. 
Prácticamente abarcan la totalidad de respuestas fisiológicas del organismo bajo control 
directo o indirecto del sistema nervioso. La clasificación responde a la organización 
estructural y funcional de este sistema (Vila, 1996). 
27 
 
Desde el punto de vista estructural, el sistema nervioso humano se divide en dos 
grandes subsistemas: el Sistema Nervioso Central (SNC) y el Sistema Nervioso 
Periférico. El primero incluye el cerebro, el tronco cerebral, el cerebelo y la médula 
espinal. El segundo incluye el resto de las vías nerviosas situadas fuera de este conjunto y 
se subdivide enel Sistema Nervioso Somático-Sensorial y el Sistema Nervioso 
Autónomo (SNA) (Vila, 1996). 
El Sistema Nervioso Somático-Sensorial está formado por los nervios aferentes 
(que van hacia el SNC), correspondientes a los receptores sensoriales, y los nervios 
eferentes (que proceden del SNC) que corresponden a los receptores motores. Mientras 
que el SNA está formado por los nervios aferentes y eferentes de los órganos internos, 
como son vísceras, músculos lisos y glándulas (Appenzeller, 1990; Jordan, 1997; Vila, 
1996). 
La función del sistema nervioso somático es controlar la actividad de los 
músculos estriados o voluntarios, responsables directos de la actividad esquelético-
motora. La función del SNA es la regulación de la actividad de la musculatura lisa y de 
las glándulas (Vila, 1996). El control de las funciones viscerales del organismo, como la 
tasa cardíaca, la presión arterial, la frecuencia respiratoria, etc., es regulado, básicamente 
de forma no consciente por el sistema nervioso autónomo. Este sistema está compuesto 
por tres ramas: simpática, parasimpática y entérica. Las ramas simpática y parasimpática 
inervan todo tipo de glándulas y vísceras, así como la musculatura lisa de todos los 
órganos del cuerpo. El sistema nervioso entérico regula la actividad del tracto intestinal, 
el páncreas y la vesícula biliar, y también está regulado por la actividad simpática y 
parasimpática que recibe (Appenzeller, 1990; Robertson, 2004; Sandi et al., 2001). 
28 
 
La rama simpática cumple una función de movilización o gasto de energía 
(función catabólica), mientras la rama parasimpática, tiene como función la conservación 
o almacenamiento de energía, cumpliendo funciones anabólicas. Ambas ramas se 
complementan mutuamente con la finalidad de mantener el balance homeostático del 
organismo. En la Figura 1 se observan los órganos que son inervados por las ramas 
simpática y parasimpática del SNA. La mayoría de los órganos internos están inervados 
por ambas ramas, de esta forma, cuando hay un aumento en la actividad fisiológica de los 
órganos se puede deber a un incremento en la actividad de la rama simpática, o a una 
disminución de la actividad parasimpática, o a ambas; lo contrario ocurre cuando se 
produce un decremento en la actividad fisiológica de los órganos. Sin embargo, no todos 
los órganos están inervados por ambas ramas del SNA, por ejemplo, las glándulas ecrinas 
del sudor (responsables de la actividad electrodérmica), los vasos sanguíneos periféricos 
(responsables de la temperatura y la vasodilatación periférica) y las glándulas adrenales 
(responsables de la actividad neuroendocrina) son órganos que sólo están inervados por la 
rama simpática del SNA. Así, un incremento o disminución en su actividad fisiológica 
siempre refleja un incremento o disminución paralela a la actividad simpática (Day, 
1981; Robertson, 2004; Vila, 1996). 
De acuerdo a esta organización estructural y funcional, Simón y Amenedo 
(2001) proponen la clasificación de las respuestas de los sistemas fisiológicos en tres 
grandes categorías, las cuales se muestran en la Tabla 1. 
29 
 
29
FIGURA 1 
Sistema Nervioso Autónomo 
 
Figura 1: Acción de las ramas simpática y parasimpática del sistema nervioso autónomo sobre los órganos que inervan Tomado de 
www.virtual.unal.edu.co/.../nervioso/14.JPG 
30 
 
Tabla 1 
Sistemas fisiológicos de respuesta y señales objeto de registro 
Sistema Fisiológico Señales Registrables Forma de detección 
Somático Actividad electromiográfica Directa 
 Movimientos Corporales Físico-biológico 
 Actividad electrooculográfica Directa 
 Respiración Físico-biológico 
Sistema Nervioso Autónomo Índices de Arousal Derivada 
Cardiovascular Actividad electrocardiográfica Directa 
 Presión Arterial Físico-biológico 
 Volumen Sanguíneo Físico-biológico 
 Flujo Sanguíneo Transducida 
 Volumen del pulso Físico-biológico 
 Velocidad de la onda del pulso Derivada 
 Tiempo de tránsito del pulso Derivada 
 Consumo de oxígeno del corazón Derivada 
 Temperatura periférica Físico-biológico 
Cutáneo Actividad electrodérmica: 
 -Conductancia de la piel 
 
Transducida 
 -Resistencia de la piel Transducida 
 -Potencial de la piel Directa 
Genitourinario Actividad sexual: 
 -Act. plestismográfica del pene 
 
Físico-biológico 
 -Volumen sanguíneo de la vagina Físico-biológico 
Gástrico Motilidad estomacal Físico-biológico 
 pH estomacal Físico-biológico 
Sistema Nervioso Central Act. Electroenccefalográfica. Directa 
 Potenciales evocados Directa 
 Neuromagnetometría Transducida 
 
Tomado y modificado de Simón y Amenedo, 2001. Esta tabla muestra los tres sistemas 
fisiológicos, las señales que se pueden registrar en cada uno de estos sistemas y la forma de 
detección de dichas señales. 
31 
 
En esta tabla también se incluyen las señales objeto de registro, así como la forma 
en la que se detectan cada una de estas señales. La modalidad de detección directa se refiere 
a aquellas actividades fisiológicas que generan potenciales eléctricos y cuya captación es el 
objeto del registro; es, por tanto, una detección endosomática. La modalidad transducida se 
refiere a actividades fisiológicas que generan cabios en alguna otra magnitud eléctrica, lo 
que permite su transducción a potenciales eléctricos; es por tanto una medida exosomática. 
La modalidad físico-biológico comprende la captación de cambios físicos, que reflejan 
actividades biológicas. Por último, la modalidad derivada comprende detecciones estimadas 
a partir de varios parámetros a la vez. 
En el presente proyecto, se realiza el registro psicofisiológico de tres señales, una 
perteneciente al sistema nervioso somático y dos al sistema nervioso autónomo. La primera 
es la actividad muscular, registrada por electromiografía, la segunda es la temperatura 
periférica, y la tercera la conductancia de la piel. 
 
3.3 ACTIVIDAD MUSCULAR 
La actividad de los músculos esquelético-motores es la base fisiológica de la conducta 
externa, lo que los organismos hacen y puede ser observado públicamente, principal objeto 
de estudio de la psicología científica. En este sentido, el registro psicofisiológico de la 
actividad muscular proporciona una información complementaria, de carácter molecular e 
interno, de la conducta observable (Vila, 1996). 
El organismo cuenta con tres tipos de músculos: el músculo cardiaco (miocardio), 
los músculos lisos (también llamados involuntarios) y los músculos estriados o 
esqueléticos. La mayor parte de los músculos estriados tienen la función de mover el 
esqueleto, permitiendo así al organismo reaccionar en relación con el entorno en función de 
32 
 
las decisiones tomadas por el SNC. No obstante existen músculos estriados que no 
desplazan ningún hueso, como los que mueven los globos oculares, los que producen las 
expresiones faciales, los responsables de la respiración o los que controlan ciertos esfínteres 
del sistema gastrointestinal; por esta razón es mejor denominarlos músculos estriados y no 
esqueléticos (Carretié e Iglesias, 2000). 
Los músculos estriados reciben este nombre gracias a que sus células (también 
llamadas fibras) muestran una serie de bandas o estrías, en contraste con los músculos lisos, 
que carecen de ellas. En general, los músculos esqueléticos tienen forma alargada, y sus dos 
extremos se insertan en estructuras óseas por medio de los tendones (Carretié e Iglesias, 
2000). 
La actividad de los músculos estriados es la principal medida psicofisiológica del 
sistema nervioso somático, constituye la medida directa de la actividad eléctrica de los 
músculos esquelético-motores cuando se contraen y se relajan. La actividad eléctrica de 
estos músculos se registra directamente a través de la electromiografía (Vila, 1996). 
La actividad electromiográfica es la actividad eléctrica de las unidades motoras, 
constituida por una neurona motora, cuyo cuerpocelular se encuentra a nivel de la médula 
espinal, y las células o fibras musculares inervadas por las terminaciones axónicas de dicha 
neurona. Las fibras musculares no tienen actividad propia, su actividad depende totalmente 
de la actividad del sistema nervioso central y somático, cuyo último eslabón son las 
neuronas motoras que hacen contacto con las células del músculo (Vila, 1996). 
La unidad motora representa la etapa final de la transmisión de los impulsos 
nerviosos desde la corteza cerebral hasta la médula espinal, pasando por diferentes 
estructuras subcorticales. 
 
33 
 
Existen dos vías de descenso de los impulsos nervioso. La primera es el sistema 
piramidal. En este sistema, las vías nerviosas se originan principalmente en el giro 
precentral de la corteza, y cuando llegan a la médula se cruzan al lado opuesto de donde se 
han originado. Este sistema controla únicamente los movimientos musculares finos, como 
escribir y asir (Vila, 1996). La segunda vía es el sistema extrapiramidal, éste se origina 
principalmente en la región prefrontal de la corteza, desciende hasta la médula espinal a 
través de diferentes estructuras, pero sin pasar por la zona piramidal. Este sistema controla 
principalmente los movimientos musculares gruesos, como caminar, sentarse o practicar 
algún deporte (Vila, 1996). 
El registro electromiográfico capta la suma o la combinación de los potenciales de 
acción musculares producidos en un conjunto de fibras y registrado por un electrodo 
(Carretié e Iglesias, 2000); la depolarización y repolarización del músculo activo y/o de las 
células nerviosas, produce una onda de voltaje característica. El voltaje que aparece entre 
los sensores colocados sobre la piel es la suma algebraica de todos los potenciales de acción 
(voltajes) producidos cuando las fibras musculares se contraen y relajan cerca de los 
electrodos (Basmajian, 1989). 
El montaje electromiográfico suele ser bipolar, colocándose dos electrodos sobre 
el mismo músculo, y normalmente alineados de forma longitudinal, es decir, siguiendo la 
dirección de las fibras musculares. Al menos debe emplazarse un canal de registro y un 
electrodo adicional derivado a tierra. También es posible la utilización de montajes 
monopolares, colocando un electrodo sobre el músculo que nos interese estudiar (electrodo 
activo) y otro en una zona inactiva muscularmente. El montaje monopolar nos permite 
conocer la actividad absoluta de un músculo, mientras que el bipolar registra la diferencia 
de actividad entre dos zonas del mismo músculo (Carretié e Iglesias, 2000). 
34 
 
En cuanto a la amplitud, la señal EMG puede variar desde menos de un 
microvoltio hasta uno o dos milivoltios, y en cuanto a la frecuencia, ésta puede variar desde 
10Hz hasta 1kHz o más Carretié e Iglesias, 2000). 
Un aspecto importante del registro electromiográfico es la información que puede 
proporcionar sobre el nivel general de activación de un organismo. Un nivel muy alto de 
activación suele coincidir con un nivel muy alto de tensión o estrés, mientras que un nivel 
muy bajo de activación corresponde con el estado de relajación profunda o el sueño (Vila, 
1996). 
 
3.4 TEMPERATURA PERIFÉRICA 
La temperatura corporal es considerada como producción y pérdida de calor en el 
organismo. Se divide en dos: la central y la periférica. La temperatura central comprende la 
cavidad craneana, abdominal, pélvica y porciones profundas de masas musculares de las 
extremidades. En condiciones normales en el humano, se espera que la temperatura central 
esté en 37°C, con un rango de desviación de, aproximadamente, 1°C (en grados Farenheit 
sería de 96.8, a 100.4°F), según la edad, la hora del día en la que se toma y la vía para 
medirla. La temperatura periférica comprende a la piel, al tejido subcutáneo y a porciones 
superficiales de masas musculares; en condiciones normales se espera que oscile entre 85 y 
90°F, su equivalencia en grados Celcius es de 29.4 y 32.2° (Miranda, 2000; Castillero y 
Pérez, 2005). La primera se ha relacionado con cuestiones de salud-enfermedad y la 
segunda con situaciones emocionales y cognitivas. 
Usualmente, en los registros psicofisiológicos en los que se incluye la temperatura 
periférica, ésta es registrada y reportada en grados Farenheit, ya que la escala de medición 
es más pequeña, y por lo tanto se observan cambios más inmediatos. 
35 
 
La temperatura periférica es detectada por pequeños transductores llamados 
termistores. Estos termistores convierten las variaciones en la temperatura en pequeñas 
señales que son procesadas por el equipo de evaluación psicofisiológica. En una 
temperatura ambiente de 72-80ºF, la temperatura periférica de manos y pies es determinada 
principalmente por el torrente sanguíneo a través de las pequeñas arteriolas de la piel. El 
diámetro de estas pequeñas vesículas disminuye por el incremento de la actividad del 
sistema nervioso simpático. La disminución en la actividad del sistema nervioso simpático 
aumenta la vasoconstricción y, por lo tanto, baja la temperatura periférica. 
Se ha observado que la respuesta de estrés está acompañada por vasoconstricción 
(García, et al., 2004); por el contrario un estado de relajación produce vasodilatación 
(Miranda, 2000). Cuando el organismo detecta una situación estresante, de inmediato hay 
una respuesta metabólica, existiendo estimulación simpática e incrementando las funciones 
cardiacas y de los órganos vitales, como resultado el flujo sanguíneo se redirige de las 
extremidades hacia los órganos vitales para facilitar el incremento de la función corporal. 
La temperatura periférica medida en la palma de las manos puede variar de 59.9°F a 
98.9°F, con la siguiente interpretación psicológica en diferentes rangos (García et al., 
2004): 
 ≤79°F: Muy tenso. 
 80-84°F: Tenso. 
 85-90°F: Calmado. 
 91-95°F: Relajado. 
 >95°F: Muy relajado. 
La temperatura periférica tiende a cambiar de forma lenta, se ha encontrado que 
puede tener una tasa de cambio de hasta 4ºF por minuto (Basmajian, 2000). 
36 
 
 
3.5 ACTIVIDAD ELÉCTRICA DE LA PIEL 
Las bases biológicas de la actividad eléctrica de la piel se encuentran en la actividad de las 
glándulas ecrinas del sudor, las cuales se hallan distribuidas por toda la superficie del 
cuerpo y son sencillas estructuras tubulares con una parte secretora situada justo debajo de 
la dermis, y una parte final del conducto que se abre en un pequeño poro en la superficie de 
la epidermis; la parte secretora de las glándulas está inervada exclusivamente por fibras 
nerviosas simpáticas (Vila, 1996). 
La densidad de glándulas ecrinas es mayor en la palma de la mano que en el resto 
del cuerpo, por esta razón es recomendable hacer el registro de la actividad electrodérmica 
en esta zona (Vila, 1996). 
Freixa y Baqué (en Vila, 1996) proponen en 1993, los términos “actividad 
electrodérmica” y “electrodermografía”; el primero designa de manera global y genérica 
todas las manifestaciones de la piel, sin precisar el procedimiento de registro utilizado ni 
los componentes estudiados; la respuesta electrodérmica está mediada por la actividad de la 
rama simpática del sistema nervioso autónomo (Basmajian, 1989; Carretié 2000; Vila, 
1996). Un decremento en la resistencia eléctrica de la piel de un individuo indica arousal 
(Basmajian, 2000). La actividad electrodérmica ha demostrado ser una herramienta muy 
útil en la psicofisiología con extensa aplicabilidad. Los investigadores sociales y 
conductuales han encontrado que la actividad electrodérmica es usada para investigar 
estados generales de activación y alerta, también es útil para estudiar procesos atencionales 
y diferencias individuales (Cacioppo, Tassinary y Berntson, 2000). 
El segundo término, el de “electrodermografía”, designa a la vez el estudio de la 
actividad eléctrica de la piel y la técnica utilizada para registrarla. Desde el puntode vista 
37 
 
técnico existen dos procedimientos electrodermográficos generales para medir la actividad 
eléctrica de la piel: el endógeno y el exógeno. El endógeno registra la actividad eléctrica 
natural de las glándulas ecrinas mediante el uso de dos electrodos, por los que no pasa 
ninguna corriente eléctrica externa, en la forma de potenciel entre una zona donde hay 
actividad sudorípara y una zona donde no la hay; este procedimiento recibe la 
denominación de potencial dérmico. El procedimiento exógeno registra el valor de 
resistencia/impedancia o conductancia/admitancia de la piel ante el paso de una pequeña 
corriente externa (continua o alterna), aplicada a través de dos electrodos colocados 
generalmente en la falange media de los dedos índice y medio de la mano no dominante, 
particularmente cuando los sujetos deben ejecutar una tarea manual (Carretié, 2000). 
Dependiendo de si se utiliza corriente alterna o directa, y de que para el registro eléctrico se 
mantenga constante la intensidad de la corriente o el voltaje, este procedimiento da lugar a 
cuatro tipos diferentes de registro exógeno: 
 Resistencia dérmica: Corriente continua e intensidad constante 
 Conductancia dérmica: Corriente continua y voltaje constante 
 Impedancia dérmica: Corriente alterna e intensidad constante 
 Admitancia dérmica: Corriente alterna y voltaje constante 
Los procedimientos electrodermográficos más utilizados en psicofisiología son los 
de la resistencia y conductancia dérmica. Aunque parecen existir razones fisiológicas que 
aconsejan registrar directamente la conductancia y no la resistencia, la mayoría de los 
polígrafos sólo permiten el registro directo de la resistencia. En estos casos, y dado que 
existe una relación recíproca entre resistencia y conductancia, lo aconsejable es la 
transformación matemática de los datos de resistencia en conductancia con anterioridad a la 
38 
 
obtención de los parámetros de interés; como la conductancia y la resistencia son 
parámetros inversos, a mayor sudoración, menor resistencia y mayor conductancia y 
visceversa (Carretié, 2000; Vila, 1996). 
Las unidades de medida con la que se expresa la resistencia dérmica son los ohms, 
o megomhs (omhs x 106), el recíproco de la resistencia que es la conductancia se expresa en 
mhos o micromhos (mhos x 10-6). Si la resistencia de la piel se mide en la palma de la 
mano, entre dos dedos, con electrodos secos de 13mm de diámetro, un sujeto normal que no 
presenta aumento en la actividad del sistema nervioso simpático, puede presentar una 
resistencia eléctrica aproximada de 1megohm o una conductancia aproximada de 
1micromho. Un individuo que presenta un arouosal moderado tendrá una resistencia por 
encima de 0.2-0.1 megohm, correpondientes a una conductancia de 5-10 micromhos. Y 
finalmente, un sujeto que tiene un arousal alto, y por lo tanto altos grados de sudoración, 
puede presentar aproximadamente 0.04 megohms o 25 micromhos (Basmajian, 2000). 
 
4. PSICOFISIOLOGÍA DEL ESTRÉS 
El estrés consiste en respuestas conductuales, autónomas y endocrinas, los dos últimos 
componentes son los que pueden tener efectos adversos sobre la salud cuando la respuesta 
de estrés es sostenida. Durante la respuesta fisiológica al estrés, algunas de las señales 
pueden ser una fuerte sensación de esfuerzo, sudor y fatiga, un latido acelerado del corazón 
y un aumento de la presión sanguínea; las glándulas adrenales están liberando hormonas 
por el estrés en el torrente sanguíneo que son las que; en parte, causan estos cambios 
corporales (Romo-Maldonado, 2005). 
Cuando se agotan los recursos físicos, se necesita un tiempo para descansar y 
recuperarse, durante el cual se restablece el equilibrio fisiológico. Cuando se enfrenta un 
39 
 
entorno fisiológicamente perjudicial como el calor, el frío o el hambre también se presenta 
un desequilibrio (Romo-Maldonado, 2005). 
Como las situaciones amenazadoras generalmente requieren de actividad vigorosa, 
las respuestas autónomas y endócrinas que acompañan a esta actividad son de naturaleza 
catabólica; es decir, ayudan a movilizar las reservas energéticas del cuerpo. La rama 
simpática del SNA está activa y las glándulas suprarrenales secretan adrenalina, 
noradrenalina y hormonas esteroideas. La adrenalina afecta el metabolismo de la glucosa, 
haciendo que los nutrientes almacenados en los músculos estén disponibles para 
proporcionar la energía necesaria para un ejercicio vigoroso; y junto con la noradrenalina, 
aumenta el flujo sanguíneo de los músculos, incrementando la respuesta cardíaca y por lo 
tanto aumenta también la presión sanguínea, lo cual, con el tiempo, contribuye a las 
enfermedades cardiovasculares (Carlson, 1999). 
Algunas de las respuestas conductuales y fisiológicas producidas por estímulos 
aversivos parecen estar mediadas por neuronas noradrenérgicas: las situaciones estresantes 
aumentan la liberación de noradrenalina en el hipotálamo, la corteza frontal y el 
prosencéfalo basal lateral (Carlson, 1999). 
Otra hormona relacionada con el estrés es el cortisol (un esteroide secretado por la 
corteza suprarrenal). El cortisol es un glucocorticoide, y por lo tanto ayuda a degradar las 
proteínas y a convertirlas en glucosa, facilitando así que haya grasas disponibles como 
fuente de energía, que aumente el flujo sanguíneo y que se estimule la capacidad de 
respuesta conductual (Carlson, 1999). Se ha descrito que pacientes con niveles altos de 
cortisol duermen menos y presentan más despertares durante la noche, antes de recibir un 
reductor de esteroide suprarrenal (Del Río Portilla, 2006). 
40 
 
La secreción de glucocorticoides está controlada por neuronas del núcleo 
paraventricular del hipotálamo (NPV), cuyos axones terminan en la eminencia media, 
donde se localizan los capilares hipotalámicos de la vena porta que abastecen a la 
adenohipófisis. Las neuronas del NPV secretan un péptido denominado factor de liberación 
de corticotropina (CRF), el cual estimula a la adenohipófisi para que secrete la hormona 
adrenocorticotropa (ACTH). La ACTH entra en la circulación general y estimula a la 
corteza suprarrenal para que secrete glucocorticoides (Carlson, 1999). La administración de 
glucocorticoides induce una notable reducción de sueño MOR e incremento del sueño de 
ondas lentas; también se ha observado que al inyectar adrenocorticotropa se suprime el 
sueño MOR e incrementa la vigilia (Del Río Portilla, 2006). 
El CRF también se secreta en el encéfalo, donde actúa como neuromodulador, 
especialmente en regiones del sistema límbico involucradas en las respuestas emocionales, 
tales como la sustancia gris periacueductal, el locus coeruleus y el núcleo central de la 
amígdala. Los efectos conductuales producidos por una inyección de CRF en el encéfalo 
son similares a los producidos por las situaciones aversivas; por tanto, algunos elementos 
de la respuesta de estrés parecen estar producido por la liberación encefálica de CRF 
(Carlson, 1999). 
Se ha observado que existe un patrón circadiano de los niveles de cortisol y de 
adenocorticotropa en el plasma en seres humanos, ratas y monos, y se ha propuesto que 
esas fluctuaciones pueden estar relacionadas temporalmente con el ciclo sueño-vigilia. 
Tanto la adenocorticotropa, el cortisol y la corticotropina en plasma, presentan niveles 
bajos durante el inicio del sueño e incremento de los niveles plasmáticos cuando se inicia el 
periodo de actividad (Del Río Portilla, 2006). 
41 
 
Los efectos fisiológicos del estrés comprenden cada una de las reacciones 
corporales a las exigencias del medio. Éstas adaptan al cuerpo para que responda a los 
desafíos que enfrenta, haciendo que permanezca firme y devuelva los golpes, o impulsando 
al organismo a una retirada estratégica. Esta respuesta llamada “ataque o huida”, sucede a 
nivel del SNA. Es decir, no ocurre conscientemente a través del sistema nerviosocentral, es 
automática. Como las situaciones amenazadoras generalmente requieren de actividad 
vigorosa, las respuestas autonómicas y endocrinas que acompañan dicha actividad, 
generalmente son de naturaleza catabólica, es decir que ayudan a movilizar las reservas 
energéticas del cuerpo. La rama simpática del SNA está activa, y las glándulas 
suprarrenales secretan adrenalina, noradrenalina y hormonas esteroideas relacionadas con el 
estrés (Lüllmann, Mohr, Ziegler y Bieger, 2000; Robertson, 2005). Los cambios 
fisiológicos que se producen en la respuesta de estrés tienen un claro significado adaptativo, 
ya que ayudan a los organismos a la realización de un gran esfuerzo físico, eliminan las 
conductas que no son adaptativas ante una situación de amenaza y facilitan la evaluación de 
la situación, incrementando la alerta y la vigilancia, así como la toma de decisiones y la 
ejecución de soluciones ante dicha situación estresante (Sandi et al., 2001). 
Ante la percepción de un estímulo estresante, la primera reacción fisiológica del 
organismo, que ocurre en cuestión de segundos, es una reacción de alarma que se produce a 
través de la activación del sistema simpático (Sandi et al., 2001); esta respuesta es regulada 
por el hipotálamo, que es la estructura cerebral más relevante en el control del SNA, 
aunque también participan otras estructuras cerebrales como la corteza cerebral y 
entorrinal, el hipocampo, la amígdala, algunos núcleos talámicos, los ganglios basales y el 
cerebelo. Estas estructuras también participan en la regulación del SNA, aunque suelen 
ejercer su influencia a través del hipotálamo (Sandi et al., 2001). 
42 
 
Durante la respuesta de estrés, el hipotálamo integra la información procedente de 
vías sensoriales y viscerales, desencadenando la acción del Sistema Nervioso Simpático 
(SNS), produciendo los siguientes efectos: 
 El corazón late más rápido y con más fuerza. 
 La respiración se acelera. 
 La sudoración se incrementa (aumenta la conductancia eléctrica de la piel). 
 Aumentan los niveles de tensión muscular. 
 Sequedad en la boca (Sandi et al., 2001; Schleifer, et al., 2008; Simón y 
Amenedo, 2001; Vila, 1996). 
Para que estos efectos puedan llevarse a cabo, las neuronas preganglionares 
simpáticas de la médula espinal reciben información del hipotálamo a través de las vías 
autónomas descendentes que provienen del NPV o bien, a través del núcleo del tracto 
solitario (NTS) en el tronco cerebral. Esta información es transmitida hasta la cadena 
ganglionar simpática paraventricular en donde hacen sinapsis con las neuronas 
postganglionares simpáticas; estas liberan noradrenalina (NA) en los distintos órganos que 
inervan, y producen la activación de los distintos receptores adrenérgicos presentes en las 
distintas estructuras (Hockman, 1987; Jordan, 1997; Kirstein, e Insel, 2004; Robertson, 
2004; Sandi et al., 2001). 
La activación simpática causa la relajación de la musculatura bronquial en los 
pulmones, así como un incremento de la frecuencia respiratoria, lo cual permite una mejor 
ventilación pulmonar y, por lo tanto, un mayor aporte de oxígeno a la sangre; por otro lado 
se produce una contracción de los vasos sanguíneos en aquellos órganos y tejidos cuya 
función no es imprescindible en esta respuesta de estrés. Esta acción permite una 
43 
 
redistribución de la circulación sanguínea hacia los órganos que precisen un mayor riego 
sanguíneo (Sandi et al., 2001). 
Además de estas modificaciones fisiológicas, el sistema simpático produce cambios 
metabólicos importantes en el organismo, entre los que destaca su acción en el hígado, en 
donde estimula la glucogenolisis; lo cual conduce un aumento de glucosa en sangre, que 
podrá ser utilizada en aquellos tejidos u órganos que demanden mayor cantidad de aporte 
energético. En conjunto, los cambios fisiológicos y metabólicos producidos como 
consecuencia de la activación del sistema simpático consiguen que se produzca un mayor 
flujo sanguíneo con un aporte suplementario de oxígeno y glucosa, tanto en el músculo 
esquelético como en el cerebro (Sandi et al., 2001). 
Si tras la reacción de alarma inicial, el sujeto ha conseguido superar la situación 
estresante, la activación del sistema simpático disminuye y, por lo tanto, los efectos 
fisiológicos y metabólicos tienden a desaparecer; sin embargo, cuando la situación 
estresante se mantiene en tiempo e intensidad (estrés crónico), el sistema simpático 
mantiene una actividad elevada sin regresar a sus niveles normales. Esta sobreactivación 
prolongada en el tiempo puede desencadenar diversas patologías fisiológicas y metabólicas 
(Sandi et al., 2001). 
Un elemento clave que relaciona la reactividad ante estrés con el riesgo de 
enfermedad o patología, es que los individuos se caracterizan por perfiles estables de 
respuesta, es decir que casi no ocurre habituación en esta respuesta. Durante la evaluación 
psicofisiológica, la respuesta que se desencadena en la fase de activación, refleja la forma 
en la que las personas responden a estresores en su vida diaria (Hamer, Boutcher, Park, 
Boutcher, 2006). 
44 
 
Tanto el sueño como la vigilia son indispensables para la vida normal del ser 
humano. Las alteraciones del sueño y el estrés se pueden ver desde una perspectiva 
bidireccional: la modificación en patrones del sueño puede provocar alteraciones 
emocionales como estr{es o irritabilidad, así como cambios en la actividad cerebral, en los 
procesos cognoscitivos; y cuando un individuo presenta estrés, este va a presentar 
alteraciones del dormir además de alteraciones del sistema inmunológico (Del Río Portilla, 
2006) 
 
45 
 
 
45 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO II: METODOLOGÍA 
 
 
 
46 
 
5. JUSTIFICACIÓN 
Las alteraciones en la calidad de sueño se han asociado con una disminución de las 
funciones cognitivas, psicológicas y físicas; esto recae en un aumento en el riesgo de 
enfermedades, así como en una disminución de la calidad de vida, con un agudo impacto en 
la habilidad para ser funcional y sentir satisfacción en la vida. De igual forma, el estrés se 
ha podido asociar con distintos tipos de alteraciones en la salud de los individuos, lo que 
trae consigo una mayor vulnerabilidad al desarrollo de diferentes enfermedades. 
En América Latina, un 23% de la población sufre alteraciones en la calidad de 
sueño y, siendo la ciudad de México una de las más pobladas a nivel mundial, los índices 
de estrés son altos, y esto nos presenta un problema creciente en la salud de los individuos 
que se puede prevenir a tiempo. 
La mayoría de las personas que tienen alteraciones en el sueño y buscan ayuda 
médica (67%) prefiere una estrategia conductual a una farmacéutica para hacer frente a este 
problema, ya que temen la adicción al fármaco, en este sentido, estrategias que no incluyen 
la medicación, como una educación en la higiene del sueño, restricciones en el sueño y 
terapia cognitiva o multi-factorial, han probado ser exitosas para el tratamiento de los 
disturbios del sueño (Blanco et.al. 2003) 
Al estudiar la relación entre la respuesta psicofisiológica al estrés y la calidad de 
sueño podríamos generar estrategias para tratar este problema en la salud de forma global y 
prevenir riesgos futuros en la salud; contando así con una herramienta psicofisiológica que 
nos permita desarrollar una intervención enfocada a la mejora de la calidad de sueño, a 
través de retroalimentación biológica de las señales de estrés como parte de un tratamiento 
global no farmacéutico. 
 
47 
 
6. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 
A pesar de los múltiples estudios que relacionan al estrés con la calidad de sueño (Vgontzas 
et al., 1998; Kageyama et al., 1998; Fortunato y Harsh, 2006; Chung y Tang, 2006; Fuchs y 
Flügge, 2002; Brummet et al., 2007; Cui et al., 2008), hasta el momento, no hay estudios en 
donde se mida la actividad psicofisiológica comorespuesta al estrés y sea relacionada con 
la calidad de sueño, o donde se evalúen las diferencias en la respuesta psicofisiológica al 
estrés debidas a la buena o mala calidad de sueño. 
 
7. PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN 
 ¿Existen diferencias en la respuesta psicofisiológica al estrés en participantes con 
buena calidad de sueño y participantes con mala calidad de sueño? 
 ¿Existen diferencias en la fase de línea base de la evaluación psicofisiológica en 
participantes con buena calidad de sueño y participantes con mala calidad de sueño? 
 ¿Existen diferencias en el la fase de recuperación de la evaluación psicofisiológica 
en participantes con buena calidad de sueño y participantes con mala calidad de 
sueño? 
 ¿Existe alguna relación entre la calidad de sueño subjetiva y la respuesta 
psicofisiológica al estrés? 
 
 
 
 
 
48 
 
8. MÉTODO 
 
8. 1 Objetivos: 
General: 
 Determinar si existen diferencias en la respuesta psicofisiológica al estrés en 
participantes con buena calidad de sueño y participantes con mala calidad de sueño. 
Específicos: 
 Determinar si existe alguna relación entre la calidad de sueño y la respuesta 
psicofisiológica al estrés en participantes clínicamente sanos. 
 Determinar si hay diferencias en la respuesta psicofisiológica durante la fase de 
línea base de la evaluación en participantes con buena calidad de sueño y 
participantes con una mala calidad de sueño. 
 Determinar si hay diferencias en la fase de recuperación en participantes con buena 
calidad de sueño y participantes con una mala calidad de sueño. 
 
8.2 Hipótesis 
H1: La respuesta psicofisiológica al estrés de los participantes con buena calidad de sueño 
será diferente a la de participantes con mala calidad de sueño. 
H0: La respuesta psicofisiológica al estrés será igual en participantes con buena calidad de 
sueño y participantes con mala calidad de sueño. 
 
H2: La línea base de la evaluación psicofisiológica de los participantes con buena calidad 
de sueño será diferente a la línea base de los participantes con mala calidad de sueño. 
49 
 
H0: La línea base de la evaluación psicofisiológica será igual en los participantes de ambos 
grupos. 
 
H3: La recuperación en los participantes con buena calidad de sueño será diferente al 
regreso a línea base de los participantes con mala calidad de sueño 
H0: La recuperación será igual en los participantes de ambos grupos. 
 
H4: Se encontrará una relación proporcional entre la calidad de sueño y la respuesta 
psicofisiológica al estrés. 
H0: No se encontrará ninguna relación entre la calidad de sueño y la respuesta 
psicofisiológica al estrés. 
 
8.3 Definición de variables: 
Independientes: 
 Calidad de sueño: incluye en su definición tanto aspectos cuantitativos del sueño 
como cualitativos. Se evaluó la calidad de sueño por medio del Índice de Calidad de 
sueño de Pittsburgh. 
 Estresor: La tarea estresora que generó la respuesta psicofisiológica fue el Test de 
Palabras y Colores de Stroop. 
 
Dependiente: 
 Respuesta psicofisiológica al estrés: Respuesta electrodérmica, temperatura 
periférica y electromiografía del músculo trapecio. 
50 
 
 
8.4 Diseño: 
Es un diseño cuasiexperimental, ya que los participantes no fueron asignados al azar a un 
grupo, puesto que tenían características inherentes (calidad de sueño) (Hernández Sampieri 
et al. 1998) 
 
8.5 Tipo de estudio: 
Se trata de un estudio comparativo, ex postfacto. Es comparativo ya que en este estudio 
hubo dos grupos de participantes, cuyos resultados fueron contrastados (Kerlinger y Lee, 
2002). Expostfacto se refiere a que los pacientes ya tienen características no controlables 
por el investigador. 
 
8.6 Muestra: 
La muestra de participantes fue no probabilística de participantes voluntarios. 
 
8.7 Participantes: 
Participaron de forma voluntaria 27 estudiantes universitarios, 14 hombres y 13 mujeres 
entre 20 y 27 años de edad. Los participantes fueron asignados a dos grupos, de acuerdo a 
su puntuación en el Índice de Calidad de Sueño de Pittsburgh. Los grupos quedaron 
formados de la siguiente manera: 
 
 
 
51 
 
 Buena Calidad de sueño Mala calidad de sueño Total 
Hombres 3 11 14 
Mujeres 5 8 13 
Total 8 19 27 
 
Criterios de inclusión: 
 Personas de ambos sexos. 
 Edad entre 20 y 27 años. 
 Que acepten participar y que firmen el consentimiento informado. 
 
Criterios de exclusión: 
 Padecer alguna enfermedad psiquiátrica o neurológica (explorada por la 
entrevista M.I.N.I). 
 Padecer alguna enfermedad cardiaca. 
 Ingerir algún medicamento que altere el Sistema Nervioso. 
 Ser adicto a algún tipo de sustancia como alcohol y otras drogas de abuso. 
 Tener altos niveles de adicción a la nicotina (evaluado por el Test de 
Fagerström) 
 Tener problemas de audición sin corregir. 
 Tener problemas de visión sin corregir. 
 
 
 
52 
 
8.8. Instrumentos: 
Índice de Calidad de Sueño de Pittsburg (ICSP): 
Este instrumento, diseñado por Buysse y colaboradores en 1989, es considerado como el 
cuestionario con mayor validez para establecer la calidad de sueño (Escobar-Córdoba y 
Eslava-Schmalbach, 2005). Es un instrumento de tipo lápiz-papel, de fácil manejo y bajo 
costo de aplicación. Consta de 24 preguntas totales, de las cuales 19 son preguntas de 
autoevaluación y las 5 restantes deben ser respondidas por el compañero de habitación; las 
primeras se puntúan mientras que las últimas se usan como información cualitativa. Para 
efectos de esta investigación sólo se aplicaron las preguntas de autoevaluación. Las 
primeras 4 preguntas se contestan de forma concreta, y las otras se contestan mediante una 
escala ordinal con 4 grados. Generalmente, el tiempo en el que se suele completar la 
encuesta oscila entre 5 y 10 minutos. Se obtienen 7 puntuaciones que nos informan de los 
diferentes componentes de la calidad del sueño: la Calidad Subjetiva, la Latencia del 
Sueño, la Duración del Sueño, la Eficiencia Habitual del Sueño, las Perturbaciones del 
Sueño, el Uso de Medicina Hipnótica, y la Disfunción Diurna, que son evaluadas de 0 a 3 
puntos, a mayor puntuación peor calidad de sueño. La puntuación global es la suma de la 
puntuación en cada uno de los componentes, así la puntuación va de 0 a 21; el punto de 
corte es una puntuación de 5 (Buysse, et al 1989, Royuela y Macías, 1997 y Escobar-
Córdoba y Eslava-Schmalbach, 2005); los participantes que puntúen arriba de 5 son 
considerados como malos dormidores o participantes con mala calidad de sueño, y los que 
puntúan debajo de 5 son considerados como buenos dormidores o participantes con buena 
calidad de sueño (ver anexo 2). La validación de esta escala al español, tiene una 
sensibilidad de 89.6% y una especificidad de 86.5% (Royuela Rico y Macías Fernández, 
1997). 
53 
 
 
Cuestionario de Estrés percibido: 
Este cuestionario publicado en 1993 por Levenstein y colaboradores, fue validado al 
español por Sanz Carrillo y colaboradores (2002). Está diseñado específicamente para 
medir el estrés en investigación clínica psicosomática. Consiste en 30 preguntas 
desarrolladas por expertos y ha sido validada en italiano, inglés y español. Para los fines de 
este estudio se tomaron sólo aquellas preguntas que ayudaron a determinar los niveles de 
estrés percibido al inicio de la evaluación psicofisiológica (anexo 3). 
 
Test de Palabras y Colores de Stroop: 
Se trata de una prueba que evalúa la atención voluntaria e inhibición de estímulos. 
Involucra procesos de atención selectiva y resistencia a la interferencia mental. Está 
conformada por tres secciones; en la primera el sujeto debe leer los nombres de los colores 
(P), en la segunda parte se pide que mencione los colores con los que están impresos los 
estímulos (C) y en la última parte, debe decir el color de la tinta con la que están escritas las 
palabras (PC). Puede utilizarse para personas de 7 a 80 años de edad. Este

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