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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 
Programa de Estudios Universitarios 
Dialógica Cultural 
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Apuntes sobre el mercader de Venecia 
Por María Guadalupe Carpinteyro Lara 
Sin duda el Mercader de Venecia es una obra que ofrece a quien la disfruta una extraña 
fascinación por las aparentes y sorprendentes contradicciones que presenta. Aunado a esto tiene 
una serie de posibles “temas internos”, cuestionamientos o incógnitas que con el tiempo han 
salido cada vez más a flote y se han vuelto en gran medida la seducción de estudiosos e 
investigadores, dando pie a una gran número de escritos sobre la obra y sus muy diversas 
interpretaciones. Algunos de estos temas e inquietudes los reconoceremos y abordaremos 
someramente más como un catálogo que una nueva exploración, en el entendido que este escrito 
no pretende ser en ningún modo “la verdad” sobre El mercader de Venecia, solo un sencillo 
acercamiento a una de las obras de Shakespeare. 
Shakespeare y su tiempo 
Ninguna obra puede ser mínimamente entendida sin el conocimiento de determinados datos 
como la biografía del autor, las fuentes que se conocen y reconocen en la obra, detalles o 
precisiones que se consideran necesarios para su comprensión a partir de los cuales se facilita 
entender algunos temas interpretativos que se han desarrollado a partir de ésta. 
El tiempo y espacio que corresponde a Shakespeare vivir, es un mundo turbulento en que se 
desarrollan una gran cantidad de cambios en todos los aspectos de la vida; el desarrollo y los 
reajustes se convierten en lo cotidiano. Un mundo cruzando de lo que en la actualidad llamamos 
el paso de la Edad Media al Renacimiento, transito que motivó toda una serie de revoluciones en 
los ámbitos ideológicos y tecnológicos, provocando verdaderos movimientos ideológicos y sociales 
por los cambios que éstos provocaron en la vida cotidiana de los ingleses. Después de la Edad 
Media -que como recordamos, nos dijeron en la escuela, fue una época de oscurantismo, de 
pérdida, en que la mayoría de la gente era analfabeta y el conocimiento se regía por lo que la 
Iglesia decidiera y, por lo tanto, contaba con este monopolio absoluto-, se considera al 
Renacimiento como un despertar de la humanidad, que haciendo honor a la verdad, nunca estuvo 
dormida, príncipes y reyes eran parte de este mundo clerical al que alimentaban pues era el único 
conocido y por convenir en gran medida a sus intereses. La idea del designio divino hacia la 
monarquía contaba con una gran participación y manipulación mundana; provocando que hasta 
esos momentos las sucesiones monárquicas pocas veces fuesen pacíficas o de padres a hijos y las 
pugnas políticas eran las más de las veces sangrientas. 
Shakespeare nace en 1564 cuando ya Isabel está en el trono de Inglaterra, coronada en 1559. Sin 
embargo, es necesario recordar la turbulencia política, ideológica y religiosa que aún en el 
momento de su nacimiento seguía en la mente de los ingleses. En las décadas del reinado de 
Enrique VIII, primera sucesión pacífica en muchos años, de mediados de 1509 y hasta a principios 
del 47 en que concluye su reinado, Inglaterra obtuvo cierta estabilidad y consolidación como 
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nación, pero también el más importante cambio ideológico, religioso interno; si bien el 
rompimiento oficial con la santa sede se da entre 1533-34, el conflicto se inició años antes por la 
necesidad de Enrique de asegurarse un heredero varón legítimo. Al morir Enrique VIII había 
obtenido la aprobación del parlamento para decidir su propia sucesión, en ella estaban su hijo 
Eduardo en primera instancia y le seguían su hijas María e Isabel. 
La sucesión de la corona fue automática a Eduardo VI de 10 años, aunque en realidad el poder 
recayó en los 16 tutores nombrados por Enrique que funcionaban como un consejo de regencia 
dominado por protestantes y, posteriormente, por el Lord protector, por lo que las modificaciones 
se realizaron en la línea protestante que éstos mantenían. Antes de su muerte, Eduardo fijó su 
propia sucesión en base a su crianza protestante y los consejos del duque de Northumberland que 
convencieron al adolescente rey de nombrar su sucesora a Juana Grey (hija de su prima por parte 
de la hermana menor, María, de su padre Enrique) y dejar fuera a sus hermanas por ilegítimas, 
para evitar que María siendo católica tomara la corona. 
Juana Grey fue proclamada reina en 1553 (10 de julio), en ese momento una buena parte de 
Inglaterra esperaba que María fuera su reina, pues contaba con mayor popularidad; ella intentó 
convencer a Juana de convertirse al catolicismo, una rebelión se desató y fue depuesta en muy 
poco tiempo y apenas unos meses después fue condenada a muerte por traición a la verdadera 
Reina María; su ejecución se realizó en febrero del 1554. 
María ascendió al trono en 1554 (julio u octubre), contaba con una gran aceptación por parte del 
pueblo que recordaba con gran cariño a su madre, Catalina de Aragón. Su popularidad no duro 
mucho: el casarse con un extranjero, las dos revueltas para reestablecer a Grey o coronar a Isabel, 
la heredada pobreza financiera del reino que se convirtió en hambruna, la reimplantación del 
catolicismo por la fuerza que derivó en una persecución religiosa, malas decisiones en política 
exterior así como guerra contra Francia que contravenía su contrato de matrimonio, que 
empobreció más y provocó la pérdida de territorio, el boyante comercio de España con el Nuevo 
Mundo intocable para Inglaterra (prohibió la piratería), provocaron que sólo los férreos católicos 
le mantuvieran aprecio, su reinado terminó con su muerte en 1558. 
Isabel fue coronada en enero de 1559 contando con mayor popularidad que su hermana en ese 
momento, sin embargo desde sus primero años, y esto incluye durante el nacimiento de 
Shakespeare y a lo largo de todo el reinado, su gobierno no fue fácil, tuvo que enfrentarse a 
muchas situaciones de política exterior, como a cuestionamientos y revueltas católicas al interior 
en diversos momentos que concluyeron hasta la ejecución de María Estuardo, pretexto ideal para 
el intento de invasión Española que culminó con el triunfo sobre la armada invencible, pero con el 
empobrecimiento del reino; tuvo constantemente que lidiar con la amenaza extranjera e interna, 
hasta su muerte en 1602 aceptando que Jacobo le sucediera; no obstante todas estas vicisitudes, 
se considera uno de los mejores reinados en la historia de Inglaterra. 
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Jacobo fue coronado en julio de 1603. Dentro de su reinado en continua pugna política interna, 
logra estabilidad y mejorar su situación de política exterior, su sueño de hacer un gran reino nunca 
se logra y con él se termina de consolidar el anglicanismo. 
El conocimiento por su parte era audiovisual, no por medio de la lectura -la lectura ha dado 
certeza y tranquilidad sobre la existencia del conocimiento, no así los medios audiovisuales que en 
mayor o menor medida se convirtieron en efímeros: la palabra y la imagen-. La palabra hablada 
tanto en el púlpito como fuera de él, y no siempre sobre los temas religiosos. La imagen por su 
parte, implicaba una forma de aprendizaje directa y contundente que, sin embargo, también era 
factible de interpretación personal y que tuvo gran impacto al conjugarse con los pensamientos 
llamados “paganos” de la mitologías locales, que lo enriquecieron y modificaron; tal capacidad de 
sincretismo dio pie a muchos conocimientos que no pueden estandarizarse, como quisieran los 
estudiosos, con la seguridad que el libro da, porque ahí está, y las palabras siguen en un libro sin 
modificarse, a diferencia de cuando el conocimiento se transmite verbalmente. Ha sido muy fácil 
considerar oficialmente ese tiempocomo de historia perdida, cuando la realidad pervive hasta 
ahora, varios siglos después, esas ideologías, ese conocimiento e imaginario colectivo.1 Es cierto 
que este imaginario no se encuentra claramente en la obra que hoy nos interesa, pero está muy 
presente en “Sueño de una noche de Verano” que se considera fue escrita el mismo año. 
Lo que sí se mantiene bien documentado son los cambios ideológicos que el protestantismo trajo, 
y cómo estos se mantienen en pugna constante durante toda la vida de Shakespeare e incluso 
posteriormente. Si bien William nació en una Inglaterra anglicana, su padre era un ferviente 
católico y su educación, poca o mucha, se dio entre estos dos mundos ideológicos. Uno firme y 
establecido siglos atrás, estático: el catolicismo; y el otro en constante adecuación. La reforma 
afectó la teología y la liturgia, que a su vez modificó la vida cotidiana y pública de los ingleses, las 
fiestas y formas de convivencia fueron modificadas con ella. Si bien los cambios dogmáticos se 
fueron dando posteriormente, pues al inicio lo único que Enrique quería era el permiso para 
casarse con otra mujer que le asegurara descendencia coronable, en su reinado la distribución de 
la riqueza y el poder político se alteraron mucho con la disolución de monasterios y las 
instituciones eclesiásticas que no tenían lugar en el nuevo orden y, sobretodo, porque estos 
monasterios e instituciones mantenían su lealtad a Roma. Los conocimientos se transmitieron de 
manera verbal y su recepción auditiva, mientras el aspecto visual que fue la forma de 
adoctrinamiento libre en las iglesias y catedrales, a través de las pinturas, fue decayendo. Las 
continuas modificaciones, el recuerdo y añoranza de las festividades católicas, los cambios en la 
tolerancia religiosa, trajeron al pueblo en un ir y venir ideológico que fue la constante. 
La iglesia de Inglaterra se inició con un interés político respaldado por pensamientos luteranos y 
calvinistas que en su inicio sólo pretendía una liberación de Roma para la toma de decisiones a 
las que estaba sujeto, para convertirse en una iglesia católica no papal. Los cambios teológicos y 
 
1 ejemplo de esto es la gran cantidad de libros de ficción ingleses en los que se atiende a la existencia de 
mundos fantásticos, cuya existencia sería nula de no ser que en el imaginario de los ingleses y de todo el 
mundo este universo fantástico siga presente. 
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litúrgicos se fueron construyendo a través de los años. En su inicio la preocupación principal era 
mantener la lealtad al monarca inglés; fue a partir del reinado de Eduardo, y recordemos, por sus 
tutores, que se proclamó el acta de uniformidad de 1549 que ya estableció los ritos protestantes y 
el uso del libro de oraciones de Thomas Cranmer; Isabel en 1559 proclama el Acta de Uniformidad 
que obligaba a usar una versión revisada del Devocionario de Eduardo VI, los oficios y la obligación 
de ir a la iglesia todos los domingos y el Acta de Supremacía en la que los empleados de la corona 
reconocían por juramento la subordinación de la iglesia inglesa a la monarquía. Las intenciones de 
tolerancia por parte de Isabel se vieron frustradas por las rebeliones (1569 y 71) y la bula papal de 
excomunión (1670), lo que provocó su endurecimiento contra los católicos: aprobó una ley (1584 y 
85) que condenaba a muerte a sacerdotes católicos ordenados después de su ascensión al trono. 
La guerra contra España fomentó un espíritu patriótico que afianzó el protestantismo, aunado a la 
natural muerte de los sacerdotes católicos en el largo tiempo de su reinado para que a su muerte 
ya Inglaterra se hubiese convertido en protestante. Y estos cambios continuarían con Jacobo que 
concreta la edición de la biblia oficial de la iglesia de Inglaterra. 
El mercader de Venecia 
Respecto a las fuentes del Mercader de Venecia, son múltiples, como en la mayoría de las obras de 
Shakespeare. La historia del caballero que pide un préstamo a cambio de toda su carne con el 
mismo final que vemos en la obra aparece en Gesta Romanorum, impresa en Lovaina desde 1473. 
La historia del Rey de Apulia que envía a su hija a contraer matrimonio con el sucesor de un 
emperador de Roma, presentándose la elección de los cofres con igual contenido y resultado 
también es anterior. Otra obra que aporta varias historias es Il Pecorone de Giovanni Fiorentino, 
impresa en Milán en 1558; mientras que la historia del rapto de la hija del usurero aparece en el 
relato de Anthony Munday Zelauto de 1580. Algunas otras obras de su propia época tienen 
coincidencias, y puede reconocerse aportaciones en ella como El judío de Malta de Marlowe, 
Confessio Amantis de John Gower, The Orator de Silvayn, entre otras. 
La obra inicia con la tristeza de Antonio, el personaje que da nombre a la obra, pues es el único 
mercader que aparece. Esta tristeza es la que ha dado pie a diversas interpretaciones, pues 
Antonio nunca declara con precisión la causa de la misma, negando que sea por el riesgo de sus 
barcos en altamar; por un lado está la posibilidad de que se considere una contradicción ante el 
hecho de que la obra sea una comedia, otra hipótesis infiere que se trate de una obra cuya 
primera intención del autor no fuese una comedia, sino una tragedia y por razones desconocidas 
se haya convertido en lo que es; una más afirma que la tristeza de Antonio obedece a la pronta 
partida y pérdida de Bassanio, pues esta relación entre ambos caballeros también ha provocado 
diversas interpretaciones. 
Antes de entrar en algunas de las múltiples interpretaciones que se han dado a la obra o parte de 
ella, reconozcamos las tres historias tejidas entre sí en esta comedia. Por orden cronológico 
encontramos que se plantea la historia de la relación entre Antonio y Basanio, una relación tan 
fuerte que hace que Antonio pida a crédito para que Bassanio pueda aspirar a pretender a Portia, 
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entrelazándose así con la segunda historia, de Bassanio y Portia; es esta solicitud de crédito que 
los lleva a Shylock y al préstamo de los tres mil ducados, dejando como aval de pago una libra de 
carne del corazón de Antonio. Será hasta el segundo acto que se presente una tercera historia, 
derivada del cambio de amo de Launcelot, del judío Shylock a Bassanio precisamente, y es este 
hecho el que promueve la parte crucial de esta tercera historia, la fuga de Jessica, hija de Shylock 
con Lorenzo, y cuyo rapto propiciará la ira del judío para que se desarrolle la obra; estas tres 
historias de las cuales a cada una hemos visto provienen de diversas fuentes, Shakespeare logra 
encadenarlas para que en su conjunto mantengan unidad en la obra. 
Es gracias al fuerte vínculo entre Antonio y Bassanio que éste le pida el dinero que requiere para 
poder acceder a Portia, por lo que Antonio accederá al préstamo de Shylock con las condiciones 
por él impuestas. Este mismo dinero será el que embarque a Bassanio en pos del amor de Portia y 
en cuyo barco el judío cree que huirán Jessica y Lorenzo; en esta travesía Bassanio logra resolver 
positivamente la prueba de los cofres y al recibir la carta de Antonio sobre su segura muerte, 
encadenando aún más las historias, describiendo la ira de Shylock contra Antonio y Bassanio por la 
fuga de su hija con su dinero, es que debe regresar a apoyar a su amigo, para lo cual obtiene de 
Portia el dinero necesario para salvarlo. Al salir, Portia planea meticulosamente la forma de 
solucionar las cosas y estar en lugar privilegiado en los acontecimientos que sucedan, dejando su 
casa a cargo de Lorenzo y Jessica; mientras Bassanio llega a pagar la deuda y solicitar clemencia 
por su amigo, Shylock exige se cumplala ley y es Portia, vestida de docto letrado, quien resuelve el 
asunto de Antonio que obliga a la conversión de Shylock, asegura el futuro de Jessica y Lorenzo y 
da pie a un último enredo de los anillos, que al descubrirse devuelve la felicidad completa a 
todos… o casi todos, pues es difícil creer que Shylock sea muy feliz que digamos. 
Si es necesario aclarar que como muchas obras del autor, esta obra no se puede considerar que 
tenga una fidelidad a la realidad de su tiempo. Shakespeare fue muy inteligente en saber 
conjuntar diversas historias y conjugarlas magistralmente, manejar la ficción para mostrar lo que 
se quiere ver y no una realidad histórica. El caso del Mercader no es la excepción. 
Antonio 
Antonio es un tema obligado, pues por él está nombrada la obra, él es el único mercader que 
aparece, pues Shylock, como lo veremos después, no es un mercader. Ahora bien, de los temas 
que se manifiestan dentro de la obra, uno de los más controversiales es la relación entre Antonio y 
Bassanio, pues esta si bien se nombra como una amistad, la amistad llega a puntos que han 
logrado despertar la suspicacia de más de uno respecto a la posible homosexualidad de Antonio y 
posible bisexualidad, en todo caso, de Bassanio; a esta idea la alimentan algunos de los diálogos 
durante la obra, desde el inicio, como la tristeza de Antonio al inicio de la obra por la posible 
“pérdida” de Bassanio al ir a buscar su matrimonio con Portia: Antonio en el momento en que es 
cuestionado por sus amigos si está triste por amor sólo responde de forma ambigua que no 
termina de desmentir ni aclarar sino evade la respuesta. Una escena después ya estando en 
privado será Bassanio quien declare 
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“Contigo Antonio, 
tengo deuda de amor y de dinero, 
y con la garantía de tu amor 
en tus hombros descargo el peso de mis planes y proyectos” (Shakespeare, 1990) (I,1) 
Unas líneas después Antonio responde a Bassanio 
Me conocéis muy bien; no perdáis tiempo 
dudando de mi amor entre divagaciones; 
mucho más me ofendéis, sin duda alguna, 
desconfiando de mi celo así 
que derrochando lo que me pertenece, (I,1) 
Al finalizar la octava escena, la conversación de Salerio y Solanio gira en torno a la muy afectuosa 
forma de despedirse de Antonio y Basanio; resaltando la nobleza de Antonio, Solanio se refiere al 
sentimiento de Antonio por Bassanio: “Me consta que él es todo lo que ama en el mundo.”(II,8) 
Todas estas muestras se ven reiteradas a partir de la llegada de Lorenzo con la carta de Antonio 
para Bassanio avanzado el tercer acto, pues él mismo afirma a Portia que se encuentra 
“comprometido con un muy querido amigo”(III,2) añadiendo en su descripción del carácter de 
Antonio que es 
…el mejor de los amigos, el más bondadoso de los hombres, 
el de su espíritu más noble, el más dispuesto 
a prestar ayuda; alguien 
que el honor de Roma ostenta con más fuerza, 
entre los muchos que de Italia han tornado su alimento.(III,2) 
Mientras por su parte Antonio ha escrito en la carta: 
…y puesto que cumplir con el pago supone que yo no pueda seguir viviendo, todas las deudas 
que hay entre tú y yo quedarán saldadas si al menos pudiera yo verte antes de morir. Haz, sin 
embargo, tal y como más te acomode… Sea amor quien hasta mi te traiga, no mi carta (III,2) 
Lorenzo testificaría también el sentimiento de Antonio hacia Bassanio, reconociendo la calidad de 
caballero al decirle a Portia: “Cuán noble es el caballero a quien mandáis consuelo y de qué forma 
ama a mi señor, vuestro esposo”(III,4) 
Queda claro desde el inicio que Antonio está dispuesto a dar todo, incluso su vida por Bassanio, sin 
embargo y quizá con los ánimos y la adrenalina del juicio que va a iniciarse, el mismo Bassanio le 
afirma a Antonio lo mismo: 
Tened ánimo, Antonio. ¡Valor, amigo mío! 
Daré al judío mi carne, mi sangre, y mis huesos, 
todo antes que por mi perdáis una sola gota de la vuestra.(IV,1) 
E iniciado el juicio reafirma públicamente sus palabras al ofrecer el pago de los tres mil ducados: 
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Sí, yo la entrego en su nombre a este tribunal 
y la duplico. Y si no fuera suficiente 
me comprometo a pagar diez veces más, 
y, como aval, ofrezco mis dos manos, y mi corazón, y mi cabeza.(IV,1) 
Este gran apoyo entre los dos amigos, aún con la presencia de otros amigos en el juicio, se 
mantiene. Antonio al saber que el momento en que le será extraída la libra de carne ha llegado, se 
despide de Bassanio, solicitando que le dé su mano. Bassanio responderá así a sus palabras: 
Bassanio: 
A una esposa, Antonio, estoy unido, 
para mí tan preciada como mi propia vida; 
más vida, esposa y mundo 
no superan en mí la estimación por vuestra vida. 
Todo lo perdería, sí, todo lo sacrificaría 
a este demonio para poder salvaros (IV,1) 
Y posteriormente al buen resultado del juicio, Bassanio ofrece los tres mil ducados que llevaba 
para pagar la deuda de Antonio a Portia/Baltazar como agradecimiento, mismos que ella rechaza 
y, ante su insistencia, solicita sus guantes y un anillo con promesa que le ha entregado a Bassanio. 
Al principio Bassanio se niega, ante la insistencia del joven docto, Antonio convence a Bassanio 
con estas palabras: 
Noble Bassanio, entregadle el anillo; 
considerad sus méritos y todo mi amor 
más que el mandato de una esposa.(IV,1) 
Todos estos han sido argumentos suficientes para que algunos consideren que lo que ahí se 
muestra es el carácter de una relación homosexual entre Antonio y Bassanio, apoyados también 
en otras obras que algunos afirman apoyan las teorías sobre la naturaleza homosexual que al 
mismo Shakespeare se le ha atribuido en diversos momentos y justificado ampliamente por sus 
sonetos. 
Sin embargo ante estos supuestos también se ha considerado la naturaleza de los afectos, 
principalmente de Antonio hacia Bassanio, y de la cual Bassanio no corresponde del todo, muestra 
de esto se considera la búsqueda de Bassanio por su matrimonio con Portia; las palabras de amor 
que surgen de los labios de Bassanio hacia Portia, antes y después del juicio, y en que las 
respuestas dadas por Bassanio durante el juicio, el haber accedido a entregar el anillo son sólo 
resultado de la adrenalina del momento, tan es así que en cuanto todo esto está resuelto, 
Bassanio apresura el regreso a Bermont para estar con su esposa. Mientras que Antonio tiene un 
amor que puede ser considerado desde paternal, o aún más, ver en Bassanio un reflejo, una 
imagen de sí mismo que ya no existe, considerando a Antonio con mayor en edad a Bassanio y por 
lo tanto perderse en este mismo amor a sí mismo, por lo cual no le importa perderlo todo, hasta la 
vida por él. Finalmente, todas estas son interpretaciones a las que se pueden añadir otras. 
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Sin embargo, es interesante ver cómo dentro de la obra, al principio con un aparente 
desconocimiento de la fuerza de dicho sentimiento Portia acepta la nobleza de la relación entre 
Antonio y su esposo, al deci,r cuando apoya a Bassanio a ir ayudar a Antonio: 
…si entre amigos 
que conversan y el tiempo pasan juntos, 
y cuyas almas comparten el mismo yugo del amor, 
debe por necesidad, haber idéntica armonía 
en los rasgos, anhelos y comportamiento, 
eso me hace pensar que si Antonio 
ama tan tiernamente a mi señor, 
necesario es que se parezca a mi señor,(III,4) 
a esta hipótesis se agregan las palabras de Antonio que junto con solicitar la mano de Bassanio al 
creer que será muerto también agrega que salude a su esposa (Portia) 
… y referidle cómo llegó Antonio a su fin; 
decidle cuanto os he amado, habladle bien de mi cuando yo muera, 
y, tras contar la historia, que ella juzgue,por sí, 
si Bassanio no tuvo amor un día.(IV,1) 
Y para apoyar esta hipótesis se agrega la reacción de Portia hacia Antonio. Ella, con pleno 
conocimiento de todos los hechos, cuando Antonio se “disculpa” de ser el causante de la riña 
entre esposos, ésta que ha visto la forma en Antonio y Bassanio se trataron durante el juicio le 
responde “No os aflijáis, señor; sois, a pesar de todo, bienvenido.” Y será ella quien le de las 
buenas noticias de su fortuna recuperada. 
 
El judaísmo y la venganza 
Shylock por sí solo es un personaje sumamente interesante. La mayoría de la gente considera su 
antecedente más inmediato en el Barrabás del Judío de Malta, de quien se podría decir que 
hereda la maldad, de la cual en Shylock, Shakespeare la presenta reducida y un tanto justificada. 
En este caso Shylock ha servido posteriormente para ser considerada una obra que avala al 
antisemitismo, sin considerar que “en el Londres de Shakespeare había muy pocos judíos: según el 
cálculo, sólo 200. Habían sido expulsados por Eduardo I en 1290” (Kermode, 2005) y esa ley seguía 
vigente en Inglaterra. Algunos consideran la existencia de una obra llamada El hebreo datada en 
1578, en la cual el argumento es la codicia y la preferencia de bienes terrenales, así como el 
espíritu sanguinario de los usureros. Algunos autores consideran que Shakespeare pudo basarse 
en ésta para el Mercader de Venecia. Así mismo, debe considerarse que judaísmo y usura estaban 
profundamente ligados, y puedes ser que “Shakespeare pensó primero en la usura y después en 
los judíos, que tradicionalmente la practicaban, porque a los cristianos les estaba prohibido. Las 
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diferencias religiosas amplían e ilustran las diferencias de opinión acerca de la especulación y la 
usura” (Kermode, 2005) 
Turner señala que Shakespeare, quien era un importante inversor, no desaprobaba el cobro de 
interés, que estaba sometido en su tiempo a una regulación a la baja en Inglaterra; entre 
mediados del siglo XVI, cuando esa actividad fue legalizada, y mediados del XVII, el tipo máximo 
autorizado bajó del 10% al 5%. (Turner, 1997) 
Se puede entender mejor este aspecto de odio judío recordando un evento del contexto isabelino 
que influye profundamente en este sentimiento. La conspiración descubierta por los “servicios de 
inteligencia” de Isabel, que demostraba en medio de la guerra anglo-española (1585-1604) cómo 
Felipe II de España intentó asesinarla por medio de su espía, Rodrigo López, medico judío de 
origen portugués llegado a Inglaterra desde 1559, quien había logrado prestigio rápidamente 
como médico de diversos nobles allegados a la corona, hasta ser nombrado jefe médico de la 
Reina Isabel en 1586, de quien obtuvo el beneficio de la importación de anís y zumaque. Al 
descubrirse la conspiración fue arrestado y sentenciado a muerte en febrero de 1594 (Camden, 
2000). Si bien en la actualidad se considera y defiende la falsedad de esta acusación, es muy 
natural suponer que cualquier sentimiento negativo hacia los judíos se exacerba en ese momento 
por la conspiración descubierta contra la Reina y se aumentara también la animadversión hacia los 
españoles. 
Si nos remitimos a la realidad, es la antipatía hacia los judíos bastante anterior. La usura es una 
actividad muy mal vista entre buenos cristianos, contaminando a quien la ejerce, una actividad 
diabólica que por lo tanto es desdeñada por los cristianos, no así por los judíos, pues su 
percepción respecto al antiguo testamento difiere de la concepción cristiana. En todo esto es 
interesante que Shakespeare muestre un Shylock que desprecia a todo cristiano, es muy claro al 
rechazar la invitación a cenar de Bassanio: 
Sí, y oler a carne de cerdo, y comer en una habitación donde vuestro profeta el Nazareno 
conjuró a Satanás. Con vos puedo comprar y vender, caminar y charlar y etcétera y etcétera. 
Pero no comeré ni beberé, ni rezaré. (I, 3) 
En seguida y ante la presencia de Antonio, revela sus sentimientos hacia éste: 
Lo odio por ser cristiano, 
y más porque de forma vil y estúpida 
presta dinero gratis, haciendo así que la medida 
de nuestras ganancias se hunda aquí en Venecia(I, 3) 
Sin duda el rencor es mutuo, no sólo de Shylock a Antonio, pues Antonio unos diálogos más 
adelante y dice: 
Nunca olvides, Bassanio, 
que el diablo para sus fines cita las Sacras Escrituras. 
Un alma infame que aduce santos testimonios 
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es como un villano de cara sonriente, 
como manzana hermosa muy podrida por dentro. 
¿Qué bella la apariencia de la hipocresía?(I, 3) 
Es probable atribuirle a Shylock todas sus negras intenciones desde el inicio de su aparición en 
escena, pues incesantemente repite la cantidad como si de confirmación o revisión de sus finanzas 
se tratara; y claramente dice: “Si cae alguna vez en mis manos, saciaré ampliamente mi antiguo 
odio contra él”(I, 3), después completa: “Sea maldita mi raza si llego a perdonarlo”.(I, 3); mas no 
se puede olvidar también que advierte a Bassanio, antes de la aparición de Antonio, que los barcos 
en altamar tienen múltiples peligros y que aun así considera a Antonio aval valioso, tampoco se 
puede olvidar que su venganza puede iniciarse desde el reclamo que hace abiertamente a Antonio 
cuando éste insiste en saber si acepta o no realizar el préstamo, Shylock lo increpa de esta forma: 
Signor Antonio, muchas veces, muchísimas 
en el Rialto me habéis recriminado 
por lo que atañe a mis dineros y mis intereses. 
Y yo lo he soportado encogiendo los hombros, 
pues es el sufrimiento un distintivo de mi raza. 
Me llamasteis hereje, perro carnicero, 
y escupisteis en mi levita hebrea 
y todo porque saco provecho de lo que es mío. 
Bien, muy bien… Ahora necesitáis mi ayuda al parecer. 
¡Pues, adelante! Vos que venís a decirme 
<<Shylock, nos es preciso un préstamo>>. Sí, eso decís. 
Sí, vos que me habéis vaciado los mocos en la barba, 
que me habéis pateado como si fuera un perro callejero 
en el umbral de vuestra casa. ¿Dinero? ¿Eso queréis? 
¿Qué podría deciros? ¿No debería deciros: 
<<Tiene un perro dinero? ¿Puede un perro 
prestar tres mil ducados? ¿O debiera 
inclinar mi cérvix como un esclavo, 
con la respiración contenida y humildad susurrante, 
deciros: 
<<Honorable señor, el miércoles pasado me escupisteis; 
en cierta ocasión me echaste a patadas; 
un día me llamasteis perro, y, por tal cortesía, 
voy a prestar dineros?>>.(I, 3) 
No se puede decir en el momento de contestarle que Antonio se queda atrás, incluso, podría 
decirse que él mismo se “hecha la soga al cuello” pues le dice 
Estoy dispuesto a llamarte todo eso otra vez, 
a escupirte otra vez, a patearte otra vez. 
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Si has de prestar dinero, no lo hagas 
como amigo, porque, ¿cuándo la amistad 
sacó provecho del amigo con estéril metal? 
Como enemigo, más bien, préstamelo, 
pues si llego a fallar, con mejor cara 
exigirás venganza. (I, 3) 
Hasta este momento Shylock aún contesta diciendo con cierta malicia que sólo quería hacer las 
paces y que en prueba de esto no pedirá un centavo de interés, y se ha de jugar su venganza al 
azar, pidiendo una libra de carne de la parte del cuerpo de Antonio que más desee, trato que 
finalmente Antonio acepta. 
El carácter vengativo de Shylock se ve alimentado por el rapto de su hija Jessica a manos del 
cristiano Lorenzo, relacionado con Bassiano y por lo tanto con Antonio. Salerio será quien describa 
en el segundo acto cómo Shylock al darse cuenta de la fuga de su hija que además se ha llevado 
dos sacos con dinero de doble valor. No queda claro que es lo que más le duele, si la hija o el 
dinero, pero ambos a la vez sondemasiado para él, porque un cristiano a los que tanto odia es 
quien le ha quitado las dos cosas que más quiere en la vida. Tan así que no tendrá reparo en 
lamentarse durante el tercer acto despotricando de ira por la huída de su hija, por su dinero, por 
el honor y la ofensa realizada, doble por ser sangre de su sangre quien le ha robado para huir: 
¡Ay de mí! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay de mí! Me han robado un diamante que me costó dos mil ducados 
en Frankfurt. Jamás una maldición tan grande había caído sobre nuestra raza. ¡Nunca hasta 
hoy! ¡Dos mil ducados en esa y otras joyas preciosas! ¡Antes ver a mi hija muerta, tendida a 
mis pies pero con las joyas en sus orejas! ¡Antes verla a mis pies enterrada pero con los 
ducados en su féretro! ¿Ninguna noticia de ellos? ¿Ninguna? Sólo yo sé lo que he gastado en 
la búsqueda! ¡Y tanto me ha costado buscar al ladrón!... y todavía nada con que 
satisfacerme, todavía ninguna venganza. No hay más dolor que el que mi espalda soporta, 
no hay más suspiros que los de mi aliento ni más lágrimas que las de mi llanto.(III, 1) 
Shylock sabe que la honra de su hija no es posible recobrarla, el dinero es el único que puede 
regresar intacto, Turbal intenta reconfortarlo al señalarle que otros hombres también han perdido 
dinero en Génova: Antonio, donde su propia hija ha “despilfarrado” su dinero, esto alimenta su 
odio y la posibilidad dejada al azar se vuelve una realidad y decide poner todo su empeño en 
fraguar la venganza contra Antonio, asegurando que tomará su libra de carne para usarla 
Como cebo para los peces. Alimentará mi venganza, aunque no alimente ninguna otra cosa. 
Él es causa de mi oprobio, (…) se ha burlado de mis ganancias, se ha reído de mis pérdidas y 
se ha mofado de mi raza, ha obstaculizado mis negocios, ha dado ínfulas a mis enemigos y 
ha enfriado a mis amigos, y todo, ¿por qué? Porque soy judío. (…) ¡Con la de la venganza! 
Pondré en práctica toda la vileza que he aprendido, y malo será que no supere a mis 
maestros.(III,1) 
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Shylock encuentra así en la venganza la única forma de satisfacerse, aunque no lo diga, se puede 
deducir que le han quitado carne de su carne y una muy cercana a su corazón y sólo con otra carne 
será desagraviado como lo indica la ley del Talión. Salerio aclarará ante los esposos en Bermot la 
fuerza de su venganza: 
Parece, además, que aunque tuviera dispuesto 
el dinero con que pagar la deuda del judío, 
éste jamás lo aceptaría. Nunca conocí 
una criatura que llevara la apariencia de hombre 
con tanta crueldad y avidez por destruir al hombre. 
(…) Veinte mercaderes, 
el propio Dux y otros personajes 
de gran relevancia ha intentado convencerle, 
sin que nadie haya podido hacerle abandonar las odiosas razones 
sobre el contrato, la palabra dada y la justicia.(III,2) 
De todo esto la misma Jessica presente en ese momento atestigua que así es y la fuerza del odio 
de Shylock por Antonio. Este se verá claramente durante todo el cuarto acto, desde las primeras 
palabras de Shylock frente al Dux: 
Ya he informado de mi intento a vuestra señoría 
y, por nuestro sagrado Sábado, juré 
exigir el castigo y la deuda estipulados. 
Y si me lo negáis, ¡caiga la maldición 
sobre vuestras leyes y la libertad de vuestro Estado! 
Me preguntareis por qué prefiero recibir 
una libra de carroña y no 
tres mil ducados. Sólo responderé 
que tal es mi capricho, ¿os basta esta respuesta? 
¿qué pasa so un ratón mi casa importuna? 
Que daría diez mil ducados con placer 
por deshacerme de él, ¿os gusta la respuesta? 
(…) del mismo no hay razón que pueda dar –ni quiero darla– 
si no es mi odio arraigado y el desprecio 
que siento contra Antonio, razón para que contra él 
llevo un pleito ruinoso, ¿os basta la respuesta?(IV,1) 
Poco será lo que después diga Shylock, mucho lo que haga, afilar constantemente su cuchillo, 
negarse a buscar el mínimo daño contratando un cirujano que cure las heridas de Antonio. Shylock 
es un prestamista que no espera recuperar el dinero, sino cobrar la garantía; como indica 
Masciandaro (2001:210-2), esto hace que en realidad deje de ser un banquero que procura cobrar 
su dinero con un interés, y se convierta en un usurero, porque busca apropiarse de un beneficio 
exagerado (la vida de otro) y además económico, porque, como vimos, suprime a un competidor. 
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(Rodríguez Braun, 2009) y por esta intención se verá totalmente afectado cuando tenga que 
retirarse perdiendo todo. 
En base a las palabras es innegable el odio de Shylock y que éste pueda ser considerado en su 
momento por las razones antes expuestas de Rodrigo López como un modelo irrestricto de lo que 
un judío es, que en el ánimo isabelino esté inclinado a considerar a todos los judíos como símbolo 
absoluto del mal, y que en su afán de desahogo o resarcimiento este le considere merecedor de 
los insultos que se le profieren en presencia o en ausencia. El judío en dos ocasiones se queja del 
trato que tanto él como los de su raza reciben de los cristianos, tanto en la increpación que hace a 
Antonio sobre la forma en que éste le ha tratado en el Rialto, llamándolo hereje, pero carnicero, le 
ha escupido, le ha echado a patadas. Estando frente a Salerio, le cuestiona el proceder de Antonio 
hacia él por el simple hecho de ser judío, sin importar su calidad de ser humano y podríamos decir 
que aduciendo en este sentido los derechos de igualdad que debería de tener y por lo tanto ser 
tratado 
y todo, ¿por qué? Porque soy judío. ¿No tienen ojos los judíos? ¿No tiene manos un judío, ni 
órganos, proporciones, sentidos, pasiones, emociones? ¿No toma el mismo alimento, le 
hieren las mismas armas, le atacan las mismas enfermedades, se cura por los mismos? ¿No 
le calienta el mismo estío que a un cristiano? ¿No le enfría el mismo invierno? ¿Es que no 
sangramos si nos espolean? ¿No nos reímos si nos hacen cosquillas? ¿No nos morimos si nos 
envenenan? ¿No habremos de vengarnos, por fin, si nos ofenden? Si en todo lo demás somos 
iguales, también en eso habremos de parecernos. Si un judío ofende a un cristiano, ¿qué 
benevolencia ha de esperar? La venganza. Si un cristiano ofende a un judío, ¿con qué 
cristiana resignación la aceptará?(III,1) 
Antonio frente a él y como ya leímos le ha dicho diablo, perro, dice estar dispuesto “a llamarte 
todo eso otra vez, a escupirte otra vez, a patearte otra vez.”(I,3) En otra ocasión Solanio lo llama 
“El perro con menos piedad que jamás ha conocido el género humano”(III,2), el Dux lo califica 
como “un adversario de piedra y un cruel miserable, incapaz de piedad, vacío, y que no tiene ni un 
solo gramo de compasión”(IV,1), Basanio dice: “hombre sin entrañas [de] fiera crueldad”(IV,1), 
Gratiano le increpa: 
¡Maldito seas, perro judío! 
¡Maldita la justicia que vivir te permite! (…) 
como Pitágoras piense que se encarnan 
las almas de los animales 
en cuerpos de hombre. Tu espíritu salvaje 
vivió dentro del lobo que ahorcaron por masacrar a los hombres, 
y su alma cruel se escapó de la horca para adentrarse en ti 
cuando aún habitabas en tu sucia madre, 
pues que son tus deseos los de un lobo: 
insaciables, voraces, sanguinarios”.(IV, 1) 
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Y poco después de tener el veredicto que despoja a Shylock de sus bienes, le grita “´Sí, implora 
para que deje que vos mismo os ahorquéis” incita a Antonio a no tener misericordia y sólo 
concederle una soga gratis, y antes de marcharse el judío le sentencia Gratiano: 
Dos padrinos tendrás para hacerte cristiano, 
y diez más, de ser yo el juez, habrías tenido 
para llevarte no a la pila, sino hasta la horca.(IV,1) 
No es de extrañar que estos diálogos denostandoa los judíos fueran muy del agrado del público y 
de la Reina en su momento, pues estas palabras vistas ya desde una perspectiva más objetiva, son 
palabras que seguramente como en su momento cuestiona Shhylock: ¿con qué cristiana 
resignación la aceptará?.¿o se deben aceptar? 
 
La importancia del cristianismo. 
La historia de Lorenzo y Jéssica a primera vista pareciera una historia que da cierto giro a la trama. 
Jessica es tratada de forma especial, precisamente por ser quien es, la hija de un judío, haciendo 
honor a la verdad, sus acciones están desde el inicio justificadas por el amor, ese amor es el que 
justifica que huya de la casa de su padre y por amor le roba para irse con Lorenzo, ¿por qué se 
permite que una mujer deshonre la casa paterna y además termine aceptada y premiada por todos 
lados? Por el simple hecho de ser hija de un judío, al parecer la honra judía merece menos respeto 
que la cristiana y el rapto de Jessica es como un rescate de la perdición, pues al irse con Lorenzo se 
convertirá al cristianismo adquiriendo verdadera honra. 
A Shylock se le atribuye ser un usurero sanguinario, e históricamente “desde los tiempos de 
Aristóteles la usura había estado condenada como algo antinatural y se la comparaba con la 
sodomía” (Kermode, 2005), pero por encima de esto, lo más deleznable es su condición de judío; 
recordando que la usura estaba prohibida entre los cristianos. Shylock en su naturaleza hebrea se 
muestra siempre rencoroso y vengativo, pero serán los cristianos a quienes también cuestionó 
quienes le inviten a la cordura o misericordia, el primero es Salerio “A buen seguro que si no 
cumple su promesa no te quedarás con su carne”, Salerio también informa a Bassanio y Portia que 
“el propio Dux y otros personajes de gran relevancia ha intentado convencerle”, el Dux por su 
parte, el día del juicio, recibe a Shylock con estas palabras: 
Shylock, opina el mundo –y también yo– 
que habéis querido llevar esta malvada astucia 
hasta el último acto para, a continuación, 
hacer alarde de misericordia, de piedad sorprendente, 
más sorprendente que la crueldad que aparentáis; 
y que, en vez de exigirnos la condena 
de una libra de carne de este pobre mercader, 
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no sólo por alto pasaréis su complimiento 
sino que, movido por la humana ternura y el amor, 
perdonaréis una parte de la suma 
si, misericordioso, contempláis las pérdidas 
que últimamente se acumulan sobre sus espaldas, 
capaces de arruinar al mercader más grande, 
y arrancar por su estado compasión 
a pechos de bronce y corazones de piedra 
y hasta los más obstinados turcos y los tártaros nunca educados.(IV,1) 
Durante el juicio Portia lo llamará a la piedad desde el inicio y lo conminará a la clemencia, este es 
para Shakespeare un momento importante, pues no sólo se limita ahora por segunda ocasión a 
unas pocas líneas, es al igual que con el Dux, una breve pero importante disertación sobre ésta. 
No es la obligación cualidad de la clemencia: 
sino que –suave lluvia- cae del cielo 
en la tierra a sus pies. Bendita por dos veces, 
pues bendice a quien da y a quien recibe; 
poderosa entre quienes tiene más poder, adorna 
mejor que la corona al monarca en su trono, 
pues el cetro representa la fuerza del poder temporal 
y es atributo de majestad y de respeto, 
y de donde emana el temor el miedo que nos inspira un rey. 
Mas la piedad supera al cetro que domina, 
en el corazón del rey tiene un trono, 
atributo es que Dios mismo, 
y más al suyo se parece el poder terrenal 
si la piedad modera a la justicia. Así, pues, hebreo, 
aunque justicia sea lo que reclamas, considera 
que a ninguno de nosotros bastará la justicia 
para salvarse, Todos te suplicamos la piedad 
y es la súplica misma la que nos enseña 
a practicar clemencia…(IV,1) 
Es interesante señalar como en este un canto a la gratuidad de la clemencia, la valora y pondera 
hasta colocarla en un punto superior al poder del cetro, que bien pueda ser la justicia o la ley y al 
tener un trono en el corazón de los reyes, así como que no basta la justicia para salvarse, le 
atribuye a la clemencia un estatus divino 
En otros momentos Portia lo conmina nuevamente a la clemencia sin obtener de Shylock 
respuesta favorable. Será al final del juicio que nuevamente sea el Dux quien ante la decisión de 
incautarle todos los bienes y que su vida dependa de su decisión le amoneste: 
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Para que puedas ver cuánto difiere tu conciencia de la nuestra, 
la vida te perdono antes que me lo pidas. 
En cuanto a tus bienes, la mitad ha de ser para Antonio, 
y, la otra mitad, para el Estado, 
aunque a simple multa se reduciría si contáramos con tu humildad.(IV,1) 
Pese a la negativa de Shylock y solicitud de quitarle la vida, pues le quitan el sustento, Portia se 
dirige a Antonio “¿No podrías mostrar vuestra misericordia de algún modo Antonio?”(IV, 1) y 
Antonio mostrando su calidad misericordiosa solicita la reducción de la multa a la mitad de sus 
bienes y la otra mitad sea entregada a su muerte a Lorenzo y Jéssica agregando “Mas, hay aún 
otras dos condiciones: que por este favor se haga cristiano sin mayor tardanza, y que firme aquí 
mismo, ante esta corte…”(IV, 1) 
Esta conversión forzada de Shylock implica que deberá cambiar por completo su forma de vida. 
Pues como se dijo anteriormente, los cristianos no podían dedicarse a la usura. Y es que si bien 
Shylock no cuenta con la crueldad destacada de Barrabás del Judio de Malta, si presenta a un judío 
que por sus propias expresiones no es tan malo y esto lo deja bien claro, los cristianos también son 
rencorosos, pero a Shylock lo ciega la venganza, por su parte queda claro que los cristianos 
tampoco son tan buenos, pero los salva el poder de la misericordia cristinana de la que carece el 
judío. 
Desde el punto de vista de la teoría dramática, una comedia procura mostrar un defecto de 
carácter que es preciso erradicar y para esto se muestra constantemente hasta que no quede 
duda de su existencia, es entonces, que deberá ser expuesto, sancionado, castigado y escarnecido 
de su defecto así como en lo posible que éste sea corregido. Así que en el caso de Shylock, el gran 
defecto con el que cuenta no es la usura en sí, sino el hecho de ser judío, mismo que queda 
resuelto al ser obligado convertirse al cristianismo, una conversión obligada que de otros 
ejemplos en la historia y el tiempo han demostrado no servir de nada, más en el contexto cobra 
importancia ser cristiano y no un hereje con posibilidades de traicionar a la Reina y a toda 
Inglaterra con ello. 
La ley y el derecho 
El mercader de Venecia es la obra de Shakespeare que más ha fascinado a los juristas, si bien la 
literatura es una fuente de análisis y estudio para la historia del derecho, esta obra en específico 
gira en torno a un caso y presenta tal cantidad de características y precisiones para describir la 
controversia desde sus orígenes, poner al alcance los términos del contrato y su aplicación, que 
por él se han escrito diversos estudios jurídicos, en los que se revelan cantidad de supuestos, 
análisis y teorías jurídicas sobre la viabilidad y sustentabilidad del caso desde su origen hasta su 
conclusión; si bien, la mayoría de estos estudios hablan más de un análisis a la luz de la actualidad 
y el contexto del o los estudiosos, hay aspectos que pueden ser aplicables a la naturaleza y bases 
del mismo derecho, sin descartar que todo caso está a merced de ser interpretado. 
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Shakespeare presenta la obra en Venecia, y es este un punto que no se ha tratado hasta ahora, no 
porque sea menor, sino porque este hecho está fuertementevinculado al punto de la ley y el 
derecho. Venecia es una ciudad portuaria, fundada hacia mediados del Siglo V, d. C., levantada 
sobre pequeñas islas del mar Adriático, rodeada de lagunas. En sus orígenes fue una ciudad-
estado, que gozo durante varios siglos de soberanía y fortuna, toda vez que poseía un pujante 
imperio marítimo. (Castañeda Crespo, 2013) Venecia no conoció ni el período feudal ni el 
comunal: fue una República aristocrática (también inédita), con un Dux elegido y contaba ya con la 
ayuda de organismos colegiales (Roma y el Vaticano, Florencia y Venecia. Tres perlas de Italia, 
1994) es decir, entre los años 1594 a 1598 (S. XVI) cuando Shakespeare escribe El Mercader de 
Venecia, no hay la menor duda de que Venecia, en su concepción de ciudad-estado, es una 
potencia, una cosmopolita capital comercial de la época muy admirada en Inglaterra. 
Shakespeare nos presenta una Venecia cosmopolita, en la que pueden darse las características 
propias de los espacios donde diversas formas de pensamiento convergen, pero también como 
una comunidad con sólidas bases, muy preocupada por preservar su estabilidad, lo que la 
convierte en un mundo cerrado y conservador en su interior, cuyo poder descansa en la severidad 
del cumplimiento de las leyes, como el mismo Antonio aclara: 
No puede el Dux interferir en el curso de la ley, 
pues si los derechos que los extranjeros tienen 
aquí en Venecia les fueran denegados, sería en detrimento 
de la justicia de este Estado, 
ya que el comercio y la prosperidad de la ciudad 
en las otras naciones se sustentan. (III, 3) 
Así el gran conflicto que se presenta en la obra desde el punto de vista jurídico es: “las leyes de 
Venecia –garantía de prosperidad comercial de la ciudad, y por ello inviolables para el Tribunal 
de Justicia-, y la vida de un hombre virtuoso” (Forero Reyes, 1994) 
Durante la obra tenemos tres momentos interesantes para revisar los aspectos jurídicos, el 
primero relacionado con el tercero y el segundo normalmente pasado por alto y que hasta que no 
es propuesto en términos legales es considerado claramente. 
El primero es el establecimiento del contrato: tres mil ducados prestados por Shylock a Antonio, 
que acepta con penalización entregar una libra de carne de la parte que Shylock elija si al cabo de 
tres meses no devuelve el dinero. El contrato se nos presenta dramáticamente como legal desde el 
momento en que es aceptado por un notario, se precisan los términos del contrato, la declaración, 
el consentimiento de las partes con todo y firma, es obvio que tiene fecha y lugar del vencimiento 
del plazo, quedando muy clara la penalidad que tendrá el incumplimiento. En este sentido Forero 
Reyes realiza una alusión histórica sobre el contrato, aclarando que puede resultar extraño dentro 
del contexto, sin embargo, fue un uso aceptado por algunos pueblos antiguos señalando La 
genealogía de lo moral de Nietzche para afirmarlo. 
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En su tratado de derecho civil Spota considera que “el contrato tenía un objeto-fin social no 
tutelable por el ordenamiento jurídico”, ya que hay frente al pretendido derecho estricto que 
emanaría del pacto, un principio de superior conservación de la sociedad misma. El ejercicio 
abusivo de la facultad de contratar no puede merecer amparo, no sólo frente a ese valor de 
justicia tan elevado en sí, sino frente al mismo concepto de derecho como instrumento de paz 
social. Más que de contradicción ha de hablarse de armonía entre la justicia y la seguridad 
jurídica” (Guardado & Vicien, 2014). El derecho natural se impone y pondera sobre cualquier otro. 
Pero las formas legales en la obra son presentadas de una forma muy seria, el notario es 
conocedor de las leyes en su inicio y admite con su sello el contrato. Eduard White (White, 2002) 
principalmente y otros más hacen referencia a las diferencias jurídicas entre un “single bond” que 
se refiere al compromiso de pago de una suma en una fecha determinada, y el “conditional bond”, 
que añade la posibilidad de anular el contrato como de penalidades y confiscaciones si se 
incumple, “castigos que estaban excluidos en la antigua prohibición de la usura” (Rodríguez Braun, 
2009). También es importante considerar otros dos términos jurídicos diferenciados por White en 
vocabulario jurídico inglés el término “warranty” implica el responder con todos los bienes, 
mientras que “penalty” plantea un ampliación a las características del término, pues no sólo se 
limita a una suma de dinero o de bienes, incluye también castigos corporales. Todo esto vigente 
en el contexto de la obra, lo que hace posible la realización del contrato. 
El segundo aspecto jurídico de la obra, que si bien sólo plantea un conflicto tamizado por la 
historia de amor, es el de Portia, quien por disposición testamentaria de su padre, se casará con 
quien entre tres cofrecillos escoja el que contenga el retrato de ella (Veytia Palomino, 2005). Esto 
se plantea como un conflicto en Portia que da pie a diversos momentos de sufrimiento juvenil y se 
ven resueltos por la buena fortuna y tino de Bassanio. Algunos estudiosos entrevén en la canción 
que es tocada previo a la elección del cofre, una trampa, pues las últimas palabras de la canción 
riman con la palabra plomo, que implicaría otro análisis jurídico del caso y la legitimidad de la 
elección, mas esto no es punto de conflicto en la obra y por lo tanto, lo dejamos así. 
El tercer punto y derivado del primero se provoca por el incumplimiento del contrato entre 
Shylock y Antonio. Son Salerio y Solanio quienes comunican las pérdidas de Antonio y escuchan del 
mismo Shylock que hará valido el contrato y utilizará su carne como “cebo para los peces, 
Alimentará mi venganza, aunque no alimente ninguna otra cosa” (III, 1) y el solicitará a Turbal: 
Avisa a un alguacil. Apalábralo con quince días de tiempo.” y Salerio referirá a Bassanio y Portia 
como Shylock “al Dux importuna noche y día, y la libertad del estado pone en duda si no se hace 
justicia” (III, 2) es decir, el judío acreedor sabía que aunque lo que pedía era “injusto”, su 
pedimento estaba ajustado a la ley; y al estar ajustado a la ley, su pedimento se volvía “justo”. 
(Castañeda Crespo, 2013) 
Hasta este momento, Antonio como fiador, se encuentra fatalmente a expensas de la ejecución 
literal de contrato, sometido al poder absoluto de la legalidad que en la obra se presenta 
constituida con un poder despótico sobre cualquier acción pública, una legalidad a rajatabla que 
no escucha razones ni toma en cuenta ética, moral, ningún valor, ni un mínimo de humanidad 
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que pueda siquiera considerar por encima de sí misma. “Se erige al apego absoluto a la literalidad 
del contrato en criterio supremo de justicia dentro de la organización de la vida pública. La lógica 
de la literalidad legal es la suprema lógica de lo público” (Forero Reyes, 1994). Esto lo vemos 
claramente pues Portia acepta el pacto, no lo cuestiona ni lo califica de inmoral, así será de tajante 
su resolución, en ningún momento negará el pacto y exigirá su exacto cumplimiento. De esta 
forma, afirmando su validez lo interpreta y a la vez lo destruye por sus mismas palabras; 
definitivamente se trata de una interpretación, podemos decir, farisea ya que limita únicamente al 
texto la ley (Chavarri, 2004) y se considera que Portia ha actuado conforme a estos principios. 
Diversos juristas apoyan este proceder, considerando que los contratos de esta naturaleza, deben 
ser interpretados escrupulosamente, sobretodo porque está en juego la vida de Antonio, y tener 
en cuenta todos los puntos, principalmente aquellos recovecos en que las condiciones no tengan 
una explicación total. “Por tanto la solución de equidad de Porciaes muy justa a su parecer, 
aunque sus premisas judiciales puedan ser irregulares”. (Guardado & Vicien, 2014) 
Pero dentro de este mismo proceder, recordemos que este caso ha dado lugar a diversas 
interpretaciones jurisprudenciales. Shylock presenta un caso que si no es por una artimaña 
ninguna corte aceptaría, desde su inicio debió considerarse nulo el título de crédito porque 
contenía un quid inmoral, por ser ilícita su causa, pero todo tiene un efecto dramáticamente 
imponente, Shylock siempre apela a la ley “Aguardo la sentencia…Me atengo a la ley…Exijo mis 
derechos” (IV,1.103, 142, 203).Y se hace justicia violando la ley pues Portia en su resolución y 
advertencia: 
¡Un momento! No es todo. 
Este contrato no os concede ni una gota de sangre. 
Las palabras exactas son <<una libra de carne>>. 
Tomad, pues, lo estipulado: vuestra libra de carne, 
pero si al cortarla llegáis a derramar 
una sola gota de sangre cristiana, vuestros bienes y tierras 
serán –según ley de Venecia– confiscados 
y se entregarán al Estado de Venecia (IV, 1) 
esta estrategia no debió tener validez, y Shylock debió ganar el caso, la condición impuesta en 
esta sentencia es imposible bajo las leyes de la naturaleza, de la fisiología, es fácil de demostrar 
que la sangre de Antonio era necesariamente complementaria a lo que él tenía derecho, la 
carne; está ignorando un principio básico y esencial de las leyes que rigen los contratos, que 
advierte que el derecho de realizar determinada acción que en este caso es el cortar la libra de 
carne del pecho de Antonio, otorga una potestad a las consecuencias directas y necesarias que 
dicho acto conlleve, que en este caso sería el derramamiento de sangre. Si esto no fuera lo único, 
también se añade que la insistencia dramática de Portia para que Shylock cortara exactamente y 
en un único intento una libra exacta de carne también se considera un absurdo legal, pues todo 
aquel que en conformidad con la ley tiene el derecho de tomar cierta cantidad de alguna cosa, 
tiene el derecho de tomar menos si así le place. “Más aún, una Corte que había permitido la 
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validez del contrato de Shylock no podía condenarlo por la ofensa criminal resultante de haberlo 
presentado para lograr tal reconocimiento”. (Guardado & Vicien, 2014) pues la misma corte está 
avalando el crimen, esto invalida la sentencia contra Shylock por tentativa de homicidio 
“La sentencia se inspira en un móvil jurídico loable en cuanto enerva –por un medio singular- una 
obligación que lesiona gravemente los sentimientos de moralidad y de dignidad humana y en este 
sentido se explica la aprobación que del fallo hace Kohler. El concepto de justicia debe prevalecer 
sobre el de seguridad jurídica, si ésta sólo procura mantener un armazón arbitrario, fundado en el 
mero poder, pues le falta el substratum ético, su fuerza aparente sólo podrá encubrir hasta cierto 
punto su fragilidad congénita. (Guardado & Vicien, 2014) 
Shylock es privado por la decisión de Portia de sus derechos, se puede considerar correcto que no 
lo haya apoyado en su intento de hacer efectivo el contrato, pero sin duda en la sentencia en 
contra del judío se extralimitó y fallo a la justicia al condenarlo a renegar de su religión, lo 
humilla y escarnece, en él se ve la imagen medieval de los judíos como parias de la sociedad, 
que reclaman justicia en vano, el juez ha alimentado su fe en la justicia en la que ha confiado para 
recordarle que “no es más que el despreciado judío de esos tiempos, a quien se le hace justicia 
defraudándolo” (Rodríguez Braun, 2009). 
Sabemos de antemano que toda la estructura de la obra es ficticia, no por eso menos interesante y 
es de reconocer que está perfectamente estructurada para conseguir una verosimilitud absoluta 
en tanto a su legalidad y la estructura legal dentro de la obra; según Posner:“Ningún sistema legal 
del siglo XVI habría forzado una cláusula de penalización como la contemplada en la obra, que 
comportaba la muerte del deudor, especialmente cuando éste ofrece pagar el préstamo al 
acreedor con un elevadísimo interés (Posner, Against ethical criticism: Part Two, 1998), pues Los 
tribunales ingleses a finales del siglo XVI estipulaban en estos casos sólo multas pecuniarias 
(Posner, Law and Literature, 1988). 
Shakespeare es un dramaturgo, no era un jurista, ni contaba con tantos conocimientos legales 
como para ser preciso y fiel al derecho, su interés como hombre de teatro era atraer al público, 
pues era ante todo un empresario teatral de éxito, escribiendo obras para todo público que 
lograron darle una buena estabilidad económica, gracias a que llegaban a verlo un buen número 
de londinenses “pagando el precio entonces una barra de pan” No se trata de la validez precisa 
del contrato, se trata del impacto dramático del juicio, al que Shakespeare recurre en varias de sus 
obras, y que atrae siempre al gran público” (Rodríguez Braun, 2009); sin embargo, deben tomarse 
en cuenta que para la historia del derecho esta obra se considera un proceso histórico en la 
evolución de la ciencia del derecho. Con diversas opiniones acerca del proceso judicial de la obra: 
“Las rígidas formas legales de la antigüedad, llegan a armonizar con la concepción más humana del 
Derecho; posición sostenida por juristas alemanes, en 1886, Jhon Doyle, publicó una obra en la 
que explicaba que el procedimiento seguido por la Corte de Venecia, reproduce las características 
esenciales de la práctica legal utilizada por las cortes de Nicaragua, cuya tradición se presume que 
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Shakespeare conocía a través de las noticias traídas por los navegantes ingleses y españoles que 
habían venido de América.” (Guardado & Vicien, 2014) 
Kohler “se inclina a ver un nuevo principio jurídico en la sentencia de Porcia: la conciencia judicial 
es un reflejo del sentimiento de derecho que en un momento dado domina en el pueblo” 
(Guardado & Vicien, 2014), mientras que por otro lado Radbruch, en su Filosofía del Derecho, nos 
muestra cómo el Mercader de Venecia ejemplifica de qué manera el derecho llega a 
contradicción consigo mismo en el abuso del derecho y cómo se establece por medio de un abuso 
de derecho en dirección contraria. 
Varios juristas consideran que: Posiblemente, la idea central de la obra de Shakespeare fue 
demostrar la certeza de la antigua máxima jurídica Summun ius summa iniuria, si bien la teoría de 
reprobación del llamado abuso del derecho no se había desarrollado al tiempo de escribirse El 
mercader de Venecia. No cabe duda de que fue excelentemente tratada. (Veytia Palomino, 2005) 
¿Discriminación?, ¿docilidad? y empoderamiento 
Se ha hablado anteriormente de los prejuicios, razones y discriminación hacia los judíos, sin 
embargo en este punto resalta un personaje que presenta múltiples matices y un papel muy 
activo, cuya complejidad y fuerza muchas veces es pasada por alto: Portia. 
Es interesante resaltar cómo Shakespeare reviste de cierta importancia a las mujeres en sus obras, 
esta es fluctuante y las más de las veces las mantiene dentro de los límites que corresponden a su 
género. Sin embargo, en Portia presenta varios aspectos que sólo fueron permitidos a una mujer y 
en condiciones muy diferentes a ella. Discriminación, docilidad y empoderamiento son aspectos 
que pueden ser sólo permisibles sin problema a la Reina, no de manera directa y menos aun 
cuando en este caso Portia obtiene un esposo que sabe desvelar el secreto que lo convierte en 
merecedor de su mano, mientras Isabel no corrió con la misma suerte y desdeñó a todos los 
pretendientes que tuvo para casarse. 
Apenas la segunda escena del primer acto Nerissa y Portia nos aclaran los pormenores del acertijo 
de los cofres, y nos aclaranque hay una fila de pretendientes que han llegado todo el mundo para 
aspirar a la mano de Portia, que por su parte no siente el mínimo interés por ninguno de estos 
pretendientes y a cada uno lo destruye con sus descripciones 
Al príncipe napolitano lo considera un “buen potro” concluyendo: “tengo la impresión, amiga mía, 
de que con algún herrero hizo trampa su madre” (I,2). 
Del conde palatino lo describe como de ceño fruncido y considera: “Me temo que será un filósofo 
llorón cuando envejezca (…) antes me casaré con una calavera con hueso en la boca que con uno 
de éstos. (I,2). 
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Con caballero francés es aún más inquisitiva: “Que lo hizo Dios; deja por ello que pase por hombre. 
Sé que burlarse es un pecado, pero –¡santo cielo!– ese tiene mejor caballo que el napolitano, 
mejor mal hábito de fruncir el ceño que el conde palatino, pero es como todos: no es nadie.” (I,2). 
Del barón inglés reconoce su “bella estampa, pero –¡ay!– ¿quién puede conversar con una 
pantomima? [puesto que no habla los idiomas que conoce Portia] ¡Y de qué guisa va! Creo que se 
compró el jubón en Italia, en Francia las calzas, el sombrero en Germania, y los modales en 
cualquier otra parte. (I,2). 
Del lord escocés dice: “que tiene caridad de un buen vecino: tomó prestada una bofetada del 
inglés, y juró devolvérsela cuando pudiera. Creo que el francés salió fiador y garantizó darle otra” 
(I,2). 
Y al alemán lo considera “repugnante por la mañana cuando está sobrio, y aún más por la tarde 
cuando está bebido. En su mejor momento es algo peor que un hombre, y, en el peor, algo mejor 
que una bestia. (I,2). 
El príncipe de marruecos es tratado con educación y gentileza, más de forma cortante y tajante, 
cuando este descubre su mala suerte en los cofres y se despide, Portia expresa “¡Qué dulce alivio! 
¡Ea! Corred de nuevo las cortinas, que todos los de su aspectos tenga la misma suerte” (I,2). 
Al príncipe de Aragón lo ve partir diciendo: “Así huye en ascuas de la luz la palomilla. ¡Ay de los 
necios que razonan! Cuando eligen, en su sabiduría la que les traiciona” (I,2). 
Estos elegantes y ácidos comentarios sobre sus pretendientes, pueden ser considerados 
exclusivamente desdenes de una mujer que no está enamorada; sin duda estos y otros 
comentarios mucho más soeces pudieran ser proferidos y también que sean una forma de 
demostrar el contraste con el amor que posteriormente profesará a Bassanio; sin embargo, se 
pueden considerar dos posibilidades de interpretación: 
La primera como una forma de discriminación hacia las diversas naciones algunas de las cuales y 
que han tenido los insultos más fuertes son una forma estereotipada y deleznable de ver a los 
enemigos, competencia o simplemente a los no ingleses. Sólo a los ingleses les concede buena 
estampa aunque no mucho gusto al vestirse. Así que puede inferirse una leve idea nacionalista en 
la obra. Leslie Fielder ve esta “lista de estereotipos extranjeros en la segunda escena del primer 
acto, como la expresión de la xenofobia isabelina” (De Toma, 2004) 
La segunda puede hacer referencia al carácter de la misma Reina, sus biógrafos reconocen su 
gusto por mofarse de los demás, incluso de los más allegados, tenía por costumbre poner apodos 
no muy agradables y llamar siempre por estos a sus propios colaboradores, a los cuales no llamaba 
por su nombre, cuanto más referirse de manera aún más mordaz hacia aquellos que le 
desagradaban, al igual que Portia que evoca las ansiedades culturales ante una mujer que controla 
gran cantidad de tierra y dinero, por lo que desafía al sistema patriarcal – más allá de cualquier 
referencia mitológica (De Toma, 2004). 
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Otro aspecto del carácter de Portia es la docilidad o aparente docilidad que debe como le 
corresponde a las de su género, es dócil a la voluntad de su padre: 
Tanto razonar no ha de servirme para elegir marido. ¡Ay de mi, qué palabras, <<elegir>>! No 
puedo elegir a quien me agrada ni rechazar a quien no quiero; así es como se doblega la 
voluntad de una hija que vive a la de su padre muerto.(I,2) 
Cierto que después se lamenta, y en algún momento piensa en que si algún pretendiente como el 
sobrino de duque de Sajonia intenta resolver el acertijo de los cofres, quisiera tener la forma de 
hacerlo desistir en su intento o hacerlo fallar, pero promete mantener su obediencia al mandato 
paterno en estos casos y aún sobre su interés por Bassanio a quien dice al verlo llegar: 
Por mi te retendría un mes o dos 
antes que por mi eligierais, y os enseñaría 
a elegir bien, aunque sería como jurar en falso 
y a eso jamás he de llegar… aún a miedo de perderos.(III,2) 
Decide ser dócil y aceptar la decisión de su padre que sólo quien encuentre su retrato dentro del 
cofre sea su esposo. Y sabemos que Bassanio la encontró. Después de este feliz acontecimiento, 
durante el festejo Portia declara ser feliz y dice a Bassanio: 
Y más feliz aún, puesto que, dócil, 
me someto a vuestra voluntad para guiarme 
a voz, que sois mi rey, mi dueño, mi señor. 
Mi ser, mis pertenencias a los vuestros y a vos 
son entregados. Hasta hace un momento he sido yo 
dueña y señora de esta mansión, de todos mis criados, 
y soberana de mi misma. Ahora sin embargo, 
esta casa, estos criados y yo misma 
os pertenecemos, y vos sois nuestro dueño. Todo os lo entrego en este anillo (III,2) 
 
Portia no dudará en compartir el dolor de Bassanio al leer la carta de Antonio y no dudará en 
poner a su disposición en hecho como antes lo dijo en palabra el capital necesario para pagar la 
deuda de Antonio y salvarlo de Shylock. 
Y nuevamente al regresar Bassanio del juicio, Portia lo recibe con estas palabras: 
Dejadme que os alumbre, no como luz efímera, 
pues, si efímera es la esposa, mayor carga llevará el marido, 
y nunca será así con Bassanio por mi causa. 
Sed bienvenido a casa, mi señor.(V,2) 
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Es importante aclarar en este sentido que el término luz se refiere a la luz que alumbra y a la 
virtud de la mujer, así la luz efímera implicaría una ligereza de la mujer. Entendiéndose así cómo 
este texto es un nuevo compromiso que Portia está haciendo a Bassanio, será una mujer 
constantemente virtuosa y apegada a su señor. Como lo fue anteriormente dócil y apegada como 
hija. 
Como enamorada y futura esposa se declara en antes de entregar el anillo a Bassanio: 
soy solo una ignorante, sin experiencia ni instrucción, 
aunque, eso sí, feliz por no ser vieja 
para aprender y más feliz aún 
por no haber sido criada tan en la ignorancia que no pueda aprender.(III,2) 
Pero Porcia, es ante todo una mujer con la complejidad y duplicidad de las mujeres y no hay nadie 
más doble que ella misma, no sólo por su disfraz sino también por aspectos económicos: pretende 
ser dependiente de los hombres, empezando por su padre, pero la vemos disponiendo libremente 
de una suma muy abultada para salvar al mercader (Rodríguez Braun, 2009) 
Portia es una mujer lo sumamente inteligente, astuta y arrojada, se viste como el joven juez 
Baltazar para encajar completamente en su nuevo rol de esposa. Ella entiende que Antonio es 
quien ama tan tiernamente a su señor”(III,4) para pacificar su matrimonio deberá realizar una 
estrategia que asegure el regreso de su amor en las mejores condiciones, sabe perfectamente 
cómo aprovechar la ocasión que, de inicio, tiene muy segura pues al dejar a Lorenzo y Jessica a 
cargo de su casa, en seguida entrega una carta con instrucciones así le dice a su sirviente: 
Toma esta carta que te doy 
y usa toda la diligencia de que seas capaz 
en llevarla hasta Padua. Asegúrate de que en mano 
al doctor Belario, mi primo sela entregas 
y presta atención a las cartas y ropajes que han de darte, 
y que has de traer, yo te lo ruego, con toda la velocidad, que imaginarse pueda, 
al embarcadero que hace el servicio público en Venecia.(III, 4) 
Portia está segura que Belario accederá a lo que ella solicita, y que llegará antes que el sirviente. 
Se lleva a Nerissa para que vean a sus maridos antes de lo que se imaginan. Es claro que cuando 
Portia le dice a Nerissa que ellos también las verán “Pero con tal aspecto que deberán pensar en 
atributos que no tenemos” ella está convencida de ser el Juez de la causa. 
Durante el juicio mostrará un conocimiento de la ley extenso y preciso, representará 
perfectamente su papel de docto letrado reconociendo cada uno de los aspectos del tema. Apela a 
la clemencia de Shylock que tajantemente niega, cuestiona por el pago que obvio sabe se puede 
hacer por Bassanio y cuando éste le solicita que las leyes no debe imponerse la maldad del judío le 
reprende: 
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No es posible. No hay poder en Venecia 
que pueda alterar lo que dicta la ley. 
Constaría como precedente 
y, siguiendo este ejemplo, todo tipo de abusos 
irrumpiría en el Estado. No es posible (IV, 1) 
Revisa el contrato y aconseja a Shylock a aceptar el triple de la suma y acabar con el contrato que 
Shylock nuevamente rechaza y debe dictar una sentencia a favor del cumplimiento del contrato, 
reconviene a Shylock sobre la presencia de un cirujano para salvar la vida de Antonio, como un 
último acto de piedad al que Shylock se niega, reacciona y censura a Bassanio de ofrecerse a 
perder todo incluso a su esposa por salvar a Antonio: “Poco sería el agradecimiento de vuestra 
esposa si se encontrara aquí y oyera lo que estáis ofreciendo”(IV,1) y esperando hasta el último 
momento con la creciente tensión dramática y a la vez dando una última oportunidad para que 
Shylock reconvenga, detiene al Judio para aclararle que tiene derecho a su carne, mas no a una 
sola gota de sangre de Antonio, recordándole que “puesto que justicia reclamáis, estad seguro que 
justicia tendréis: más mucha más de la que deseáis”, instigando a Shylock a tomar su libra de carne 
sin derramar una sola gota de sangre, que al verse impedido para obtenerla en esas condiciones 
pide retirarse con el dinero que le habían ofrecido, mas nuevamente Portia corrige: “Ante este 
tribunal la ha rechazado”(IV,1) sólo tendrá lo que es justicia estricta y estipula el contrato” y es la 
ley quien lo ha cercado y le condenarán a la expropiación de sus bienes, la mitad para Antonio y la 
mitad para el Estado, y conmina a Antonio a tenerle piedad. 
Algo más surge durante el juicio, Porcia ha presenciado la preocupación de su marido por la 
situación de su gran amigo que ha declarado 
A una esposa, Antonio, estoy unido, 
para mi tan preciada como mi propia vida; 
mi vida, esposa y mundo 
no superan en mi la estimación por vuestra vida. 
Todo lo perdería, sí, todo lo sacrificaría 
a este demonio para poder salvaros (IV, 1) 
Portia reconoce la seriedad de la relación de Antonio por Bassanio, se determina a negar su 
relación, pide a Bassanio aún en su rol de juez el anillo que le dio como esposa en un doble juego 
en el que al reclamo: 
Veo, Señor, que sois pródigo en ofertas. 
Me enseñasteis primero a mendigar y ahora parece 
que me estáis enseñando a contestar a los mendigos,(IV,1) 
Sigue, ante la resistencia de Bassanio que le informa el origen del anillo, una amonestación que es 
a la vez una posible advertencia de perdón: 
Una excusa sirve a muchos hombres para ahorrarse regalos, 
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pero si vuestra esposa está en su juicio, 
y sabe cómo me merezco yo el anillo, 
no estará con vos mucho tiempo enemistada 
por habérmelo dado a mí. Está bien. Quedad en paz(IV,1) 
Antonio apoya la entrega del anillo, “considerad sus méritos y todo mi amor más que el mandato 
de una esposa”(IV,1)y su amor parece triunfar verdaderamente sobre el compromiso con Portia, 
desconociendo su estrategia. En su reencuentro en Bermont Ella habla primero con Bassanio y se 
refiere a Antonio como si él no estuviera presente “ligado, sí, y en el pleno sentido de la palabra 
estáis; pues, según he oído, ligado profundamente quedó él por vos”(V,1) Antonio empieza su 
sumisión respondiendo “No más ni menos que la recompensa que recibo”(V,1); es sólo entonces 
que Portia lo saluda, parca y fría, disimuladamente “Sois, señor, a nuestra casa bienvenido; con 
algo más que las palabras os lo demostraremos excusando, así pues, frases de cortesía”(V,1). 
Portia no tiene urgencia por cuestionar a Bassanio por el anillo, espera el reclamo de Nerissa a 
Gratiano que se da en seguida y aprovecha la ocasión reprendiendo a Gratiano frente a Bassanio: 
Habéis obrado mal, si he de seros sincera, 
por deshaceros tan a la ligera del primer regalo de vuestra esposa; 
un objeto ligado a vuestro dedo por los juramentos, 
y unido así por la fe a vuestra carne. 
También yo a mi amor entregué un anillo, y le hice jurar 
que nunca se separaría de él; vedle ahí erguido; 
me atrevo a jurar en su nombre que no lo daría 
ni lo arrancaría de su dedo, por todas las riquezas 
que el mundo encierra. A fe mía, Gratiano, 
que dais a vuestra esposa graves motivos de aflicción 
si a mí me sucediera, enloquecería de furor. (v,1) 
Portia guiará a Bassanio a relatar lo sucedido y a clamar por la dispensa del anillo, ella provecha 
para advertir a Bassanio que al ser ahora dueño del anillo el joven docto también puede 
reclamarla a ella. Antonio se declara como “el desgraciado motivo de estas riñas”(V, 1) a lo que 
Portia le resta importancia para escuchar el juramente de Bassanio “perdonad esta culpa, y por mi 
alma os juro que jamás he de faltar a ningún otro juramento que yo os haga”(V,1), y Antonio que 
piensa en un nuevo autosacrificio declara: 
Por su felicidad presté una vez mi cuerpo 
y, de no ser por quien de vuestro esposo recibió el anillo, 
se habría perdido por entero. De nuevo aquí me comprometo, 
poniendo mi alma como garantía, a que vuestro señor 
no volverá jamás a romper su palabra por propia voluntad.(V,1) 
Portia acepta el aval de Antonio: “Habeis de ser entonces su fiador. Dadle, pues, esto y pedid que 
lo cuide mejor que lo hizo con el otro”(V,1), con lo que firma ““merry bond” esta vez con Portia, en 
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el que compromete su cuerpo en un modo que pueda desafiar el estatus de ésta como esposa. 
Además propone su alma como castigo.(…) De hecho no está contenta todavía con la sumisión de 
Antonio: quiere que él le dé a Bassanio el anillo, aquel tiene que renunciar definitivamente a su 
marido de un modo que parece muy cercano a volver a casar a la pareja (De Toma, 2004) 
Bassanio recibe el anillo y lo reconoce como el mismo anillo que entregó al joven docto, todavía 
quedará un último momento en que Portia le diga que el joven docto durmió con ella y así mismo 
el secretario con Nerissa, para antes de una reacción mayor dar a conocer la verdad que ellas 
fueron el juez y el secretario y que por eso es que todos están bien. Portia también entregará a 
Antonio una carta que le informa que tres de sus barcos están bien y han llegado a puerto, así 
como a Lorenzo y Jessica, el contrato firmado por Shylock 
Puede atribuirse a Portia un empoderamiento real, es ella quien planea todo desde el principio, 
quien logra que Antonio sea salvado, espera a que él reconozca que debe la vida al docto, que 
avale el juramento de Bassanio de fidelidad a Portia, y quien le da las buenas noticias de sus 
barcos, metafóricamente regresándole su buena fortuna. “Portia se viste como el joven juez 
Baltazar para encajar completamente

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