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Actores Sociais no Desenvolvimento Local

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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA 
FACULTAD DE ECONOMÍA 
CENTRO DE ESTUDIOS DEL DESARROLLO 
ECONÓMICO Y SOCIAL 
 
MAESTRÍA 
EN DESARROLLO ECONÓMICO Y COOPERACIÓN 
INTERNACIONAL 
 
 
 
ORIGEN, CONSTITUCIÓN Y PROTAGONISMO DE 
LOS ACTORES SOCIALES EN LA CONSTRUCCIÓN 
DE ALTERNATIVAS DE DESARROLLO LOCAL: EL 
CASO DE LA ORGANIZACIÓN RESPONSABLE DEL 
CENTRO ECOTURISTICO ACOCOMOCA A.C. Y 
TETELA HACIA EL FUTURO A.C. 
 
 
T E S I S 
QUE PARA LA OBTENCIÓN DEL GRADO DE 
MAESTRO EN DESARROLLO ECONÓMICO 
Y COOPERACIÓN INTERNACIONAL 
 P R E S E N T A 
LIC. HEDYLBERTO CASTRO CUAMATZIN 
 
 
 
COMITÉ TUTORIAL 
DR. GERMÁN SÁNCHEZ DAZA 
DRA. MARÍA EUGENIA MARTÍNEZ DE ITA 
DR. DESIDERIO ORTEGÓN QUINTAL 
 
 
 
 PUEBLA, PUE. DICIEMBRE 2012 
INDICE 
 
Pág 
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………….........1 
CAPÍTULO 1. CONCEPTUALIZACIÓN Y ORIENTACIONES TEÓRICAS 
SOBRE EL DESARROLLO: DE LOS MODELOS ESTRUCTURALES AL 
POSTDESARROLLO 
1.1. El nacimiento del concepto de subdesarrollo (la era del desarrollo). ……….4 
1.2. Los modelos estructurales del desarrollo. ……………………………………...8 
1.2.1. La teoría de la modernización. ……………………………………………..........9 
1.2.2. Las teorías latinoamericanas del desarrollo. ………………………………….12 
1.3. Los modelos de desarrollo endógeno. Los recursos locales como facilitadores 
del proceso de desarrollo. ……………………………………….............................18 
1.3.1. La emergencia del postdesarrollo. ………………………………………….......24 
1.3.2. El desarrollo propuesto desde los actores. ……………………………….…….27 
 
CAPÍTULO 2. ACTORES SOCIALES: CONCEPTO Y FACTORES DE 
CONSTRUCCIÓN. 
2.1. ¿Qué es un actor social?.............................................................................................31 
2.2. Factores que permiten la construcción de actores sociales y que determinan la 
acción social de los actores individuales: La concertación social, a identidad 
territorial y la cultura. …………………………………………………………………39 
2.3. Los Actores Sociales en el Desarrollo Local. ………………………………….....44 
 
CAPÍTULO 3. LOS ACTORES SOCIALES EN LA CONSTRUCCIÓN DE 
MODELOS DE DESARROLLO LOCAL EN EL MUNICIPIO DE TETELA 
DE OCAMPO, DOS ESCENARIOS DE MANIFESTACIÓN: EL CASO DE 
LA ASOCIACIÓN RESPONSABLE DEL CENTRO ECOTURÍSTICO 
ACOCOMOCA A.C. Y TETELA HACIA EL FUTURO A.C. 
3.1. Presentación de la Metodología Utilizada para el trabajo de Investigación de 
Campo (Válido para Ambos Casos). ………………………………………………….50 
3.2. Descripción técnica del Municipio de Tetela de Ocampo: El desarrollo en Tetela 
de Ocampo. …………………………………………….…………………….................51 
3.3. El caso de la Asociación Responsable del Centro Ecoturístico Acocomoca A.C. 
de Carreragco Tetela de Ocampo. …………………………………………………….58 
3.4. El caso de Tetela Hacia el Futuro A.C. …………………………………………..70 
CAPITULO 4. CONCLUSIONES Y CONSIDERACIONES FINALES. ……….....90 
ANEXOS………………………………………………………………….………..……97 
BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………………….116 
 
DEDICATORIA 
 
A mis padres Domingo y Rosita por haberme apoyado de manera absoluta en todo 
momento y por el amor que siempre me han mostrado sin condiciones, nunca lo 
hubiera logrado sin ustedes: ¡Muchísimas Gracias, Los Amo! 
A mi hermano Hedwin que tuvo a bien ser compañero de muchos desvelos y ser 
partícipe con sus opiniones del trabajo que ahora presento. Además de ser el 
consejero en muchos momentos difíciles: ¡Gracias Brother! 
A mis abuelitos Andrés y Mariana que en múltiples ocasiones han sabido darme 
palabras de sabiduría cuando me he encontrado en situaciones adversas: ¡Abuelitos, 
no sé qué haría sin ustedes! 
A todos mis tíos, primos y todo familiar que valoraron el esfuerzo que realicé 
durante mi estancia en el posgrado y que participaron directa o indirectamente en la 
elaboración de esta tesis: ¡Un fuerte abrazo! 
A mi Director de Tesis el Dr. Germán Sánchez Daza que supo a bien conducirme 
por el camino correcto y que siempre estuvo al pendiente y dispuesto a solucionar 
mis dudas y errores con respecto a la elaboración de esta tesis. A mis asesores la 
Dra. María Eugenia Martínez de Ita y el Dr. Desiderio Ortegón Quintal por su apoyo 
y motivación que contribuyó en gran medida a la conclusión de este trabajo. 
A las organizaciones de Acocomoca A.C. y Tetela Hacia el Futuro A.C. que me 
brindaron su tiempo, amistad y paciencia con respecto al trabajo de campo que 
realice en cada uno de sus espacios de actividad: ¡Fueron en gran medida el pilar 
para la conclusión de esta tesis! 
Al pueblo de Tetela de Ocampo y a toda su gente que tanto amo, a mis amigos, 
conocidos y a todas aquellas personas que me aprecian y quieren esto no hubiera 
sido posible sin el respaldo de todos. 
 
Hedylberto Castro Cuamatzin 
 
 
1 
INTRODUCCIÓN 
Hasta finales de la década de los 80´s los estudios sobre el desarrollo sostenían que 
“el camino más indicado para arribar a condiciones de desarrollo favorables, era la 
industrialización de la economía, lo que daría lugar a la modernización de la 
sociedad” (Rofman, 2003:1). Para que este tipo de políticas tuvieran éxito se 
requería una participación importante por parte del Estado, quién se encargaría de 
delinear las estrategias idóneas de intervención en los territorios. 
Las políticas generadas bajo esta óptica recalan en programas y estrategias de 
intervención sectorizadas y aplicadas de forma unánime; el Estado esparce los 
planes y programas sin atender las especificidades de cada territorio provocando 
más que resultados positivos grandes desequilibrios regionales que a lo largo de los 
últimos años han caracterizado al desarrollo en los países subdesarrollados incluidos 
los de América Latina. Como respuesta a la ineficacia de los modelos estructurales, 
las últimas décadas han visto salir a la luz propuesta alternativas de desarrollo que 
en mayor medida “proporcionan recuentos detallados de respuestas diferenciales a 
las condiciones estructurales y que exploran las estrategias de sustento y las 
disposiciones culturales de los actores sociales involucrados” (Long, 2007:43). 
Este enfoque afirma que los procesos de desarrollo tienen lugar en territorios 
concretos; espacios donde se manifiestan relaciones de producción y estructura 
económica particulares y donde además convergen individuos, instituciones, historia 
y cultura propias del territorio. El territorio comprende un complejo espectro de 
relaciones e interacciones entre múltiples grupos y colectividades con intereses 
contrapuestos y antagónicos. La sociedad se concibe en términos de Bourdieu como 
un sistema de diferencias entre campos (grupos sociales) con reglas particulares, 
pero que en situaciones contingentes son susceptibles de articularse en función de 
proyectos que supongan un beneficio colectivo. Este enfoque pone fin al centralismo 
y a la orientación economicista del desarrollo para orientarse al territorio y a las 
 
2 
interacciones que se dan entre los distintos tipos de actores que confluyen dentro del 
mismo. 
Esta perspectiva coloca al actor como efigie y arquitecto del desarrollo, pero ¿qué es 
y cuando un individuo se convierte en actor?, y ¿qué factores le permiten convertirse 
en actor social?, que es el término con que se ha conceptualizado a aquellos agentes 
sociales capaces de influir en su entramado económico y social. Es precisamente el 
tema de los actores sociales, su papel e influencia en los procesos de desarrollo local 
y en la generación de alternativas al mismo la discusión que da cuerpo al presente 
trabajo. Para ello se revisarán dos casos ubicados en el municipio de Tetela de 
Ocampo en la zona norte del Estado de Puebla que servirán como objeto de estudio 
y que ayudarán a responder las incógnitas planteadas al inicio de la investigación. 
El trabajo está dividido en cuatro capítulos. El primero tienecomo intención 
presentar un contexto general acerca de la historia de los estudios del desarrollo, 
desde su nacimiento a partir de la Segunda Guerra Mundial y que supuso teorías, 
modelos y perspectivas formuladas desde el seno del poder económico mundial 
basadas en un fuerte componente económico en sus formulaciones, hasta llegar a la 
parte crítica de los estudios del desarrollo y que supuso la aparición de teorías y 
perspectivas con orientaciones que integraban al análisis los componentes territorial, 
social y cultural como factores elementales en la consolidación de los procesos de 
desarrollo y que resaltan de manera sustancial el papel de los actores sociales en la 
consolidación de los mismos. El segundo apartado se propone conocer el concepto 
de actor social, los factores que contribuyen a su consolidación, y de acuerdo a la 
teoría, su importancia en los procesos de desarrollo local. En el tercer capítulo se 
describirán en primera instancia los estudios de caso representados por la 
Asociación Responsable del Centro Ecoturístico Acocomoca A.C. y la organización 
Tetela Hacia el Futuro A.C. ubicados en el municipio de Tetela de Ocampo, Puebla. 
El conocimiento de ambos escenarios nos permitirá conocer el nivel de 
consolidación de actores sociales en cada uno de ellos, los factores que 
 
3 
contribuyeron o no a la formación de los mismos, las razones que permitieron u 
obstaculizaron su consolidación y su nivel de influencia en el desarrollo local. Este 
ejercicio tiene como objetivo confrontar teoría y realidad y determinar si los 
procesos reales se ajustan a las determinaciones que al respecto ha formulado la 
teoría. Por último en el capítulo cuarto se presentan conclusiones y reflexiones 
finales. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4 
CAPÍTULO 1. CONCEPTUALIZACIÓN Y ORIENTACIONES TEÓRICAS 
SOBRE EL DESARROLLO: DE LOS MODELOS ESTRUCTURALES AL 
POSTDESARROLLO 
 
1.1. El nacimiento del concepto de subdesarrollo (la era del desarrollo). 
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial en abril de 1945, Europa sufrió una 
transformación geográfica y política sin precedentes. Ciudades devastadas, millones 
de personas asesinadas en tiroteos, bombardeos y genocidios masivos (según las 
cifras oficiales de la época el número de muertes ascendió a un total de 50 millones), 
cesiones coloniales por parte de los países vencidos ante comisiones internacionales, 
países que recobraron su autonomía y una Alemania que tuvo que dividir su 
territorio en cuatro zonas de ocupación que estarían bajo la regencia de Estados 
Unidos, Inglaterra, Francia y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). 
En contraste con la Europa sumida en un cuadro económico en ruinas, el periodo de 
posguerra vio emerger a dos superpotencias que monopolizaron el poder económico 
y político en la zona, fue así como surgió un conflicto ideológico entre el 
denominado bloque capitalista con gran influencia en la Europa Occidental 
encabezado por Estados Unidos y su contraparte comunista encabezado por la URSS 
y que sentó su feudo en los países de Europa del Este. 
Estados Unidos necesitaba legitimar su nueva condición y posición en el mundo y 
para ello en el año de 1947 puso en marcha el Plan Marshall. Esta iniciativa tenía 
como propósito principal establecer las estrategias y mecanismos para la 
reconstrucción económica de Europa mediante un fondo de asistencia económica 
que ascendía a los 17 millones de dólares los cuales serían distribuidos como 
donativos (en un 80%) y préstamos (en un 20%). Para la consecución de los 
objetivos del Plan Marshall, Estados Unidos “consideró necesario” – impuso - que 
los países beneficiarios estableciesen la política de libre mercado o laisser faire 
 
5 
consistente en la no intervención del Estado en la economía, delegando su 
funcionamiento a las fuerzas de oferta y demanda. Esta condicionante no fue una 
estrategia lanzada premeditadamente, “a finales de la Segunda Guerra Mundial 
Estados Unidos era una maquina productiva, formidable e incesante sin precedentes 
en la historia” (Esteva, 1996:1), por ello era urgente “proporcionar salida al 
gigantesco potencial de producción necesitada de reconversión al final del conflicto” 
(Rist, 2002:84), lo que les permitió establecer el dominio comercial sobre las 
economías en reconstrucción. 
La era del desarrollo -como a muchos autores les gusta adjetivar a esta suceso 
histórico- se inauguró oficialmente en el año de 1949 el día en que tomó posesión 
de la Presidencia de los Estados Unidos Harry S. Truman, teniendo como marco el 
evento del Discurso sobre el Estado de la Unión. En el punto IV de dicho manifiesto 
de los Public Papers of the Presidents (1949) citado por Rist (2002:85) el presidente 
Truman “hizo un llamado internacional para establecer un programa de transferencia 
de conocimientos científicos y productivos hacia las “regiones insuficientemente 
desarrollas para su mejoramiento y crecimiento económico, ya que según el 
mandatario, la condición marginal de estos países era un peligro para el bienestar y 
prosperidad de países desarrollados y subdesarrollados”. 
No fue la primera vez que se utilizaban adjetivos para referirse y resaltar las 
diferencias económicas entre países. Carlos Marx en sus estudios sobre la sociedad, 
la economía y la política ya establecía que las condiciones de no desarrollo de 
algunos países son producto de los escenarios desfavorables bajo las cuales son 
obligados a participar del escenario económico mundial; Lenin en 1897escribió 
sobre Desarrollo del Capitalismo en Rusia; Schumpeter y su Teoría del Desarrollo 
Económico concluida en 1911 atribuía el crecimiento económico a los procesos de 
innovación (técnica y financiera), desarrollo de tecnología y aspectos socioculturales 
del entorno; Wilfred Benson (miembro del Secretariado de la Oficina Internacional 
del Trabajo) quien al escribir las bases económicas de la paz en 1942 hizo referencia 
 
6 
a las áreas subdesarrolladas; en 1944 el economista austriaco Paul Rosestein-Rodan 
pionero en los estudios sobre el crecimiento económico también habló de las áreas 
económicamente atrasadas; al mismo tiempo Arthur Lewis también escribía acerca 
de las causantes de la brecha entre naciones ricas y pobres. 
No obstante, en los labios de Truman la palabra subdesarrollo adquirió otro tipo de 
connotación. A partir de su discurso más de media mitad de la población del planeta 
“se convirtió en el espejo invertido de la realidad de otros: un espejo que los 
desprecia y los envía al final de la cola, un espejo que reduce la definición de su 
identidad, la de una mayoría heterogénea y diversa comparada a los términos de una 
minoría pequeña y homogeneizante” (Esteva, 2002:21). Se convirtió en un discurso 
dirigido a legitimar los procesos históricos de la modernidad y el capitalismo, a 
establecer un escenario bipolar donde se hacía una clara distinción entre los 
poderosos y el grupo condenado a la subordinación, discriminación y subyugación. 
Se hizo alrededor del discurso del desarrollo un mito que oculta su lado oscuro, 
aquel que convirtió la participación social en un instrumento servil para los objetivos 
de dominio de Estados Unidos. 
A partir de entonces Estados Unidos se nombró asimismo el paladín de la justicia 
mundial y el único con la capacidad para contrarrestar los problemas económicos, 
sociales, culturales y políticos de los países subdesarrollados. Para ello se creó un 
aparato institucional encargado de esparcir y vigilar la asimilación de las políticas 
elegidas para la operación “cruzada por el desarrollo”, entre ellos el Banco Mundial 
(BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización de las Naciones 
Unidas (ONU), etc. La agenda a seguir era la adopción de políticas eminentemente 
economicistas, de acuerdo con Estados Unidos, la única vía para la mejora de lacalidad de vida era mediante el crecimiento económico (aumento del PNB) a través 
del impulso de la actividad industrial. Se olvidó por completo el sentido social y su 
“capacidad de organización como elemento sustancial para la consecución de los 
objetivos del desarrollo. La solución que se propone es auténticamente hegemónica 
 
7 
porque se presenta no solo como la mejor, sino incluso como la única posible” (Rist, 
2002: 91). 
Fue así como el mito del desarrollo sugiere la idea de un estado inacabado, falto de 
perfección, de la posibilidad de tránsito a un estado superior, pero la falta de talento 
de los países para escapar por sí solos a esta condición hace necesaria la 
intervención de agentes externos. De acuerdo con Arturo Escobar fueron dos los 
mecanismos que permitieron la instauración del desarrollo como poder colonizador: 
1. La profesionalización de los problemas del desarrollo: lo cual ha incluido 
el conocimiento de estudios especializados así como diferentes campos de 
análisis para cada uno de los problemas del subdesarrollo. 
2. La Institucionalización del desarrollo: el entramado institucional 
encargado de pregonar el discurso a favor de la hegemonía estadounidense, 
integrado por los organismos internacionales ya mencionados en líneas 
anteriores – BM, FMI, ONU, OCDE, etc., además de sucursales disfrazadas 
de Agencias Nacionales de Desarrollo y ONG´s que se multiplicaron y 
esparcieron por Latinoamérica, Asia y África. 
Fue a partir de estos acontecimientos que comenzaron a surgir las primeras 
aproximaciones conceptuales, instrumentos de medición y modelos de análisis 
acerca de los factores condicionantes del desarrollo; dando lugar a múltiples 
interpretaciones, algunas convergentes otras no, pero que construyeron un escenario 
multicolor de elementos teóricos que dieron lugar a un debate amplio que se ha 
prolongado hasta la actualidad. 
A lo largo de los últimos cincuenta años, según Arturo Escobar, la conceptualización 
del desarrollo en las ciencias sociales desde el punto de vista latinoamericano ha 
visto tres momentos correspondientes: 
1. La Teoría de la Modernización (50´s – 60´s). 
2. Teoría de la Dependencia (60s – 70´s). 
 
8 
3. Críticas al desarrollo como discurso cultural, conocido por algunos autores 
como postdesarrollo, corriente en la que se insertan los estudios centrados en 
los recursos locales. 
 
1.2 Los modelos estructurales del desarrollo. 
Con el fin de institucionalizar y generalizar el modelo de desarrollo propuesto por 
Estados Unidos, la literatura de la posguerra se centró en construir una perspectiva 
que sostenía que la industrialización de la economía daría lugar a la modernización 
de la sociedad. La combinación que abría la caja fuerte del desarrollo - entendido 
como crecimiento económico -, debería incluir la intervención del capital privado y 
los medios empresariales, la aplicación de los más novedosos conocimientos 
científicos y tecnológicos a favor del incremento del Producto Nacional Bruto y del 
ingreso per cápita, metas que se reforzarían teórica y científicamente con los 
denominados modelos estructurales del desarrollo. Todas las orientaciones surgidas 
en esta época subestimaban las consecuencias sociales de las decisiones que se 
tomaron en los altos niveles, la obsesión por el crecimiento hizo olvidar las 
condiciones sociales existentes en los países subdesarrollados, la preocupación 
acerca de la pobreza generalizada se esfumó y adoptó la condición de explotación y 
violación por parte del sistema capitalista. 
Este tipo de modelos utilizan como base de su argumento agregados, estructuras y 
tendencias de gran escala que explican de manera global el funcionamiento de la 
economía y la sociedad. “Estas teorías encuadran su análisis en conceptos 
provenientes de la teoría de la modernización, o adoptan una perspectiva estructural 
o institucional basada en alguna variedad de análisis político económico” (Long, 
2007: 35). Hasta los años 70´s y 80´s las teorías estructuralistas dominaron la escena 
de los estudios del desarrollo, fue la Teoría de la Modernización la que consolidó el 
discurso dominante en los escenarios institucionales y públicos en todo el mundo. 
 
9 
En suma, las teorías del desarrollo resultantes de la reorganización del mundo 
capitalista después de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron como objetivo justificar 
y posibilitar el dominio de Estados Unidos sobre los países del denominado Tercer 
Mundo. Como formulaciones teóricas implicaron la creación y utilización de nuevos 
conceptos y adjetivos que explicasen la realidad social; términos como dependencia, 
colonialismo, en vías de desarrollo, desarrollo desigual, etc.; desfilaban entre las 
bocas de los círculos académicos de la época, convirtiéndose en las municiones que 
avasallaron la realidad social de los pobladores de la Europa en reconstrucción, de 
América Latina, África y Asia. 
A continuación describiré la historia y los elementos más importantes del 
surgimiento de la teoría ya citada, revisando los antecedentes y aportaciones que le 
permitieron a su autor consolidar este manifiesto que durante mucho tiempo se 
convirtió en la Biblia del desarrollo, de la manifestación excelsa y gloriosa de su 
victoria y del comienzo de lo que en el medio se conoce como la Economía del 
Desarrollo. 
 
1.2.1 La teoría de la modernización. 
La Teoría de la Modernización representó la necesidad de los teóricos de formular 
un proceso que pudiese aplicarse de manera universal y que al mismo tiempo 
explicase los elementos que facilitaran la evolución económica y social de cualquier 
nación. El paradigma de la modernización, representó el primer esfuerzo analítico 
por comprender la naturaleza singular de la dinámica económica de los países 
subdesarrollados, identificar las causas de lo que consideraba su rezago y establecer 
las causas necesarias para superarlo. Este paradigma sostenía su argumento teórico 
en la existencia de un modelo singular de la sociedad. 
La modernización, concibe el desarrollo como un estadio dicotómico de 
condiciones. Por un lado establece la existencia de una sociedad tradicional que se 
 
10 
caracteriza por mantener un equilibrio social a partir de relaciones interpersonales 
basadas en afectos y relaciones de amistad. La mayoría de la población se concentra 
en las zonas rurales, la actividad económica principal es la agricultura y la estructura 
social está caracterizada por un alto nivel de gradación y polarización. Este tipo de 
condiciones se manifestaban como amenazas potenciales para la estabilidad 
económica y social de países desarrollados y subdesarrollados. 
En el otro hemisferio se encuentra la sociedad moderna, que a diferencia de la 
sociedad tradicional mantiene una dinámica social basada en relaciones 
impersonales, la dinámica productiva está orientada a la actividad industrial 
apoyada en un fuerte aparato tecnológico – científico que refuerza una serie de 
procesos acumulativos entre los que destacan: la formación de capital y la 
movilización de recursos, el fortalecimiento de las capacidades o fuerzas 
productivas, incremento en la productividad del factor trabajo, la concentración de la 
población en espacios urbanos, etc. 
Esta posición ideológica trató de resaltar el contraste entre lo viejo y lo nuevo, entre 
sociedades segmentarias versus sociedades complejas (Durkheim), regímenes 
aristocráticos versus regímenes democráticos (Tocqueville), comunidad versus 
sociedad (Tonéis), occidente versus oriente (Weber). “La teoría de la modernización 
sostiene que el desarrollo es un proceso sistemático, evolutivo, progresivo, 
transformador, homogeneizador y de americanización inminente” (Vargas, 2007: 1). 
En esta perspectiva, el desarrollo es característico de toda sociedad moderna y la 
modernidad es un estadio que se alcanza tarde o temprano a través de una profunda 
transformaciónde la estructura social y para ello se requiere una fuerte intervención 
del Estado quién es el encargado de facilitar el proceso de reconversión. Este 
proceso es activado y mantenido mediante la paulatina y creciente inserción en los 
mercados de mercancías, lo que produce un cambio de orientación productiva hacia 
la fabricación de bines y servicios para el consumo de la población, esto viene a 
 
11 
generar grandes cantidades de beneficios que según los defensores de esta teoría 
serán repartidos de manera igualitaria entre la población. 
Para los impulsores de este modelo, “la evolución histórica de una sociedad 
tradicional hacia una moderna, puede ser impulsada de modo deliberado, aceptaron 
que el proceso de desarrollo puede verse acelerado por la acción humana. Se 
estudiaba el desarrollo económico desde una perspectiva evolucionista y el 
subdesarrollo como una fase previa en la evolución de las naciones” (Ramírez 
Cendrero, 2008: 37). De esta manera el desarrollo es asociado con un proceso de 
modernización y la modernización producto de una fuerte actividad industrial. El 
concepto de desarrollo por lógica es concebido y equiparado con el crecimiento 
económico, un mayor crecimiento económico sugiere un mayor grado de desarrollo. 
La apuesta era tal como lo expresa Otto Hirschman (1964), citado por Ramírez 
Cendrero (2008:39), “optar por un crecimiento generado a partir del dinamismo de 
unos sectores determinados que tuvieran la capacidad de impulsar el crecimiento de 
otros sectores; por ello la mirada de los defensores de la modernización apuntaba a 
la industrialización como la estrategia de desarrollo natural”. Es así como aplicando 
esta receta zarparán en la nave del olvido y para no volver la desigualdad, la pobreza 
y la marginación. 
Walt. W. Rostow, historiador económico norteamericano, se encargó de sistematizar 
estas ideas y estableció que toda sociedad tradicional realiza una travesía por cinco 
etapas antes de arribar al puerto de la modernidad: 
1. Sociedad tradicional. 
2. Sociedad previa al despegue. 
3. Sociedad en despegue. 
4. Madurez de la Sociedad. 
Rostow interpreta el subdesarrollo como la existencia de niveles históricos por los 
que necesariamente tienen que atravesar todos los países en el mundo. Define el 
 
12 
proceso de desarrollo como un simple proceso natural -como la evolución biológica 
a través del cual los organismos logran realizar su potencialidad genética- y de la 
aplicación de políticas que propician el crecimiento de los niveles de ahorro, 
inversión, producto per cápita, etc. “Desde este punto de vista el desarrollo industrial 
era la actividad que tenía el potencial de generar eslabonamientos con otros sectores, 
impulsar ganancias generales de productividad o acelerar el progreso tecnológico 
(Ramírez Cendrero, 2008: 40)”.Todo ello sin tener que cambiar las relaciones de 
explotación, subordinación y dependencia al que se someterían los países durante la 
intervención “científica y técnica” de los Estados Unidos. 
Como podemos observar, estas orientaciones fueron utilizadas como parte de una 
estrategia encaminada a establecer el dominio del capitalismo a nivel mundial; la 
cortina de humo estampada con figuras de asistencia, ayuda y solidaridad hacia los 
países del Tercer Mundo, escondía la intención maquiavélica de una misión sigilosa 
de Estados Unidos por hacerse del control económico, político, cultural y social de 
todo el mundo occidental. 
La modernidad se ha definido como lo contrario de la construcción cultural e 
identitaria de los pueblos, ha traído consigo la antitradición, la disolución de los 
saberes y prácticas locales 
1.2.2 Las teorías latinoamericanas del desarrollo. 
En América Latina después de la Segunda Guerra Mundial se experimentó - aunque 
de manera incipiente- la aparición de algunas corrientes teóricas que intentaban 
explicar los aspectos generales del desarrollo así como del subdesarrollo y sus 
causas. 
El pensamiento latinoamericano estuvo representado por un grupo de científicos 
sociales que en su mayoría formaban parte de la Comisión Económica para América 
Latina y entre los cuales destacaban, José Medina Echavarría, Enzo Faletto, 
 
13 
Fernando Cardoso, Celso Furtado, Adolfo Gutiérrez, Florestán Fernández, Oswaldo 
Sunkel, Aníbal Pinto, entre otros. 
El problema del subdesarrollo en América Latina era explicado mediante el modelo 
de centro – periferia. Este modelo establece que la economía se compone de un 
centro (países desarrollados) y las periferias (países subdesarrollados), ambos polos 
presentan estructuras económicas desiguales. 
Dentro de esta perspectiva, la desigualdad entre ambos polos se debe a que en el 
centro las actividades económicas son más o menos homogéneas, lo que produce 
una articulación productiva mayor; la utilización y aprovechamiento del progreso 
técnico es más intensa lo que conduce a que se tenga una productividad del trabajo 
elevada y por consiguiente los niveles de ingreso de la población son mayores en el 
centro que en las periferias. Debido a este tipo de condiciones dispares de la 
periferia, la CEPAL afirma que el subdesarrollo es producto de lo que Raúl Prebisch 
denominó “insuficiencia dinámica del sistema económico”. Estas deficiencias eran 
atribuidas a cuestiones tales como: 
 Escasa absorción productiva de la fuerza de trabajo: debido al aumento 
descontrolado de la población, los mercados de trabajo son incapaces de 
absorber la sobreoferta de fuerza de trabajo, lo que ocasiona un fenómeno de 
desempleo generalizado. 
 Escasa o nula formación de capital: genera niveles bajos de productividad, 
escasa capacidad de absorción de fuerza de trabajo y por consecuencia una 
masa de beneficios extremadamente escasa. 
Estas deficiencias económicas son reforzadas por una serie de elementos sociales 
que desnudan la incapacidad y condición arcaica de las periferias en todos los 
ámbitos de su vida. Existe en ellas una distribución del ingreso increíblemente 
desigual (los beneficios son absorbidos por una pequeña parte de la población, 
mientras que el resto vive en las peores condiciones), cuentan con un aparato 
 
14 
institucional débil, ineficiente y subordinado a las presiones de los agentes 
económicos y políticos extranjeros –principalmente Estados Unidos-, lo que los 
limita a tomar decisiones en beneficio propio, restándoles poder de autonomía y 
credibilidad. Esta condición de subordinación económica consecuentemente limita a 
los agentes económicos locales a ser objetos de apoyo por parte del Estado que 
prioriza y consiente las actividades del capital extranjero como primera opción. Esto 
ha sucedido, viene sucediendo y sucederá a través de los años, el dominio del capital 
boquea las posibilidades de desarrollo de los actores locales, la entrada en función 
del modelo de liberalismo económico abrió las puertas de par en par al conquistador 
extranjero que en complicidad de los gobiernos locales, se han encargado de saquear 
y explotar los recursos locales, de desahuciar el mercado interno que no puede 
competir con los grandes capitales foráneos. 
Volviendo al análisis que nos concierne, las causas económicas y sociales antes 
mencionadas provocan que las periferias tengan grandes desventajas en los 
mercados internacionales. Al ser predominantemente países productores y 
exportadores de alimentos y materias primas, y al situarse en un contexto de 
evolución del comercio que se reorientaba a la producción de manufacturas, la 
demanda de los productos básicos se devaluaba cada vez más. El mercado interno 
precario de las periferias incapaz de absorber el excedente de la fuerza de trabajo 
sobrante de las actividades primarias y producir diversificación productiva, no podía 
ni boxear a la sombra con las economías centrales quienes presentan una actividad 
productiva totalmente diversificada –además de la actividad industrialemergen las 
actividades terciarias o de servicios-, y que contaban con la más alta innovación 
científica y técnica que les permitía aumentar la productividad, reducir costos y 
multiplicar beneficios. Estos términos se han venido reproduciendo con una agudeza 
sin precedentes con el paso de las décadas, la producción de tecnología y nuevos 
conocimientos son privilegio de los países de primer mundo, mientras que el tercer 
mundo tiene que conformarse con la importación de tecnologías desactualizadas que 
 
15 
no permiten reducir la brecha productiva entre ambos polos. México es un claro 
ejemplo de la desventaja comercial en los mercados internacionales. Siendo un país 
históricamente productor de maíz, hoy en día se tiene que importar alrededor de la 
tercera parte de la producción nacional (alrededor de 9.8 millones de toneladas) y 
según datos publicados por el diario La Jornada el 24 de abril del presente año, 
ocupamos oficialmente el primer lugar en importación de maíz en el mundo. La 
entrada del modelo neoliberal en México a principios de los 90´s y la firma del 
Tratado de Libre Comercio puso en jaque mate al campo mexicano que ha quedado 
desterrado en el olvido. La competencia es injusta y desleal manifiesta Elena 
Álvarez investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); 
ya que alrededor del 75.2% del campesinado del país vive en extrema pobreza, 
cuentan con pequeñas parcelas que como máximo alcanzan las cinco hectáreas, su 
esquema productivo es tradicional y precario y el sistema de apoyos para este sector 
es cada vez más reducido; mientras que Estados Unidos ha apoyado de manera 
sustancial la producción agrícola intensiva, dotando de créditos y maquinaria de alta 
tecnología a los grandes productores, lo que permite producir más a menores costos. 
México ha creído que es más beneficioso comprar maíz barato y de dudosa calidad 
que fortalecer el aparato productivo nacional, subordinando la agricultura mexicana 
a los intereses de la agricultura estadounidense. Un ejemplo contemporáneo donde 
se confabulan los elementos señalados por los economistas latinoamericanos como 
causas del subdesarrollo: la diferencia de la estructura productiva de las periferias en 
contraste con la modernización productiva del centro, la productividad eficiente y 
dinámica en el centro versus la estructura obsoleta y caduca de los satélites y la 
debilidad institucional de las periferias que subordinan intereses propios en pro de 
intereses de los comandantes de la economía mundial; situación que se manifiesta en 
los escenarios de intercambio comercial. 
En este contexto, la propuesta que la CEPAL expone como alternativa para 
abandonar esta situación marginal fue la llamada estrategia por sustitución de 
 
16 
importaciones, de la cual se esperaba tuviese la capacidad de conducir a los países a 
un desarrollo basado en el crecimiento con modernización, cuyo camino seria la 
industrialización. Bajo estas premisas se construye el argumento central de la 
llamada Teoría de la Dependencia, el cual establece que “el subdesarrollo es 
producto del funcionamiento del sistema económico capitalista a escala mundial” 
(Ramírez Cendrero, 2008: 50). 
Esta idea se refuerza con la propuesta de Paul Baran que propuso la idea de que 
“ningún país periférico puede, en el marco de la economía mundial capitalista, 
romper la dependencia que le impide desarrollarse de modo similar a los países 
industrializados” (Ramírez Cendrero, 200: 51). En esta perspectiva se destacan los 
factores externos como elementos sustanciales de influencia y determinación de las 
condiciones de desarrollo en los países periféricos y que provocan el estado de 
dependencia hacia los países del centro; la teoría entiende a la dependencia como un 
estadio de explotación interna y determinación externa, donde el crecimiento de una 
economía dependiente se encuentra a expensas de la situación y fluctuación de una 
economía superior o dominante quién tiene la capacidad de crecer por sí sola. Como 
podernos darnos cuenta, las teorías interpretativas de los teóricos latinoamericanos 
también estuvieron permeadas por las ideas de los centros hegemónicos del 
capitalismo central. 
Las propuestas que emergieron a partir de estos análisis que se reducían a la 
implementación de un modelo sustitutivo de importación y un supuesto impulso a la 
industrialización no tuvieron los resultados esperados, muy por el contrario en los 
países donde se llevaron a la práctica fracasaron debido a que muchos de estos 
países no presentaban las condiciones y fortalezas para llevar a cabo una 
transformación de este tipo. La mayoría presentaban estructuras económicas, 
sociales y políticas débiles, las ventajas en ese sentido no eran prometedoras, pero 
las soluciones nunca consideraron comenzar por cimentar las condiciones internas 
de los países, de prepararlos para que en el futuro fuesen ellos mismos quien 
 
17 
encabezasen la travesía hacia un mundo de autodeterminación y autosuficiencia. Por 
otro lado el determinismo económico de estas nociones –siguiendo la misma 
tendencia que el paradigma de la modernización- olvida por completo el sentido 
social, cultural y humano que también sufría las consecuencias de las decisiones 
que se tomaban en las altas esferas del poder. “Ambos modelos ven al desarrollo 
como emanación de los centros de poder mediante la intervención de fuerzas 
estatales e internacionales” (Long, 2007:38). 
De ahí que los críticos de las teorías modernistas sugirieran la necesidad de 
desprenderse del sistema capitalista como eje de la economía mundial, en términos 
de Samir Amín (1931) citado por Ramírez Cendrero (2008:51), “era urgente lograr 
una desconexión de la economía mundial como alternativa para la periferia para 
lograr un desarrollo popular, nacional y autocentrado”. Es en este momento cuando 
se comienza a pensar en la parte no económica como elemento sustancial para la 
evolución de las sociedades; la realidad social - cultural y el conocimiento local son 
propuestos como factores de los que no se puede prescindir a la hora de emitir 
conceptualizaciones, identificaciones y juicios acerca de la problemática de 
desarrollo del llamado Tercer Mundo. Asimismo se propone que la elaboración de 
estrategias y alternativas de solución a las contingencias económicas y sociales 
deben incluir un fuerte aporte del conocimiento de los actores locales –algo que para 
las teorías modernizadoras era prácticamente un sacrilegio- ,ya que es precisamente 
la población quien sufre con las decisiones que se toman desde el centro del poder. 
Lo que se sugiere es que el desarrollo - tal y como fue concebido en el discurso de 
Truman - se abandone por completo como principio rector y organizador de la vida 
social, que el discurso modernizador no puede ser aplicado de manera tácita en todas 
las regiones del mundo subdesarrollado, cada cual tiene sus características y 
particularidades propias y un plan universal tal como fue concebida la cruzada 
estadounidense en contra del subdesarrollo ha contribuido a agraviar los problemas 
de las áreas en cuestión más que permitir la solución de los mismos. 
 
18 
Es así como surgen oficialmente los estudios alternativos de desarrollo, 
denominados modelos de desarrollo endógeno o de desarrollo local. 
 
 
1.3 Los modelos de desarrollo endógeno. Los recursos locales como facilitadores del 
proceso de desarrollo. 
Ante la falta de equidad en los resultados de las teorías y modelos de desarrollo que 
dominaron la escena mundial desde finales de los años cuarenta y que provocaron y 
acentuaron los problemas de desigualdad, pobreza y marginación en los países y 
regiones subdesarrolladas -aunque hay que decir que como instrumentos de apoyo a 
la implantación del imaginario de la modernidad como manifestación del desarrollo 
fueron sumamente efectivos -, a principios de ladécada de los ochenta comenzó a 
surgir una propuesta de desarrollo alternativa que vendría a rescatar aquella parte 
que había quedado olvidada por las teorías de corte estructural. Esta nueva postura 
reconoce la importancia de los procesos endógenos económicos y sociales que se 
manifiestan en el territorio, es decir, el desarrollo bajo esta visión adquiere y resucita 
su naturaleza territorial. En esta perspectiva se considera que el desarrollo es un 
proceso de cambio que tienen lugar en un espacio donde se conjugan relaciones de 
producción y estructura económica, una trama socio institucional y una historia y 
cultura propias. En palabras de Vazquez Barquero – uno de los grandes 
representantes de este movimiento teórico – “el desarrollo endógeno se muestra 
como una interpretación que analiza una realidad compleja, como es el desarrollo de 
países, regiones y ciudades; se trata de una aproximación territorial al desarrollo que 
hace referencia a los procesos de crecimiento y acumulación de una localidad o 
territorio, considerando a las iniciativas de desarrollo local como una respuesta de 
los actores públicos y privados a los problemas y desafíos que plantea la integración 
de mercados en la actualidad (Vázquez Barquero, 2007:184). 
El desarrollo endógeno integró elementos que buscaban superar la simplicidad 
economicista que hasta ese momento habían caracterizado a los estudios del 
 
19 
desarrollo. De acuerdo con Vázquez Barquero el desarrollo endógeno tiene sus 
orígenes en las teorías del crecimiento endógeno de Paul Romer y Robert Lucas, 
quienes atribuyen al capital humano un papel fundamental en el aumento de la 
productividad y del crecimiento económico. De esta manera el conocimiento se 
incorporó como un factor adicional a los ya identificados por la teoría económica 
tradicional como elementos imprescindibles para el desarrollo económico. Por 
primera vez aparece un factor inherente y propio del ser humano, una capacidad que 
puede ser potencializada y la cual puede conducir inexorablemente a fortalecer la 
capacidad creativa de los actores locales, condición que para los promotores del 
desarrollo endógeno es fundamental para que un país o territorio se desarrolle. Pero 
ya profundizaremos en ello con más calma en párrafos posteriores. 
Una segunda línea de investigación que influenció la aparición del concepto de 
desarrollo endógeno fue aquella que centró sus esfuerzos en conocer y analizar los 
factores de desarrollo de las localidades y territorios del sur de Italia. Giacomo 
Becattini uno de los representantes icónicos de este movimiento teórico, identificó 
que el éxito de la región sur de Italia - que históricamente contaba con un rezago 
socioeconómico considerable en relación con las regiones exitosas del norte – se 
debía un cambio profundo en la forma de organización productiva que condujo a “la 
subdivisión progresiva, cuidada y autosostenida de ciertos procesos productivos, lo 
que se conoce como flexibilización productiva” (Becattini ,2004:26). Pero lo que 
Becattini resalta como determinante es la formación de nexos y relaciones de 
cooperación entre las empresas locales basadas en elementos de solidaridad, 
confianza y tolerancia. Estos elementos contribuyen a la formación de prácticas 
sociales que permiten la fusión de la parte productiva y la vida cotidiana local que 
para Becattini es el vehículo natural para el aumento de la productividad y el 
desarrollo de las regiones. En esta propuesta nuevamente se reconoce el valor del 
componente social como fuente de recursos para el proceso de desarrollo, elemento 
que se convertirá en la columna vertebral de los estudios del desarrollo endógeno. 
 
20 
Además de las dos perspectivas identificadas por Vazquez – Barquero como las 
influencias teóricas del movimiento endogenista, me parece que los estudios del 
sociólogo estadounidense Robert Putnam acerca de los elementos que permiten el 
buen desempeño de los regímenes democráticos, incluyen elementos que son 
señalados en la agenda de condiciones para el desarrollo en la propuesta del 
desarrollo endógeno. De la misma manera que Becattini, Putnam concentró su 
atención en explicar los motivos de la brecha de desigualdad existente entre el norte 
y el sur del territorio italiano. Para Putnam uno de los factores que consolidaron el 
desarrollo de las regiones norteñas fue la vieja tradición de asociación y 
colaboración comunitaria que caracterizan a la zona norte de Italia y que pecaba de 
ausencia en la zona sur. El sociólogo señala que “la presencia de una comunidad 
cívica – un estadio donde los intereses individuales se subordinan a los intereses 
colectivos – permite el desarrollo económico más armonioso y rápido” (Ríos 
Cázares y Ríos Figueroa, 1999:517). El capital social como se ha llamado al 
fenómeno que considera a las relaciones sociales como activos económicos, 
considera que el individuo no toma decisiones únicamente en función de objetivos 
económicos, sino también lo hace con respecto a objetivos de tipo social; facilita la 
articulación de actores mediante elementos de confianza y reciprocidad permitiendo 
la construcción de respuestas unánimes y consensuadas para la satisfacción de 
necesidades y aspiraciones colectivas. 
En suma, estas tres propuestas aportaron elementos para la consolidación del nuevo 
paradigma teórico que se caracterizó por vertebrar su discurso teórico en función de 
los siguientes ejes: el territorio, la identidad local y las iniciativas de desarrollo 
propuestas por los actores locales. El carácter social del desarrollo nace bajo el seno 
de esta perspectiva. 
El desarrollo endógeno tal como lo hemos explicado si bien hace alusión a 
cuestiones sociales y de aprovechamiento de recursos, se centra un poco más en la 
capacidad empresarial local y no local de influir en el desarrollo del territorio, 
 
21 
aunque para el propósito de esta investigación decidí retomar algunos de estos 
aspectos. Enseguida también considero preciso retomar la noción crítica del 
desarrollo local la cual si contiene como argumento central la parte territorial y 
social del desarrollo; entiende al desarrollo como un proceso integral donde 
intervienen además de factores económicos y sociales elementos humanos y 
culturales. 
La noción de territorio en esta posición adquiere un significado vivo en los estudios 
del desarrollo, ya que hace referencia al lugar donde pasan las cosas, donde se capta 
lo real de manera directa, donde está lo concreto-real; esta posición se reveló ante 
los estudios tradicionales que consideraban al territorio un estado abstracto, inmóvil 
y plano que no tenía ninguna influencia ni establecía condiciones que pudiesen 
tomarse a consideración para la elaboración de políticas, planes y proyectos para el 
desarrollo, una realidad que era susceptible de simulación y por ello de evasión de 
su condición verdadera. Tal como lo establece Coraggio, “el territorio apela a la 
complejidad y riqueza de lo real, que sería empobrecida por una teoría que además 
llevaría a intervenciones mal orientadas o por lo menos no más eficaces que las que 
induce el conocimiento práctico” (Coraggio, n.d.: 1). 
Este argumento concuerda con lo establecido por Vázquez Barquero al considerar al 
desarrollo endógeno como una interpretación que analiza una realidad compleja, por 
lo que necesariamente ha de incluir diferentes visiones del desarrollo. Aquí ya no es 
suficiente la versión económica del desarrollo, la visión territorial establece que los 
procesos de crecimiento y acumulación de capital tienen lugar en un espacio o 
territorio que está provista además de estos procesos, de un entramado cultural, 
social e institucional que le son propios; por ello de acuerdo como lo establece 
Vazquez Barquero , “las iniciativas de desarrollo de las comunidades locales se 
entienden como las respuestas de los actores públicos y privadosa los problemas y 
desafíos que plantea la integración económica en la actualidad y por lo tanto, figuran 
entre las nuevas políticas de desarrollo” (Vázquez Barquero, n.d:1). 
 
22 
El factor que potencia el desarrollo de los territorios se localiza en las capacidades 
locales manifestadas en los saberes y prácticas tradicionales de los actores, aquí el 
factor humano del desarrollo emerge como protagonista del proceso de desarrollo, la 
fortaleza comunitaria se fundamenta en la construcción de un entramado social que 
permite la consolidación de cultura e identidad característicos de cada territorio. La 
comunidad local se constituye por grupos sociales con características, necesidades e 
intereses diversos, la clave está en amalgamar dichas divergencias a favor de 
permitir la integración de los intereses territoriales a favor de procesos de desarrollo 
y cambio estructural que reporten beneficios para todos. 
En este planteo son los actores locales – públicos o privados – los agentes que son 
capaces de generar programas y proyectos que pueden significar un cambio 
profundo en los niveles y formas de vida del territorio, de redinamizar una estructura 
productiva que permita la creación de ciclos virtuosos de desenvolvimiento en los 
diferentes sectores de la actividad económica. La estafeta del desarrollo está bajo 
custodia del trabajo y esfuerzo de las comunidades locales, de su capacidad de 
consenso y articulación de esfuerzos y necesidades y del nivel de concertación social 
de los diferentes grupos para el logro de emprendimientos que se orienten a la 
consecución del bienestar social. 
La teoría del desarrollo endógeno recoge dos elementos que permiten la 
consolidación de los procesos de desarrollo mediante la construcción de instancias 
de asociación: la identidad territorial y la cultura. La cultura determina el éxito o 
fracaso de los emprendimientos con objetivos de desarrollo que se lleven a cabo en 
el territorio, tal como lo establece Kenneth Arrow al afirmar que la cultura se vale de 
mecanismos como la confianza, la tolerancia, el espíritu de trabajo, etc., para 
garantizar el crecimiento económico y el bienestar social. 
La cultura aporta una serie de significados simbólicos que orientan y caracterizan la 
conducta de los habitantes de un territorio; asimismo sienta las bases para la 
 
23 
formación de la identidad territorial que de acuerdo con Carlos Amtmann es el 
núcleo de toda cultura. La identidad permite el nacimiento del sentido de 
pertenencia hacia un territorio que se manifiesta en el reconocimiento hacia los 
demás como semejantes, como grupo que comparte problemas, ideales, aspiraciones 
y necesidades. De acuerdo con Amtmann, la identidad territorial implica un 
“compromiso afectivo con el pasado, presente y futuro de los procesos económicos- 
sociales y culturales que acaecen en una localidad o región. Este compromiso vital 
es una fuerza social para asumir el proyecto de desarrollo compartido por los 
actores” (Amtmann, 1997: 9). 
La cultura y la identidad implican formas particulares que los habitantes de un 
territorio manifiestan para facilitar el proceso de desarrollo, las cuales tienen que ver 
con la utilización de destrezas y capacidades propias de la población. El desarrollo 
de las capacidades humanas y el ejercicio de la libertad para realizar las tareas y 
emprendimientos que la población desee y sea capaz de realizar es el medio que 
Amartya Sen defendió como principio posibilitador del desarrollo; en palabras del 
mismo Sen (2001), citado por Vázquez Barquero (n.d:5), “el desarrollo económico 
se consigue mediante la utilización de las capacidades que las personas han 
desarrollado gracias a los recursos materiales y humano, y a la cultura que posee el 
territorio”. Bajo esta perspectiva el desarrollo depende de la capacidad de la 
población de poder ejercer el principio de libertad en la elección de las capacidades 
que pueden potenciar de mejor manera el nivel de vida social y económica del 
territorio. 
En suma, es en base al concepto de desarrollo endógeno y su cuerpo teórico donde 
surge la importancia del actor local como ente transformador de la realidad 
económica, política y social de su entorno. En esta versión de los estudios del 
desarrollo el hombre es gestor y beneficiario de las estrategias puestas en marcha 
para mejorar su calidad de vida, las cuales son producto de mecanismos generados 
por el sentido de pertenencia a un territorio y de su capacidad de articulación y 
 
24 
negociación en la búsqueda de objetivos comunes. Este enfoque pone fin al 
centralismo y a la orientación economicista del desarrollo para orientarse al 
territorio y a las interacciones que se dan entre los distintos tipos de actores que 
confluyen dentro del mismo. Como lo establece Adriana Rofman “son los actores 
locales los protagonistas del proceso de desarrollo, ya que la interacción y la 
construcción de instancias de asociación llevarán a valorizar las potencialidades de 
todos los sectores” (Rofman, 2003: 3). 
 
1.3.1. La emergencia del postdesarrollo. 
El movimiento del postdesarrollo como concepto y práctica social nació a principios 
de la década de los noventa en el seno del denominado movimiento 
postestructuralista, quién según Arturo Escobar volcó sus esfuerzos no a preparar un 
nuevo paradigma del desarrollo sino a emitir elementos de crítica a todos aquellos 
modelos emergidos del periodo de posguerra que tatuaron el estigma del 
subdesarrollo en los continentes asiático, africano y latinoamericano 
respectivamente; es un escenario que revela el cansancio con las teorías 
convencionales sobre el desarrollo. 
La idea del postdesarrollo paradójicamente significa abandonar la idea del desarrollo 
como eje rector y vertebrador de la vida económica, política y social de los 
territorios, algo como lo que se está proponiendo hoy en día como deconstrucción 
del desarrollo, que sugiere optar por un sentido de autonomía económica, social y 
cultural que vaya en contra de los postulados de los modelos desarrollistas clásicos 
(emanados desde los centros de poder encabezado por Estados Unidos), los cuales 
han contribuido a proliferar los desequilibrios que ya de por si eran graves en el 
Tercer Mundo. 
Siguiendo y retomando el sentido humano que rescató el paradigma del desarrollo 
endógeno, el postdesarrollo sugiere de acuerdo con Arturo Escobar, “la necesidad de 
depender menos de los conocimientos expertos y más de los intentos de la gente 
 
25 
común de construir mundos más humanos, así como cultural y ecológicamente 
sostenible” (Escobar, 2005:20); asimismo otros teóricos apegados a las ideas 
postdesarrollistas como Gilbert Rist, Gustavo Esteva, entre otros; resaltan la 
importancia de los movimientos sociales como elementos clave para la formación de 
nuevos órdenes económicos y sociales. En los dos estudios de caso que se proponen 
al final de este trabajo, tanto en la experiencia de la Asociación Civil de la 
comunidad de Carreragco como la Organización de Tetela Hacia el Futuro se 
manifiesta la importancia de la organización social como catalizador de nuevas 
formas de desarrollo, ambos en escenarios de lucha distintos, pero con objetivos 
encaminados a la salvaguarda de el bienestar colectivo, de respeto hacia el territorio, 
sus recursos y saberes; de la búsqueda de un desarrollo emanado desde el territorio y 
para el beneficio del territorio. Esta nueva forma de interpretar el desarrollo es 
producto de un fenómeno de articulación social que surge del sentido de pertenencia 
e identificación con el territorio lo que permite a los integrantes de un conglomerado 
local deshacerse de orientaciones individuales, tal como lo plantea el paradigma del 
desarrollo endógeno, pero que agrega otras interpretaciones que caracterizan el 
discurso teórico de este movimiento. Arturo Escobar reconoce que las referencias 
másrelevantes que aporta el postdesarrollo residen en que promueve y permite la 
creación de discursos que van en contracorriente con el argumento clásico del 
desarrollo emanado del periodo de posguerra; tal como lo afirma Gustavo Esteva en 
su texto “La crisis como esperanza” de donde rescato la siguiente cita y que 
redondea el comentario de Escobar: “los marginados descubrieron que, a final de 
cuentas, el ‘desarrollo’ sólo significaba aceptar una definición universal de la buena 
vida que, además de inviable, carecía por completo de sentido. Y descubrieron, 
además, que era enteramente factible llevar a la práctica sus propias definiciones del 
buen vivir –aunque hacerlo implicaba intensificar la resistencia ante desarrollistas 
públicos y privados, debilitados por las crisis pero no eliminados, y luchar a 
contrapelo de los vientos dominantes” (Esteva, 2009:46). 
 
26 
Eduardo Gudynas también hace su aportación al tema del postdesarrollo asociándolo 
con las ideas del “Buen Vivir” – las cuales también buscan cuestionar las ideas y 
prácticas del desarrollo tradicional – y lo identifica “no como un conjunto de 
desarrollo alternativos, sino que una exploración de alternativas a la idea misma del 
desarrollo, sus expresiones en la gestión y política, su institucionalidad y sus 
discursos de legitimación. “El Buen Vivir recupera la idea de una buena vida, del 
bienestar en un sentido más amplio, trascendiendo las limitaciones del consumo 
material, y recuperando los aspectos afectivos y espirituales” (Gudynas y Acosta, 
2011:79). Este par de afirmaciones fundamentan la orientación que ha tomado el 
desarrollo a favor del protagonismo de los recursos del territorio y de los actores 
locales como gestores de procesos alternativos de desarrollo. No se trata de afirmar 
que todos los emprendimientos con fines de desarrollo fueron operaciones fallidas, 
pero existen muchísimos casos en que las intervenciones realizadas desde las esferas 
académicas y gubernamentales – base en la que se fundamenta el discurso y práctica 
oficial del desarrollo – han entregado resultados más negativos que positivos, 
causando y reafirmando las problemáticas económicas y sociales en los territorios – 
en términos de pobreza, inequidad social, desigualdad económica, etc. -; por lo que 
el postdesarrollo establece que “las mejores formar de revertir este diagnóstico es 
enfocarse en las adaptaciones, subversiones y resistencias que localmente la gente 
efectúa en relación con las intervenciones del desarrollo y destacar las estrategias 
alternas producidas por movimientos sociales al encontrarse con proyectos de 
desarrollo” (Escobar, 2005:20). 
Por ello me resultó relevante rescatar esta posición alternativa de desarrollo, ya que 
los estudios de caso que se expondrán en capítulos posteriores se apegan y se 
desenvuelven bajo estas premisas. Ambos sugieren la búsqueda de alternativas 
basadas en la construcción de ideas por parte de los actores locales y se edifican 
sobre bases culturales, autónomas, sostenibles y de contra – imposición contra el 
colonialismo desarrollista dominante. 
 
27 
La revalorización territorial y humana del desarrollo y su apuesta por el 
conocimiento local se materializa desde la emergencia de la teoría endogenista de 
carácter más sistemática hasta la propuesta postdesarrollista más propositiva y 
crítica ante las desavenencias ocasionadas por el fenómeno del desarrollo. Hoy en 
día otras esferas del conocimiento se han volcado a conocer el papel del actor local y 
los grupos locales en su labor de concretar alternativas de desarrollo, tal es el caso 
de la antropología social y la propuesta centrada en el actor del reconocido 
antropólogo social Norman Long, la cual nos servirá para redondear y enfatizar el 
valor que adquiere esta figura en las propuestas y movimientos a favor del 
desarrollo. 
 
1.3.2. El desarrollo propuesto desde los actores. 
La sociología del desarrollo centrada en el actor que propone Norman Long para 
entender los procesos de desarrollo que ocurren en los territorios inauguran un 
nuevo estilo de abordar este fenómeno. Un enfoque que sienta sus bases en el 
supuesto de que “se debe entender el fenómeno en términos de las acciones de sus 
participantes y no a partir de discursos oficiales o definiciones normativas” (Long, 
2007:11). De la misma forma que la Teoría del Desarrollo Endógeno y movimiento 
postestructuralista, Long considera inexcluible el entorno sociocultural como 
componente esencial en la definición de situaciones, es decir, como argamasa de 
configuración de intereses colectivos con base en la identidad territorial, tal como lo 
expresaba la teoría endogenista. 
También aporta un concepto que intenta cambiar la perspectiva de intervención 
territorial que tradicionalmente se veía como el aporte profesional de agentes 
externos para resolver problemas en los territorios. Long propone el nombre de 
interfaz para expresar que cualquier idea, propuesta o estrategia con fines de influir 
sobre el desarrollo siempre debe atender una bifurcación de percepciones y 
 
28 
posibilidades; por una parte de aquellos que pretenden actuar sobre el territorio y 
también de quienes serán los beneficiarios de dicha intervención, en este caso los 
actores locales. La nueva faceta del interventor del desarrollo ya no se limita a 
enseñar sino también a escuchar y aprender del entorno local; es cierto que el 
gobierno, las instituciones y los nuevos agentes del desarrollo como las 
organizaciones de la sociedad civil (ONG´S) son los órganos que tradicionalmente 
se han encargado de decidir los medios y fines de la estrategia de desarrollo, pero 
para lograr la mayor eficacia de sus acciones y emprendimientos - en concordancia 
con lo que establecen las teorías que hemos revisado – creo fundamental que haya 
encuentros de diálogo entre las dos partes para que se pueda tener las mayores 
probabilidades de éxito en las acciones y emprendimientos que se establezcan. En 
capítulos posteriores veremos cómo ha influido de manera distinta el papel del 
gobierno local en el acompañamiento de las tareas llevadas a cabo por las dos 
organizaciones y como a partir del nivel de involucramiento y el diálogo mantenido 
con cada una de ellas, el logro de los objetivos propuestos los ha llevado por 
caminos distintos. Los resultados que se develarán más adelante fortalecen la tesis 
que establece necesario el conocimiento de las problemáticas locales por parte de los 
interventores del desarrollo de la voz de sus propios actores, ya que ellos arrojarán 
necesidades y soluciones que serán depuradas por el conocimiento “experto” a favor 
de cubrir de mejor manera la carencia local. En este nivel la injerencia del actor 
local en las decisiones que tiene que ver con el desarrollo de su territorio adquiere 
una significancia que nunca se habrían imaginado las explicaciones estructuralistas, 
los estudios que se enfocan al actor y su papel en el desarrollo según el propio 
Norman Long, “han desafiado las ortodoxias existentes en la investigación y 
prácticas del desarrollo, descubren la importancia central de los métodos 
etnográficos y una valoración crítica de los procesos participativos, ligado al 
reconocimiento importante del papel que desempeñan las poblaciones locales en los 
procesos de cambio” (Long, 2007:22-23). 
 
29 
Siguiendo esta perspectiva, Long |establece que la lógica del reconocimiento hacia 
los actores como artífices del desarrollo nos permite entender como actores y grupos 
de ellos entremezclan cosmovisiones distintivas de su campo social – hablando en 
términos de Pierre Bourdieu- para co – producir mundos interpersonales y 
colectivos, siendo capaces de transformarlos en función del requerimiento social. En 
este sentido Normal Long reconoce que “los actores tienen la capacidad de 
improvisar y experimentar con viejos y nu7evos elementos y experienciasy 
reaccionan según la situación con la imaginación, con conocimiento de ello o sin él, 
a las circunstancias que se encuentran” (Long, 2007:26). 
Para terminar este capítulo podemos decir que el reconocimiento de los recursos 
locales y la capacidad de su población para ejercer acciones para el progreso fue un 
punto de inflexión importante en los estudios del desarrollo; cabe puntualizar que 
este tipo de percepciones nacieron en el seno de teorías de orientación económica 
como la teoría del desarrollo endógeno y del crecimiento endógeno pero que 
reconocieron importante integrar una nueva gama de factores y variables que hasta 
ese momento habían sido dejadas en el cajón y que intervenían directamente en el 
desenvolvimiento positivo de los espacios territoriales. 
Emerge la figura del actor local y el interés por conocer su influencia como gestor y 
facilitador de estos procesos, ya no solo por el área económica, sino por un grupo de 
disciplinas tales como la sociología y la antropología e incluso la psicología – que ya 
están más que presentes y con aportaciones por demás interesantes en los estudios 
del desarrollo – o fusión de ellas - tal muestra es que retomamos al antropólogo 
social Norman Long su propuesta de intervención del desarrollo centrado en el actor 
– que tratan de explicar este concepto así como los factores que permiten 
evolucionar a la categoría de actor social que es la figura con la que este tipo de 
orientaciones identifica a los sujetos que tienen un nivel de concertación y 
articulación que les permiten generar proyectos y prácticas que pueden conducir al 
tan ansiado desarrollo. Son precisamente estas interrogantes las que serán objeto de 
 
30 
análisis en el siguiente apartado, dedicado exclusivamente a deshebrar todos los 
misterios teóricos y prácticos de los actores sociales y su nivel de influencia en el 
desarrollo local. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
31 
CAPÍTULO 2. ACTORES SOCIALES: CONCEPTO Y FACTORES DE 
CONSTRUCCIÓN. 
 
2.1. ¿Qué es un actor social? 
 
Como identificamos en el capítulo anterior, hoy en día los estudios del desarrollo 
basados en la perspectiva del actor establecen que cuando los individuos de un 
determinado territorio identifican en sus semejantes intereses y características 
particulares y cooperan entre sí en la construcción de alternativas sociales, éstos se 
pueden permitir construir alternativas que resulten benéficas para el desarrollo del 
territorio. Estas representaciones colocan al actor social como efigie y arquitecto del 
desarrollo, pero ¿qué es un actor y cuando un individuo se convierte en actor social? 
Para poder averiguarlo tenemos que tomar como referencia a la teoría sociológica, 
quién desde su nacimiento buscó reflexionar sobre la orientación del cambio social 
tomando en cuenta las acciones de los hombres sobre el destino colectivo y las 
acciones de la sociedad sobre los individuos. Por ello antes de centrarnos en el 
estudio del actor su concepto y estructura, vamos a conocer un poco como fue 
gestándose el interés de la sociología por el estudio del actor social, ya que como lo 
veremos a continuación la sociología desarrolló en principio si bien una teoría 
centrada en la acción social de los individuos, consideraba más importante la 
estructura social que regulaba a la acción. Bajo estos principios se concebía que la 
acción de los individuos no debería poner en tela de juicio el desenvolvimiento de la 
sociedad, argumento por el cual podemos inferir que la acción social se limitaba 
según los primeros sociólogos a limitar su acción a los fundamentos sociales 
establecidos, a entender la acción social en los principios de la estructura social, 
siendo la estructura social más importante que la propia acción del individuo; 
enseguida veremos cómo a partir de estas posturas fue como posteriormente se dio 
un giro al análisis sociológico tradicional enfocado en el estudio de la estructura al 
 
32 
estudio del sujeto por parte del sociólogo Alain Touraine y algunos otros 
académicos de otros espacios del conocimiento. 
Fue el intelectual francés Augusto Comte, fundador del positivismo y considerado el 
“padre de la sociología moderna”, comenzó a sentar las bases que adjudican a los 
sujetos a lo que él llama agentes cierto poder de influir en las situaciones que afectan 
a su entorno social. Al respecto Comte establece lo siguiente: “el pueblo está 
naturalmente dispuesto a desear que la vana y tempestuosa discusión de los derechos 
se encuentre por fin reemplazada por una fecunda y saludable apreciación de los 
diversos deberes esenciales, ya sean generales o especiales”(Comte, 1852:114). Sin 
embargo el sociólogo afirma que la acción social en estos términos puede ser 
sumamente peligrosa porque la considera un acto de inconsciencia, en palabras del 
propio Comte el acto social “es un proceso subversivo y peligroso que cuestionaba 
indebidamente los principios de diferenciación social, económica y de estatus, 
cuando era conducida por consideraciones irracionales” (Comte, 1852:114). La 
visión comtiana trata de encapsular la acción social como elemento que puede 
trasgredir el orden social, pero al mismo tiempo considera positivo su 
desenvolvimiento siempre y cuando mantenga inalterados los fundamentos sociales 
considerados legítimos, por lo que la libertad de acción de los actores o agentes 
queda limitado a lo dictado por el orden social establecido el cual es representado 
por las instituciones oficiales. Una doble moral con respecto al papel de los actores 
como “agentes de cambio social 
Otros sociólogos como el británico Hebert Spencer difería de Comte y asegurada 
que el individuo en su intención de modificar el orden establecido mediante la 
acción social requería de un fuerte grado de confianza en los resultados que se 
esperaban de dicha intervención. En sus propias palabras Hebert Spencer (1873:36), 
citado por Lutz (2010:203), “argumentaba que lo que llamamos el Espíritu jamás 
origina un resultado paradójico, más particularmente en esas masas que producen la 
acción social […] los efectos reales son siempre los que parecían tener que ser”, a lo 
 
33 
que Spencer se refería con este enunciado es que las manifestaciones sociales 
inducidas por la fe y la voluntad de los actores por promover un cambio en la 
estructura social solo es posible si se mantiene un sentido positivo en cuanto a los 
resultados y transformaciones esperadas, a tener un horizonte y un propósito 
concreto que respalde la acción social. Estas aseveraciones revalorizan el sentido 
protagónico del actor – respaldado en su anhelo por generar cambios significativos 
en su entorno social -, a diferencia de Comte que le asignaba un papel casi perverso 
si no se adscribía a las reglas dictadas por el Estado, muy por el contrario y en 
oposición al sociólogo francés, Spencer consideraba que era necesario la abolición 
de las leyes y normas establecidas considerando que la remoción de las leyes 
“renovaría la posición de los individuos entre sí mediante la configuración de una 
nueva jerarquía de clasificaciones” (Lutz, 2010:203). 
Como apreciamos la posición de Spencer se solidarizaba completamente con el 
componente micro de la sociedad considerándolo capaz de remover la situación 
social existente por otra que se ajustara a sus necesidades, pero creo que el hecho de 
que pugnara por la disolución total de las normas de convivencia social podría 
convertir a la acción social en un forajido desordenado, caótico y sin rumbo fijo. 
Rescato el valor que Spencer da al emprendurismo y esperanza de vientos de cambio 
que mueve al actor a buscar mejores condiciones, porque relata con precisión que 
ante ciertas situaciones los actores no se quedan de brazos cruzados y optan por 
mejorar sus condiciones y lo hacen con la esperanza viva de que así sucederá, esto 
puede llegar a convertirseen un factor positivo que incline la balanza hacia un nivel 
de éxito importante de la acción social. Como podremos ver en el capítulo posterior, 
una de las velas que ayudaron a zarpar a las dos organizaciones – objeto de mi 
estudio de caso-, fue precisamente la motivación de querer cambiar o enfrentar sus 
situaciones particulares, aunque claro que hay otros factores que en el escenario 
pueden influir el rumbo de la acción social como el caso del Estado – posición en la 
cual difiero con Spencer – siempre fortalece el convencimiento social de que su 
 
34 
acción puede conducir a mejores situaciones. Aunque hay elementos a rescatar, 
ambas posiciones circunscriben sus bases conceptuales en situar la acción de los 
actores en una cerca de relaciones sociales que limitan su acción a lo legalmente 
establecido y sabemos que muchas veces lo legalmente establecido no es del todo a 
favorable a los actores, situación que los orilla a llevar un rol de obediencia ciega a 
las normas y a la búsqueda de un túnel de escape de este campo de concentración. 
Años más tarde Max Weber siguiendo la línea trazada por Comte y Spencer, 
establece según la interpretación de Bruno Lutz (2010:206) citando a Weber 
(1922:5) – descubre que “la acción social es una acción en donde el sentido mentado 
por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en 
su desarrollo”. De acuerdo con esta posición Weber entiende a la acción social como 
el medio más eficaz que le permite a los individuos convivir en sociedad, pero el 
vivir en sociedad implica que la acción individual se ajuste a la conducta de los 
demás, es decir, “el marco de referencia implícito compartido por los miembros de 
un grupo o sociedad es dotado de un poder estructurante cuando es capaz de 
condicionar la acción de propios y ajenos. No hay una acción social posible libre de 
condicionamientos” (Lutz, 2010:206). En este sentido el análisis de Weber también 
ubica la acción social bajo las normas de un determinado grupo o grupos que van a 
poner en evaluación la conducta de los emprendimientos sociales de acuerdo a la 
proximidad que estos tengan con los valores sociales establecidos; aunque de su 
proposición rescato que concibe a una acción como acción social cuando esta se 
oriente de forma significativa respecto a la acción de los demás. Una acción es 
considerada significativa cuando ejerce una influencia socialmente marcada, es decir 
cuando tenga un impacto considerable en el entorno social donde fue llevada a cabo. 
En este sentido podríamos decir que las acciones llevadas a cabo por los actores y 
que inciden de manera positiva en el desarrollo económico, social, cultural, etc., de 
un territorio son consideradas como socialmente significativas si conducen a una 
transformación total o parcial del entramado social; ya veremos si los dos casos que 
 
35 
se plantean en el capítulo posterior han tenido influencia significativa sobre el 
territorio, o se han situado en lo que Weber categoriza como circunstancia límite; 
donde la acción social no tiene la fuerza suficiente para lograr un impacto 
significativo sobre su entorno. Weber afirma que la acción social tiene un sentido 
estrictamente racional, que se orienta en función de dos categorías: – que creo que 
explican los estudios de caso posteriores – en primera, la acción se determina por el 
uso de las expectativas como los medios significativos para el logro de los objetivos 
propios de la acción social y en seguida reconoce que los valores de tipo ético, 
estético, religioso, cultural, etc., también son elementos que inciden de manera 
directa en la consolidación, conducta y orientación de la acción social. Ambas 
categorías son determinantes para que la acción social se consolide y tenga efecto 
sobre un entorno, claro que hay obstáculos y factores que actúan como rompeolas, 
pero creo que en la práctica este tipo de premisas pueden resultar benéficas para 
obtener resultados significativos para el logro de los objetivos de la acción social. 
El preámbulo de la corriente sociológica orientado al sujeto – actor fue la propuesta 
del sociólogo Talcott Parsons, en esta perspectiva Slutz (2010:210) cita a Parsons 
(1984: 794-796) quien establece que “la acción social no puede darse fuera de una 
matriz general de la orientación de las acciones, que es un sistema”. El modelo 
parsoniano como lo podemos percibir establece que una sociedad se encuentra 
dentro de un sistema rígido en normas y condiciones las cuales no se pueden alterar 
por medio de la acción social. Carlos Amtmann describe perfectamente lo anterior 
en el siguiente enunciado al considerar a la sociedad en Parsons como “una entidad 
organizada alrededor de un conjunto de valores especificados en normas sociales y 
encarnados en organizaciones, estatus y roles” (Amtmann, 1997:7). 
Como pudimos ver en este recorrido teórico la acción de los individuos, sujetos, 
actores o agentes; se apega como lo estableció Parsons a un sistema organizado 
jerárquicamente al que se considera inmutable, que no puede ser cuestionado por los 
sujetos, los cuales deben de aceptar su posición como elementos pasivos sin 
 
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oportunidad de manifestar posibilidades de cambio que vayan en contra del orden 
establecido, aunque este atente en contra incluso de su bienestar. Es el sociólogo 
francés Alain Touraine quien rompió la tradición de la sociología clásica al 
reconocer la importancia del individuo dentro del análisis sociológico, manifestando 
que la acción social adquiere sentido en el seno de los propios actores, criticando su 
asimilación dentro de las estructuras del sistema social. Como lo establece Daniel 
Gutiérrez en su texto Figuras del Sujeto, “Touraine ha sentado las bases de la 
construcción del sujeto en la sociología, cuya particularidad es la de ser un sujeto 
nacido del conflicto, por lo cual la sociedad se produce a sí misma, es decir un sujeto 
producto del movimiento social” (Gutiérrez, n.d.:33). 
El principio que propone Touraine para conceptualizar al actor, es comenzar por 
definir que es un individuo y como se constituye en sujeto. En su obra Crítica de la 
Modernidad, Touraine reprocha los principios que tratan de someter la conducta 
humana al “mundo de la integración social”, por ello hay que contrarrestar las 
condiciones que puedan reprimir la construcción del sujeto individual. Al respecto 
Touraine dice, “solo hay producción del sujeto en la medida en que la vida resida en 
el individuo; el sujeto significa el control ejercido sobre la vivencia para que haya un 
sentido personal, para que el individuo se transforme en actor que se inserta en las 
relaciones sociales a las que transforma” (Touraine, 1994:207-208). Este enunciado 
revela el valor que le otorga Touraine al individuo que ya define como actor cuando 
se reconoce a sí mismo con la posibilidad de poder influir en el sistema donde se 
desenvuelve, importante aportación teórica que puede explicar que los sujetos de 
determinado territorio, hablando en términos de desarrollo, se conciben como 
actores cuando son capaces de influir significativamente – hablando en términos de 
Weber - sobre los diferentes aspectos que afectan su vida personal; ya sean 
económicos, sociales, culturales, políticos, etc. 
Para complementar su conceptualización acerca de que es un actor, Touraine 
establece, “el actor no es aquel que obra con arreglo al lugar que ocupa en la 
 
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organización social, sino aquel que modifica el ambiente material y sobre todo 
social en el cual está colocado al transformar la división del trabajo, los criterios de 
decisión, las relaciones de dominación o las orientaciones culturales” (Touraine, 
1994:208). 
En estos términos Touraine introduce un elemento que me parece fundamental y que 
respalda la posición activa del sujeto en su intento por transformar la realidad, su 
condición de libertad.

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