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La realidad del mexicano: valemadrismo y posmodernidad 
Alonso Rojas Cruz 
alonsorojo313@gmail.com
 
 
 
 
 
 
En México no pides, nomás estiras la mano. El chiste es saber 
dónde, cuándo y con quién. Y ahí estaba el problema, yo no 
tenía idea. Lo único que sabía hacer bien era portarme mal. 
Velasco, 2003, p.364. 
 
Tomando como base la novela Diablo Guardián de Xavier Velasco, se hará una crítica a la mentalidad del 
mexicano promedio. El juicio se centrará en el valemadrismo imperante de la sociedad mexicana, 
afirmando al mexicano como un sujeto posmoderno, integrado por una ideología conformista marcada por 
el deseo de cumplir sus ambiciones de manera rápida y fácil. De manera inconsciente, acostumbra a 
recurrir al nihilismo y hedonismo, tiende a creerse superior sobre otros mexicanos, ya sea por estatus o 
posición económica. Con todo, suele sentirse minimizado frente a un extranjero, desprecia su patria, su 
gente, sus raíces, reniega su cultura llegando a querer adoptar otras. 
México, país ultrajado y ultrajante. Desde tiempos remotos (para ser precisos la conquista y la 
época colonial) el pueblo de este país ha sufrido vejaciones e injusticias, se le adoctrinó para sentir 
aberración hacia su cultura y raíces, no nació odiando a su patria, más bien, culturalmente, se le enseñó a 
sentir desdén por la misma. Desea escapar a un país mejor, un ambiente donde de manera económica se 
pueda proliferar de forma más fácil, de hecho, de las primeras cosas aconsejadas por los amigos o 
familiares es (si se cuenta, con la posibilidad) emigrar a otro país en busca de oportunidades y no se debe a 
la poca cantidad de recursos en la tierra mexicana, o a la falta de mano de obra, sino a las exiguas acciones 
por parte de los habitantes y gobierno por hacer crecer una infraestructura capaz de rivalizar con la de 
grandes potencias. Saben de la inestable condición de su país, de la iniquidad de los gobernantes y de la 
policía, de la mala educación y de su condición, sin embargo, lo más que hace (en la mayoría de los casos) 
es quejarse. Atributo ligado con totalidad a la posmodernidad: el sólo criticar sin presentar acción alguna; 
 
 
no es la falta de modos de hacer las cosas, más bien, faltan incentivos y ganas. ¿Entonces es factible 
asumir que la cultura mexicana está ligada al valemadrismo del mismo modo a como está ligado al albur y 
a la “naquiza”
1
 (1997)? Si se dice así, se describe un país déspota donde la única ley parece ser la “ley de 
Herodes” (1999), pero se debe tener en cuenta la concepción del mexicano para el mundo y para ellos 
mismos. 
Pero ¿de dónde viene el posmodernismo? El inicio de la posmodernidad no está definido, ni bien 
especificado, desentrañar su comienzo no es algo por atender en el presente ensayo, sin embargo, sí se 
debe definir esta corriente filosófica, muy ligada a la teoría de las masas y a las sociedades de consumo. El 
posmodernismo está en contra de la objetividad, niega la existencia de una verdad absoluta o de la 
libertad, atenta contra las ideologías, además está circundado por el pesimismo. Esta ideología recurre a 
preceptos hedonísticos y nihilistas. Busca la importancia del individuo para el individuo, generalmente 
extraviado entre las masas y el consumo. Al posmodernismo se le puede resumir con la locución latina 
carpe diem, esto viene a ser no desaprovechar el momento, es la búsqueda del placer pronto y accesible. 
Por el otro lado, el valemadrismo. El Doctor Guido Lara (2013), en su página de internet Animal 
Político, sintetizó el valemadrismo en cuatro leyes o pilares: el individuo valemadrista es un ser 
indiferente, irrespetuoso, desordenado o libertino y con ignorancia auto inducida. Indiferente a las 
desgracias e injusticias ajenas a él o a su círculo; irrespetuosos por exigir respeto a la vez de no darlo, 
insulta a sus semejantes (para él, más bien, a los que cree inferiores ya sea por su etnia, estrato o posición 
económica); libertino por preferir dejar a último las tareas para adentrarse por completo a la diversión y al 
ocio (la evasión de las responsabilidades); y por último, pero no menos importante, la búsqueda de la 
ignorancia, el “no querer saber”, en el mundo moderno las fuentes de la información y educación se han 
acrecentado en gran medida, como nunca antes se ha visto, con todo, se prefiere dejarlas de lado. 
Ya era la clase de mujer que disfruta tener lo que no se merece. Siempre que yo pedía un juguete, 
mi papá preguntaba: ¿Te lo mereces? Y yo decía: No, papito, y bajaba la cabeza y me hacia la 
 
1
 Enrique Serna afirma que sin lo tenido por naco México no existe, pues esto equivaldría a un suicidio cultural. 
 
 
sufrida, porque sufrir también es una forma de ganarte las cosas. Pero luego, cuando lo conseguía, 
pensaba que seguía sin merecerme nada, y me reía muchísimo. ¿Por qué la gente cree que llorando 
y quejándose de lo triste que es su vida va a merecerse cualquier cosa mejor? (Velasco, 2003, p. 
130). 
México es un país con las clases sociales bien marcadas, con habitantes conformistas e 
inconformes a medias, al menos no lo suficiente para cambiar algo. Sienten desprecio por la tierra que los 
vio nacer, quejumbrosos con su estilo de vida, aun así cada septiembre, de manera hipócrita, se siente 
enaltecido por su condición mexicana. Al día siguiente vuelve a sentirse con baja autoestima, 
comparándose con otras naciones, no es inferior, lo que es peor, se siente inferior. Como Violetta, bruja y 
heroína de Diablo Guardián, desea demostrar su condición económica comprando todo cuanto le sea 
accesible, creándose cadenas por medio de deudas, total, ya se las ingeniará para escapársele a Copel. Si 
llega a tener dinero prefiere gastarlo en placeres fugaces, como bebida u otras distracciones. 
La culpa es de otro. El mexicano tiende pasarle sus yerros a alguien más, al gobierno, al vecino, al 
compañero de equipo. No logra ver su papel en sociedad, le gusta todo en la mano y si por equívoco 
tropieza (entiéndase tropezar no como caer, si no como cometer un error), de manera descarada, buscará al 
primer hijo del vecino quien (según él) le hizo tropezar. Está el típico ejemplo: si la sociedad no progresa 
es culpa de la cabecilla, no entiende su papel de individuo como parte de un todo, es motor principal del 
crecimiento social, pero si busca ese crecimiento, será en beneficio propio. 
La libertad vista de manera económica se transforma muy fácil en libertinaje y despilfarro, si se 
tiene se puede. Lo vemos en gente, por ejemplo, que solo va a un Starbucks para poder tomar una foto y 
poder subirla a alguna red social o quienes compran un teléfono por la marca, no sólo eso, prefiere 
comprarlo en una tienda Liverpool a una tienda Elektra, el mero hecho de tener un recibo donde avale su 
creencia de superioridad es suficiente para suponerse mejor a otros. Hasta los gobernantes desprestigian a 
su pueblo, saben manejarlo, lo humillan y se humillan ellos mismos, roban de manera insolente, 
sabiéndose protegidos pues nadie hará algo contra ellos. 
 
 
Yo oía que decían: Live from New York! y sonreía, me ponía de buenas pensar: Yo soy de allá. 
Como indita, ¿me entiendes? Aunque tiene su chic ser indita newyorka, por lo menos te sientes 
ladina internacional. Aparte tienes la tranquilidad de que siempre habrá un mamón galante que te 
diga: You don’t look very Mexican, y tú le puedas contestar que tu papá es alemán y tu mamá 
española. Si, cómo no, babosa, de Naucalpariburgo y Sevillatlán. Claro que con mi carita de 
muñeca de lladró nadie iba a imaginarse la cantidad de coatlicues que mis putos antepasados me 
dejaron escondidas. No me vas a decir que no es de pinches coatlicues pedir un sandwich de ocho 
cincuenta y encuerársele al mesero. Pero bueno, tampoco fue fácil conquistar Tenochtitlán. Puedes 
ir y sacar al tlahuica de su templo,pero intenta sacar al templo del tlahuica. (Velasco, 2003, p. 
254). 
Como se puede observar, es común la crítica del mexicano hacia el mexicano. De igual modo a 
Violetta, Femme Fatal más rápida que Supermán, realiza constantes críticas a la mentalidad de sus 
paisanos, a su moral y creencias; con toques malinchistas además de clasistas, se enfrasca en evidenciar 
las sobrias verdades de su sociedad. En mejores palabras lo explica Serna en su texto introductorio “La 
Coatlicue de Saks” (2013): 
… afilado bisturí del autor para descubrir analogías inexploradas entre la discriminación y el 
autodesprecio, entre el romanticismo y la cultura del despilfarro… pertenece a una familia 
prototípica de la clase media agringada, que admira sin reservas el american way of life y padece 
un terrible complejo de inferioridad por sentirlo muy lejos de su bolsillo. Desde pequeña Violetta 
observa con asco los esfuerzos de sus padres por teñirse el pelo de rubio, su afán de hablar inglés a 
todas horas, incluso en la intimidad… va desarrollando un odio feroz contra la cultura del "quiero 
y no puedo"… y aunque aborrece todas las virtudes burguesas el ahorro, la mesura, el decoro, la 
decencia, idolatra el modo de vida gringo y está dispuesta a todo con tal de "quitarse lo naca"… 
Violetta gana buenas cantidades, pero siempre anda corta de lana, porque el dinero le quema las 
manos y necesita gastarlo compulsivamente, pues no tolera sentirse pobre… No recuerdo ninguna 
 
 
novela mexicana donde un personaje profiera tantos sarcasmos de índole racista y clasista… En el 
fondo, Violetta es una mujer sin amor propio, y aunque el autor nunca intenta mostrarla como 
víctima, sugiere que hay una relación de causa-efecto entre su baja autoestima y su talante 
discriminatorio. Lo que nunca sabemos a ciencia cierta es si detesta su raza y su país porque se 
detesta a sí misma, o viceversa, pues ella misma no lo tiene muy claro. (Serna, 2013, p. 7-15). 
Esta ideología es el cáncer para la sociedad mexicana, como individuos parte de una comunidad, 
debemos buscar el mejor desarrollo de esta, velar no solo por nuestros intereses, ayudar para ayudarnos, 
no echarle todo el peso del control al gobierno, se debe volver activos en este aspecto. Movernos con 
presteza y puntualidad, no vivir con desidia, la pereza es buena, pero a ratos. México debe tener claro en 
qué cree, a dónde quiere ir y qué camino debe tomar para lograr su potencial. Aunque la pregunta 
posmoderna capaz de refutar este argumento sería: ¿y por qué he de hacerlo? Cambiar la mentalidad de 
todo un país, arrastrada desde hace siglos no es materia fácil, se ha de poner toda la fe no en el gobierno, 
ni en las instituciones, solo en la educación y en la voluntad del individuo. 
El mexicano promedio es un ser posmoderno, tiene una ideología marcada por el conformismo, 
con un gran deseo por cumplir sus ambiciones se manera rápida y fácil. De forma inconsciente tiende a 
recurrir al nihilismo y hedonismo. Suele creerse superior a otros mexicanos, ya sea por estatus o posición 
económica, ofende a sus semejantes, sin embargo, suele sentirse sobajado ante un extranjero. Desprecia su 
patria, su gente, sus raíces, reniega su cultura y llega a querer adoptar otras. Se encuentra en una constante 
búsqueda de la libertad (vista como libertad económica), confunde la libertad y el libertinaje. Hace lo 
posible para sentirse superior a otros, compra en centros caros, presume sus posesiones, tiende a fingir 
algo que no es. Con tal de mejorar su situación no le importa sobre quién deba pasar, pues para él solo 
importa él y su círculo. Se aleja de aquello cuanto le disgusta o es ajeno a su forma de pensar, 
humillándolo y criticándolo, esto es lo más fácil para él, evidenciar sin llegar a algo concreto, además 
crítica las actitudes en otros parecidas a las de él. Sin saberlo, México, tiene el valemadrismo en el eje de 
sus procederes diarios, el mexicano enaltece también este sentimiento: si se es desmadroso se es chingón. 
 
 
 No todos los mexicanos son conformistas, mediocres y tienen complejo de inferioridad, sin 
embargo, la mayoría sí actúa y vive de este modo, desde la conquista se le adoctrinó para sentirse 
“inferior” hacia los conquistadores. Se debe buscar al mexicano cumplido, puntal y respetuoso en cada 
uno. El valemadrismo es una realidad en México, no se debe ignorar como se han ignorado muchas otras 
cosas en la historia de la patria, es algo que (como sociedad) debemos afrontar. Cambiar está en cada 
quien, no es asunto de alguna institución o autoridad, ¿no es mejor pelear por un futuro prometedor, 
mejores oportunidades, mejores salarios y no ser comparados con lo peor? ¿O te vale? 
 
 
Referencias 
Estrada, L. (1999). “La ley de Herodes”. México. 
Hidalgo Hernández, V. (2005). Cultura, Multiculturalidad, Interculturalidad y Transculturalidad: 
Evolución de un Término (pp. 75-85). Rescatado el 22 de noviembre de 2017, de http://www.fec-
chiapas.com.mx/sistema/biblioteca_digital/cultura-multiculturalidad-interculturalidad-y-
transculturalidad.pdf 
Lara P., Gabriela M., & Colín, G. (2007). Sociedad de consumo y cultura consumista. 
Argumentos (México, D.F.), 20(55), 211-216. Rescatado el 22 de noviembre de 2017, de 
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-
57952007000300008&lng=es&tlng=es. 
Lara, G. (2013). Los 4 jinetes del valemadrismo. “Animal Politico”. Información recuperada el 21 
noviembre de 2017, en: http://www.animalpolitico.com/blogueros-mente-social/2013/06/19/los-4-jinetes-
del-valemadrismo/ 
Serna, E. (1997). El naco en el país de las castas. En E. Serna, “Las caricaturas me hacen llorar” 
(pp. 97-104). México: Joaquín Mortiz. 
Serna, E. (2013). La Coatlicue de Saks. En X. Velasco, “Diablo Guardián” (2
a
 ed., pp. 8-15). 
México: Alfaguara. 
Velasco, X. (2003). “Diablo Guardián (2
a
 ed.)”. México: Alfaguara.

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