Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
1 TONANTZIN TLALLI - BUAP Revista científica Facultad de Ciencias Biológicas - BUAP. Órgano de difusión de la Red de Sustentabilidad. Año 1, No. 2 Nov 2021 - Feb 2022 ISSN en proceso Identificación de motivos de unión a ARN en una proteína de choque frío de Cimex lectularius Lactoferrina de la leche con propiedades amebicidas Herbicidas, microorganismos del suelo y resistencia de Amaranthus palmeri S. Watson Vida y obra de un vecino incómodo: el mosquito Aedes aegypti El uso de indicadores indirectos para reconstrucción ambiental del Cuaternario ¿Quién visita mi jardín?: Las mariposas urbanas Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 34 años FCB - BUAP Ilustración de portada: Facultad de Ciencias Biológicas, antigua sede en el edificio Carolino (parte superior) y actual sede en Ciudad Universitaria (parte inferior). Ilustradora: Carmen Gutiérrez Cornejo Editor en jefe Salvador Galicia Isasmendi Comité directivo editorial Salvador Galicia Isasmendi (FCB-BUAP) Verónica Cepeda Cornejo (FCB-BUAP) Lucero Montserrat Cuautle García (FCB-BUAP) Comité editorial / Editores Adriana Martínez Guevara (FCB-BUAP) Ángel Alonso Romero López (FCB-BUAP) Antonio Fernández Crispín (FCB-BUAP) Beatriz Adriana Silva Torres (Universidad Autónoma Metropolitana) Carlos Castañeda Posadas (FCB-BUAP) Daniel Sihuanca Mendoza (FCB-BUAP) Diego Enrique Lozano Carmona (FCB-BUAP) Laura Patricia Martínez Morales (CONACYT- Centro de Investigación Biomédica de Oriente) Lorena Milflores Flores (FCB-BUAP) Micaela de la O Olán (INIFAP) Rodolfo Dirzo Minjarez (Universidad de Stanford) Romeo Alberto Saldana (FCB-BUAP) Viginia Gutiérrez Aguilar (FCB-BUAP) Diseño Carmen Gutiérrez Cornejo Ilustradores Carmen Gutiérrez Cornejo Carlos Ortega Contreras Administrador web Gerardo Mendoza Castillo Revista Tonantzin Tlalli - BUAP. Órgano de difusión de la Red de Sustentabilidad. Facultad de Ciencias Biológicas Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) Puebla, Puebla. México 2021 E-mail: tonantzin.tlalli.fcb@correo.buap.mx 3 Índice Editorial Artículo de Investigación Científica Identificación de motivos de unión a ARN en una proteína de choque frío de Cimex lectularius 6 Ignacio Martínez Artículos de Divulgación Científica El uso de indicadores indirectos para reconstrucción ambiental del Cuaternario 14 Carlos Castañeda Posadas Vida y obra de un vecino incómodo: el mosquito Aedes aegypti 28 César Antonio Sandoval-Ruiz ¿Quién visita mi jardín?: Las mariposas urbanas 32 María Teresa Reyna-Cervantes, Esther Quintero y Hortensia Carrillo-Ruiz Herbicidas, microorganismos del suelo y resistencia de Amaranthus palmeri S. Watson 36 Sara Hirán Morán-Bañuelos y Verónica Cepeda Cornejo Nota científica Lactoferrina de la leche con propiedades amebicidas 50 Ignacio Martínez Artículos desde nuestra Facultad 55 Infografías 59 4 Siendo la biología una de las ciencias más sig-nificativas, la cual tuvo que esperar a la ma- duración de otras ciencias para su entendimien- to y formulación de una síntesis con sus propios principios paradigmáticos; tan compleja, que las matemáticas empleadas para su estudio están en construcción, lo cual le da un lugar al lado de las ciencias duras. Pero a la vez multivariable y avo- cada al estudio de procesos configuracionales lo que le hace compartir aspectos de abordaje con las ciencias histórico-sociales, que escapan a los modelos netamente matemáticos. La biología, capaz de hacernos entender la maravilla de los sistemas orgánicos, que alcan- zan su esplendor en los sistemas conscientes, po- seedores de lenguaje hablado y cultura; y al mis- mo tiempo mediante la ecología y la evolución es capaz de situarnos al lado de los demás seres vivos, siendo los humanos una más de las ramas dentro de la diversidad biológica; por lo que al no ser producto de creación especial alguna, los humanos debemos ocupar un lugar humilde en la naturaleza y al mismo tiempo con la obligación de no atentar contra Gaia o la Madre Tierra. Siendo así de trascendente, el estado de Pue- bla carecía antes de 1987 de una opción de es- tudio de esta disciplina, sobre todo en una uni- versidad pública donde todo aquel que quisiese, independiente de su estrato socioeconómico, pu- diera optar por esta carrera como forma de vida; ese año se da la sesión de Consejo Universitario en la cual se autoriza la creación de la Escue- la de Biología, así lo rememora en un mensaje personal el pasado 14 de junio a las 11:29 el Dr. Ismael Ledezma fundador de la escuela: “Hoy hace 34 años se fundó la Escuela de Biología de la UAP, a esta hora ya estaba a punto de presen- tar el proyecto al Consejo Universitario”. Albergada en el lugar donde la mayoría de las unidades académicas de nueva creación vieron la luz, en el edifico Carolino, corazón de nues- tra Universidad, particularmente entre los entra- ñables espacios del 3er patio, en estos 34 años transitamos desde 2 laboratorios, 3 salones de paredes robustas, ventanales antiguos, un equi- pamiento más que reducido y una matrícula de no más de 2 centenares de alumnos a actual- mente una matrícula de 2009 alumnos, con una maestría y dos licenciaturas. En un inicio una escuela formada de una plan- ta académica de jóvenes en su mayoría, que se sumaron a este esfuerzo que significó uno de los planes más modernos y con visión propositi- va del país, donde el intercambio académico de sus estudiantes, lejos de convenios y papeleos, se realizaba bastando una breve llamada para colocar a los estudiantes en los más prestigiosos laboratorios del país; esa estrategia que permitía subsanar las carencias de infraestructura, equipa- miento científico o biblioteca adecuada, hizo del intercambio académico el vaso comunicante con la ciencia a nivel nacional, los alumnos a partir del 6to semestre realizábamos estancias de lunes a jueves fuera de la escuela y regresábamos los días viernes y sábado a tomar las clases de una semana completa. El plan de la Licenciatura en Biología conce- de un lugar preponderante a la visión histórica crítica de la ciencia y a su papel en el entorno social, pero sobre todo se centra en la idea de forjar científicos alejados de las visiones enciclo- pédicas y se centra en el estudio de los procesos, aprendiendo en el quehacer mismo de la ciencia al involucrar a los estudiantes en los laboratorios desde el segundo semestre. Este editorial no pretende ser un recuento de Editorial 5 los múltiples hechos significativos engarzados unos con otros en este tiempo, con una amplia red de causalidades y casualidades, así que re- tomo la historia de la Escuela de Biología donde el artículo número 18, año 7 de Tiempo Universitario de 2004 la dejó (La escuela de Biología de la BUAP, Centro de estudios joven pero con cimientos académicos sólidos) señalando los acuciantes problemas de espacio al compartir el actual edificio BIO1 con el Departamento de Ciencias Microbioló- gicas (3er piso), la direc- ción del ICUAP, el Herba- rio Universitario y el actual Auditorio ocupado por el archivo del Departamento es- colar; añado como un hilo extre- madamente simplificado el cambio más grande en infraestructura debido al Dr. Jorge Alejandro Cebada Ruíz, al recuperar dichos espacios (salvo el Herbario Universitario todavía en la planta baja), además de la construcción de una columna entre los vértices de ambas alas que alberga actualmente la tercera sala de cómpu- to y dos laboratorios de docencia; el otro hito fundamental es el surgimiento del Posgrado en Ciencias Biológicas durante la gestión del Mtro. Héctor R. Eliosa León, con la atinada dirección de un grupo sobresaliente de profesores encabeza- dos por la Dra. Angélica Trujillo Hernández. Así mismo recuerdo en la revistaENDÉMICA (nota amablemente facilitada a un servidor por el Mtro. Pedro Serrano) a la razón de los 20 años de la entonces Escuela de Biología, una serie de re- flexiones del Dr. Antonio Fernández Crispín sobre ¿Qué hemos logrado?, ¿Qué hemos perdido en el camino? y ¿Qué falta por hacer?, pero sobre todo la pregunta de si ha valido la pena. A lo cual otros 14 años más tarde, un exalumno como yo se pregunta si volvería a estudiar Biología y si lo haría en la Facultad de Ciencias Bioló- gicas, siendo inmediata la respues- ta, sin tiempo de latencia: ¡Sí, lo volvería a hacer!; pero tal vez ahora con menos dudas, con la convicción de la calidad de los profesionistas que formamos, dispersos des- de Nueva Zelanda o Aus- tralia, Europa y la Unión Americana; pero también de Baja California a Méri- da y ahora con una nueva y prometedora licenciatura en Biotecnología, vaya a todos us- tedes mi sincera felicitación por for- mar parte de esta exitosa comunidad a 34 años de su fundación, escriban con éxito las páginas por venir de esta Facultad. Salvador Galicia Isasmendi 6 A r t íc u l o d e I n v e s t ig a c ió n C ie n t íf ic a Identificación de motivos de unión a ARN en una proteína de choque frío de Cimex lectularius Ignacio Martínez1* 1 Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM. Departamento de Inmunología. Av. Universidad 3000, Col. Universidad Nacional Autónoma de México. Alcaldía Coyoacán. C.P. 04510, Ciudad de México. Autor de correspondencia: imm@iibiomedicas.unam.mx Resumen La chinche de cama (Cimex lectularius) es con- siderada un problema de salud en diversos países, en todos los continentes, sin importar su grado de desarrollo o nivel económico. Este insecto resiste condiciones extremas, incluidas bajas temperaturas, lo cual dificulta su elimi- nación de aquellos materiales que no pueden ser tratados mediante calor. Por ello, ha sido planteada la necesidad de comprender mejor los mecanismos moleculares implicados en la resistencia a bajas temperaturas. Uno de los elementos que podría estar involucrado y que es poco conocido es la familia de proteínas de choque frío, las cuales no han sido caracteriza- das en C. lectularius. En este trabajo se analiza- ron in silico las características de un miembro de esta familia denominado ClCsp14.6, a par- tir de su secuencia. Se estableció un modelo de la estructura terciaria mediante modelado por homología y se identificaron los motivos de unión a sus probables blancos moleculares. Se encontró que la proteína seleccionada pertenece a la subfamilia Y-box de proteínas de choque frío, con las que tiene cercanía filogenética. El modelado por homología permitió establecer su similitud con la pro- teína CRHSP-24 humana, así como la disposición de las láminas beta que podrían interaccionar para formar ho- modímeros de ClCsp14.6. El análisis de la secuencia, y su comparación con otras proteínas tipo Y-box, permi- tió establecer que las láminas b1-3 participarían en la unión a los blancos moleculares como el ARN. Este últi- mo resultado fue reforzado por la presencia de los moti- vos RNP1 y RNP2 en dichas láminas, los cuales han sido descritos como secuencias de unión a ácidos nucleicos en proteínas similares de E. coli. Los resultados obte- nidos en este trabajo sugieren que ClCsp14.6 tiene las características para interaccionar con ácidos nucleicos, como ARN, por lo que podría tener un papel importante en la resistencia al choque frío en C. lectularius. Estos resultados deberán ser puestos a prueba mediante en- sayos experimentales específicos. 7 Abstract The bed bug (Cimex lectularius) is considered a health problem in several countries, on all continents, regard- less of their degree of development or economic lev- el. This insect resists extreme conditions, including low temperatures, which makes it difficult to eliminate it from those materials that cannot be heat treated. For this reason, the need to better understand the molecu- lar mechanisms involved in resistance at low tempera- tures has been raised. One of the elements that could be involved and that is little known is the family of cold shock proteins, which have not been characterized in C. lectularius. In this work, the characteristics of a mem- ber of this family called ClCsp14.6 were analyzed in sil- ico, based on its sequence. The tertiary structure was modeled by homology modeling and motifs for binding to their molecular targets were identified. It was found that the selected protein belongs to the Y-box subfamily of cold shock proteins, with which it has phylogenetic closeness. The homology modeling allowed to establish its similarity with the human CRHSP-24 protein, as well as the arrangement of the beta-sheets that could inter- act to form homodimers of ClCsp14.6. The analysis of the sequence, and its comparison with other Y-box type proteins, allowed us to establish that sheets b1-3 can participate in the binding to potential molecular tar- gets such as RNA. This last result was reinforced by the presence of the RNP1 and RNP2 motifs in these sheets, which have been described as nucleic acid binding se- quences in similar E. coli proteins. The results obtained in this work suggest that ClCsp14.6 has the character- istics to interact with nucleic acids, such as RNA, so it could have an important role in resistance to cold shock in C. lectularius. These results must be tested by specific experimental assays. Palabras clave: Cimex, Proteínas, Modelado por homo- logía, Y-box, Choque frío 1. Introducción La chinche de cama (C. lectularius) es un ectoparásito hematófago de importancia médica, que durante mu- chos años fue controlado mediante el uso de insecti- cidas de tipo piretroide. Desafortunadamente, en la última década la resistencia a estos compuestos, com- binada con la mayor movilidad desde zonas infestadas a través de viajeros portadores, ha facilitado su resur- gimiento (Akhoundi et al., 2020; Davies et al., 2012). Actualmente se considera que la infestación por este insecto es un serio problema en los cinco continentes, no solo en los países tropicales. La presencia de C. lectu- larius se ha documentado en ciudades como Londres y París, donde el nivel socioeconómico no fue una barrera para el insecto y en las cuales su erradicación es difícil e implica altos costos (Akhoundi et al., 2020; Rukke et al., 2017). Desde hace tiempo se sabe que hay materiales que no pueden ser esterilizados por calor para eliminar la infestación por este insecto, por lo que se han explo- rado nuevas estrategias para su control. Una de ellas es el uso de bajas temperaturas. Sin embargo, se ha obser- vado que C. lectularius resiste hasta -12ºC, de los cuales se recupera (Olson et al., 2013). Por ello se ha hecho in- dispensable conocer la fisiología de este insecto frente a condiciones de frío. Uno de los mecanismos moleculares más comunes para enfrentar las bajas temperaturas son las proteí- nas de respuesta al choque frío o Cold Shock Proteins (CSP por sus siglas en inglés), que se agrupan en dos subfamilias principales: Y-Box y RMB3. Estas proteínas están presentes a lo largo de la escala evolutiva (desde bacterias, hasta eucariontes superiores) y se sabe que durante un evento de choque frío se unen a los trans- critos (ARNm) para protegerlos y facilitar su traducción, favoreciendo la sobrevivencia celular frente a un des- censo de temperatura (Al-Astal et al., 2016; Budkina et al., 2020). Las CSP se caracterizan por la presencia de motivos de unión a ácidos nucleicos y dominios de cho- que frío en las láminas beta de su estructura terciaria, la cual adopta una forma de barril en su estado de mo- nómero, aunque experimentalmente se ha demostrado que la mayoría de ellas tienden a formar homodímeros (Heinemann & Roske, 2021). Aunque se ha reportado la presencia de estas proteínas en el genoma de diversos procariontes y eucariontes, las CSP más estudiadasson las humanas. En insectos es escasa la información sobre estas moléculas y su papel fisiológico. Hasta ahora solo se ha documentado que una CSP de Drosophila melano- gaster participa en su embriogénesis y desarrollo, pero su papel en la resistencia al choque frío y su probable estructura terciaria no han sido mostrados (Thieringer et al., 1997; Zou et al., 2020). Recientemente, se ha reportado en GenBank la se- cuencia de una probable proteína de choque frío de C. lectularius. Sin embargo, no se han descrito sus carac- terísticas y en consecuencia se desconoce el probable papel que tenga en la fisiología de este insecto. Por eso el objetivo de este trabajo fue plantear por primera vez un modelo de estructura terciaria de la proteína, identi- ficar los dominios de unión a ácidos nucleicos y modelar in silico la probable interacción de esta CSP con un frag- mento de ARN. I. Martínez / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 6-13. 8 2. Materiales y métodos 2.1 Secuencia de CSP de C. lectularius, características y filogenia La secuencia de una probable CSP de C. lectularius (ClCsp, XP_014240452.1) fue deducida a partir de da- tos genómicos y reportada en GenBank en 2018, como parte de un proyecto de secuenciación y ensamblaje del genoma de este insecto (PRJNA298750). Para es- tablecer el peso molecular, punto isoeléctrico y carga neta de la proteína se usó el software Pepstats versión 6.6.0 (http://www.ebi.ac.uk /Tools/services/web). La predicción de los dominios conservados para identifi- cación de familia proteica se realizó mediante el pro- grama SMART (Simple Modular Architecture Research Tool) (http://smart.embl-heidelberg.de/). Para deter- minar si la proteína CSP de C. lectularius pertenece al tipo Y-Box o RBM3 se realizó un análisis de Neighborn joining. Se obtuvieron desde GenBank las secuencias de proteínas caracterizadas como tipo Y-box de Homo sapiens (NP_004550.2), Mus musculus (AAI06144.1), Drosophila melanogaster (NP_730197.1), Schistoso- ma mansoni (AAC47760.1), Klebsiella pneumoniae (CCI79224.1), Listeria monocytogenes (KSZ47828.1) y Trypanosoma brucei (AAD29082.1). También se ob- tuvieron las secuencias de proteínas tipo RBM3 de H. sapiens (NP_006734.1), M. musculus (AAH06580.1), Crocuta crocuta (KAF0884102.1), Phyllostomus discolor (XP_028378159.1), Callithrix jacchus (XP_008987483.1), Rattus norvegicus (NP_446148.1). Las secuencias fue- ron alineadas mediante T-coffee (http://tcoffee.crg.cat/ apps/tcoffee/do:expresso). La filogenia fue establecida mediante un análisis de Neighbor joining, por el método estadístico de Bootstrap (10, 000 réplicas), empleando el Software Mega6. Para el análisis solo se consideraron aquellas posiciones con una cobertura del 95%. El filo- grama resultante fue visualizado mediante el Software FigTree Ver 1.4.3. 2.2 Modelaje por homología e identificación de los motivos funcionales El modelaje por homología, para establecer la estruc- tura del monómero y dímero de la proteína, se realizó mediante la plataforma en línea Swiss-Model (https:// swissmodel.expasy.org/interactive). El modelo genera- do se validó mediante el diagrama de Ramachandran usando el programa Procheck, mientras que la tasa general de frecuencias de error fue establecida usan- do el software ERRAT, ambos incluidos en la paquetería SAVES v6.0 (https://saves.mbi.ucla.edu/) como se ha propuesto previamente en la literatura (Srivastava et al., 2021). Todos los modelos fueron visualizados y com- parados utilizando el software PyMol Molecular Gra- phics System Ver. 2.4.0. La identificación de los motivos funcionales se realizó a partir del alineamiento y com- paración con las proteínas CSP de H. sapiens (CRHSP-24, PDB 3AQQ), Drosophila melanogaster (NP_730197.1), Anopheles gambiae (XP_315660.4), Aedes aegypti (XP_001659860.1) y E. coli (AAC76580.1). 2.3 Modelado de interacción con ARN El modelado de interacción con ARN se realizó median- te la superposición de la proteína de choque frío de C. lectularius con proteínas similares unidas a fragmentos de ARN, como se ha reportado previamente (Hou et al., 2011). Para ello se usaron las proteínas Y-Box1 humana unida a ACCAGCCU (PDB 6KUG) y la proteína CspB de Bacillus subtilis unida a un pentauracilo (UUUUU) (PDB 3PF5). La observación y manipulado de los modelos ge- nerados se realizó mediante el Software PyMol. 3. Resultados y discusión El análisis mediante Pepstat estableció que ClCsp tiene un peso molecular de 14.6 kDa y un punto isoeléctrico de 6.48. El análisis mediante el software SMART identifi- có que la secuencia cuenta con dominios de choque frío (CSD), con capacidad de chaperona de ARN (aminoáci- dos 47-114), por lo que se le puede incluir en la familia de las CSP. A partir de este momento esta proteína fue nombrada como ClCsp14.6 en el resto del trabajo. Al comparar la secuencia de ClCsp14.6 con otras CSP me- diante el análisis de NJ se encontró que esta proteína pertenece a la subfamilia tipo Y-box (Figura 1). Esta condición sugiere que ClCsp14.6 tendría ma- yor afinidad por ARN que por ADN de cadena sencilla y podría incrementar su expresión bajo condiciones de estrés por frío, como se ha propuesto para otras pro- I. Martínez / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 6-13. 9 teínas de este tipo (Budkina et al., 2020; Dong et al., 2020). Interesantemente, se observó que ClCsp14.6 tie- ne una cercanía filogenética con la proteína homóloga en D. melanogaster, de la cual se sabe participa en la embiogenesis y desarrollo del insecto, pero no se cuen- ta con un modelo de la misma (Thieringer et al., 1997; Zou et al., 2020). Por la cercanía observada entre ambas proteínas, ClCsp14.6 podría participar en el proceso de desarrollo en C. lectularius. Esto deberá ser explorado con más detalle. Por otro lado, el modelo de ClCsp14.6, generado por homología, fue validado mediante la gráfica de Rama- chandran, la cual mostró que el 93.7% de los residuos se encuentran en la región favorable, indicando una buena fiabilidad de la estructura. Mientras que la gráfi- ca de ERRAT mostró un factor del 91.65%, lo que indica una buena calidad del modelo. Este es el primer mode- lo que se publica de este tipo de proteínas en insecto, pues en la literatura actual no hay un precedente. Se observó la presencia de 5 láminas beta características del domino CSD de esta familia, con las láminas b1-3 adyacentes y antiparalelas (Figura 2A). El resultado del modelaje también señaló que ClCsp14.6 tiene una alta similitud estructural con la proteína CRHSP-24 humana (Figura 2B). Esta similitud en la disposición terciara de la secuencia puede observarse cuando ambas proteí- nas se sobreponen (Figura 2C). Puede observarse que el modelo ClCsp14.6 conserva la estructura de barril formada por las láminas beta, como se ha descrito para CRHSP-24, lo cual le conferiría propiedades de unión a oligonucleótidos (Figura 2D) (Hou et al., 2011). La alta similitud estructural entre estas dos proteí- nas sugiere que ClCsp14.6 también podría participar en la respuesta a condiciones de estrés oxidante, como ha sido propuesto para la proteína humana (Hou et al., 2011). Asimismo, se observó que ClCsp14.6 podría for- mar homodímeros, en los cuales las láminas b1-3 de una subunidad interaccionan con las láminas 4 y 5 de la otra, de forma similar a lo reportado para otras CSP (Fi- gura 3A). Esta propiedad estaría dada por los residuos E81 y G82, entre las láminas 3 y 4, que permite un movi- miento de bisagra y que se ha documentado en proteí- nas similares (Figura 3B) (Max et al., 2007). Un cambio estructural adicional seria la pérdida de la alfa hélice en la región N-terminal de la proteína, pero esto no pare- ce tener un papel relevante, pues se ha reportado que estos homodímeros pueden interactuar con ácidos nu- cleicos como lo hacen los monómeros. Debido a la simi- litud observada entre ClCsp14.6 y CRHSP-24 se decidió alinear ambas secuenciaspara establecer si compartían motivos de unión a ácidos nucleicos. Se incluyeron se- cuencias de otros organismos de las cuales se conocen los dominios de choque frío y de unión a ARN. Se en- contró que ClCsp14.6 cuenta con los dominios CSD y de unión a ARN descritos en proteínas similares. Asimis- mo, cuenta con diversos aminoácidos importantes para la unión a ácidos nucleicos identificados en otras CSP (Figura 4). También se identificó a las serinas 24 y 35 como si- tios de fosforilación, que podrían estar implicadas en la unión a sus blancos moleculares, como ha sido pro- puesto previamente para otras CSP (Hou et al., 2011). Finalmente, se identificó la posición de los motivos de unión a ácidos nucleicos en el modelo generado y su probable unión a secuencias de ARN. Previamente se ha planteado que las láminas b1-3 son las más importantes para la interacción con las moléculas blanco. En nuestro modelo se observa que estas láminas se encuentran en una posición que permite su interacción con un frag- mento de ARN (ACCAGCCU) (Figura 5A). También se observó que los motivos RPN1 y RPN2, descritos en la literatura como secuencias de unión a ácidos nucleicos, se encuentran en una posición propi- cia para la interacción con ARN (Figura 5B). Asimismo, los aminoácidos conservados entre E. coli y ClCsp14.6 que podrían tener un papel en la interacción con ARN se encuentran en una posición apropiada en el modelo, para interaccionar con dos fragmentos distintos de ARN (Figura 5C y 5D). 4. Conclusión Los resultados obtenidos del modelaje y análisis de la proteína ClCsp14.6, sugieren que ésta podría ser un ele- mento de respuesta al choque frío en C. lectularius. Po- dría actuar como monómero u homodímero y su papel sería la protección de transcritos (ARNm), mediante la unión a los mismos. Este es el primer modelo que se publica de estas proteínas en C. lectularius y será im- portante corroborar experimentalmente los datos ob- tenidos del presente análisis in silico, para establecer el papel real de esta proteína en la fisiología del insecto frente a condiciones de frío extremo. I. Martínez / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 6-13. 10 5. Referencias Akhoundi, M., Sereno, D., Durand, R., Mirzaei, A., Bruel, C., Delaunay, P., Marty, P., & Izri, A. (2020). Bed Bugs (He- miptera, Cimicidae): Overview of classification, evolution and dispersion. Int J Environ Res Public Health, 17(12), 1-20. https://doi.org/10.3390/ijerph17124576 Al-Astal, H. I., Massad, M., AlMatar, M., & Ekal, H. (2016). Cellular Functions of RNA-Binding Motif Protein 3 (RBM3): Clues in hypothermia, cancer biology and apoptosis. Pro- tein Pept Lett, 23(9), 828-835. https://doi.org/10.2174/09 29866523666160628090340 Budkina, K. S., Zlobin, N. E., Kononova, S. V., Ovchinnikov, L. P., & Babakov, A. V. (2020). Cold shock domain pro- teins: structure and interaction with nucleic acids. Biochem- istry (Mosc), 85(Suppl 1), S1-S19. https://doi.org/10.1134/ s0006297920140011 Davies, T. G., Field, L. M., & Williamson, M. S. (2012). The re-emergence of the bed bug as a nuisance pest: implica- tions of resistance to the pyrethroid insecticides. Med Vet Entomol, 26(3), 241-254. https://doi.org/10.1111/j.1365- 2915.2011.01006.x Dong, S., Nie, H., Li, D., Cai, Z., Sun, X., Huo, Z., & Yan, X. (2020). Molecular cloning and characterization of Y-box gene (Rpybx) from Manila clam and its expression analysis in different strains under low-temperature stress. Anim Gen- et, 51(3), 430-438. https://doi.org/10.1111/age.12919 Heinemann, U., & Roske, Y. (2021). Cold-Shock Do- mains-abundance, structure, properties, and nucleic-Ac- id binding. Cancers (Basel), 13(2), 1-22. https://doi. org/10.3390/cancers13020190 Hou, H., Wang, F., Zhang, W., Wang, D., Li, X., Bartlam, M., Yao, X., & Rao, Z. (2011). Structure-functional analy- ses of CRHSP-24 plasticity and dynamics in oxidative stress response. J Biol Chem, 286(11), 9623-9635. https://doi. org/10.1074/jbc.M110.177436 Max, K. E., Zeeb, M., Bienert, R., Balbach, J., & Heine- mann, U. (2007). Common mode of DNA binding to cold shock domains. Crystal structure of hexathymidine bound to the domain-swapped form of a major cold shock pro- tein from Bacillus caldolyticus. Febs J, 274(5), 1265-1279. https://doi.org/10.1111/j.1742-4658.2007.05672.x Olson, J. F., Eaton, M., Kells, S. A., Morin, V., & Wang, C. (2013). Cold tolerance of bed bugs and practical rec- ommendations for control. J Econ Entomol, 106(6), 2433- 2441. https://doi.org/10.1603/ec13032 Rukke, B. A., Hage, M., & Aak, A. (2017). Mortality, fecun- dity and development among bed bugs (Cimex lectularius) exposed to prolonged, intermediate cold stress. Pest Manag Sci, 73(5), 838-843. https://doi.org/10.1002/ps.4504 Srivastava, N., Garg, P., Srivastava, P., & Seth, P. K. (2021). A molecular dynamics simulation study of the ACE2 recep- tor with screened natural inhibitors to identify novel drug candidate against COVID-19. PeerJ, 9, e11171. https:// doi.org/10.7717/peerj.11171 Thieringer, H. A., Singh, K., Trivedi, H., & Inouye, M. (1997). Identification and developmental characterization of a nov- el Y-box protein from Drosophila melanogaster. Nucleic Acids Res, 25(23), 4764-4770. https://doi.org/10.1093/ nar/25.23.4764 Zou, F., Tu, R., Duan, B., Yang, Z., Ping, Z., Song, X., Chen, S., Price, A., Li, H., Scott, A., Perera, A., Li, S., & Xie, T. (2020). Drosophila YBX1 homolog YPS promotes ovarian germ line stem cell development by preferentially recogniz- ing 5-methylcytosine RNAs. Proc Natl Acad Sci U S A, 117(7), 3603-3609. https://doi.org/10.1073/pnas.1910862117 I. Martínez / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 6-13. 11I. Martínez / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 6-13. Figura 1. ClCsp14.6 pertenece a la familia Y-Box. Las secuencias fueron alineadas y analizadas mediante el método de Neighbor-Joining como se describe en materiales y métodos. El valor de Bootstrap se indica en los nodos. Las distancias evolutivas fueron calculadas usando el método de p-distance. La escala mostrada indica el número de diferencias en aminoácidos por posición en las secuencias. La CSP de C. lectularius se enmarca en una caja roja. Las secuencias tipo Y-Box y RBM3 humanas se señalan con cajas punteadas. 12 Figura 2. Modelo de estructura terciaria de ClCsp14.6. A) monómero de la proteína, mostrando la disposición de las 5 láminas beta. B) Proteína de choque frio CRHSP-24 humana (PDB 3AQQ). C) Sobreposición de ClCsp14.6 y CRHSP-24. D) Rotación en diagonal de la figura C para mostrar la estructura de barril formada por las láminas beta. Los modelos fueron visualizados mediante PyMol. Figura 3. Dímero de ClCsp14.6. Dos monómeros de la proteína (naranja y verde) podrían modificar su estructura para formar un homodímero (A), en el cual las láminas b1-3 de una subunidad interaccionan con las láminas b4-5 de la otra. Esta propiedad estaría dada por los aminoácidos E81 y G82 (B), como ha sido descrito para proteínas si- milares. El recuadro en A señala los aminoácidos mostrados en B. El modelo fue generado mediante la plataforma Swiss-model y visualizado mediante PyMol. I. Martínez / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 6-13. 13 Figura 4. Identificación de dominios funcionales en ClCsp14.6. El alineamiento de las secuencias se realizó como se describe en materiales y métodos. Se indican los dominios de unión a ARN de cadena sencilla (RNP1 y RNP2), motivos CSD (cajas azules) y de unión a ARN de doble cadena (cajas verdes). Los aminoácidos reconocidos experi- mentalmente por su unión a fragmentos de ARN en E. coli se indican en fondo rosa. Las serinas fosforilables se in- dican con un asterisco. Las láminas b1-5 se indican con flechas sobre la secuencia correspondiente. La numeración corresponde a la posición de los aa en la secuencia de C. lectularius. Figura 5. Modelo de interacción entre ClCsp14.6y ARN. Se modelo la interacción de una molécula de ARN (ACCAGCCU, verde) con las láminas b1-3 (rojo, amari- llo y morado, respetivamente) de ClCsp14.6 (A), con las secuencias RPN1(Cian) y RPN2 (naranja) (B) y con los aminoácidos idénticos a los reportados en una CSP de E. coli (rosa)(C). La interacción de éstos últimos también se modelo con un pentauracilo (UUUUU, amarillo) (D). I. Martínez / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 6-13. 14 A r t íc u l o d e d iv u l g a c ió n c ie n t íf ic a El uso de indicadores indirectos para reconstrucción ambiental del Cuaternario Carlos Castañeda Posadas* Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Facultad de Ciencias Biológicas, Blvd. Valsequillo y Av. San Claudio, Edificio 1 BIO 1 112-A, Ciudad Universitaria, Colonia Jardines de San Manuel. Puebla, Puebla, México, 72570. *Autor de correspondencia: carlos.castaneda@correo.buap.mx. Introducción En la actualidad, los cambios ambien- tales son uno de los tópicos de mayor interés en las ciencias de la Tierra debi- do a los efectos que estos tienen en el desarrollo de las actividades del hom- bre y sobre la alteración de la biodiver- sidad del planeta (Harvell et al., 2002; Malcom et al., 2006; Vörösmarty et al., 2013). Para entender los escenarios ambientales del presente han sido de gran utilidad las investigaciones sobre los ambientes del pasado o paleoam- bientes, dichas investigaciones han arrojado datos que nos han permitido entender como los escenarios fueron evolucionando para dar como resultado las condiciones actuales. El periodo de tiempo ideal para realizar los estudios sobre el clima o ambientes del pasado, de manera que permitan entender el presente es el Cuaterna- rio, que abarca de los 2.6 millones de años al reciente (Silva et al., 2017). En general, este periodo se caracteriza por eventos cíclicos donde la temperatura llegó a descender de ma- nera tan drástica que se produjeron glaciacio- nes continentales (Silva et al., 2017). Durante estas etapas la temperatura a nivel global llego a ser 8°C menor a la temperatura actual. Tam- bién existieron lapsos donde se presentó un aumento de temperatura, a estos lapsos se les designó como periodos interglaciares, donde la temperatura osciló entre 2°C y 3°C más que la temperatura actual. El periodo cuaternario también se caracterizó por rasgos climáticos parecidos a los actuales (Carroll, 1997). Una de las ventajas de realizar los estudios en el Cuaternario es que muchas de las especies que existieron son especies que están presen- tes en la actualidad. Las especies del Cuater- nario son muy parecidas a las actuales, lo que nos permite su aplicación como bioindicadores 15 de condiciones ambientales, de tal manera que se puede trabajar con dicha información para generar un contexto geohistórico que nos per- mita entender las condiciones ambientales ac- tuales (Louys, 2012; Dietl y Flessa, 2017). Así como el presente nos ayuda a entender cómo es que las especies, comunidades y ecosis- temas respondieron a presiones ambientales en el pasado, el pasado nos ayudaría a en- tender y predecir cómo es que los organismos podrían responder en el futuro (Carrol, 1997; Terry, 2009; Kerr y Dobrowski, 2013). La reconstrucción de ambientes del pa- sado es un objetivo de la paleoecología. Estas reconstrucciones se originan a partir del uso de indicadores indirectos, llamados proxy. Los proxies son elementos que nos permiten iden- tificar los cambios climáticos y la rapidez con la que han ocurrido (Jones et al., 2009). Un in- dicador indirecto es cualquier material (físico, químico o biológico) preservado en el registro geológico que puede ser analizado y correla- cionado con parámetros bióticos o no bióticos como los factores climáticos, ambientales y ecológicos (Lucas, 2007; Ruddimann, 2008; Jones, et al., 2009). Los proxies más utilizados para las reconstrucciones paleoambientales de los escenarios del Cuaternario incluyen las diatomeas, los núcleos de hielo, los anillos de los árboles, ostrácodos, fitolitos, madrigueras de ratas de campo o cambalacheras, así como los registros de glaciares, el análisis palinológi- co, los análisis geoquímicos de los sedimentos y las concentraciones de isotopos (Betancourt et al., 1990; Metcalfe et al., 2000, 2015; Met- calfe, 2006; Vázquez-Selem y Lachniet, 2017). En el contexto Cuaternario, pocos autores uti- lizan como indicadores a los fósiles de plantas (hojas y troncos) y vertebrados (Montuire et al., 1997; Hernández-Fernández y Peláez-Cam- pomanes, 2005; Velasco-de León et al., 2010; Pérez-Crespo et al., 2012; Cruz y Cruz et al., 2016). En las últimas décadas se ha comenza- do a utilizar la combinación de varios proxies para las reconstrucciones paleoambientales de una sola región. Una de las fuentes de in- formación para las reconstrucciones paleoam- bientales son los sedimentos lacustres (lagos), ya que el material depositado en el fondo de estas pequeñas cuencas es continuo y pue- de ser extraído sistemáticamente (Maher y Thompson, 2001). En la actualidad, para el análisis de un depósito sedimentario pueden utilizarse diferentes proxies a la vez, por ejem- plo usar el análisis palinológico, los análisis geoquímicos de los sedimentos y las con- centraciones de isotopos para obtener como resultado reconstrucciones o modelados pa- leoambientales más robustas en las que en un solo trabajo se puedan encontrar la relaciones existentes entre los distintos elementos pre- sentes en la cuenca, obteniendo información sobre los cambios de la vegetación y el clima, así como datos de la profundidad de la colum- na de agua, la salinidad, el balance hidrológico, el aporte clástico, pluvial o eólico, variaciones de productividad orgánica en la cuenca y cam- bios en la dirección de vientos, entre otros (To- rrescano e Islebe, 2005; Correa-Metrio, et al., 2011, 2013; Marcos, M.A., et al., 2014; Tovar, et al., 2014; Lozano-García, et al., 2014, 2015; Caballero-Rodríguez, et al., 2017; Ruiz-Fer- nández, 2018). Los proxies son una herramienta muy útil para explorar los cambios ambientales ocurridos en el pasado, permitiendo generar datos robustos para la construcción de mode- los paleoambientales y su interpretación, por lo que el objetivo del presente trabajo es mostrar de manera general el uso de algunos proxies C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. 16 (polen, geoquímica de sedimento e isotopos estables) como herramienta en las reconstruc- ciones paleoambientales del Cuaternario. El registro palinológico como proxy para la reconstrucción ambiental La palinología estudia a los palinomorfos, que incluyen principalmente a los granos de polen y las esporas, aunque también algunos auto- res incluyen el estudio de los dinoflagelados, acríticas, esporas de hongos y fragmentos de algas (Figura, 1). El estudio de los palino- morfos fósiles se conoce con el nombre de paleopalinología (Blois, et al., 2014). Los pa- linomorfos pueden encontrarse en sedimentos de cualquier cuenca. La paleopalinología tiene objetivo principal encontrar una identidad taxo- nómica a los palinomorfos, por medio de las características morfológicas de los mismos, que se conservan por el proceso de fosiliza- ción (Limón y Ammie, 1982). A través de los últimos años se ha aplica- do a la paleopalinología como una herramienta en la bioestratigrafía, área de la geología que utiliza la distribución de los fósiles (aparición, abundancia y desaparición de los taxa) para establecer biozonas en las rocas sedimen- tarias. La bioestratigrafía permite identificar eventos (tiempos) en el registro geológico. La identificación de los palinomorfos nos permite sugerir las condiciones ambientales del estrato o biozona en estudio por su sola presencia y abundancia (Traverse, 2007; Blois et al., 2014; Williams, et al., 2018). Por ejemplo, la pre- sencia e identificacióndel género Rhizophora (Mangle) en un estrato nos permite inferir la temporalidad de este. Esto se logra ya que se ha mostrado que Rhizophora aparece en el registro fósil desde el Eoceno (aproximada- mente hace 50 millones de años) y se man- tiene presente hasta la actualidad (Shaohua et al., 2017). Por lo tanto, en nuestro ejemplo, el estrato en estudio tiene una edad máxima C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. Figura 1. Microfotografías de granos de polen fósil, extraídos de sedimentos Miocénicos (12 millones de años), de Panotla, Tlaxcala. 17 de 50 millones de años. Por otro lado, al tener registro de fósiles del género Rhizophora en un estrato, se puede inferir que las condicio- nes climáticas del ambiente durante el depósi- to eran cálido-húmedas (tropicales), y que se encontraba presente una comunidad vegetal cercana a la línea de costa. Esta interpretación puede originarse al usar el actualismo bioló- gico sobre el género, ya que en la actualidad Rhizophora es el elemento dominante en las comunidades vegetales llamadas manglares (Shaohua, et al., 2017). Sin duda, es importante usar la palino- logía como herramienta para la reconstrucción de ambientes. La extracción de los proxies (polen) requiere de varios procedimientos. La separación y recuperación del contenido pali- nológico disperso entre los sedimentos requie- re de métodos convencionales de digestión de la roca, por medio de ácidos (Figura 2). Por ejemplo, para la eliminación de carbonatos se utiliza el ácido clorhídrico (HCl), para eliminar los silicatos se usa el ácido fluorhídrico (HF) y para la oxidación de la materia orgánica se utiliza el ácido nítrico (HNO3). Posteriormente, se disuelve la materia orgánica por método de acetólisis y por último se separan los pali- nomorfos por métodos de flotación (Martínez Hernández, et. ál., 1980). C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. Figura 2. Secuencia general del procedimiento de extracción de los palinomorfos. 18 tos (Calcio (Ca+2), Sodio (Na+), Potasio (K+), Fierro (Fe+), Magnesio (Mg2+), Titanio (Ti4+), Aluminio (Al3+) entre otros). Uno de los méto- dos para medir dichos elementos se utiliza el escáner de fluorescencia de rayos X (ITRAX) (Cerda-Doménech, et al., 2019). La composición de elementos traza de los sedimentos depositados en una cuenca la- custre se debe principalmente al intemperismo químico y la erosión de la roca parental. Los minerales primaros de la roca parental, fel- despatos, anfiboles y piroxenos, se descom- ponen en minerales arcillosos (por ejemplo, caolinita y esmectita) y durante este proceso de erosión e intemperismo, los cationes solu- bles (Ca2+, Na+, K+, Fe2+ y Mg2+) se liberan de los minerales primarios y se depositan en los sedimentos lacustres. Mientras que los mine- rales secundarios (arcillas) se enriquecen en elementos solubles (Al3+ y Ti4+) que también se depositan en los sedimentos (Nesbitt y Young, 1982; Albaréde, 2003; Roy, et al., 2006 y Roy y Smykatz-Kloos et al., 2007). Por tal motivo, es posible inferir cam- bios en las condiciones ambientales de la re- gión cuantificando las variaciones en las con- centraciones de estos elementos. El titanio (Ti) es considerado como un indicador del registro clástico, ya que se en- cuentra en minerales que no se meteorizan con facilidad. Este elemento es considerado entre los más inmóviles durante los procesos de intemperismo, por lo que su registro sólo responde a aporte de clastos a la cuenca (Roy, et al., 2012). El calcio (C) puede indicar momen- tos de menor sedimentación clástica y, por ende, de mayor sedimentación autigénica en la cuenca. La precipitación de CaCO3 puede La cantidad de palinomorfos recupera- dos es sensible al procesamiento de la mues- tra, por lo que esta etapa es fundamental en todo estudio palinológico. Algunas de las cau- sas más comunes de la pobre recuperación de palinomorfos son errores o malos proce- dimientos en el procesamiento, como son la excesiva oxidación, decantación inadvertida y principalmente la deficiente flotación (Riding y Kyffin-Hughes, 2004). Con los palinomorfos recuperados, se prosigue a la identificación taxonómica, proceso de suma importancia, ya que muchas de las interpretaciones posterio- res estarán erróneas al tener una mala deter- minación taxonómica. Para ello se debe tomar en cuenta el uso de claves de identificación ac- tualizadas, así como la revisión exhaustiva de la bibliografía y la observación del polen en un microscopio de contraste de fases. Identificados los palinomorfos se ob- tiene una gran variedad de información como son las tolerancias climáticas, ambientales, al- titudinales, de distribución, etc., ya que en los registros palinológicos se puede observar el comportamiento (estructura y distribución) de la vegetación como respuesta ante los forza- dores ambientales. Por lo que, la información obtenida a partir de un análisis palinológico aporta los ele- mentos para la construcción de modelos pa- leoambientales, que nos permiten interpretar la historia geológica de una región. La geoquímica de sedimentos como indi- cador ambiental La geoquímica de sedimentos es un método el cual permite inferir diferenciaciones ambien- tales de secuencias lacustres a partir de la comparación de concentraciones de elemen- C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. 19 ser inducida por factores bióticos y abióticos, como el incremento en la temperatura, el me- tabolismo bacteriano y el estado trófico de la cuenca. Por ejemplo, el calentamiento de las aguas superficiales durante la primavera per- mite la sobre-saturación de CaCO3, la cual in- crementa la productividad del lago permitiendo el consumo biológico de CO2, lo cual resulta en un aumento del pH. Contrariamente, durante el verano la precipitación de carbonato de cal- cio produce la acumulación de láminas de car- bonato de milímetros de grosor (Sosa-Nájera, et al., 2010). La correlación Ca/Ti representa la precipitación de carbonatos autigénicos y la abundancia de organismos con estructuras carbonatas. Es un indicador de la relación pre- cipitación/evaporación de agua, ya que la eva- poración promueve el aumento de sales (Kelts y Hsü, 1978; Boyle, 2001 y Rothwell y Rack, 2006). Los valores de concentraciones de Fie- rro (Fe) están correlacionados con la tempo- ralidad de sequía y humedad, la precipitación y el escurrimiento continental, así como con las ráfagas de viento y la fuerza del viento. El Fe es un indicador de aporte detrítico, aunque también refleja la formación de óxidos, sulfu- ros o carbonatos de hierro (Meyers y Teranes, 2001). Por otro lado, la correlación Fe/Ti se corresponde con procesos diagéneticos, y su variación indica formación o disolución de mi- nerales de Fe en el sedimento, las cuales res- ponden a condiciones reductoras-oxidativas (redox) (Meyers y Teranes, 2001; Day et al., 1977). La correlación Carbono/Nitrógeno (C/N) indica la contribución de la vegetación terres- tre y fitoplancton a la materia orgánica de los sedimentos. Donde los valores menores de diez (<10) son de origen lacustre; valores de 10 a 20 son de origen mixto y valores mayores a 20, son de origen terrestre (Meyers y Tera- nes 2001). El porcentaje de Carbono Inorgánico Total (CIT) indica la salinidad o proporción de calcita (CaCO3) en el sedimento, comprende tanto a la calcita/aragonita biogénica, los car- bonatos autigénicos y los carbonatos que pro- vienen de las rocas que afloran en la cuenca. El Carbono Orgánico Total (COT) es un indicador de la productividad orgánica del cuerpo de agua y se mide como el porcentaje de peso de la materia orgánica preservada en el sedimento (Meyers y Teranes, 2001). Por otra parte, los índices de circón/ aluminio (Zr/Al2O3) y sílice/aluminio (Si2/Al2O3) indican el aporte eólico (Roy et al,2006). Fi- nalmente, la correlación Si/Ti se utiliza como proxi de la productividad silícea biogénica de una cuenca. Por lo tanto, los proxies obtenidos con la geoquímica de los sedimentos son otra bue- na herramienta para la interpretación de las variaciones paleoambientales durante el Cua- ternario, ejemplos del uso de estos proxies se abordan más adelante en el escrito. Isotopos estables y su relación con el clima Los isótopos en la naturaleza son átomos que tienen el mismo número atómico, pero diferen- te masa atómica. Es decir, contienen el mismo número de protones (Z) pero diferente número de neutrones (N). Existen isótopos inestables o radioactivos e isótopos estables, en la na- turaleza hay 300 isótopos estables, mientras C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. 20 que actualmente se han descubierto alrededor de 1200 isótopos inestables. (White, 2013). Los isotopos están sujetos a fraccionamiento isotópico que se presenta debido a varios factores como el intercambio isotópico, los procesos cinéticos, los cambios de estado (conden- sación-evaporación), etc. La magnitud del fraccionamiento isotópico se ve incrementada con la disminución de la temperatura, este es uno de los procesos más importantes que afectan a los isótopos estables y que determina su utilización en los estudios de paleoambientes (Hoefs, 1997; Mantilla, et al., 2006). Los isótopos estables son medidos a través de la razón entre dos isótopos de un de- terminado elemento (isótopo pesado/isótopo liviano). Los espectrofotómetros de masa son un equipo especializado que se utiliza para medir esta razón. La estandarización de la muestra es un procedimiento necesario para garantizar la precisión de la medición. Para los isótopos estables, la concentración se expresa con la desviación isotópica o delta (δ), la medida que se obtiene en el proceso de medición se expresa en porcentaje de rangos por mil (‰) (Souchez et al., 2002; Ruddiman, 2008). Así, δ18Omuestra= (18O1/16O) 𝑚𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎− (18O1/16O) estándar * 1000 (18O1/16O) estándar ciclo hidrológico, el seguimiento de la compo- sición de isotopos de oxígeno en rocas volcá- nicas, y en el registro de isotopos de oxígeno preservado en carbonatos y fosfatos (paleocli- matología). La temperatura en la que se forma un compuesto de oxígeno fija la proporción de isótopos que constituirán al compuesto, está característica es fundamental, ya que la pre- sencia de isótopos de oxígeno nos proporcio- na información sobre las condiciones fisicoquí- micas del ambiente en el que se formaron los isotopos localizados en la muestra que se es- tudia (indicador). La medición de isotopos de oxígeno nos da información sobre la tempera- tura y la composición isotópica del agua de la muestra analizada (Hays y Grossman, 1991; Koch et al., 1995; Yurimoto, 2018). La presencia de isótopos estables en el agua está afectada por diversos factores que se pueden presentar a escala global o local (Masson-Delmotte et al., 2008; Clark y Fritz, 1997). A escala global: el efecto latitudinal y C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. Los isótopos estables, particularmente los de oxígeno (O) y carbono (C), se encuen- tran preservados en los sedimentos lacustres y su presencia es determinada por las condicio- nes ambientales bajo las que se formaron tales sedimentos. Estos proxies han sido utilizados para reconstruir la hidrología de los sistemas lacustres y las condiciones climáticas (Leng, 2002; Apolinarska y Hammarlund 2009). Oxígeno. El oxígeno es el elemento más abundante del planeta. Está presente en componentes gaseosos, líquidos y sólidos, la mayoría de los cuales son estables para am- plios rangos de temperatura. El oxígeno tiene once isótopos distintos (12O al 22O) entre los cuales solo los tres centrales son estables (16O, 17O, 18O) y los demás son radioactivos, de abundancia muy baja y vidas medias muy cortas (Clark y Fritz, 1997). La geoquímica isotópica del oxíge- no puede ser aplicada al estudio de distintos eventos como la transferencia de agua en el 21 el efecto continental son factores claves que determinan la presencia de isotopos. En ese sentido, se sabe que el desplazamiento del aire húmedo hacia latitudes mayores permite que se enfrié, lo que provocará precipitación y como consecuencia se volverá cada vez más empobrecido en isótopos pesados generán- dose así una tendencia isotópica latitudinal. Las latitudes altas presentan un gradiente mayor (‰/°C) en comparación con latitudes bajas (Figura 3). C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. Figura 3. Esquematización del flujo del Oxigeno durante el ciclo hidrológico y la composición isotópica en los diferentes escenarios. Basado en datos extraídos de McGuire y McDonell (2007), Jung et al., (2020) y Llanos- Peréz (2021). 22 Por otro lado, las masas de aire húme- do al transitar sobre los continentes presentan cambios en su conformación isotópica debido a los efectos topográficos y a las temperatu- ras extremas que caracterizan los climas con- tinentales. En las zonas costeras las precipi- taciones están isotópicamente enriquecidas, mientras que las zonas continentales reciben precipitaciones empobrecidas, lo que se ha lla- mado efecto continentalidad. A escala local, la altitud es un factor im- portante en la presencia de isotopos, en zonas con mayor altitud el vapor se ve forzado a as- cender generando un enfriamiento adiabático por expansión y resultando en precipitación orográfica. Las temperaturas más frías en zo- nas altas resultan en un empobrecimiento de isótopos pesados en las precipitaciones en di- chas zonas. Un segundo factor a escala local son las estaciones, las que están asociadas a variaciones en las temperaturas. Grandes di- ferencias entre las temperaturas estacionales generan fuertes modificaciones en la composi- ción isotópica de las precipitaciones. El efecto estacional es dependiente tanto de la latitud como de la modulación marítima, esta depen- dencia permite distinguir que en las zonas cos- teras o en latitudes bajas no se observan im- portantes cambios en la constitución isotópica con la estacionalidad. En los últimos años se han obtenido da- tos sobre la presencia de isótopos de oxíge- no de sedimentos marinos, estos sedimentos dada su homogeneidad son excelentes para registrar variaciones climáticas a largo plazo. Los isotopos de oxígeno también pueden me- dirse en estructuras cuyo compuesto sea la calcita, como el caparazón y las conchas de muchos organismos acuáticos. La composi- ción isotópica de esas estructuras dependerá de la solución acuosa en la que se encontra- ban los organismos, y la manera en que la calcita reaccionó con el agua y la temperatura del ambiente. Por está razón, el uso de gaste- rópodos o foraminíferos fósiles se ha utilizado desde hace más de 50 años como indicadores indirectos del paleoclima. Carbono. El carbono tiene dos isótopos estables, el 12C y el 13C. Su abundancia en el planeta es del 98,9% y 1,1%, respectivamente. Como resultado de varios procesos fracciona- miento, tanto cinéticos como de equilibrio, la relación isotópica (13C/12C) experimenta una variación natural de casi el 100‰ (Mackay et al., 2004). En la naturaleza, hay tres procesos que controlan la composición isotópica de carbono presente en el carbono inorgánico total disuel- to (TDIC), estos procesos incluyen la composi- ción isotópica de los afluentes de agua, la tasa de intercambio de CO2 entre la atmosfera vs el agua, y la fotosíntesis/respiración de los siste- mas biológicos. Las concentraciones de δ13C en aguas subterráneas son bajas, al igual que el agua de los ríos. Contrariamente, en las aguas pro- venientes de cuencas o lagunas el δ13C es más alto. Esto se debe a cambios en la pro- ductividad biológica,se sabe que las plantas prefieren usar 12C para llevar a cabo la foto- síntesis, por lo que en ese caso el agua de la cuenca se verá enriquecida con 13C (Mackay, et al., 2004). En regiones templadas y de elevada altitud los carbonatos autigénicos se precipi- tan principalmente en el verano (periodo de máxima productividad del fitoplancton). En los trópicos, la precipitación de carbonatos se re- laciona con el crecimiento del fitoplancton lo C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. 23 que depende de la viabilidad de nutrientes y la dinámica del agua en la cuenca. Las relaciones estables de isótopos de carbono en la materia orgánica del suelo (SOM) proporcionan información sobre los ti- pos de plantas (C3 y C4 / CAMS - Metabolis- mo del ácido crasuláceo) que contribuyeron al componente orgánico. La relación de 13C / 12C puede usarse como un indicador del origen del carbono orgánico en suelos y sedimentos. Las diferencias en las rutas fotosintéticas de los ta- xones de plantas, que dan como resultado la caracterización del ciclo de Calvin-Benson (C3 o no Krantz), el ciclo de holgura (C4 o Krantz) y el metabolismo del ácido crasuláceo (CAM), se reflejan en diferentes proporciones de 13C con respecto a 12C. Esta información permite inferir sobre los distintos escenarios ambienta- les donde se desarrollaron estas plantas (Au- gusto de Freitas et al., 2001). El uso de isotopos de C junto con los de O da información más certera de los ambien- tes del pasado. La ventaja de usar carbonato autigénico es que nos permite tener una señal climática. La desventaja es la dificultad de dis- tinguir entre carbonatos autigénicos y alogéni- cos, especialmente en regiones kársticas. Estudios paleoambientales del cuaternario en México Hasta este momento se han descrito los prin- cipios básicos de la obtención de los proxies más utilizados para el análisis del paleoam- biente, a continuación, se presentan algunos ejemplos del uso de tales herramientas para el estudio del paleoambiente del Cuaternario de México. C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. Un ejemplo de los trabajos en los que se emplean varios proxies, es el de Israde-Al- cántara y colaboradores en el 2018, utilizaron como proxies el registro de polen, el registro de diatomeas y el análisis geoquímico de suelos, para reconocer las condiciones ambientales durante el Younger Dryas (YD) en cinco sitios de México. Los autores reportan que durante el YD (entre los 12900-11700 años calibra- dos AP) los sitios de estudio tuvieron cambios importantes en la estructura de la vegetación (evidenciados por la variación del polen fósil), cambios en el régimen de precipitaciones (evi- denciados por la presencia de diatomeas) y fe- nómenos externos como el impacto de meteo- ritos (evidenciados por la química de suelos). Caballero-Rodríguez y colaboradores en el 2018 realizaron el análisis palinológico de 11 sitios paleontológicos del centro de México, reconstruyendo la estructura de las comunida- des vegetales de los últimos 35000 años AP. Estos autores además reportan un parámetro altitudinal para la región a partir de la presen- cia de ciertos taxones vegetales, y encuen- tran una clara relación entre los cambios en la estructura de vegetación y la variación de los periodos climáticos globales (glaciares e inter- glaciares). Otro trabajo utilizando al registro pali- nológico y la geoquímica de sedimentos como proxies para la reconstrucción de ambientes es el de Cordero-Oviedo y colaboradores en el 2019, donde analizan sedimentos obtenidos de la Laguna de la Mancha (Veracruz, Méxi- co), calibrados a una edad de 7800 años AP. Al conjuntar los resultados del registro palino- lógico con la geoquímica de los sedimentos, concluyen que a los 3700 años cal AP, se es- tabiliza el nivel del mar en el área y comienza el establecimiento de los manglares actuales. 24 Además, los autores describen el comporta- miento de la vegetación, de la dinámica de la laguna y del ambiente en general antes de la estabilización del nivel del mar usando tam- bién los proxies anteriormente mencionados. En un núcleo sedimentario de la laguna de La Mancha, Veracruz, se realizaron estu- dios sobre el paleoambiente utilizando como proxies los conjuntos de foraminíferos presen- tes en la muestra, los valores isotópicos de δ18O y δ13C de las conchas de foraminíferos, el δ13C de la materia orgánica y las proporciones elementales de los sedimentos (Fe/Ca, Ca/Ti y K/Rb). Los resultados indican la existencia de cuatro periodos de transformación de la Lagu- na hasta llegar a su dinámica actual. En el pri- mer periodo (entre 7800 y 6500 años cal. AP), la laguna era abierta con mayor influencia de agua marina y poco aporte de detritos. Un se- gundo periodo este marcado por el cierre del extremo sur de la laguna, así como por el do- minio de una especie oportunista de foraminí- fero, ocurre entre los 6500 y 4600 años cal. AP. En el tercer periodo que abarca de los 4600 a los 1400 años cal. AP, se presenta una apertu- ra de la zona norte de la laguna y el aporte de material orgánico proveniente de vegetación. Y el cuarto y último periodo que abarca de los 1400 años cal. AP, en donde se establecen las condiciones actuales de la laguna (Arellano Torres et al., 2019) En la cuenca de Santiaguillo, Chi- huahua se realizó un estudio paleoambiental utilizando como proxies la geoquímica de se- dimentos lacustres y estudio de palinomorfos. Los resultados del estudio muestran que en dicha región existió un lago perene, producti- vo, con una zona de litoral extendida durante el último Glacial rodeado de una gran vegeta- ción forestal. En el Pleistoceno el lago se con- C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. vierte en un lago efímero como resultado de la desglaciación; y en el Holoceno temprano ese lago se seca aún más por el aumento de la aridez, lo que provocó un cambio en la comu- nidad de la macrofauna. A los 7 900 años AP las condiciones de sequía prevalecieron y solo quedo un cuerpo de agua de corta vida que culminó hace 4 000 mil años en una cuenca seca donde se distribuye una vegetación de bosque seco subtropical y pastos (Chávez-La- ra, 2018). Conclusiones Los indicadores indirectos o proxies son una gran herramienta para la reconstrucción de los ambientes del Cuaternario. Estas reconstruc- ciones son elementos importantes para el en- tendimiento de las dinámicas ambientales que llevaron a tener el escenario climático actual. Por lo que, el desarrollo de más investigacio- nes encaminadas a conocer los diferentes for- zamientos ambientales que llevaron al esce- nario actual ayudará al entendimiento de los ecosistemas y se originarán elementos para la prevención de cambios al futuro. 25 Referencias Albaréde, F. (2003). Geochemistry: An introduction. Cambridge University Press. Apolinarska, K. y Hammarlud, D. (2009). Multi‐compo- nent stable isotope records from Late Weichselian and early Holocene lake sediments at Imiołki, Poland: pa- laeoclimatic and methodological implications. Journal of Quaternary Science, 24(8), 948-954. Arellano-Torres, E., Correa-Metrio, A., López-Dávila, D., Escobar, J., Curtis, J.H., y Cordero-Oviedo, M. C. (2019). Mid to late Holocene hydrological and sea-level change reconstructions from La Mancha coastal lagoon, Veracruz, México. Palaeogeography, palaeoclimatology. Palaeoecology, 520, 150-162. Augusto de Freitas. H., Ruiz Pessenda, L.C., Aravena, R., y Marques Gouveia, S.E. (2001). Late Quaternary Vegetation Dynamics in the Southern Amazon basin in- ferred from Carbon isotopes in soil organic matter. Qua- ternary Research, 55(1), 39-46. Betancourt, J.L., Van Devender, T.R. y Martin, P.S. (1990). Packrat middens: The last 40,000 years of biotic change. Arizona, University of Arizona Press, 469 p. Day R., Fuller, M., y Schmitd, V. A.(1977). Hysteresis properties of titanomagnetites: gran size and composi- tion dependence. Phys. Earh Planet. Inter., 13, 260-267. Blois, J.L., Gotelli, N.J., Behrensmeyer, A.K., Faith, J.T., Lyons, S.K., Williams, J.W., Amatangelo, K.L., Bercovi- ci, A., Du, A., Eronen, J.T., Graves, G.R., Jud, N., La- bandeira, C., Looy, C.V., McGill, B., Patterson, D., Potts, R., Riddle, B., Terry, R., Tóth, A., Villaseñor, A., y Wing, S. (2014). A framework for evaluating the influence of climate, dispersal limitation, and biotic interactions us- ing fossil pollen associations across the late Quaterna- ry. Ecography, 37, 1095-1108. https://doi.org/10.1111/ ecog.00779 Boyle, J. (2001). Redox remobilization and the heavy metal record in lake sediments: a modelling approach. Journal of Paleolimnology, 26(4), 423-431. Caballero-Rodríguez, D., Lozano-García, S. y Co- rrea-Metrio, A. (2017). Vegetation assemblage of cen- tral Mexico through the late Quaternary: modern ana- logs and compositional turnover. Journal of Vegetation Science, 28, 504-514. https://doi.org/10.1111/jvs.12515 Caballero-Rodríguez, D., Correa-Metrio, A., Loza- no-García, S., Sosa-Nájera, S., Ortega, B.; San- chez-Dzib, Y., Aguirre-Navarro, K. y Sandoval-Montaño, A. (2018). Late-Quaternary spatiotemporal dynamics of vegetation in Central Mexico. Review of Palaeobotany and Palynology, 250, 44-52. Carroll, R. (1997). Patterns and Processes of Vertebrate Evolution. Cambridge Paleobiology Series. Cambridge Univ. Press, Cambridge, UK. Cerdà-Domènech, M., Frigola, F., Sanchez-Vidañ, A., y Canals, M. (2019). Calibrating high resolution XFR core C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. scanner data to obtain absolute metal concentrations in highly polluted marine deposits after two case studies off Portmán Bay and Barcelona, Spain. Science of the Total Environment. 5 Nov. 2019. https://doi.org/10.1016/j.sci- totenv.2019.134778 Clark, I.D. y Fritz, P. (1997). Enviromental isotopes. Science, 133(3465): 1702-1703. Cordero-Oviedo, C., Correa-Metrio, A., Urrego, LE., Vázquez, G., Blaauw, M., Escobar, J., y Curtis, J.H. (2019). Holocene establishment of mangrove forests in the western coast of the Gulf of Mexico. Catena, 180, 212-223. Correa-Metrio, A.; Bush, M., Lozano-García, S. y So- sa-Nájera, S. (2013). Millennial-scale temperature change velocity in the continental northern neotropics. PLoS ONE, 8:e81958. https://doi.org/10.1371/journal. pone.0081958. Correa-Metrio, A., Bush, M.B., Pérez, L., Schwalb, A. y Cabrera K.R. (2011). Pollen distribution along cli- matic and biogeographic gradients in northern Cen- tral America. The Holocene, 21, 681-692. https://doi. org/10.1177%2F0959683610391321 Chavez-Lara, C.M., Holtvoeth, J., Roy, P.D., y Pancost, R.D. (2018). A 27cal ka biomarker-based record of eco- system changes from lacustrine sediments of the Chi- huahua Desert of Mexico, Quaternary Science Review, 191, 132-143 Cruz y Cruz, T., Pérez-Crespo, V.A., Pustovoytov, K., Se- dov, S., Morales-Puente, P., Tovar-Liceaga, R.E., Arro- yo-Cabrales, J., Terrazas-Mata, A. y Sánchez-Miranda, G. (2016). Paleosol (organic matter and pedogenic car- bonates) and paleontological δ13C récords applied to the paleoecology of late Pleistocene-Holocene in Mex- ico. Quaternary International, 418, 147-164. https://doi. org/10.1016/j.quaint.2015.12.093 Day, R., Fuller, M. y Schmidth, V.A. (1977). Hysteresis properties of titanomagnetites: Grain size and composi- tion dependence. Phys. Earth Planet Inter. 13, 260-267. Dietl, G.P. y Flessa, K. W. (2017). Conservation pale- obiology: science and practice. University of Chicago Press. Harvell, C. D., Mitchell, C. E., Ward, J. R., Altizer, S., Dobson, A. P., Ostfeld, R. S y Samuel M. D. (2002). Cli- mate warming and disease risks for terrestrial and ma- rine biota. Science, 296(5576), 2158-2162. Hays, P.D., y Grossman, E.L. (1991). Oxygen isotopes in meteoric calcite cements as indicators of continental paleoclimate. Geology, 19(5): 441–444. doi: https://doi. org/10.1130/0091-7613(1991)019<0441:OIIMCC>2.3. CO;2 Hernández-Fernández, M. y Peláez-Campomanes, P. (2005). Quantitative palaeoclimatic inference based on terrestrial mammal faunas: Global Ecology and Bio- geography, 14, 39-56. https://doi.org/10.1111/j.1466- 822X.2004.00125.x 26 C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. Hoefs, J. (1997). Stable Isotope Geochemistry. 3rd Edi- tion. Springer-Verlag, Berlin. https://doi.org/10.1007/978- 3-662-03377-7 Israde-Alcantara, I., Domínguez-Vázquez, G., Gonzá- lez, S., Bischoff, J. y Huddart, D. (2018). Five Younger Dryas black mats in Mexico and their stratigraphic and paleoenvironmental context. Journal of Paleolimnology, 59, 59-79. https://doi.org/10.1007/s10933-017-9982-y Jones, P. D., Briffa, K.R., Osborn, T.J., Lough, J.M., van Ommen, T.D., Vinther, B.M., Luterbacher, J., Wahl, E.R., Zwiers, F.W., Mann, M.E., Schmidt, G.A., Ammann, C.M., Buckley, B.M., Cobb, K.M., Esper, J., Goosse, H., Graham, N., Jansen, E., Kiefer, T., y Xo- plaki, E. (2009). High-resolution palaeoclimatology of the last millennium: A review of current status and fu- ture prospects. The Holocene, 19, 3-49. https://doi. org/10.1177/0959683608098952. Jung, H., Koh, D., Kim, Y.S., Jeen, S., y Lee, J. (2020). Stable Isotopes of Water and Nitrate for the Identifica- tion of Groundwater Flowpaths: A Review. Water 2020, 12, 138. Kelts K., y Hsü K.J. (1978). Freshwatercarbonate sedi- mentation. En: A. Lerman (Eds.) Lakes. Springer, New York, NY. https://doi.org/10.1007/978-1-4757-1152- 3_9 Kerr, J.T. y Dobrowski, S.Z. (2013). Predicting the im- pacts of global change on species, communities, and ecosystems: it takes time. Global Ecology and Biogeog- raphy, 22, 261-263. https://doi.org/10.1111/geb.12036 Koch PL, Heisinger J, Moss C, Carlson RW, Fogel ML, Behrensmeyer AK. (1995). Isotopic tracking of change in diet and habitat use in African elephants. Science, 267, 1340-1343. Llanos López, R. 2021. Estudio paloeambiental de tur- neras tropicales altoandinas en la cabecera de Cuen- ca Cachi, Ayacucho, y su importancia como sumideros de carbono. [Tesis de Maestría. Universidad Nacional Agraria La Molina. Lima-Perú]. Leng, M. J. (2002). Isotopes in palaeoenvironmental re- search. Springer. Limón, B., Ammie, E. (1982). Anales de antropología: 2. Laboratorio de palinología. Instituto de Investigaciones Antropológicas. Universidad Autónoma de México. Vol. 19. 143 p. Louys, J. (2012). Paleontology in ecology and conser- vation, Berlin, Heidelberg, Springer Earth System Sci- ences, 250 p. Lozano-García, S., Correa-Metrio, A. y Luna, L. (2014). Análisis de la lluvia de polen moderna de la cuenca de México: una herramienta para la interpretación del re- gistro fósil. Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana, 66, 1-10. Lozano-García, S., Ortega, B., Roy, P.D., Beramen- di-Orosco, L. y Caballero, M. (2015). Climatic variability in the northern sector of the American tropics since the latest MIS 3. Quaternary Research, 84, 262-271. https:// doi.org/10.1016/j.yqres.2015.07.002 Lucas, S.G. (2007). Proxies and Triassic GSSPs. Alber- tiana, 36,174-175. Mackay, A., Battarbee, R., Birks, J., y Oldfield, F. (2004). Global Change in the Holocene. Oxford University Press Inc. New York 528 p. Maher, B.A., y Thompson, R. (2001). Quaternary cli- mates, environments an magnetismo. Editorial Cam- bridge University Press. Reino Unido. Malcolm, J. R., Liu, C., Neilson, R. P., Hansen, L., y Hannah, L. (2006). Global warming and extinctions of endemics species from biodiversity hotspots. Conserv. Biol. 20(2), 538-548. https://doi.org/10.1111/j.1523- 1739.2006.00364.x Mantilla, F.L., Tassinari, C.C., y Mancini, L.H. (2006). Estudio de isótopos de C, O, Sr y de elementos de tie- rras raras (REE) en rocas sedimentarias Cretácicas de la Cordillera Oriental (Dpto. de Santander, Colombia): Implicaciones paleohidrogeológicas.Boletín de Geolo- gía, 28(1), 61-80 Marcos M. A., Espinosa, M.A., Mancino, M V., y Favier Dunois, C.M. (2014). Múltiples indicadores de los cam- bios ambientales desde el Holoceno medio en el no- roeste de Patagonia (Bajo la Quinta), Argentina. Ame- ghiniana, 51(4), 344-360. Martínez-Hernández, E. (1980). Catálogo Palinológico de la Cuenca. Fuentes-Río Escondido, Series técnicas de la CFE, México. Masson-Delmotte, V., Hou, S., Ekayki, A., Jouzel, J., Aristarain, A., Bernando, R. T., y Frezzotti, M. (2008). A review of Antartic surface snow isotopic composition: Observations atmospheric circulation, and isotopic mod- elling. Journal of climate, 21(13), 3359-3387. McGuire, K., y McDonnell, JJ. (2007). Stable isotope tracers in watershed hydrology. En R. Michener, & K. Lajtha, (Eds.). Stable Isotopes in Ecology and Environ- mental Science, Second edition, (pp. 334-374). Wiley/ Blackwell: Malden, MA, USA. Metcalfe, S.E., Barron, J.A. y Davies, S.J. (2015). The Holocene history of the North American monsoon: “known knowns” and “known unknowns” in understand- ing its spatial and temporal complexity. Quaternary Sci- ence Reviews, 120,1-27. https://doi.org/10.1016/j.quas- cirev.2015.04.004 Metcalfe, S.E., O’Hara, S.L., Caballero, M. y Davies, S.J. (2000). Records of Late Pleistocene- Holocene cli- matic change in Mexico: a review. Quaternary Science Reviews, 19:699-721. https://doi.org/10.1016/S0277- 3791(99)00022-0 Meyers, P.A., y Teranes J.L. (2001). Sediment organic matter. En: W.M. Last, J.P. Smol, (Ed.). Tracking envi- ronmental change using lake sediments, vol. 2: Physical and geochimical Techniques. Dordrecht, Kluwer Aca- demic Publisher, pp 239-269. 27C. Castañeda Posadas / Revista Tonantzin Tlalli - BUAP, Año1, No.2 (2021): 14-27. Montuire, S., Michaux, J., Legendre S., y Aguilar, J.-P. (1997). Rodents and climate. 1. A model for estimating past temperatures using arvicolids (Mammalia: Ro- dentia). Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeo- ecology, 138, 247-262. https://doi.org/10.1016/S0031- 0182(96)00038-7 Nesbitt, H. W. y Young, G. M. (1982). Early proterozoic climates and plate motions inferred from major element chemestry of lutites. Nature, 299, 715-717. Ontiveros-Cuadras, J.F., Osti Saenz, J., y Reyes Caste- llanos, J.E. (2018). Sediment geochemistry, accumula- tion rates and forest structure in the large tropical man- grove ecosystem. Wetlands, 38, 307-325. Pérez-Crespo, V.A., Arroyo-Cabrales, J., Alva-Valdí- via, L.M., Morales-Puente, P., y Cienfuegos-Alvarado, E. (2012). Datos isotópicos (δ13C, δ18O) de la fauna pleistocénica de la Laguna de las Cruces, San Luis Potosí, México. Revista Mexicana de Ciencias Geo- lógicas, 29, 299-307. http://dx.doi.org/10.18268/BSG- M2013v65n3a10 Riding, J.B. y Kyffin-Hughes. (2004). A review of the lab- oratory preparation of palynomorphs witha description of an effective non-acid technique. Revista Brasileira de Paleontología 7(1): 13-44. Rothwell, R.G., y Rack, F.R. (2006). New Techniques in sediment core analysis: an introduction, in Rotwell, R.G. (ed.), New Techniques in Sediment Core Analysis (Special Publication No. 267): Londres, The Geological Society, 1-29. Roy, P.D., Smykatz-Kloss, W., y Sinha, R. (2006). Late Holocene geochemical history inferred from Sambhar and Didwana playa sediments, Thar Desert: comparison and synthesis. Quaternary international, 144(1): 84-98. Roy, PD., y Smykatz-Kloss, W. (2007). REE geochem- istry of the recent playa sediments from the Thar desert, India: an implication to playa sediments procenance. Chemie der erde Geochemistry, 67, 55-68. Roy P. D., Jonathan, M.P., Peréz-Cruz, L.L., Sán- chez-Cordoba, M.M., Quiroz-Jiménez, J.D., y Romero Martin, F. (2012). A millennial scale Late Pleistocene-Ho- locene paleoclimatic register from western Chihuahua Desert, Mexico. Boreas. https://doi.org/10.1111/j.1502- 3885.2012.00266.x. Ruddiman, W.F. (2008). Earth´s Climate: Past and fu- ture. 2da Ed. W. H. Freeman. 465 p. Ruiz-Fernández, A.C., Agraz-Hernández, C.M., San- chez-Cabeza, J.A., Díaz-Asencio, M., Pérez-Bernal, L.H., Chan Keb, C.A., López-Mendoza, P.G., Blanco y correa, J.M., Sosa-Nájera, S., Lozano-Garcia, S., Roy, P.D., y Caballero, M. (2010). Registro de sequias histó- ricas en el occidente de Mexico con base en el análisis elemental de sedimentos lacustres: El caso del lago de Santa María del Oro. Boletín de la Sociedad Geológi- ca Mexicana, 62(3), 437-451 http://dx.doi.org/10.18268/ BSGM2010v62n3a8 Souchez, R. Lorrain, R y Tison J-L. (2002). Stable iso- topes and the physical environment. Belgian Journal of Geography, 2, 133-144 Terry, R. (2009). The dead do not lie: using skeletal re- mains for rapid assessment of historical small-mammal community baselines. Proc. R. Soc. B, 277, 1193–1201. Torrescano, N., e Islebe, G. A. (2005). Tropical forest and mangrove history from southeasrtern Mexico: a 5000 yr pollen record and implications for sea level rise. Veget. Hist. Archaeobot, 15, 191-195. Tovar, R.E., Sedov, S., Montellano-Ballesteros, M., Sol- leiro, E. y Benammi, M. (2014). Paleosols, bones, phy- tolits, and δ13C signatures of humus and teeth in the se- quence of Axamilpa, Puebla: Inferences for landscape evolution and megafauna paleoecology during MIS 3-2 in Southern Mexico. Catena, 112, 25-37. https://doi. org/10.1016/j.catena.2013.03.015 Traverse, A. (2007) Paleopalynology, The Netherlands, Springer. Shaohua X., He,Z., Zhang, Z., Guo, Z., Guo, W., Lyu, H., Li, J., Yang, M., Du, Z., Huang, Y., Zhou, R., Zhong, C., Boufford, D.E., Lerdau, M., y Wu, C., y Duke,N C. (2017). The origin, diversification and adaptation of a major mangrove clade (Rhizophoreae) revealed by whole-genome sequencing, Natl Sci Rev, 4(5). 721-734. https://doi.org/10.1093/nsr/nwx065. Silva, P.G. Bardají, T., Roquero, e., Baena-Preysler, j., Cearreta, A., Rodríguez-Pascua, M.A., Rosas, A., Cari Z., y Goy, J.L. (2017). El periodo Cuaternario: La Histo- ria Geológica de la Prehistoria. Cuaternario y Geomor- fología, 31(3-4): 113-154. DOI: https://doi.org/10.17735/ cyg.v31i3-4.55588. Vázquez-Selem, L. y Lachniet, M.S. (2017). The degla- ciation of the mountains of Mexico and Central America. Cuadernos de Investigación Geográfica, 43, 553-570. http://dx.doi.org/10.18172/cig.3238. Velasco-de León, M.P., Spicer, R.A., y Steart, D.C. (2010). Climatic reconstruction of two Pliocene floras from Mexico. Palaeobiodiversity and Palaeoenviron- ments, 90, 99-110. https://doi.org/10.1007/s12549-010- 0022-4. Vöroösmarty, C.J., McIntyre, P. B., Gessner, M. O., Dud- geon, D., Prusevich, A., Green, P., Glidden, S., Bunn, S. E., Sullivan, C. A., Reidy-Liermann, R. y Davies, P.M. (2013). Global threats to human water securityand river biodiversity. Nature, 468(7321), 334 https://doi. org/10.1038/nature09440. Williams, G., Fensome, R., Miller, M., y Bujak J. (2018). Microfossils: Palynology. En: R. Sorkhabi (Ed.), Ency- clopedia of Petroleum Geoscience. Encyclopedia of Earth Sciences Series. Springer, Cham. White, W.M. (2013). Geochemisthry. John Wiley & Sons. Yurimoto, H. (2018). Oxygen Isotopes. En W. M. White (Ed.), Encyclopedia of Geochemistry: A Comprehensive Reference Source on the Chemistry of the Earth. Pp. 1129-1135. 28 Vida y obra de un vecino incómodo: el mosquito Aedes aegypti A r t íc u l o d e d iv u l g a c ió n c ie n t íf ic a César Antonio Sandoval-Ruiz1* 1 Laboratorio de Artropodología y Salud. Facultad de Ciencias Bio- lógicas. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Blvd. Val- sequillo y Av. San Claudio. Edificio BIO I, Ciudad Universitaria, Col. Jardines de San Manuel, C. P. 72570, Puebla, México. *Autor de corresponcencia: cesar.sandoval@correo.buap.mx Presentado en sociedad en el año de 1762 por Carl Linnaeus con el nombre de Culex aegypti, actualmente conocido como Aedes aegypti (Christophers, 1960), el mosquito de la fiebre amarilla es el primer invitado a la serie de “biografías entomológicas”
Compartir