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El relato etnográfico_WenceslaoR_Mate2A - Wenceslao Reséndiz

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SUBSECRETARIA DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR Y SUPERIOR 
DIRECCIÓN GENERAL DE FORMACIÓN Y SUPERACIÓN DOCENTE 
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN NORMAL 
ESCUELA NORMAL SUPERIOR PÚBLICA DEL ESTADO DE HIDALGO 
CICLO ESCOLAR 2019-2020 
 
 
SEGUNDO SEMESTRE 
 
CURSO: OBSERVACIÓN Y ANÁLISIS DE LA CULTURA ESCOLAR 
 
TRABAJO: 
RELATO ETNOGRÁFICO DE “ESCRITORES DE LA LIBERTAD” 
 
ELABORÓ: 
WENCESLAO RESÉNDIZ AGUILAR 
 
 
ASESOR: CIRILO RUBIO VEGA 
 
PACHUCA DE SOTO, HIDALGO; A 15 DE MAYO DE 2020 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El sistema educativo, la diversidad cultural y el diario personal 
 
Película: Escritores de la libertad 
Idea central del relato etnográfico: Interrelación cultural y las barreras ideológicas 
Elementos clave 
 Cultura: choques ideológicos 
 Sistema educativo clásico y riguroso 
 Herencia de identidad 
 Integración: Libro “El diario de Ana Frank” 
 El diario personal 
 Relaciones personales: fuera del contexto escolar 
 Trascendencia a la creación de una sola cultura 
 
Cultura: choques ideológicos 
La peripecia que toma lugar en el transcurso del filme pone en evidencia una realidad 
tangible en las escuelas establecidas en barrios o colonias donde la diversidad cultural es 
tan asequible que las diferencias originan un choque ideológico transmitido de generación 
en generación. Tales diferencias se adueñan de escenarios cotidianos: las calles, los 
establecimientos, las casas, los departamentos y sobre todo la escuela, dejando huellas de 
violencia tan cotidiana que a través del tiempo toman un significado de “normalidad”. 
La profesora de literatura Erin Grunwell, en el instituto de Long Beach, es testigo de los 
estragos que la guerra de pandillas ha dejado en los adolescentes que toman su clase, 
compuesta por una mezcla de negros, latinos, camboyanos y blancos (al menos uno) 
atiborrados de una indiferencia hacia sus compinches y a la vez, de un odio heredado, que 
corre por sus venas, en busca de conflicto y poder. 
Provenientes de reformatorios, con antecedentes violentos, obligados a asistir al nivel de 
preparatoria, con problemas disfuncionales en sus hogares además de la presencia de 
drogas, armas y con un fuerte embolado por el control de territorio, son elementos del 
pasado y presente que mantienen en común y que podrían unirlos como una sola fuerza 
pero que inconscientemente, como cegados por el color de piel o los rasgos característicos 
de su físico, los orillan a acrecentar la rivalidad dentro y fuera de la escuela. 
El salón de clase refleja la estructura social de los adolescentes. Buscan agruparse con sus 
semejantes que comparten la ideología de su pandilla, así se constituyen grupos latinos, 
grupos negros, grupos camboyanos y otros que parecen vagar faltos de una identidad 
cultural pero que esconden una historia ligada a raíces locales o extranjeras. Estos grupos 
toman lugar en puntos específicos del aula, dividiéndolos, confrontándolos y 
amenazándolos, descargando su furia sobre la única figura de autoridad que se niegan a 
aceptar: la maestra Erin G. 
Eva, una alumna latina, aproxima la razón de su odio hacia los blancos en un recuerdo de 
su niñez. Nos muestra una imagen de su padre siendo esposado, a la fuerza, por policías 
blancos mientras él le dice: recuerda que lo hacen porque pueden, porque tienen poder y 
lo será así el resto de la historia. Lo que abre un intento de justificación sobre su acción y 
pensamiento y a su vez abre un panorama hacia el futuro que posiblemente le espera. 
Cada alumno de la clase esconde entre comportamientos inadecuados su historia personal, 
desastrosa y malaventurada, pero fiel a sus orígenes y fiel a los suyos, sin importar si se 
pierden una o más vidas. Lo que importa es la prevalencia del grupo a través de los años, 
con el objetivo de conseguir el control total de la colonia o región, y como buenos guerreros 
de una lucha que no iniciaron y que no terminan de comprender, estarán dispuestos a 
perder su vida defendiendo sus ideales, según ellos, como la única forma digna de morir. 
Sistema educativo clásico y riguroso 
El instituto de Long Beach antes de aceptar a jóvenes provenientes de reformatorios gozaba 
de una buena reputación en la comunidad. Los maestros se desenvolvían en un ambiente 
agradable y satisfechos con su trabajo orientaban el esfuerzo a resultados prometedores, 
cuantificables y sobresalientes, cosa que acabó una vez los adolescentes problemáticos 
ocupaban un aula dentro de la institución. 
Al parecer este hecho de primera entrada pone de manifiesto que el sistema educativo está 
enfocado en alumnos regulares, con cierto tipo de necesidades evidentemente parecidas y 
orientados hacia una educación progresiva donde la primera parada es la universidad y la 
segunda un posgrado universitario. Todo estudiante que no cumpla con estas 
características queda fuera de los beneficios educativos y como si esto no fuese suficiente, 
además de excluirlos, los etiqueta como algo indeseable de la sociedad y los suprime de 
una vida digna y placentera orillándolos a un destino delictivo. 
No hay manera de disimular el rechazo hacia el pasado de estos jóvenes, se les asigna un 
aula específica, se les restringe de cierta literatura por ser “avanzada” para ellos, se les 
prohíbe actividades fuera del aula. Esto pone de manifiesto la urgencia de planificar con 
una nueva mirada las actividades, los propósitos, los materiales, los enfoques educativos 
destinados para ellos. Es cierto que provienen de una realidad distinta a la mayoría de los 
alumnos del instituto, por lo que sus necesidades irán en busca de respuestas distintas a 
las que da el sistema educativo clásico, en sí, riguroso y poco flexible. 
Los obstáculos manifestados ante la iniciativa de la maestra Erin por buscar una alternativa 
para el aprendizaje de sus estudiantes muestran una cara de la moneda conocida, pero 
pocas veces abordada en un sentido resolutivo: la burocracia escolar-política. Ante la falta 
de oportunidades para los adolescentes conflictivos, en su medida por las autoridades 
escolares inmediatas, ya sea por la negatividad de quien ocupa el cargo o la poca 
flexibilidad de los programas educativos, se ilustra la problemática en cuanto a las 
relaciones de poder que se generan en las instituciones descentralizadas (y también 
centralizadas) por tener el control absoluto. Esto imposibilita un avance en la 
implementación de nuevas estrategias orientadas al desarrollo pleno de los adolescentes y 
la obtención de resultados dignos de compartir y consecuentar. 
Por otro lado, las aspiraciones personales se ven opacadas en un sistema clásico de 
educación. Lo que genera en la mayoría de los casos el abandono del interés del docente 
por dar resultados satisfactorios en cuanto al aprendizaje de los estudiantes. 
Afortunadamente, en la clase de la profesora Erin, en la lucha contra la corriente burocrática 
e inmutable, se produjeron cambios dignos de elogio. 
Herencia de identidad 
Además de los rasgos físicos que se heredan de los padres como el color de piel, el tipo de 
cabello, el grosor de los labios o la forma del cuerpo, también se transmite una identidad 
étnica. Para los alumnos del instituto de Long Beach no es distinto, mas bien, era esta 
identidad lo que sobresalía en el salón de clase. Como todo adolescente y lo que lo 
caracteriza en esa etapa, resaltaba la consolidación de los lazos afectivos con otros que 
compartían ideales de pandilla y que llevaba a la búsqueda del dominio territorial. 
Constantemente surgían conflictos entre grupos latinos y negros, en ocasiones por 
diferencias de opinión tan minúsculas como insignificantes, lo que dejaba en la profesora 
Erin un anhelo por transformar aquellos disturbios en lazos de afecto mutuo y cálido. 
Un dibujo originado por un estudiante de la clase detonó la risa de casi la mayoría, pues se 
trataba de un esbozo cómico sobre un chico negro conlos labios gruesos, característicos 
de los afroamericanos. Si bien no se llegaba dentro de la escuela al extremo de los golpes, 
se buscaba la forma de ridiculizar a otros grupos. Sin embargo, este hecho negativo dio 
como resultado el inicio de una relación integradora entre las diferentes culturas y etnias 
que peleaban el reino dentro del aula. Gracias a los dibujos de judíos con grandes narices 
propiciados en el holocausto y tomado este ejemplo por la maestra Erin, se generó una 
curiosidad por saber que había ocurrido y la relación que guardaba con ellos y sus pandillas. 
Aquellos adolescentes, en plena construcción de su identidad, partiendo de lo que habían 
heredado y sustentados en un pasado problemático guardaban una estrecha relación con 
Ana Frank, lo que hizo que restructuraran su concepción del mundo que tenían hasta ese 
momento. 
Integración: Libro “El diario de Ana Frank” 
El desconocimiento de la historia (real) del holocausto abrió una puerta a la integración de 
las diferentes culturas de las que provenían los jóvenes. Al igual que Ana Frank, ellos 
compartían una lealtad por su gente, su etnia, también habían sufrido injusticias y 
mantenían una esperanza viva de la situación en la que se encontraban. Desconocían por 
la falta de interés sobre contenidos escolares, pero mantenían una curiosidad por la historia 
de la chica judía. La aproximación a un libro desconocido alumbró en ellos, como si de una 
lámpara se tratase, la situación casi idéntica por la que atravesaban. Era hora de limar las 
asperezas. 
Lo que los unió, más allá de un libro, fue la historia de una chica de su edad, con los mismos 
problemas o inclusive más graves. Pronto descubrirían que aquello que tenían entre manos 
se volvería real al conocer a personas que participaron en el holocausto. Por primera vez 
en su vida algo tenía sentido, pues se aferraban a una fuerza superior que les sujetaba e 
invitaba a salir de los problemas pandilleros. 
A pesar de las diferencias culturales, de la continua lucha del poder tanto en el aula como 
en la calle y de los rasgos físicos que los distinguían, el grupo de jóvenes que meses atrás 
peleaban, ahora compartían gustos y aficiones por la lectura, las historias motivadoras y la 
clase de la profesora Erin. 
 
 
El diario personal 
Provenir de una familia con problemas de violencia, interculturales e inclusive racistas, dota 
a sus integrantes de historia. Una historia que en ocasiones lastima y empuja a su portador 
a hacerle justicia a sus orígenes. La batalla se lucha contra sí mismo, pero cuando lo 
sobrepasa a uno, la forma más fácil de expresarla es mediante la resistencia a cualquier 
intento de comprensión. Cuando la profesora Erin entendió que todos compartían 
anécdotas parecidas como haber sido apuntados con un arma, perder amigos por las 
guerras de pandillas, vivir sin un padre o una madre o tener familiares en prisión, supo que 
podía convencerlos para escribir un diario. Aquello ayudaría a desahogar su mente, sus 
emociones y sus tristezas. 
De esta manera el diario adquiere un valor emocional que se entrelaza con su autor y sus 
coiguales, también por que seria la profesora quien los leería, lo que transmitía un valor 
agregado a la relación de confianza que, para este punto, estaba casi consolidada. Es así 
como un material del aula se convirtió en un intermediario para traspasar las barreras 
escolares. 
Escribir un diario con las anécdotas de vida culminó en una publicación en 1999 titulada: 
Diario de los escritores de la libertad, como una forma de externar al mundo lo que se vivía 
en las entrañas de una ciudad y en los albores del grupo en un aula compartida. 
Relaciones personales: fuera del contexto escolar 
Fuera de la escuela había una latente problemática entre pandillas, lo que involucraba de 
manera indirecta y en otros casos de manera directa a los estudiantes de la profesora Erin. 
Constantemente los grupos culturales se peleaban por territorios, por drogas, por malas 
miradas o por el simple hecho de demostrar valentía. Esto incrementaba el mal 
comportamiento de los alumnos, inclusive la resistencia al cambio, a la cooperación y a la 
unión, aún más porque la maestra que intentaba estrecharlos era de piel blanca. 
Algunos de los adolescentes provenían de familias disfuncionales, sin un padre o madre, 
otros tenían parientes en la cárcel, afectando notablemente el estado anímico en gran 
medida de cada estudiante. Otros peleaban guerras distintas, pero igual de agotadoras, 
cargaban con recuerdos fatídicos o simplemente la falta de atención disminuía su interés 
por la escuela. Sin embargo, las relaciones que habían forjado con sus pandillas era lo que 
les transmitía un sentido de pertenencia sobre todo lo demás, obligándolos a ser leales y 
defender sus ideales a costa de lo que fuera. Los alumnos de la clase 203 estaban listos 
para enfrentarse y dar su vida, algunos añoraban con cumplir más de dieciocho años, pero 
entendían que quizás no sería posible y se conformaban con ello. 
Por otro lado, la profesora no era ajena a los acontecimientos fuera del horario escolar. La 
relación personal deteriorada por un desequilibrio particular, más atención a los alumnos y 
menos para su pareja, desembocó en la ruptura irrevocable. Ella no tenía problemas con 
pandillas o grupos étnicos, mas bien, luchaba contra los deseos de su novio y su padre, un 
conflicto igual de válido que el de sus alumnos, pero menos peligroso. Con ello, entraron 
en juego las pérdidas personales que entrelazaron historias en ambas direcciones, con 
cierto grado de independencia. Ahora no eran amigos problemáticos lo que buscaban los 
estudiantes de literatura, más bien, comprensión, afecto y guía proveniente de un adulto, 
que en poco se convirtió en su líder. 
 
Trascendencia a la creación de una sola cultura 
Tras una cultura dominante existen subculturas. Entendamos a la cultura dominante como 
la que impone la escuela y las subculturas a las que se originan en la interacción entre los 
actores del instituto. Sin embargo, la rica diversidad étnica en un principio potenció 
problemas originados a causa de la idiosincrasia, pero con el paso del tiempo, actividades 
de integración y lazos afectivos forjados con experiencias vivenciales construyeron una 
subcultura fuerte en la que se integraban distintos elementos, lo que, en poco, permeó en 
una dependencia fuerte entre sus integrantes. 
A través de un recorrido largo, de dos años llenos de experiencias significativas, 
confrontaciones, conflictos de poder, situaciones familiares y obstáculos educativos se 
formó una cultura liderada por la profesora Erin, quien acompañó a sus alumnos hasta el 
tercer grado e incluso a la universidad (como relata el final de la película). La supervivencia 
del grupo se probó cuando aparecieron problemas derivados de la burocracia escolar, 
situaciones que la profesora Erin supo vencer y lo que afirmó su figura como matriarca de 
un colectivo pequeño de adolescentes. 
A pesar de existir un choque cultural, caracterizado por numerables situaciones violentas 
mientras coexistían sus integrantes en espacios confinados a la educación, la profesora 
Erin logró lo que sus colegas pensaron imposible: la transformación de jóvenes casi 
destinados a una muerte temprana en alumnos capaces de aprender por sus propios 
esfuerzos, habitando y conviviendo en un mismo lugar.

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