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AVANCES RECIENTES EN INMUNOLOGIA PARASITARIA
OMAR. O BARRIGA, DVM, PHD The Ohio State 
University, Columbas, Ohio 43210SUSA
La implementación de la inmunidad requiere el 
concurso de una serie de elementos (antígenos, 
anticuerpos, receptores de células T, proteínas de 
histocompatibilidad, complejos de diferenciación, 
linfocitos, macrófagos, neutrófilos, eosinófilos, basófilos, 
mastocitos, citoquinas, etc.) que ejercen funciones 
promotoras, reguladoras o efectoras. 
Los antígenos de origen externo (exógenos) requieren 
la asistencia de las proteínas de histocompatibilidad de 
clase I (PI) para estimular los receptores de los linfocitos 
T cooperadores (Tco). Los antígenos de origen 
interno(endógenos) requieren la asistencia de las 
proteínas de clase II (PII) para estimular a los linfocitos T 
citóxicos (TC). Los complejos de diferenciación asisten en 
esta estimulación. Los anticuerpos actúan como 
receptores de antígenos para iniciar respuestas 
inmunes secundarias, activan el complemento, facilitan 
la unión de células parasitolíticas con los parásitos, 
inician inflamaciones anafilácticas, y actúan como 
efectores contra parásitos extracelulares. Los 
linfocitos B producen anticuerpos y activan a los 
linfocitos Tco. Los linfocitos Tco promueven y regulan las 
respuestas mediadas por células y las respuestas 
humorales mediante la producción de citoquinas. Los 
linfocitos TC Usan ciertas células parasitadas. Los linfocitos 
T supresores (TS) inhiben la reproducción de los linfocitos 
y terminan la respuesta inmune. Los macrófagos inician la 
estimulación de los linfocitos Tco, regulan las respuesta 
mediadas por células o por anticuerpos, fagocitan 
parásitos pequeños, y lisan parásitos grandes. Los 
neutrófilos y eosinófilos lisan parásitos grandes, están 
cubiertos por anticuerpos o factores del complemento. 
Los basófilos y mastocitos capturan anticuerpos IgE y 
se degranulan cuando éstos se combinan con sus 
antigenos. La degranulación causa una inflamación 
anafüáctica que atrae células, anticuerpos y 
complemento que expulsan o dañan los parásitos 
extracelulares. 
CONTROL DE LAS REACCIONES 
INMUNES EN PARASITOLOGÍA
La evidencia sugiere que las respuestas del 
hospedero a la invasión por un parásito proceden en la 
siguiente secuencia: 1. Reacción de fase aguda, 2. 
Activación de los linfocitos Tco precursores (TcoP), 3. 
Reactivación de los linfocitos Tco activados (TcoA), 4. 
Activación de los linfocitos Tco de tipo 1 o de tipo 2(Tcol 
o Tco2), 5. Respuesta inmune mediada por células o por 
anticuerpos y 5. Resolución de la infección, cronicidad o 
muerte del hospedero. 
La reacción de fase aguda es una inflamación 
inespecífica rica en macrófagos, neutrófilos y linfocitos, 
mediada por la reproducción de las interleuquinas(IL) 
1,6,y 8, y el factor de necrosis tumoral. Estas sustancias 
son liberadas por los macrófagos, endoteliocitos, 
fibroblastos y plaquetas cuando son estimulados por la 
presencia o metabolitos de un parásito. 
Los TcoP son linfocitos Tco que son estimulados por 
la primera vez. Los estímulos son el contacto con el 
antígeno que ha sido procesado por un macrófago y 
conjugado con una proteína de clase II y la IL-1 producida 
por el macrófago. Los TcoP se multiplican y diferencian a 
TcoO. Citoquinas del macrófago y del linfocito TcoP 
mantienen y amplifican la inflamación existente. 
Cuando los linfocitos TcoO son activados 
nuevamente por el mismo antigeno secretan una serie de 
citoquinas, que estimulan las respuestas mediadas por 
células y humorales. El estimulo antigénico persistente 
los hace multiplicarse y diferenciarse hacia linfocitos Tcol 
o Tco2. 
Cuando los linfocitos Tcol reencuentran su antígeno 
específico secretan citoquinas que estimulan una 
inflamación por macrófagos, linfocitos TC, y otras 
células(inmunidad mediada por células). Cuando los 
linfocitos Tco2 reencuentran su antígeno específico 
secretan citoquinas que estimulan la producción de 
anticuerpos y de una inflamación rica en eosinófilos y 
mastocitos (inmunidad humoral). 
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La activación de los linfocitos B requiere la 
presentación del antígeno con una proteína de clase II a 
un linfocito TcoO, seguida de la reproducción de 
linfoquinas por el linfocito TcoO. Algunas de estas 
linfoquinas estimulan la proliferación de los linfocitos B y 
otras estimulan su diferenciación hacia plasmocitos 
productores de Igs M, G o A. 
Si la respuesta inmune es efectiva, el parásito es 
eliminado. Si el parásito no es suceptible a los efectores 
de la inmunidad, la infección se hace crónica y a menudo 
se desencadena alguna forma de inmunopatología. Si la 
respuesta, inmune no es efectiva y los parásitos son 
muy patogénicos o abundantes, el hospedero puede 
morir. 
LAS REACCIONES POR CÉLULAS O POR 
ANTICUERPOS EN PARASITOLOGÍA
Las respuestas inmune son menos efectivas contra 
los parásitos que contra los organismos procariotes por 
que los parásitos poseen una serie de posibilidades de 
eludir o manipular la inmunidad. Estas derivan de la 
complejidad antigénica, biológica, fisiológica, y 
estructural de los parásitos. Sin embargo los macrófagos 
y linfocitos de esta fase, inician la respuesta inmune 
(multiplicación de linfocitos TcoP) dentro de 24 horas. 
Anticuerpos específicos empiezan a producirse al cuarto 
día y coinciden con la inflamación inmune mediada por los 
linfocitos TcoO. Los macrófagos, neutrófilos y eosinófilos 
presentes en este momento se fijan sobre los parásitos 
pluricelulares cubiertos por anticuerpos IgG específicos 
y los dañan mediante, la producción de moléculas 
oxidantes y proteínas citotóxicas. Los parásitos 
unicelulares son fagocitados por los macrófagos. 
Células parasitadas pueden ser destruidas por los 
linfocitos TC. La producción de anticuerpos continúa y se 
diversifica(IgE). Hacia el final de la primera semana, la 
respuesta inmune se diferencia hacia la producción de 
linfocitos Tcol que atraen y'activan a los macrófagos y 
linfocitos TC(inmunidad mediada por células), o hacia la 
producción de linfocitos Tco2 que estimulan la 
producción de anticuerpos IgE y la infiltración con 
mastocitos (inmunidad mediada por anticuerpos). La 
inmunida mediada por las células particularmente a través 
de los macrófagos y linfocitos TC. El aumento de la 
producción de anticuerpos IgG incrementa la fagocitosis 
de protozoos y la lisis de helmintos por los macrófagos. 
La infiltración con linfocitos TC facilita la lisis de células 
parasitadas. La inmunidad mediada por anticuerpos 
actúa particularmente a través de la IgE y los 
mastocitos. La presencia de antígeno, anticuerpos IgE, 
y mastocitos promueve la degranulación de los 
mastocitos que provoca el flujo de macrófagos, 
neutrófilos, eosinófilos, anticuerpos, y complemento. 
Los anticuerpos y complemento se combinan con los 
antígenos superficiales de los helmintos y favorecen la 
fijación de los macrófagos, neutrófilos, y eosinófilos 
sobre ellos. Sustancias oxidantes y proteínas 
citotóxicas de estas células destruyen las membranas 
externas de los helmintos. Los anticuerpos circulantes 
clásicos(IgM e IgG), aparte de facili- 
tar la fijación de los macrófagos, neutrófilos y eosinófilos 
sobre los helmintos, actúan principalmente sobre los 
protozoos extracelulares neutralizando sus receptores, 
enzimas y toxinas, y activando el complemento que 
promueve la inflamación, la fagocitocis, y la lisis de 
membranas biológicas. 
LOS EOSINOFILOS EN LAS 
INFECCIONES PARASITARIAS
La eosinofilia localy periférica es una característica 
común de muchas infecciones por helmintos que 
presentan al sistema inmune superficies grandes, 
nofagocitables. El efecto de los eosinófilos sobre estos 
organismos ha sido estudiado por los últimos 18 años 
usando Schistosoma mansoni, Trichinella spiralis, y 
otros helmintos como modelos. Al comienzo la infección 
parasitaria provoca una inflamación inespecífíca rica en 
macrófagos, linfocitosy neutrófilos que preparan el 
terreno para la respuesta inmune subsecuente. Los 
elementos efectores predominantes en las infecciones 
por helmintos son los anticuerpos anafilácticos (IgE), 
los mastocitos y los eosinófilos. El influjo de estos 
elementos a la localización del parásito es mediado por la 
producción de citoquinas por parte de los linfocitos Tco de 
tipo 2. Las sustancias liberadas por los mastocitos 
atraen eosinófilos y concentran anticuerpos y 
complemento alrededor del parásito. Los anticuerpos 
específicos y los factores del complemento se fijan a los 
antígenos y membranas superficiales del parásito y sirven 
de puentes para que los eosinófilos se adhieran sobre 
él. Estas células vierten sobre el parásito radicales 
oxidantes y proteínas básicas. Los radicales alteran las 
moléculas del parásito y las proteínas dañan el tegumento 
o la cutícula. Ocasionalmente, ellos también pueden dañar 
células del hospedero. Los eosinófilos también fagocitan 
y pueden dañar los, Trypanosoma cruzi extracelulares; 
incluso, puede que jueguen un rol en el daño del tejido 
cardiaco en la enfermedad de Chagas. La respuesta de 
los eosinófilos está regulada por factores 
eosinofilopoyéticos (interleuquinas [IL] 3 y 5, y el factor 
estimulador de colonias de granulocitos y macrófagos), 
eosinófilacticos(factor C5a del complemento, factor de la 
anfilaxis quemotáctica para los eosinófilos, histamina, 
factor estimulante de las plaquetas, y otras sustancias de 
los mastocitos, basófilos, y los parásitos mismos), y 
eosinofilo activadores (IL-5, factor de necrosis tumoral, 
anticuerpos, y factores del complemento). Aparte de los 
eosinófilos, otras células fagocitarias (macrófagos, 
neutrófilos) también exhiben importantes actividades 
contra los helmintos. 
IMPORTANCIA, PREVALENCIA Y 
CONTROL DE LA TOXOCARIASIS
La toxocariasis humana es comunmente 
considerada como una infección leve y transitoria. En 
realidad, la encues- 
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ta más detallada que existe (322 casos) demostró que la 
forma visceral causa síntomas hepáticos, respiratorios, o 
fiebre en 79-69% de los niños afectados y fiebre astenia o 
síntomas digestivos en 71-60% de los adultos afectados. 
En 85% de los pacientes, los síntomas duraron desde 6 
meses hasta más de 2 años. La forma ocular, por otra 
parte, puede causar pérdida permanente de la visión. Para 
evaluar la importancia de la enfermedad debe tomarse 
en cuenta también que la infección ocurre en casi 3% de 
la población general de los Estados Unidos, y en casi 
30% de los niños de bajo nivel socio- económico. La 
prevalencia es probablemente más alta en países menos 
desarrollados. La toxocariasis humana a menudo no es 
diagosticada en forma eficiente, debido en parte, 
porque hay pocos centros de diagnóstico confiables y 
porque el médico prefiere no someter al paciente a 
exámenes y gastos adicionales que no contribuyen a 
mejorar el tratamiento. 
La prevalencia de la infección intestinal en perros es 
casi 100% al momento de nacer pero disminuye 
gradualmente hasta alcanzar a sólo 5-15% en la edad 
adulta. La prevalencia de la infección en la población 
canina general o de perros vagos, sin emb^go, varia 
grandemente. La incidencia de huevos infectantes de 
Toxocam canis en el suelo también varía grandemente, 
pero es particularmente abundante e importante en 
parques y plazas de juegos infantiles. 
Las medidas recomendadas para el control de 
toxocariasis consiste en evitar la contaminación ambiental 
con excrementos de perros, reducir la población de perros, 
educar al público y principalmente, eliminar la infección de 
los perros. Los niveles actuales de contaminación con 
huevos de T: canis, el aumento regular de la población 
canina en los últimos 30 años, y el desconocimiento 
general del publico acerca de la toxocariasis indica que la 
implementación de las tres primeras medidas no es 
eficiente en los Estados Unidos y en muchos otros 
países. La eliminación de los parásitos intestinales (que 
son los que contaminan el ambiente y facilitan la 
infección humana) requiere tratamiento de los perros (y 
de la madre) cuando éstos tienen 2,4,6,y 8 semanas de 
vida. La eliminación de los parásitos sistémicos 
hipobióticos en los perritos nuevos(que son los que 
mantienen la infección en la naturaleza) requiere 
tratamiento con fenbendazole desde 40 días antes del 
parto hasta 14 días después del parto. Trabajos por el 
autor indican que la inmunidad contra las larvas puede 
evitar las infecciones y sugieren que una vacuna contra la 
toxocariasis canina es posible. 
INMUNOPROFILAXIA EN LAS INFECCIONES 
PARASITARIAS
Los intentos de vacunación contra las enfermedades 
parasitarias se iniciaron a fines del siglo pasado con 
la premunición contra Babesia que, con mejoras, aún se 
utiliza. En 1958 se empezó a usar una vacuna viva contra la 
coccidiosis aviar (CocciVac) que aún está en uso. En 1959 
se comenzó a 
usar una vacuna con larvas irradiadas contra la 
Dictyocaulosis bovina (Dictyol) que aún se usa en 
Europa. En 1964 se inicio en Australia el uso de vacuna 
con Babesia viva, modificadas por pasaje rápido por 
terneros esplenectomizados, que aún está en uso. En 
1965 y 1968, respectivamente, se comenzaron a usar 
una vacuna con esporozoitos contra Theileria parva que 
consistía en infec-ción-tratamiento, y una vacuna con 
esquizontes contra T. annulata; ambas continúan 
usándose en la actualidad. En 1973 se empezó a 
comercializar en los Estados Unidos una vacuna con 
larvas irradiadas contra la ancilostomiasis canina. A pesar 
de que era altamente efectiva, no tuvo éxito comercial y 
fue retirada después de 2 años. En 1988, investigadores 
neozelandeses introdujeron una vacuna contra el aborto 
ovino por Toxoplasma que consiste en parásitos vivos 
modificados que no producen bradizoitos ni infectan 
gatos. En 1989 investigadores australianos introdujeron 
una vacuna con antígenos recombinantes que protege 
contra la cisticercosis ovina. Todas las vacunas actuales 
son de uso veterinario. Trabajos por casi 30 años para 
producir vacunas con antígenos de esporozoitos o con 
epitopes de merozoitos de Plasmodium falciparum del 
humano aún no han dado resultados prácticos. En los 
mejores casos, estas vacunas antimaláricas protegen 
sólo 25-33% de la población vacunada. Respecto a la 
esquistosomiasis, hay una vacuna con cercarías 
irradiadas de uso en animales domésticos pero los 
intentos de vacunar con antígenos aislados han 
causado solo 30-55% de protección. La inmunización 
contra la enfermedad de Chagas ha sido poco exitosa y 
los estudios han sido dificultados por la falta de un modelo 
para la enfermedad crónica, la inmunodepresión e 
inmunodesviación producidas por el parásito, y el peligro 
de causar reacciones que a la larga generen patología. 
Aunque, las dificultades aún son monumentales, la 
producción de una vacuna contra parásitos reconoce 
una tecnología bien definida que requiere una decena 
de pasos fundamentales. 
INMUNOPATOLOGÍA EN LAS 
INFECCIONES PARASITARIAS 
Las reaciones inmunológicas producidas por los parási-
tos pueden ser dañinas para el parásito, perjudiciales 
para el hospedero, o irrelevantes para ambos 
asociados. Las reacciones que dañan al hospedero 
generalmente, se conocen como hipersensibilidades. En 
clínica, se reconoce cuatro clases principales de 
hipersensibilidades. La hipersensibilidad de tipo I (o 
inmediata o reaginica) en las cuales los anticuerpos 
IgE se fijan a los basófilos o mastocitos por su extremo 
caudal y a sus antígenos específicos por su extremo de 
combinación. La aglomeración de los anticuerpos por el 
antigeno causa degranulación de las células y los 
mediadores liberados causan fenómenos inflamatorios 
con abundancia de eosinófilos. Este fenómeno es 
responsable por algunas manifestaciones de las 
infecciones con larvas migratoria, de algunas 
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nematodiasis intestinales, y de algunas infestaciones por 
artrópodos. La hipersensibilidad de tipo II(o citotóxica) 
ocurre cuando las células del hospedero absorben 
antígenos circulantes de los parásitos o producen 
neoantígenos a consecuencia del parasitismo. La 
reacción de los anticuerpos específicos con estos 
antígenos en la superficie de la célula promueven la 
fagocitosis de la célula o activan el complemento. El 
complemento activado, a su vez, causa inflamación, 
favorece la fagocitosis y puede lisar membranas biológicas 
del hospedero. Este fenómeno es parcialmente el 
responsable por la anemia de la malaria, babesiosis, y 
leishmaniasis, la pneumonía de la esquisostomiasis y 
posiblemente contribuye a la cardiopatía chagásica. La 
hipersensibilidad de tipo III (o por complejos inmunes) 
ocurre cuando se encuentran altos temores de antígenos 
del parásito y de sus anticuerpos correspondientes en la 
circulación. Los complejos antígeno-anticuerpos se 
generan más rápido de lo que el organismo lo puede 
eliminar y se depositan en los 
tejidos. Estos complejos activan el complemento el que, a 
su vez, provoca inflamación y lísis de las membranas 
biológicas. Este fenómeno es el responsable por el daño 
renal de la malaria, y de algunas manifestaciones de los 
céstodos larvales y de la triquinosis. La hipersensibilidad del 
tipo IV (o tardía) es una reacción de inmunidad mediada 
por células generadas por las citoquinas de los linfocitos 
cooperadores de tipo 1. 
La intensa inflamación por macrófagos y linfocitos que 
resulta puede dañar los tejidos del hospedero. Este 
fenómeno es el responsable por la patología hepática 
de la esquistosomiasis, los granulomas de las larvas 
migratorias, la inflamación de las leishmaniasis, 
posiblemente por la patología crónica de las filariasis 
linfáticas, algunas lesiones por ectoparásitos y 
probablemente, por parte de la cardiopatía chagásica. 
Como ejemplos, se discutirían la inmunopatología 
de la Enfermedad de Chagas de la esquistosomiasis, 
y de las filariasis linfáticas.

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