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1 PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LA GESTIÓN PÚBLICA LOCAL. EL CASO DEL PRESUPUESTO PARTICIPATIVO DE MEDELLÍN, 2004-2008 MARY LUZ AGUIRRE PULGARÍN TRABAJO DE INVESTIGACIÓN PARA OPTAR EL TÍTULO DE MAGÍSTER EN CIENCIA POLÍTICA ASESOR GERMÁN DARÍO VALENCIA AGUDELO UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS MAESTRÍA EN CIENCIA POLÍTICA MEDELLÍN 2010 2 CONTENIDO PÁG Introducción 7 1 LA GESTION PÚBLICA DEMOCRÁTICA 14 1.1. La Gestión Pública 18 1.1.1 Democracia y Participación en la gestión Pública 20 1.1.2. Transparencia de las acciones y la gestión públicas 22 1.1.3. Rendición de cuentas o responsabilización (accountability) 26 1.1.4. Creación de mecanismos y herramientas para la influencia y control de la ciudadanía 29 1.1.5. Provisión de recursos infraestructura y condiciones para la participación ciudadana 30 1.1.6. Adopción de los resultados de la participación real y efectiva 31 1.2. Participación ciudadana 31 1.2.1. La ciudadanía como participación activa en la esfera pública 33 1.2.2. La participación ciudadana y la redistribución del poder social 35 1.2.3 La participación ciudadana y el acceso o ampliación de los derechos 36 1.2.4. Diseño institucional participativo 37 1.2.4.1. Tipos de participación ciudadana 37 1.2.4.2. Niveles 43 1.2.4.3. Garantías de la participación ciudadana 44 2. PRESUPUESTOS PARTICIPATIVOS EN EL MUNDO 46 2.1. Los presupuestos participativos: aproximación a su definición 47 2.2. Origen de los presupuestos participativos: Porto Alegre, Brasil 48 2.2.1. Diseño institucional del presupuesto participativo de Porto Alegre 51 2.2.2. Desarrollos de la experiencia de Porto Alegre 55 2.2.3. Logros del presupuesto participativo de Porto Alegre 58 2.3. Presupuestos participativos en Latinoamérica y Europa: participación ciudadana para la inclusión, el derecho a la ciudadanía y la modernización del Estado 60 2.4. Presupuestos participativos en Colombia 67 2.5. Balance sobre las experiencias de presupuesto participativo 75 2.5.1. Cambios en la administración pública: creación de nuevas agencias y fortalecimiento de los equipos municipales 75 2.5.2. Mejoramiento de la gobernabilidad: las ventajas electorales del Partido de los Trabajadores en Porto Alegre 77 2.5.3. El presupuesto participativo: limite a la negociación de los servicios públicos e instrumento de control social 78 2.5.4. El presupuesto participativo: la exigencia de la participación deliberativa y la visibilidad de los actores sociales 80 2.5.5. Innovaciones: Incorporación de la planeación participativa del desarrollo y surgimiento del presupuesto participativo joven 83 3 3. EL PRESUPUESTO PARTICIPATIVO DE MEDELLIN 88 3.1. El contexto del presupuesto participativo: El municipio de Medellín 89 3.2. Diseño Institucional del presupuesto participativo 92 3.2.1. Estructura del presupuesto participativo en Medellín 93 3.2.1.1. Instancias de la Administración Municipal 96 3.2.1.2. Instancias Institucionales de Participación 97 3.2.1.3. Instancias Sociales 101 3.2.2. Ciclo de operación del presupuesto participativo 102 3.2.3. Niveles de participación 104 3.2.4. Flujo de decisiones 106 3.3. La participación ciudadana en el presupuesto participativo de Medellín 108 3.3.1. Contribuciones del presupuesto participativo en la participación ciudadana 108 3.3.2. Limitaciones para la participación ciudadana presentes en el presupuesto participativo 119 3.3.2.1. La incidencia de la cultura política tradicional 120 3.3.2.2. Deficiencias en las condiciones para la participación ciudadana 121 3.4. El presupuesto participativo y sus contribución a los cambios en la gestión pública local en Medellín 127 3.4.1. La transparencia gubernamental en el presupuesto participativo 129 3.4.2. Creación de mecanismos para la influencia y control de la ciudadanía 131 3.4.3. Adopción de los resultados de la participación 139 3.4.4. Rendición de cuentas 145 4. CONCLUSIONES 148 BIBLIOGRAFÍA 156 ANEXOS 170 4 LISTA DE FIGURAS Figura 1. Etapas del proceso de presupuesto participativo de Porto Alegre 52 Figura 2. Total de participantes en asambleas temáticas y regionales en Porto Alegre 1989-2000 56 Figura 3. Evolución geográfica del presupuesto participativo en Brasil, 1989-2004 57 Figura 4. Etapas generales de los presupuestos participativos 62 Figura 5. Mapa: municipio de Medellín, zonas urbana y rural 90 Figura 6. Medellín: estructura orgánica de las autoridades municipales 91 Figura 7. Estructura del presupuesto participativo de Medellín, 2008. 95 Figura 8. Comisiones Temáticas del presupuesto participativo de Medellín, 2008 100 Figura 9. Ciclo del presupuesto participativo de Medellín 103 Figura 10. Medellín. Nivel de participación de la ciudadanía en las instancias institucionales 104 Figura 11. Flujo de decisiones en el presupuesto participativo de Medellín 107 Figura 12. Medellín, participación directa en asambleas barriales y veredales entre 2006 y 2009 111 Figura 13. Medellín, promedio de asambleas realizadas por comuna y corregimiento entre 2006 y 2008 112 Figura 14. Medellín, participación en asambleas por cada 10 mil habitantes mayores de 15 años, 2008 113 Figura 15. Medellín, promedio de organizaciones participantes por comuna y corregimiento 2004-20 114 Figura 16. Composición de los CC-C con base en el promedio de participación 2004- 2008 115 Figura 17. Medellín. Número de iniciativas priorizadas en el presupuesto participativo 2005-2009 115 Figura 18. Medellín, inversión general por dependencias 2005-2009, agrupado el sector educativo (en millones de pesos 117 Figura 19. Medellín. Crecimiento porcentual de las iniciativas priorizadas por dependencia comparativo 2004-2009 118 Figura 20. Según los encuestados que lo conocen el presupuesto participativo se debe 131 Figura 21. Medellín, priorización de recursos para financiación de la educación superior 2005-2008 (cifras en pesos) 144 5 LISTA DE CUADROS Cuadro 1. Posibilidades en los canales institucionales de transparencia de la gestión pública 25 Cuadro 2. Tipología de las prácticas participativas 40 Cuadro 3. Estructura institucional del presupuesto participativo de Porto Alegre 54 Cuadro 4. Población de Medellín según estrato de la vivienda 91 Cuadro 5. Medellín. Cambios en la estructura Municipal 136 6 LISTA DE ANEXOS Anexo A Crecimiento en el número de organizaciones participantes por comuna y corregimiento 169 Anexo B Decrecimiento en el número de organizaciones participantes por comuna y corregimiento 169 Anexo C Inversión general por dependencia municipal. Medellín, 2005-2009 (en millones de pesos) 170 Anexo D Número de proyectos priorizados por la ciudadanía en el presupuesto participativo en Medellín por dependencia Municipal, 2005-2009 170 Anexo E Calificación del nivel de transparencia en los gobiernos Nacional, departamental y municipal, años 2002,2004 y 2006 171 Anexo F Tarjetón para la selección de problemas en las asambleas barriales y veredales, 2006 172 Anexo G Reglamento interno de la planeación local y el presupuesto participativo de Medellín 2008 174 7 Introducción La gestión pública democrática se plantea en la actualidad como una necesidad para avanzar en la democratización global de las sociedades. Tradicionalmente la administración pública se ha concebido bajo los parámetros de la funcionalidad, al margen de la discusión sobre los fines y decisiones políticos, constituyendo lo que ha sido materia de amplia académica como es la dicotomía entre los ámbitos político y administrativo en el campo de lo público estatal. En este sentido,los políticos electos trazan las líneas generales y los enfoques de la gestión pública y el aparato administrativo conformado por los funcionarios y los recursos públicos, opera estas decisiones provenientes de los más altos niveles de la jerarquía gubernamental de manera detallada y sistemática y en concordancia con las leyes vigentes. En esta perspectiva, los valores predominantes en la administración pública son la racionalidad, la especialización, la profesionalización y la neutralidad. La gestión pública democrática complementa el paradigma imperante centrado en la eficiencia y la eficacia de la administración pública, al plantear la igualdad, la equidad y la democratización de la gestión pública como parte de su desarrollo y perfeccionamiento. Desde este enfoque, la participación ciudadana en la gestión pública se reconoce como un derecho que conlleva al establecimiento de mecanismos, condiciones y garantías por parte de los gobiernos para que la ciudadanía acceda y amplíe los derechos sociales, económicos, culturales, políticos y civiles (CLAD, 2009). Además de la provisión de condiciones efectivas, la gestión pública democrática supone la transparencia en la 8 actuación del gobierno, su responsabilización y un compromiso explícito para adoptar los resultados de la participación ciudadana. La participación ciudadana como un nuevo componente de la gestión pública en Colombia, se institucionalizó con la Constitución Política de 1991 (Gómez, 2004, p. 1). Esto representó un avance de la democracia en el país, pues creó las condiciones para el surgimiento de escenarios de incidencia de la ciudadanía en los asuntos públicos en espacios diferentes a las elecciones de los representantes políticos. De esta manera Colombia configuró una amplia y compleja estructura para la participación ciudadana creada especialmente desde la década de 1990 (Velásquez y González, 2003). En el campo jurídico se desarrolló la Ley 134 de 1994 o Ley de Mecanismos de Participación Ciudadana, que creó herramientas jurídicas para intervenir en los asuntos públicos y la defensa de los derechos fundamentales1. Sin embargo este logro político es amenazado por intereses re centralistas en el Gobierno Nacional y por lo efectos del dominio territorial de los grupos armados. De acuerdo con María Teresa Uribe (2002) a pesar de esta profusión de instituciones, la democracia participativa en Colombia ha tenido un desarrollo precario desde la promulgación de la Constitución Política de 1991. Los presupuestos participativos son uno de los mecanismos de participación ciudadana que expresan mejor expresan la incidencia de la ciudadanía en la gestión pública, en tanto los presupuestos públicos tienen una importancia significativa para las relaciones política y administrativas entre el Estado y los ciudadanos, porque, como lo señala Boaventura de Souza (2005, p. 23), 1 Existe legislación especializada para promover la participación en diferentes campos como: el juvenil (Ley 375 de 1997), el ámbito escolar (Ley 115 de 1994), la agenda de paz (Ley 434 de 1998), en la cultura (Ley 397 de 1997), en la justicia (Ley 294 de 1996), entre otros. Existen también organismos como los consejos de cultura, juventud, los personeros estudiantiles, los manuales de convivencia, consejos de paz, las veedurías ciudadanas, los jueces de paz y los conciliadores en equidad, los comités de vigilancia. Toda una serie de espacios, instituciones y marcos legales dispuestos para facilitar y promover la inclusión ciudadana y la cohesión social en la elaboración, ejecución y control de las políticas públicas. 9 el presupuesto es el instrumento básico del contrato público subyacente a esas relaciones, así como de las interacciones entre los diferentes organismos estatales encargados de ejecutar dicho contrato. Al definir los fondos públicos mediante la fijación de impuestos o a través de otros medios, el presupuesto se transforma en el mecanismo central del control público sobre el Estado. Así pues, las decisiones presupuestarias son decisiones políticas fundamentales. El presupuesto participativo es un proceso regularizado de intervención permanente de los ciudadanos en la gestión de los gobiernos locales, a través de los cuales se decide la destinación de una parte del presupuesto municipal. Son una derivación de la teoría de la democracia participativa y constituyen una de las expresiones de la transformación de la teoría y prácticas democráticas en las últimas décadas del siglo veinte en Latinoamérica (De Souza, 2005). Desde la gestión pública los presupuestos participativos tienen los objetivos de elevar el nivel de gobernabilidad del Estado en los territorios, promover la transparencia en los procesos administrativos, hacer más eficientes y equitativas las inversiones públicas mediante la participación de la población en la definición de sus prioridades, para lograr una acción pública eficaz y sostenible que se traduzca en mayor confianza ciudadana, es decir, en mayores niveles de legitimidad de los gobiernos. Desde el punto de vista de la sociedad civil, los presupuestos participativos son una manera alternativa de canalizar las demandas democráticas que no es posible tramitar por la vía de la democracia representativa (De Souza, 2005). Constituyen un escenario en el que se exige del Estado responsabilidad (accountability) en la rendición de cuentas de sus actividades y de la utilización de los recursos públicos (Castillo y Villavicencio, 2005). Son un escenario propicio para la formación de cultura política y el fortalecimiento de la ciudadanía. La implementación de los presupuestos participativos es reciente en la historia de la gestión pública y la participación ciudadana. La primera experiencia tuvo lugar en 1989 en la ciudad de Porto Alegre, Brasil; allí fue promovido por el gobierno local como una 10 estrategia para enfrentar la falta de confianza generalizada de la población en el gobierno y la inviabilidad financiera del municipio (De Souza, 2005). Rápidamente la participación ciudadana aumentó en Porto Alegre y los presupuestos participativos se fueron extendiendo a otros doscientos municipios brasileros (Martins, 2007). De la misma manera, otros países latinoamericanos y europeos han implementado los presupuestos participativos. Y según Pineda (2004) se puede hablar de tres fases en el desarrollo del presupuesto participativo: La primera corresponde al momento de experimentaciones entre 1989 y 1997 en Porto Alegre y otras ciudades brasileras y uruguayas; la segunda, entre 1997 y 2000, correspondiente a la masificación brasileña en la que más de 140 municipios adoptan el modelo; y, la tercera, a partir de 2000 hasta hoy, que se caracteriza por la expansión y diversificación de las experiencias en el mundo. En Colombia los presupuestos participativos surgen en 1995, en la ciudad de Barranquilla, en el contexto de la Constitución Política de 1991, que estableció las bases para el desarrollo institucional de la democracia en el país. Como lo muestran las experiencias de los presupuestos participativos en el país, actualmente esta modalidad democrática ha sido acogida por administraciones Municipales y departamentales en distintas regiones. En algunos casos son promovidas y apoyadas por instancias del gobierno nacional y organismos multilaterales como las Naciones Unidas. En general, están sustentadas en un modelo de gestión pública que adopta como principios de gobierno la transparencia, la gobernabilidad y la participación. Medellín hace parte de este proceso con la adopción de una política pública de Planeación Local y Presupuesto Participativo en 2004, durante la administración del alcalde Sergio Fajardo Valderrama, la cual sigue vigente cinco años más tarde, al ser continuadapor el gobierno del período siguiente del alcalde Alonso Salazar Jaramillo. El análisis permanente del presupuesto participativo en Medellín reviste una gran importancia en la medida en que el desarrollo de todas sus dimensiones y componentes 11 expresan como se ha dicho hasta aquí, la posibilidad o no, o el desarrollo en mayor o menor medida de transformaciones en la relación Estado-ciudadanía en la vía de construir una sociedad más democrática, con mayor inclusión y equidad social. Lo anterior cobra un sentido más alto cuando se tiene presente que el presupuesto participativo en Medellín tiene como telón de fondo una realidad socio-política y económica que se caracteriza por un alto grado de pobreza y exclusión social y una historia de violencia reconocida internacionalmente por el lugar que tiene la ciudad (y Colombia) en el mercado de las drogas ilícitas en el mundo y el conflicto armado nacional. En este sentido el estudio del presupuesto participativo en Medellín puede recorrer múltiples y variados caminos. En el amplio marco del presupuesto participativo un acercamiento investigativo puede tomar como objeto de estudio a los actores (privados, gubernamentales, sociales, armados, entre otros), a las instancias institucionales de participación (asambleas, consejos, comisiones, comités y otras) o concentrarse en los proyectos de inversión definidos por la ciudadanía y su impacto en el mejoramiento de la calidad de vida y en la redistribución del ingreso en los territorios. Los estudios pueden hacerse desde diversos enfoques teóricos como la cultura política, las teorías sobre el Estado, las políticas públicas, el conflicto armado (violencia), los movimientos sociales o el Neocorporativismo, por solo nombrar algunas posibilidades. En fin, es un tema amplio y profundo que posibilita su abordaje desde un gran número de posturas temáticas y disciplinarias. En este caso, el análisis del tema en Medellín centra la mirada en la gestión pública local para analizar posibles cambios que indiquen una transformación democrática de la misma. La política pública de Planeación Local y Presupuesto Participativo en Medellín es propuesta como parte de la respuesta a la falta de gobernabilidad del Estado, la exclusión social de amplios sectores de la sociedad, la necesidad de dinamizar los procesos de desarrollo local y la necesidad de crear nuevas capacidades institucionales y sociales. 12 Frente a ello propone como su objetivo principal desarrollar una nueva modalidad de gestión pública, que fortalezca la relación Estado-sociedad desde el punto de vista de la confiabilidad (legitimidad) y gobernabilidad, a través de un ejercicio de construcción conjunta del desarrollo Local que simultáneamente fortalezca y desarrolle habilidades para la participación política de la población (Alcaldía de Medellín, 2005). En relación con lo anterior el objetivo general del presente trabajo de investigación consiste en Identificar los cambios o contribuciones a la democratización de la gestión pública local, producidos con la implementación del presupuesto participativo en Medellín. Los objetivos específicos buscan, en primer lugar, describir el diseño institucional del Presupuesto Participativo (instancias de participación, niveles y tipos de participación ciudadana, deliberación, toma de decisiones, actores y condiciones de participación ciudadana); en segundo lugar, analizar el tipo de participación ciudadana que promueve el presupuesto participativo en las diferentes fases del proceso participativo; en tercer lugar, identificar las principales características del programa de presupuesto participativo en Medellín 2004-2008 que expresan cambios o contribuciones a la democratización de la gestión pública municipal. El trabajo se realizó bajo un enfoque metodológico cualitativo, basado en la revisión documental. Las fuentes de información son bibliografía teórica y documental, actas del Concejo Municipal, documentos internos de la Administración sobre evaluaciones del programa y prensa. Las técnicas de investigación fueron resúmenes analíticos, visitas de campo y observación participante en las diferentes instancias institucionales de participación asambleas barriales y veredales, consejos comunales y corregimentales, comisiones temáticas y otros espacios en los que se analizó o discutió el tema como algunas sesiones del Concejo de Medellín, en las dos versiones del Encuentro Internacional Aprendiendo del Mundo (sobre presupuesto participativo) y en el Primer Encuentro Nacional sobre Planeación Local y Presupuesto Participativo. Cabe aclarar y 13 advertir que la investigadora hizo parte del proceso de presupuesto participativo de Medellín en el período en mención en calidad de funcionaria pública, por lo tanto se hará comprensible que parte del conocimiento sobre el tema y del análisis es resultado de su participación directa en el proceso. A pesar de la condición descrita, la investigación se realizó buscando mantener la objetividad. Metodológicamente el trabajo está desarrollado de la siguiente manera: se construyó el marco teórico sobre las categorías de gestión pública democrática y participación. En el primer caso se trabajaron las contribuciones conceptuales de algunos académicos del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo –CLAD– y la propuesta teórica Boaventura de Souza Santos sobre democracia participativa. En el segundo caso las referencias conceptuales son Alicia Ziccardi, Nuria Cunill y el Observatorio Internacional para la Democracia Participativa –OIDP–. Las categorías central de la tesis son la gestión pública democrática y la participación ciudadana. Las subcategorías de la gestión pública democrática son: transparencia, rendición de cuentas, mecanismos y herramientas para la influencia de la ciudadanía, recursos e infraestructura para la participación ciudadana, adopción de los resultados de la participación. Las subcategorías para participación ciudadana son: participación activa, redistribución del poder social, acceso y ampliación de los derechos, diseño institucional participativo. Se hizo una amplia revisión de la literatura sobre las experiencias de presupuestos participativos en Europa, Latinoamérica y Colombia, con especial atención a la experiencia originaria de Porto Alegre. Posteriormente se analizó el proceso de presupuesto participativo en Medellín entre 2004 y 2008. En su parte organizativa, el trabajo está presentado en cuatro capítulos: El primero constituye el marco teórico de la monografía y presenta el cuerpo conceptual sobre la gestión pública democrática y la participación ciudadana. En éste se hace un acercamiento 14 a las categorías teóricas que contribuyen al análisis de la participación ciudadana en la gestión pública local. Se entiende ésta como [El] proceso de construcción social de las políticas públicas que, conforme al interés general de la sociedad democrática, canaliza, da respuesta o amplía los derechos económicos, sociales, culturales, políticos y civiles de las personas, y los derechos de las organizaciones o grupos en que se integran, así como los de las comunidades y pueblos indígenas (Carta Iberoamericana de Participación en la Gestión Pública, 2009). De acuerdo con algunos autores (Cunill, 2007; CLAD, 2009; Ziccardi, 2004) la administración pública contribuye a dotar de medios de influencia a la ciudadanía cuando es transparente en la gestión de los recursos públicos, cuando es responsable y crea mecanismos de influencia para la ciudadanía y esta participación se traduce en la adopción de sus resultados. De igual manera la ciudadanía tiene posibilidad de intervenir en las decisiones de los gobiernos y las administraciones públicas cuando se entiende la participación ciudadana como un derecho que se ejerce a travésde garantías y condiciones. El segundo presenta un recorrido por las experiencias de presupuestos participativos en Europa, Latinoamérica y Colombia, sus características y principales aprendizajes. Se inicia con una aproximación a la definición del concepto de Presupuesto Participativo como un proceso regularizado donde interviene permanentemente la ciudadanía en la gestión de los gobiernos locales para decidir la destinación de una parte del presupuesto municipal. Describe el origen de esta práctica en la ciudad de Porto Alegre caracterizándola a partir de su funcionamiento, desarrollo y logros. Luego da paso a un breve recorrido por las experiencias latinoamericanas, europeas, y colombianas, para detenerse en un balance de las mismas que aborda los aspectos de la gestión pública, la gobernabilidad, la transparencia, a participación ciudadana, el capital social y señala algunas innovaciones surgidas en estos procesos participativos. 15 El tercero desarrolla una descripción analítica sobre las principales contribuciones de la experiencia del presupuesto participativo en Medellín entre 2004 y 2008, en relación con: el diseño institucional del presupuesto participativo, la participación ciudadana en el presupuesto participativo y las contribuciones del programa en la gestión pública local. El cuarto desarrolla una serie de proposiciones a manera de conclusiones sobre la implementación del presupuesto participativo en Medellín. Como se enunció anteriormente el presupuesto participativo es un objeto de estudio que ofrece múltiples posibilidades de abordaje investigativo, y constituye un fenómeno relevante en la realidad social y política de las sociedades locales, que al convocar el interés y compromiso de los diversos actores, multiplica las sendas posibles para su análisis. Por esta razón se quiere advertir al lector que el presente trabajo no tiene la pretensión de agotar el análisis desde la perspectiva propuesta y mucho menos, sobre el tema general del presupuesto participativo en la ciudad. Al contrario, este reconocimiento conlleva una invitación a continuar con los diversos estudios e investigaciones que se ha estado multiplicando en Medellín en los últimos dos años (2007 y 2008) sobre el presupuesto participativo de la ciudad. Finalmente agradezco a todas las personas e Instituciones que contribuyeron en la elaboración de la tesis y al proceso general de aprendizaje sobre el presupuesto participativo de Medellín: Al Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y a sus profesores y profesoras por la formación académica que se traduce en el resultado presente. A mi asesor Germán Darío Valencia por su cercana y oportuna orientación en todo el proceso de elaboración de la tesis. A la Secretaría de Desarrollo Social de la Alcaldía de Medellín, especialmente al equipo de asesores del programa (Miguel Restrepo, Omar Urán, Jairo Foronda, Omar Rendón y Álvaro Avendaño). A los coordinadores zonales urbanos y rurales del presupuesto participativo (Adriana B., Adriana E., Dora Beatriz, Arlex, Pacho, Sonia M, Sonia V., Dora Z., Yamile, Diana). A los facilitadores y facilitadoras 16 territoriales del presupuesto participativo (Juan Bolívar, Claudia Tamayo, Dora Elsy, Paula, Johana, Elkin, Wilfer, Sara, Edwin, Beatriz, Miriam, Constanza, Claudia, Isabel y Margarita). A todos ellos por ser compañeros apasionados y comprometidos con los valores y principios políticos del presupuesto participativo en Medellín. Expreso también un agradecimiento especial a los ciudadanos y ciudadanas del corregimiento de San Cristóbal por la oportunidad de compartir con ellos varios ciclos anuales de presupuesto participativo y otros temas del corregimiento. Agradezco el acompañamiento de Darío, Tere, María Isabel y Paula. Y a mis queridos compañeros y compañeras de la Séptima Cohorte de la Maestría: Ana, Max, Paula, Gisela, Jaime, Iván, James, Esteban, Ayder, Alejo, Viviana y Verónica. 17 1. LA GESTION PÚBLICA DEMOCRÁTICA La democratización de la gestión pública es un tema de reflexión actual, en el marco más amplio de la reflexión sobre el papel del Estado. Esta reflexión es rica en el contexto latinoamericano en el que distintos académicos concentran su producción intelectual en el análisis de los gobiernos locales, las administraciones públicas y la gestión pública. Gran parte de esta producción está recogida en las publicaciones y memorias de los eventos del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo –CLAD–. Entre los académicos destacados en este tema se encuentran Nuria Cunill Grau, Luis Carlos Bresser y Oscar Oszlak. Los temas y propuestas referidos a una gestión pública democrática están consignados en la Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la Gestión pública. Ésta en su preámbulo plantea que una gestión pública es buena en tanto cumple con los criterios de integridad, eficiencia, eficacia, efectividad, igualdad y equidad, en el horizonte de contribuir al desarrollo social y a la calidad de vida de las personas (CLAD, 2009). Estos criterios a su vez se contemplan en el marco de la democratización general de la sociedad. De acuerdo con la Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la Gestión pública, Las sociedades contemporáneas de Iberoamérica demandan, cada vez con mayor fuerza, la ampliación y profundización de la democracia como sistema político y, en particular, la democratización de la gestión pública. De suyo, la mejora de la gestión pública es consustancial al perfeccionamiento de la democracia. Es así como surge como paradigma social la búsqueda de una democracia plena, que se soporte, entre otros, en los derechos de información, participación, asociación y expresión sobre lo público, esto es, en 18 el derecho genérico de las personas a participar colectiva e individualmente en la gestión pública, lo que se puede denominar como el “derecho de participación ciudadana en la gestión pública” (CLAD, 2009, p. 2). Esta reivindicación del derecho a la participación ciudadana en la gestión pública está en el centro de las condiciones necesarias para propiciar la gobernanza democrática. La gobernanza es propuesta por Aguilar (2007) como un enfoque pos-gubernamental que reconoce en el gobierno a un agente de dirección necesario pero insuficiente, que necesita incorporar las capacidades sociales en la gestión de lo público porque debido a la complejidad actual de las sociedades “(…) se requiere ascender a un nivel superior de información, inteligencia, recursos, organización y eficiencia que rebasa las potencialidades gubernamentales y las de cualquier actor económico y social, razón por la cual se exigen formas sinérgicas de deliberación, interacción y asociación público-privada, gubernamental-social: conjunción de jerarquías, mercados y redes sociales" (Aguilar, 2007, p. 7). Desde el enfoque de gobernanza se reconoce que la apertura y diversificación de la esfera pública exige innovar en los procedimientos de toma de decisiones del gobierno y la implementación de las políticas públicas y se reconoce que la legitimidad de la acción gubernamental parte del involucramiento más activo de los ciudadanos, asignándole un nuevo rol al Gobierno como facilitador de estas relaciones (Caldera, 2007, p. 5) En este sentido, la democratización de la gestión pública supone establecer acciones, mecanismos y condiciones que posibiliten una relación de incidencia en lo público entre el Estado y la ciudadanía, más allá de los mecanismos representativos tradicionales. Esto implica determinar una serie de características propias de la gestión pública y definir un enfoque para la participación ciudadana que efectivamente se traduzca en una incidencia real de la ciudadanía en la gestión pública y que contribuya a su eficiencia.De acuerdo con la producción académica en mención, el proceso de democratización de la gestión pública debe contar con ciertos criterios a seguir por las administraciones públicas 19 en su modelo de gestión y con determinadas características de la participación ciudadana. En el primer caso, desde la gestión pública es necesario que ésta sea transparente, responsable en el sentido de la accountability, debe crear de mecanismos y herramientas para la influencia y control de la ciudadanía, proveer recursos, infraestructura y condiciones para la participación ciudadana y por último adoptar los resultados de la participación real y efectiva. En el segundo caso, la participación debe posibilitar la redistribución del poder social, permitir el acceso o ampliación de los derechos a la ciudadanía y contar con un diseño institucional funcional a los primeros (tipo de participación, niveles de participación, garantías y condiciones). A continuación se desarrollan las categorías de Gestión Pública y Participación desde sus diferentes subcategorías, con el objetivo de dejar establecidas los contenidos de lo que entiende por gestión pública democrática en este trabajo y que permitirá posteriormente abordar el análisis del presupuesto participativo en Medellín, como una modalidad de participación ciudadana en la Gestión Pública 1.1. La Gestión Pública Las administraciones públicas son aquellos organismos permanentes dentro del gobierno que ejecutan las políticas adoptadas por el Poder Ejecutivo o por la legislatura (Les Metcalfe, 1999). La gestión pública, por su parte, hace referencia al conjunto de acciones a través de las cuales estos organismos tienden al logro de sus fines, objetivos y metas. Es decir, la gestión pública es el modo o enfoque que adopta la administración pública para llevar a cabo los propósitos políticos determinados por los poderes legislativos y/o contemplados por los poderes ejecutivos en sus planes de desarrollo y en las políticas públicas. 20 El modelo de gestión pública de un gobierno está relacionado con las funciones y objetivos que le han sido determinados en un momento histórico al Estado. En este sentido, en tanto las administraciones públicas y la gestión pública son parte del Estado, sufren los cambios y transformaciones que ocurren en este. La última reforma del Estado, llamada la Reforma Neoliberal, tuvo como objetivo la superación de la crisis social y económica de América Latina en la década de 1980. Para este efecto se introdujeron cambios estructurales en el Estado en el ámbito económico y en el ámbito institucional, buscando resolver los aspectos más problemáticos de su funcionamiento administrativo. Las reformas del ámbito institucional fueron diseñadas para enfrentar la ineficiencia de la gestión estatal y lograr mayor aceptación en la población; es decir, hacer más eficiente la gestión pública y obtener mayor gobernabilidad para facilitar la implementación de todo el grupo de reformas. En este contexto se estableció que el objetivo de la reforma administrativa del Estado era… pasar de un paradigma administrativo preocupado solamente por el cumplimiento paso a paso de las normas y procedimientos, a un modelo basado en la evaluación a posteriori de los resultados que lograra una burocracia menos auto-referida, más consciente de los costos de las políticas públicas y preocupada por aumentar constantemente la eficiencia de las políticas (CLAD, 1997, p. 5). Frente a esta necesidad se concluyó que se debían transferir las prácticas gerenciales privadas a las organizaciones públicas. En este sentido, el paradigma adoptado fue el nuevo gerencialismo o el modelo de la Nueva gestión Pública (NGP). Este enfoque es un conjunto articulado de principios que orientan la dirección general de la reforma de la gestión pública. La NGP se define como: (…) una serie de cambios intencionales de las estructuras y procesos de organizaciones del sector público con el objetivo de que funcionen mejor (…) la 21 etapa inicial de la reforma se caracterizó por la aplicación de las tecnologías de gestión privada en el ámbito de las organizaciones públicas, la racionalización de estructuras y procedimientos, la revisión de los procesos de toma de decisiones y el incremento de la productividad de los empleados públicos (López, 2003, p. 9). Desde la Nueva Gestión Pública, las acciones del gobierno encaminadas al incremento de su eficiencia y legitimidad deben desarrollar las ideas de delegación en la toma de decisiones, orientación de la gestión hacia el mercado, orientación de la gestión al desempeño de los agentes, rendición de cuentas, transparencia, enfoque del ciudadano- cliente, incentivos a las burocracias y la gestión orientada por resultados. 1.1.1. Democracia y Participación en la gestión Pública A pesar de que desde 1980 han existido presiones para incluir dentro de la reforma el tema de la profundización de la democracia y que en los modelos contemporáneos de administración pública figura la introducción de mecanismos de participación ciudadana, el objetivo principal de estas reformas no ha sido la construcción de instituciones democráticas. Por ejemplo, el modelo más generalizado de gestión pública –la NGP–, si bien incluye mecanismos para darle voz a la ciudadanía, esta voz está limitada a la expresión de conformidad o inconformidad individual con los servicios de la administración pública. Actualmente la reflexión sobre la reforma del Estado Incluye con mayor énfasis la preocupación por la democratización del sistema político. Como lo plantea De Souza (2003), es necesario replantear los cánones en los que se desenvuelve la práctica democrática en la contemporaneidad y darle un nuevo significado a la democracia. En este sentido, De Sousa afirma que la democracia debe entenderse como “(…) todo el proceso de transformación de relaciones de poder en relaciones de autoridad compartida. 22 Y esto no sólo en el espacio público; también en la familia, en la calle, en la escuela, en la fábrica” (De Sousa, 2003). Este significado de democracia supone ampliar en dos sentidos la noción tradicional de la democracia: en primer lugar, implica ampliar los modos en los que los ciudadanos participan del poder político y, en segundo lugar, demanda la ampliación de los temas incluidos en las agendas políticas, en tanto el incremento en la participación traerá consigo la necesidad de incluir y reconocer temas de interés para los ciudadanos, no priorizados por los gobiernos y sus cuerpos burocráticos. El énfasis en la ampliación de la participación contiene dos consideraciones importantes: de un lado, una mayor participación no significa la eliminación de los mecanismos representativos, y del otro, las formas de la participación democrática no están preestablecidas, sino que están abiertas en relación a las particularidades geográficas y culturales en las que se gestan, es decir, que hay prácticas democráticas alternativas2. Igualmente, el conjunto de prácticas que logran ampliar la incidencia de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas y que en su dinámica transforman las relaciones de poder entre el Estado y la sociedad, es lo que se denomina democracia participativa. Para Nuria Cunilll (2007), la democratización del sistema político se da a través de los mecanismos internos de la administración pública, pues se entiende que el control de la sociedad sobre el Estado contribuye a mejorar los resultados de la administración (Cunill, 2007, p. 425). Es decir, la democracia contribuye a mejorar la eficiencia de la administración pública, en tanto se entiende como una mayor posibilidad de control ciudadano en la gestión pública. En este sentido, la democratización de la gestión pública significa convertir a la ciudadanía en sujeto directo del controlde la Administración Pública. Para esta autora: 2 De Sousa “No hay democracia: hay procesos de democratización y hay principios alternativos, culturales, que permiten a los campesinos, a las comunidades negras, a las comunidades indígenas, tener la autoestima de ser los productores de modelos democráticos incluyentes” (De Sousa, 2003). 23 La construcción de viabilidad a la democratización de la administración pública no solo exige romper con los viejos mitos que ahora se renuevan en las corrientes gerencialistas y republicanas asociadas con la administración, sino que requiere dotar a la ciudadanía de auténticos medios de influencia sobre la administración pública, que además de permitir un reequilibrio del poder (mas democracia) aseguren un mejor control y más eficiencia de la administración (Cunill, 2007, p. 435). Diversos autores coinciden en un grupo de características que desde la administración pública contribuyen a dotar de medios de influencia a la ciudadanía (Cunill, 2007; CLAD, 2009; Ziccardi, 2004). Estas características son: la transparencia en la gestión de las acciones y los recursos públicos, la responsabilización del gobierno, la creación de mecanismos y herramientas para la influencia y control de la ciudadanía, la provisión de recursos infraestructura y condiciones para la participación ciudadana y la adopción de los resultados de la participación real y efectiva. En vista desde que la participación está siendo promovida casi de manera generalizada desde diferentes orillas de la política, estas características contribuyen a su vez identificar si la participación ciudadana promovida está dirigida principalmente a legitimar las decisiones del gobierno o si realmente permite un mayor nivel de incidencia y de autonomía de la ciudadanía en la gestión pública. Para Alicia Ziccardi estas características tienen mayor viabilidad en los ámbitos locales en donde pueden darse las relaciones más cercanas entre el gobierno y la ciudadanía (Ziccardi, 2004, p. 247). 1.1.2. Transparencia de las acciones y la gestión públicas La transparencia de las acciones gubernamentales es un valor reconocido y reclamado por la generalidad de las sociedades democráticas en la actualidad. Su vigencia está relacionada con el decaimiento de los autoritarismos y la revalorización de las democracias, especialmente con el replanteamiento del papel del Estado en las últimas décadas que reclama el incremento de su capacidad de gestión y una mayor visibilidad de 24 sus acciones y decisiones políticas (Cunill, 2005, p. 1). La transparencia es definida como “el flujo incremental de información oportuna y confiable de carácter económico, social y político, que es accesible a todos los actores relevantes” (Bellver, 2007, p. 3). En el contexto de las reformas institucionales del Estado, la transparencia representa un componente que contribuye a los objetivos de gobernabilidad y eficiencia de las acciones gubernamentales. En el primer caso, la transparencia expresa la apertura de las instituciones para que los ciudadanos o cualquier actor puedan seguir y evaluar las acciones de los agentes de la administración pública. Este hecho propicia el incremento de la confianza en el gobierno y en sus instituciones, tanto por el reconocimiento de los derechos ciudadanos de acceso a la información como por el conocimiento que adquiere cualquier actor sobre los resultados de la gestión gubernamental (Bellver, 2007, p. 3). En el segundo caso, la transparencia como herramienta evaluativa de la gestión pública, se convierte al mismo tiempo en un incentivo para que las agencias públicas se hagan más responsables por sus resultados. De acuerdo con Nuria Cunill (2005, p. 3), la transparencia contribuye a limitar la corrupción y disminuir los abusos de poder, por ejemplo, con la publicación de los sueldos de los funcionarios se evitaría auto concesiones de privilegios y con la publicación de las compras del gobierno que permite comparar los precios, se podría evitar la corrupción en la contratación. La transparencia puede producir más democracia porque las relaciones de poder se transforman. Según Cunill: “la transparencia, en definitiva, puede ayudar a mejorar la calidad democrática de las decisiones y políticas públicas y a potenciar los otros medios de democratización de la administración pública” (2005, p. 4). Quienes detentan el poder deben actuar en un contexto de escrutinio público y control social y los ciudadanos son motivamos a participar activamente en tanto reconocen las posibilidades de incidir en la formación de las decisiones y en la generación de bienes y servicios públicos. Igualmente, 25 la transparencia puede ser un incentivo para mejorar el desempeño a través de la presión social que resulta del reconocimiento público de los resultados de la gestión institucional. Concursos, premios, calificaciones sobre la gestión de las agencias públicas, pueden tener un efecto estimulante en los directivos y en los integrantes de los equipos que se verán conminados a mejorar o por lo menos mantener sus niveles de desempeño (Cunill, 2005, pp. 6-7) También la transparencia es un incentivo para el mejoramiento de la gestión pública. Esta estimula la competencia entre ideas, argumentos o políticas en el caso de los organismos normativos y/o formuladores de políticas; estimula la competencia entre los organismos o equipos ejecutores de las políticas quiénes se ven convocados a visibilizar los resultados de su trabajo. La competencia, a su vez, facilita la medición del rendimiento de las agencias públicas y limita la corrupción porque despoja a los agentes públicos del monopolio de la oferta de bienes (Wagner, 1994, p. 24). En contraste con lo anterior, el ocultamiento de la información puede invisibilizar también las deficiencias del gobierno y agravarlas, porque dificulta que se establezcan compromisos creíbles y escasea la información lo que da lugar a la generación de la competencia destructiva por la información: “En definitiva, si la información es escasa, se convierte en un bien valioso, y se crean mercados y surgen personas con motivos para mantener la escasez artificialmente creada. Esta es una razón más por la que la transparencia requiere ser expresamente perseguida. Si ella no existe, aumenta tanto la percepción como la realidad de que la información es asimétrica” (Cunill, 2005, p. 6). La transparencia supone disponer de información de utilidad. Para que la información pueda ser usada debe ser accesible, relevante, confiable y de calidad. Su relevancia se establece en relación con su usuario principal, lo que exige que la información pueda ser utilizada en este caso, para los fines que la ciudadanía estime pertinentes. La accesibilidad 26 a la información se refiere a cómo se proporciona ésta, “(…) significa posibilitar que la ciudadanía se apropie con facilidad de la información, lo que entre otras cuestiones supone establecer mecanismos para la indización y referenciamiento cruzado de los datos, de forma de permitir búsquedas eficientes y agregaciones definidas por el usuario y no sólo por la autoridad” (Cunill, 2005, p. 10). Esto implica para los organismos públicos, reestructurar su funcionamiento para facilitar la gestión, archivo y publicidad de la información que produce permanentemente, incluyendo su adecuada traducción de un lenguaje especializado a uno comprensible por el ciudadano común. Además de estas condiciones, Cunill agrega la exigibilidad de la información como otro aspecto que requiere ser mencionado, pues el reconocimiento del acceso a la información como un derecho resuelve el dilema de ¿cuál es la información pública y cuál la confidencial? que queda tantas veces a discrecionalidad de los funcionarios públicos.Además, afirma que tan importante como es el derecho a la información, son también los canales de acceso que pueden crear las instituciones públicas: reuniones abiertas, audiencias públicas, elaboración participativa de las políticas, entre otros. Veamos una propuesta de clasificación de los canales institucionales de transparencia en la gestión pública (Cuadro 1). Cuadro 1. Posibilidades en los canales institucionales de transparencia de la gestión pública Instancias de intervención Tipo de mecanismo Formación de decisiones Resultados Procedimientos Audiencias Públicas Exigencia de rendición de cuentas Exposición Pública de proyectos de decisión Publicidad de la gestión de intereses (lobbys) Órganos Consejos deliberativos Comités de vigilancia o veedurías ciudadanas Mixtos Presupuesto Participativo 27 Cartas de compromiso Fuente: Cunill, 2006, p. 18. 1.1.3. Rendición de cuentas o responsabilización (accountability) Es importante destacar que el concepto utilizado en la traducción al castellano para esta palabra Accountability se diferencia entre autores. Nuria Cunill (2006) asume la traducción como responsabilización y Andreas Schedler (2007)3 como rendición de cuentas; sin embargo ambos conceptos tienen en lo fundamental el mismo contenido. En este trabajo se adopta el concepto de rendición de cuentas, aunque para efectos de la exposición en este apartado se aplicará el concepto correspondiente al autor de referencia. En su sentido tradicional, la responsabilización hace referencia al control ejercido sobre la administración pública por los representantes electos y los políticos a través de controles jerárquicos. Esta concepción presupone tanto la separación de la política de la administración pública, como la supremacía de aquella sobre esta y asume que la administración pública es neutral e imparcial, enmarcada en un sistema legal que contribuye a evitar los abusos de poder. Frente a esta concepción la ciudadanía tiene como única herramienta para expresar su satisfacción o insatisfacción el apoyo a uno u otro actor político durante las elecciones (Cunill, 2003). Actualmente el concepto de accountability ha sido retomado en un sentido distinto que establece la obligación de los agentes públicos en la provisión de información sobre sus acciones y el derecho de los ciudadanos a su acceso de una manera directa. De acuerdo 3 “Aunque los dos conceptos de rendición de cuentas y de responsabilidad lucen muy similares, su traslape no es perfecto. La rendición de cuentas implica la responsabilidad ante alguien; y al revés, ser responsable ante alguien conlleva la obligación de rendirle cuentas. Los agentes son responsables ante sus principales; por tanto, están obligados a rendirles cuentas. Los portadores de poder son responsables ante quienes se vean afectados por sus decisiones; por tanto, están obligados a rendirles cuentas. En cambio, los nexos entre rendición de cuentas y responsabilidad por algo son menos estrechos. Mientras quien rinde cuentas debe ser responsable por sus actos, lo inverso no necesariamente es el caso. Alguien puede ser enteramente responsable por sus actos sin tener que responder por ellos ante nadie” (Schedler, 2008, p. 25). 28 con Cunill (2005, p. 5), la responsabilización o accountability pública: “tiene dos dimensiones: i) el poder de fiscalizar, y en su caso sancionar por parte de los ciudadanos, y ii) el deber de explicar y justificar el desempeño y uso del poder por parte de los agentes públicos”. La relación entre responsabilización y transparencia puede entenderse en dos vías complementarias: 1) La responsabilización es el medio, instrumento o vehículo para el logro de la transparencia, en tanto la transparencia como principio político de gestión crea las condiciones para que la ciudadanía pueda llevar a cabo las acciones de control sobre la gestión pública. 2) La transparencia es un resultado o consecuencia del desempeño de los agentes públicos, en palabras de Cunill “la responsabilización (accountability) también apunta a la creación de transparencia” (2005, p. 5). Para Schedler la rendición de cuentas o accountability es la rendición obligatoria de cuentas, sumada al derecho de exigir cuentas, en el objetivo de servir de instrumento para el control del poder. Como instrumento tiene tres maneras de actuar: “obliga al poder a abrirse a la inspección pública, lo fuerza a explicar y justificar sus actos, y lo supedita a la amenaza de sanciones” (2008, p. 13). La rendición de cuentas implica tareas de monitoreo, vigilancia, generación de datos, la generación de evidencias y el intercambio de argumentos. Por supuesto su faceta impositiva demanda acciones efectivas para que la rendición de cuentas no se convierta en un ejercicio débil e ineficaz o en una cortina para ocultar las verdaderas acciones desde el poder. De acuerdo con Schedler (2008, p. 24): La idea rectora de la rendición de cuentas es controlar el poder político, no eliminarlo (…). Las agencias de rendición de cuentas tratan de impedir que el poder se vaya “por la libre”. Tratan de circunscribirlo, disciplinarlo, restringirlo –pero no eliminarlo, suprimirlo, abolirlo–. Su misión está en reducir las incertidumbres del poder, limitar sus arbitrariedades, prevenir y remediar sus abusos, volver predecible su ejercicio, mantenerlo dentro de ciertas normas y procedimientos preestablecidos. La rendición de cuentas presupone que las normas estén acompañadas de mecanismos de monitoreo a través de los cuáles sea posible evidenciar la violación de las normas 29 referidas a la provisión de información; y de igual manera las reglas deben contar con mecanismos que sancionen dichas faltas. De esta manera “la supervisión efectiva y la sanción efectiva, son esenciales para contar con una estructura de incentivos compatible con el mantenimiento de la norma” (Schedler, 2008, p. 16). De esta manera el papel del Estado en la actualidad, además de responder a las necesidades del desarrollo económico capitalista, también significa una apertura democrática, susceptible de ser desarrollada a través de prácticas participativas innovadoras promovidas desde la sociedad civil. El Estado contemporáneo deja de ser un proveedor de bienes y servicios para adoptar un rol que facilita la regulación económica y de los mercados y adecúa su aparato administrativo en el horizonte de la eficiencia, la eficacia y la gobernabilidad. En este transito se instalan las nociones de gobernanza, transparencia y rendición de cuentas como expresión de una apertura particular a la participación ciudadana en el manejo de lo público. Por esta veta, poco desarrollada en los paradigmas gerenciales, la democracia participativa encuentra una importante oportunidad para profundizar los procesos de democratización de la sociedad a través de un apoyo más claro de los gobiernos, en tanto la toma de decisiones compartida con la ciudadanía, ya está incluida en la agenda de las reformas del sector público. Y aunque exista la posibilidad de que los gobiernos no sigan esta vía, el acuerdo predominante sobre la conveniencia de esta línea de la reforma, constituye en sí misma una condición importante que contribuye a fundamentar las exigencias de mayor democratización tanto en el funcionamiento interno de la administración pública, como se sus relaciones con la sociedad civil. 30 1.1.4. Creación de mecanismos y herramientas para la influencia y control de la ciudadanía Esta característica se refiere a la creación de instituciones y a la introducción de modificaciones en la estructura organizacional de la administración pública, de manera que aumente el grado de institucionalización formal de la participación ciudadana. De acuerdo con Cunill: En este sentido,el panorama latinoamericano presenta avances significativos, ya que de escenarios dominados por encuentros esporádicos sujetos a la discrecionalidad de las autoridades gubernamentales, se ha pasado a la institución formalizada de diversas figuras de participación ciudadana en el aparato estatal, incluso las más de las veces con bases normativas. Sin embargo, un dilema que aún permanece pendiente de resolver es cuánta institucionalización es requerida, de manera que no asfixie la autonomía social y a la vez no torne vulnerable la participación ciudadana. Otro dilema es cuánto de orgánicas deben tener las figuras de la participación ciudadana, sobre todo habida cuenta de que la organización es un recurso escaso que al ser privilegiado puede atentar contra el resultado a esperar: decisiones más justas, más equitativas y de mejor calidad (Cunill, 2008, p. 127). Una mayor institucionalidad se expresa en la adopción de normas que establezcan los escenarios y temas de incidencia de la ciudadanía y que creen soportes orgánicos dentro de la administración pública como la creación de agencias y equipos de funcionarios que hagan viable las relaciones permanentes con la ciudadanía. 31 1.1.5. Provisión de recursos infraestructura y condiciones para la participación ciudadana Una concepción integral y democrática de la participación ciudadana en la gestión pública, requiere de los gobiernos la provisión de condiciones para la participación ciudadana. Dentro de éstas se encuentra la destinación de recursos, la provisión de información oportuna y adecuada; la circulación de esta debe contar con canales de comunicación que garanticen que es recibida por sus destinatarios, la educación para la participación ciudadana que involucre a la ciudadanía y a los funcionarios públicos y la implementación de programas de formación, sensibilización e información de la ciudadanía sobre su derecho a la participación. De igual manera el Estado debe garantizar que los mecanismos son efectivamente participativos e inclusivos y que las convocatorias ciudadanas son formales, amplias y abiertas. (Ziccardi, 2002, p. 9). También la existencia de instancias, escenarios y disposición de espacios públicos de deliberación determinan en gran medida las posibilidades de la participación, aunque no se puede afirmar que la determinan absolutamente porque las prácticas irruptivas, informales o no institucionalizadas también son participación. La apertura del sistema político a la expresión ciudadana, es otra de las condiciones generales, pues hace referencia a la posibilidad real de que la participación se convierta en negociación entre los actores interlocutores públicos que toman las decisiones (Borja, 2002, p. 85). Por último, es importante el reconocimiento de los distintos saberes. Esto significa validar la experiencia y conocimiento de los actores sociales y comunitarios, que no son técnicos, ni científicos como los que predominan en el personal administrativo del gobierno. Como afirma De Sousa (2003, p. 1) “(…) es necesario pasar de una tecno burocracia a una tecno democracia y para eso es necesario realmente esa justicia cognitiva, esa ecología de saber, ese reconocimiento de la diversidad desde los saberes”. 32 1.1.6. Adopción de los resultados de la participación real y efectiva La participación ciudadana en la gestión pública debe traducirse en consecuencias para los poderes públicos; es decir, los entes y órganos públicos y los particulares a quienes se han transferido competencias públicas, deben poder verse afectados en sus decisiones, metodologías o enfoques como producto de la participación. En este sentido es necesario que se determine para cada instancia o escenario participativo, el poder real que tiene la ciudadanía en el mismo para incidir, transformar o cambiar las decisiones, pues se entiende que el nivel y alcance de la participación varía en relación con los temas e instancias, ya que no se trata de soslayar el hecho de que el gobierno es fundamentalmente representativo. 1.2. Participación ciudadana La participación ciudadana es el componente de la democratización de la gestión pública en el que se concreta la relación del gobierno con la ciudadanía. Para que la participación ciudadana efectivamente contribuya a este proceso democratizador debe poder contar con algunos elementos específicos en su enfoque, definición y diseño institucional. En este sentido se entiende que la participación ciudadana es un instrumento que sirve al cumplimiento del objetivo general de acceso a los derechos de la ciudadanía y al acceso a los bienes básicos de la ciudad (Ziccardi, 2002, p. 2.). Tiene como funciones contribuir a la legitimidad del gobierno, promover una cultura democrática y hacer más eficaces las decisiones y la gestión pública (Ziccardi, 2004, p. 250). En este sentido tiene una función complementaria y no antagónica a los objetivos de eficacia de la administración pública. En este sentido se entiende aquí por participación ciudadana: [El] proceso de construcción social de las políticas públicas que, conforme al interés general de la sociedad democrática, canaliza, da respuesta o amplía los 33 derechos económicos, sociales, culturales, políticos y civiles de las personas, y los derechos de las organizaciones o grupos en que se integran, así como los de las comunidades y pueblos indígenas (Carta Iberoamericana de Participación en la Gestión Pública, 2009). Para Ziccardi (2002, p. 3),"durante años, el crear instancias institucionales para la participación social no ha garantizado que los ciudadanos sean protagonistas del diseño y formulación de las políticas locales. Por el contrario, estas formas de participación sólo han sido intentos de legitimar ciertas políticas formuladas tanto por el gobierno local, como por las instancias del gobierno federal”. Sin embargo los procesos de apertura democrática han permitido reconocer y valorar la participación de la ciudadanía en la búsqueda de soluciones a los problemas sociales y han contribuido a su vez a crear condiciones para una gobernabilidad democrática. Esta autora identifica también como algunos de los obstáculos para la participación ciudadana las formas tradicionales de representación de los intereses ciudadanos, la ausencia de diseños originales de la participación, las resistencias de funcionarios, técnicos y políticos para dialogar y tomar de cisiones conjuntamente con la población y, especialmente, la falta de instrumentos novedosos y eficaces de participación ciudadana Para superar estos obstáculos “deben generarse compromisos y condiciones institucionales y, sobre todo, existir el convencimiento de que la deliberación pública y la interacción social, la aceptación y el respeto por el pluralismo ideológico, son valores y prácticas positivos y esenciales para vivir en democracia” (Ziccardi, 2002, p. 2). Si bien se considera que los gobiernos deben crear condiciones para la participación ciudadana, no se puede descuidar el enfoque, y características de la participación ciudadana que se concretan en el diseño institucional que adopta en el momento de hacerse efectiva en la gestión pública. Es decir, es necesario armonizar todos los contenidos de la participación ciudadana y explicitar sus características hacia los objetivos 34 de acceso a los derechos de la ciudadanía y al acceso a los bienes básicos de la ciudad. A continuación se explicita el enfoque de ciudadanía, los objetivos y las características del diseño institucional de la participación ciudadana en la gestión pública. 1.2.1. La ciudadanía como participación activa en la esfera pública De acuerdo con Cunill, una gestión pública democrática requiere un papel activo y protagónico de los ciudadanos y las ciudadanas en la esfera pública. En este sentido, la ciudadaníatoma parte en las decisiones públicas efectuando un desplazamiento de sus acciones exclusivamente del ámbito privado al público, lo que significa en primera instancia, que no delega en su totalidad la responsabilidad sobre las decisiones políticas en los representantes elegidos. El rol ciudadano que se propone en la democracia participativa pone su énfasis en el concepto de participación, entendiendo que la participación activa en la vida pública estimula y desarrolla nuevas formas de responsabilidad y autonomía, favorece la reciprocidad en la interacción social, fortalece el tejido social debilitado por el individualismo en las diferentes esferas de la vida social como el trabajo, la familia y el barrio, y promueve la inserción progresiva de nuevos actores en la deliberación y toma de decisiones. En consecuencia, la democracia participativa propone una amplia participación social y política en los espacios públicos no estatales, en los cuales la ciudadanía delibere, decida y ejerza control sobre la gestión estatal (Velásquez y González, 2003). Estas características implican necesariamente el replanteamiento del concepto dominante de ciudadanía expresado en la tradición del pensamiento liberal y compatible con el modelo de gobierno representativo. En el modelo de la democracia liberal representativa la ciudadanía constituye un estatus o una membresía que le otorga al individuo el derecho a tener derechos. El individuo en esta noción se concibe de manera abstracta, despojado de sus particularidades históricas, sociales, económicas y culturales porque es equiparado 35 o igualado frente a los demás individuos desde el punto de vista jurídico, es decir, desde la igualdad ante la ley. Este individuo es soberano de sí mismo, no está sometido a ningún poder externo y tiene capacidad para decidir de manera racional sobre su vida. Frente a la autodeterminación de este individuo el Estado no puede intervenir porque su esfera privada se mantiene al margen del poder estatal y el Estado debe limitarse a proveer y garantizar seguridad y justicia, a través de reglas para la acción y no sobre un modelo de vida buena que constriña al individuo en su accionar. El ciudadano de la tradición liberal se recoge en los asuntos de la vida privada, bajo el amparo de los derechos que el Estado debe garantizarle y deja a los políticos la responsabilidad sobre los asuntos colectivos. En concordancia con los postulados de la democracia participativa, la tradición republicana provee un concepto de ciudadanía que aborda de manera más adecuada las cuestiones sobre la profundización de la democracia. En el republicanismo el ciudadano es parte activa en la dirección de la sociedad mediante la deliberación y la toma de decisiones públicas porque se identifica con su comunidad política y se siente responsable de la promoción del bien común. Los ciudadanos republicanos confluyen en una esfera pública que se nutre de la pluralidad de identidades diversas y en la que la deliberación y la expresión de las ideas es posible y deseable, en tanto el encuentro, la confrontación y el debate público constituyen la garantía de la libertad y del mantenimiento de un orden político democrático. En esta visión, la ciudadanía debate sobre el bien común que no es la suma de las preferencias particulares, “ni el bien mayor para el mayor número de individuos, sino una categoría nueva, que surge del debate político sobre los asuntos públicos” (Villareal, 2009, p. 3) La tradición republicana identifica un déficit en la democracia liberal en tanto lo público es identificado exclusivamente con el Estado. Esta identificación oculta el papel del ciudadano como titular del poder en la toma de decisiones y trastoca el sentido del procedimiento de autorización que se efectúa a través del voto. Si lo público no es 36 idéntico al Estado, es necesario ampliar la esfera pública para evitar que lo político sea responsabilidad exclusiva de los profesionales de la política y de las burocracias administrativas. En este sentido, la visión republicana sobre el poder, (...) crea una situación de profundización de la democracia porque los ciudadanos resultan fortalecidos, logran compensar la balanza de las fuerzas del poder político, la esfera pública deja de estar remitida exclusivamente al Estado. (...) al oponerse a la concentración del poder, a los excesos en nombre de la mayoría, y al objetar la atomización social por permitir la desaparición de la política, está promoviendo a la vez una idea de la política según la cual los ciudadanos tienen el poder para liberarse de las estructuras que los reprimen (Restrepo, 2007, pp. 77- 78). La ciudadanía republicana plantea que la participación en la esfera pública hace parte de la autorrealización individual de los sujetos: “El ciudadano republicano introyecta en su identidad, como ideal de vida, la acción pública; allí puede reconocerse y realizarse como persona. En cuanto está en la vida pública para decidir cómo vivir colectivamente, en esa proporción, siente realizado su ideal de vida” (Restrepo, 2007, pp. 88). 1.2.2. La participación ciudadana y la redistribución del poder social Para Cunill (2008) la participación ciudadana contribuye a modificar los balances de poder en los procesos de toma de decisiones. Esto es posible en tanto la participación ocurre en condiciones de igualdad y pluralismo que permitan la inclusión de nuevos actores que creen y organicen las demandas ante las instancias gubernamentales. En este sentido la participación debe ser incluyente y extenderse a un mayor número de personas, es decir 37 generar una mayor representatividad social en los procesos de formación, implementación y evaluación de las políticas públicas. La redistribución del poder social a través de la participación es viable solo cuando la participación se traduce en consecuencias materiales para los participantes. Es decir, cuando el ejercicio de la participación afecta, modifica o incide realmente a través de diversas maneras en las acciones y decisiones que lleva cabo la administración pública y que a su vez se traduce de manera tangible en obras, proyectos, políticas o enfoques para el tratamiento de los asuntos de interés ciudadano. 1.2.3 La participación ciudadana y el acceso o ampliación de los derechos De acuerdo con Ziccardi (2002, pág. 2) La participación permite concretar el ejercicio de la ciudadanía en sus diferentes dimensiones: la ciudadanía civil asociada a derechos propios de la libertad individual (igualdad ante a la ley, libertad de palabra, de pensamiento, de religión, de propiedad ); la ciudadanía política que se sustenta en los principios de la democracia liberal y que supone el derecho de participar como elector y elegido, a través del sufragio universal y la ciudadanía social que refiere a los derechos a la salud, la educación, la seguridad social, la vivienda que debe garantizar el Estado al conjunto de la ciudadanía (cfr. TH Marshall, 1998). Dentro de estos últimos deben incluirse también el derecho al empleo, a la seguridad física, a los servicios básicos, a la protección del medio ambiente y del patrimonio histórico y cultural sobre el que se construye la identidad. El amplio y variado universo de las organizaciones sociales y de las instancias participativas está en relación con los derechos: grupos de mujeres, jóvenes, ambientales, culturales, organizaciones de gestión de vivienda social etc.; el horizonte que debe perseguir la participación ciudadana es el poder acceder y dotar de contenido la satisfacción de estos derechos. Esto significa que a través de la participación se reivindica el acceso al derecho y se puede intervenir en las decisiones de forma, contenido, presupuesto y demás 38 características que normalmente son definidas exclusivamente por los funcionariospúblicos. 1.2.4. Diseño institucional participativo Se entiende aquí el diseño institucional como todas las características de la participación que indican el tipo, instrumentos, nivel, condiciones y garantías de la participación ciudadana que en conjunto determinan las posibilidades reales de incidencia de la ciudadanía en el proceso de formulación, ejecución y evaluación de las políticas públicas. 1.2.4.1. Tipos de participación ciudadana Participación institucional y participación no institucional: En las prácticas institucionales la administración pública tiene un papel central ya sea como promotora de la iniciativa o porque adopta un papel de liderazgo y de compromiso frente a la misma. También es posible encontrar casos en los que la iniciativa proviene de la sociedad civil y por determinadas circunstancias han sido institucionales al ser asumidas por la administración. La participación no institucionalizada se da en todos los casos en los que las prácticas se dan al margen de la administración pública porque son iniciativa de la sociedad civil o tienen un alto grado de autonomía frente a las instituciones (OIDP, 2007, p. 50). Prácticas formales y prácticas informales: El nivel de formalidad o informalidad no es un criterio de distinción absoluto por lo que su carácter se establece gradualmente. Las practicas formales comparten como característica “(…) que gozan de un cierto grado de reconocimiento formal, ya sea mediante una regulación, mediante el uso de un método determinado o mediante un cierto grado de sistematización de la práctica participativa” (OIDP, 2007, P. 51). En sentido contrario, las practicas informales son 39 “todos aquellos canales informales (institucionales o no) a través de los cuáles la ciudadanía (organizada o no) puede incidir en la toma de decisiones públicas. Se incluyen aquí todas aquellas formas de relación entre la administración y la ciudadanía que no gozan ni de una regulación explícita ni de un cierto grado de sistematización” (OIDP, 2007, P. 51). El Observatorio Internacional de Democracia Participativa (OIDP) agrupa las prácticas participativas en el nivel local en las siguientes tipologías: Mecanismos de participación: Medio, herramienta o instrumento que permite la participación entre actores instucionales, organizacionales y sociales relacionados con la gestión pública municpal o local y pueden utilizados de forma aislada y puntual o en el marco de un proceso. Procesos participativos: Son todas las acciones secuenciales que se realizan por actores organizacionales, institucionales y sociales en coordinación con el gobierno local. Políticas públicas participativas: Como su nombre lo indica, se refieren a la elaboración de políticas públicas con un mayor o menor grado de participación. Sistema estable de participación: “(…) en un ámbito local está constituido por todos aquellos elementos de garantía y promoción de la participación de forma regular y permanente, más allá del sistema electoral general”. Esta compuesto por dos grupos de canales: El marco jurídico compuesto por toda la normatividad que institucionaliza la participación y por los órganos estables de participación, que son todos los ámbitos o instancias en los que se materializan y establecen prácticas participativas (OIDP, 2007, P. 55). En el sentido propuesto por Ziccardi (2004), estas tipologías también se pueden clasificar como instrumentos en relación con el objeto de la participación, es decir si las prácticas 40 participativas son de consulta pública, diseño de políticas sociales o de diseño, aplicación y evaluación de las políticas sociales (cuadro 2): 41 Cuadro 2. Tipología de las prácticas participativas Categoría Metodología Descripción P R O C ES O S Presupuestos Participativos Desarrollo de presupuestos de distrito, alcaldía o sub alcaldía con la participación directa de la ciudadanía. Planes estratégicos municipales Elaboración de visiones estratégicas de crecimiento y desarrollo a largo plazo de una localidad municipio o región Promoción económica local Desarrollo, implementación y seguimiento de planes y acciones tendentes a impulsar la economía local Agendas 21 Procesos participativos que buscan una visión integral y sostenible de la ciudad. Durante el proceso se trazan líneas generales y acciones específicas a ser incorporadas por todos los actores involucrados. Planes sectoriales Planificación de políticas sectoriales como la salud, la educación, el transporte, etc. Planes urbanísticos Planificación de políticas locales de ordenación urbana Proyectos educativos de Ciudad Sirven para diseñar estrategias y políticas locales en el ámbito de la educación, pero entendiendo ésta en un sentido amplio, más allá de la educación formal M A R C O S JU R ÍD IC O S Leyes vigentes o en preparación Legislación a nivel nacional y con aplicación local que se refiera o incida en la participación ciudadana 42 Decretos supremos vigentes o en preparación De tipo presidencial que se refieran o incidan en la participación ciudadana Ordenanzas vigentes o en preparación De origen en el legislativo municipal que se refieran o incidan en la participación ciudadana Resoluciones administrativas vigentes o en preparación De origen en el ejecutivo municipal que se refieran o incidan en la participación ciudadana Ó R G A N O S Consejos Ciudadanos Organizados por temas o por territorios; es un espacio protagonizado sobre todo por asociaciones y representantes de gremios profesionales Comisiones de trabajo Organizados para el tratamiento de temas específicos Comités de seguimiento Vigilan los recursos municipales para que sean invertidos en la población urbana y rural de manera equitativa Organizaciones territoriales/vecinales Grupos de ciudadanos y ciudadanas organizados en base a vínculos de tipo espacial (barrio, circunscripción, distrito, zona, etc.). Redes Ciudadanas Movimientos no institucionalizados de personas y asociaciones civiles nucleadas alrededor de visiones y objetivos concretos. Foros El foro está pensado para que se pueda constituir como un organismo independiente, para representar los intereses del conjunto de la comunidad en distintos puntos del proceso de elaboración y ejecución de una política determinada. Promocionan debates generales sobre el proceso y la participación de la población local en todas las etapas. Como organismo representante del consenso local, desempeña una función relevante al ser un grupo de presión por derecho propio, tanto a escala local como ante instancias superiores. Comités cívicos Son aquellos espacios participativos que permiten el ejercicio cotidiano de nuestra capacidad colectiva de proponer, planificar, realizar y evaluar los planes, programas y proyectos que sean necesarios para la relación entre sociedad civil, organizaciones sociales, instituciones y el Gobierno Municipal. M EC A N IS M O S Talleres Mecanismos de participación donde se encuentran uno o diversos grupos de personas para discutir y evaluar posibles escenarios, propuestas de actuación, etc. 43 Talleres de futuro El taller de futuro es un ejercicio que permite elaborar planes de acción a partir de las opiniones y los valores de los participantes. Reúne durante varias sesiones a representantes de diferentes grupos de interés, personas o entidades. La idea es conseguir una visión del futuro compartida por todos, y apuntar los pasos a seguir para alcanzar ese escenario imaginado. Audiencias Se incluyen aquí las experiencias donde algunas personas/ponentes exponen unos resultados o unas propuestas y luego el público debate o enmienda dichas propuestas sobre un tema específico. Referéndum Consulta que se hace al conjunto de la ciudadanía con derecho a voto, que puede participar con un voto igual, libre, directo
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