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INSUFICIENCIA CARDÍACA La insuficiencia cardíaca (IC) se define como el estado fisiopatológico, en el cuál una anomalía en la función cardíaca, hace que el corazón no pueda mantener un volumen minuto adecuado a los requerimientos metabólicos de los tejidos, o lo hace solo a partir de una presión de llenado ventricular elevada. La insuficiencia cardíaca congestiva constituye un síndrome clínico complejo caracterizado por anomalías de la función ventricular izquierda y de la regulación neurohumoral, que se acompaña de: ̵ Intolerancia al ejercicio. ̵ Retención de líquidos. ̵ Reducción de la longevidad. Aunque la IC implica el fracaso de la función de bomba del corazón, sus manifestaciones clínicas dependen de la repercusión hemodinámica que determina en otros órganos. • INCIDENCIA Y PREVALENCIA Prevalencia: 1-2% de la población se duplica cada 10 años a partir de los 50 años. Alta mortalidad semejante al SIDA o al cáncer. Es una de las principales causas de re-internaciones. Sobrevida a 10 años: <25%. Mayor incidencia en mayores de 65 años con: HTA, diabetes, IAM o isquemia, insulinorresistencia, hipertrofia VI, valvulopatías, dislipidemia, fumadores, microalbuminuria. • ETIOLOGÍAS MAS FRECUENTES Primarias: por afectación del corazón, producen sobrecarga hemodinámica. Secundarias: Mecanismos bioquímicos y fisiológicos, causan depresión miocárdica. ̵ Enfermedad coronaria (más frecuente). ̵ Hipertensión arterial. ̵ Miocardiopatía dilatada idiopática. ̵ Chagas. ̵ Valvulopatías. ̵ Miocardiopatia hipertrófica- restrictiva. ̵ Cardiopatía isquémica necrótica. ̵ Miocarditis: tóxicas (alcohólica - adriamicina - anfetamina - cocaína - órganos fosforados), virales: coxsakie. ̵ Miocardiopatías infiltrativas (amiloidosis, hemocromatosis), metabólicas (diabetes, hiper e hipotiroidismo), por enfermedades del colágeno. Etiología según el mecanismo fisiopatológico: 1) Por disfunción ventricular primaria: IAM, chagas. 2) Por sobrecarga ventricular de presión y volumen: HTA, valvulopatías. 3) Por restricción: pericarditis, miocardiopatía restrictiva. 4) Por alteraciones del ritmo: bloqueo AV completo, TV o SP sostenida. Etiopatogenia INSUFICIENCIA CARDÍACA POR DISFUNCIÓN VENTRICULAR SISTÓLICA Cuando la IC se debe a la disminución de la función de bomba del corazón, se dice que es secundaria a disfunción sistólica. En este caso existe un déficit de la contractilidad del miocardio, como es el resultado de la afección directa del musculo cardiaco, como en la cardiomiopatía dilatada o después de un infarto de miocardio, o como una sobrecarga al corazón como consecuencia de una lesión valvular o de una hipertensión arterial de larga evolución. Fracción de eyección (FE) <50 %. INSUFICIENCIA CARDÍACA CON FUNCIÓN VENTRICULAR PRESERVADA La causa más frecuente de IC con fracción de eyección preservada es la disfunción diastólica. En este caso existe una alteración de la distensibilidad y relajación ventricular que dificulta el llenado ventricular. Debido a la rigidez de la pared ventricular se produce un aumento precoz de la presión intraventricular con acortamiento de la fase de llenado rápido. En esta situación, la contracción auricular es básica para completar el llenado ventricular. En la disfunción diastólica la función contráctil esta conservada. Las causas más frecuentes de disfunción diastólica son: ̵ Hipertensión arterial. ̵ Cardiomiopatía hipertrófica. ̵ Cardiomiopatía restrictiva. También pueden observarse diferentes grados de disfunción diastólica en la cardiopatía isquémica o asociados a disfunción sistólica. La IC con función ventricular preservada también puede ser secundaria a alteraciones valvulares (insuficiencia, estenosis), malformaciones congénitas o a otras patologías cardiacas como tumores cardíacos o incluso ciertas arritmias rápidas. CAUSAS EXTRACARDÍACAS Finalmente, la IC puede darse a consecuencia de causas extracardíacas como la afección pericárdica, la anemia, alteraciones del tiroides o ciertas hipovitaminosis. • FISIOPATOLOGÍA Disfunción ventricular izquierda Disminuye el volumen sistólico Se activa el SRAA Hay retención de sodio y agua Disminución del flujo periférico Seguido de vasoconstricción Disminución del flujo renal Todo lleva a mayor retención de sodio y agua. Aunque, en casos especiales, el gasto cardiaco puede estar aumentado (anemia, beriberi, hipertiroidismo o fistulas arteriovenosas), en la mayoría de los pacientes con IC el gasto cardiaco esta disminuido. Con el descenso del gasto cardiaco se activa una serie de mecanismos de compensación, de manera que, aun con una afectación importante de la capacidad contráctil, el corazón puede mantener un gasto cardiaco adecuado, al menos en reposo. El primer mecanismo de compensación consiste en un aumento de la precarga (de acuerdo con la ley de Frank-Starling), de manera que el mayor volumen residual y el aumento de la presión telediastólica incrementan la fuerza de la contracción y el volumen de eyección del latido siguiente. Como consecuencia de esto, aparecen signos congestivos, disnea e incluso edema pulmonar. La hipertrofia, o aumento de la masa ventricular, es una forma de compensación frente a una sobrecarga mantenida. Cuando el corazón es incapaz de garantizar un gasto cardiaco adecuado en reposo, los vasos de resistencia mantienen la presión sistémica y distribuyen el flujo sanguíneo a las áreas vitales como el cerebro y el propio corazón. Para ello se ponen en marcha mecanismos neurohormonales de compensación como son el aumento del tono simpático el cual aumenta la contractilidad y la frecuencia cardíaca y favorecen la vasoconstricción periférica; y la activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona (otros mecanismos son las endotelinas, vasopresinas, sistema vasodilatador, bradicininas, NO, prostaciclinas y péptidos natriuréticos). Este aumento de activación adrenérgica, a la larga, es la causa de la reducción del número de receptores β-adrenérgicos del miocardio, de manera que existe una respuesta simpática atenuada, sobre todo durante el ejercicio. La disminución de la perfusión renal, el aumento de la actividad simpática y la reducción de aporte de sodio a la macula densa, estimulan la secreción de renina. Esta enzima activa el paso de angiotensinógeno que es liberado por el hígado, a angiotensina I que por acción de la ECA (enzima convertidora de angiotensina II) presente en pulmón se convierte en angiotensina II, el cual es un potente vasoconstrictor. La angiotensina II activa la liberación de aldosterona, que es responsable de la retención de Na y agua e interacciona con el sistema simpático para aumentar el tono vascular. Este mecanismo puede causar un excesivo aumento de la poscarga, retención de sal y líquidos, alteraciones electrolíticas y arritmias. La vasopresina (ADH) es una hormona hipofisaria que también se halla activada en la IC y que, al tener un papel importante en la regulación del aclaramiento de agua libre, contribuye a reducir su excreción y, en consecuencia, favorece la hiposmolaridad. Estos mecanismos compensadores se manifiestan en el sistema venoso por un aumento de la presión venosa secundario a la hipervolemia, y en el sistema arterial por un aumento de las resistencias periféricas. Para compensar la vasoconstricción debida a la activación simpática y del sistema renina-angiotensina, se estimulan otras hormonas con efecto vasodilatador como son los péptidos natriuréticos. Existen tres tipos de péptidos: - Péptido natriurético C o endotelial - Péptido natriurético auricular, que se libera cuando aumenta la tensión de estiramiento de la aurícula derecha. - Péptido natriurético cerebral (BNP) que se libera cuando aumenta la tensión de la pared del ventrículo izquierdo. Factores que afectan su nivel: Edad y sexo femenino; Fallo renal;TEP - sepsis - S.C.A; Enfermedad pulmonar con HTPulmonar; Obesidad; Tratamiento con vasodilatadores y diuréticos EV, IECA, BB, espironolactona, bypass AC, FE Y VI-ASISTENCIA VENTRICULAR, trasplante cardíaco sin rechazo. Estos dan lugar a vasodilatación y natriuresis, en un intento por contrarrestar los efectos maladaptativos inducidos por la activación neurohormonal. Con el tiempo estos mecanismos de compensación empeoran la función ventricular. Así, el aumento sostenido de la poscarga reduce aún más la fracción de eyección y, en consecuencia, el gasto cardiaco, mientras que el aumento del volumen residual aumenta las presiones de llenado (precarga). Con la disminución del gasto cardíaco se ponen en marcha mecanismos de compensación como son el aumento del tono simpático y la activación del SRAA, los cuales inducen un aumento de la poscarga y de la precarga, lo que incrementa el trabajo cardíaco y, a la larga, la disfunción ventricular. • FACTORES DESENCADENANTES Tan importante como el reconocimiento de la cardiopatía de base es la identificación de las causas desencadenantes de la IC. Una cardiopatía cualquiera, congénita o adquirida, puede existir durante muchos años y acompañarse de escasas o nulas manifestaciones clínicas. Estas pueden presentarse por primera vez en coincidencia con algún proceso agudo intercurrente que sobrecarga un miocardio lesionado de forma crónica. Causas desencadenantes más habituales: Arritmias. Los mecanismos que explican el papel determinante de las arritmias en la IC incluyen: - Reducción del tiempo de llenado ventricular. - Hipocontractilidad secundaria a taquicardia incesante (taquicardia-miopatía) o fibrilación auricular con frecuencia ventricular rápida, que es una de las causas más frecuentes de descompensación. - Disociación de la contracción auricular y ventricular. - Pérdida del sincronismo de la contracción ventricular (bloqueos de rama). - Ritmos lentos como en el bloqueo auriculoventricular (AV) también pueden desencadenar IC. Infecciones. La congestión pulmonar puede facilitar el desarrollo de infecciones respiratorias, si bien cualquier infección puede desencadenar IC (por toxicidad en el nodo SNA). La asociación de fiebre, taquicardia, hipoxemia y aumento de las demandas metabólicas es determinante de la sobrecarga. En la endocarditis bacteriana la destrucción valvular puede provocar IC aguda. Hipertensión arterial. La elevación brusca y excesiva de las cifras tensionales, como sucede en algunos casos de hipertensión de causa renal o por abandono de la medicación antihipertensiva, puede provocar IC aguda. La hipertensión arterial de larga evolución es la causa más frecuente de hipertrofia ventricular y de disfunción ventricular grave; en ambos casos puede causar IC crónica. Tromboembolia pulmonar. El gasto cardiaco bajo, la estasis circulatoria y la inactividad física favorecen la trombosis venosa profunda, con el consiguiente riesgo de embolia pulmonar. La tromboembolia pulmonar, tanto aguda como crónica, aumenta la presión de las arterias pulmonares lo que, a su vez, contribuye a dilatar el corazón derecho, empeora la disfunción ventricular derecha y disminuye el gasto cardiaco. Anemia. El descenso de transporte de oxígeno determina que el aumento de las necesidades de oxígeno por parte de los tejidos solo pueda satisfacerse con un incremento del gasto, lo que puede desencadenar IC aún con un corazón normal. Si existe cardiopatía previa, puede empeorar notablemente los síntomas y se asocia a peor pronóstico, especialmente cuando existe insuficiencia renal concomitante. Fármacos. Los AINE pueden empeorar la función renal, aumentar la retención de líquidos y agravar la IC. Fármacos con acción inotrópica negativa como el verapamilo pueden desencadenar IC. Los glucocorticoides que causan retención de líquido, algunos antidiabéticos orales, como las glitazonas, o algunos antidepresivos también puede dar lugar a IC. Infarto de miocardio Un infarto reciente puede desencadenar IC, sobre todo si es extenso. En este caso puede provocar un shock cardiogénico, situación de extrema gravedad o un edema agudo de pulmón. También si es pequeño, cuando se asocia a zonas extensas de isquemia periinfarto o determina la ruptura del musculo papilar o del septum interventricular. Estados circulatorios hipercinéticos Procesos febriles, el embarazo y la tirotoxicosis pueden desencadenar IC, sobre todo si existe una cardiopatía previa. • FORMAS DE PRESENTACIÓN Insuficiencia cardiaca aguda La IC aguda se define como la que presenta un inicio o empeoramiento rápido de los síntomas que requiere tratamiento urgente. Las causas más frecuentes son la crisis hipertensiva, el infarto de miocardio, la ruptura valvular (mitral o aortica) o una miocarditis. El edema agudo de pulmón es la forma más grave de IC aguda y se debe a una elevación súbita de la presión capilar pulmonar. Cursa con dificultad respiratoria extrema que se debe al paso de líquido al alveolo pulmonar; hay abundantes estertores crepitantes húmedos audibles incluso a distancia en ambos campos pulmonares y puede existir broncoespasmo asociado. Si no se trata rápidamente, puede ser mortal. El cuadro clásico es inconfundible: el paciente presenta una ansiedad extrema, necesita estar incorporado, transpira en abundancia, esta pálido y frio, la respiración es rápida (taquipnea e hipopnea) y se acompaña de tiraje, tos y expectoración rosada-asalmonada. En ocasiones, puede existir cianosis. Insuficiencia cardiaca crónica La IC crónica sigue un curso más lento y es la más comúnmente observada, se desarrolla en pacientes con valvulopatías, cardiomiopatías y cardiopatía isquémica o hipertensiva de larga evolución. Suele asociarse a signos congestivos que son consecuencia del fallo ventricular derecho aislado o, más frecuentemente, secundarios a fallo izquierdo. La manifestación clínica más importante es la disnea de esfuerzo. Es importante destacar que cuando un enfermo con IC por disfunción izquierda desarrolla una insuficiencia ventricular derecha, las formas más graves de disnea tienden a disminuir en intensidad y frecuencia, puesto que la incapacidad del ventrículo derecho para aumentar el volumen minuto evita la sobrecarga de líquido en el pulmón. En este caso, la sensación disneica es menor y suelen predominar los signos congestivos como hepatomegalia, edemas e incluso ascitis. • CLASIFICACIÓN 1. Clasificación funcional de la IC: La New York Heart Association (NYHA) estableció una clasificación funcional de los pacientes atendiendo al nivel de esfuerzo físico requerido para la producción de síntomas. ▪ Clase I. No hay limitaciones. La actividad física habitual no produce fatiga excesiva, disnea ni palpitaciones. ▪ Clase II. Limitación ligera de la actividad física. El enfermo no presenta síntomas en reposo. La actividad física habitual produce fatiga, disnea, palpitaciones o angina. ▪ Clase III. Limitación notable de la actividad física. Aunque en reposo no hay síntomas, estos se manifiestan con niveles bajos de actividad física. ▪ Clase IV. Incapacidad de llevar a cabo actividades en ausencia de síntomas. Estos pueden estar presentes incluso en reposo. 2. Clasificación según el grado evolutivo de la IC: ▪ IC en fase A. Incluye los pacientes con factores de riesgo de presentar IC, como hipertensión arterial, diabetes mellitus o dislipemia. Iniciar medidas de prevención. ▪ IC en fase B. Incluye los pacientes con alteración orgánica cardíaca, ya sea disfunción sistólica o diastólica, pero que todavía no han presentado signos ni síntomas de IC. Iniciar tratamiento para retrasar la aparición de los síntomas. ▪ IC en fase C. Incluye los pacientes con afectación cardíaca que presentan o han presentado síntomas y signos de IC. Deben recibir tratamiento para mejorar los síntomas y el pronóstico dela IC. ▪ IC en fase D. Incluye los pacientes con IC avanzada, con síntomas refractarios al tratamiento médico e importante incapacidad para las actividades diarias más comunes. Son candidatos a trasplante cardíaco, asistencia ventricular (AV) o medidas paliativas. La IC avanzada suele asociarse a diversos grados de insuficiencia renal (síndrome cardiorrenal) que es de causa multifactorial. El bajo gasto cardíaco puede reducir la perfusión renal, la activación neurohormonal causa vasoconstricción tanto de la arteriola aferente como de la eferente, el aumento de la presión venosa también dificulta la perfusión del riñón y finalmente, comorbilidades como la diabetes mellitus o la hipertensión arterial pueden contribuir a la aparición de insuficiencia renal. La importancia del síndrome cardiorrenal se debe a que su presencia empeora notablemente el pronóstico y los síntomas de la IC y también dificulta su tratamiento, ya que el aumento de la creatinina sérica obliga a reducir la dosis de inhibidor de la ECA (IECA) y además favorece la resistencia a los diuréticos. La anemia asociada a la insuficiencia renal puede agravar los síntomas de la IC. • CLASIFICACIÓN (según teórico) 1) AGUDA Y CRÓNICA. 2) DERECHA E IZQUIERDA. 3) SISTÓLICA Y DIASTÓLICA. 4) COMPENSADA O DESCOMPENSADA. 5) CON ALTO O BAJO VOLUMEN MINUTO. • MANIFESTACIONES CLÍNICAS Retrógrada: se pone en juego la ley de Starling. La distensión del ventrículo sirve para mantener un VMC normal, hasta cierto límite (aumenta la pre-carga): S/S de congestión de órganos. Anterógrada: hipoflujo de órganos vitales, como cerebro, riñón, hígado y músculos. Activación SRAA, síncope, disnea. Síntomas izquierdos: Disnea-ortopnea astenia, confusión mental, debilidad muscular. Síntomas derechos: Se atenúa la disnea, siendo generalmente de decúbito, hepatalgia, edemas de miembros inferiores, fatiga, vértigo, síncope, anorexia, náuseas y vómitos. Interdependencia ventricular: disminuye la actividad de ATPasa y noradrenalina primero en el ventrículo afectado y luego en el otro (continuidad de fibras septales). IC aguda: predominan los síntomas derivados de la falla anterógrada (hipoperfusión): Infarto masivo de VI - bloqueo AV completo - taquiarritmia- embolia Pulmonar masiva. IC crónica: aparecen síntomas relacionados con la congestión retrógrada. Con VM disminuido (la mayoría de las IC): extremidades frías, a veces pálido-cianóticas. Con VM aumentado: aumento en términos absolutos, pero disminuido en relación a los requerimientos. Es menor que antes de desencadenada la IC: extremidades calientes, con pulso amplio): tirotoxicosis - fístula AV - anemia grave - embarazo - beri-beri - enfermedad ósea de Paget. Disnea: traduce el aumento del esfuerzo requerido para la respiración y es el síntoma más frecuente del fallo ventricular izquierdo. Al principio se observa sólo durante el ejercicio importante. A medida que la IC progresa, esfuerzos cada vez menores ocasionan disnea que, en fases avanzadas, puede darse en reposo. La disnea es secundaria a la elevación de la presión de llenado ventricular izquierdo, que determina un aumento de la presión de la aurícula y de las presiones venosa y capilares pulmonares. Al elevarse la presión venosa pulmonar por encima 12 mm Hg, las venas pulmonares se distienden y, cuando se alcanza la presión oncótica del plasma de 25-30 mm Hg, hay trasudación del líquido capilar al espacio intersticial. En estas condiciones puede producirse edema intersticial que reduce la distensibilidad del pulmón. El oxígeno consumido en el acto de respirar aumenta a causa del mayor trabajo realizado durante la inspiración; ello, unido a la reducción del aporte de oxígeno, contribuye a la sensación de falta de aire. Ocurre disnea intensa en estadios avanzados de ICD por hipertensión pulmonar severa a cor-pulmonale agudo. Ortopnea: es la disnea de decúbito. El paciente utiliza con frecuencia varias almohadas para dormir y la sensación subjetiva de ahogo disminuye al incorporarse. En los casos de IC avanzada el paciente no puede descansar acostado y debe permanecer semisentado toda la noche. Disnea paroxística nocturna: se refiere a los episodios de disnea aguda que despiertan al paciente. Suele aliviarse cuando el paciente se incorpora (después de unos 35-40 min) y deja las piernas colgando fuera de la cama para disminuir el retorno venoso. Algunos pacientes encuentran alivio al sentarse frente a una ventana abierta. Asma cardíaca: es el broncoespasmo secundario a la propia IC, el edema peribronquial suele ser la causa. Puede aparecer con el esfuerzo u ocurrir de forma espontánea de noche. Tos: pueden ser una expresión de IC izquierda, en particular cuando se presenta con el primo-decúbito (al poco tiempo de acostarse el paciente), esta tos no es productiva. Nocturia: con frecuencia, el sueño es interrumpido por la necesidad de orinar. En la IC la cantidad de orina emitida por la noche es relativamente mayor que la diurna (nicturia) por la disminución de la vasocontricción renal. Sudoración: en algunos casos hay sudoración abundante debido a que el calor no se disipa adecuadamente por la vasoconstricción cutánea. En otros puede ser una manifestación de bajo gasto cardíaco. Fatiga o cansancio: la sensación de fatiga o debilidad muscular es inespecífica, pero son síntomas comunes de IC que dependen de la reducción del gasto cardíaco y de la disfunción endotelial que limita el flujo a las extremidades durante el ejercicio. Hepatalgia: la hepatomegalia congestiva puede producir dolor en el hipocondrio derecho o en el epigastrio, descrito como sensación de pesadez. Esta molestia se debe a la distensión de la cápsula hepática, puede ser muy acusada si el hígado aumenta de tamaño con rapidez, como en la insuficiencia ventricular derecha aguda. Fiebre: menor a 38ºC por vasoconstricción. • DIAGNOSTICO Criterios diagnósticos (Framingham) • EXPLORACIÓN FÍSICA. Inspección En reposo, los pacientes con IC ligera o moderada suelen presentar un aspecto normal. Sin embargo, pueden manifestar disnea con el ejercicio o al adoptar el decúbito. En la IC aguda, el aspecto del enfermo es de gravedad, el pulso suele ser rápido y su amplitud está disminuida. Los pacientes con IC avanzada se muestran fatigados y disneicos, y su presión arterial suele ser baja. La reducción del gasto cardíaco ocasiona vasoconstricción, que se manifiesta por palidez y frialdad de las extremidades y cianosis. En los últimos estadios de la IC puede producirse un estado de caquexia cuyo origen suele ser multifactorial. Pueden contribuir al mismo una mayor activación neurohormonal, el aumento de citocinas circulantes, especialmente del factor de necrosis tumoral, la reducción de las hormonas anabólicas, la enteropatía con pérdida de proteínas y la disminución de la ingesta por inapetencia. Auscultación pulmonar En la auscultación pulmonar suelen detectarse estertores de estasis que se producen como resultado de la trasudación del contenido capilar al alvéolo pulmonar. Se trata de estertores húmedos, de carácter crepitante, simétricos, que se auscultan durante la inspiración y no se modifican con la tos. Se detectan sobre todo en el plano posterior del tórax y en las bases pulmonares, aunque a veces son más difusos, como en el edema agudo de pulmón. Son bilaterales. En caso de ser unilateral son del lado derecho. Si aparecen solo del lado izquierdo, sugiere embolia de pulmón. A veces, la congestión bronquial puede determinar la aparición de sibilancias. Signos congestivos En la IC crónica suele haber signos de congestión que se manifiestan cuando se produce disfunción ventricular derecha, tanto aislada como secundaria al fallo izquierdo. El aumento de la presión venosa sistémica se detecta mediante inspección de las venas yugulares, cuya distensión es una buena aproximación a la presión de la aurícula derecha. Cuando el fallo ventricularderecho es leve, el pulso venoso yugular puede ser normal, aunque se eleva al comprimir de forma sostenida (durante 1 min) la región periumbilical (reflujo hepatoyugular). La presencia de reflujo hepatoyugular, que es un signo útil en el diagnóstico diferencial de las hepatomegalias, pone a la vez de manifiesto congestión hepática y la incapacidad del ventrículo derecho de asumir el aumento transitorio del retorno venoso. La hepatomegalia de estasis suele preceder al desarrollo de edemas. Si se ha producido rápidamente, la palpación del borde hepático, en general liso, resulta dolorosa. En cambio, la palpación del hígado de estasis crónica puede ser indolora. En ocasiones (insuficiencia tricúspidea grave) es pulsátil. Pulso hepático: sistólico (Insuficiencia tricúspidea severa) o presistólico (estenosis tricúspidea, pericarditis constrictiva, hipertensión pulmonar severa, estenosis pulmonar). Cuando la hipertensión venosa es grave y prolongada puede producirse también esplenomegalia. Criterios mayores: ̵ Disnea paroxística nocturna u ortopnea. ̵ Ingurgitación yugular. ̵ Rales crepitantes. ̵ Edema pulmonar agudo. ̵ Ritmo de galope por R3. ̵ Reflujo hepatoyugular. Criterios menores: ̵ Edema de tobillo. ̵ Tos nocturna. ̵ Disnea de esfuerzo. ̵ Hepatomegalia. ̵ Taquicardia. ̵ Derrame pleural. ̵ Disminución de la capacidad (1/3 de la mx.) El edema es un signo fundamental de la IC y para que aparezca tiene que haber un aumento mínimo del líquido extracelular de 5 litros en el adulto. Suele ser simétrico y se localiza en las partes declives. En el enfermo ambulatorio aparece primero en la región maleolar, en particular al final del día, mientras que en el paciente encamado suele localizarse en la región sacra. En la IC de larga evolución, los edemas pueden generalizarse y aparecer ascitis (con frecuencia exudativa) y, en casos extremos, edema en la pared abdominal y en los genitales. La presencia de ascitis indica hipertensión venosa de larga evolución. En los pacientes con lesiones de la válvula tricúspide y en la pericarditis constrictiva, la ascitis es más frecuente que el edema subcutáneo. El edema periférico crónico se acompaña de induración y aumento de la pigmentación de la piel del área pretibial. La retención de líquido puede manifestarse inicialmente por un aumento del peso corporal. El derrame pleural puede ocurrir tanto en la IC derecha como en la izquierda, ya que las venas pleurales drenan tanto en el circuito venoso sistémico como en el pulmonar. Se lo observa generalmente en hipertensión venosa de ambos circuitos. Suele ser bilateral. Manifestaciones cardíacas En general, la IC por disfunción sistólica se acompaña de cardiomegalia, mientras que en la disfunción diastólica o en la pericarditis constrictiva el tamaño del corazón suele ser normal. En el primer caso, el ventrículo izquierdo es el más comúnmente afectado, la palpación revelará un desplazamiento del ápex a la izquierda. El crecimiento del ventrículo derecho se reconoce por la palpación de un latido enérgico junto al borde esternal izquierdo. El ruido de galope ventricular (tercer ruido), constituye un valioso dato de IC cuando se detecta. En las sobrecargas de volumen (insuficiencia mitral y aórtica y cortocircuitos de izquierda a derecha) la auscultación de un tercer ruido no debe homologarse necesariamente a IC. Se ausculta mejor en el ápex (galope ventricular izquierdo) o en el 4° o 5° EIC izquierdo, junto al esternón (galope ventricular derecho). El galope auricular (cuarto ruido) es un indicador menos específico de IC. Suele acompañar a las sobrecargas de presión y se origina como consecuencia de una contracción auricular enérgica, que ha de vencer la resistencia ejercida por un ventrículo rígido. La presencia de soplos sistólicos, de insuficiencia mitral y tricúspide, es secundaria a la dilatación del ventrículo correspondiente. La hipertensión pulmonar secundaria al fallo izquierdo es responsable del aumento de intensidad del componente pulmonar del segundo ruido, que puede exceder la del componente aórtico. Pulso, débil y filiforme con frecuencia cardíaca aumentada (compromiso importante del VS). Cae la presión del pulso (diferencial). Cuando la presión del pulso/presión sistólica es menor del 25% se correlaciona con VMC menor de 2,2 litros/m2. Pulso alternante: se palpa mejor en femorales. por recuperación incompleta del miocardio. Caquexia cardíaca: en ICC, crónica derecha. Aumento del metabolismo total por aumento del consumo O2 miocárdico, por trabajo excesivo de la respiración, por febrícula, por aumento TNF (factor de necrosis tisular) o por reducción de la ingesta calórica. • ESTUDIOS COMPLEMENTARIOS Radiografía de tórax: permite apreciar el tamaño y la configuración de la silueta cardíaca. Cuando hay cardiomegalia, el índice cardiotorácico está aumentado. La congestión se debido al efecto de la presión hidrostática, las venas de los lóbulos inferiores son más prominentes que las apicales en bipedestación. La relación entre el tamaño de las venas apicales y basales se altera cuando se produce hipertensión pulmonar; en tales circunstancias, las venas de las porciones superiores aparecen distendidas en relación con las de los lóbulos inferiores. El aumento de la presión arterial pulmonar se manifestará por la dilatación de las sombras hiliares derecha e izquierda. El edema intersticial se produce por la acumulación de líquido alrededor del capilar pulmonar. Con la acumulación de líquido, los tabiques interlobulillares situados en la periferia del pulmón se hacen visibles, en particular en los lóbulos de la base. Aparecen como densidades lineales bien definidas, horizontales próximas a la superficie pleural y con una longitud de 1-3 cm (líneas B de Kerley). Las líneas más largas que se extienden desde el hilio hacia la periferia en las porciones alta y media del pulmón (líneas A de Kerley) corresponden a las conexiones interlobulares existentes a este nivel. El edema alveolar se reconoce sin dificultad, ya que determina la aparición de la imagen característica “en alas de mariposa”, constituida por exudados confluentes en los hilios pulmonares. El borramiento de los ángulos costofrénicos sugiere la existencia de derrame pleural. Exámenes de laboratorio: El análisis de orina puede mostrar proteinuria. El nitrógeno ureico y la creatinina pueden elevarse ligeramente (por fallo pre-renal). La disfunción hepática se manifiesta por un aumento ligero de la bilirrubina y de las enzimas hepáticas: GOT, GPT, GGT y LDH. En casos de congestión hepática aguda las cifras de bilirrubina y las enzimas hepáticas pueden elevarse muy significativamente. El ionograma es normal, aunque la restricción de sodio en la dieta y la incapacidad para excretar agua por aumento de la ADH pueden conducir a una hiponatremia por dilución. Las concentraciones plasmáticas elevadas de péptido natriurético cerebral (BNP o NT-pro-BNP) son útiles para el diagnóstico de IC. Los valores en plasma de BNP aumentan cuando aumenta la presión telediastólica ventricular izquierda, por lo que se encuentran elevados en la IC descompensada. Una concentración normal o baja de BNP en un paciente sin tratamiento hace poco probable el diagnóstico de IC, por lo que es especialmente útil para establecer el diagnóstico diferencial con otras causas de disnea. Hay que tener presente que pacientes con IC compensada o con tratamiento pueden tener valores de BNP próximos a la normalidad; las cifras de BNP muy elevadas en estos pacientes constituyen un signo de mal pronóstico. Marcadores bioquímicos: Correlaciones inversa entre niveles de noradrenalina plasmática, renina plasmática, vasopresina (ADH), péptido natriurético auricular, hiponatremia. ECG: No hay datos electrocardiográficos específicos de IC, aunque el trazado de estos pacientes suele ser siempre anormal debido a la gravedad de la cardiopatía de base. ̵ Sobrecarga ventricularizquierda. Hipertrofia. ̵ Fibrosis. Isquemia lesión subendocardica. ̵ Bloqueo de rama izquierda. ̵ Bloqueo de rama derecha. HBAI ̵ Bloqueo AV. ̵ Sobrecargas auriculares. ̵ Sobrecarga e hipertrófia ventricular derecha. Ecocardiografía Doppler: es una técnica básica que permite: ̵ Valorar la etiología de la IC. ̵ Apreciar la anatomía y la función cardíaca con gran fidelidad. ̵ Distinguir entre disfunción sistólica y diastólica. ̵ Determinar de la presencia de hipertrofia ventricular y si hay obstrucción dinámica del tracto de salida del ventrículo izquierdo en caso de miocardiopatía hipertrófica obstructiva, así como para valorar la infiltración miocárdica típica de la miocardiopatía restrictiva. La existencia de trabeculación ventricular anómala permite diagnosticar la miocardiopatía no compactada. ̵ Estudiar cardiopatías congénitas y valvulares. ̵ Analizar la morfología valvular y establecer el diagnóstico y gravedad de las alteraciones valvulares, tanto en caso de insuficiencia como de estenosis. ̵ Valorar disfunción microvascular. ̵ La vía transesofágica permite detectar verrugas, rotura de cuerdas u otras alteraciones valvulares y es básica para el diagnóstico de endocarditis bacteriana, tumores cardíacos, cortocircuitos y otras anomalías menos frecuentes que pueden ser causa de IC. El diagnóstico de disfunción diastólica se establece cuando la IC se asocia a función ventricular preservada y existe evidencia de alteración de la relajación. La disfunción diastólica suele ir acompañada de dilatación auricular y, cuando se asocia a hipertensión arterial, de hipertrofia ventricular. La reducción de la fracción de eyección define la disfunción sistólica, que en ocasiones puede ser asintomática, como después de un infarto de miocardio, pero que generalmente se asocia a IC sintomática. El aumento de los diámetros ventriculares y la reducción de la excursión diastólica de la válvula mitral (como expresión de un gasto cardíaco bajo) se observan en fases avanzadas de la enfermedad, en las que también existen patrones de llenado ventricular de tipo restrictivo, generalmente asociados a un peor pronóstico. RMN: Se utiliza para valorar la anatomía, función, remodelado y masa ventricular. Permite diagnosticar la existencia de no compactación, analizar las estructuras valvulares y es especialmente útil en las cardiopatías congénitas complejas por su gran precisión anatómica. Con la administración de gadolinio i.v. podemos ver si hay realce tardío de gadolinio y valorar la extensión de un infarto de miocardio, el miocardio viable residual y la presencia de fibrosis miocárdica. Capacidad funcional y consumo de oxígeno: ̵ Prueba de la caminata de 6 minutos. ̵ Ergometría. ̵ Prueba de esfuerzo cardio-pulmonar. Detección precoz de IC preclínica: 1) Score clínico: Diabéticos, hipertensos- carga aterogénica. 2) Péptido natriurético. 3) Diagnóstico de disfunción de ventrículo izquierdo: Ecocardiografía-nuevas técnicas diagnósticas. • TRATAMIENTO El objetivo del tratamiento es doble: mejorar los síntomas y el pronóstico de la IC. Medidas generales: Ejercicio: en los pacientes con IC descompensada se aconseja el reposo hasta la mejoría. En los pacientes estables con IC crónica se aconseja mantener un cierto nivel de ejercicio de forma habitual (caminar de tres a cinco veces por semana 20-30 min), ya que con el ejercicio mejoran la perfusión periférica y la capacidad funcional del paciente. Tabaco: suprimir el habito tabáquico, ya que la nicotina aumenta la vasoconstricción periférica y el consumo de oxígeno miocárdico, y puede agravar la disnea. Dieta: la reducción de peso del paciente obeso forma parte del tratamiento de la IC, puesto que el sobrepeso aumenta el trabajo del corazón. Por la misma razón debe reducirse el consumo de alcohol que, además, es un tóxico miocárdico. La disminución de la ingesta de sal en los pacientes con IC ligera puede aliviar los síntomas y en los casos graves este control de ingesta de sal debe ser estricto. TRATAMIENTO DE LA INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA Tratamiento de la insuficiencia cardíaca con disfunción ventricular. Cuando la IC se debe a disfunción sistólica del ventrículo izquierdo, el tratamiento debe iniciarse cuando la fracción de eyección sea inferior al 45%-50%, aunque el paciente se halle asintomático, los fármacos de elección son: Un IECA o un antagonista de los receptores de la angiotensina (ARA) en caso de contraindicación al IECA + bloqueante b-adrenérgico, + diurético. Si a pesar de este tratamiento persisten los síntomas (clases funcionales II a IV), debe añadirse un antagonista de la aldosterona: eplerenona o espironolactona. ▪ IECA (inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina): constituyen la primera línea de tratamiento de la IC en pacientes con reducción de la fracción de eyección, tanto asintomáticos como si presentan síntomas de congestión o sólo disnea de esfuerzo. Son vasodilatadores, ya que reducen la precarga, la poscarga y aumentan el gasto cardíaco sin aumentar la frecuencia cardíaca. El beneficio más importante se debe a su capacidad para atenuar la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona, así como para modular la activación simpática. Además, evitan la degradación de las bradicininas, que tienen efectos vasodilatadores y son responsables de la aparición de tos irritativa. Los efectos adversos (EA) más frecuentes son la hipotensión, el aumento de creatinina sérica, la hiperpotasemia, el angioedema y la tos. Debe evitarse la diuresis excesiva al inicio del tratamiento, ya que favorece a la hipotensión. Las contraindicaciones de los IECA son la existencia de estenosis bilateral de la arteria renal y la sensibilización, ya que puede producir angioedema. Los IECA más utilizados con el captopril 6,25 mg cada 8-12 h; enalapril 2,5 mg por dia. ▪ ARA: Estos fármacos bloquean de forma selectiva el receptor AT1 y evitan así los efectos derivados de la unión de la angiotensina II con el receptor. Al igual que los IECA, inhiben el sistema renina-angiotensina, aunque a diferencia de ellos no evitan la degradación de las bradicininas (por eso la tos no constituye un efecto secundario de los ARA). EA: pueden producir hiperpotasemia e hipotensión arterial, aunque en general son bien tolerados. ▪ Bloqueantes β-adrenérgicos: están indicados en la IC por disfunción ventricular izquierda. Reducen los efectos adversos del aumento de la activación simpática, disminuyen la frecuencia cardíaca y el trabajo del corazón. Se ha demostrado que mejoran la fracción de eyección y limitan el remodelado ventricular, la activación neurohormonal y las arritmias. Cuando se administran con IECA se consigue un bloqueo del sistema neurohumoral más completo y son el tratamiento de primera línea para la IC crónica. La mejoría clínica no se hace evidente hasta transcurrido al menos un mes de tratamiento. Están contraindicados en la insuficiencia ventricular izquierda aguda, en la disfunción valvular grave no corregida quirúrgicamente y en los trastornos de la conducción que cursan con bloqueo AV. En pacientes con disfunción ventricular izquierda estable sin signos de descompensación deben iniciarse en dosis bajas, sin olvidar que la mejoría clínica no se hace evidente hasta transcurrido al menos 1 mes de tratamiento. El más utilizado es el carvedilol, 3,125 mg cada 12 h, que no es cardioselectivo y tiene además un cierto efecto vasodilatador. Entre los cardioselectivo, se recomiendan el metoprolol, el bisoprolol y el nebivolol. ▪ Diuréticos: conviene evitar el tratamiento excesivo y, en particular, la hipovolemia resultante que puede reducir el gasto cardíaco y alterar la función renal. Los diuréticos estimulan la liberación de renina, y, por tanto, aumentan la activación neurohormonal. Por ello, deben asociarse siempre que sea posible, a IECA y bloqueantes β-adrenérgicos y una vez estabilizadoel paciente deben reducirse a la mínima dosis necesaria para evitar la congestión. EA: el tratamiento diurético prolongado y la activación neurohormonal pueden inducir hiponatremia en ausencia de congestión. También puede causar hipopotasemia, efecto que queda minimizado si se asocia al tratamiento un IECA o antagonista de la aldosterona. Los diuréticos pueden producir alcalosis hipoclorémica, secundaria a la eliminación de sodio, que acarrea un aumento de la excreción de cloruros y favorece la reabsorción de bicarbonatos (se trata con acetazolamida 0,5 mg i.v). La hiponatremia dilucional (es una concentración de sodio menor a 130 mEq/l en pacientes con cirrosis o ascitis que no estén deshidratados), presentes en algunos casos graves de IC grave, es un signo de mal pronóstico, que suele están acompañado de oliguria y edema generalizado. ̵ Tiazidas: la clorotiazida y la hidroclorotiazida permiten menor rigidez en el control de la ingesta de sal. Debido a que favorecen el intercambio sodio-potasio hay que vigilar el riego de caliuria (eliminación de potasio por orina) aumentada. Por ello, la administración de tiazidas, si no se asocia a un IECA, debe acompañarse de suplementos de potasio o de diuréticos ahorradores de potasio. Las tiazidas disminuyen el flujo renal, hecho que se ha de tener presente cuando la función renal está comprometida. ̵ Diuréticos de asa: actúan en la rama ascendente del asa de Henle, tienen un efecto muy potente yno pierden su eficacia cuando se ha restaurado la volemia. Actúan inhibiendo la reabsorción del ion cloro, con un aumento de la excreción de sodio y agua. Aumentan el flujo renal e inhiben débilmente la anhidrasa carbónica en el túbulo proximal. También pueden causar hipopotasemia, hiponatremia, hiperuricemia e hiperglucemia. Están indicados en cualquier forma de IC, por su rápida acción y son muy útiles en el edema agudo de pulmón. La furosemida es el principal usado y tiene cierto efecto vasodilatador venoso. Este diurético es ototóxico y también puede ocasionar pancreatitis aguda. La torasemida tiene mejor biodisponibilidad que la furosemida y produce menor urgencia miccional, por lo que se tolera mejor. ̵ Antagonistas de la aldosterona: inhiben los receptores de la aldosterona y los receptores mineralocorticoides (MC), y la espironolactona inhibe además los receptores de la progesterona, mientras que la eplerenona no. Como diuréticos antagonizan competitivamente la acción de la aldosterona sobre el túbulo distal, lo que favorece la excreción de sodio y agua y la retención de potasio. Se han asociado a reducción de los marcadores de degradación del colágeno y a mejoría del remodelado ventricular, lo cual puede explicar su impacto sobre el pronóstico de la IC. La espironolactona asociada a IECA reduce la mortalidad de los pacientes con IC avanzada clase funcional III y IV. La eplerenona asociada a IECA reduce la mortalidad en pacientes con diabetes mellitus. EA: por su bloqueo no selectivo de los receptores MC, la espironolactona puede producir ginecomastia o mastalgia. Con la asociación de IECA y antagonistas de la aldosterona hay que vigilar la aparición de hiperpotasemia que puede llegar a ser grave (igual o superior a 6 mEq/dLI). ̵ Antagonistas de la vasopresina: inactivan los receptores V2 de la vasopresina. El tolvaptán, el agente más representativo de este grupo, es muy eficaz para reducir los edemas ya que produce una diuresis importante a expensas de aumentar la excreción de agua libre. ▪ Digitálicos: potencian la acción vagal sobre el corazón y disminuyen el grado de activación neurohormonal. El efecto inotrópico es consecuencia de la inhibición de la ATPasa de la membrana, con lo que se bloquea la bomba de sodio, con un aumento de la concentración intracelular de sodio y también de calcio. La disminución del potencial de reposo favorece la aparición de extrasístoles. La digital alarga el período refractario funcional de la unión AV; gracias a ello disminuye la respuesta ventricular en la fibrilación y el flúter. El aumento de la excitabilidad del miocardio explica las arritmias producidas por toxicidad. La digoxina ha quedado relegada al control de la frecuencia cardíaca en pacientes con fibrilación/flúter auricular o en la IC con persistencia de síntomas a pesar del tto con los fármacos antes mencionados. En dosis bajas tiene un efecto beneficioso modulador de la actividad neurohormonal, mientras que en dosis altas puede predominar el efecto arritmogénico. El beneficio de la digital es escaso o nulo en la insuficiencia cardíaca con función ventricular preservada y está contraindicada en la miocardiopatía hipertrófica obstructiva en ritmo sinusal (por el peligro de agravar la obstrucción), así como en el bloqueo AV de segundo y tercer grado. EA: Los signos clínicos de intoxicación digitálica incluyen náuseas, vómitos y alteraciones de la visión. Pueden aparecer arritmias las más comunes son la extrasistolia ventricular, el bloqueo AV y la taquicardia auricular no paroxística con bloqueo AV variable. ▪ Inhibidores de la corriente If del nodo sinusal: el fármaco representativo es la ivabradina, que es un inhibidor específico de la corriente If del nodo sinusal, por lo que su efecto se basa en reducir la frecuencia cardíaca. Con ello se reduce el trabajo del corazón, por lo que también se utiliza como antianginoso. ▪ Vasodilatadores orales: producen reducción de la precarga y de la poscarga, con el fin de disminuir la congestión venosa y aumentar el gasto cardíaco. Su indicación se reduce a casos con contraindicaciones para los IECA o ARA-II. Los más utilizados son, en combinación, hidralazina (300 mg/día) como vasodilatador arterial y dinitrato de isosorbida (20 mg/8 h) como vasodilatador venoso. ▪ Corrección de la anemia y ferropenia: la anemia puede agravar los síntomas en la IC avanzada. ▪ Antiarrítmicos: a excepción de la amiodarona, estos fármacos están contraindicados en la IC, puesto que deprimen la contractilidad y no reducen la mortalidad. La amiodarona puede considerarse en pacientes portadores de un desfibrilador implantable cuando persisten arritmias ventriculares a pesar del tratamiento optimizado de la IC o para mantener el ritmo sinusal después de una cardioversión por fibrilación auricular. Tiene múltiples EA que deben vigilarse: depósitos corneales, hiperpigmentación cutánea, fibrosis pulmonar e hipo o hipertiroidismo. ▪ Tratamiento anticogulante: se reserva para los pacientes con fibrilación auricular, paroxística, persistente o permanente, en los pacientes con antecedentes de embolia previa o en los que se ha detectado un trombo intraventricular móvil. Tratamiento de la IC por disfunción diastólica. Aunque en caso de congestión pulmonar también deben darse diuréticos y vasodilatadores, la reducción excesiva de la precarga puede determinar en este caso una caída drástica del gasto cardíaco y ocasionar hipotensión arterial. Por lo que se refiere a la etiología, es preceptivo prevenir la isquemia, alcanzar un buen control de la presión arterial en la hipertensión arterial y reducir la hipertrofia. La contribución de la contracción auricular al llenado del ventrículo es fundamental en estos pacientes, por lo que debe mantenerse o, en su caso, restaurarse el ritmo sinusal. Tanto los IECA como los ARA-II están indicados por su efecto antihipertensivo y porque reducen la hipertrofia ventricular; también mejoran la relajación y la distensibilidad ventricular. Los bloqueantes b- adrenérgicos mejoran la relajación cardíaca y reducen la frecuencia cardíaca, efecto deseable ya que alarga la diástole y mejora el llenado ventricular. Los antagonistas del calcio también mejoran la distensibilidad, reducen la hipertrofia ventricular y algunos tienen efecto bradicardizante, tres mecanismos que mejoran la disfunción diastólica en el paciente hipertenso. TRATAMIENTO DE LA INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA La IC aguda tiene diferentesformas de presentación en las que se incluye el edema agudo de pulmón, la IC de novo, la descompensación de la IC crónica y el shock cardiogénico. El objetivo del tratamiento es mejorar los síntomas, conseguir una buena oxigenación y restablecer la estabilidad hemodinámica, además de reducir la mortalidad. Tratamiento del edema agudo de pulmón El edema agudo de pulmón secundario al fallo ventricular izquierdo constituye una urgencia médica, ya que pone en peligro la vida del paciente. Por ello, el tratamiento debe instaurarse sin dilación. El paciente ha de mantenerse incorporado, lo que tiende a reducir el retorno venoso al corazón. ▪ Debe administrarse morfina por vía s.c. (10-15 mg) o i.v. (5 mg inyectados lentamente, en 2-3 min). El efecto beneficioso de la morfina se debe a su acción vasodilatadora pulmonar y sistémica, y a la reducción del trabajo respiratorio y del estrés del paciente. ▪ Para mejorar la hipoxemia conviene administrar oxígeno, preferentemente con presión positiva (CPAP o BiPAP); esta reduce el edema alveolar, disminuye el retorno venoso sistémico y, en consecuencia, reduce la presión capilar pulmonar. ▪ Si la presión arterial está elevada o es normal debe iniciarse un vasodilatador i.v. y administrarse un diurético enérgico (40-60 mg i.v. de furosemida). Si el paciente presenta fibrilación auricular rápida debe controlarse la frecuencia cardíaca. ▪ Vasodilatadores intravenosos: los vasodilatadores por vía i.v. que se utilizan en la IC aguda son fundamentalmente el nitroprusiato (vasodilatador arterial que genera NO) y la nitroglicerina (vasodilatador venoso). Sus efectos hemodinámicos varían según el territorio sobre el que actúan. Así, los vasodilatadores venosos reducen las presiones de llenado de ambos ventrículos sin modificar sustancialmente el índice cardíaco ni la presión arterial; los vasodilatadores arteriales actúan sobre las resistencias vasculares sistémicas, con lo que se eleva el volumen expulsado en cada latido y se reduce la presión de llenado ventricular y, en consecuencia, la presión capilar pulmonar. Tratamiento de la IC crónica agudizada El paciente acusa menos disnea que en el edema agudo de pulmón debido a que el deterioro de los síntomas, por lo general, es progresivo. Suele acompañarse de signos de congestión como ingurgitación yugular, hepatomegalia y edemas maleolares. Para la rápida mejoría de los síntomas congestivos debe administrarse un diurético i.v. y seguir con el tratamiento farmacológico previo con IECA/ARA y b-bloqueantes. Tratamiento del shock cardiogénico Es la forma más grave de IC, se acompaña de hipotensión arterial y signos de bajo gasto con oliguria, sudación, taquicardia y frialdad acra. El aspecto del paciente es de extrema gravedad, con disnea, de distinta intensidad, hipoxemia y cianosis. Las presiones intracavitarias suelen estar elevadas y el gasto cardíaco gravemente reducido. Para mejorar la perfusión tisular y la presión arterial debe iniciarse tratamiento inotrópico positivo, con fármacos como: ̵ Aminas simpaticomiméticas: actúan a través de la estimulación de los receptores b-adrenérgicos, y aumentan el AMP cíclico intracelular, lo cual favorece la entrada de calcio al interior de la célula, y se eleva así la contractilidad y, también, el riesgo de arritmias. ̵ Dopamina: es un precursor natural de la noradrenalina que en dosis bajas (< 4 mg/ kg de peso por minuto) por estimulación de los receptores específicos dopaminérgicos dilata los vasos sanguíneos renales y mesentéricos, con lo que aumenta el flujo sanguíneo de estos territorios. En dosis moderadas, de 3-8 mg/kg de peso por minuto es un agonista parcial de los receptores b miocárdicos, lo que aumenta la contractilidad y la frecuencia cardíaca. En dosis más altas (5-20 mg/kg de peso por minuto) presenta un efecto a-adrenérgico manifiesto y provoca vasoconstricción y aumento de la presión arterial. ̵ Dobutamina: es una catecolamina sintética que estimula sobre todo los receptores b1, b2 y a. Posee una fuerte acción inotrópica positiva y es menos taquicardizante que la dopamina, por lo que aumenta menos el consumo de O2; además, mejora el gasto cardíaco al producir vasodilatación periférica. Con la utilización prolongada pierde efectividad, debido a un efecto de tolerancia; además, puede agravar la IC, ya que incrementan el trabajo del corazón, e inducir arritmias. ̵ Noradrenalina: está indicada en el shock refractario, con hipotensión mantenida y en aquellos casos en que el shock cursa con resistencias periféricas bajas o con un componente inflamatorio marcado. ̵ Milrinona: inhibe la fosfodiesterasa, que es la enzima que degrada el APMc. Debido a ello aumenta la contractilidad y tiene efecto vasodilatador, mejora la fracción de eyección, el gasto cardíaco y reduce las presiones de llenado ventricular. Puede causar hipotensión sistémica y arritmias. ̵ Levosimendán: es un agente inotrópico positivo que no aumenta la concentración de calcio intracelular. Su mecanismo de acción se basa en que mejora la sensibilización de la troponina por el calcio y optimiza la interacción actina-miosina. Además, debido a que abre los canales de potasio de las células musculares lisas vasculares, produce vasodilatación. Mejora las presiones de llenado ventricular y el gasto cardíaco, aunque puede producir hipotensión arterial Simultáneamente, si la presión arterial lo permite, deben administrarse también vasodilatadores i.v. para reducir las presiones de llenado y mejorar el gasto cardíaco. Es importante mejorar la oxigenación y reducir la acidosis metabólica. Aunque la respuesta a los diuréticos puede ser variable, es necesario darlos por vía i.v. para mantener la diuresis. Si la oliguria persiste, puede administrarse en perfusión continua; el más utilizado es la furosemida i.v. (1 g/24 h). La mejoría clínica se asocia a normalización de la presión arterial, aumento de la diuresis y mejoría de la perfusión periférica. TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO Resincronización: Aproximadamente una tercera parte de los pacientes con IC por disfunción ventricular izquierda presenta trastornos de la conducción de tipo bloqueo completo de rama izquierda del haz de His. En su presencia la pared lateral del ventrículo izquierdo se contrae de forma retrasada respecto al septum, para crear una asincronía intraventricular e interventricular. La falta de sincronía en la contracción ventricular afecta de forma negativa la función ventricular y agrava los síntomas. Con el objetivo de reducirla se desarrollaron los marcapasos tricamerales, que disponen de un electrodo que se coloca en la aurícula derecha, otro en el ventrículo derecho y un tercero que, a través del seno coronario, se aloja en una vena lateral, lo que permite estimular la pared lateral del ventrículo izquierdo. Con esta forma de activación se reduce de forma significativa la asincronía ventricular, mejora la eficacia de la contracción ventricular, la fracción de eyección y la capacidad funcional. Esta modalidad de marcapasos puede asociarse a un desfibrilador implantable. Desfibrilador implantable: El desfibrilador implantable ha permitido reducir la muerte súbita en pacientes con cardiopatía isquémica y disfunción ventricular. Su indicación es clara en la prevención secundaria, cuando existen antecedentes de síncope, taquicardia ventricular sostenida o fibrilación ventricular previa. Asistencia ventricular: (el de Denny Duquette) Los dispositivos de AV ayudan a propulsar la sangre, de forma que suplen la reducción de función contráctil del corazón. Pueden implantarse en el ventrículo izquierdo, en el derecho o en ambos y pueden ser de corta (4 semanas) o larga duración (años). Los de corta duración están indicados en pacientes en shock cardiogénico refractario y fallo multiorgánico, presumiblemente recuperable (miocarditis fulminante), y, sobre todo, como puente al trasplante cardíaco. Los de largaduración se implantan de forma transitoria como puente al trasplante o de forma definitiva si hay contraindicaciones Trasplante cardíaco: El trasplante cardíaco es el tratamiento de elección de la IC refractaria siempre que no existan contraindicaciones para el mismo. La supervivencia al mes, al año y a los 5 años es del 87%, 77% y 65%, respectivamente, siempre mejores que las que corresponderían a la historia natural de la IC terminal. Además, el trasplante mejora la calidad de vida y consigue una mayor rehabilitación funcional. Las indicaciones del trasplante cardíaco han variado poco en los últimos años: ̵ El paciente debe encontrarse en IC grave e irreversible a pesar de la optimización del tratamiento, ̵ Haber agotado toda posibilidad de otros tratamientos quirúrgicos, ̵ Corta expectativa de vida (mortalidad superior al 50% al año). Las contraindicaciones para el trasplante son: ̵ Hipertensión arterial pulmonar irreversible, ̵ Enfermedad pulmonar avanzada, ̵ Diabetes mellitus insulinodependiente difícil de controlar o con afectación multiorgánica grave. ̵ Coexistencia de enfermedades extracardíacas potencialmente letales. ̵ CI relativas: Infarto pulmonar reciente, infecciones activas o el ulcus gástrico activo, procesos todos que una vez solucionados no contraindican per se el trasplante cardíaco. Para evitar el rechazo el paciente debe recibir tratamiento inmunodepresor de por vida. Este suele ser triple con glucocorticoides, anticalcineurínicos (ciclosporina o tacrolimus) y antiproliferativos (micofenolato mofetilo, azatioprina, inhibidores m-TOR). El rechazo puede ser agudo o crónico. El rechazo agudo es el más frecuente en los primeros meses, y se diagnostica por biopsia endomiocárdica del ventrículo derecho; puede ser asintomático o causar síntomas inespecíficos, como febrícula, mal estado general y cansancio. Si es grave requiere tratamiento con glucocorticoides i.v. El rechazo crónico puede manifestarse como vasculopatía del injerto o como rechazo mediado por anticuerpos. Aunque los factores de riesgo coronario clásicos pueden influir en su aparición, esta se basa en una reacción inflamatoria de origen inmunológico que se inicia en el endotelio y acaba por producir una hiperplasia de la íntima de las arterias coronarias. Las lesiones pueden ser difusas o focales, en este caso puede realizarse revascularización coronaria, aunque es un tratamiento siempre paliativo. A largo plazo suele causar IC, muerte súbita y es la causa más frecuente de retrasplante cardíaco. Además del rechazo crónico, a largo plazo puede darse una mayor incidencia de cáncer, y como efectos secundarios de la inmunodepresión siempre existe un riesgo aumentado de infecciones y de insuficiencia renal. TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE INSUFICIENCIA CARDIACA. (teórico) 1) DIGITAL: 0.25 MGR POR DÍA. 2) DIURÉTICOS: DEL ASA: FURSEMIDA. 40 A 120 MGRS/ DÍA. ̵ SE PUEDE USAR TIACIDAS: (HIDROCLOROTIACIDAS: 25 A 50 MGR/DIA) 3) ESPIRONOLACTONA: MÍNIMO 25 MGRS/D, SE PUEDE AUMENTAR A 100. 4) VASODILATADORES: ̵ CAPTOPRIL 12.5 A 50 C/8 HS. ̵ ENALAPRIL 2.5 A 20 C/12 HS. ̵ LISINOPRIL: 10 A 20 POR DÍA. ̵ PERINDOPRIL: 4 A 6 MGRS. POR DÍA. ̵ SI HAY TOS- USAR BLOQUEANTES AT1. ̵ SI TAMPOCO SE TOLERAN USAR: HIDRALAZINA 75 MGRS POR DÍA MAS 40 MGRS DE DINITRATO DE ISOSORBIDE C/6 HS. 5) BETABLOQUEANTES: ̵ MAYORES BENEFICIOS: CARVEDILOL : BB MAS ALFA BLOQUEO + ACCIÓN ANTIINFLAMATORIA + ACCIÓN ANTIOXIDANTE. DOSIS: 3.125 MGRS C / 12 HS HASTA ALCANZAR 25 C/12 HS (MX 50 POR DIA) ̵ METOPROLOL: SE INICIA CON 12.5 MGR/D Y SE VA DUPLICANDO HASTA 200/D. ̵ BISOPROLOL: 1.25 MGRS HASTA LLEGAR A LOS 10 MGRS/ DIA. 6) ANTIARRÍTMICOS: AMIODARONA 7) CARDIODESFIBRILADOR IMPLANTABLE. 8) DIGITÁLICOS PARA LA FA. O CARDIOVERSION O ABLACIÓN. 9) ANTICOAGULACIÓN: SOBRE TODO EN LOS PERIODOS DE DESCOMPENSACIÓN O EN: FIBRILACIÓN AURICULAR- ESTENOSIS MITRAL ANTECEDENTES DE EMBOLIAS- PRESENCIA DE TROMBOS INTRACAVITARIOS O HUMO.- ANEURISMAS VENTRICULARES. (RIN DE 2 A 3). 10) HIGIÉNICO-DIETÉTICO. TRATAMIENTO ETIOLÓGICO. ̵ REVASCULARIZACIÓN. ̵ RESINCRONIZACION VENTRICULAR. ̵ CIRUGÍA DE LA INSUFICIENCIA MITRAL SECUNDARIA. ̵ CIRUGÍA REMODELADORA: BATISTA. ̵ CIRUGÍA DE ANEURISMA VENTRICULAR. ̵ TRASPLANTE CARDÍACO. • Pronóstico Clase funcional 1 a 3: sobrevida del 75% al año y 45% a los 5 años. Clase funcional 4: sobrevida del 34% al año y 18% a los 3 años. Cardiomiopatía diabética Incrementa el riesgo de desarrollar IC incluso en ausencia de patología asociadas como hipertensión y cardiopatía isquémica. Produce daño cardíaco a distintos niveles: ̵ Estenosis epicárdicas. ̵ Disfunción autonómica. ̵ Coronariopatía microvascular. Por lo tanto, en diabéticos asintomáticos es fundamental el screening para detectar precozmente disfunción de VI. Los diabéticos no insulinodependientes tienen un predictor independiente de efectos cardíacos adversos. Después de ajustes multivariados: edad, sexo, IMC, presión, tanto hombre como mujeres tuvieron mayor hipertrofia y menor engrosamiento parietal y fracción de acortamiento, con mayor estrés parietal, que los no diabéticos. La frecuencia cardíaca. la presión arterial, el gasto cardíaco y la rigidez vascular fueron mayor en diabéticos que en pacientes sanos. Estos son signos adversos en diabéticos que, independientemente de otros factores de riesgo, pueden contribuir a eventos cardiovasculares. Un seguimiento a 4 años tanto los diabéticos no insulinodependientes como los insulinodependientes demostró que empeoró la función ventricular, comparado con los no diabéticos, y fue asociado con una anormal respuesta al ejercicio.
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