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ENFERMEDADES DEL PERICARDIO - Agustina Indovina

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1 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
El pericardio es un saco que envuelve al corazón. Consta de una capa fibrosa 
externa (pericardio parietal) y una serosa interna (pericardio visceral), esta última en 
contacto con la superficie cardíaca. Contiene de 15 a 50 mL de líquido seroso, que es 
un ultrafiltrado del plasma. La serosa tiene varios repliegues o fondos de saco, que 
contribuyen al volumen de reserva pericárdica. 
 
El espacio pericárdico tiene normalmente una presión negativa. Durante la 
inspiración disminuyen las presiones pleurales y pericárdicas y aumentan las presiones 
transmurales («de expansión») de las cavidades, favoreciendo el retorno venoso. 
Puede verse afectado por patologías cardíacas, enfermedades de órganos vecinos y 
enfermedades sistémicas, pudiendo haber con frecuencia inflamación de las 
membranas pericárdicas, o pericarditis aguda. Con la inflamación es frecuente que 
se produzca exudación de líquido, que cuando se acumula entre las dos hojas del 
pericardio en cantidad superior a la fisiológica recibe el nombre de derrame 
pericárdico; a su vez, el derrame puede ocasionar taponamiento cardíaco cuando 
ejerce una presión excesiva sobre las cavidades, impidiendo su correcto llenado. Por 
último, el proceso inflamatorio puede en ocasiones engrosar, fusionar y disminuir la 
elasticidad del pericardio, ocasionando constricción pericárdica o pericarditis 
constrictiva. 
 
PERICARDITIS AGUDA 
 
Es una enfermedad inflamatoria aguda del pericardio que puede manifestarse 
acompañada o no de derrame pericárdico. 
 
 Etiología 
 
Si bien el abanico de etiologías es muy amplio, en más del 80% de los casos no se 
alcanza un diagnóstico etiológico concreto, quedando el episodio catalogado 
como pericarditis aguda idiopática. Es probable que la mayoría de estos episodios 
correspondan a pericarditis víricas cuya causa no llega a determinarse. En la 
práctica, el interés se centra en descartar aquellas cuyo diagnóstico tenga alguna 
relevancia clínica y terapéutica, principalmente la pericarditis tuberculosa, la 
pericarditis neoplásica y la ocasionada por enfermedades sistémicas del tejido 
conectivo. 
 
 Cuadro clínico 
 
La tríada característica de la pericarditis aguda está constituida por: 
 
 FIEBRE/FEBRÍCULA 
 
 
 
 
DOLOR TORÁCICO FROTE PERICÁRDICO 
 
 
2 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
Aunque no es infrecuente que alguno de estos componentes esté ausente. Hay 
derrame pericárdico en dos terceras partes de los casos, pero la mayoría son leves y 
de escasa repercusión clínica. 
 
Con frecuencia existe el antecedente de un proceso infeccioso en los días o 
semanas previos. 
 
 El dolor torácico suele iniciarse de forma bastante brusca y su intensidad es 
variable. Se localiza en la zona precordial o retroesternal, pudiendo irradiar a 
cuello, brazos y hombros y siendo característica la irradiación a la zona 
supraclavicular (trapecios). Suele mejorar cuando el paciente se sienta inclinado 
hacia delante y exacerbarse con la inspiración y el decúbito supino. Se acompaña 
frecuentemente de sensación disneica, incluso en ausencia de complicaciones. 
 
 En la exploración física, el signo característico de la auscultación es el frote 
pericárdico, que sólo está presente en esta enfermedad. Suele auscultarse en el 
borde esternal izquierdo medio o bajo y es más audible con el paciente inclinado 
hacia delante; suele ser cambiante en intensidad, presencia o localización, por lo 
que en su ausencia es aconsejable auscultar repetidamente al paciente. Puede 
tener uno, dos o tres componentes y, aunque tiene una tonalidad característica, 
no es infrecuente que se confunda con un soplo. 
 
 Diagnóstico 
 
Electrocardiograma: es la prueba complementaria más útil en el diagnóstico de 
pericarditis aguda, aunque puede ser normal o inespecífico en un porcentaje 
pequeño de pacientes. El dato más característico es la elevación del segmento ST. 
También puede haber depresión del intervalo PR, causada por inflamación auricular. 
Estas alteraciones pueden ser dinámicas y desaparecer con rapidez. En las horas y 
días sucesivos el segmento ST tiende a normalizarse y es característica la inversión 
difusa y poco profunda de las ondas T, que puede persistir durante más tiempo. 
 
Radiografía de tórax: La presencia de cardiomegalia debe hacer sospechar una 
pericarditis complicada con derrame, pero en ausencia de derrame pericárdico 
puede ser completamente normal. La presencia de alteraciones en el parénquima 
pulmonar (neumonía, lesiones tuberculosas, masas) puede orientar hacia el 
diagnóstico etiológico de la pericarditis. 
 
Datos de laboratorio: en general son inespecíficos. Es frecuente la presencia de 
leucocitosis moderada y de incremento de marcadores inflamatorios (proteína C 
reactiva, VSG). Con cierta frecuencia se detectan discretas elevaciones de los 
marcadores de daño miocárdico (troponina o CKMB), sin otros signos de miocarditis. 
 
Ecocardiograma Doppler: en ausencia de derrame pericárdico, el ecocardiograma 
es completamente normal. Por tanto, la presencia de derrame en el contexto de un 
cuadro clínico característico apoya el diagnóstico de pericarditis, pero su ausencia 
no permite descartarla. Además de la valoración del derrame, la ecocardiografía 
 
3 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
permite el análisis de la contractilidad miocárdica y función sistólica en casos de 
miocarditis asociada. 
 
Tomografía computarizada de tórax: en pacientes con derrame pericárdico 
cuantioso, el estudio del pericardio, del mediastino y del parénquima pulmonar 
mediante TC permite valorar la presencia de masas o linfoadenopatías, que podrían 
orientar a un diagnóstico etiológico específico. 
 
El diagnóstico de pericarditis aguda requiere la presencia de al menos dos de los 
siguientes síntomas: dolor torácico típico, roce pericárdico, alteraciones 
electrocardiográficas típicas o derrame pericárdico. 
 
En la mayor parte de los pacientes que presenten una evolución favorable no será 
necesaria la búsqueda de etiologías específicas, ya que la inmensa mayoría serán de 
causa viral o idiopática, de curso autolimitado, incluso en presencia de derrame 
pericárdico abundante. La búsqueda de causas específicas (p. ej., neoplasias, 
tuberculosis, enfermedades del tejido conectivo, etc.) debe reservarse a aquellos 
pacientes que presentan complicaciones o una evolución desfavorable. 
 
El diagnóstico de estas formas específicas debe hacerse basándose en datos seguros, 
por ejemplo, en el aislamiento de células malignas, del bacilo de Koch o de 
granulomas característicos de tuberculosis. En pacientes con derrame pleural están 
indicados la toracocentesis y estudio del líquido. 
Por último, el análisis del líquido pericárdico en pacientes con derrame y el del tejido 
pericárdico mediante biopsia tienen un rendimiento diagnóstico muy bajo en 
ausencia de taponamiento. La pericardiocentesis está indicada en presencia de 
taponamiento cardíaco o cuando la sospecha de pericarditis purulenta, tuberculosa 
o neoplásica es elevada. 
 
 Diagnóstico diferencial 
 
El diagnóstico diferencial de la pericarditis aguda es amplio, ya que incluye muchas 
patologías causantes de dolor torácico, algunas de ellas muy graves. Cabe recordar 
algunas enfermedades pleuropulmonares (p. ej., neumonía, pleuritis, neumotórax) y 
del sistema cardiovascular (p. ej., infarto de miocardio, angina, miocarditis, disección 
aórtica, embolia pulmonar). 
 
 Pronóstico 
 
Está en relación directa con la etiología causante. Algunos datos clínicos, tales como 
fiebre mayor de 38°C, derrame pericárdico grave, taponamiento o falta de respuesta 
al tratamiento antiinflamatorio, se han asociado a una mayor probabilidad de una 
etiología específica, aunque también pueden estar presentes en pacientes con 
pericarditis idiopática. Estos pacientes deben ser hospitalizados. 
Enla pericarditis idiopática, la evolución suele ser a la curación en pocos días o 
semanas en la mayoría de los casos. La evolución a constricción persistente es muy 
 
4 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
infrecuente. La pericarditis tuberculosa y la purulenta tienen un pronóstico menos 
favorable, ya que con frecuencia evolucionan a taponamiento o constricción grave. 
Entre el 15% y el 30% de los pacientes presentan, en el seguimiento, nuevos brotes de 
pericarditis (pericarditis aguda recidivante), que pueden prolongarse y repetirse a lo 
largo de meses o años y son de mecanismo probablemente inmunomediado. La 
intensidad de estos brotes suele ir de más a menos, y con cierta frecuencia no se 
encuentran datos objetivos de inflamación pericárdica (fiebre, roce). A largo plazo, el 
pronóstico es bueno y la inmensa mayoría experimenta una remisión completa. 
 
 Tratamiento 
 
En los pacientes con una causa específica de pericarditis, el tratamiento debe ir 
dirigido a esta. En la mayoría de los casos de pericarditis aguda, el tratamiento se 
basa en reposo y administración de antiinflamatorios no esteroideos (ácido 
acetilsalicílico (500-1000 mg/6-8 h), ibuprofeno (600-800 mg/8 h) o indometacina (25-
50 mg/8 h)). El tratamiento debe mantenerse durante 1-2 semanas, según evolución, 
y retirarlo gradualmente a lo largo de otras 2-4 semanas. 
El uso de glucocorticoides debe evitarse, salvo que sea absolutamente necesario, ya 
que favorecen la aparición de recurrencias al disminuir la dosis. 
La colquicina (fármaco antimitótico que detiene o inhibe la división celular en 
metafase o en anafase) puede administrarse como tratamiento inicial asociada a 
antiinflamatorios, para reducir la duración del brote agudo. En pacientes con 
pericarditis recidivante, cada recurrencia debe ser tratada de la misma manera que 
el episodio inicial. Los glucocorticoides y la pericardiectomía no están indicados. 
 
DERRAME PERICÁRDICO Y TAPONAMIENTO CARDÍACO 
 
Se entiende por derrame pericárdico aquella situación en la que el volumen de 
líquido en el espacio pericárdico supera al que se considera fisiológico; es decir, por 
encima de unos 50 mL. 
 
El taponamiento cardíaco es un síndrome en el que un derrame pericárdico a tensión 
comprime el corazón e interfiere en su normal funcionamiento, al dificultar el llenado 
diastólico de las cavidades. 
 
 Etiología 
 
La etiología del derrame pericárdico y taponamiento es muy variada. La pericarditis 
aguda es una causa frecuente, ya que cualquier forma de pericarditis puede cursar 
con derrame pericárdico y, a su vez, complicarse con taponamiento. Algunas causas 
de derrame, como la pericarditis tuberculosa, purulenta o neoplásica, tienen una 
mayor tendencia a ocasionar taponamiento que otras. 
La presencia de un derrame pericárdico ligero es un hallazgo relativamente 
frecuente en personas sanas, y su detección casual no requiere estudio ni 
tratamiento. 
 
 
 
5 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
 Fisiopatología 
 
La inflamación es el mecanismo más frecuente por el que se acumula derrame 
pericárdico, porque la exudación de líquido es un componente del proceso 
inflamatorio. En patologías no inflamatorias, la erosión vascular, la comunicación del 
pericardio con las cavidades cardíacas o la aorta y la obstrucción en el drenaje 
linfático del pericardio son otros mecanismos de formación y acumulación de 
derrame. 
Las consecuencias del derrame sobre la función del corazón dependerán no sólo de 
la cantidad de líquido, sino fundamentalmente de la rapidez de acumulación. El 
volumen de reserva pericárdica es escaso, por lo que pequeñas cantidades de 
líquido pueden ocasionar trastornos hemodinámicos muy graves si se acumulan con 
rapidez. El ejemplo paradigmático es la rotura cardíaca en el seno de un infarto de 
miocardio, en la que una cantidad relativamente pequeña de sangre que entra 
bruscamente en el pericardio ocasiona un colapso circulatorio fulminante y la muerte 
del paciente en pocos minutos. En contraste con esto, en derrames crónicos, pueden 
acumularse cantidades importantes de líquido, a veces más de 1 L, sin ocasionar 
ninguna repercusión clínica. 
 
En condiciones normales, la presión intrapericárdica oscila entre 0 y –3 mmHg. 
Cuando la presión intrapericárdica aumenta, llega a igualarse con la presión de las 
cavidades cardíacas, comprimiéndolas; en este punto se habla de taponamiento 
cardíaco. El taponamiento compromete inicialmente el llenado de las cavidades 
derechas (porque tienen menor presión) y, al progresar, puede acabar 
comprometiendo el llenado de las izquierdas. 
La compresión de las cavidades cardíacas dificulta su llenado, con la consiguiente 
reducción del gasto cardíaco. Esto pone en marcha los mecanismos de 
compensación: 
 
- La activación adrenérgica ocasiona taquicardia, vasoconstricción y aumento de 
la contractilidad miocárdica, que permiten mantener temporalmente el gasto 
cardíaco y la presión arterial, para asegurar la perfusión de los órganos vitales. 
- De forma más lenta se produce estimulación del sistema renina-angiotensina-
aldosterona, para intentar incrementar el volumen de llenado y las presiones de las 
cavidades cardíacas. 
 
Cuando la presión intrapericárdica aumenta mucho y se superan los mecanismos de 
compensación, el gasto cardíaco se reduce drásticamente y el paciente entra en 
una situación de taponamiento cardíaco grave y shock. En esta situación existe un 
gran incremento e igualación de las presiones diastólicas de las cuatro cavidades 
cardíacas y de la presión intrapericárdica, alrededor de 15-20 mm Hg. 
 
En algunos casos, el taponamiento grave puede acaecer con niveles menores de 
presión intrapericárdica en pacientes con derrame pericárdico y algún proceso que 
produzca reducción de las presiones intracardíacas. Esta situación recibe el nombre 
de taponamiento de bajas presiones. Por este motivo, la administración de diuréticos 
en un paciente con taponamiento puede agravar el cuadro clínico. 
 
 
6 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
 Cuadro clínico y diagnóstico 
 
El derrame pericárdico sin taponamiento no suele ocasionar ninguna sintomatología, 
y el examen físico del paciente puede ser completamente normal. Algunos pacientes 
presentan disnea o dolor torácico. Si el derrame es abundante, puede ocasionar 
síntomas por compresión de estructuras vecinas, como disfagia o disfonía. 
Una forma peculiar, aunque poco frecuente, es la detección de un derrame 
pericárdico crónico (más de 3 meses) y grave en pacientes sin ninguna o mínima 
sintomatología y ninguna enfermedad concomitante. La etiología de estos derrames 
suele ser idiopática, y con frecuencia se diagnostican al realizar una prueba de 
imagen indicada por otro motivo. 
 
En muchos casos, la causa del derrame es evidente por el contexto clínico en que se 
diagnostica, mientras que en ausencia de enfermedad de base y de clínica de 
pericarditis la mayoría serán idiopáticos. El estudio del líquido pericárdico en 
pacientes sin taponamiento tiene muy bajo rendimiento. 
 
Debe sospecharse el taponamiento cardíaco ante todo paciente con signos de 
insuficiencia cardíaca derecha aislada (sin insuficiencia cardíaca izquierda), 
hipotensión arterial, shock cardiogénico o disociación electromecánica. 
 
La clásica tríada de Beck es típica de taponamientos agudos por hemopericardio. 
 
 HIPOTENSIÓN ARTERIAL 
 
 
 
 
 INGURGITACIÓN RUIDOS HIPOFONÉTICOS 
 YUGULAR (CORAZÓN QUIETO Y PEQUEÑO) 
 
 
Los pacientes con taponamiento suelen referir disnea, aunque dada la tardía 
afectación de las cavidades izquierdas raramente hay signos clínicos o radiológicos 
de congestión pulmonar. 
 
El contexto en el que aparece el cuadro clínico puede facilitar la sospecha 
diagnóstica y la determinación de la etiología más probable, por ejemplo, un cuadro 
previo de pericarditis, una enfermedad neoplásicadiseminada o una cirugía 
cardíaca reciente. 
 
Los hallazgos del examen físico guardarán relación con la gravedad del 
taponamiento. Los pacientes se muestran inquietos, disneicos, taquicárdicos y con 
ingurgitación yugular en mayor o menor grado, excepto en aquellos con 
taponamiento de bajas presiones, en quienes la ingurgitación es menos evidente. En 
casos graves son manifiestos los signos de bajo gasto cardíaco y shock, como 
sudoración, extremidades frías, cianosis, hipotensión arterial, confusión y obnubilación. 
 
 
7 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
El pulso arterial paradójico es una exageración de un fenómeno fisiológico y se define 
como un descenso de la presión arterial sistólica superior a 10 mmHg en la 
inspiración. En casos de taponamiento extremo, el pulso arterial deja de palparse 
durante la inspiración. No es exclusivo del taponamiento, ya que también puede 
estar presente en la constricción pericárdica, la embolia pulmonar y la enfermedad 
pulmonar obstructiva grave, entre otros. 
 
La aparición del pulso paradójico puede esquematizarse de la siguiente manera: 
 
 
 
El pulso paradójico puede estar ausente en pacientes con taponamiento que, 
además, tengan condiciones preexistentes que eleven las presiones o volúmenes de 
llenado, tales como la insuficiencia cardíaca izquierda o la insuficiencia aórtica. Para 
su medición, se necesita un esfigmomanómetro manual: el pulso paradójico es la 
diferencia entre el valor de presión arterial sistólica en el que empiezan a oírse los 
ruidos de Korotkoff (en la espiración) y el valor de presión en el que se oyen los ruidos 
ininterrumpidamente en cada latido. 
 
Exploraciones complementarias 
 
Electrocardiograma: además de los cambios característicos de pericarditis aguda, si 
es el caso, la aparición de derrame pericárdico abundante puede dar lugar a una 
reducción generalizada de la magnitud de los voltajes. En algunos casos se observa 
alternancia eléctrica del complejo QRS, consistente en cambios de la magnitud del 
QRS en cada latido y que se debe al balanceo cíclico del corazón en el interior de 
abundante derrame. 
 
Radiografía de tórax: la cardiomegalia puede ser muy llamativa en pacientes con 
derrame pericárdico abundante, y el hallazgo de una silueta cardíaca muy 
aumentada en ausencia de signos de congestión pulmonar debe hacer sospechar el 
diagnóstico. La radiografía de tórax no es útil en el diagnóstico de taponamiento, ya 
que, si la instauración es brusca, la silueta cardíaca puede ser normal. 
 
Datos de laboratorio: no aporta datos para el diagnóstico de derrame o 
taponamiento, pero en algunos casos puede ser útil en la investigación de su 
etiología. 
 
 
[INSPIRACIÓN]
AUMENTA EL 
LLENADO Y TAMAÑO 
DE LAS CAVIDADES 
DERECHAS
DESPLAZAMIENTO 
DEL SEPTO 
INTERVENTRICULAR 
HACIA LA IZQUIERDA
AUMENTO DE LA 
PRESIÓN 
INTRAPERICÁRDICA 
CON REDUCCIÓN DEL 
LLENADO 
VENTRICULAR 
IZQUIERDO (porque el 
volumen cardíaco 
está limitado por la 
existencia del 
derrame)
DISMINUCIÓN DEL 
VOLUMEN DE 
EYECCIÓN DEL VI
+
DESCENSO DE LA TAS.
 
8 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
Ecocardiograma Doppler: es la técnica fundamental en el diagnóstico y valoración 
de la repercusión del derrame pericárdico. El derrame pericárdico se muestra como 
un espacio libre de ecos alrededor del corazón en las imágenes bidimensionales. 
La ecocardiografía es también insustituible en la valoración del taponamiento 
cardíaco. Permite descartarlo con rapidez, ya que en ausencia de derrame 
pericárdico no es posible la existencia de taponamiento. Por otra parte, aunque el 
diagnóstico de taponamiento debe basarse en datos clínicos, la ecocardiografía 
Doppler aporta información importante para confirmar el diagnóstico. El signo más 
característico es el colapso de las cavidades cardíacas, habitualmente las derechas. 
El colapso de aurícula derecha es un signo muy sensible pero poco específico (está 
presente en muchos pacientes sin repercusión clínica evidente) y el de ventrículo 
derecho es muy específico, aunque de aparición más tardía en el curso del 
taponamiento. 
Por último, el estudio Doppler de los flujos venosos de entrada al corazón y de los flujos 
transvalvulares también aporta información en la valoración del taponamiento. 
 
Tomografía computarizada y resonancia 
magnética de tórax: no suele ser necesaria su 
realización para diagnosticar derrame, ya que la 
ecocardiografía aporta información precisa en la 
mayoría de las situaciones con mayor rapidez y 
menor coste. 
 
Cateterismo cardíaco: mediante la introducción 
de catéteres en las cavidades cardíacas, puede 
obtenerse el registro de las presiones 
intracavitarias y el registro simultáneo de la presión arterial y el pulso arterial 
paradójico. Las curvas de presión obtenidas mostrarán una elevación e igualación de 
la presión pericárdica y las presiones de llenado (habitualmente se registra la de la 
aurícula derecha). Además, en la curva de presión auricular se registra una abolición 
del descenso y (diastólico), con un marcado descenso x (sistólico), debido a que el 
retorno venoso queda restringido al momento de la sístole ventricular. 
Aunque permite documentar con precisión la fisiología de taponamiento, se trata de 
una técnica invasiva y no es necesaria para el diagnóstico. 
 
 Diagnóstico diferencial 
 
Debe plantearse el diagnóstico de taponamiento ante todo síndrome que curse con 
insuficiencia cardíaca derecha predominante. El diagnóstico diferencial suele 
plantearse con: 
 
- Insuficiencia cardíaca. 
- Pericarditis constrictiva o exudativo-constrictiva. 
- Cor pulmonale agudo. 
- Infarto de ventrículo derecho. 
 
 
 
 
9 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
 Tratamiento 
 
El manejo inicial del derrame pericárdico viene determinado por la presencia o 
ausencia de taponamiento. 
 
- En ausencia de taponamiento, no está indicada la evacuación sistemática del 
líquido, ya que el rendimiento diagnóstico del estudio del líquido en esa situación 
es muy bajo. El tratamiento debe dirigirse a la causa del derrame. 
 Los pacientes con signos inflamatorios deben recibir tratamiento como en la 
pericarditis aguda. 
 
 En ausencia de inflamación, ningún tratamiento ha demostrado poder reducir 
o eliminar el derrame. Un caso especial es el derrame pericárdico crónico 
idiopático, que debe tratarse con pericardiocentesis porque la evolución a 
taponamiento no es infrecuente y es impredecible. 
 
- En pacientes con taponamiento leve puede adoptarse una actitud expectante, 
especialmente si la causa del mismo es reversible y se dispone de un tratamiento 
que pueda mejorar el cuadro clínico. 
 
- En el paciente con taponamiento cardíaco grave, debe evacuarse el derrame 
pericárdico mediante una pericardiocentesis percutánea, realizada 
frecuentemente por vía subxifoidea, y tras la que es habitual dejar durante unos 
días un catéter intrapericárdico. La otra técnica de evacuación es el drenaje 
quirúrgico, con visualización directa del pericardio. Es una técnica más invasiva, 
que se aconseja en determinadas circunstancias: 
 
a) Taponamiento no resuelto con la pericardiocentesis o que recidiva tras una 
pericardiocentesis eficaz. 
b) Pericarditis purulenta. 
c) Taponamiento grave en las horas siguientes a una intervención quirúrgica 
sobre el corazón. 
 
El drenaje quirúrgico permite, además del estudio del derrame, la toma de 
muestras del tejido pericárdico para su análisis anatomopatológico. 
 
PERICARDITIS CONSTRICTIVA 
 
Se trata de una enfermedad poco frecuente en la que el engrosamiento, la fusión y a 
veces la calcificación del pericardio hace que el corazón quede oprimido, 
imponiendo una limitación al llenado ventricular. 
La forma más habitual es la pericarditis constrictiva crónica, un proceso lento que se 
desarrolla a lo largo de años. También se observan formas de instauración más 
rápida, subagudao aguda. En el curso evolutivo de algunas pericarditis agudas 
pueden observarse signos clínicos, o más frecuentemente ecocardiográficos, de 
constricción; este proceso se conoce como constricción cardíaca transitoria. 
 
10 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
Por último, algunos pacientes presentan un cuadro clínico en el que se mezclan datos 
sugestivos de derrame o taponamiento con otros indicativos de constricción. Este 
cuadro suele reconocerse cuando, a pesar de la evacuación del derrame 
pericárdico, persiste una elevación anormal de las presiones de llenado. Esta entidad 
se conoce como pericarditis efusivo-constrictiva. 
 
 Etiología 
 
La causa más frecuente de pericarditis constrictiva crónica es la idiopática, y en la 
mayoría de los casos no existen antecedentes conocidos de patología pericárdica. 
La pericarditis tuberculosa representa el 11% de los casos; la purulenta, el 7%; la 
neoplásica, el 4%, y la cirugía cardíaca, el 4%. Otras causas menos frecuentes son la 
uremia y la radioterapia. 
Las diferentes etiologías de pericarditis aguda tienen una tendencia muy diferente a 
la evolución hacia la constricción; mientras es muy infrecuente (∼1%) en la pericarditis 
aguda idiopática, un tercio de los pacientes con pericarditis purulenta o tuberculosa 
presentan esta evolución. Atendiendo al modo de presentación, las formas 
idiopáticas se presentan con mucha mayor frecuencia como crónicas, mientras que 
la mayoría de las formas específicas (purulenta, tuberculosa, neoplásica) se 
manifiestan de forma aguda o subaguda. 
 
 Fisiopatología 
 
El pericardio cicatrizado, engrosado y rígido pierde su elasticidad y comprime el 
corazón, ocasionando dificultad en el llenado diastólico de los ventrículos. Mientras 
que en el taponamiento la compresión cardíaca se produce durante toda la diástole 
por el líquido a tensión, en la constricción la parte inicial de la diástole (protodiástole) 
está respetada, produciéndose un llenado ventricular muy rápido en esta fase, 
potenciado por la elevación de las presiones auriculares. A continuación, una vez se 
alcanza el límite impuesto por el pericardio no distensible, la presión se incrementa 
rápidamente y el llenado ventricular se detiene. Esta limitación al llenado da lugar a 
que las presiones diastólicas de todas las cavidades cardíacas y venas pulmonares y 
sistémicas estén elevadas e igualadas. La congestión venosa sistémica ocasiona las 
manifestaciones principales de la pericarditis constrictiva en forma de edema 
periférico y congestión hepática. 
Aunque la contractilidad miocárdica no suele estar afectada, la reducción del 
llenado ventricular se acompaña de una reducción del gasto cardíaco, que también 
puede contribuir a la sintomatología del paciente. 
 
 Cuadro clínico y diagnóstico 
 
La pericarditis constrictiva debe sospecharse ante todo paciente con signos y 
síntomas prominentes de insuficiencia cardíaca derecha. Los edemas, el aumento de 
peso y la hinchazón abdominal son frecuentemente referidos por el enfermo. A la 
exploración, los edemas son evidentes y la ingurgitación yugular, con frecuencia muy 
acentuada, es un dato constante. En el análisis del pulso venoso yugular destaca la 
presencia de un colapso. La hepatomegalia y el derrame pleural también suelen 
 
11 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
estar presentes. En fases avanzadas, la congestión hepática mantenida evoluciona a 
la cirrosis, pudiendo aparecer ascitis, anasarca e ictericia. 
 
El signo de Kussmaul es característico, aunque no exclusivo, de la pericarditis 
constrictiva; consiste en la ausencia de descenso, e incluso incremento, de la 
ingurgitación yugular durante la inspiración profunda. Se debe al hecho de que el 
descenso inspiratorio normal de las presiones torácicas no se transmite a la aurícula 
derecha debido al efecto de barrera provocado por el pericardio engrosado. 
 
Otro dato característico de la exploración física, presente con frecuencia, es el ruido 
o chasquido pericárdico, un fenómeno acústico protodiastólico, de bajas 
frecuencias, que se ausculta en el borde esternal izquierdo o el ápex y se 
corresponde con el final de la fase de llenado ventricular rápido. Puede confundirse 
con un tercer ruido. 
Los síntomas y signos de insuficiencia cardíaca izquierda grave suelen ser menos 
evidentes y de aparición más tardía. La disnea, habitualmente de esfuerzo, y la 
ortopnea son frecuentes. La reducción crónica del gasto cardíaco da lugar a 
fatigabilidad, y a caquexia en fases avanzadas. En las formas de aparición aguda o 
subaguda, los síntomas de bajo gasto pueden ser predominantes. 
 
Exploraciones complementarias 
 
Electrocardiograma: existen alteraciones en la mayoría de los casos, aunque no son 
específicas de la pericarditis constrictiva. Las ondas T negativas y los bajos voltajes son 
frecuentes. Aproximadamente, el 25% de los pacientes presentan fibrilación auricular. 
 
Radiografía de tórax: puede ser clave para 
establecer el diagnóstico. La calcificación 
pericárdica está presente en el 25%-30% de las 
formas crónicas. La presencia de calcificaciones 
pericárdicas no permite por sí sola diagnosticar 
pericarditis constrictiva, aunque en el contexto de 
un cuadro clínico compatible apoya fuertemente 
el diagnóstico. El grado de cardiomegalia es 
variable, y el derrame pleural, frecuente. 
 
Datos de laboratorio: el laboratorio no aporta 
información específica para el diagnóstico de la pericarditis constrictiva y raras veces 
para su diagnóstico etiológico. 
Dado que estos pacientes presentan estasis venosa crónica en el territorio sistémico, 
son frecuentes las alteraciones en la bioquímica hepática, pudiendo incluso 
evolucionar a cirrosis (cirrosis cardíaca). Este hecho, junto con las similitudes en la 
presentación clínica, puede inducir a error en el diagnóstico diferencial. 
 
Ecocardiograma Doppler: los hallazgos incluyen el engrosamiento del pericardio, la 
horizontalización diastólica visible en la pared posterior y un movimiento anormal del 
septo, que se desplaza bruscamente hacia delante en el inicio de la diástole. 
 
12 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
Además, son patentes los signos de hipertensión venosa, como la dilatación de la 
vena cava inferior y las venas hepáticas, con reducción de las oscilaciones en su 
diámetro a lo largo del ciclo respiratorio. En casos de pericarditis efusivo-constrictiva 
existirá derrame pericárdico en mayor o menor grado. 
 
Tomografía computarizada y resonancia magnética: permiten medir con precisión el 
grosor del pericardio, que en condiciones normales no supera los 2 mm. También, 
especialmente la TC, permite determinar la existencia de calcificación pericárdica. 
Ante una sospecha clínica fundada de pericarditis constrictiva, la presencia de un 
pericardio engrosado o calcificado permite establecer el diagnóstico. Pueden 
observarse también otras alteraciones, tales como derrame pleural, ascitis, 
congestión venosa hepática y cambios en la morfología de los ventrículos. 
 
 
TC de tórax de dos pacientes con pericarditis constrictiva. A. Pericarditis constrictiva 
subaguda; se observa engrosamiento pericárdico (flecha). B. Pericarditis constrictiva 
crónica; se observan calcificaciones pericárdicas (flecha) y derrame pleural. 
 
Cateterismo cardíaco: permite documentar las alteraciones hemodinámicas 
características y ayudar en el diagnóstico diferencial con la miocardiopatía 
restrictiva. Típicamente se registrará una igualación y elevación importante (20 mm 
Hg o incluso más) de las presiones diastólicas de ambos ventrículos, ambas aurículas y 
el lecho capilar pulmonar (presión enclavada). 
La diferencia entre las presiones izquierdas y derechas suele ser mínima, al contrario 
de lo que sucede en la miocardiopatía restrictiva. 
 
 Diagnóstico diferencial 
 
Al tratarse de una enfermedad potencialmente curable mediante la cirugía, es degran importancia establecer su diagnóstico. El diagnóstico diferencial se plantea con 
aquellas enfermedades cardíacas o extracardíacas que cursan con un cuadro 
clínico de insuficiencia cardíaca derecha predominante o anasarca. 
 
- Cirrosis hepática ocupa un lugar relevante; los edemas, la ascitis, la 
hepatomegalia y la alteración de las pruebas de laboratorio pueden estar 
presentes en ambas condiciones. 
 
13 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
La exploración física pondrá de manifiesto que en el paciente con cirrosis 
hepática no existe ingurgitación yugular. 
- Estenosis mitral. 
- Tumores cardíacos. 
- Miocardiopatía dilatada. 
- Cor pulmonale crónico. 
- Miocardiopatía restrictiva, cuyo diagnóstico diferencial con la pericarditis 
constrictiva puede resultar muy difícil, en especial en ausencia de 
engrosamiento y calcificación pericárdica. El cuadro clínico, el ecocardiograma 
e incluso el patrón hemodinámico obtenido en el cateterismo pueden ser muy 
similares. En algunos casos de miocardiopatía restrictiva de causa infiltrativa, 
como la amiloidosis, el ecocardiograma, la RM y la biopsia miocárdica pueden 
proporcionar información característica de este proceso. 
 
 Tratamiento 
 
El tratamiento de elección es quirúrgico y consiste en la práctica de una 
pericardiectomía o extirpación lo más amplia posible del pericardio. En las formas 
crónicas y calcificadas la resección puede ser difícil debido a la infiltración 
miocárdica cálcica, que resulta en un mayor riesgo quirúrgico y una recuperación 
funcional menos completa. 
 
El tratamiento farmacológico con diuréticos es útil para aliviar los síntomas 
congestivos en pacientes que no pueden intervenirse o que presentan constricción 
ligera. Algunos pacientes presentan constricción cardíaca transitoria, cuyo 
tratamiento no debe ser quirúrgico. Debe sospecharse esta posibilidad en pacientes 
que desarrollan este síndrome tras un brote de pericarditis aguda o tras una 
intervención de cirugía cardíaca. Es razonable ofrecer un período de observación y 
tratamiento diurético antes de indicar la cirugía, en espera de una posible resolución 
espontánea. 
 
ALGUNAS CAUSAS ESPECÍFICAS DE ENFERMEDAD PERICÁRDICA 
El pericardio puede verse afectado en el curso de un número importante de 
enfermedades y procesos cardíacos y extracardíacos. Por su frecuencia y sus 
particularidades, dos de estos merecen ser expuestos de forma individualizada. 
 
PERICARDITIS EN LA INSUFICIENCIA RENAL 
 
Una de las manifestaciones que pueden acompañar a la insuficiencia renal 
avanzada es la pericarditis urémica, frecuentemente acompañada de derrame 
pericárdico. Actualmente es poco habitual, gracias al uso más amplio de la diálisis. 
Puede presentarse en forma de pericarditis aguda, con síntomas y signos clásicos de 
inflamación, o como derrame pericárdico. 
Con cierta frecuencia, se produce durante la sesión de diálisis, cuando al reducirse 
las presiones intracardíacas se desarrolla hipotensión y se establece la sospecha de 
derrame pericárdico. 
 
14 ENFERMEDADES DEL PERICARDIO 
El tratamiento suele consistir en iniciar o intensificar la diálisis, aunque es razonable el 
uso de antiinflamatorios no esteroideos en pacientes ya dializados crónicamente que 
presentan pericarditis con datos de inflamación. En caso de ocasionar compromiso 
hemodinámico, el derrame debe ser drenado. 
 
PERICARDITIS TRAS UN INFARTO DE MIOCARDIO 
 
La pericarditis epistenocárdica se produce en el seno de infartos de miocardio 
transmurales extensos y suele manifestarse en los primeros días tras el evento 
coronario. Su incidencia se ha reducido desde la generalización de la 
revascularización en fase aguda. El cuadro clínico se caracteriza por reaparición de 
dolor torácico, en este caso de características pericardíticas, con poca expresividad 
en el electrocardiograma. Ocasionalmente es asintomática y se diagnostica al 
auscultarse un roce. 
 
La pericarditis tardía postinfarto o síndrome de Dressler se produce entre semanas y 
meses después del infarto de miocardio. Se trata de una poliserositis de etiología 
autoinmune que se manifiesta con fiebre, dolor pleurítico o pericardítico y derrame 
pleural y/o pericárdico. Los antiinflamatorios constituyen la base del tratamiento de 
ambos procesos.

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