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Sistema sensorial
El sistema sensorial es parte del sistema nervioso, responsable de procesar la información
sensorial. El sistema sensorial está formado por receptores sensoriales y partes del cerebro
involucradas en la recepción sensorial. Los principales sistemas sensoriales son: la vista, el
oído, el tacto, el gusto y el olfato.
● SENTIDO DEL TACTO.
El tacto es un sentido clave para la existencia biológica, nos mantiene continuamente al
tanto del espacio que ocupamos y de los objetos con los que interactuamos.
¿Cómo funciona el sentido del tacto? El tacto es el producto de un complejo entramado
de terminaciones nerviosas que recorren nuestra piel y nuestro cuerpo, recopilando
información sensorial respecto a nuestro entorno exterior, pero también al interior de nuestro
cuerpo.
Gracias a ello podemos sentir el impacto de las fuerzas externas en nuestro cuerpo, pero
también las sensaciones de dolor, movimiento o incomodidad a lo interno, a través de las
cuales el cuerpo se percibe a sí mismo.
Dicha red de nervios está presente entre la epidermis y la dermis, y se compone de un
inmenso ejército de receptores diferentes, cada uno especializado en un cierto tipo de
estímulos y percepciones. De ese modo, la sensibilidad táctil abarca tres tipos de
percepciones diferentes, que llegan al cerebro a través de vías nerviosas diferentes:
Sensibilidad protopática. Se trata de la forma más primitiva y difusa del tacto, que establece
poca o ninguna diferencia entre sus estímulos, pero al mismo tiempo es la más rápida en
ser percibida. Normalmente se ocupa de estímulos burdos o poco delicados, como el calor o
frío extremo, el dolor y el tacto brusco, que el sujeto no puede ubicar con exactitud en su
cuerpo, pero a los que reacciona de inmediato.
Sensibilidad epicrítica. Se trata de una forma mucho más refinada del tacto, localizada,
exacta y con alto nivel de diferenciación entre estímulos, como la capacidad de reconocer
formas y tamaños. Normalmente para manifestarse debe inhibir la sensibilidad protopática
hasta cierto punto.
Sensibilidad termoalgésica. Se trata del sentido táctil vinculado con la temperatura
(sensibilidad térmica) y el dolor (sensibilidad algésica).
En los tres casos, los estímulos nerviosos son recogidos por sus respectivas terminaciones
nerviosas y transmitidas por distintas vías que serían los conductos nerviosos al encéfalo,
en donde son procesadas y se genera una reacción. En ello, la médula espinal cumple un
rol vital centralizando los distintos estímulos sensoriales.
Ahora pasamos a la Anatomía del tacto: La piel está compuesta por varias capas de tejido
de distinta naturaleza, y que cumplen roles distintos en la percepción táctil. Dichas capas
son:
La epidemis: Se trata de la capa más externa de la piel, esa que solemos percibir a simple
vista, y que funciona como una envoltura protectora, resistente al agua, del resto de las
capas del cuerpo humano. En ella es donde se acumula la melanina, pigmento que nos
protege de la radiación UV y que da color a nuestra piel, y también es donde se encuentran
los primeros receptores táctiles.
La segunda es la dermis. Se trata de la capa más profunda de la piel, que subyace a la
epidermis, y en ella abundan los vasos sanguíneos, las glándulas sebáceas y sudoríparas, y
el grueso de los receptores táctiles y sus respectivas terminaciones nerviosas. Además, es
la capa encargada de reemplazar las células muertas de la epidermis.
Y por último, el tejido subcutáneo. Todavía más profundo en nuestro cuerpo se hallan los
tejidos que van por debajo de la piel, compuestos por grasas (que actúan como aislantes y
como cojinetes para proteger los tejidos internos) y también tejidos conectivos que
mantienen todos los demás tejidos y órganos unidos entre sí. A este nivel se encuentran los
receptores táctiles más profundos, muchos de los cuales se encargan de la percepción
interna del cuerpo.
Ahora pasamos con los receptores nerviosos : Los receptores nerviosos de la piel pueden
ser de tres tipos, dependiendo de la información táctil a la que son sensibles y que
transmiten al sistema nervioso central. Así, podemos hablar de:
Termorreceptores, encargados de percibir las variaciones de la temperatura externa, así
como el contacto con superficies frías o cálidas.
También está la nociceptores, encargados de producir el dolor, es decir, de captar los
estímulos desagradables o potencialmente dañinos, y transmitir una alarma al sistema
nervioso.
Y el mecanorreceptores, encargados de percibir el movimiento, la presión y otras formas y
fuerzas en contacto con la piel. Pueden ser, a su vez, de cinco tipos diferentes:
La primera es el corpúsculos de Pacini, responsables de percibir las vibraciones rápidas y la
presión mecánica profunda, poseen varios milímetros de longitud y se activan sólo al inicio y
al final del estímulo mecánico. Son especialmente numerosos en las manos, los pies y los
órganos sexuales, pero también en el tejido conectivo y muchas membranas.
El segundo es el corpúsculos de Ruffini, responsables de percibir e identificar las
sensaciones de calor y la deformación continua o profunda de la piel, siendo especialmente
sensibles a las variaciones en dichos estímulos. Son pequeños y abundantes, y se
encuentran en la dermis profunda y los tejidos conectivos, excepto en la superficie de la piel
de la cara dorsal de las manos.
El tercero es corpúsculos de Krause, más pequeños y simples que los corpúsculos de
Pacini, se encuentran en la dermis profunda de la piel, pero también en los tejidos
submucosos de la nariz, ojos, boca, genitales, y otras regiones parecidas.
El cuarto es el corpúsculos de Meissner, responsables de la percepción del tacto suave, es
decir, de las vibraciones menores a 50 Hz, son receptores de actividad muy rápida y enorme
sensibilidad, ubicados en la región superficial de la dermis. Una vez activados, muestran un
margen de tolerancia o disminución de actividad ante la estimulación continua, razón por la
cual al rato dejamos de percibir la ropa que llevamos puesta, por ejemplo.
Y el quinto y último es el discos de Merkel, también llamados domos táctiles, son un
conjunto de mecanorreceptores que se encuentran entre la mucosa y la piel, dedicados a la
percepción de la presión y las texturas. Se trata de algunos de los receptores más agudos y
sensibles de la piel, capaces de obtener información muy detallada de sus estímulos
respectivos.
Y por último los cuidados del sentido del tacto: Para cuidar el sentido del tacto hace falta,
precisamente, cuidar la salud de la piel y de las mucosas del cuerpo. Ello se lleva a cabo
mediante consideraciones como las siguientes:
Mantener una higiene regular de la piel y de los tejidos sensibles, a través del baño y
secado, pero evitando el uso de productos químicos invasivos, irritantes o excesivos.
Proteger la piel de la deshidratación mediante la aplicación de cremas hidratantes o
mediante el consumo abundante de agua, y protegerla de la radiación ultravioleta mediante
bloqueadores solares o simplemente controlando la exposición al sol.
No exponer la piel a productos químicos, irritantes, combustibles u otras reacciones que
puedan destruir o debilitar la epidermis.
Y consumir alimentos ricos en vitaminas A y D.

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