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Capitulo 2 Ed 2013

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Capítulo 2 
 
2. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO Y SU MARCO HISTÓRICO 
 
2.1. INTRODUCCIÓN 
Encarar una breve revisión de la historia del pensamiento económico, sobre todo en el nivel 
introductorio planteado en este texto, es siempre una tarea compleja, dada la vastedad de 
interpretaciones del fenómeno económico, de las ideas prevalecientes en las distintas épocas y 
también de la profundidad con que debe encararse el estudio del mismo, a los efectos de que su 
revisión no sea una mera enumeración de autores y teorías que no constituya ningún tipo de aporte 
a quien realice su lectura. 
Dos riesgos extremos se corren en esta difícil tarea: 1) En el afán de sintetizar largos cuerpos de 
teoría en brevísimos párrafos, terminar rescatando sólo una “caricatura” de cada una de las escuelas 
y las épocas económicas; 2) En el intento de no olvidar nada importante, tornar el presente capítulo 
tan largo e inacabable, que iguale en extensión a todo el resto del contenido del libro. 
Ni uno ni lo otro resulta la solución en nuestra opinión, y es por eso que creemos que debe existir un 
“justo medio” en el desarrollo de este tema, que no reduzca cada escuela a un mero enunciado de 
ideas, pero que al mismo tiempo no torne este capítulo el más tedioso de este texto. De algo 
estamos seguros, conocer que fue la Economía antes de nuestra época, es un elemento 
imprescindible para comprender qué es y qué será esta ciencia en el futuro. 
Otro aspecto a destacar es que, dado que la ciencia económica surge como una respuesta a 
necesidades que presentaron las distintas sociedades en cada momento, y que muchos de sus 
principales aportes teóricos surgieron como consecuencia de cambios y modificaciones que fue 
presentando la vida económica, el análisis de las distintas teorías debe ser realizada en su contexto 
histórico-social, a los efectos de entender en términos contextuales el porqué del surgimiento de una 
determinada forma de analizar la realidad. 
¿Cuándo surge el pensamiento económico?, o, mejor dicho, ¿cuándo surge la preocupación por lo 
económico? Es evidente que, dado que lo económico implica satisfacer todo tipo de necesidades 
humanas, entre ellas las más primarias, lo económico estuvo presente en las preocupaciones de los 
primeros pensadores y estudiosos de las formas sociales, por más antiguas que éstas fueran. Sin 
embargo, si hacemos la pregunta que ya introdujimos en el capítulo anterior: ¿Cuándo surge el 
pensamiento económico con carácter científico, es decir con método y objeto propios de estudio?, 
no encontramos la misma respuesta, ya que el mismo tiene sus primeras manifestaciones en la 
segunda mitad del siglo XVIII, con la aparición de los escritos de los que podrían ser considerados los 
“padres fundadores” de la ciencia económica, los denominados “clásicos”. Si bien algunos 
pensadores asignan una particular trascendencia a otra escuela económica, denominada fisiocracia, 
no existe una diferencia significativa en el tiempo entre los escritos de una y otra escuela. 
En este capítulo se efectuará entonces un somero análisis de las principales escuelas de pensamiento 
económico, lo cual no quiere decir que se revisará todo el espectro de las mismas, ya que ello 
excedería el marco introductorio propuesto, sino que se centrará sobre aquellas que tengan que ver 
con el esquema analítico básico de este tema. El esquema de presentación se centrará básicamente 
en torno de escuelas, con mención a sus principales autores, y no sobre los autores propiamente 
dichos, ya que en este nivel de introducción resulta difícil marcar diferencias claras para el recién 
iniciado en esta ciencia entre autores que compartieron el marco básico del pensamiento. 
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Previamente realizaremos un breve análisis histórico previo al surgimiento de las escuelas en la 
ciencia económica, a fin de enmarcar la aparición de las formas de mercado como mecanismo de 
resolución de los problemas económicos de las distintas sociedades. Seguiremos allí las líneas 
generales trazadas por Robert Heilbroner en su conocido libro “La formación de la sociedad 
económica”, y a partir de dicha base acometeremos el estudio de las distintas escuelas de la ciencia 
económica. 
 
2.2. LA HISTORIA PREVIA AL SURGIMIENTO DE LA CIENCIA ECONÓMICA 
El estudio de la economía previo a la aparición del sistema de mercado como forma dominante 
puede dividirse, a rasgos extremadamente gruesos, en los aspectos económicos de la antigüedad y la 
economía en la Edad Media. 
2.2.1. La economía en la antigüedad 
¿Puede hablarse de un esquema económico común en sociedades que tuvieron un alto grado de 
diversidad en materia política, cultural, artística y religiosa? Aunque a primera vista podría parecer 
difícil, en realidad estas sociedades tuvieron muchos rasgos en común en lo que hace a sus aspectos 
económicos. A modo de gruesa síntesis, los rasgos que caracterizaron a las mismas pueden resumirse 
en los siguientes: 
2.2.1.1. Eran sociedades que tenían como fundamento su producción agrícola. Si bien en la 
actualidad existen sociedades que tienen como producción central la agricultura, no 
conforman lo que se entiende por una sociedad agrícola. La gran diferencia entre 
ambas es la cantidad de personas que puede mantener su población agrícola. Esa 
capacidad en la antigüedad era muy limitada, al igual que en muchas economías 
subdesarrolladas o periféricas en la actualidad. Las modernas producciones agrícolas, 
al mantener altos niveles de productividad, hacen que una pequeña fracción de la 
población produzca los alimentos necesarios para el conjunto de los habitantes. 
¿Qué es tener un alto nivel de productividad en agricultura? Sencillamente obtener 
un alto nivel de producción agrícola por persona ocupada en dichas tareas, lo que 
actualmente es posible por el alto nivel de tecnología y de maquinarias allí utilizadas. 
El campesino labrador de la antigüedad no realizaba innovaciones tecnológicas, en la 
mayor parte de los casos fabricaba los elementos con los que producía, y su 
producción no tenía como destino su venta en algún mercado, sino que debía 
entregar gran parte a los dueños de la tierra y al Estado, quedando el resto para 
alimento y sustento propio y de su familia. Sólo una muy pequeña fracción de esa 
producción (cuando alcanzaba) se destinaba a la venta y a su intercambio por dinero. 
En general daba lugar a una producción básica que utilizaba el trueque como 
elemento central de intercambio, con una escasa o nula utilización del dinero. 
2.2.1.2. Las ciudades no generaron un desarrollo integrado con el resto de la economía. Si 
bien se reconoce la existencia de una vitalidad y efervescencia en la vida económica 
de las ciudades, tales como Atenas o Roma, que en muchos casos desarrollaban 
niveles de actividad que las hacían comparables con nuestras propias sociedades, 
esto no debe llevarnos a la conclusión de que el funcionamiento económico 
resultaba igual al actual. La diferencia estriba en dos aspectos centrales: 
a) Uno de ellos es el propósito esencialmente limitado de la función mercantil de la 
ciudad, dado que las mismas no eran centros donde se enviasen materias primas 
para ser elaboradas y consumidas por el resto de la sociedad, tal como ocurre 
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con las modernas ciudades integradas al conjunto de la economía, sino en su 
mayor parte eran receptoras de bienes de lujo destinados a las clases más 
elevadas de la sociedad, lo que las convertía en entidades separadas de la base 
económica agrícola de esas sociedades. 
b) El otro elemento central que las diferencia de las modernas ciudades es la 
dependencia que tenían las mismas del trabajo de los esclavos, dado que la 
esclavitud en gran escala era un pilar fundamental de casi todas las sociedades 
económicas antiguas, siendo éste un rasgo común a todas las sociedades 
antiguas. Si bien existían otras categorías de trabajadores no esclavos en estas 
economías, sin el trabajo de los esclavos difícilmente se hubiesen sostenido las 
brillanteseconomías urbanas de la antigüedad. 
2.2.1.3. El uso del excedente y la acumulación de la riqueza. La existencia de riqueza en 
cualquier sociedad implica también la existencia de un excedente, en el sentido que, 
a partir de los recursos que tiene la misma, ha logrado solucionar no sólo sus 
problemas básicos de subsistencia, sino que queda un margen de esfuerzo 
productivo para destinar a la cobertura de otras necesidades secundarias. Esta 
porción de producción es el excedente de una sociedad. 
En la antigüedad, a pesar de los escasos medios con los que contaban, era notable el 
excedente que se obtenía sobre la base de la masa campesina pobre y la población 
esclava. Templos, pirámides, carreteras y obras de arquitectura dan la prueba de que 
se podía mantener mano de obra que no estuviese directamente vinculada con las 
actividades de subsistencia. Lo que diferencia la sociedad antigua de la moderna 
sociedad que caracteriza el mercado, es la utilización que se hace de dicho 
excedente. En la antigüedad ese excedente no se canalizaba como un auxiliar de las 
actividades económicas para la acumulación de riqueza y nuevos medios de 
producción, sino que beneficiaba de una u otra manera a emperadores, nobles y/o 
comerciantes. En este sentido podemos afirmar que la mayor parte de la riqueza 
recaía en manos de personas que no desempeñaban un rol estrictamente económico 
en la sociedad. La riqueza se otorgaba como recompensa al poder o a la posición 
política, religiosa o militar, pero no por el desarrollo de actividades económicas. El 
hecho que estas sociedades no integraran la obtención de riqueza con la producción 
de bienes, hacía que la actividad económica fuese considerada “innoble”. Como se 
señaló, la riqueza, que surgía del excedente extraído del esclavo o del campesino, no 
era un auxiliar natural del sistema de producción, que incrementara los medios de 
producción con los que se generan bienes en la sociedad. En estas condiciones, la 
riqueza tiende a conseguirse como una consecuencia del poder. En las modernas 
sociedades la situación tiende a ser a la inversa, ya que el poder puede conseguirse a 
partir de la riqueza. 
2.2.1.4. El pensamiento económico en la antigüedad. ¿Qué opinaban sobre estos temas los 
economistas de la antigüedad? La respuesta es bastante sencilla: no había 
economistas en un estricto sentido de la palabra, por lo que no había verdadera 
doctrina económica. En la antigüedad no existían personas que se dedicasen a 
estudiar la economía como campo independiente de pensamiento. La sistematicidad 
y la repetición, aparte de la simplicidad de la estructura económica, no despertaban 
la curiosidad de ningún pensador. Dado que en general la acumulación de riqueza 
dependía de avatares distintos que la actividad económica (guerras, matrimonio o el 
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simple azar), lo cambiante de los mismos no daba mucho margen para el análisis y 
por lo tanto para el surgimiento de un pensamiento independiente en materia de 
economía. El problema de la distribución de los bienes y servicios siempre estuvo 
presente dentro del tronco común filosófico, pero como la acumulación de riqueza 
era independiente de la producción de bienes, no existían estudios sistemáticos 
sobre el sistema social que generaba la riqueza y la forma en que se distribuía. 
Una excepción a esta regla es Aristóteles, que enfocó su capacidad analítica a una 
serie de disciplinas en el marco general de la filosofía, encontrándose la economía 
entre ellas, con lo cual podemos decir que gestó el inicio de un estudio de carácter 
más sistemático de la economía. De cualquier manera, Aristóteles no independizó 
totalmente el pensamiento de carácter económico. Dividió a la economía en dos 
partes, a una la denominó œconomía, que consiste en el arte de dirigir la casa, la 
administración del patrimonio y el ahorro de los recursos, y a la otra la llamó 
crematistike, y que es el uso de los recursos con fines adquisitivos, era toda actividad 
cuyo móvil y finalidad no era el servicio sino la ganancia. Aristóteles, en su propuesta 
de sociedad, aprobaba la economía pero rechazaba la crematística, actividad innoble 
para el hombre griego. 
2.2.2. La economía en la edad media 
La Edad Media es ese prolongado período histórico que abarca a la totalidad de Europa, con 
comienzos y finales formales en la caída del Imperio Romano de Occidente y de Oriente, 
respectivamente. Es de interés la revisión de este ciclo, dado que su crisis coincidió con la aparición 
de los elementos que permitirían su avance hacia la sociedad económica moderna. 
En términos económicos se observa una marcada diversidad en su transcurso. La historia económica 
del feudalismo medieval no se caracteriza por un estancamiento ni por un progreso uniforme, sino 
por enormes e irregulares fluctuaciones seculares. Los comienzos del feudalismo coincidieron con un 
período de fuerte penuria, privaciones y despoblación. Varios siglos después se logró una 
considerable prosperidad, pero una serie de catástrofes ocurridas en el siglo XIV (hambre, peste y 
guerras), vuelven a hacer retroceder el bienestar económico. 
El hecho político y económico de mayor importancia ocurrido a comienzos de esta era, y que 
enmarcó el desarrollo posterior de esta sociedad, fue el desmoronamiento de la organización política 
en gran escala que representaba el Imperio Romano. La desaparición de un Estado de carácter 
unificado, dio lugar a la aparición de estados y entidades políticas en pequeña escala. En estas 
condiciones se tornó extremadamente costoso y de alto riesgo mantener la operatoria comercial que 
había caracterizado a la sociedad antigua, por lo que la red habitual de operaciones económicas se 
disgregó o cayó en desuso, de esta manera resultó imposible mantener la vigorosa vida que las 
ciudades habían llevado en etapas anteriores. La adopción de formas defensivas de organización 
económica, destinadas a lograr la subsistencia a través de la autosuficiencia, fueron generando una 
compresión de la vida social y económica a círculos muy reducidos, que apuntaban 
fundamentalmente a la autarquía tanto en lo económico como en lo social y en lo político. Piense el 
lector que si en la actualidad cada Municipio moderno resultara un Estado independiente con 
aduanas particulares, regulaciones especiales e impuestos ante cada traspaso de límites, el comercio 
no podría desarrollarse y cada comunidad debería “cerrarse” sobre sí misma en la búsqueda de su 
subsistencia. 
¿Cómo eran las características de la vida social y económica en esta etapa? Existen una serie de 
rasgos característicos e instituciones que la definen: 
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2.2.2.1. La organización social y económica. La necesidad de la autosuficiencia, y el 
desmembramiento del antiguo Estado trajo aparejado una nueva base de 
organización no solo económica sino también social: el feudo o propiedad señorial. 
Estos feudos eran grandes extensiones territoriales propiedad de un señor feudal, en 
la cual este último no sólo era propietario de las mismas sino también protector, 
juez, jefe de policía y administrador, constituyendo de esta manera más que una 
unidad económica una entidad de carácter social y político. Las reglas del vasallaje 
imponían la autoridad dentro del feudo, pero también establecían las jerarquías a las 
que el señor feudal estaba sujeto. Se generaron unidades económicas 
autosuficientes en torno de la casa del señor feudal, que en algunos casos eran 
auténticas fortalezas amuralladas, a los efectos de defenderse de eventuales 
ataques. Los campos circundantes, que en gran parte pertenecían al señor feudal, 
eran sembrados con un sistema de “franjas” de cosecha y descanso, en las cuales 
laboraban los siervos, que literalmente estaban atados a su parcela de tierra. En el 
corazón mismo de la estructura económica feudal se observaba que los siervos 
estaban obligados a trabajar las tierras y talleres del señor feudal, y entregarle una 
porción de su cosecha, y también, en algunos casos,efectuar pequeños pagos en 
dinero por impuestos o derechos. A cambio de ello, el señor feudal proporcionaba 
seguridad física a los habitantes del feudo, elemento de suma importancia en una 
sociedad que carecía de estado unificado que hiciera cumplir las leyes. También 
proporcionaba a los súbditos cierta seguridad económica, en el sentido de paliar el 
hambre con sus propias reservas o prestar animales y equipo de trabajo a los siervos, 
en los momentos de necesidad. En general se puede afirmar que era una sociedad en 
la cual regía un sistema de obligaciones mutuas entre los súbditos y el señor feudal, 
pero en el marco de una fuerte explotación de este último hacia los primeros. Otra 
de las características de esta sociedad era la escasa cantidad de transacciones que se 
realizaban con dinero, dado que la mayor parte de las mismas implicaban pagos en 
especies, característica propia de las unidades económicas autosuficientes como el 
feudo. 
2.2.2.2. La vida fuera del feudo. Juntamente con las propiedades feudales existía también 
ciudades (burgos), en algunos casos descendientes del antiguo Imperio Romano. 
Estas ciudades desarrollaron una serie de mercados para abastecerse, en el cual los 
campesinos vendían una pequeña parte de su producción, y donde las transacciones 
eran básicamente en dinero. Las leyes del feudo no se aplicaban en las ciudades o 
poblados. Periódicamente se realizaban en las ciudades las denominadas “ferias”, en 
las cuales se comercializaba gran cantidad de productos. Las mismas eran un 
acontecimiento no sólo económico, sino también social, que ofrecían una prueba de 
la falta de estabilidad de la actividad comercial, ya que las mismas se mudaban 
continuamente. 
Otra institución característica de esta época fueron los denominados gremios, que 
agrupaban a todas aquellas personas que ejercían un oficio y no formaban parte del 
feudo propiamente dicho. Existió toda una variedad de gremios1 en esta época, de 
hecho para ejecutar cualquier tipo de artesanía u oficio, quien lo hiciese debía 
pertenecer a un gremio. Si bien puede considerarse que estos gremios constituyeron 
 
1 Muy lejos estaban estos “gremios” de los actuales sindicatos, ya que esencialmente eran agrupaciones de 
“patrones” medievales, más que de “obreros”. 
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las primitivas industrias que surgieron en esa época, debe tenerse mucho cuidado 
con esta afirmación, ya que estos gremios no sólo se ocupaban de aspectos 
económicos sino que, siguiendo con la tradición imperante, también intervenían en 
otros aspectos de la vida de sus asociados. Su estructura era de carácter jerárquico 
(maestros, jornaleros y aprendices), y si bien representaron el aspecto más 
“moderno” de la sociedad medieval, sus objetivos distaron mucho de parecerse a los 
de las modernas empresas, ya que su propósito no era hacer dinero sino preservar 
una forma de vivir y de producir, sancionando incluso a quienes efectuaran prácticas 
que en la actual forma de realizar los negocios resultan comunes. Con ellos no había 
fluctuaciones libres en los precios, ni libre competencia, ni búsqueda de ganancia. 
Existiendo al margen de una sociedad que realizaba escasas transacciones con 
dinero, los gremios trataron de eliminar los riesgos de sus frágiles empresas. Su meta 
no era el desarrollo ni la innovación sino la conservación, la estabilidad y el orden. 
Como tales, los gremios estaban impregnados de la misma atmósfera medieval que 
los rodeaba. 
2.2.2.3. El pensamiento económico de la época. En una sociedad de las características antes 
descriptas, en la cual los dueños de la tierra (terratenientes), por carencia de 
mercados, no encontraban ningún incentivo para expandir la producción, al igual de 
lo que ocurría en las ciudades. La búsqueda del crecimiento económico, del trabajo 
en escalas cada vez mayores con productividad creciente, eran totalmente ajenas 
tanto al terrateniente como para el maestro gremial o el mercader de las ferias. De 
esta manera, no podía extrañar que en esta sociedad la economía fuese un aspecto 
totalmente subordinado y no dominante de la vida. 
En realidad, el centro de la actividad de los individuos era la búsqueda de la salvación 
espiritual sobre la base del pensamiento de la Iglesia, que, como pilar de la 
estabilidad en el medio de una era de desorden, constituía la máxima autoridad 
tanto en economía como en casi todos los renglones del pensamiento. La actitud de 
la Iglesia Católica fue una arraigada desconfianza respecto de las prácticas que 
caracterizan a la sociedad económica moderna, que se tradujo en una condena al 
móvil de lucro como finalidad de la actividad humana. Si bien existió entre los 
principales teólogos una preocupación por el “precio justo” de una cosa, no existió 
una esfera independiente de pensamiento de los aspectos económicos, que estaban 
fuertemente impregnados de aspectos morales y religiosos. La condena al móvil de 
lucro llegó a su máxima expresión respecto del cobro de intereses por los préstamos 
en dinero, que fueron considerados una práctica parasitaria y usuraria, por lo que 
resultó objeto de las máximas condenas en el ámbito eclesiástico. El pensamiento 
dominante en este aspecto es la llamada “escolástica”, que tuvo expresiones de tipo 
medieval y otras en las colonias, principalmente españolas. La figura dominante en 
este sentido es Santo Tomás de Aquino, que recoge muchas de las opiniones de 
Aristóteles. La expansión y la acumulación de riquezas y bienes como objetivos para 
los individuos estaban totalmente ausentes del pensamiento económico de la 
institución eclesiástica. 
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2.2.3. La vida económica en la edad moderna 
2.2.3.1. Los factores históricos concretos que determinaron la ruptura del sistema feudal 
Los cambios en una serie de instituciones, y el progreso de otras fueron los que posibilitaron un 
cambio esencial en el clima económico feudal europeo. Entre los más importantes podemos citar: 
El desarrollo del comercio y la urbanización. Son quizás los elementos más importantes a la hora de 
ponderar los factores de cambio de un sistema a otro. Desaparecida la red comercial que se había 
tejido en la época del Imperio Romano, el tráfico de bienes pasó a estar en manos de los llamados 
mercaderes ambulantes, una especie de aventureros situados en una escala muy baja en la 
consideración social de la época. Sin embargo, quienes los catalogaban de advenedizos y 
perturbadores del orden social imperante, tampoco estaban dispuestos a prescindir de los artículos 
que ellos vendían. Hacia los siglos XIV y XV el comercio estaba lo suficientemente organizado como 
para prescindir de ellos, sin lugar a dudas gracias a sus propios esfuerzos para establecer una red 
estable de comercio. El establecimiento de esta red más estable de intercambio fue posible también 
gracias a la expansión de las ciudades que, lentamente fueron creciendo luego del despoblamiento 
inicial en la era medieval. Las leyes del feudo no se aplicaban en las ciudades, por lo que debieron 
generar su propia legislación, que favoreció en muchos casos el desarrollo de las actividades 
económicas. Fueron un fuerte estímulo para el crecimiento del comercio y la difusión del uso del 
dinero, siendo un factor decisivo en la introducción de una atmósfera mercantil en la vida económica 
europea. 
Las Cruzadas. Estas expediciones, si bien originalmente tuvieron como objetivo llevar la noción del 
orden feudal hacia Medio Oriente, sirvieron para poner en contacto, de modo repentino, a dos 
mundos muy distintos, el feudal ya descripto y el oriental, con modos de vida fastuosos y una mayor 
utilización de dinero en las transacciones, dado que estas sociedades habían avanzado en aspectos 
referidos a la monetización de la vida económica. Es decir que la aventura religiosa devino, sin 
quererlo, en una ampliación de las áreas de comercio conocidas hasta ese momento. Las antiguas y 
arraigadas bases de la riqueza se pusieronen contacto con nuevas bases monetarias que 
demostraron ser mucho más poderosas. Estas expediciones, si bien fueron hechos de carácter 
circunstancial y no estructural como el desarrollo urbano y la acción de los mercaderes ambulantes, 
también sirvieron para dar un fuerte empuje a la actividad comercial y una importante aceleración 
de la transformación económica de Europa. En otras palabras: “Los estados establecidos por los 
cruzados en el Mediterráneo Oriental comenzaron a comerciar con el mundo islámico. Los bancos 
italianos prosperaron proporcionando fondos a los reyes y a los papas, y otorgando préstamos a los 
piadosos viajeros. A su regreso, los Cruzados traían información sobre el esplendor oriental, así como 
un nuevo gusto por los damascos, las sedas, y las especias que otorgaban un exótico encanto a 
Venecia, visible aún en el palacio de los dogos y la Plaza de San Marcos”2. 
La consolidación de los estados nacionales. Otro factor de carácter estructural que ayudó a la 
expansión y consolidación del comercio en Europa fue la gradual amalgama de entidades políticas y 
económicas fragmentadas en agrupaciones más grandes. Uno de los grandes obstáculos al comercio 
justamente había sido la anarquía reinante en materia legal, monetaria y de pesos y medidas que 
implicaba la existencia del orden feudal. Las estaciones de peaje existentes en cada frontera 
agravaban esta situación, ya que encarecían notoriamente las mercaderías al ser transportadas de un 
punto a otro. La unión de los mercados fragmentados fue tanto un proceso político como 
 
2 Boorstin, Daniel, “Los descubridores”, Grijalbo Mondadori, Traducción Castellana 1986, Pág. 128-9. 
 24 
económico, que se produjo en general a partir de las incipientes ciudades, cuya clase burguesa3 
apoyó económicamente a las nacientes monarquías a consolidar su poder por una parte, y a hacerlas 
dependientes de sus aportes en dinero por otra. La unificación legal y de monedas fue un fuerte 
aliciente al comercio. Pero el efecto más importante se observó en el apoyo que estos nacientes 
estados nacionales brindaron a los descubrimientos y la colonización de “nuevos mundos”. Estas 
exploraciones provocaron un efecto económico de importancia incalculable, ya que multiplicaron la 
cantidad de bienes que se comercializaban, dieron un carácter mucho más estable al comercio y, a 
partir del saqueo de las riquezas naturales del Nuevo Mundo, proveyeron los metales preciosos que 
constituyeron el circulante sobre el que se produjo la explosión del crecimiento comercial en Europa 
en los siglos XVI y XVII. 
La reforma religiosa. Si la actitud de la Iglesia hacia las actividades económicas en el Medioevo fue 
uno de sus determinantes; la reforma religiosa, que tuvo al protestante Juan Calvino como uno de 
sus principales impulsores, fundamentó la visión económica de la Edad Moderna. Como contraste 
con los teólogos católicos, que tendían a considerar a las actividades terrenales económicas como 
inconvenientes para la salvación, los calvinistas aprobaban el esfuerzo como una especie de índice 
del valor espiritual de una persona. El desempeño de un oficio pasó a ser considerado como una 
dedicación a la vida de la fe. En general, el calvinismo produjo una atmósfera religiosa que, en 
contraste con el catolicismo, estimuló la búsqueda de riqueza y al ambiente del mundo de los 
negocios. Quizás más importante que ese estímulo a la búsqueda de la riqueza, fue la influencia que 
ejerció el calvinismo sobre su empleo. En contraste con la actitud de la nobleza feudal, el calvinismo 
promovió la frugalidad e hizo que el ahorro fuese considerado una virtud. 
En general, el calvinismo dio alas a una nueva concepción de la vida económica. En lugar del antiguo 
ideal de estabilidad social y económica en el cual cada integrante de la sociedad conocía y 
conservaba su posición, inyectó respetabilidad a un ideal de lucha, de mejoramiento material y de 
desarrollo económico. 
La monetización de las obligaciones feudales. Un aspecto muy importante en el derrumbe definitivo 
del sistema feudal lo cumplió la conversión de los antiguos pagos en especie en pagos monetarios de 
tributos y arrendamientos, con los cuales se saldaban las deudas con los señores feudales. Las causas 
de ello fueron múltiples, destacándose el aumento de la demanda de alimentos por parte de las 
ciudades que crecían, que hizo filtrar la moneda en transacciones que hasta ese momento se habían 
efectuado en especie. Por otra parte la nobleza, al cobrar en dinero podía acceder a los nuevos 
bienes disponibles, por lo tanto aceptó esta situación, sin darse cuenta que el sistema feudal no era 
compatible con transacciones generalizadas en dinero, las que terminaron provocando un profundo 
deterioro del mismo. Pronto la nobleza quedó atrapada entre cobros de sumas monetarias fijas, alza 
de precios y nuevas necesidades en las que gastar. De esta manera la nobleza rural perdió su estable 
poderío económico, y dio lugar al surgimiento de la denominada nobleza empobrecida, situación de 
estrechez que en muchos casos abarcó también a las nacientes monarquías. Mientras la nobleza 
sufría el alza de costos y contaba con precios e ingresos estáticos, las clases mercantiles hacia las 
cuales fluía naturalmente el dinero en efectivo, aumentaban continuamente su poder, cambiando las 
características centrales propias del sistema de dominación feudal. Esto demuestra claramente que 
el sistema feudal era incompatible con una economía en la cual las transacciones se realizaran en 
términos monetarios. Existen numerosas anécdotas acerca de la creciente dependencia del resto de 
 
3 Si bien originalmente el término “burguesía” se aplicó a los habitantes de las ciudades o burgos, en este caso, al 
igual que cuando se utilice en el estudio de las doctrinas económicas, hace referencia a las clases urbanas 
propietarias de los medios de producción. 
 25 
la sociedad respecto de las clases mercantiles, pero el resultado final no deja lugar a dudas acerca de 
su contribución a la ruptura del orden feudal. 
 
2.2.3.2. Los factores del sistema de producción a partir de la Edad Moderna 
A través de lo expresado en forma muy sintética en los puntos anteriores, podemos observar un 
fuerte proceso de transformación que literalmente revolucionó la organización económica de 
Europa. Las transacciones mercantiles y el uso del dinero, que eran elementos marginales en la vida 
de estas sociedades en el siglo X, pasaron a desempeñar un rol central en los siglos XVI y XVII. Pero el 
cambio más profundo, y que atañe a nuestro objetivo de situar históricamente el surgimiento del 
pensamiento de carácter económico, fue la aparición de una esfera económica independiente, cuya 
actividad se hacía visible dentro de los moldes de la vida social circundante y al mismo tiempo era 
separable de dichos moldes. Esto fue la creación de un aspecto integral de la sociedad que nunca 
había existido previamente, pero que de allí en adelante iba a constituir una faceta preponderante 
de la existencia humana. 
De acuerdo a lo señalado anteriormente, en la Antigüedad y en los tiempos feudales no podían 
separarse las acciones económicas de las personas del círculo normal de la existencia misma. 
Ninguno de los personajes de esta sociedad, ni el labriego, ni el esclavo, ni el siervo, ni siquiera los 
señores feudales, tenían conciencia de actuar con una finalidad económica. Sus intereses principales 
eran militares, políticos o religiosos, y no estaban orientados hacia la idea del lucro, de la 
acumulación o del crecimiento. Como hemos visto, el desarrollo del comercio y la monetización de la 
vida económica fueron cambiando esa forma de pensar y de obrar, permitiendo la aparición del que 
hemos denominado aspecto económico de la vida de las personas con carácter independiente de 
otros ámbitos, lo que posibilitó la apariciónde estudiosos y pensadores que trataron esta esfera de la 
vida de las personas también en forma independiente, surgiendo el pensamiento económico 
propiamente dicho. 
El trabajo humano, por ejemplo, en esta fase histórica apareció de una manera totalmente diferente 
de lo que había sido en el pasado. El mismo dejó de ser una relación social explícita en la cual una 
persona (esclavo, aprendiz o siervo) trabajaba para otra (amo, maestro del gremio o señor) a cambio 
de tener asegurada, por lo menos, la subsistencia. Pasó a ser sólo una cantidad de esfuerzo, una 
mercancía destinada a ser vendida en el mercado al mejor precio que pudiese cotizarse, y 
completamente desprovista de cualquier clase de responsabilidades recíprocas por parte del 
comprador que no fuesen el pago del salario convenido. Si ese salario no alcanzaba para 
proporcionar la necesaria subsistencia, no era responsabilidad de quien lo compraba. Aquí se 
observa claramente la aparición del trabajo como un factor de producción en la economía moderna, 
al desaparecer el vínculo de tipo personal que se establecía en las sociedades previas a la vigencia de 
la economía basada en las relaciones de mercado. 
Lo mismo ocurrió con la tierra, anteriormente concebida como territorio de un gran señor, fuente de 
poder político, de cobros de tributos y de prestigio, comenzó a verse en su aspecto económico, como 
algo que podía ser comprado, vendido o arrendado por la utilidad económica que rendía. De los 
pagos en especie y los tributos que rendía anteriormente, la posesión de la tierra empezó a rendir un 
tipo de pago: la renta. Esta transformación tuvo su expresión en el denominado proceso de 
cercamientos, que fue particularmente intenso en Inglaterra en el siglo XVI, con una fase final a fines 
del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Sintéticamente, se trató de un proceso mediante el cual la 
nobleza terrateniente, en la búsqueda de mayor cantidad de dinero, comenzó a cercar los campos 
que anteriormente se consideraban como tierra común y eran utilizados por los campesinos como 
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tierras de pastoreo, para destinarlos a la cría de ovejas en gran escala, cuya lana tenía por ese 
entonces mucha demanda y proporcionaba de esa manera mayores ingresos a sus propietarios. 
Desde un punto de vista estrictamente económico, el movimiento de cercamientos constituyó un 
avance, ya que convirtió en productivas a tierras anteriormente destinadas al pastoreo común, 
racionalizando la forma de producir heredada del sistema feudal. Pero, por otra parte, tornó cada 
vez más difícil la situación de los campesinos, ya que impidió que estos ganen lo suficiente para su 
subsistencia. Lentamente al comienzo y después con creciente rapidez, el movimiento de 
cercamientos fue expulsando la mayor parte de los campesinos del campo, por la carencia de medios 
para la subsistencia o al ser despedidos por los terratenientes. Esto generó la aparición de los sin 
tierra, una nueva clase social compelida a la búsqueda de trabajo por un salario como único medio 
de subsistencia. De proletariado rural devino en proletariado urbano4, dadas las escasas 
oportunidades existentes en el campo. Esta masa sin trabajo, mantenida en condiciones 
infrahumanas en las ciudades, conformó la base del trabajo sobre la que posteriormente se 
desarrollará, principalmente en Inglaterra, la denominada Revolución Industrial. 
Las propiedades de una persona, que en la Edad Media eran una cantidad de riqueza tangible en 
metálico o joyas, también materializada en casas lujosas, castillos y armamentos, se transformaron 
en la Edad Moderna en el germen del moderno factor de la producción que caracteriza al sistema 
económico moderno: el capital. Con el desarrollo del comercio y el avance de la monetización, la 
propiedad pasa a ser cuantificable en valores monetarios. La propiedad se convirtió en capital y no se 
manifestó bajo la forma de bienes específicos, sino que se convirtió en una cantidad abstracta, cuyo 
valor dependía de su capacidad de generar intereses o utilidades. 
En las economías previas a la sociedad de la Edad Moderna, el trabajo, la tierra y el capital estaban 
inevitablemente mezclados y confundidos en las figuras del esclavo y del siervo, del señor y del 
maestro gremial, ninguno de los cuales formaba parte del proceso de producción como 
personificación de una de las funciones específicas que se ofrecen por un precio. El esclavo no era un 
trabajador, el maestro gremial no era un capitalista ni el señor era un terrateniente. Únicamente 
cuando se ha desarrollado un sistema social en el que el trabajo se vende, la tierra se arrienda y el 
capital se invierte libremente, encontramos esas categorías en la economía. 
Junto con el nuevo tipo de relaciones entre las personas que se establecieron bajo un sistema de 
mercado, también aparecieron las nuevas formas de organización social, que básicamente eran una 
combinación de tres elementos: la búsqueda de la elevación al máximo de los ingresos de los 
individuos, la competencia y la movilidad de los factores que permitiesen esa competencia. En el 
próximo capítulo profundizaremos en el funcionamiento de este mecanismo económico-social que 
caracteriza a las sociedades desde la Edad Moderna hasta la actualidad. 
2.2.3.3. El surgimiento del capitalismo 
La lenta evolución del sistema de mercado no debe ser vista solamente como la aparición de un 
nuevo mecanismo de control social. Debe ser vista también como la evolución de una nueva 
organización económico-social de la sociedad, una nueva estructura de leyes, de la organización 
política, de las instituciones sociales y de las ideas. El sistema de mercado no podía coexistir con una 
organización legal que estableciese vínculos de carácter personal en el mercado de trabajo, que 
apenas reconociese la propiedad privada tal como se la conoce actualmente, ni tampoco con una 
organización política en la cual la posición de privilegio o subordinación dependiese del nacimiento y 
no de los propios méritos. 
 
4 El término “proletario” se aplica en este caso a trabajadores carentes de medios de producción propios. 
 27 
A la forma de sociedad que surgió en el seno propio del sistema feudal y que terminó sustituyéndolo 
se la denominó capitalismo, y es el resultado del largo proceso de transformación que se reseñó en 
los puntos anteriores. Quien se dedique a estudiar en detalle todo este proceso de cambios, 
observará los cambios políticos que implicaron la pérdida de poder de la nobleza terrateniente, como 
la Revolución Francesa o su erosión más gradual en Inglaterra. También observará los cambios 
legales que implicaron la decadencia de las prerrogativas de la aristocracia y la aparición del derecho 
contractual en las relaciones de carácter comercial. Es decir que el cambio de una sociedad a otra no 
significó solamente la monetización de las relaciones comerciales o el fuerte desarrollo del comercio, 
sino un cambio en todas las estructuras que impedían su avance. 
Si bien los avances en ese aspecto son continuos, cuando se estudia la historia de países como 
Inglaterra, Francia, Holanda y Alemania, se observa que hacia mediados del siglo XVII la gran 
revolución del mercado se ha realizado sólo a medias, ya que persistía gran cantidad de regulaciones 
provenientes de la época feudal, pero también se observa que el proceso subyacente de 
monetización y crecimiento comercial cabe a duras penas dentro de un marco de organización social 
que todavía no estaba adaptado para contenerlo. 
A esta etapa previa del capitalismo propiamente dicho, y que coincide con la fuerte expansión 
comercial de los siglos XVI, XVII y parte del XVIII, se la denomina mercantilismo. Esta es una etapa 
que se puede catalogar de contradictoria, porque si bien aún persistían regulaciones provenientes de 
la etapa anterior, también se observa un fuerte estímulo para acelerar la realización final del 
capitalismo. El mercantilismo,que también llegó a conformar un cuerpo de doctrina económica (no 
de teoría), dio un fuerte impulso hacia la estructuración de una fuerza económica nacional, impulsó 
el comercio y también la manufactura. Sus regulaciones en algunos casos impulsaban los 
emprendimientos, y en otros casos terminaban sofocándolos; los beneficios de sus políticas en 
muchos casos estuvieron frenados por el mantenimiento del rígido e injusto sistema tributario 
feudal. Sin embargo, más que en ningún otro período anterior, durante la era mercantilista se 
plantaron deliberadamente las semillas que posibilitaron el desarrollo ulterior. 
Otro elemento contradictorio respecto de las reglamentaciones mercantilistas, es que, debido en 
muchos casos a la dificultad de implementación y en otros a los inconvenientes que provocaban las 
mismas, de a poco fue ganando espacio la idea de la necesidad de un mercado completamente libre, 
convirtiéndose poco a poco en el leit motiv del nuevo mundo capitalista. 
2.2.4. La revolución industrial 
Todavía no se ha descripto el mundo que observaron los economistas clásicos, que teorizaron sobre 
una etapa superior de desarrollo capitalista. Esta etapa se denomina Revolución Industrial, en la cual 
la producción manufacturera tomó una fuerte preponderancia respecto del resto de las actividades 
económicas, situando a la misma en el centro de la escena productiva y económica. 
Es importante aquí aclarar el concepto de “revolución” en Economía. Este concepto en nuestra 
ciencia, no implica conmociones sociales, aunque estas seguramente existirán, como dentro del 
concepto sociológico o político de “revolución”. “Revolución” en Economía es simplemente la 
obtención de un fuerte aumento en la productividad por unidad de factor de la producción utilizada. 
La industrial es una revolución porque implicó un fortísimo aumento de la productividad de los 
trabajadores por unidad de tiempo. Compárese por ejemplo la cantidad de productos por día que 
podía generar un artesano medieval realizando una prenda de vestir manualmente y un operario 
 28 
inglés manejando un telar movido por la fuerza del vapor, y se tomará dimensión del aumento de la 
productividad del factor trabajo5. 
Hasta este momento prácticamente no se hicieron alusiones a la producción industrial en la 
antigüedad o en la Edad Media, no porque no existiese ningún tipo de manufactura, ya que 
antecedentes de las mismas se pueden encontrar en la antigua Grecia, sino porque esta forma de 
producción era mucho menos importante que la agricultura o el comercio para la estructura 
económica de esos tiempos. 
Una de las razones para esa escasa importancia era la pequeña escala en que se producían las 
manufacturas en esas épocas, que no tenían nada que ver con la noción actual de industria. Otra 
razón que contribuyó a su escaso progreso estaba dada también por el mínimo interés para 
desarrollar una tecnología industrial, pero ello también se debía a que estas sociedades, previas al 
sistema de mercado, carecían completamente de la base económica necesaria para cualquier 
fabricación industrial en gran escala. Evidentemente, en estas sociedades donde la vida económica 
transcurría en forma totalmente estable y la circulación monetaria era muy pequeña, no tenía 
sentido la fabricación de bienes en escala industrial para su venta. 
No obstante existían algunos centros de producción altamente organizados, que se podían situar en 
la fabricación de telas en algunas zonas de Francia y de Italia. Recién a mediados del siglo XV se 
pueden observar algunas manifestaciones de tecnología industrial, y aún en esa época era imposible 
prever que algún día la industria se convertiría en la forma dominante de la organización productiva. 
En estas economías la agricultura era considerada como el fundamento de la nación misma, siendo 
útil el comercio en tanto aportara metales preciosos al país, pero a la industria se la consideraba 
como una actividad auxiliar de las otras, siempre que proveyera al comerciante de los artículos para 
exportar o fuese un mercado secundario para la colocación de los productos de la agricultura. 
¿Por qué razón la industria manufacturera llegó a una posición de preeminencia abrumadora en la 
estructura económica? En ello confluyeron una serie de elementos, para los cuales el fuerte 
desarrollo comercial y la era mercantil que las precedieron fueron su preparación indispensable. Para 
formarnos una noción de las razones de este fuerte cambio en las formas de producir, quizá sea 
necesario revisar qué ocurrió con la historia económica de Inglaterra desde mediados del siglo XVIII, 
que fue donde la industria manufacturera adquirió su rol primordial en la actividad económica y 
comienza a realizar una serie de fuertes transformaciones sociales. 
2.2.4.1. La situación en Inglaterra a mediados del siglo XVIII 
La primera pregunta que surge cuando se analiza la Revolución Industrial, es porqué tuvo lugar 
originalmente en Inglaterra y no en el continente europeo. Para ello confluyeron una serie de 
factores, que se transformarían en los elementos objetivos que posibilitaron ese cambio y al mismo 
tiempo la aparición de una serie de empresarios que hicieron de la industria el objeto de sus desvelos 
y la fuente de su enriquecimiento, que aportarían el elemento subjetivo para que este cambio fuese 
posible. 
Pueden señalarse varios elementos determinantes. En primer lugar, Inglaterra era una nación 
relativamente rica respecto de las demás, y la acumulación de esa riqueza no había favorecido 
únicamente a la nobleza terrateniente sino a un vasto estrato de clase media alta, formada por la 
burguesía comercial. Como resultado de esa situación, Inglaterra disponía de un mercado de 
 
5 La primera revolución económica acontece a la entrada del período Neolítico Prehistórico, cuando el hombre 
pasa de ser recolector y cazador, a agricultor y apacentador de ganado, por lo que la productividad de alimentos 
por hombre aumenta drásticamente ante el surgimiento de la actividad agropecuaria. 
 29 
consumo en gran escala, del que carecían otros países. En segundo lugar, Inglaterra había unificado 
su reino, eliminando el poder de la nobleza local dando un fuerte estímulo a la clase mercantil. El 
régimen de cercamientos aportó lo suyo en este proceso, expulsando gran cantidad de campesinos 
que se transformaron en la semilla del proletariado industrial de las ciudades. En tercer lugar, 
Inglaterra fue un país en el cual se desarrolló un fuerte entusiasmo por la ciencia y la ingeniería, y 
sobre todo, por sus aplicaciones prácticas a la producción. Esto dio lugar a un proceso de invenciones 
en estos aspectos, con los que colaboró una legislación de patentes que trató de estimular y proteger 
el acto mismo de inventar. La clase terrateniente también mostró una tendencia a la adopción de 
innovaciones que no se observó en otros países. También contribuyó a este desarrollo el hecho 
fortuito de que Inglaterra dispusiese de amplias reservas de hierro y carbón, lo cual posibilitó el 
desarrollo de la industria del hierro y del acero. 
Otro aspecto tan importante como los anteriores fue el aporte que hicieron los nuevos empresarios 
industriales que crearon las bases sobre las que se desarrolló la Revolución Industrial. En primer 
lugar cabe destacar los esfuerzos de personas como Wilkinson, Watt y Arkwright para encontrar 
nuevas formas de producir las manufacturas y lograr nuevas aplicaciones a materiales y artefactos ya 
conocidos como el hierro, la máquina de vapor y los telares. La conjunción de esta nueva forma de 
hilar con las máquinas de vapor se convirtió en una fuerza que arrasó con todas las otras formas de 
producir textiles que se conocían hasta entonces, derribando por completo el poder remanente de 
los gremios que provenían de la época feudal. No debe desdeñarse en ningún caso el aporte de 
comerciantes, ya sea en capital como en la experiencia para colocarlos productos. 
En general, ninguno de los precursores de la industria provenía de la nobleza, y en muy contados 
casos contaron con algún capital monetario inicial. Es evidente que, para que esto pudiera ocurrir, se 
requería de un sistema social lo bastante flexible para permitir el ascenso social de esta clase de 
“aventureros” oscuros. Aquí cobra su exacta dimensión el efecto de la liberación que trajeron las 
anteriores revoluciones económicas y políticas, ya que, dentro de la jerarquía medieval, estas 
carreras hubiesen sido inconcebibles. En muchos casos amasaron impresionantes fortunas, sus 
aspectos y actitudes podían resultar agradables o desagradables, pero en todos los casos se puede 
afirmar que eran personas interesadas en la expansión, en el crecimiento y en las aplicaciones de la 
inversión. Todos estaban identificados con el progreso tecnológico y ninguno desdeñaba el proceso 
productivo. Estas personas pueden sin lugar a dudas identificarse como empresarios. En un sentido 
económico, sin lugar a dudas se los puede calificar como revolucionarios, ya que el cambio que 
introdujeron en las formas productivas fue de carácter total, demoledor e irrevocable. 
2.2.4.2. Los efectos productivos y sociales. 
El primer efecto que se observa de la Revolución Industrial es un espectacular aumento en la 
producción de las ramas recientemente industrializadas. Durante el Siglo XVIII la importación de 
algodón en bruto para la fabricación de telas aumentó más de 30 veces, lo que implicó un aumento 
en la producción de telas por la industria de por lo menos ese volumen. Algo parecido ocurrió con la 
producción de carbón y de hierro en el mismo período. La aceleración de la producción fue entonces 
un rasgo distintivo de ese período. 
Lo que sí cabe destacar es que esta denominada Revolución Industrial no actuó como palanca del 
aumento de la producción en todos los sectores. Las tasas mencionadas anteriormente se lograron 
sobre la base de un sector industrial muy pequeño en sus comienzos, ya que donde se instalaron en 
primera instancia las nuevas formas de producir es en la industria textil y la metalúrgica. De cualquier 
manera, lo que no debe perderse de vista como resultado de todo esto es la transformación de una 
sociedad esencialmente agrícola y comercial en una sociedad en la cual la manufactura industrial se 
convirtió en la forma dominante de la organización de la vida económica, caracterizándose por elevar 
 30 
a la fábrica hasta el centro de la vida social y económica, como anteriormente lo habían sido el feudo 
o el gremio medieval. 
Si bien en términos de niveles de producción económica nadie puede dejar de evaluar positivamente 
estos cambios, muy lejos de tal visión era la que se tenía en esos momentos de los mismos. Por un 
lado, el cambio de la disciplina de las tareas rurales, que era de donde provenían la mayor parte de 
los trabajadores, a la disciplina que imponía la fábrica, y dentro de ellas las maquinarias, hicieron que 
en muchos casos los trabajadores reaccionaran en contra del maquinismo, incendiando fábricas y 
destruyendo las maquinarias. El movimiento ludita fue una férrea pero infructuosa oposición al 
industrialismo. 
Pero más desagradable que el advenimiento de la fábrica fueron las condiciones que prevalecían 
dentro de ellas y en los barrios donde habitaban los primeros trabajadores industriales. Era muy 
común el trabajo de niños y las jornadas eran de doce o más horas diarias. Este tipo de jornadas, los 
abusos, la suciedad y la falta de normas elementales de seguridad contribuyeron a darle al 
capitalismo industrial una reputación de la que tomó mucho tiempo poder desprenderse. Las 
condiciones de vida de la población que se desempeñaban como obreros fabriles también eran de 
suma miseria. El hacinamiento y la falta de las más elementales comodidades eran moneda corriente 
en esa época. 
Sin lugar a ninguna duda, este período se caracterizó por un tremendo sufrimiento social. A pesar de 
ello, existe toda una discusión acerca si realmente empeoraron las condiciones vigentes en ese 
momento, y una certeza respecto de la mejoría a largo plazo que implicó este período. En primer 
lugar, existen numerosos autores que sostienen que la pobreza vigente representó un deterioro del 
nivel de las masas en general, dado que esa población antes del advenimiento del capitalismo 
industrial eran en su mayoría los expulsados del campo por el movimiento de cercamientos, lo que la 
transformó en una masa itinerante, sin trabajo, sin hogar y sin siquiera qué comer. Existen 
numerosas referencias a muerte de niños de hambre en esa etapa. 
También cabe señalar que muchas de las críticas a las que estuvo sujeto el capitalismo industrial en 
su primera época, derivaban de sus concomitantes políticas y no de las económicas. El capitalismo 
vino acompañado, aunque más tardíamente, de un cambio profundamente arraigado de las formas 
políticas, surgiendo nuevas ideas de democracia, de justicia social y de los derechos del individuo, 
que generaron movimientos de críticas de las cuales cualquier sistema, no sólo el capitalismo 
industrial, no hubieran podido librarse. El movimiento de liberalismo político que desencadenaron la 
burguesía comercial e industrial superó los estrechos límites para los cuales había sido creado y 
transcendió hacia los sectores populares, dando origen a un movimiento reformista, hostil hacia el 
orden dominante, y que, luego de cierto tiempo, fue obteniendo algunos logros en lo que hace a la 
limitación al trabajo de niños y a la jornada laboral. De cualquier manera, para tener una idea de las 
condiciones prevalecientes al comienzo del capitalismo industrial, basta como ilustración decir que 
uno de los logros de ese movimiento reformista fue que, en 1842, se prohibiera el trabajo de 
menores de diez años en las minas de carbón, o que, en 1847, se estableciera un límite de diez horas 
diarias para el trabajo de mujeres y niños. De cualquier manera, y a pesar de la desconfianza que 
suscitaron estas reformas, cabe señalar que el capitalismo inicial derivó en su sujeción a la fuerza 
correctiva de la democracia. La “cuestión social” fue el problema político principal al que se enfrentó 
la sociedad europea de la segunda mitad del Siglo XIX, para la que se propusieron distintos caminos 
de solución que incluían en algunos casos la eliminación del propio sistema capitalista. 
No caben dudas respecto al cambio a largo plazo que introdujo la Revolución Industrial, y que 
consistió en una elevación de los niveles de vida de los sectores populares. A pesar de la miseria 
inicial, y de que el salario cobrado por un obrero no alcanzaba para mantener a su familia ni siquiera 
 31 
en condiciones paupérrimas, por lo cual debían trabajar mujeres y niños, hacia la última parte del 
siglo XIX esas condiciones ya empezaron a cambiar, permitiendo que el salario de un obrero logre la 
manutención de su familia. Además se observaron progresos en lo que hace a la reducción de la 
jornada laboral, que oscilaba, también en esa época, en torno de las 54 horas semanales. Todavía 
estaba muy lejos de ser una sociedad rica, pero la crisis inicial tendía a ser superada. 
2.2.4.3. El rol de la acumulación de capital en el desarrollo económico. 
Si bien ya estaríamos en condiciones de abordar las ideas de los primeros pensadores del tema 
económico, conviene realizar una abstracción acerca de cómo funciona un sistema económico 
cuando apunta a incrementar los niveles de producción existentes, ya sea de los mismos bienes u 
ofreciendo bienes distintos o nuevos, cosa que, si bien es vista como elemento absolutamente 
natural en nuestra época, resultaba totalmente extraño en una economía como la antigua o la del 
medioevo. Esta abstracción será útil para la mejor comprensión del problema económico tal cual lo 
estudia Adam Smith, al que podríamos catalogar como el primer economista que enfoca a la 
temática como a una ciencia. 
Para introducir el problema, podemoscategorizar a las economías previas a la sociedad capitalista 
como economía de reproducción simple. ¿Qué significa reproducción simple? Que estas economías, 
período tras período, tienden a reproducirse de la misma forma, es decir generar las mismas 
cantidades de cada bien y los mismos tipos de bienes. Implica también que el excedente, término al 
cual ya hicimos referencia, no se utiliza para aumentar la producción en otros períodos sino con fines 
diversos del económico. En cambio, la gran diferencia de esas economías con las que la suceden, 
básicamente la economía de mercado, a partir de la Revolución Industrial, es que se pueden 
categorizar como de reproducción ampliada. El significado de este término es que estas economías, 
en cada período, destinan una parte de su producción a la generación de nuevos bienes que 
permitan aumentar la producción en los períodos siguientes. 
Que un sistema económico sea definido como de reproducción simple tiene que ver básicamente, tal 
como se señaló, con el uso que se le da al excedente. En puntos anteriores analizamos este concepto 
y también se había concluido que las economías antigua y medieval fueron economías que 
generaron excedentes, sólo que los mismos no tenían una finalidad productiva, sino que 
básicamente eran destinados a mantener ejércitos, realizar obras faraónicas o mantener una nobleza 
parasitaria. Al no ampliarse la capacidad productiva de la economía, ésta tendía a generar año tras 
año la misma cantidad de bienes, y a distribuirlos de la misma forma, todo a tono con el inmovilismo 
social prevaleciente en esas épocas. 
La reproducción ampliada en la economía implica que período tras período la misma está en 
condiciones de elevar la cantidad de bienes que se ofrecen en la misma. Para que esto sea posible, es 
necesario que parte de la producción de cada uno de estos períodos no sea consumida sino dedicada 
a ampliar la capacidad productiva de la misma. En este caso se observa que el excedente de esa 
economía, o por lo menos parte del mismo, es utilizado con ese objetivo, tomando la forma de 
ampliación de la cantidad de capital existente, o, definido en términos precisos, se destina a la 
acumulación de capital. 
El capital se refiere al stock de bienes de capital económico y son el conjunto de utensilios, máquinas 
y construcciones que la sociedad genera para acelerar el proceso de producción. Con el uso de estos 
bienes se hace mucho más productivo el trabajo humano, en el sentido de aumentar la producción 
que puede realizar en un tiempo determinado, que no es otra cosa que la productividad. En la 
actualidad un trabajador produce muchos más bienes en un tiempo determinado que en la 
Antigüedad, es decir, es mucho más productivo, esencialmente porque cuenta con una dotación de 
 32 
capital mucho mayor para hacerlo. El capital también facilita la especialización del trabajo del ser 
humano, en el sentido que si, dentro de un equipo de personas trabajando, cada una de ellas tiende 
a ejecutar una determinada labor en la que es experto, generalmente puede producir más que si 
cada uno de los miembros de ese equipo hace varios trabajos. La red de Internet, las computadoras, 
los teléfonos celulares, los softwares utilitarios son simplemente algunos de los elementos que 
permiten que hoy produzcamos en la misma cantidad de tiempo mucho más que ayer. 
¿Cómo se forma el capital en la economía? Pues simplemente destinando recursos para la 
fabricación de los utensilios, maquinarias, construcciones y otros elementos similares a los que 
hicimos referencia en el punto anterior, que a su vez logren hacer más eficiente la producción en los 
períodos siguientes. En una economía primitiva, diríamos que se efectúa produciendo máquinas-
herramientas que a su vez produzcan arados y herramientas para cultivar la tierra y obtener de esa 
manera los alimentos. En una economía mucho más actual, implicaría construir las máquinas-
herramienta necesarias para fabricar tractores, sembradoras, camiones, etc., que aparecen como 
necesarios en el proceso de producción de alimentos. Todos son bienes de capital, pero si no se 
amplía la capacidad de producir aquellos que están directamente involucrados en el proceso de 
producción, difícilmente logremos expandir a esta última. Esta secuencia, que parece absolutamente 
natural en nuestros días, no lo era en los comienzos de la Revolución Industrial, en la que hubo que 
destinar ingentes cantidades de recursos de una economía, que si bien había logrado un fuerte 
desarrollo comercial, todavía tenía una base agrícola. Los países donde el cambio técnico fue más 
lento o la economía agrícola estaba más atrasada, fueron los que más sufrieron o más tardaron en 
lograr la expansión de sus sectores de producción de bienes de capital, ya que los recursos humanos 
destinados a ello hubo que sustraerlos de una producción agrícola de subsistencia, cayendo la 
producción de alimentos en primera instancia. 
La formación de capital requiere entonces de un desvío en el esfuerzo dentro del propio sector 
productor de bienes de capital y también un desvío del esfuerzo en el total de la economía 
destinando parte de los recursos que antes se dedicaban a producir para el consumo y destinarlos a 
producir bienes de capital. ¿De dónde se obtienen recursos para hacerlo? Sin duda serán recursos 
que no se destinen a consumir, es decir que resultarán de la existencia de ahorro en el sistema 
económico, al que nos referimos al hablar de la frugalidad calvinista. Mientras más alta sea la 
cantidad de ahorro, más rápida podrá ser la formación de capital y más rápido también crecerá la 
oferta de bienes en la misma, pero más sacrificio de consumo deberá soportar la sociedad. Debemos 
admitir que en los comienzos de la Revolución Industrial, este “ahorro” en realidad fue soportado 
por los trabajadores percibiendo muy bajos salarios, lo que permitió la acumulación inicial en este 
sistema. 
Examinado de esta forma muy simple el esquema de funcionamiento de la economía inglesa a 
comienzos de la Revolución Industrial, estamos en condiciones de abordar los aspectos referidos al 
pensamiento económico, que tiene su nacimiento en forma conjunta con la introducción del sistema 
capitalista. 
2.3. EL NACIMIENTO DE LAS DOCTRINAS ECONOMICAS 
Si bien cuando nos referiremos en lo sucesivo a economía clásica haremos referencia al cuerpo de 
ideas que aparece esbozado con Adam Smith, y completado con aportes de David Ricardo, Jean 
Baptiste Say, Thomas R. Malthus y otros, conviene efectuar una breve revisión previa de las ideas de 
mercantilistas y fisiócratas, que anteceden a los economistas clásicos, sobre todo teniendo en cuenta 
que parte de las ideas fisiocráticas son recogidas en los planteos teóricos de Adam Smith. 
 
 33 
2.3.1.Mercantilistas y Fisiócratas 
2.3.1.1. El mercantilismo 
El mercantilismo, que en realidad no puede ser considerado como un cuerpo teórico unificado de 
teoría económica sino como una serie de guías para la acción de gobierno, tuvo su momento de auge 
juntamente con el fuerte desarrollo del capitalismo comercial. De hecho, el historiador Sombart ha 
llamado al mercantilismo “la economía política del capitalismo primitivo”6, sugiriendo que las 
doctrinas que constituyen el sistema mercantilista pueden ser consideradas “…como los frutos de un 
tiempo en que Europa pasaba de una economía natural a otra de cambio”7. Se basaba 
principalmente en el gran desarrollo del comercio, por la especialización geográfica de la producción 
y la consecuente expansión del capitalismo comercial y financiero, que crecía especialmente en 
torno a un comercio internacional en rápido aumento, protegido por el poder de los estados 
nacionales. La doctrina económica surgió en esta época como guías de acción concretas para afianzar 
el poder del Estado y de la burguesía comercial. 
Los elementos esenciales de la doctrina del mercantilismo en general responden a otras tantas 
situaciones concretas de la época. Entre ellosse pueden citar los siguientes: 
 El bienestar de un país depende de la cantidad de su población y de su incremento. Este planteo 
resulta conforme con las necesidades de la época de desarrollar el comercio y la manufactura, en 
una sociedad poco poblada y en la que buena parte de la misma estaba arraigada a la tierra. Si se 
la sitúa en esa época, esta idea revela que el aumento de la población se vislumbra como una 
forma de superar el aislamiento típico de las economías feudales cerradas, y pasar a una etapa 
más elevada de la vida económica. 
 El bienestar de una nación depende también, según algunos autores mercantilistas, de la masa 
de metales preciosos que tenga a su disposición una comunidad. Esta idea, que si bien fue objeto 
de fuertes críticas porque implicaba una visión de la riqueza limitada y distorsionada, es 
reconocida como una de las más características del mercantilismo. Se origina en la necesidad de 
ampliar la cantidad de medios de pago en una economía que deja de operar bajo la forma de 
trueque, y se transforma rápidamente en una economía comercial, con niveles crecientes de 
utilización de dinero en las transacciones. 
 Debe activarse al máximo el comercio exterior para obtener un saldo favorable en la balanza 
comercial para así conseguir abundancia de oro y plata. Los países más desarrollados de la época 
(Inglaterra, Francia y Holanda) no poseían metales preciosos, por lo que la única forma de 
obtenerlos era lograr una balanza comercial favorable. En su visión, el comercio internacional 
permitía redistribuir la dotación mundial de metales preciosos. 
 El comercio y la industria contribuyen más al bienestar nacional que la agricultura. En opinión de 
William Petty: “hay mucho más que ganar de la manufactura que de la agricultura, y más del 
comercio que de la manufactura”.8 Esta frase indica las posibilidades reales de la actividad 
económica durante el siglo XVII. En la etapa de la expansión colonial, el comercio producía 
grandes ganancias, siendo principal objeto del intercambio los bienes agrícolas y productos 
artesanales de consumo suntuario y de manera incipiente, las manufacturas, especialmente 
 
6 W. Stark, “Historia de la economía en su relación con el desarrollo social”. Fondo de Cultura Económica, 
1961, Pág. 27. 
7 Ibid, Pág. 27. 
8 W. Stark, op. cit., Pág. 25. 
 34 
metalúrgicas, que habían logrado liberarse de las regulaciones gremiales. La producción de estos 
bienes generaba más beneficios que la agricultura, aún sujeta a leyes feudales. 
 El Estado es el encargado de lograr el bienestar nacional mediante acciones concretas y 
disposiciones normativas, en otras palabras con una política económica que asegure el 
cumplimiento de los anteriores principios. El fortalecimiento de los estados nacionales, elemento 
que ya se analizó, cumplió un papel importantísimo en el desarrollo del capitalismo comercial y 
financiero, y su acción se tradujo en la ampliación de los mercados, superando la fragmentación 
política propia del feudalismo, reservando el mercado de la metrópoli y las colonias a los 
productores y comerciantes nacionales, disminuyendo así los riesgos propios de la actividad 
comercial de la época. 
En síntesis, la diversificación de la estructura productiva y el consecuente enriquecimiento de las 
naciones se realizan en el siglo XVII básicamente en torno al comercio, y en menor medida a la 
manufactura. Como el primero tenía muchos componentes de riesgo y aún resultaba de carácter 
ocasional, exigía la protección del Estado nacional, que en muchos casos lo fundó y lo desarrolló. Esta 
expansión exige también la monetización de la economía nacional. En este marco, la economía 
política mercantilista trató de estructurar un conjunto de normas del Estado concebidas para 
promover la economía de mercado e incorporar volúmenes crecientes de metales preciosos al 
sistema económico. 
En cuanto a sus contenidos, no se puede hablar de una única escuela mercantilista, dado que no se 
trata de un cuerpo teórico unificado sino de una serie de soluciones nacionales a la problemática de 
la creación de riqueza tal como lo entendía esta escuela. Es así como encontramos una 
predominancia en los aspectos relativos al comercio y la navegación en el pensamiento mercantilista 
inglés, mientras que en Francia se enfatizó en el desarrollo de la manufactura para su venta a la 
nobleza española, al igual que el cameralismo austríaco. 
2.3.1.2. La escuela fisiocrática 
La fisiocracia, escuela que gira en torno a la figura de Francoise Quesnay, goza de fama e influencia 
durante un lapso bastante breve, aproximadamente entre 1755 y 1780. Posee un esquema 
explicativo del funcionamiento económico que en varios aspectos antecede a los economistas 
clásicos. Si bien cuenta con algunas fallas explicativas, muchas de sus ideas fueron retomadas 
posteriormente por Adam Smith, y constituyeron un intento serio de abstracción en la explicación 
del funcionamiento del sistema económico. 
Dos aspectos deben destacarse del pensamiento fisiocrático: el primero de ellos se refiere a la idea 
de “orden natural” en el funcionamiento del sistema económico, opuesta a las orientaciones del 
mercantilismo basadas en reglamentaciones minuciosas del Estado en todos los aspectos de la vida 
económica. El segundo aspecto, fue concebir el orden económico como análogo a un organismo 
natural, estableciendo un sistema de circulación dentro del mismo, que se plasma en el denominado 
Tableau Economique elaborado por Quesnay. 
Este Tableau Economique pasó a ser la pieza fundamental en la explicación que dieron los fisiócratas 
al funcionamiento de la economía, a partir de su teoría del produit net (producto neto). En lo 
fundamental, esta teoría consiste en admitir que sólo la tierra es capaz de crear valores en un 
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sentido estricto, que sólo la agricultura puede producir una renta más allá de los costos, o, con 
palabras de Quesnay, “el suelo es la única fuente de riqueza”9. 
El produit net constituye el fundamento de la teoría de la distribución de la fisiocracia, que trató de 
demostrar cómo la producción de un período se distribuye entre los distintos grupos sociales que 
participan en el proceso productivo. Tanto la teoría del produit net como la de la distribución que de 
ella se deriva encuentran una formulación bastante precisa en el mencionado Tableau Economique, 
que resume los caminos de la circulación de riqueza en un sistema económico de la época y resultó 
el antecesor de los actuales modelos que intentan representar los complejos sistemas actuales. 
La ligazón entre la teoría del produit net y la realidad circundante es bastante obvia, ya que aparece 
concentrando la atención entre la clase productora (arrendatarios) y la clase terrateniente. El 
esquema refleja una organización económica y social cuya característica central es la apropiación de 
un excedente por parte de la clase terrateniente. Ésta absorbe el excedente logrado con el trabajo de 
la población rural organizada por los arrendatarios, con la finalidad de financiar su existencia, sus 
lujos y la compra de productos artesanales y manufactura en general. La idea de que la industria o 
manufactura es una clase estéril, poco sostenible frente a lo expresado respecto de la Revolución 
Industrial inglesa, se alimentaba de la realidad de la manufactura en Francia, que mantiene una 
producción de carácter artesanal, en pequeña escala, y en general de artículos de consumo suntuario 
dirigido a la clase terrateniente, lo que a Quesnay le sugiere la idea de una “clase estéril”. 
Los fisiócratas mantienen respecto del comercio internacional una posición librecambista, como 
después también la sostuvieron los clásicos ingleses, pero con un objetivo distinto de éstos, ya que la 
misma forma un programa coherente, junto con su programa de reforma agraria y el proyecto de 
impuesto único a las rentas de los propietarios, que tienden a liberalizarla economía y favorecer a 
los arrendatarios rurales. Quesnay entendía que la eliminación de las trabas al comercio agrícola 
proveería de mejores precios agrícolas, que a su entender se mantenían artificialmente deprimidos 
por las regulaciones mercantilistas existentes. 
No solamente plantearon la eliminación de regulaciones respecto del comercio internacional, sino 
también sostuvieron que deben eliminarse todo tipo de trabas y regulaciones al comercio dentro del 
reino, entendiendo que de esta manera mejorarían los volúmenes producidos por la agricultura y 
también el bienestar general. El famoso laissez-faire (dejad hacer) atribuido a los economistas 
clásicos ingleses, en realidad fue una frase acuñada por Quesnay, en respuesta a la pregunta acerca 
de qué debía hacer el gobierno para favorecer la producción y el comercio "laissez-faire, laissez-
passer" (dejad hacer, dejad pasar), en obvia alusión a sus planteos en contra de las regulaciones del 
mercantilismo. 
En síntesis, observamos que los fisiócratas partieron de una idea de “orden natural” y plantearon una 
transformación del marco institucional de la economía francesa, sobre la base del laissez-faire y el 
libre cambio. Esa idea y esa transformación la plantearon a partir una economía donde la agricultura 
era el sector clave y fuente del excedente, sirviendo para fundamentar analíticamente medidas de 
política económica que interesaban a un grupo social determinado. 
 
2.3.2. La escuela clásica 
Lo que habitualmente se denomina escuela clásica abarca fundamentalmente a los escritos de los 
economistas ingleses a partir de los comienzos de la Revolución Industrial inglesa. Se desarrolló en 
 
9 F. Quesnay, Oeuvres. Ed. Oncken. Citado por Sunkel y Paz en "El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del 
desarrollo". 
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torno a una visión que, por primera vez, apareció con un alto grado de sistematización en la obra 
cumbre de Adam Smith, conocida por una abreviación de su título, denominada “La riqueza de las 
naciones”. La idea básica que orienta este sistema, que opera por “prueba y error”, es que las 
decisiones individuales se orientan por los datos que ofrecen los mercados y las mismas, tomadas 
por cada individuo según su propio interés, contribuyen sin saberlo a obtener una solución definida 
en cuanto al tipo y cantidad de bienes que conviene producir. Es como si una “mano invisible” 
orientara esas decisiones individuales mostrando en el aparente desorden de la vida económica un 
orden natural subyacente, en virtud del cual el sistema económico actúa de acuerdo con ciertos 
mecanismos que le son inherentes, y que forman parte de su naturaleza. 
2.3.2.1. Adam Smith y "La riqueza de las naciones" 
Escrito durante el período mercantilista, cuando las opiniones predominantes de la Economía 
equiparaban a la riqueza con el oro, y señalaban como camino del aumento de esa riqueza a la 
concesión por parte del gobierno central a unos pocos privilegiados de franquicias exclusivas para 
obtenerlo, “La riqueza de las naciones” (1776) redefine de manera total el concepto de riqueza, 
señalando que los metales preciosos son valiosos como instrumentos de cambio y depósitos de 
valor, pero que la riqueza de una nación no está representada por la cantidad de oro que posee sino 
por la cantidad de bienes que es capaz de poner a disposición de sus habitantes, y que sólo el 
aumento de esa cantidad de bienes contribuye al mejoramiento del bienestar material de los seres 
humanos. Por otra parte, Adam Smith señaló que la riqueza debe ser para todos y no sólo para unos 
cuantos privilegiados, mostrando cómo debe funcionar ese sistema para asegurar que las personas 
de todas las clases sociales tomaran parte de una economía que ampliaba continuamente su 
capacidad productiva. 
¿Cómo funciona ese sistema? Smith establece una serie de consideraciones y suposiciones respecto 
del comportamiento de las personas y de la forma en que debería organizarse la economía para 
obtener los mejores resultados; estos principios en general forman parte de la base del pensamiento 
clásico, siendo ampliados por otros escritores, cuyos aportes de mayor importancia serán analizados 
dentro de este mismo apartado. 
 Para Adam Smith, los seres humanos actúan en su propio interés: “No esperamos nuestra cena 
de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero, sino del respeto que sienten por sus 
propios intereses”10, así, quienes participan en el proceso productivo, lo hacen con la finalidad 
del “consumo, que es el único fin de toda la producción”11. Esto es una ligazón que mantienen en 
general los autores clásicos con la filosofía utilitarista, que encuentra en la concepción racional 
del homo economicus (hombre económico) su expresión más acabada en ese sentido. 
 La lucha por sus propios intereses que lleva adelante cada individuo se verá limitada por la 
competencia. En ese sentido, la misma hará que nadie pueda abusar de los demás y cada cual se 
verá forzado a dar a los recursos que se encuentren a su disposición el uso más productivo 
posible. Los productores producirán los bienes que los consumidores demanden y los obreros 
trabajarán donde les paguen mejores salarios. La búsqueda de los propios intereses sumado a la 
competencia llevarán a la economía a los mejores resultados posibles. 
 La propensión de la naturaleza humana a permutar o intercambiar unas cosas por otras hace que 
la gente se especialice en oficios o profesiones particulares y comercie con lo que produce y esto, 
 
10 Adam Smith, La riqueza de las naciones, Fondo de Cultura Económica. Citado por Clement, Pool y Carrillo en 
"Economía: enfoque América Latina". Pág. 28. 
11 Ibíd. Pág. 30. 
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en opinión de Adam Smith, proporciona la base para el progreso y el estímulo para el 
crecimiento económico: la división del trabajo. 
 La existencia de la propiedad privada, entendida como se definió anteriormente, como la 
posesión de derecho pleno sobre un recurso o factor productivo; y de mercados libres, es decir, 
con muchos compradores y vendedores, para poder comprar y vender, sin restricciones, toda 
clase de artículos, son elementos básicos para que el sistema económico funciones conforme las 
expectativas clásicas. 
 La existencia de un gobierno “pasivo”, que no interfiera en las transacciones económicas, 
permite el funcionamiento “natural” del sistema. Este supuesto surge como una reacción a la 
fuerte intervención estatal que propugnó el mercantilismo, y respecto de la cual Smith fue un 
vigoroso opositor. 
Sobre la base de estos supuestos relativos a la acción de las personas y a las instituciones que rodean 
el fenómeno económico, Smith sostiene que este sistema, en términos humanos, tiene como fin 
liberar al individuo de los esquemas sociales y económicos rígidos del pasado, de dar libertad para 
pasar de un empleo a otro y adquirir los productos que necesite y desee. Estas decisiones serán 
tomadas por el sujeto, de acuerdo con sus evaluaciones objetivas y subjetivas de lo que más le 
conviene a él y su familia, después de tomar en consideración los precios de los diversos bienes, así 
como sus ingresos. 
Antes de pasar a detallar las teorías involucradas dentro del pensamiento de Smith, conviene 
reafirmar la idea básica que se encuentra en su obra, respecto de que las acciones de las unidades 
económicas, en apariencia desordenadas, obedecen a ciertos mecanismos que presentan 
regularidades y que éstas pueden ser expresadas mediante leyes. Por otra parte se admite que el 
mecanismo descripto anteriormente, si se lo deja operar libremente, lleva a un resultado óptimo, en 
el sentido que el sistema económico se ajusta en la medida necesaria para el logro de la producción 
máxima factible. 
2.3.2.1.1. La división del trabajo y la teoría de la producción. 
En términos económicos, el sistema descripto por Smith tiende a utilizar las

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