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� E – 44-221 Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto A. Durandeau, T. Fabre Los traumatismos del plexo braquial son los más graves de todas las lesiones de los nervios periféricos, pero en los últimos 30 años se han producido avances considerables en su tratamiento. El objetivo principal es establecer un diagnóstico exacto para después tratar de mejorar el pronóstico. La violencia del traumatismo, así como la estimación de la fuerza aplicada sobre el miembro son especialmente importantes. La probabilidad de que exista una lesión del plexo braquial puede determinarse durante la exploración del paciente en urgencias; una exploración detallada del plexo puede efectuarse en pocos minutos en un paciente consciente y colaborador. El examen mediante resonancia magnética (RM) es indispensable. Los pacientes que no muestran signos de recuperación durante los primeros 2 meses son candidatos a la exploración quirúrgica. Si los fascículos están lesionados e indurados, es necesaria su resección y restablecer su continuidad mediante un injerto; la neurotización está indicada en las avulsiones superiores para restaurar la función del hombro y del codo. En las parálisis completas, se efectúa un injerto a partir del neuroma proximal o se utilizan transferencias de los nervios intercostales En las parálisis superiores C5-C6, la neurotizaciones son el procedimiento estándar. En las parálisis de larga evolución, la pérdida de la flexión y extensión del codo se trata por medio de músculos libres reinervados por nervios intercostales o por el nervio espinal accesorio. Varias innovaciones recientes proporcionan opciones quirúrgicas de reconstrucción, con la posibilidad de mejorar el resultado funcional. La cirugía secundaria a los 2 años suele ser necesaria una vez que el paciente ha recuperado la flexión del codo. © 2014 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. Palabras clave: Lesión del plexo braquial; Diagnóstico electrofisiológico; Neurotización; Transferencias nerviosas; Injerto nervioso; Neurotubo Plan ■ Introducción 2 ■ Anatomía lesional 2 Lesiones supraclaviculares 3 Lesiones retro e infraclaviculares 3 Lesiones distales 4 ■ Evaluación clínica y pruebas complementarias 4 Método 4 Resultado 4 ■ Acceso quirúrgico 5 Acceso supraclavicular 5 Acceso infraclavicular 5 ■ Técnica quirúrgica de las transferencias nerviosas 6 Transferencia del nervio espinal accesorio al nervio supraescapular 6 Transferencia del nervio de la porción larga del tríceps al nervio axilar 6 Transferencia de un ramo del nervio radial al nervio axilar 7 Transferencia fascicular del nervio cubital al nervio del bíceps 7 Transferencia fascicular del nervio mediano al nervio del braquial 7 Transferencia de nervios intercostales al nervio musculocutáneo o al nervio de la porción larga del tríceps 7 Transferencia de la raíz C7 contralateral 7 Otras transferencias posibles 8 EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología 1 Volume 6 > n◦4 > diciembre 2014 http://dx.doi.org/10.1016/S2211-033X(14)69193-3 dx.doi.org/10.1016/S2211-033X(14)69193-3 E – 44-221 � Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto ■ Colgajos neurovasculares y cirugía paliativa 8 Colgajos neurovasculares 8 Cirugía paliativa 8 ■ Indicaciones 8 Arrancamiento radicular completo 8 Rupturas radiculares C5-C6 ± C7 y arrancamiento radicular C8-T1 9 Ruptura de C5, C6, C7, C8 y T1 9 Parálisis parcial por lesiones radiculares C5-C6 ± C7 10 Parálisis C8-T1 ± C7 10 Parálisis retro e infraclavicular 10 Arrancamientos radiculares atípicos 10 ■ Perspectivas 10 ■ Conclusión 11 � Introducción El tratamiento quirúrgico de las parálisis del plexo bra- quial sigue siendo difícil en la actualidad. Las lesiones son dramáticas y provocan secuelas importantes del miembro superior en un paciente joven, con graves consecuencias psicológicas y profesionales. La frecuencia de estas paráli- sis está en disminución en países como Francia (alrededor de 250 casos anuales), pero siguen siendo muy numero- sas en los países asiáticos. Ocasionan secuelas graves en términos de discapacidad funcional. Thoburn, en 1935, llevó a cabo el primer acceso quirúrgico [1]. Hasta 1960, Merle d’Aubigné [2, 3] aconsejaba realizar intervenciones paliativas. El tratamiento quirúrgico fue incluso proscrito por la Sociedad Internacional de Cirugía Ortopédica y de Traumatología (SICOT) en 1966. Seddon [4] popularizó la neurotización en 1963. Millesi [5] en 1962, seguido por Narakas [6], fueron los pioneros de esta cirugía gracias al uso de injertos nerviosos. Muchos autores [7, 8] empezaron a utilizar estas técni- cas de neurotización a partir de los nervios intercostales. En 1972, Kotani [9] describió el uso del nervio espinal anastomosado directamente al nervio musculocutáneo. Brunelli [10] se interesó en la neurotización neuromuscu- lar. Zhang [11] describió en 1986 la transferencia a partir de la raíz C7 contralateral. Oberlin [12] utilizó un fascículo del nervio cubital en 1994 con un éxito considerable. Los resultados de esta cirugía siguen siendo imprevi- sibles y permite una recuperación a menudo modesta, limitada a la estabilización del hombro y a la flexión del codo o, en ocasiones, al restablecimiento de una sensibi- lidad protectora de la mano, pero es posible lograr una recuperación de mejor calidad en las parálisis C5-C6 por- que la función de la mano y de la muñeca está conservada. Sin embargo, la cirugía directa ha mostrado su utilidad, porque disminuye considerablemente el síndrome dolo- roso al restablecer su continuidad; sin embargo, es utópico querer reparar todo el plexo. Es posible que el uso de tubo de colágeno relleno de factores de crecimiento plaqueta- rios permita un tratamiento mejor. En este artículo sólo se describirá la cirugía de reparación del plexo braquial del adulto mediante las técnicas que asocian el mayor número de reparaciones posibles con injertos y transfe- rencias nerviosas; las técnicas de la cirugía paliativa y las transferencias tendinosas simplemente se citarán, sin entrar en detalle. � Anatomía lesional En la gran mayoría de los casos, las lesiones traumáti- cas del plexo braquial del adulto son lesiones cerradas [7, 8], provocadas por un estiramiento del plexo asociado a mecanismos de compresión con un descenso súbito del muñón del hombro y fracturas complejas, fuente de rup- turas en la región de los escalenos y de arrancamiento 1 6 7 8 2 3 4 5 Figura 1. Anatomía del espacio intertransverso. 1. Raicillas posteriores; 2. raicillas anteriores; 3. ganglio espinal; 4. raíz; 5. ganglio simpático; 6. vértebra; 7. médula espinal; 8. agujero transverso. Figura 2. Avulsión completa de la raíz C6 con el ganglio espi- nal a las 3 semanas del traumatismo. radicular. En el 90% de los casos, se trata de accidentes de motocicleta a alta velocidad en un adulto joven de 15-35 años. Las otras causas de elongaciones son mucho menos frecuentes. Una tracción axial provoca sobre todo lesiones de las raíces superiores C5 y C6, que están fijas en las apófisis transversas; una tracción en sentido superior causa sobre todo lesiones de las raíces inferiores C8 y T1; una tracción en sentido posterior ejerce un estiramiento de todas las raíces. Las lesiones abiertas son infrecuen- tes [13, 14]: tres lesiones por sección y cuatro lesiones por perdigones en la experiencia de los autores de este artí-culo. En el 10-23% de los casos, existen lesiones vascula- res asociadas [14–18]. También puede haber lesiones óseas asociadas (fractura de la clavícula, fractura-luxación de hombro, fracturas de las apófisis transversas de C4, C5 y C6, fractura de la primera costilla asociada a menudo a rupturas vasculares). La anatomía del plexo braquial es compleja, con muchas variantes anatómicas. El plexo bra- quial (Figs. 1 a 3) está constituido por fibras nerviosas mielinizadas (130.000 como promedio), que se reagrupan en las raíces C5 a T1, pero existen plexos prefijados C4 a C8 y plexos posfijados C6 a T2 [15]; el nervio supraes- capular consta de 3.500 fibras, un nervio intercostal de 1.300 fibras, el nervio espinal y el nervio del serrato ante- rior de 1.600 fibras, y los nervios axilar y musculocutáneo de alrededor de 6.000 fibras. Existen variaciones anatómi- cas a nivel del nervio musculocutáneo, que puede estar ausente y sustituido por un voluminoso tronco mediano 2 EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto � E – 44-221 1 C4 C5 C6 C7 C8 T1 2 3 4 5 Figura 3. Anatomía del plexo. 1. Nervio supraescapular; 2. nervio musculocutáneo; 3. nervio mediano; 4. nervio radial; 5. nervio cubital. musculocutáneo. La porción posterior del plexo corres- ponde globalmente al plano de extensión y la porción anterior al plano de flexión (codo, muñeca y dedos). La distribución de las fibras nerviosas es variable. Por ejem- plo, una afectación de C7 puede que no cause un déficit de la extensión del codo y de la muñeca. En los traumatismos por estiramiento, las lesiones ner- viosas se extienden por el interior de un mismo tronco nervioso, con lesiones de grados diferentes [13]; puede haber lesiones de varios troncos y lesiones a dos nive- les [15, 16]. Las avulsiones radiculares corresponden a un arrancamiento de las raicillas de la médula espinal en la parte anterior o posterior proximal al ganglio espinal (Figs. 1 y 2). Estas lesiones muy frecuentes se localizan al menos en una raíz en el 70-80% de los pacientes y en los plexos C5-C6 en el 50% de los pacientes [7]. En las parálisis totales por lesiones supraclaviculares, la avulsión de C8-T1 es casi constante. Las raicillas anteriores motoras son más vulnerables [6]. Por tanto, en las avulsiones radiculares, los axones sensitivos no sufren degeneración walleriana. Las lesiones posganglionares son distales al ganglio espi- nal posterior del conducto transverso. Si los axones se rompen, se producirá una degeneración walleriana de las fibras distales (motrices, sensitivas o neurovegetativas). En tal caso, aparecerá un neuroma en las lesiones de gra- dos 3, 4 y 5; en las lesiones muy proximales, se puede producir una degeneración retrógrada hasta el cuerpo celular motor. Estas lesiones son accesibles a la repara- ción nerviosa directa si el nervio del serrato anterior no está lesionado, si la rama posterior del nervio raquídeo no está interrumpida y si no existe un síndrome de Claude Bernard-Horner. Si el nervio está roto, sólo debe utilizarse una reparación por injerto nervioso autólogo o transferen- cia nerviosa. Los axones en regeneración deben atravesar la zona de sutura para colonizar los tubos distales; se pro- duce una reducción del número de fibras nerviosas y una disminución de su tamaño, lo que explica que la explo- ración electrofisiológica de control siempre esté alterada, incluso en presencia de una recuperación funcional favo- rable. Desde el punto de vista lesional, las lesiones supra- claviculares suponen el 75% de los casos y las lesiones retro e infraclaviculares el 25% de los casos. Alnot [7] ha descrito todas las lesiones que pueden observarse. Bon- nard y Slooff [16] han descrito las variaciones anatómicas y los diferentes problemas de tratamiento quirúrgico. En la práctica diaria, las lesiones se clasifican según su nivel y el número de raíces que han sufrido avulsión [7, 8, 15] (Fig. 4). 1 C4 C5 C6 C7 C8 T1 2 3 4 5 6 Figura 4. Anatomía del plexo braquial. 1. Nervio supraesca- pular; 2. nervio axilar; 3. nervio radial; 4. nervio musculocutáneo; 5. nervio mediano; 6. nervio cubital. Lesiones supraclaviculares Lesión completa de C4 a T1 Estas lesiones graves son irreparables y se asocian a lesio- nes arteriales, a una parálisis del diafragma y del trapecio, así como, en ocasiones, del frénico. Avulsión C5-T1 Estas lesiones requieren una reinervación mediante transferencias nerviosas, pues no quedan raíces donde realizar un injerto, con el fin de estabilizar la escápula, devolver la flexión al codo y recuperar una sensibilidad de protección a la mano. Ruptura C5-C6 (± C7) con avulsión C8-T1 Son lesiones frecuentes que se pueden tratar mediante injertos nerviosos combinados con transferencias nervio- sas, lo que permite una recuperación parcial en el 70-80% de los casos a nivel del hombro y del brazo, con una dis- minución considerable del dolor. Ruptura o avulsión de C5-C6 (± C7) sin lesión de C8-T1 Éstas son las lesiones más favorables para la recupera- ción funcional, porque el paciente conserva una buena función de la mano; las transferencias nerviosas propor- cionan una función útil del hombro y del codo. Lesión C8-T1 (Dejerine-Klumpke) Suponen el 2-3% de los casos. Existe un déficit de la flexión del pulgar y de los dedos, así como de los músculos intrínsecos de la mano. Lesiones retro e infraclaviculares Estos traumatismos, que suponen el 25% de las lesio- nes del plexo braquial, provocan lesiones de los troncos secundarios, sobre todo del posterior (Alnot [7]) con lesio- nes vasculares en el 25% de los casos, asociadas a lesiones del hombro. El nervio supraescapular mantiene su fun- cionalidad en la mayoría de las ocasiones. La gravedad de la afectación se determina mediante la exploración física y las pruebas complementarias [13]. La distinción entre lesiones infra y supraclaviculares es artificial y un traumatismo cerrado por tracción puede asociarse a un traumatismo preganglionar de C8-T1 con ruptura de los troncos secundarios posterior y anterolateral. La repara- ción debe realizarse precozmente [14]. EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología 3 E – 44-221 � Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto Lesiones distales Los nervios supraescapular, musculocutáneo, axilar y radial pueden lesionarse en las luxaciones del hombro o en las fracturas del húmero o de la escápula. Estas lesiones se pueden acompañar de lesiones graves del manguito de los rotadores, sobre todo en mayores de 40 años, provo- cando una impotencia funcional total o una ruptura de la arteria axilar, con riesgo de síndrome compartimental. En menos ocasiones, los nervios mediano y cubital pueden romperse o estirarse. � Evaluación clínica y pruebas complementarias Método Esta evaluación se realiza cuando el paciente está cons- ciente, porque suele presentar lesiones asociadas [7, 8, 14–19]; esta exploración es compleja y en ocasiones sutil; la reso- nancia magnética (RM) sólo se solicitará de urgencia si existe una afectación medular. La exploración física se repite al final del primer mes, porque en algunos terri-torios puede haber comenzado una recuperación: • exploración motora de cada músculo individual (pun- tuación de 1 a 5), fatigabilidad muscular, concepto de función global (hombro, codo, muñeca, mano); es fundamental evaluar el nervio supraescapular; esta eva- luación debe recogerse por escrito; • exploración sensitiva subjetiva y objetiva (tacto y sen- sibilidad discriminativa); • trastornos neurosimpáticos y búsqueda de un síndrome de Claude-Bernard-Horner; • el dolor es difícil de apreciar, porque puede haber parestesias dolorosas y dolores de tipo causálgico intole- rables, sobre todo si existe una avulsión radicular [20, 21]; • la ausencia de recuperación inicial al cabo de un mes indica la existencia de lesiones graves; • la búsqueda de las lesiones asociadas y de las lesiones vasculares mediante la toma del pulso, una ecografía Doppler e incluso una angiografía; • hay que buscar enfermedades concurrentes, un antece- dente de tabaquismo y un exceso de peso, que agravan el pronóstico; • en la radiografía de tórax se busca un ascenso de una cúpula; • la exploración electrofisiológica no es significativa en los primeros 21 días; después de ese período, una actividad voluntaria perceptible es el signo de una recu- peración activa. El estudio de los potenciales evocados somestésicos ya no se realiza en la actualidad. El estudio de las velocidades de conducción sensitiva está en los límites de la normalidad en presencia de una avulsión radicular aislada; • es indispensable realizar una prueba de imagen de las raíces nerviosas hacia la 3.a-4.a semana, antes de una exploración quirúrgica, para observar la presencia de seudomeningoceles que indican en la mayoría de los casos la existencia de una brecha meníngea con avul- sión radicular completa o parcial; la mielotomografía computarizada (mielo-TC) [22–24] ya no se utiliza debido a su potencial iatrogénico. Las avulsiones a nivel de C5 y C6 son difíciles de poner de manifiesto, al contrario que las de C8-T1 (Fig. 5); la RM de última generación proporciona las mismas imágenes de las raicillas y de su avulsión, pero no siempre constituyen un signo de avulsión de las raíces C8 y T1: por tanto, hay que remi- tirse a la exploración física y a la visión quirúrgica. La sensibilidad de la RM es del 81% según Gosk [25]. A nivel cervical, no es posible distinguir los neuromas que están en continuidad con rupturas, porque las raíces están en un plano oblicuo. Es posible que la ecografía pueda aportar más detalles en el futuro; A B Figura 5. Avulsión radicular con seudomeningocele (A, B). • la evaluación sociopsicológica del paciente es impor- tante, porque un nivel socioeconómico bajo supone un obstáculo importante en los trabajadores manuales. La rehabilitación debe permitir la lateralización del lado opuesto y la recuperación escolar. Se debe asociar a una ergoterapia para las actividades diarias. Resultado Al final de esta evaluación, es posible reconocer las formas graves y aquéllas en las que es posible una recupe- ración parcial. Criterios favorables Orientan hacia una recuperación espontánea: 50% de los pacientes [7, 8]. • Parálisis tras luxación de hombro: la afectación se sitúa a nivel de los troncos secundarios y de los ramos ter- minales (nervio axilar). La recuperación es habitual en 1-18 meses en el 90% de los casos y debe comenzar en los primeros 4 meses. • Parálisis incompleta con parálisis aislada y conserva- ción de la sensibilidad. • Déficit parcial en uno o varios territorios afectados. Criterios desfavorables Orientan hacia una ausencia de recuperación espontá- nea con un pronóstico grave: • la existencia de lesiones óseas asociadas o de lesiones vasculares [7]; • la gravedad de la afectación nerviosa es directamente proporcional a la violencia del traumatismo; • persistencia de una parálisis total al final del primer mes; • la afectación del nervio del serrato anterior, porque su inervación es plurirradicular (C5-C7); • dificultades para evaluar la afectación de los músculos elevador de la escápula, romboides y trapecio, porque su inervación está cerca del conducto vertebral; 4 EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto � E – 44-221 • el síndrome de Claude Bernard-Horner (miosis, enof- talmos, disminución de la hendidura palpebral) refleja la existencia de lesiones muy proximales de las raíces inferiores C8-T1 y del ganglio simpático inferior; • la afectación del nervio frénico refleja la existencia de lesiones graves de C5 y de la raíz C4; • la existencia de un dolor muy invalidante (dolor cervi- cal, rigidez de nuca, síndrome meníngeo); • la existencia de signos medulares a nivel de los miem- bros inferiores (Bown-Séquard); • la atrofia muscular rápida a partir de la segunda semana. Los criterios evolutivos se basan en la evaluación mus- cular, que debe recogerse por escrito. Hay que buscar la presencia del signo de Tinel cervical e infraclavicular, y seguir su evolución. Es indispensable valorar también la evolución del dolor de desaferentación, que no tiene una topografía precisa y en ocasiones es intolerable; la per- sistencia del dolor es un signo de mal pronóstico. La recuperación espontánea es la mejor opción, pero se debe efectuar una reevaluación todos los meses. Al final de esta evaluación, en caso de parálisis total hay que identificar a los pacientes en quienes se puede realizar una reparación de una, dos, e incluso tres raíces mediante injerto, aunque esta situación sólo puede eva- luarse de forma peroperatoria cuando el muñón radicular es lo bastante largo en la región escalénica para que el injerto pueda realizarse en una zona sana [13]. Si ninguna raíz es susceptible de injertarse, se deben utilizar transfe- rencias nerviosas o recurrir a un tratamiento paliativo. La intervención, que se realiza con dos equipos [26], debe ser lo más precoz posible (2.◦-3.er mes) y siempre antes de 6 meses. Después de 2 años de evolución, la recuperación es utópica. � Acceso quirúrgico El acceso debe centrarse en los sitios de reparación del plexo [27–32]. El paciente se coloca en una posición ligera- mente proclive para disminuir la presión venosa; el campo quirúrgico debe incluir el cuello, con la cabeza girada hacia el lado contrario y fijada con una venda elástica; todo el miembro superior debe estar incluido en el campo quirúrgico y preparado de forma estéril para poder mani- pularlo con facilidad; un pequeño cojín de gel se coloca bajo la escápula; los dos miembros inferiores también se preparan de forma estéril y se aplica un torniquete neu- mático a nivel del muslo. Birch [14, 17] prefiere operar al paciente en posición semisentada y lo antes posible. Se debe realizar una hemostasia meticulosa con bisturí eléc- trico y coagulación bipolar, porque se requiere un campo no hemorrágico. El paciente no debe curarizarse y el uso de lupas de aumento o del microscopio y de un neuroes- timulador es indispensable. Acceso supraclavicular La incisión comienza en la apófisis mastoides y sigue el borde del músculo esternocleidomastoideo; después, pre- senta unsegmento horizontal por encima de la clavícula o con varias Z, tras lo que se continúa por una vía del- topectoral clásica. Después de la incisión de la piel y de la fascia superficial, del tejido subcutáneo y del músculo platisma, se identifica la vena yugular externa. El mús- culo omohioideo es la clave de la exploración y se debe conservar; la aponeurosis cervical media se incide a nivel supraclavicular. La palpación permite percibir el plexo o los tejidos fibrosos en caso de arrancamiento nervioso; el nervio supraescapular se busca en el borde externo del plexo; si el plexo está roto y existe un gran desplaza- miento, el origen del nervio supraescapular se localiza más distalmente y hay que realizar una tracción sobre el miem- bro para individualizar bien el plexo. Se puede desinsertar el trapecio del borde posterior de la clavícula. A continua- ción, hay que identificar las raíces, conservando los ramos del plexo cervical superficial para evitar los neuromas; el espacio interescalénico se identifica y hay que situarse en el origen de la raíz C5 para localizar el nervio frénico que cruza el origen de esta raíz antes de discurrir sobre la cara anterior del escaleno anterior; es posible identificarlo y estimularlo. Hay que buscar el muñón de la raíz C5 rea- lizando una disección con el extremo de las tijeras, una espátula roma o el dedo para encontrar el espacio de sepa- ración. Se debe intentar estimularla de forma retrógrada, porque si se obtiene una respuesta en el serrato anterior, confirma la ausencia de avulsión medular. La raíz C6 tiene una situación medial a C5 y, tras la disección del espa- cio interescalénico, la raíz se libera de la fibrosis local. El muñón de C7 aparece un poco más abajo. Es más horizon- tal, pero más voluminoso. Las raíces C8 y T1 no se buscan de forma sistemática. La arteria subclavia y la vena sub- clavias se marcan con lazos vasculares. La raíz T1 suele ser pequeña, con un trayecto ascendente. El tronco pri- mario superior se divide en dos contingentes, anterior y posterior; el tronco primario medio es la continuación de la raíz C7 y se divide en situación medial a los ramos del tronco primario superior; el tronco primario inferior es muy corto. Acceso infraclavicular Este acceso se emplea de forma sistemática, porque se debe explorar todo el plexo. El surco deltopectoral se abre conservando la vena cefálica en el borde interno de la incisión. La arteria toracoacromial se liga; la cabeza clavi- cular del músculo pectoral mayor se libera de la clavícula a lo largo de 3-4 cm; la aponeurosis clavipectoroaxilar se abre y se coloca un separador autoestático; el tendón del músculo pectoral menor es la clave de la exploración; el separador autoestático se recoloca para rechazar un col- gajo adiposo. El nervio musculocutáneo, que se marca con un lazo vascular, se identifica en el origen del mús- culo coracobíceps; la disección de los troncos secundarios se continúa, marcando cada tronco con un lazo vascular. La disección de los nervios axilar y radial requiere recha- zar en sentido medial la arteria axilar; la disección de los nervios mediano y cubital es más difícil y requiere una incisión parcial del tendón del pectoral mayor. Es prefe- rible no reparar los vasos lesionados de forma urgente, porque la isquemia es relativa; si se ha realizado una deri- vación urgente (56% según Alnot [7]), la disección será muy difícil y prolongada, con riesgo de desgarros venosos y de malos resultados. Es mejor llevar a cabo la reparación vascular y nerviosa en el mismo tiempo quirúrgico. Una ruptura del nervio musculocutáneo requiere que se pro- longue la incisión por debajo del músculo pectoral mayor; el nervio se palpa entre el músculo bíceps y el músculo coracobraquial y es posible encontrar el extremo distal. Para realizar las transferencias nerviosas a partir de los nervios intercostales, la incisión cutánea sigue el borde inferior del músculo pectoral mayor hasta el esternón y, en las mujeres, debe pasar por el surco inframamario man- teniendo un puente cutáneo de 3 cm a nivel del tendón del pectoral mayor. Los autoinjertos se realizan a partir de los nervios surales extraídos en la cara interna de la pierna, a través de una incisión retromaleolar, disecando el ner- vio sural hasta el hueco poplíteo, ejerciendo una tracción suave sobre él, pero hay que tener cuidado con las varia- ciones anatómicas [33]. Cuando existe una avulsión de las raíces inferiores, se puede utilizar el nervio cubital vascula- rizado, que tiene un pedículo único en el 98% de los casos, proveniente de la arteria humeral [34, 35]. Se requiere un ali- neamiento muy preciso de los fascículos y de los extremos nerviosos, con una superficie de sección neta sin fibrosis (Fig. 6). Después de aplicar varios puntos de hilo 9/0 con el microscopio para que los extremos nerviosos se sitúen con un buen afrontamiento, se aplica adhesivo biológico EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología 5 E – 44-221 � Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto A B C Figura 6. A. Resección progresiva del neuroma proximal para obtener fas- cículos, pero sin fibrosis epineural. B. Inversión de los segmentos del nervio sural para evitar la fuga de los axones por las colaterales. C. Injerto en «cable» con utilización de adhesivo en cada extremo de los injertos para permitir un afrontamiento mejor. para lograr una fijación de buena calidad [15]. El adhesivo biológico puede sustituirse envolviendo la sutura nerviosa con un manguito de fibrina autóloga preparado a partir de la sangre del paciente centrifugada (L-PRP/PRF [36]). Hay que comenzar por la sutura proximal a nivel de la raíz C5, aplicando tres segmentos nerviosos con puntos de nailon 9/0 y rodeándola de adhesivo biológico. El paso bajo la clavícula se amplía con el dedo para que puedan pasar los segmentos nerviosos que se han fijado suavemente con un lazo vascular. La sutura distal es más fácil de realizar, porque la porción proximal del tronco primario superior es más superficial y la disección de la porción anterolateral con microscopio permite aislar algunos fascículos; la lon- gitud del injerto es de 8-10 cm, pero puede ser más larga si la sutura se realiza directamente sobre el nervio musculo- cutáneo; después de aplicar tres puntos de nailon 9/0 para adaptar la zona de sutura, se completa con un manguito de adhesivo biológico (Fig. 6). Es indispensable mantener una inmovilización de 3-4 semanas con el codo pegado al cuerpo; la rehabilitación se realiza después de 6 semanas de forma pasiva, con trabajo de elevación del hombro y de rotación lateral, así como trabajo de la muñeca y de los dedos largos para mantener la flexibilidad. � Técnica quirúrgica de las transferencias nerviosas En la estrategia del tratamiento quirúrgico de las paráli- sis del plexo braquial, las transferencias nerviosas tienen un papel cada vez más importante. En estas transferencias se utilizan nervios donantes motores no afectados por la lesión nerviosa (transferencias de los intercostales [37–39]). Oberlin [12] ha descrito la neurotización extraanatómica del nervio cubital.Dependiendo del nervio receptor (ner- vio supraescapular, nervio musculocutáneo, nervio de la porción larga del tríceps), estas transferencias nerviosas pueden realizarse sin interposición de un injerto de nervio sural. Transferencia del nervio espinal accesorio al nervio supraescapular [7, 8, 40, 41] Se debe extraer la porción distal del ramo externo del nervio espinal que desciende en oblicuo en sentido infe- rior, posterior y lateral por el hueco supraclavicular. Para identificarla, hay que disecar en el ángulo situado en la parte lateral del hueco supraclavicular, entre la clavícula a nivel anterior y la cara profunda del trapecio a nivel posterior. En muchas ocasiones, el nervio discurre por un espacio celuloadiposo para dirigirse en sentido postero- lateral a la cara profunda del trapecio. Para identificarlo, se debe disecar verticalmente y en sentido posterior en la cara profunda de la aponeurosis del trapecio. A menudo existe un pedículo vascular en este espacio que está muy cerca del nervio. Un neuroestimulador puede ser muy útil, sobre todo en los pacientes obesos, al provocar una contracción de la cabeza distal del músculo. A continua- ción, el nervio se individualiza con lazos vasculares. Es frecuente que se diseque un fino ramo motor que se divide para inervar la porción media del trapecio. En tal caso, la sección del nervio se realiza a un nivel más distal. El nervio supraescapular se expone disecando el tronco primario superior. Es el primer ramo de división late- ral de este tronco justo detrás de la clavícula. Si existen dificultades para encontrar el nervio supraescapular, hay que situarse detrás del músculo omohioideo y de la zona media de la clavícula, ejerciendo un movimiento de tracción en el eje del miembro superior para descen- der la clavícula. La sección del nervio supraescapular se realiza en su porción proximal, cerca del tronco prima- rio superior; es necesario seccionar el tronco del nervio supraescapular bajo visión microscópica hasta encontrar una superficie de sección que tenga una disposición nor- mal de los fascículos. La sutura nerviosa directa se realiza con aumento óptico, mediante una sutura epiperineural con tres puntos y adhesivo de fibrina complementario. Felici [42] ha propuesto el uso del nervio espinal accesorio contralateral para neurotizar el nervio axilar. Transferencia del nervio de la porción larga del tríceps al nervio axilar En la técnica descrita por Witoonchart [43], la incisión cutánea se realiza a lo largo del borde posterior del del- toides. Esta parte se libera y se rechaza hacia delante. El intervalo entre la cabeza larga del tríceps y el vasto lateral se diseca para exponer el espacio cuadrilátero y triangu- lar. La liberación parcial del borde inferior del redondo mayor mejora la exposición del ramo destinado a la 6 EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto � E – 44-221 porción larga del tríceps. El nervio radial se identifica en el espacio triangular, humerotricipital, y el nervio axilar en el espacio cuadrilátero. El ramo posterior está destinado al redondo menor y a la piel; después de una disección intra- neural, el ramo anterior destinado al deltoides se secciona a un nivel lo más proximal posible. El ramo para la por- ción larga del tríceps se origina en el nervio radial a un centímetro en sentido proximal respecto al borde inferior del músculo redondo mayor. Este ramo se debe seccionar lo más distalmente posible antes de su entrada en el mús- culo tríceps y realizar una sutura directa entre el nervio de la porción larga del tríceps y el ramo anterior del nervio axilar. Transferencia de un ramo del nervio radial al nervio axilar [44] El acceso se realiza en el espacio cuadrilátero por vía pos- terior. El contingente sensitivo se separa, ayudándose de un neuroestimulador, lo que permite seccionar el origen del contingente motor destinado al tríceps en el espacio cuadrilátero. Un ramo se bascula en sentido distal y se sutura al ramo anterior del nervio axilar. Transferencia fascicular del nervio cubital al nervio del bíceps [44–46] La línea de incisión se extiende 8-10 cm por la cara medial del brazo, desde el borde distal del pectoral mayor hasta el surco bicipital medial. Después de la incisión de la fascia del bíceps, hay que buscar el intervalo entre el bíceps lateralmente y el coracobraquial a nivel medial. El bíceps se moviliza con claridad mediante movimien- tos de flexión-extensión del codo, al contrario que el coracobraquial. Situándose en este espacio, el nervio mus- culocutáneo se aísla y se diseca. En la mayoría de los casos, el nervio del bíceps se separa del nervio musculocutáneo a alrededor de 5-6 cm bajo el tendón del pectoral mayor. En ocasiones, el nervio del bíceps puede originarse de un tronco común entre el nervio mediano y el nervio muscu- locutáneo (10%). El nervio del bíceps situado proximal al paquete vascular de dicho músculo, que debe respetarse, se aísla en la cara lateral del nervio musculocutáneo. El contingente fascicular para el bíceps, a menudo bien indi- vidualizado sobre el tronco del musculocutáneo, se diseca en sentido proximal a lo largo de varios centímetros y después se secciona. La disección del nervio cubital se realiza medialmente al paquete vascular braquial. El nervio mediano está lige- ramente por detrás y es menos voluminoso, al igual que el nervio cutáneo antebraquial medial. El nervio cubital se aísla al mismo nivel que el nervio del bíceps. La disec- ción se realiza en sentido distal a lo largo de 4-6 cm para permitir la movilización subsiguiente hacia el nervio del bíceps. Bajo visión microscópica, se incide el epineuro anterior del nervio cubital para individualizar los distin- tos fascículos. A menudo, el fascículo anteromedial del nervio cubital tiene un tamaño equivalente al del nervio del bíceps. Es importante aislar un fascículo de tamaño equivalente (destinado a los flexores del carpo o a los flexores extrínsecos de los dedos) para evitar las posi- bles secuelas del nervio donante. Un neuroestimulador permite verificar que este fascículo anteromedial no pro- voque contracción de los interóseos. Después de seccionar este fascículo motor, se realiza una sutura nerviosa termi- noterminal sin tensión. Transferencia fascicular del nervio mediano al nervio del braquial [45, 47] La prolongación de la disección del nervio musculocu- táneo en sentido distal al pedículo vascular para el bíceps, permite individualizar dos fascículos. Clásicamente, el fascículo medial es el fascículo sensitivo para la cara ante- rolateral del antebrazo y el fascículo lateral es el fascículo motor para el braquial. Para confirmar esta distribución, se aconseja aislar, mediante una contraincisión corta a nivel del surco bicipital lateral, el ramo sensitivo cutáneo lateral del antebrazo. De este modo, mediante ligeras maniobras de tracción distal, se puede individualizar con facilidad el ramo motor para el braquial en una zona proximal en el brazo. Después de la sección proximal de este ramo, el nervio mediano se diseca y el epineuro anterior se incide.A continuación, bajo visión microscópica se debe indi- vidualizar un fascículo motor de tamaño equivalente al nervio receptor destinado al flexor del carpo. Tras la sec- ción del fascículo, se puede realizar una sutura nerviosa terminoterminal (Liverneaux [45]). Transferencia de nervios intercostales al nervio musculocutáneo o al nervio de la porción larga del tríceps [37, 38, 48, 49] Se realiza una incisión longitudinal larga con el brazo en abducción. Se extiende desde el espacio intercostal situado bajo el pezón (por lo general, el quinto), a lo largo del borde inferior del tendón del pectoral mayor, para situarse, mediante dos incisiones en ángulo recto, sobre la línea axilar posterior, con prolongación hasta el borde posteromedial del brazo. La fascia se incide en el mismo eje longitudinal. La parrilla costal se expone entre el dor- sal ancho detrás y el serrato anterior delante, conservando el nervio torácico largo. La disección en el borde inferior del tendón del pecto- ral mayor permite aislar los nervios intercostales del 3.◦, 4.◦ y 5.◦ espacios intercostales. La exposición se realiza por una incisión longitudinal a lo largo del borde inferior de cada costilla incluyendo el periostio. Con un periostó- tomo, es necesario exponer en un plano subperióstico la cara inferior y posterior de la costilla. Ésta se separa pru- dentemente con un separador, con el que se tracciona de ella en sentido superior, y se realiza una disección minu- ciosa del espacio situado en el borde inferior de la costilla, lo que permite identificar el delgado nervio intercostal, que se aísla sin sujetarlo nunca. La disección distal pro- gresiva permite seccionarlo a nivel del cartílago costal. La disección proximal hacia el hueco axilar puede hacer que se seccionen los finos ramos colaterales para los músculos intercostales. La misma disección se realiza en los otros dos espacios, con el fin de obtener tres nervios intercos- tales que pueden emparejarse con los ramos motores del musculocutáneo, o con el nervio del tríceps disecado a nivel del hueco axilar, exponiendo el tendón del dorsal ancho. El ramo nervioso para el tríceps puede identifi- carse y separarse del resto del nervio radial. La sección de este ramo se realiza en un punto lo más alto posible en el hueco axilar y se efectúa una sutura directa. Transferencia de la raíz C7 contralateral [11, 50] Estas técnicas se utilizan en personas jóvenes, porque la plasticidad cerebral desempeña un papel importante durante la rehabilitación, que requiere varios meses. Zhang utiliza este procedimiento en dos etapas, conec- tando primero el nervio cubital (con conservación de su vascularización) con la raíz C7 y, cuando la regeneración llega a la axila, efectúa el segundo tiempo, suturándolo al tronco secundario anterolateral, al nervio musculocu- táneo, al nervio mediano y al nervio radial. Sammer [51] utiliza una hemitransferencia tomando únicamente la porción ventral. La neurotización de C7 contralateral puede efectuarse si la longitud del nervio cubital vascu- larizado es suficiente para realizar la conexión (30 cm). EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología 7 E – 44-221 � Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto Sin embargo, no existe un consenso para la utilización de esta transferencia, porque su morbilidad es del 50%, con sensación de entumecimiento de los dedos y défi- cits motores, que se recuperan en 3-6 meses, aunque en ocasiones persiste un déficit permanente. Otras transferencias posibles Las realizan equipos asiáticos, pero los autores de este artículo no las utilizan en su práctica, debido a las implicaciones de tipo medicolegal: nervio frénico, ner- vio hipogloso, nervio cutáneo braquial lateral y nervio cubital contralateral, porque parece ilógico lesionar un miembro sano para lograr una hipotética recuperación de un miembro paralizado. � Colgajos neurovasculares y cirugía paliativa Colgajos neurovasculares Los colgajos neurovasculares (dorsal ancho contrala- teral o grácil) se utilizan para reanimar la flexión y la extensión del codo si se ha superado el período en el que se puede realizar la cirugía nerviosa (12 meses) o si ésta ha fracasado [52, 53]. Estos colgajos se reinervan por el ramo del nervio espinal o por los intercostales. La anastomosis vascular se realiza de forma terminolateral en los vasos humerales. Se trata de una intervención compleja, con una tasa de éxito de alrededor del 60-70% debido a un riesgo vascular del 17% [54, 55]. Cirugía paliativa Se integra en un programa para mejorar las funciones de un miembro paralítico. Su reanimación es sencilla a veces, pero es difícil establecer las indicaciones. Las técnicas no se detallarán, pues se describen en otros artículos. La artrodesis del hombro [56–59] es una operación paliativa excelente si el paciente plantea exigencias fun- cionales, pero la fusión es difícil de lograr en ocasiones y es preciso que el serrato anterior sea activo (87% de fusión en la serie de Chammas [57] y 76% en la de Atlan [58]). La osteotomía de desrotación humeral [59] de 45◦, con osteosíntesis mediante una placa, permite separar el miembro superior de la caja torácica durante la flexión del codo. Se puede realizar una transferencia de la porción larga del tríceps cuando los músculos supra e infraespinoso se recuperan hasta un grado M2. La transferencia del músculo trapecio es otra alter- nativa, a expensas de dejar una cicatriz como secuela. Elhassan [60] ha analizado los resultados asociados, con un resultado favorable. La reanimación de la rotación externa del hombro por el dorsal ancho (transferencia de Episcopo). La transferencia de los epicondíleos mediales (Steindler) se puede realizar desplazando su inserción en el húmero 5 cm en sentido proximal cuando la recuperación del codo logra un grado M2 [59]. La transferencia bipolar del dorsal ancho para recuperar la flexión del codo si no está paralizado, lo que es infre- cuente. Se reinserta en el extremo de la apófisis coracoides y, a nivel distal, en el tendón terminal del bíceps. La transferencia del tríceps se acompaña de una pér- dida funcional importante, pero puede ser útil si existen cocontracciones. La transferencia bipolar del pectoral mayor se asocia en la mayoría de los casos a la del pectoral menor. La artrodesis de la muñeca y la del pulgar se asocian a transferencias tendinosas para reanimar la flexión de los dedos. � Indicaciones La primera cuestión que se plantea es si el tratamiento quirúrgico del plexo braquial está justificado [35–37]. No existe un consenso, pero se puede citar una serie de pun- tos comunes en el tratamiento de estas lesiones [8]. Ante una lesión por elongación, no es posible reinervar todos los músculos y la elección de los elementos nerviosos que deben reinervarse debe obedecer una jerarquía de las fun- ciones que habrán de restablecerse. Hay que advertir al paciente de las posibilidades quirúrgicas, de los resulta- dos esperados y de la duración de la regeneración, que requerirá muchas sesiones de rehabilitación. La recupe- ración de la flexión del codo es el objetivo prioritario en caso de reparación nerviosaprecoz por lesión grave supraclavicular. La elección de los elementos que deben repararse depende del tipo de parálisis, de las característi- cas del paciente y de los objetivos funcionales; la prioridad se concede a la reinervación de los territorios muscula- res proximales. Hay que evitar la pérdida de axones por error de orientación que provocaría cocontracciones de músculos antagonistas [37], como el bíceps y el tríceps. Algunos autores recomiendan una reparación lo más pre- coz posible dependiendo del tipo del traumatismo [14], pero la reparación urgente es difícil, porque la evaluación es imprecisa (elongación, dilaceración). En la mayoría de los casos, la reparación debe efectuarse a partir del 2.◦ mes si es posible y, si se puede, antes del 6.◦ mes, pero no después de 12 meses, porque los resultados son aleatorios debido a la degeneración fibrosa de las fibras nerviosas dis- tales. El plazo de la reinervación debe ser compatible con una recuperación superior a un grado M3. No se deben operar los pacientes mayores de 50 años, en presencia de lesiones asociadas graves o cuando la recuperación evolu- ciona con normalidad; hay que ser muy cauto en caso de tabaquismo o de obesidad. No se debe explorar el bíceps en fase de recuperación. Las indicaciones de la neurólisis son excepcionales, porque no resuelve los problemas de recuperación muscular en presencia de una lesión grave. Arrancamiento radicular completo [61–70] Debido a que los injertos convencionales no son posibles, se deben utilizar transferencias nerviosas; el plexo cervical se puede emplear para reinervar el nervio mediano. Otros autores [57, 61] prefieren utilizar una artro- desis de la articulación escapulohumeral si el serrato está presente, con neurotización del nervio musculocutáneo mediante el nervio espinal accesorio. También es posi- ble [18, 50] utilizar la raíz C7 contralateral con un nervio cubital vascularizado, con resultados muy mediocres, pero los autores de este artículo no tienen ninguna experien- cia con esta transferencia. Por último, algunos autores [41] utilizan dos músculos libres (grácil) para restaurar la fle- xión del codo y la extensión de los dedos o del codo, reinervándolos con nervios intercostales o con el ner- vio espinal accesorio [52–55] o bien con C7 contralateral, con resultados aparentemente buenos [70]. Los autores de este artículo prefieren utilizar los nervios intercostales, como Nagano [65], que obtiene una recuperación hasta un grado M3 en el 70% de un grupo de 221 pacientes, con mejores resultados en los menores de 30 años. Zhang [10] ha descrito una recuperación hasta un grado M3 con la raíz C7 contralateral en el 50-80% de los casos, con una sensibilidad hasta S3 en el 60% de los pacientes; con la transferencia de C7 contralateral, Muhetidier [71] obtiene la flexión de la muñeca hasta M3 en dos ter- cios de los casos. Liu [72] ha descrito la recuperación del bíceps hasta un grado M3+ en 6 de 10 pacientes; Sam- mer [51] ha logrado una abducción activa hasta un grado M3 en 3 de 12 pacientes, pero ninguna flexión de la muñeca en 15 pacientes con un déficit motor permanente. Liu [69], mediante transferencias nerviosas, ha logrado una 8 EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto � E – 44-221 1 2 C5 C6 C7 C8 T1 3 T4 T5 Figura 7. Arrancamiento radicular C6-C7-C8-T1 con o sin ruptura de C5. 1. Injerto; 2. nervio supraescapular; 3. nervios intercostales. recuperación funcional del supraescapular en el 54% de los casos, del bíceps en el 86%, del tríceps en el 46% y de los flexores de los dedos en el 43%. Los autores de este artículo desaconsejan encarecidamente el uso del ner- vio frénico, a diferencia de otros autores [70]. El dolor, que está presente en el 83% de los casos según Narakas [37], no responde a la amputación pero, después de la transferen- cia nerviosa, disminuye en el 50% de los casos, sin que pueda explicarse el mecanismo; la persistencia del dolor es un criterio de mal pronóstico funcional. El dolor cró- nico neuropático se asocia en la mayoría de las ocasiones a una mala regeneración nerviosa y a un perfil psicológico particular [20]. La intervención de Dreze sobre los cordones posteriores no siempre da los resultados esperados. Rupturas radiculares C5-C6 ± C7 y arrancamiento radicular C8-T1 (Figs. 7 y 8) La raíz C5 casi nunca mantiene su continuidad [27] y suele romperse en el conducto intertransverso, en un punto distal al origen del nervio frénico. El valor funcional del muñón de C5 es difícil de precisar, porque puede haber sufrido una avulsión aunque la RM no muestre ninguna lesión. Por tanto, la programación preoperatoria puede modificarse durante la intervención, porque la superfi- cie de sección de una raíz que no presente una avulsión puede ser de mala calidad. Las transferencias nerviosas son una alternativa a la reparación. Se debe realizar una cirugía dirigida, con un acceso selectivo tanto de los ele- mentos nerviosos donantes como de los objetivos que se van a reinervar por el nervio cubital vascularizado y el ner- vio cutáneo braquial medial. Las transferencias nerviosas complementarias se basan en los nervios intercostales. El uso de la raíz C7 contralateral tiende a abandonarse. Para el hombro La mayoría de los autores reconstruyen el nervio supraescapular con el nervio espinal 1 2 C5 C6 C7 C8 C7 3 4 5 Figura 8. Ruptura C5-C6, arrancamiento radicular C7-C8-T1. 1. Injerto de 3-4 segmentos; 2. nervio supraescapular; 3. nervio musculocutáneo; 4. tronco secundario posterior: sutura del muñón de C6 en la raíz C7 que ha sufrido la avulsión; 5. avulsión. accesorio [7, 9, 18, 24, 41, 70], pero Kline [67] prefiere utilizar la porción posterolateral de la raíz C5, que puede injer- tarse en el nervio axilar. Otros autores optan por realizar una artrodesis del hombro. Para la flexión del codo La reanimación de la flexión del codo se realiza mediante un injerto interpuesto entre la porción ante- rior de las raíces C5 y C6 y la porción anterolateral del tronco secundario anteroexterno, y entre la porción poste- rior de las raíces C5 y C5 y el tronco secundario posterior, pero también es posible neurotizar el tronco secundario anteroexterno con los nervios intercostales [7, 8]. Algunos autores interponen un injerto entre la raíz C5 y el nervio musculocutáneo [37] o la porción anterolateral del tronco primario superior, en un punto proximal al asa de los mús- culos pectorales [7, 15, 48, 67], dependiendo de la calidad de la superficie de sección. Bertelli [73] prefiere utilizar un injerto entre C5 y el musculocutáneo, pero el injerto del tronco posterior no parece recuperar la abducción del hombro. Oberlin [18] logra la recuperación de la flexión del codo en el 75% de los casos y la abducción y rotación externa del hombro en el 50%; la avulsión de la raíz C7 se puede tratar también mediante su sutura al muñón de C6. Para la extensión del codo Es posible suturar tres nervios intercostales al nervio de la porción larga del tríceps [18]. Debido a que las lesiones son muy heterogéneas, los resultados son difíciles de comparar. La recuperaciónde la flexión del codo se logra en el 66-86% de los casos [7–9, 18]. La transferencia del nervio espinal al nervio musculocutáneo da buenos resultados en el 63-75% de los casos [9, 18, 38, 41] y la de los nervios intercostales en el 38- 63% [14, 65]. Songcharoen [30] ha logrado la flexión del codo en un 75% de los pacientes. Oberlin realiza la reanima- ción del tríceps con los intercostales. La transferencia de la raíz C7 contralateral [11, 50] ofrecería un 60% de resulta- dos satisfactorios con un injerto vascularizado del nervio cubital, pero Oberlin [17] sólo observa un 33% de buenos resultados con muchos resultados decepcionantes. Ruptura de C5, C6, C7, C8 y T1 Este tipo de lesiones es excepcional (1-2% de los casos); la única reparación que se realiza es la de las raíces C5, C6 y C7 porque la de C8 y T1 no logra ningún resultado útil, salvo en pacientes menores de 20 años, cuando la EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología 9 E – 44-221 � Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto lesión se produjo hace menos de 2 meses y si el injerto tiene menos de 4 cm; esto puede permitir una recupera- ción del músculo flexor cubital del carpo y de los flexores del 4.◦ y 5.◦ dedos. La reconstrucción de todas las raíces es difícil, porque la movilización de los dos nervios sura- les es insuficiente para rellenar las pérdidas de sustancia nerviosa. Parálisis parcial por lesiones radiculares C5-C6 ± C7 [74, 75] Sólo existe un déficit del hombro y de la flexión del codo, por lo que hay numerosas soluciones para reanimar la flexión del codo y estabilizar el hombro mediante neu- rotizaciones (fascículo del nervio cubital para el bíceps, fascículo del nervio mediano para el braquial anterior, nervio axilar con el nervio de la porción larga del tríceps, nervio supraescapular con el nervio espinal accesorio). Para el hombro El nervio espinal accesorio se neurotiza en el nervio supraescapular. El deltoides se reinerva con el nervio de la porción larga del tríceps que se injerta en el nervio axi- lar [47, 70]; Liu [69] ha logrado un 54% de recuperación del supraespinoso. Para la flexión del codo En ocasiones, se puede realizar una reparación anató- mica a partir del muñón de la raíz C5, que se injerta en la porción anterior del tronco primario superior, pero es preferible transferir un fascículo motor del nervio cubital al nervio del músculo bíceps, asociándolo a la transfe- rencia de un fascículo del nervio mediano al nervio del braquial anterior. Allieu [61] ha obtenido un 66% de resul- tados hasta un grado M3+. En la actualidad, la mayoría de los autores realizan sistemáticamente esta transferen- cia cubital-bíceps, que proporciona resultados rápidos (10 veces en 15 pacientes [45]); la neurotización ofrece un resultado peor en caso de lesión C5-C6-C7 (65% en lugar de 75%). Bhandari [76] ha obtenido 26 reinervaciones del bíceps con una fuerza de grado igual o superior a M3 en 26 casos. Liu [69] ha obtenido un 86% de reinervación para el bíceps. Bertelli [73], como complemento de las transfe- rencias nerviosas, asocia injertos a partir de las raíces C5 y C6, técnica que confirmó Garg R. en 2011 [77], después del análisis de 31 estudios de la literatura, donde encontró una superioridad significativa de las transferencias ner- viosas respecto a los injertos convencionales (en el 83% de las transferencias nerviosas se lograba una flexión del codo superior a M4, mientras que en el 56% de los injer- tos convencionales se obtenía una flexión del codo igual o superior a M4, con mejores resultados para la transferencia doble). Los resultados también son mejores en presencia de una afectación aislada C5-C6 respecto a C5-C6-C7. Para la extensión del codo Para esta extensión, cuando existe una parálisis de C7, el muñón de C5 que no ha sufrido avulsión también puede reanimar el nervio axilar. Si existe una avulsión de C6 y un neuroma de C7, se puede realizar una sutura directa de C6 a C7 en un punto proximal al neuroma. También es posible utilizar los nervios intercostales para reinervar el tríceps [47]. Extensión de la muñeca Se puede realizar por el pronador redondo si es trans- ferible, o por el flexor cubital del carpo para reanimar el extensor común de los dedos. Las intervenciones paliati- vas sólo se utilizan ante un fracaso o un resultado parcial (artrodesis del hombro, transferencia de los epicondíleos internos, desrotación humeral). Parálisis C8-T1 ± C7 Se trata de lesiones excepcionales con avulsión parcial o total de las raíces C8 y T1. Los dedos están parali- zados por completo, mientras que los extensores de la muñeca, el flexor radial del carpo y el pronador redondo son funcionales. No se debe plantear ninguna reparación. Bertelli [78] utiliza el ramo motor del músculo supinador para el nervio interóseo posterior. De forma secundaria, se realizan transferencias tendinosas: el extensor radial largo del carpo reanima el flexor común de los dedos y el bra- quiorradial reanima el flexor del pulgar [79]. Los músculos intrínsecos se reaniman mediante una tenodesis del fle- xor superficial de los dedos en la polea A1. Una tenodesis de los extensores de los dedos a través de la membrana interósea permite una extensión de los dedos durante la flexión activa de la muñeca. También se pueden asociar varias artrodesis. Parálisis retro e infraclavicular Las lesiones de los troncos secundarios son difíciles de diagnosticar y suelen asociarse a lesiones osteoarticulares y vasculares (20%). Estas lesiones deben operarse ense- guida a partir del 2.◦ mes [7], sobre todo si se acompañan de una fractura de la cabeza humeral o de una parálisis del nervio axilar sin luxación [80]. Las lesiones del tronco secundario posterior se asocian a lesiones del nervio mus- culocutáneo y de la raíz externa del nervio mediano; las lesiones del tronco secundario anterointerno suelen aso- ciarse a una ruptura vascular. Estas reparaciones requieren muchos injertos y el nervio cubital vascularizado se uti- liza para injertar las pérdidas de sustancia nerviosas de 10-15 cm. Si la arteria se ha reparado de urgencia, la repa- ración nerviosa secundaria será muy difícil, debido a la presencia de múltiples adherencias entre el injerto vas- cular y los extremos nerviosos dilacerados. Las lesiones distales que afectan a los ramos del plexo alcanzan al nervio supraescapular, el nervio axilar y el nervio mus- culocutáneo; en este tipo de lesiones, se debe intervenir siempre antes del 6.◦ mes si no se produce una recupera- ción espontánea para lograr un buen resultado funcional, porque las lesiones están próximas a los efectores [81–86]. Las afectaciones asociadas a una luxación de hombro se recuperan espontáneamente en 1-18 meses en más del 90% de los casos, pero la recuperación puede ser incom- pleta a nivel de los músculos intrínsecos de la mano, lo que obliga a realizar transferencias paliativas [87]. Teis- sier [86] ha empleado el nervio de la porción larga del tríceps para reinervar el nervio axilar y ha obtenido la recuperación hasta un grado M4 en siete de ocho pacien- tes. Lee [83] utiliza una transferencia deun ramo del tríceps para reinervar el nervio axilar y ha obtenido un 77% de recuperación superior a un grado M3+. Cuando existen lesiones asociadas de la cintura escapular o una fractura del húmero asociada, se debe realizar una osteosíntesis directa mediante placa para evitar una separación inter- fragmentaria y permitir la consolidación, asegurándose de que el nervio radial no está seccionado a nivel del tabique intermuscular. Arrancamientos radiculares atípicos Puede haber varios tipos de lesiones: avulsión C5-C6, avulsión C8-T1 con ruptura de C7, avulsión C5-C6-C7-C8 con continuidad de T1; siempre se puede neurotizar el nervio supraescapular con el nervio espinal accesorio y conectar la raíz C7 a C6 o a C8. � Perspectivas Existen grandes expectativas en los ámbitos de la repa- ración de las lesiones centrales medulares o de los nervios periféricos, pero los progresos recientes son limitados. 10 EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto � E – 44-221 “ Punto fundamental Lesión total del plexo con avulsión C8-T1 • nervio espinal accesorio al nervio supraescapu- lar; • porción anterior de las raíces C5-C6; • al nervio musculocutáneo, ◦ a la porción anterolateral del tronco secunda- rio anteroexterno; ◦ intercostales al musculocutáneo; • porción posterior de las raíces C5-C6 al tronco secundario posterior o al muñón distal de C7; • intercostales motores al nervio de la porción larga del tríceps; • artrodesis del hombro. Parálisis parcial C5-C6 • nervio espinal accesorio al nervio supraescapu- lar; • uno de los ramos estimulables del nervio del tríceps al nervio axilar; • un fascículo del nervio cubital al nervio del bíceps; • un fascículo del nervio mediano al nervio del braquial anterior. En el contexto de las avulsiones de las raíces del plexo braquial, la reimplantación de las raíces descrita por Carls- tedt [88, 89] a nivel de la sustancia blanca del cordón lateral ha dado resultados mediocres. Bertelli [90] ha descrito una estrategia simultánea de la médula espinal y de las lesio- nes pléxicas. Por otra parte, en modelos animales, los autores planean añadir a esta técnica la reimplantación de factores neurotróficos liberados in situ por micro- esferas biodegradables. Más recientemente, Fournier [91] ha demostrado que el lugar más apropiado para realizar una reimplantación de raíces que han sufrido avulsión se sitúa delante a nivel del asta anterior de la sustancia gris. Estos autores han descrito un acceso interescalénico que permite exponer la médula cervical y el plexo bra- quial extrarraquídeo en su totalidad. Para acceder a la médula cervical, se ha descrito una osteotomía vertebral a nivel de las apófisis transversas tras la movilización de las arterias vertebrales [92]. A continuación, la duramadre se incide y la reimplantación de las raíces puede efec- tuarse directamente o por interposición de un injerto nervioso. Carlstedt [89] ha obtenido una recuperación útil para el hombro y los músculos proximales con atenua- ción del dolor en presencia de una recuperación motora. La reconexión de las raíces que han sufrido avulsión puede causar una recuperación motora adecuada y puede servir de modelo clínico para el desarrollo de nuevos tratamien- tos destinados a reforzar la regeneración nerviosa. Respecto a las prótesis de nervio periférico [93–95], hasta donde llegan los conocimientos de los autores de este artí- culo, no se ha publicado ninguna serie clínica. Aunque en el mercado existe una prótesis nerviosa a base de colágeno que posee la autorización de la Food and Drug Adminis- tration (FDA) (Neuragen), su utilización en la práctica se limita a las pérdidas de sustancia distales inferiores a 3 cm, sobre todo para nervios sensitivos. Las líneas de investigación se multiplican en la actuali- dad en varias direcciones. Por otra parte, algunas proteínas de la matriz extracelular que suelen incorporarse a las prótesis nerviosas biorreabsorbibles (colágeno, laminina, fibronectina) han demostrado un efecto beneficioso en la reparación de las lesiones de los nervios periféricos. Asimismo, las células de Schwann aisladas en cultivo y después reintroducidas en la pérdida de sustancia nerviosa también han demostrado su utilidad. Por último, los fac- tores neurotróficos identificados (factor de crecimiento nervioso, factor neurotrófico derivado del cerebro, factor neurotrófico derivado de células gliales) también son sus- tancias que mejoran la recuperación para la reparación de lesiones nerviosas periféricas [96]. Sin embargo, el uso aislado o en asociación de estos diferentes elementos que facilitan la regeneración nerviosa no basta para dar resul- tados mejores a los obtenidos con injertos convencionales para las pérdidas de sustancia extensas (superiores a 3 cm) en nervios de gran calibre. La FDA ha aprobado tres tipos de conducto bioabsorbi- ble, elaborados a partir de colágeno, de ácido poliglicólico o de caprolactona. Los conductos de caprolactona son equivalentes a los autoinjertos, los conductos de colágeno son mejores y los de ácido poliglicólico son inferiores desde el punto de vista funcional. Las investigaciones sobre la adición a estos tubos de células de Schwann de factores de crecimiento y de una estructura interna para aumentar el espacio que debe rellenarse (< 3 cm) se realizan con la colaboración de bioingenieros, neurocientíficos y cirujanos de los nervios periféricos [97, 98]. Kuffler [99] ha continuado las investiga- ciones destinadas a lograr un conducto ideal para la reparación del nervio periférico con la utilización de un tubo de colágeno relleno de fibrina rica en factores plaque- tarios autólogos, que parece dar resultados favorables para la regeneración nerviosa. Se han rellenado defectos de 2- 12 cm en pacientes de un promedio de edad de 31 años, con buenos resultados y una eliminación del dolor en el 88% y con la persistencia de un dolor tolerable en el 12% de los casos. Los estudios que se publicarán en el futuro permitirán comparar estas técnicas con diversos materia- les. La utilización de una vía mínimamente invasiva mediante cirugía robotizada es una línea de investiga- ción, porque permite intervenciones de gran precisión, pero requiere el desarrollo de nuevos separadores e ins- trumentos diferentes. Liverneaux [100] ha realizado cuatro intervenciones para la transferencia cubital-bíceps, pero el procedimiento mínimamente invasivo tuvo que con- vertirse en una técnica abierta. � Conclusión Las parálisis traumáticas del plexo braquial del adulto que se producen en pacientes jóvenes, tras un accidente de motocicleta, plantean, además del problema quirúrgico que requiere reparaciones mediante injertos o transferen- cias nerviosas en función de cada paciente, un problema sociolaboral importante. Con las técnicas actuales, la recu- peración funcional es limitada en las lesiones completas y no se debe olvidar el drama que supone la pérdida de una mano. En las parálisis incompletas, los resultados son mejores mediante la utilización de las neurotizaciones, gracias a la proximidad de los efectores y a la conserva- ción de la mano.El éxito de la reintegración social se logra con el tratamiento precoz de un paciente joven, para que se beneficie de un programa de readaptación y de orientación, sin esperar una recuperación nerviosa, que a menudo es decepcionante desde el punto de vista funcional. Estos pacientes jóvenes deben recuperar la acti- vidad, porque es el mejor tratamiento contra el dolor. La reinserción social y profesional sigue siendo un pro- blema principal, porque estos pacientes jóvenes suelen ser trabajadores manuales y no encuentran trabajo. La motocicleta es un símbolo de inconformismo, de liber- tad y de evasión, pero estos pacientes jóvenes carecen de anticipación en la circulación urbana. El dolor neuro- pático suele asociarse a una mala regeneración nerviosa. Las intervenciones sobre los cordones posteriores de la médula cervical para disminuir el dolor no siempre dan EMC - Técnicas quirúrgicas en ortopedia y traumatología 11 E – 44-221 � Cirugía de reparación del plexo braquial del adulto un resultado satisfactorio y duradero. En ocasiones, se pueden realizar procedimientos de cirugía paliativa secun- daria a demanda del paciente: artrodesis del hombro o de la muñeca, transferencia para la flexión del codo, para la extensión de los dedos o para restablecer la rotación externa del miembro. � Bibliografía [1] Leffert RD. Brachial plexus injuries. J Bone Joint Surg [Am] 2002;84:897–8. [2] Merle d’Aubigné RM, Deburge A. Étiologie, évolution et pro- nostic des paralysies traumatiques du plexus brachial. Rev Chir Orthop 1967;53:23–7. [3] Sedel L. Traitement palliatif d’une série de 103 paralysies du plexus brachial. Évolution spontanée et résultats. Rev Chir Orthop 1977;63:651–66. [4] Seddon HJ. Surgical disorders of the peripheral nerves. 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