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Artrosis Vertebral o Espondiloartrosis

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ARTROSIS VERTEBRAL O 
ESPONDILOARTROSIS 
 
Es una artropatía degenerativa caracterizada por: 
 Pérdida del cartílago hialino de la articulación interapofisaria y/o el fibrocartílago 
articular del disco intervertebral; 
 Cambios reactivos en el hueso subcondral; 
 Proliferación osteocondral en los márgenes de la articulación (osteofitos), y 
 Fibrosis capsular y potenciales episodios intercurrentes de sinovitis. 
 
Puede afectar a cualquiera de las articulaciones de la columna vertebral: discovertebrales e 
interapofisarias (que forman una unidad biomecánica funcional) y uncovertebrales, en la región 
cervical. 
La detección radiológica de signos artrósicos en la columna vertebral es muy común, 
especialmente en personas mayores de 40 años, aunque no siempre originan síntomas. 
 
Etiopatogenia 
La AV resulta de un fallo en el fibrocartílago y el cartílago articular vertebrales inducido por una 
compleja interacción entre factores genéticos, metabólicos, bioquímicos y biomecánicos, con 
mecanismos secundarios de daño inflamatorio, con alteración en la difusión de nutrientes y de 
oxígeno. 
 
Factores biomecánicos: 
- Ejercicio. 
- Carga mecánica 
 
Este mecanismo por el que las células transforman estímulos mecánicos en señales bioquímicas 
se conoce como mecanotransducción. En los discos intervertebrales con artrosis se han 
detectado patrones de depósito de carboximetil-lisina compatibles con exceso de estrés 
oxidativo. El ejercicio guarda además una relación con la fortaleza muscular que protege del 
daño articular. 
Los cristales de pirofosfato cálcico dihidratado y las hormonas sexuales femeninas, podrían 
jugar un papel patogénico en la AV; estas últimas explicarían la mayor prevalencia de la 
enfermedad en la mujer, su incidencia especialmente alta en la perimenopausia y la relación 
entre la AV y los marcadores de exposición hormonal, tales como la masa ósea y la obesidad. 
Factores de riesgo para el desarrollo de AV: 
- Edad avanzada, 
- Sexo femenino, 
- Obesidad, 
- Profesiones con carga, 
- Actividades deportivas, 
- Traumatismos previos sobre la columna, 
- Debilidad e insuficiente desarrollo muscular, 
- Acromegalia, 
- Artropatía por depósito de pirofosfato cálcico dihidratado. 
 
 
Juegan un papel importante debido a que los condrocitos son 
sensibles a las fuerzas mecánicas. 
MANIFESTACIONES CLÍNICAS 
 
 La AV aparece generalmente en personas mayores de 40 años. 
 La AV primaria se suele acompañar de artrosis en articulaciones acromioclaviculares, 
trapeciometacarpianas, interfalángicas proximales y distales de los dedos de las manos, 
caderas, rodillas y primera metatarsofalángica del pie (hallux rigidus). 
 
Dolor espinal 
En las fases iniciales el dolor es mecánico: se exacerba con la actividad y la 
bipedestación y se alivia o desaparece con el reposo. 
 
Cuando la enfermedad avanza puede aparecer con actividades y esfuerzos 
cada vez más leves, e incluso desencadenarse en reposo o por la noche, en la 
cama, al cambiar de postura o dormir en decúbito supino (si existe estenosis 
del canal raquídeo lumbar). 
 
El dolor de la artrosis no es la consecuencia directa del daño cartilaginoso, 
ya que el tejido cartilaginoso es avascular y aneural (por esto, personas con 
cambios radiológicos artrósicos puede que no presenten síntomas atribuibles 
a la enfermedad). El origen del dolor se encuentra en los cambios reactivos 
del hueso vertebral, en la distracción discal y ligamentaria, la inflamación 
sinovial y el espasmo muscular reflejo. 
El dolor mecánico de la AV se debe diferenciar del dolor inflamatorio 
producido por las espondiloartritis. 
 
 En la afección de las articulaciones discovertebrales (espondilosis) el dolor 
suele ser fijo y localizado en la región comprometida. 
 En la artrosis de articulaciones interapofisarias el dolor puede difundirse 
hacia las extremidades y adoptar un aspecto seudorradicular (sin 
distribuirse por ningún nivel metamérico). Así, por ejemplo, en la región 
cervical, el dolor se difunde hacia hombros, región periescapular, 
occipucio o la porción proximal de una extremidad superior. 
 En la región lumbar, el dolor de esta localización de la AV se proyecta hacia 
las nalgas y las ingles, para dar lugar a lo que se conoce como síndrome 
facetario. 
 
La AV suele asentarse en las áreas de mayor flexibilidad espinal, es decir, 
alrededor de C5 y de L3. 
Se describe como dolor discogénico aquel que aparece en relación con 
alteraciones de la arquitectura del disco intervertebral, con incapacidad para 
repartir adecuadamente la presión sobre el mismo, los platillos vertebrales y 
las articulaciones interapofisarias. El síntoma se exagera cuando el paciente 
coloca la columna vertebral en una posición fija y la mantiene durante largo 
tiempo. Se suele asociar a contractura muscular y tirantez. 
La AV (especialmente en la columna cervical) puede acompañarse de dolor 
muscular regional de tipo miofascial, asociado a puntos gatillo, bandas 
musculares tensas y sensibilidad a la presión. 
 
 
Rigidez espinal 
Aparece cuando el paciente se levanta por la mañana, tras el reposo 
nocturno, y suele durar menos de 30 min. 
También puede recurrir durante el día, tras períodos prolongados de 
inactividad. 
En las espondiloartritis, la rigidez espinal matutina es más intensa y 
prolongada en el tiempo. 
Otras 
manifestaciones 
clínicas 
- El desarrollo de grandes osteofitos anteriores en la región cervical puede 
llegar a comprimir la faringe y el esófago (y producir disfagia) o la laringe, 
con disfonía. Sin embargo, estos síntomas son raros en la práctica médica. 
- La combinación de protrusión y desplazamiento discal posterior (por la 
discopatía degenerativa), junto con el crecimiento osteofitario de las 
facetas articulares de las interapofisarias y la hipertrofia de los ligamentos 
amarillos, contribuye a la estenosis del canal raquídeo, que es más 
frecuente y sintomático en la región lumbar. Se manifiesta clínicamente por 
la claudicación neurogénica, por la actitud simiesca (en flexión ventral de la 
columna al andar) y por no tolerar el decúbito supino ni la extensión espinal. 
 
- Los osteofitos o las protrusiones/hernias discales pueden también 
comprimir las estructuras centrales del canal raquídeo, para originar una 
mielopatía por afección de la médula espinal cervical o un cuadro de 
síndrome de cauda equina por afección de la cola de caballo lumbar. 
 
- También puede suceder que el proceso artrósico estenose los agujeros de 
conjunción intervertebrales y afecte a la salida de las raíces raquídeas (para 
originar cuadros de cervicobraquialgia o lumbociática). 
 
 
Exploración Física 
Consiste en: 
 Evaluación de la postura de la columna vertebral en reposo y con el movimiento; 
 Estimación de la movilidad espinal; 
 Palpación de las estructuras vertebrales y los músculos paraespinales, y 
 Examen neurológico, que deberá estudiar los reflejos osteotendinosos, fuerza y sensibilidad 
en las extremidades correspondientes, así como la evaluación de los haces nerviosos largos 
(piramidal, espinotalámico, cordones posteriores) y las maniobras provocadoras de dolor 
radicular. Se puede detectar dolor a la presión sobre las apófisis espinosas de los niveles 
espinales dañados, y limitación de la movilidad. El examen neurológico permite descartar 
complicaciones relacionadas con la AV. 
 
 
DIAGNÓSTICO 
Es clínico. 
 
 Las pruebas de laboratorio son de poca utilidad, salvo en aquellos casos en que se precise 
descartar otras causas de dolor espinal. La PCR o la VSG pueden diferenciar si el dolor 
cervical del paciente anciano se debe a una espondiloartrosis o a una polimialgia reumática. 
 
 Radiografía simple: se solicitan 2 proyecciones la anteroposterior y la lateral del segmento 
espinal correspondiente. Las radiografías oblicuas permiten estudiar los agujeros de 
conjunción cervicales y las articulaciones interapofisarias lumbares, junto con los pedículos 
y las láminas vertebraleslumbares. 
 
Signos radiológicos de AV 
 El pinzamiento del espacio articular discal o interapofisario; 
 La esclerosis ósea en los platillos vertebrales o las facetas articulares, y 
 El crecimiento del hueso en los márgenes del cuerpo vertebral o de la faceta articular, lo 
que origina los osteofitos. 
- En ocasiones se puede observar la presencia de una fina imagen de densidad aérea entre 
los cuerpos vertebrales: signo del «vacío discal», traduce la degeneración del disco 
intervertebral. 
- Puede objetivarse también un engrosamiento focal o difuso de las láminas y un aumento 
de la longitud y anchura de las apófisis espinosas. 
- La espondilosis vertebral puede desencadenar trastornos de la alineación entre los cuerpos 
vertebrales en el plano sagital, con retrolistesis. 
- La artrosis grave de interapofisarias lumbares puede originar, al cambiar la orientación de 
las carillas articulares, una seudoespondilolistesis, sin espondilólisis. Típicamente afecta a 
las articulaciones interapofisarias entre L4 y L5. 
- En pacientes con AV lumbar grave, con hiperlordosis secundaria, pueden observarse en el 
estudio radiológico imágenes de aproximación entre las apófisis espinosas con esclerosis 
ósea en las mismas. Este hallazgo radiológico, conocido como enfermedad de Baastrup, no 
suele tener significación clínica. 
 
 
 La TC y la RM se deberían indicar en individuos con déficit neurológico objetivable, 
evidencia de mielopatía cervical o compresión de la cauda equina, claudicación 
neurogénica por sospecha de estenosis del canal raquídeo o con síntomas radiculares 
persistentes. 
- La TC permite detectar cambios degenerativos tales como hernias discales, estenosis 
foraminales, estenosis centrales, artrosis facetaria, tumores y fracturas. 
- La RM informa además de posibles cambios en la médula espinal por mielopatía 
compresiva. 
 Los estudios electromiográficos son útiles para diferenciar las radiculopatías, 
especialmente cervicales, de las neuropatías por atrapamiento del nervio periférico en la 
extremidad correspondiente. También resultan de utilidad para objetivar la gravedad de la 
lesión neurológica y los diversos puntos de afectación, en los casos de enfermedad espinal 
multisegmentaria. 
 
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL 
Se debe realizar con: 
 Espondiloartritis: el dolor es inflamatorio y aparece sacroilitis radiológica, vértebras 
cuadradas y sindesmofitos; 
 Hiperostosis anquilosante vertebral (enfermedad de Forestier-Rotés-Querol): cursa con 
rigidez intensa y poco dolor, se acompaña de grandes puentes óseos anteriores entre las 
vértebras, con conservación del espacio discal y sin cambios degenerativos en las 
articulaciones interapofisarias; 
 Enfermedades metabólicas y endocrinas que afectan a la columna vertebral (osteoporosis 
avanzada con múltiples aplastamientos y deformidad raquídea, ocronosis, acromegalia, 
artropatía por depósito de pirofosfato cálcico); 
 Reumatismos de partes blandas de la región espinal y fibromialgia, y 
 Polimialgia reumática, especialmente en la región cervical. 
Tratamiento 
Terapia Física: 
 Es importante el ejercicio correcto enseñado por profesionales entrenados. 
 Permite mejorar la flexibilidad, mantener el tono y fortalecer la musculatura, no sólo espinal, 
sino también la abdominal en pacientes con afección lumbar (esto permite también prevenir 
la hiperlordosis). 
 El aprendizaje de normas de higiene postural y la corrección de actitudes corporales viciosas 
ayuda a repartir adecuadamente la carga sobre el raquis. 
 Se deberán corregir posibles dismetrías entre ambos miembros inferiores. 
 Se debe evitar la obesidad para minimizar el impacto de sobrecarga que ejerce sobre la 
columna vertebral. 
 La natación y los ejercicios de taichí también son útiles en la protección espinal. 
 En situaciones de reagudización del dolor pueden resultar necesarios cortos períodos de 
reposo con o sin ortesis espinales de inmovilización. 
 El masaje muscular parece tener utilidad en el paciente con dolor lumbar subagudo o crónico. 
Tratamiento Farmacológico: 
No existen fármacos específicos que prevengan la progresión del daño en la AV ni tampoco que 
sean curativos, pero sí permiten el alivio del dolor (fin primordial que se persigue con los 
medicamentos). 
 Entre estos, cabe incluir: el paracetamol, los AINE y los COXib, los opioides débiles y fuertes, 
los relajantes musculares y los antidepresivos tricíclicos a dosis bajas. En pacientes con dolor 
neuropático por compresión radicular resultan útiles algunos fármacos anticonvulsionantes 
(gabapentina o la pregabalina). 
Tratamiento quirúrgico: 
 Tiene indicación inmediata en los pacientes con complicaciones neurológicas graves 
(compresión medular o de la cauda equina). 
 En los casos de estenosis del canal raquídeo o de compresión radicular se puede valorar la 
descompresión quirúrgica tras el fracaso del tratamiento conservador, según las 
características psicológicas y sociales del paciente. 
 En la AV sin afección neurológica, la intervención quirúrgica (generalmente de fusión) obliga 
a una individualización de la indicación, sin olvidar la posible inestabilidad que la 
espondiloartrosis puede ocasionar sobre la columna vertebral. 
Otras terapias: 
 Los bloqueos anestésicos de raíces espinales pueden eliminar de forma temporal el dolor 
radicular. También se realizan sobre las facetas articulares. 
 La denervación por radiofrecuencia de las facetas articulares puede intentarse en casos de 
artrosis interapofisaria muy sintomática, sin respuesta a tratamiento conservador. 
 En casos inveterados de AV con dolor neuropático grave o dolor mixto se puede recurrir a la 
administración intraespinal de opioides o a la estimulación medular de los cordones 
posteriores.

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