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Paradigma, aborigen y oriental (3) - Evange Ludu

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RESUMEN de: Hermenéutica de la medicina. Socioantropología de la salud (Raggio, A., 2014).
Realizado por Prof. Yanina Frezzotti para la materia SOCIOANTROPOLOGÍA DE LA SALUD (Unnoba, 2019).
CAPITULO II: PARADIGMAS DE LA SALUD
Como vimos, la producción de conocimiento está influenciada por los intereses del entorno. Por lo tanto, según los
intereses que orientan la producción del conocimiento, se conforman paradigmas. Un paradigma es una corriente de
pensamiento, una escuela o una teoría de una determinada disciplina. En cada disciplina, hay varios paradigmas que
compiten por el poder. Por ejemplo, en la religión o en la política, hay diferentes grupos que proponen una determinada
visión y explicación del mundo, generan conocimientos, buscan adeptos y luchan por imponer su visión al resto de la
sociedad. Otro ejemplo de paradigmas, son las corrientes antropológicas que vimos (evolucionistas, funcionalistas, etc.).
Como todas las disciplinas, la
medicina también tiene diferentes
paradigmas de salud. La
interpretación de las enfermedades y
las terapias para combatirlas varían de
una sociedad a la otra y de un
momento histórico a otro, incluso en
una misma sociedad. Esta diversidad y
variación en los conocimientos,
alcanza tanto a sociedades basadas en
conocimientos predominantemente
mágicos o teológicos como aquellas
de carácter científico, ya que no
existen conocimientos científicos de
rango absoluto, incuestionables y
permanentes. Precisamente, lo que
distingue al conocimiento científico de
otras formas de conocimiento, es su
carácter falsable: esto es, la posibilidad de probar que no es correcto.
De todas formas, más allá de esta diversidad, hay componentes estructurales e invariables en todos los paradigmas de
salud. Ya sean paradigmas mágicos, teológicos o científicos, de una cultura periférica o central, de una sociedad antigua
o moderna, hay siete núcleos temáticos a los que todos hacen referencia:
1) Rechazo a la medicina genérica: todos los paradigmas rechazan los conocimientos generados por fuera, tanto
los producidos por los demás paradigmas como los saberes generales que tienen los pacientes.
2) Hermenéutica: todos los paradigmas tienen relación con determinados grupos sociales, vinculándose de forma
funcional o de impugnación. Las problemáticas que dan origen a un paradigma y la orientación de sus
conocimientos, están asociadas a los intereses y necesidades de determinados grupos sociales.
3) Concepto de salud: todos los paradigmas tienen una idea de lo que es la salud, cuáles son las características que
la distinguen de la enfermedad y cuáles son las causas principales de su origen.
4) Cuerpo de conocimientos: constituido por todas las ideas o hipótesis que el paradigma ha ido trabajando, sus
supuestos y saberes. Estas hipótesis puede ser de dos tipos: las hipótesis centrales (que son la base del
paradigma y por lo tanto no se pueden modificar) y las hipótesis auxiliares, que son aquellas ideas que se
pueden revisar y cambiar según las necesidades. Este conjunto de enunciados son las problemáticas que
preocupan al paradigma y que orientan la acumulación del conocimiento y su forma de difundirlo o socializarlo.
5) Terapéutica (tiene cuatro momentos):
RESUMEN de: Hermenéutica de la medicina. Socioantropología de la salud (Raggio, A., 2014).
Realizado por Prof. Yanina Frezzotti para la materia SOCIOANTROPOLOGÍA DE LA SALUD (Unnoba, 2019).
- Diagnóstico: conocer o reconocer la enfermedad.
- Pronóstico: hacer una proyección de cuáles serán sus consecuencias.
- Prescripción: diseñar una estrategia para el recupero de la salud.
- Tratamiento: aplicar la estrategia diseñada.
6) Paciente: dentro de sus características, lo más importante es si es inocente o culpable de su enfermedad y si va
a ser activo o pasivo en el recupero de la salud.
7) Curador: caracterizado por el conocimiento socialmente legitimado. Según el paradigma puede ser: autoritario o
comunicativo, activo o pasivo, genérico o especializado.
A los siete componentes constantes y estructurales, se le suman las leyes funcionales que regulan la interacción y la
transformación de los paradigmas, expuestas por Thomas Kuhn. En este sentido, la relación entre los distintos
paradigmas ha sido de exclusión y alternancia. Exclusión, porque se trata de una relación entre modelos que se excluyen
mutuamente, que no admiten la posibilidad de fusión o intercambio de aportes. Es una relación de choque, rechazo y
competencia. Adherir a los postulados de uno implica necesariamente rechazar los del resto. Por ejemplo: la hipótesis
central del paradigma mecanicista es “la enfermedad es una disfunción orgánica” y quien esté de acuerdo con esta idea,
negará las causas que postulan los demás paradigmas. También hay paradigmas que tienen hipótesis centrales similares
pero se diferencian en todo el resto.
Con esto, la relación de alternancia es inevitable. No hay convivencia sino un enfrentamiento en torno a la disputa por la
hegemonía. Esta lucha por el control de una rama del saber da lugar a un proceso de rupturas, por saltos. La
acumulación de conocimientos no es lineal y acumulativa entre ellos sino independiente. No se trata de paradigmas que
se suceden en el tiempo, donde el más nuevo contiene los conocimientos desarrollados por los anteriores. Su desarrollo
es autónomo, creando una nueva línea de acumulación de conocimientos.
Esta postura
cerrada de los
paradigmas no
implica aislamiento,
por el contrario,
cada paradigma se
desarrolla en
función de una
relación
contradictoria con
los predecesores.
Todo paradigma
surge o sobrevive
como respuesta a
las problemáticas
que el paradigma
dominante del
momento no logra
resolver. Compensa
las dificultades del
paradigma
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dominante y, simultáneamente, pretende desplazar al paradigma dominante. Además de exclusión y alternancia, es una
relación de complementariedad y contrariedad. En todo momento, junto a un paradigma dominante, hay otros
alternativos que luchan por el poder.
Antes de que haya alternancia en el poder, hay un periodo de crisis en el cual el paradigma dominante sufre un creciente
desgaste, que se manifiesta de dos formas:
- Crisis epistemológica o cognitiva (de conocimiento): se trata de la pérdida de capacidad explicativa y de
intervención en la realidad. Por lo tanto, también aparece una creciente acumulación de problemáticas que las hipótesis
del paradigma no pueden ni explicar ni resolver. Por lo general, el paradigma reacciona modificando las hipótesis
auxiliares para mejorar la correspondencia entre la realidad y su cuerpo de conocimientos, pero sin llegar a modificar
sus hipótesis centrales porque esto significaría la renuncia al paradigma. Entre tanto, los paradigmas rivales agudizan las
críticas con el objetivo de refutar las hipótesis auxiliares y desestabilizar las centrales.
- Crisis política o de consenso: es cuando la crisis teórica se traslada al terreno social. El paradigma en crisis sufre
la falta de adhesión, comienza a perder miembros de su escuela y confianza de la población. Por su parte, el paradigma
emergente (si es nuevo) o renaciente (si es uno viejo que retorna con más fuerza), le quita cada vez más adeptos.
De esta forma, la crisis se agudiza hasta que se produce la ruptura o quiebre, cuando el paradigma termina por colapsar
y es reemplazado por otro, que contará con el consenso social y tendrá su propia mecánica de acumulación de
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conocimientos. Los paradigmas en contradicción traban así una lucha permanente por la hegemonía. Pero la hegemonía
de uno no supone la desaparición de los demás, que sobreviven en la clandestinidad, sin legitimidad. Por ejemplo, en la
sociedadcontemporánea, fragmentada en clases sociales y etnias, la hegemonía del paradigma mecanicista convive con
el desarrollo paralelo, subalterno y clandestino de otros paradigmas que sobreviven por oposición al dominante,
tapando sus carencias, aportando características, respuestas y sentidos que el mecanicista deja afuera.
Esta lucha no es meramente teórica, tiene su costado social y político. No se trata solamente de quién está más cerca de
la verdad o ha resuelto mayor cantidad de problemáticas. La lucha entre los paradigmas por la hegemonía está inmersa
en las luchas sociales del contexto sociocultural e histórico. Un paradigma no puede imponerse como hegemónico a
menos que, además de su poder explicativo, se vea favorecido por el poder político y económico de la sociedad en que
está inmerso. Un paradigma, para alcanzar categoría de dominante, debe ser antes que nada funcional al sistema,
coherente con la reproducción del sistema social, y por tanto acorde a los intereses de la clase dominante. Precisamente
por esto, la caída de un paradigma y el ascenso de otro, se ven acompañadas o precedidas por circunstancias de
transformaciones sociales.
PARADIGMAS DE SALUD
PARADIGMA ABORIGEN
1) Hermenéutica (contexto
histórico-social e intereses
que le dieron origen):
La medicina aborigen es propia
de las sociedades simples,
aquellas donde la familia es la
institución dominante y donde
prevalece el pensamiento
mágico. Es un paradigma
milenario, que aún sobrevive en
las pocas sociedades simples
que subsisten en el planeta.
En este tipo de sociedades, la
realidad está formada por
cuatro dimensiones integradas: lo natural, lo sobrenatural, lo individual y lo social, que se relacionan por medio de los
espíritus. La función social de este paradigma, además de curar, es mantener la integridad de todo el grupo,
salvaguardar la sociedad, su orden y el equilibrio en su relación con la naturaleza y con el cosmos. La enfermedad
contribuye a la cohesión social. El padecimiento pone en evidencia que las normas sociales no se están aplicando
convenientemente y con la terapéutica se busca afianzar las reglas y los lazos sociales.
2) Concepto de salud y enfermedad
Salud como equilibrio del hombre en las demás dimensiones: medio social, natural y sobrenatural. La armonía es el
factor clave y su ruptura es la causa de la enfermedad. Ante un acto de trasgresión por parte de un individuo o de la
comunidad, los espíritus aplican la enfermedad como sanción, con un fuerte componente moral.
RESUMEN de: Hermenéutica de la medicina. Socioantropología de la salud (Raggio, A., 2014).
Realizado por Prof. Yanina Frezzotti para la materia SOCIOANTROPOLOGÍA DE LA SALUD (Unnoba, 2019).
La enfermedad tiene, para las sociedades simples, un significado cultural maléfico y benéfico al mismo tiempo. El
sentido social negativo de la enfermedad descansa en su condición de sanción, perjudicial para la salud del individuo o el
grupo, pero con una connotación positiva en tanto se trata de una sanción correctiva, que contribuye a recomponer la
estabilidad social y la armonía de todas las dimensiones de lo real.
3) Cuerpo de conocimientos:
Es más metafísico y simbólico que empírico. En las sociedades simples los conocimientos y prácticas vinculados a la
interpretación de la enfermedad y el recupero de la salud, están asociados a la religión y la moral, por lo tanto lo
metafísico domina la interpretación de la enfermedad y el recupero de la salud.
Esta concepción metafísica de la salud parte de una idea del hombre como entidad integrada al entorno natural y social.
El escaso desarrollo de las fuerzas productivas en las sociedades simples provoca que la capacidad de apropiación y
transformación de los recursos naturales sea muy escasa. Por esta razón, las sociedades simples se sienten expuestas,
sujetas y dominadas por el mundo natural, que no se puede separar del social. La única forma en que intentan dominar
o influenciar los designios de la naturaleza es simbólicamente, como la danza del sol, el baile de la lluvia o la ceremonia
de la pachamama.
Por otra parte, mientras en las sociedades complejas hay un alto grada de individualización, con fuertes ideas de lo
personal, de lo íntimo y privado; en las sociedades simples, el individuo se confunde con la comunidad. La poca
individualización y diferenciación de unos con otros, producto de una escasa división del trabajo (sólo por sexos y
edades), hace que la idea de persona esté integrada a la comunidad.
Estas ideas ecológicas y colectivistas son trasladas al cuerpo. El cuerpo es entendido como parte de la naturaleza y se
confunde con lo social. Por tanto, la enfermedad es entendida como una anomalía de la naturaleza y/o la comunidad.
La escasa expansión de las fuerzas productivas y la elemental división del trabajo priva a las sociedades simples de la
posibilidad de apropiarse empíricamente del entorno natural. Por lo tanto, lo compensan con una apropiación simbólica
de la naturaleza a través del pensamiento mágico o animista1. En estas sociedades, todos los elementos tienen espíritu:
los vegetales, animales, las cosas materiales, los accidentes geográficos… La sociedad simple no puede actuar sobre los
fenómenos naturales para dominarlos, pero si comunicarse con ellos para convocar su colaboración y ganarse sus
favores.
La integración individuo, comunidad, naturaleza, se consagra a través de una cuarta dimensión, la sobrenatural,
conformada por los espíritus de los antepasados de la comunidad, que se manifiestan a través de los elementos de la
naturaleza.
Además del fuerte componente mágico y metafísico, el cuerpo de conocimientos del paradigma aborigen cuenta con un
componente empírico y otro dietético.
1) El componente empírico está dado por los conocimientos homeopáticos: el dominio de preparados a base de
sustancias vegetales, conformado por infusiones, baños de inmersión, vapores, pastas untables y comestibles fabricados
por el gran conocimiento botánico de estas sociedades. En función de éste, aprovechan raíces, hojas, flores, semillas,
ramas, cortezas y frutos para desarrollar remedios que aplacan los síntomas de las enfermedades o contrarrestan sus
causas orgánicas.
1 Animista: relativo a la ánimas o almas, a los espíritus.
RESUMEN de: Hermenéutica de la medicina. Socioantropología de la salud (Raggio, A., 2014).
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2) El componente dietético está dado por el conocimiento de la tradición: la medicina aborigen se encuentra mezclada
con el conocimiento de las normas sociales. Nadie conoce como el curador los derechos, obligaciones y las pautas de
ritualización que se deben respetar para no cometer transgresiones que ofendan a los espíritus. Este dominio de la
tradición constituye el componente dietético del cuerpo de conocimientos. La dieta, en sentido holístico como sinónimo
de estilo de vida, es un recurso
ineludible para el recupero de la
salud.
Como se trata de sociedades
ágrafas, el cuerpo de
conocimiento es transmitido de
generación en generación de
manera oral, lo que favorece su
carácter inaccesible. Al no estar
escrito, no puede ser
ampliamente difundido y los
curadores lo monopolizan,
socializándolo sólo a quienes van
a ser curadores, luego de una
estricta selección.
4) La terapéutica:
La cura gira en torno a la interacción de 3 elementos: sociedad, curador y enfermo. La convicción de la sociedad es el
componente que desata el recupero de la salud, ya que es el consenso social hacia el shaman lo que le otorga poderes
para influenciar al paciente. La terapéutica es una combinación de pantomima y medicina empírica, todo
institucionalizado bajo la forma de un ceremonial.
a. Diagnóstico:
El diagnóstico se centra en el plano prepatológico (antes de los síntomas). La sintomatología de la etapa patológica es
insuficiente para dar con el diagnóstico porque ayuda a determinar de qué se enfermó la persona, pero no cómo y por
qué lo hizo. Esto, que es lo más importante,se determina mediante la comunicación con lo sobrenatural.
La violación de tabú es la causa común a todas las enfermedades. Se considera que la enfermedad es el producto de
haber transgredido alguna regla de la sociedad, causando la enfermedad no sólo de la persona sino también de
parientes y vecinos. Las consecuencias de tal trasgresión, la forma que adquiere la enfermedad, tiene cuatro
posibilidades: brujería o gualicho, intrusión de un objeto maligno, intrusión de un espíritu maligno o pérdida del alma.
La etiología (causa) de la enfermedad, entonces, es tanto endógena como exógena. Endógena en el plano prepatológico
(antes de los síntomas), porque la incubación de la enfermedad responde a la inconducta emanada del propio individuo.
Exógena en el plano patogénico (con los síntomas), ya que la enfermedad se desata por la sanción que ha aplicado un
espíritu externo como respuesta a su inconducta.
b. Pronóstico:
Consumado el diagnóstico, con la observación del paciente y la comunicación con lo sobrenatural, sobreviene el
pronóstico, que es fundamental para probar la reputación del shaman. En función del diagnóstico se discrimina entre
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enfermedades curables e incurables. En caso de enfermedades incurables, el tratamiento no se aplica para evitar la crisis
comunitaria y la vergüenza del curador. En caso de un diagnóstico de enfermedad curable, el tratamiento no puede
fallar, ya que el fracaso del tratamiento significaría poner al curador en el lugar de un impostor.
c. Prescripción:
Superado el importante momento del pronóstico, el paso siguiente debería ser la prescripción del tratamiento, pero
este es un acto íntimo entre el curador y los espíritus. El tratamiento no es comunicado ni al paciente ni a la comunidad,
mostrando el monopolio que el curador ejerce y poniendo en relieve que ni el paciente ni la comunidad lo entenderían
porque implica adentrarse en la dimensión sobrenatural.
d. Tratamiento:
El tratamiento será entonces la
práctica para contrarrestar los
factores sobrenaturales que
provocaron la enfermedad. Lo
que se busca es recuperar el
alma perdida del enfermo con
prácticas exorcistas o extraer el
objeto/espíritu maligno
mediante abstracción, o bien,
mediante adivinación o
confesión del paciente,
determinar la violación del tabú
o regla social para luego aplicar
el arrepentimiento y el perdón
que permite restablecer la
armonía social.
Los rituales buscan contrarrestar los síntomas, sustrayendo la enfermedad, pero no se detienen en este punto, apuntan
a eliminar las causas últimas de la enfermedad. Las estrategias simbólicas a aplicar en la ceremonia son tres:
- Abreacción: aquí el curador reproduce la enfermedad, mediante una escenificación, reviviendo los síntomas y la
situación que originó la patología.
- Manipulación y succión para extraer la enfermedad: es la parte exorcista del tratamiento. Implica la manipulación del
paciente para sustraer la enfermedad de su cuerpo. Siempre de forma ritual, con trajes, instrumentos, cantos y
coreografías especialmente diseñadas, que terminan con un acto donde el curador obtiene un elemento que representa
la enfermedad, para arrojarlo, encerrarlo o destruirlo.
- Lucha simbólica contra el mal: en este ritual, el curador escenifica su enfrentamiento con el espíritu que aplicó la
sanción al enfermo.
Además de la ritualización, hay un componente empírico (homeopático o dietético). Homeopático, con la aplicación de
ungüentos en la piel, baños, inhalaciones, administraciones orales, sólidas o en forma de infusiones, todos elaborados
con hierbas medicinales. La gran parte de los preparados se aplican en el paciente para contrarrestar los síntomas, pero
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aquellos que tienen propiedades excitantes o alucinógenas, se aplican sobre el propio curador para otorgarle mayor
realismo a la puesta en escena.
La parte dietética del tratamiento hace referencia a los hábitos y prácticas que favorecen el recupero de la salud o su
prevención. Persigue redimir al paciente y su grupo de pertenencia, reencauzando su conducta para revertir los motivos
que provocaron la sanción de los espíritus. La dietética no la aplica el paciente, la aplica la comunidad, que se concentra
en observar las normas ante la amenaza de la enfermedad que ya afecta a uno de sus miembros.
La comunidad está presente en todas las ceremonias que desarrolla el curador para el recupero de la salud. Su presencia
es relevante, pues constituye la manera de ratificar su confianza en la capacidad sanadora del curador. Por momentos
esta presencia abandona la postura expectante y se activa participando de algunas danzas o/y cantos que conduce el
curador. Con esto, el tratamiento es un acto público, que tiene al shaman como protagonista. La sobrecarga de
simbolismo y ritualización hacen de esta terapéutica un acto de teatralización con escenarios, maquillaje, vestuario,
máscaras, tocados, instrumentos, música, canciones, danzas, coreografías, recitados, drogas, gritos, tensión, excitación,
convulsiones, dramatismo y alivio triunfal. Un espectáculo incierto en cuanto a sus resultados curativos, pero seguro en
cuanto a sus bondades recreativas.
5) El paciente:
Es responsable y culpable de su
enfermedad, ya que con su
comportamiento ha provocado
la enfermedad. Las causas de
la enfermedad están asociadas
a un acto individual o colectivo
que alteró el equilibrio entre la
naturaleza, la comunidad y lo
sobrenatural.
Sin embargo, a pesar de su
responsabilidad, es pasivo en
el recupero de la salud. Es un
paciente ignorante: no tiene
ningún conocimiento referido
a la salud ni puede adquirirlo,
ya que carece de la capacidad
de comunicarse con lo sobrenatural. Esta incapacidad lo hace pasivo ante el curador y su tratamiento, que concentra
todo el poder. Por lo tanto, el paciente carece de toda autonomía y participación. Declarados los síntomas de la
enfermedad, al paciente sólo le resta someterse a la intervención del curador y confiar en él. Esto último es su único
aporte, participar junto con su comunidad en la convicción de que el shaman es capaz de curar.
El paciente no es entendido ni como individualidad, ni como persona, ni como sujeto particular, sólo interesa su
condición de sujeto social, como miembro de una comunidad sujeto a reglas sociales. La etiología de la enfermedad es la
falla en su desempeño como sujeto social cuando violentó una norma. De hecho, el aspecto dietético del tratamiento
apunta a reprimir la individualidad que ha provocado la trasgresión, encauzando al paciente dentro de la comunidad,
como sujeto a las normas sociales.
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Además, se nota que el paciente está desposeído de todo significado individual en el hecho de que lo que realmente
preocupa es el equilibrio entre las dimensiones, no el padecimiento del enfermo. No se persigue la curación sino la
recuperación del equilibrio entre lo natural, lo sobrenatural y la comunidad.
6) El curador:
Es el gran protagonista, la estrella del espectáculo. Es activo y autoritario, ya que ejerce un control monopólico del
conocimiento. Sus métodos son intransferibles. Para participar de este cuerpo de conocimientos hay que tener la
capacidad natural de comunicarse con lo sobrenatural. Entonces, al no poder incorporar al paciente en la participación
del conocimiento, tiene el absoluto control del diagnóstico y el tratamiento. Mantiene una postura activa ante el
paciente pasivo y una relación completamente asimétrica con él.
Para alcanzar la condición de curador en las sociedadessimples, se tienen que poner en evidencia ciertas cualidades
particulares: haber tenido una visión paranormal, haber sobrevivido a una enfermedad muy grave o haber mantenido
una conducta desordenada y estado anímico inestable. Por lo tanto, el loco, en lugar de ser marginado, recluido y
descalificado, es jerarquizado. Se le otorga a la locura una función social, y no cualquiera, sino la más importante de
todas.
El shaman posee un elevado rango social, ya que es el único especialista de la comunidad. En las sociedades simples
todos los hombres adultos tienen la misma ocupación, todas las mujeres adultas tienen la misma ocupación y todos los
adolescentes (de ambos sexos) tienen la misma ocupación. La especialización de curador es por esto la primera que
surgió y la más antigua de las profesiones.
El contenido de su función es multifacética ya que desempeña cuatro tareas: 1) Sacerdote, porque se ocupa de la
religiosidad de la comunidad y es el único que tiene la capacidad de comunicación con el mundo sobrenatural. 2) Juez,
porque media entre los conflictos interpersonales, propiciando el acuerdo o bien la condena de una de las partes. 3)
Historiador, porque se ocupa de mantener viva la tradición oral y de asegurar la celebración de los ritos y ceremonias
fundamentales de la cultura. 4) Curador, es la tarea que lo define como shaman y donde tiene que demostrar la
legitimidad de su condición. En el acto de curar demuestra su capacidad de comunicarse con lo sobrenatural, su
condición de sujeto paranormal con
derecho a desarrollar una función
especial. Su poder no radica en el
control de determinados recursos ni
en una posición jerárquica, sino en la
confianza que la comunidad deposita
en él. Defraudar esa confianza
significa su fin. El shaman que no
cura es considerado un fraude y la
condena es la muerte.
2. PARADIGMA ORIENTAL
1) Hermenéutica:
El paradigma oriental es el modelo
de medicina desarrollado por la
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Realizado por Prof. Yanina Frezzotti para la materia SOCIOANTROPOLOGÍA DE LA SALUD (Unnoba, 2019).
civilización china. Es el más antiguo de las sociedades complejas que aún se encuentra en vigencia. Tiene alrededor de
5.000 años.
Es una medicina conservadora que procura comportamientos adaptativos en el individuo. Confía en la realidad
circundante, en la naturaleza próxima (el nicho ecológico) y lejana (los cuerpos celestes) y en el orden social tal cual
está. Pero no confía en el individuo, ya que sus particularidades son el problema y el factor discordante que
desencadena la enfermedad. Son las características personales que lo separan y lo distinguen del resto de la sociedad y
la naturaleza, las que potencian los pensamientos, sentimientos y comportamientos individuales que desatan la
enfermedad.
Es una medicina diseñada para una sociedad compleja, dividida en clases sociales, sumamente verticalista, que alienta el
comportamiento adaptativo y la subordinación, desatendiendo cualquier comportamiento que se aparte de los
mandatos culturales de la clase dominante. Una sociedad que para sostenerse en el tiempo ha logrado prescindir del
conflicto o la innovación, con una propuesta terapéutica de armonización y asimilación del sujeto con el conjunto
circundante.
2) Concepto de salud y enfermedad:
La salud es vista como un estado de bienestar, producto de un equilibrio energético. El ser humano recibe y emite
energía, logrando un equilibrio. La regulación de la energía se hace por tres vías:
 Se emite por vía orgánica: a través de funciones corporales. La energía se produce de forma interna con el
consumo de los alimentos y las funciones vitales de su organismo.
 Se recibe por vía interactiva: por la interacción con el entorno social y ecológico. Recibe la energía de la
naturaleza circundante, tanto de elementos inorgánicos como de los seres vivos (animales y vegetales) y del universo, el
sol, los planetas y los cuerpos celestes en general. También la energía proviene de los demás seres humanos, con los que
se interactúa en sociedad.
 Se administra por vía mental:
mediante el estado de ánimo, ya que
la mente es uno de los reguladores
fundamentales de la energía. La
psiquis percibe e interpreta la
realidad, organiza las funciones
vitales y la interacción con el medio.
Esta postura metal se proyecta sobre
el estilo de vida, modelando las
funciones corporales que producen e
irradian energía, y definiendo la
interacción energética con el
entorno.
3) Cuerpo de conocimientos:
El conocimiento médico es de
carácter empírico. Está asociado a la
experiencia de vida, a la sabiduría
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que sólo otorgan los años. Este cuerpo
de conocimientos médicos no es el
resultado de una producción
organizada sino el resultado
espontáneo de la acumulación de
experiencias a través de los siglos.
Se trata de un conocimiento integral.
El médico entiende al individuo en
sentido holístico: lo biológico,
psíquico, social, cultural y la relación
con la naturaleza quedan imbricadas
en un mismo campo de
conocimientos. El elemento
integrador de todas estos campos es
la energía. Mediante la energía, todas
las dimensiones de la existencia (la
individual, social y natural) quedan
integradas.
4) Terapéutica:
Es una medicina holística (integral), genérica (general), sedante (busca una actitud serena y relajada) y preventiva, que
trabaja sobre la etiología (causa) de la enfermedad más que sobre su cura. Claramente, se trata de un tratamiento que
no se focaliza en la disfunción orgánica sino en las vivencias. Tampoco pretende modificar nada del medio social y
natural. La transformación la ejerce en la subjetividad del paciente, corrigiendo sus parámetros de pensamiento y
comportamiento.
a. Diagnóstico: hay una larga anamnesis con el paciente para conocer su estilo de vida y visualizar cuál fue la causa
que desencadenó el desequilibrio energético.
b. Pronóstico: no es importante porque no puede detener el tratamiento, que se aplica tanto en caso de
enfermedades curables como terminales. En este último caso, contribuye con su característica sedante.
c. Tratamiento: tiene tres componentes:
1. Metafísico: opera sobre el plano psíquico del paciente para corregir lo que está fallando en la administración de
la energía. Apela a una filosofía de vida sedante y relajada que busca modificar la perspectiva del paciente, para que
pueda armonizar con sí mismo y con el entorno (social y natural). Estos principios metafísicos buscan una
transformación mental y emocional para lograr sentimientos estables. Una suerte de inteligencia emocional para
recuperar del equilibrio energético.
2. Dietético: opera sobre las funciones corporales y el plano interactivo del paciente. Persigue modificar los hábitos
de vida, para corregir la producción y el intercambio de energía. El estilo de vida orienta las funciones corporales del
paciente, define sus interacciones con el entorno y, con ello, la producción, irradiación y exposición energética. En suma,
con la dietética, el médico recomienda comportamientos integrados en cuanto a la sexualidad, alimentación,
respiración, interacciones con sus semejantes y con los elementos naturales, evitando picos de exceso o baches de
escasez.
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3. Empírico: está
constituido por un repertorio
de recursos prácticos. Se trata
de reforzar el tratamiento con
técnicas correctivas de
meditación, masajes, ejercicios
de respiración, de elongación,
de posturas, métodos de
relajación, digito puntura y/o
acupuntura, a los que se
agregan medicamentos
basados en preparados
homeopáticos.
5) El paciente
Es activo en dos sentidos,
tanto en ocasionar su
enfermedadcomo en
encontrar su cura:
1. Es responsable y culpable
de su enfermedad porque no
está interactuando bien con su
medio sociocultural y
ecológico. Sus hábitos de vida
distorsionados producen un
desequilibrio en el
intercambio energético
individuo-medio, que alteran
la armonía desatando la
enfermedad.
2. Es protagonista del
recupero de la salud. La
terapéutica está centrada en
él. El médico puede facilitar y
orientar el tratamiento, pero
la ejecución está en manos del
paciente. Éste es el único que
puede alterar sus hábitos de vida y su interacción con el medio, como forma de recuperar la salud.
Además, el paciente es tomado en sentido universal, sin tener en cuenta su individualidad, sus particularidades
personales e incluso socio-culturales. Es más, el tratamiento supone reprimir esas subjetividades personales y
socioculturales, que han interferido en la relación del ser humano con el entorno, provocando el desequilibrio
energético. Esta pretensión universalista favoreció la extrapolación de la medicina oriental a occidente con la
RESUMEN de: Hermenéutica de la medicina. Socioantropología de la salud (Raggio, A., 2014).
Realizado por Prof. Yanina Frezzotti para la materia SOCIOANTROPOLOGÍA DE LA SALUD (Unnoba, 2019).
incorporación de técnicas desarticuladas de su paradigma y de su cultura, las que lógicamente fueron reformuladas por
patrones culturales occidentales, restando sentido y eficacia a las mismas.
6) El médico:
Es anciano y experimentado. Parece un filósofo o un profeta, debido a la escasa racionalización de su cuerpo de
conocimientos. No se concentra en establecer relaciones de causa y efecto entre los eventos; hay un sentido reflexivo
integrador, basado en las vivencias y la memoria colectiva.
Su dominio está en el terreno del diagnóstico y la prescripción del tratamiento. Llegado el punto de la aplicación, pasa a
un segundo plano, delegando el protagonismo al paciente.

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