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Alimentación del recién nacido de bajo peso En el término RN de bajo peso se incluye a un grupo muy heterogéneo de RN, algunos nacidos prematuros, otros nacidos a término pero con poco peso y otros nacidos prematuramente y con poco peso para su edad de gestación. En los países desarrollados la gran mayoría de los recién nacidos de bajo peso son prematuros, pero en los países en vías de desarrollo la mayoría son bajo peso para la edad de gestación. Si bien los objetivos generales de su alimentación son los mismos, es distinto el estado de madurez de los diferentes órganos y sistemas, especialmente del aparato digestivo, lo que permite, quizás, una forma de alimentación diferente. También las características metabólicas de unos y de otros son diferentes. Hay evidencia de que el retardo del crecimiento intrauterino programa el sistema metabólico de manera diferente y puede condicionar mayor riesgo de enfermedades coronarias y síndrome metabólico en la edad adulta (“teoría de Barker”). Alimentar a un RN de bajo peso implica tomar decisiones como qué leche se le debería suministrar; si se debe o no agregar algún suplemento; cómo y con qué frecuencia se le debe alimentar; qué tipo de soporte se necesita y cómo se debe controlar. El conocimiento de algunos principios fisiológicos relacionados con el RN de bajo peso ayudarán a la hora de tomar algunas de estas decisiones. Composición corporal La composición de la ganancia de peso del feto varía según la edad gestacional. Así, el 80% de ganancia entre las 24 y 28 semanas es agua, proporción que disminuye al 60% entre las semana 36 y 40. Además, una parte importante de la ganancia de peso cerca del término es en forma de grasa, que aumenta de un 8% entre las semanas 24-28 a cerca del aproximadamente el 20% durante las semanas 36-40. La cantidad total de agua como porcentaje del peso corporal disminuye rápidamente durante el último trimestre de la gestación y durante los primeros días de vida. Se reduce a expensas de una disminución del agua extracelular, compensada, en parte, por un aumento del agua intracelular. Esta pérdida de agua después del nacimiento es la causa de la pérdida de peso fisiológica que, en los prematuros es más pronunciada que en los recién nacidos a término, entre el 5 y 15%. Requerimientos líquidos Las consideraciones fisiológicas básicas para calcular los requerimientos líquidos de un RN de bajo peso son: Cambios fisiológicos postnatales: 5-10 mL/kg/día de pérdida en los primeros 3-4 días para niños de > 1.500 g y 20 mL/kg/día en niños de < 1.500 g que no necesitan ser repuestas. Pérdidas insensibles: 20 mL/kg/día para los niños de > 1.500 g y 4060 mL/kg/día para los niños < 1.500 g. Pérdida urinaria: 50-70 mL/kg/día durante los primeros 3 días y 70100 mL/kg/día más tarde. Pérdidas por heces: 10 mL/kg/día después de los 3 primeros días. Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, es recomendable aportar a los RN de menos de 1.500 g unos 80 mL/kg/día el primer día y aumentar unos 10-15 mL/kg/día hasta un máximo de 160 mL/kg/día al final de la primera semana de vida. En los niños de > 1.500 g generalmente se comienza con 60 mL/kg el primer día y se aumenta entre 15-20 mL/kg/día hasta un máximo de 160 mL/kg/día al final de la primera semana. Hay alguna evidencia de que aportes superiores de líquido en los primeros días de vida aumentan el riesgo de persistencia del conducto arterioso, enterocolitis necrosante y muerte. El uso de cunas con termostato y fototerapia incrementa los requerimientos en alrededor de 10 mL/kg/día. Balance energético Parte de la energía que se aporta se pierde por orina y heces. El resto de energía metabolizable se gasta en mantener el metabolismo basal, actividad, síntesis de tejidos y termorregulación o se guarda en forma de proteínas o grasa. El total de energía para el crecimiento es de alrededor de 4-6 kcal por cada gramo de peso ganado. La necesidad de energía de los prematuros durante el primer día de vida es de 70-80 kcal/kg/día, aumentando a 105-135 kcal/kg/día desde la segunda semana de vida hasta el término y, a partir de ese momento, disminuye a 100-120 kcal/kg/día. De la misma manera, los requerimientos de proteínas durante la primera semana de vida son de 1,0- 3,0 g/kg/día, aumentando a 3,0-3,5 g/kg/día a partir de la segunda semana hasta el término, disminuyendo luego a 2,0 g/kg/día. El crecimiento puede limitarse por déficit de proteínas o energía. El aporte de proteínas no es relevante cuando el aporte de energía es bajo pero, cuando el aporte de energía alcanza los 90-100 kcal/kg/día, la retención nitrogenada puede limitarse si el aporte de proteínas es bajo. En los recién nacidos que tienen un crecimiento pobre se debe revisar primero si las necesidades de energía se están aportando y, si es así, se debe considerar el suplemento de proteínas. En esta situación puede ser útil el valor de la urea sanguínea; si es baja, el crecimiento pobre puede ser debido a un déficit energético; si es alta, probablemente se deba a un aporte inadecuado de proteínas. Balance de solutos La carga renal de solutos (CRS) se refiere a los productos de desecho solubles en agua y que requieren excreción renal. Esta CRS está directamente relacionada con el nitrógeno y los electrolitos de la dieta y para excretarlos se necesita una cantidad de agua que afecta a su balance neto. A medida que la CRS aumenta o la cantidad de agua disminuye, el riñón necesita aumentar la concentración de solutos de la orina (osmolaridad). La capacidad del prematuro para concentrar la orina depende de la madurez del riñón. Los prematuros > 1.500 g rápidamente adquieren la capacidad de concentración del recién nacido a término (900 mOsm/L), pero los prematuros más pequeños no son capaces de concentrar la orina por encima de 500-600 mOsm/L. La carga renal potencial de solutos (CRPS) se refiere a los solutos de origen alimentario que necesitarían ser excretados por la orina si ninguno de ellos fuera utilizado para la síntesis de nuevo tejido y ninguno se perdiera por vías extrarrenales. Más del 90% de la CRPS deriva de la urea, cloro, potasio, fósforo y sodio de la dieta. La ecuación siguiente es útil para calcular aproximadamente la CRPS que resulta del aporte de un tipo u otro de leche: CRPS = [N]/28 + Na + Cl + *K + Pa En esta ecuación los solutos aportados se expresan en mOsm, N en mg de nitrógeno y [N]/28 representa la excreción de sustancias nitrogenadas como la urea (la urea contiene dos átomos de nitrógeno con un PA de 14). El nitrógeno se calcula como el 16% de las proteínas ingeridas. La CRPS de la leche humana madura es de 14 mOsm/100 kcal y la de la mayoría de las fórmulas disponibles para prematuros es de 26 mOsm/100 kcal. Las necesidades de los prematuros son mayores que la de los recién nacidos a término para alcanzar las recomendaciones de nutrientes necesarios para su desarrollo, lo que ocasionaría una mayor carga renal de solutos. Datos epidemiológicos indican que recién nacidos a término que reciben formulas con CPRS de 39 mOsm/100 kcal tienen predisposición a hacer deshidrataciones hipertónicas. Considerando que en los prematuros una cantidad considerable de la CRPS se utiliza para la formación de tejidos nuevos y que algunos prematuros son incapaces de concentrar la orina más de 600-700 mOsm/L, las concentraciones máximas y mínimas recomendadas por los expertos son de 32 mOsm/100 kcal y 22 mOsm/100 kcal, respectivamente. Estos valores están directamente relacionados con la densidad energética de la leche administrada. Requerimientos nutricionales de los recién nacidos de bajo peso Las recomendaciones se basan en los requerimientos necesarios para alcanzar un crecimiento comparable al del feto normal de iguales semanas de gestación, sin ocasionar estrés metabólico. Las necesidades recomendadas aportanindicaciones, no deben ser consideradas guías clínicas ya que el resultado final depende en gran parte del substrato administrado, especialmente de la absorción y biodisponibilidad de los nutrientes en los diferentes tipos de leche, humana, fórmula u otros substitutivos. Leche humana No existe información de la composición según semanas de gestación y peso, o de la constitución de aquellas leches de madres que tienen recién nacidos de bajo peso para la edad de gestación. Tanto la leche humana del RN a término y del prematuro contienen células vivas (macrófagos, polimorfonucleares, leucocitos, linfocitos T y B), bacterias lácticas y factores antimicrobianos (IgA secretora, lactoferrina, B 12 , complemento, fibronectina, mucina y factores antivirales). Estas células, bacterias y factores antimicrobianos, juegan un papel muy importante en aportar protección inmunológica al tracto gastrointestinal del prematuro. También enzimas, antioxidantes y componentes celulares de la leche humana mejoran el sistema defensivo del prematuro. Aproximadamente el 20% del contenido total de nitrógeno de la leche humana corresponde a nitrógeno no-proteico y hasta el 20% está formado por nucleótidos libres y hormonas. Estos factores también son importantes para la maduración y desarrollo del tracto gastrointestinal y el desarrollo del sistema inmunitario del prematuro. También se piensa que la IGF-1, el factor de crecimiento epidérmico y el factor alfa, encontrados en la leche humana del recién nacido a término y prematuro, tienen efectos tróficos en el desarrollo intestinal. Además, contienen más de 60 enzimas, incluyendo lipasa, que se ha demostrado que aumenta la lipólisis intestinal y mejora la absorción. Comparada con las fórmulas artificiales, la leche humana tiene mayor contenido y un único patrón de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LCPUFA) y de gangliósidos. Los LCPUFA son importantes en la síntesis de membranas y en la función cerebral y la retiniana, y los gangliósidos se consideran promotores del desarrollo neuronal, del crecimiento somático y del desarrollo de la inmunidad intestinal del prematuro. En los niños más pequeños e inmaduros se utilizan suplementos de la leche humana que consisten en preparaciones de vitaminas simples (A, D, K), que pueden ser administradas separadas de la leche y suplementos nutricionales que se pueden mezclar con la leche, conocidos como “fortificadores” de la leche humana. Los fortificadores pueden ser multicomponentes (proteínas, carbohidratos, grasas, fósforo, Na, vitaminas A, D, E, K, riboflavina, acido fólico y cinc), o componentes simples de proteínas, carbohidratos, grasa, fósforo o Na. Fórmulas artificiales Existen fórmulas denominadas “fórmulas artificiales para prematuros” que se utilizan para la alimentación del recién nacido de bajo peso, cuya composición difiere considerablemente de las fórmulas estándares recomendadas para los recién nacidos a término. Ninguna de ellas contiene los elementos biológicos activos antiinfecciosos o inmunitarios, ni las hormonas, ni los factores de crecimiento que tiene la leche humana. Las fórmulas para los prematuros son más calóricas que las estándares (aproximadamente, 80 kcal/100 mL) y enriquecidas con proteínas, minerales y vitaminas para soportar el ritmo de crecimiento intrauterino. Las calorías se aportan en forma de proteínas, grasas o carbohidratos y el balance entre las calorías y las proteínas es determinante en el crecimiento posterior. A pesar del contenido mayor de carbohidratos y minerales, la osmolaridad se mantiene en aproximadamente 250-320 mOsm/kg de H2O y aportan como mínimo 2 g/100 mL de proteínas, lo que significa que un prematuro que tome unos 150 mL/kg/día recibirá 3 g/kg/día de proteínas. También existen fórmulas especiales para los recién nacidos de bajo peso, cuando son dados de alta del hospital, y se las denomina fórmulas post-alta. Son fórmulas que se utilizan durante algunas semanas antes de comenzar con las fórmulas estándar. Tienen una composición intermedia entre las del prematuro y las del recién nacido a término (Cuadro 2.3.4), en lo referido a proteínas, Na, Ca, P, Zn, Cu y vitaminas. Las fórmulas con alto contenido de proteínas (4-6 g/kg/día) no son recomendables porque no ocasionan más ganancia ponderal y suelen ocasionar fiebre, depresión del sensorio, aumento de la incidencia de estrabismo y menos puntaje en las pruebas de desarrollo. Tampoco las fórmulas para prematuros enriquecidas con triglicéridos de cadena media son recomendables ya que han mostrado mayor incidencia de distensión abdominal, aspiración de contenido gástrico, vómitos, deposiciones líquidas y enterocolitis necrosante. Además, estas fórmulas enriquecidas no han mostrado que mejoren la absorción de grasas, el depósito de energía, la retención de nitrógeno o el crecimiento. Las leches para prematuros se comercializan en forma líquida estéril o en polvo no estéril. El proceso de fabricación de las líquidas es más costoso, aumentando su precio de venta. La contaminación intrínseca con Enterobacter sakazakii y Salmonella de los preparados en polvo puede ser responsable de infecciones muy graves en el periodo neonatal, especialmente en los prematuros, bajos pesos al nacimiento y en pacientes inmunocomprometidos. La forma de preparación y el tiempo que pasa hasta su utilización son las causas más frecuentes de la multiplicación de dichas bacterias. Según el estado actual de los conocimientos, se puede recomendar la lactancia materna como la mejor forma de alimentación de los RN de bajo peso y prematuros, en todas sus formas. Existen evidencias de que la alimentación con leche de la propia madre, directamente o por expresión mamaria, disminuye la incidencia de infecciones locales y sistémicas y la enterocolitis necrosante y mejora el desarrollo neurológico de forma precoz y a largo plazo, siendo este efecto dosis dependiente y más marcado en los < 32 semanas de gestación y/o menores de 1.500 g de peso al nacimiento. Es necesaria la suplementación con macro y micronutrientes, especialmente en los más pequeños, ya que mejora la ganancia de peso y talla durante los primeros meses de vida y también disminuye la incidencia de anemia ferropénica, enfermedad hemorragípara por déficit de vitamina K, osteopenia, fracturas y raquitismo. Cuando no se dispone de la leche de la propia madre, la decisión se debe tomar entre leche humana procedente de bancos y fórmulas artificiales. El consenso de los conocimientos no es tan categórico, aunque también favorece la utilización de la leche humana por la menor incidencia de enterocolitis necrosante y por las observaciones de menos incidencia de hipertensión arterial y aumento de la proinsulina en ayunas, fase precoz de la diabetes mellitus, en los seguimientos a largo plazo. Si no hay posibilidades de ninguna forma de lactancia natural, es recomendable, sobre todo en los más pequeños, utilizar fórmulas para prematuros hasta que alcanzan los 2.000 g, para continuar con fórmulas post-alta y estándares, suplementadas con hierro hasta el año de edad. El tiempo de lactancia exclusiva con los suplementos de vitaminas y minerales recomendables es, como en los RN a término, hasta los 6 meses de vida. Recomendaciones prácticas Es necesario comenzar con aporte de líquido y algún suplemento alimentario desde el momento del nacimiento, especialmente en aquellos más pequeños e inmaduros. En los de < 32 semanas y < 1.500 g se iniciará aporte IV de líquidos, electrolitos (Na y K) y glucosa desde el momento del nacimiento. También el primer día se iniciará alimentación “trófica” o “mínima” (5-10 mL/kg/día), preferiblemente de leche de su propia madre y a través de sondas orogástricas, ya que las nasogástricas pueden interferir con la función respiratoria. Este tipo de alimentación ha demostrado que mejora eldesarrollo del tracto digestivo, disminuye la incidencia de enterocolitis necrosante y acorta el tiempo hasta conseguir la alimentación enteral total. En los < 1.250 g, la alimentación trófica se debe acompañar de alimentación parenteral para asegurar el aporte de los nutrientes básicos. Cuando no se dispone de leche de la propia madre o de donantes, se debe iniciar la alimentación trófica con leche de prematuros, hidrolizado de proteínas o fórmulas elementales, dependiendo de la inmadurez del recién nacido. En los días siguientes, la alimentación trófica debe dar paso gradualmente a la “alimentación de mantenimiento”, cuando se alcanzan aproximadamente los 30 mL/kg/día a los 4-7 días, para a continuación ir aumentando los aportes entre 10-20 mL/kg/día hasta llegar a los 180- 200 mL/kg/día, siempre controlando las retenciones gástricas. Este aumento es más lento en los más inmaduros. En ningún caso son recomendables aumentos más rápidos, que han mostrado un aumento de la incidencia de enterocolitis necrosante. El momento en que la sonda orogástrica da paso a la cuchara, al biberón o a la succión del pezón de su madre depende fundamentalmente de la maduración del prematuro y generalmente ocurre a partir de las 32 semanas de edad corregida. La forma más frecuente de administrar la leche estas primeras semanas de vida es en bolus, ya que alcanzan antes la alimentación enteral completa comparada con la forma continua y, según parece, en la forma continua se pierden algunos de los nutrientes por adherencia a los tubos y/o jeringa. Cuando las condiciones de estabilidad y madurez lo permitan, se debe establecer la alimentación a demanda que, al parecer, disminuye el tiempo de hospitalización. La suplementación de la lactancia materna con macro y micronutrientes debe comenzar desde la primera semana de vida con fósforo (0,5 mmol/100 mL) y calcio (2 mmol/100 mL), generalmente hasta alcanzar los 2.000 g de peso. También entre la primera y segunda semanas con vitamina A (700-1.500 UI/día), hasta alcanzar aproximadamente los 2.000 g de peso; y vitamina D (400 UI/día), hasta los 6 meses de vida o hasta los 12 meses, si el aporte de leche es predominantemente materna e hierro en forma de sulfato ferroso (2-3 mg/kg/día), desde la segunda semana y hasta el año de vida en los más pequeños. Cuando se dispone de leche refrigerada de los primeros días es conveniente, a partir de la tercera semana de vida, mezclarla con leche reciente para aumentar el contenido de proteínas y electrolitos. Si no es así, se debe iniciar el suplemento con algunos de los fortificantes de leche materna recomendados. Los cuidados de “soporte” centrados en el desarrollo del niño con la participación de los familiares y la práctica del “método de la madre canguro” son medidas que mejoran el desarrollo general del niño o psicosomático o neuronal y afectivo, favorecen la lactancia materna exclusiva, disminuyen las infecciones, mejoran la ganancia de peso y acortan el tiempo de hospitalización. Alimentación parenteral Reservada para los más inmaduros, debe comenzar con el aporte de líquidos desde el momento del nacimiento (70-90 mL/kg/día), según el peso y grado de inmadurez, llegando a alcanzar gradualmente en los días siguientes hasta cantidades de 150-200 mL/kg/día. También con un aporte de glucosa desde el momento del nacimiento, comenzando con aportes de 4 mg/kg/min hasta 11-12 mg/kg/min en los días sucesivos. Si los valores de glucemia superan los 150 mg/dL, se debe iniciar con bomba de insulina para mantener el aporte energético necesario. El aporte proteico en forma de aminoácidos debe iniciarse desde el primer día (1 mg/kg/día) hasta aportes de 4 mg/kg/día en los días sucesivos. Los lípidos se suelen comenzar al segundo día (1 mg/kg/día), llegando a cantidades de 2,5-3 mg/kg/día. Los oligoelementos están presentes desde el inicio, el Na, K y Cl en cantidades de 1-3 mEq/kg/día, siendo las necesidades de Na de los más pequeños a veces muy superiores. Ca, 1-2 mEq/kg/día, P, 1 mmol/kg/día y Mg, 0,5 mEq/kg/día. El resto de oligoelementos también deben estar presentes desde el inicio en los más inmaduros, Zn, 150-400 μg/kg/día; Se, 2,5-3 μg/kg/día; Cu, 20 μg/kg/día; Mn, 2-10 μg/kg/día; y Cr, 0,14-0,2 μg/kg/día. De igual manera, las vitaminas deben estar presentes desde el inicio. La alimentación parenteral se administra a través de catéteres siliconados percutáneos centrales por las altas osmolaridades que se alcanzan en la perfusión. Es recomendable localizar la punta del catéter en venas centrales por fuera de la silueta cardiaca y controlar periódicamente su localización a través de controles ecográficos o radiográficos, ya que es frecuente la migración del catéter y otras complicaciones, como derrames pleurales y pericárdicos. Los controles de glucemia, electrolitos, funciones renal y hepática deben ser diarios durante la primera semana y la composición de la alimentación parenteral y la cantidad de líquido debe cambiarse de acuerdo con la tolerancia clínica y con las afecciones intercurrentes propias del prematuro, como persistencia del conducto arterioso, etc Alimentación del recién nacido de bajo peso Composición corporal Requerimientos líquidos Balance energético Balance de solutos Requerimientos nutricionales de los recién nacidos de bajo peso Leche humana Fórmulas artificiales Recomendaciones prácticas Alimentación parenteral
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