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Fármacos para las arritmias

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Fármacos para las arritmias
Las arritmias cardíacas son anomalías de la conducción eléctrica que pueden ocasionar alteraciones de la frecuencia y el ritmo cardíaco. Engloban una serie de alteraciones diferentes que pueden ser inocuas o potencialmente mortales. Su diagnóstico es difícil porque en muchas ocasiones el paciente tiene que conectarse a un electrocardiógrafo y presentar síntomas para poder determinar el tipo exacto de alteración del ritmo que padece. El diagnóstico adecuado y el tratamiento farmacológico óptimo pueden modificar significativamente la frecuencia de las arritmias y sus consecuencias.
Conceptos clave
Los conceptos clave numerados proporcionan un breve resumen de los aspectos más importantes de cada uno de los apartados correspondientes dentro del capítulo. Si alguno de estos puntos no está claro, acuda al apartado correspondiente para su revisión.
1. Resulta difícil determinar la frecuencia de las arritmias cardíacas en la población ya que muchos pacientes no tienen síntomas. Las arritmias crónicas y graves pueden ser mortales.
2. Las arritmias se clasifican según la localización (auricular o ventricular) o el tipo de la alteración del ritmo (aleteo, fibrilación o bloqueo) que producen. La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente.
3. La vía de transmisión eléctrica desde el nódulo SA al nódulo AV, al tronco y las ramas del haz y las fibras de Purkinje, mantiene al corazón latiendo de manera sincronizada. Algunas células de estas regiones tienen la propiedad del automatismo.
4. Se puede utilizar el electrocardiógrafo para registrar episodios electrofisiológicos en el corazón y diagnosticar arritmias.
5. Con frecuencia el tratamiento de elección de las arritmias cardíacas consiste en un procedimiento no farmacológico como la cardioversión, la ablación y los desfibriladores-cardioversores implantables.
6. Los cambios en las concentraciones de sodio y potasio generan los potenciales de acción en las células miocárdicas. Se produce la despolarización cuando el sodio (y el calcio) entra rápidamente en la célula; la repolarización ocurre cuando los iones sodio son expulsados y los iones potasio entran de nuevo en la célula.
7. Los fármacos antiarrítmicos se clasifican según su mecanismo de acción, entre la clase I y IV. El uso de los agentes antiarrítmicos se ha ido reduciendo.
8. Los bloqueantes de los canales de sodio, el grupo de agentes antiarrítmicos más amplio, actúan enlenteciendo la velocidad de conducción de los impulsos a través del corazón.
9. Los bloqueantes beta-adrenérgicos actúan reduciendo el automatismo, así como la velocidad de conducción del impulso eléctrico a través del miocardio.
10. Los bloqueantes de los canales de potasio actúan prolongando el período refractario del corazón.
11. Los bloqueantes de los canales de calcio actúan reduciendo el automatismo y la velocidad de conducción miocárdica. Sus acciones y efectos secundarios son similares a los de los beta-bloqueantes.
12. La digoxina y la adenosina se utilizan para tratar arritmias específicas, pero no actúan mediante el bloqueo de determinados canales iónicos.
Frecuencia poblacional de las arritmias cardíacas
Mientras que algunas arritmias no tienen sintomatología y sus efectos sobre la función cardíaca son irrelevantes, otras son mortales y requieren un tratamiento un médico inmediato. Los síntomas típicos incluyen mareo, debilidad, disminución de la tolerancia al esfuerzo, disnea y desvanecimiento. Los pacientes pueden referir palpitaciones o la sensación de que su corazón se ha saltado un latido. Las arritmias persistentes se asocian a un riesgo aumentado de ictus e insuficiencia cardíaca. Las arritmias graves pueden producir la muerte súbita. Dado que los pacientes asintomáticos no reclaman atención médica, resulta difícil estimar la frecuencia de la enfermedad, aunque parece probable que las arritmias sean bastante frecuentes entre la población.
Clasificación de las arritmias
Las arritmias se clasifican por varios métodos. La forma más sencilla es clasificarlas según el tipo de alteración del ritmo que producen y su localización. Las arritmias que se originan en las aurículas a veces se denominan supraventriculares. La fibrilación auricular, una desorganización completa del ritmo, es el tipo de arritmia más frecuente. Aquellas que se originan en el ventrículo son generalmente más graves ya que tienen mayor probabilidad de alterar la función cardíaca normal. Aunque el diagnóstico correcto del tipo de arritmia es a veces difícil, es esencial para su tratamiento eficaz.
Las arritmias pueden aparecer tanto en un corazón sano como en un corazón enfermo. Aunque la causa real de la mayoría de las arritmias es desconocida, están estrechamente asociadas con ciertas enfermedades, principalmente enfermedades cardíacas e infarto de miocardio. Las siguientes son enfermedades o alteraciones asociadas a arritmias:
· Hipertensión arterial
· Valvulopatías cardíacas, como la estenosis mitral
· Arteriopatía coronaria
· Medicamentos como la digoxina
· Hipopotasemia
· Infarto de miocardio
· Ictus
· Diabetes mellitus
· Insuficiencia cardíaca congestiva
Vías de conducción en el miocardio
Aunque existen diferentes tipos de arritmias cardíacas, todas ellas comparten un defecto en la generación o la conducción de los impulsos eléctricos a través del miocardio. Estos impulsos eléctricos, o potenciales de acción, transmiten la señal a las células musculares cardíacas para que se contraigan y están exquisitamente coordinadas para que las diferentes cámaras del corazón se contraigan de manera sincronizada. Para que el corazón funcione adecuadamente, las aurículas deben contraerse simultáneamente, enviando la sangre que contienen a los ventrículos. Tras la contracción auricular, los ventrículos derecho e izquierdo deben contraerse simultáneamente. La falta de sincronización entre las aurículas y los ventrículos o entre el lado derecho y el izquierdo del corazón pueden tener importantes consecuencias. El tiempo total que invierte el impulso eléctrico para atravesar todo el corazón son 0,22 segundos.
El control normal de la sincronización empieza en una pequeña zona de tejido de la pared de la aurícula derecha denominado nódulo sinusal (NS). El NS o marcapasos del corazón presenta una propiedad, llamada automatismo, consistente en la capacidad de ciertas células de generar potenciales de acción de manera espontánea. El NS produce un nuevo potencial de acción aproximadamente 75 veces cada minuto en condiciones de reposo. Esto es lo que se denomina ritmo sinusal. El NS está muy influido por la actividad de los componentes simpático y parasimpático del sistema nervioso autónomo.
Una vez abandonan el NS, los potenciales de acción viajan rápidamente a través de ambas aurículas hasta el nódulo auriculoventricular (AV). El nódulo AV también tiene la propiedad del automatismo, aunque menos que el NS. En caso de que el NS no funcione, el nódulo AV puede producir espontáneamente potenciales de acción y mantener la contracción cardíaca a un ritmo de entre 40 y 60 latidos por minuto. La conducción del impulso eléctrico a través del nódulo AV, comparada con otras zonas del corazón, es lenta. Este hecho da a la contracción auricular tiempo suficiente para descargar la sangre a los ventrículos, optimizando así el gasto cardíaco.
Cuando el potencial de acción sale del nódulo AV, se transmite rápidamente por el haz auriculoventricular, o haz de His. El impulso se transmite entonces por las ramas izquierda y derecha a las fibras de Purkinje, que llevan los potenciales de acción a todas las regiones de los ventrículos de manera casi simultánea. Si el nódulo AV deja de funcionar, las células del haz AV y las fibras de Purkinje pueden seguir generando potenciales de acción con una frecuencia aproximada de 30 latidos por minuto.
Aunque los potenciales de acción se producen normalmente en el nódulo AV y se diseminan a través del miocardio de manera coordinada, otras zonas del corazón pueden ser el foco de origen de impulsos. Estas zonas, conocidascomo focos ectópicos o marcapasos ectópicos, pueden enviar impulsos a través del miocardio que compiten con aquellos de la vía de conducción normal. Si bien los corazones sanos frecuentemente tienen un latido extra sin ninguna consecuencia, los focos ectópicos en los corazones enfermos pueden ocasionar arritmias.
Es importante entender que el propósito final de este sistema de conducción es conseguir que el corazón lata de forma regular y sincronizada para mantener el gasto cardíaco. Algunas arritmias se producen de manera espontánea, no producen síntomas y no alteran el gasto cardíaco. Este tipo de alteraciones pueden pasar desapercibidas para el paciente y raramente necesitan tratamiento. Otras, sin embargo, afectan de forma muy importante al gasto cardíaco, producen síntomas y pueden determinar consecuencias graves, si no mortales. Este es el tipo de arritmias que requieren tratamiento farmacológico.
El electrocardiograma
La onda de actividad eléctrica a través del miocardio se puede medir utilizando un electrocardiógrafo. El registro gráfico de este aparato, o electrocardiograma (ECG), sirve para diagnosticar muchas alteraciones cardíacas, entre ellas las arritmias.
En un electrocardiograma normal se producen tres ondas diferentes: la onda P, el complejo QRS y la onda T. Los cambios en la forma de las ondas, o en su patrón temporal, pueden poner de manifiesto ciertas enfermedades. Por ejemplo, una onda R exagerada sugiere una hipertrofia ventricular, mientras que una onda T aplanada indica isquemia miocárdica. Los segmentos S-T elevados se utilizan para dirigir el tratamiento farmacológico del IM.
Tratamiento no farmacológico de las arritmias
Los objetivos terapéuticos del tratamiento farmacológico antiarrítmico son eliminar las arritmias existentes o prevenir los ritmos anómalos para reducir el riesgo de muerte súbita, ictus u otras complicaciones asociadas a esta alteración. Dado que pueden producir graves efectos secundarios, los fármacos antiarrítmicos se reservan normalmente para aquellos pacientes con clara sintomatología o cuya enfermedad no puede controlarse con otros procedimientos. El tratamiento de las arritmias asintomáticas con medicamentos produce pocos o nulos beneficios para el paciente. Los médicos utilizan diversas estrategias no farmacológicas para eliminar las arritmias.
Los tipos de arritmias más graves se corrigen mediante una descarga eléctrica en el corazón, con tratamientos como la cardioversión programada y la desfibrilación. La descarga eléctrica detiene momentáneamente todos los impulsos eléctricos del corazón, tanto normales como anormales. El cese temporal de la actividad eléctrica con frecuencia permite al NS devolver automáticamente la conducción cardíaca a un ritmo sinusal normal.
Otros tipos de tratamientos no farmacológicos incluyen la identificación y destrucción de las células miocárdicas responsables de la conducción anormal mediante un procedimiento quirúrgico denominado cateterismo-ablación. A veces se implantan marcapasos cardíacos para corregir el tipo de arritmias que hace que el corazón lata demasiado lento. El desfibrilador cardioversor implantable (DCI) se coloca en los pacientes para recuperar el ritmo normal ya sea marcando el ritmo al corazón o dándole una descarga eléctrica si se produce una arritmia. Además, los DCI son capaces de almacenar información sobre el ritmo cardíaco para que el médico la pueda analizar.
Sodio, potasio y el potencial de acción miocárdico
Dado que la mayor parte de los fármacos antiarrítmicos actúan interfiriendo con los potenciales de acción miocárdicos, es necesario entender bien este fenómeno para comprender los mecanismos de acción de estos medicamentos. Los potenciales de acción se generan tanto en las células nerviosas como en las musculares debido a diferencias de concentración de determinados iones entre el interior y el exterior de la célula. En situación de reposo, el Na+ y el Ca++ se encuentran a una concentración más elevada fuera de la célula miocárdica, mientras que el K+ está a mayor concentración en el interior de estas células. Estos desequilibrios son, en parte, responsables de la ligera carga negativa (entre 80 y 90 mV) de la parte interna de la membrana celular miocárdica respecto al exterior de la membrana. Se dice que una célula con este potencial de membrana negativo está polarizada.
Un potencial de membrana empieza cuando se abren los canales de sodio presentes en la membrana plasmática y el Na+ penetra rápidamente en la célula produciendo una rápida despolarización, o pérdida del potencial de membrana. Durante este período el Ca++ también entra en la célula a través de los canales de calcio, si bien su flujo es más lento que el del sodio. La entrada del Ca++ en las células es una señal para la liberación de más calcio intracelular almacenado en el interior del retículo sarcoplásmico. Este importante aumento de la concentración intracelular de Ca++ es el responsable de la contracción del músculo cardíaco.
Durante la despolarización, el interior de la membrana plasmática invierte temporalmente su carga, haciéndose positiva. La célula vuelve a su estado de polarización expulsando el Na+ de su interior a través de la bomba de sodio y el retorno del K+ al interior celular a través de los canales de potasio. En las células de los nódulos sinusal y AV, el flujo de Ca++ , en lugar del de Na+ , provoca una rápida despolarización de la membrana.
Aunque puede parecer complicado aprenderse los diferentes iones implicados en un potencial de acción, es muy importante entender el proceso para la farmacología cardíaca. El bloqueo de los canales de potasio, sodio o calcio es una de las estrategias farmacológicas utilizadas para eliminar o prevenir las arritmias.
La acción de bombeo del corazón requiere períodos alternativos de contracción y relajación del músculo cardíaco. Existe un breve período de tiempo tras la despolarización, y durante la mayor parte de la repolarización, durante el cual la célula no puede iniciar otro potencial de acción. Este período, denominado período refractario, garantiza que la célula miocárdica acabe de contraerse antes de que el segundo potencial de acción empiece. Algunos agentes antiarrítmicos consiguen sus efectos prolongando la duración del período refractario.
Mecanismos y clasificación de los fármacos antiarrítmicos
Los fármacos antiarrítmicos actúan modificando algunas propiedades electrofisiológicas específicas del corazón. Consiguen este efecto mediante dos mecanismos básicos: bloqueo del flujo a través de los canales iónicos (conducción) o alteración de la actividad automática (automatismo).
Los fármacos antiarrítmicos se clasifican según la fase en la que alteran el potencial de acción. Estos fármacos se agrupan en cuatro clases principales, denominadas clase I, II, III y IV, y un quinto grupo que incluyen otros fármacos de distintos tipos que no actúan mediante ninguno de los cuatro primeros mecanismos.
El uso de los fármacos antiarrítmicos ha disminuido mucho en los últimos años. Los estudios de investigación han encontrado que el uso profiláctico de los antiarrítmicos puede en realidad aumentar la mortalidad del paciente. Esto se debe a que los fármacos que alteran el ritmo cardíaco muestran un margen estrecho entre el efecto terapéutico y el tóxico. Estos medicamentos no sólo corrigen las arritmias, sino que también pueden empeorarlas o incluso generar unas nuevas. Estas propiedades proarrítmicas han condicionado una disminución del uso de los fármacos de la clase I y un aumento de la prescripción de los de clase II y III (específicamente, la amiodarona).
Otra razón de la disminución del uso de los fármacos antiarrítmicos es el éxito de las técnicas no farmacológicas. La investigación ha demostrado que la ablación mediante catéter y los desfribriladores implantables son más eficaces para controlar ciertos tipos de arritmias que el uso profiláctico de medicamentos.

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