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1 M i r a d a s C r í t i c a s C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O M i r a d a s C r í t i c a s CHILE RUMBO AL DESARROLLO Miradas Críticas FOTO EN COLOR Edición: Felipe Cousiño Donoso Ana María Foxley Rioseco 4 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O CHILE RUMBO AL DESARROLLO Miradas Críticas Edición: Felipe Cousiño Donoso Ana María Foxley Rioseco Colaboración: Catalina Frías de la Fuente Portada:xxxxx Registro de Propiedad Intelectual: xxxxx Diagramación: Maite Urrutia Portada: Foto de Ana María Foxley Enero de 2012 Impresión:xxxxx Santiago de Chile Comisión Nacional Chilena de Cooperación con UNESCO (Libro de distribución gratuita). NOTA: El contenido de los txtios es de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representa - necesariamente - la opinión del Ministerio de Educación. 5 M i r a d a s C r í t i c a s C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O M i r a d a s C r í t i c a s INDICE PÁG Prólogo: 7 Introducción: 11 “Más allá del PIB per cápita: el enfoque en las capacidades”: Daniel Loewe. 17 “La meta de Chile: I+I+D”: Gabriel Rodríguez García Huidobro. 47 “Chile en la mirada de la OCDE”: Marcelo García Silva. 67 “América Latina y Chile en la geopolítica de conocimiento”: 97 José Joaquín Brunner. “Centrando los Márgenes”: Colin M. Kennedy y Warwick E. Murray 113 “Calidad y equidad en la educación: desde la cuna a la universidad”: 147 Eliana Chamizo Álvarez. “Cultura y desarrollo”: Ana María Foxley R. 173 “Desafíos ambientales para un desarrollo sustentable”: 203 Oscar Parra, Jorge Rojas Hernández, Claudio Zaror. “Derechos Humanos: aportes para una reflexión”: 241 Abraham Magendzo, Eliana Bronfman, Nora Gatica y María Teresa Pozzoli. “Desde el género: desarrollo en entredicho”: 255 Carolina Franch Maggiolo, Luna Follegati Montenegro, Paula Hernández Hirsch, Isabel Pemjean Contreras. “Requisitos para un desarrollo sin violencia”: Dra. Laura Germain 277 “Inclusión y Ciudadanía: ¿Particularidades del mundo Mapuche?”: 301 Aldo Meneses y Carlos Castro Gil. 7 M i r a d a s C r í t i c a s P R Ó L O G O PRÓLOGO ¿Qué entendemos por desarrollo? ¿Qué tipo de desarrollo queremos? ¿Basta con el crecimiento económico para decir que estamos entre los países desarrollados? ¿Cómo visualizamos un país desarrollado en: Educación, Salud, Vivienda, Cultura, Ciencias, Tecnología e Innovación, Medio ambiente, Derechos Humanos, Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades entre hombres y mujeres y Participación Ciudadana? Son algunas de las múltiples preguntas que nos condujeron a la edición de este libro. Con ocasión del Bicentenario de la República de Chile, en 2010, se plantearon públicamente una serie de predicciones, promesas y propuestas y también se expresaron sueños sobre el desarrollo de Chile en el próximo futuro, a través de variopintos artículos periodísticos, textos académicos, libros y discursos. Algunos planteamientos e investigaciones señalaron que - ya en 2020 - supuestamente lograríamos tener un ingreso per capita de 20.000 USD, equivalente al status mínimo considerado como de un país desarrollado. Desde el Gobierno, el propio Presidente Sebastián Piñera se refirió al tema, el 21 de Mayo de 2011, en su Mensaje Presidencial frente a Parlamento: “Hace un año concurrí a este Congreso Pleno para convocar a las chilenas y chilenos a asumir una misión y abrazar una causa noble y factible: hacer de nuestra patria, antes que termine esta década, un país desarrollado y sin pobreza. Este fue el sueño que nuestros padres y abuelos siempre acariciaron, pero nunca lograron. Y esta es la misión y deber de nuestra generación, la generación del Bicentenario”. Muchos otros políticos, economistas, y profesionales aportaron al debate. La CEPAL, cumpliendo con su rol, había dado su opinión fundamentada en estudios, encuestas 8 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O y estadísticas, en Marzo de 2011. Alicia Bárcena, su Secretaria Ejecutiva, hablando del desarrollo de América Latina y El Caribe, afirmó en una asamblea de Gobernadores del BID, en Canadá: “En la región llegó la hora de la igualdad”, y la condicionó a la aplicación de una estrategia económica con énfasis en la inversión, la integración y la innovación, que garantice la convergencia productiva, más y mejor empleo, y sostenibilidad ambiental. La misma funcionaria, en una exposición en Santiago, del mes de julio, refiriéndose a los retos pendientes del desarrollo en América Latina y el Caribe enumeró, entre otros: el jerarquizar objetivos sociales y productivos en la política macroeconómica; disminuir las brechas en innovación y productividad para el crecimiento con igualdad; crear más y mejor empleo; resolver los lentos avances en la reducción de la pobreza y la desigualdad; cambiar los sistemas tributarios regresivos; enfrentar los cambios de tendencia demográfica; gestionar una agenda de igualdad de género; preocuparse del cambio climático y de la necesidad de desarrollar economías bajas en carbono e incrementar la eficiencia energética y el uso de energías renovables. Todos esos desafíos aparecen como válidos y urgentes a aplicar en el modelo de desarrollo del Chile actual. El desafío se entiende mejor a la luz de los Ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), señalados por las Naciones Unidas para 2015. La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), abundó sobre el tema focalizando su mirada en nuestro país. En el texto “Mejores Políticas para el Desarrollo: Perspectivas OCDE sobre Chile”, de 2011.1 Ahí los expertos de OCDE evalúan acuciosamente los avances y brechas del desarrollo del país y trazan el desarrollo futuro, profundizando en los procesos y metas a enfatizar desde un punto de vista económico desde las siguientes perspectivas. Su Director General, el mexicano Miguel Ángel Gurría presenta a Chile -nuevo integrante de la organización desde mayo de 2010- como un país con progresos significativos, en las últimas dos décadas y con una extraordinaria transformación económica y social. Afirma que los países de la OCDE pueden aprender mucho de Chile y éste también aportará prácticas que enriquecerán a ese “club de las mejores políticas”, así como la OCDE puede apoyar a Chile en el desarrollo de mejores prácticas que le permitan elevar la calidad de vida. Dice Gurría: OCDE (2011), Mejores políticas para el desarrollo: Perspectivas OCDE sobre Chile, OECD Publishing http:/dx.doi.org/10.1787/9789264095755-es 1.- 9 M i r a d a s C r í t i c a s P R Ó L O G O “La economía chilena ha tenido un desempeño sólido gracias al apoyo de instituciones fuertes y de una democracia estable. (…) Pero aún quedan muchos desafíos para que Chile alcance todo su potencial”. El texto de la OCDE los aborda uno por uno: Desafíos macroeconómicos y de políticas estructurales; Fortalecimiento de la competencia, el emprendimiento y la innovación; Calidad, igualdad y equidad en el sistema educativo; Retos del empleo: flexibilidad laboral, informalidad y oportunidades laborales; Mejora de la igualdad y reducción de la pobreza; mejora de la capacidad de la administración pública; Fortalecimiento del sistema financiero; Políticas de desarrollo regional con coordinación entre diferentes niveles de Gobierno; Promoción del crecimiento verde; Diversificación de las exportaciones y mejora de la competitividad; Aprovechamiento mayor del régimen de inversión extranjera y Medición del progreso y bienestar. Estos y otros antecedentes 2, se pusieron a disposición de las 12 Cátedras asociadas a UNESCO existentes en las universidades chilenas y de otros expertos y académicos, para elaborar algunas respuestas tentativas a los candentes interrogantes y desafíos planteados. El objetivo central fue motivar un debate, desde miradas disciplinarias diversas y desde perspectivas transversales, con el finde elaborar un pensamiento y unas propuestas que iluminen el camino al desarrollo de Chile. También estuvo en el horizonte el afán de aportar con ideas al diseño, ejecución y evaluación de políticas de Estado, acercando así el pensamiento académico al mundo de las decisiones públicas. El llamado fue respondido por quince coordinadores e integrantes de Cátedras UNESCO de Chile y seis profesionales e investigadores invitados, lo que resultó en una multifacética reflexión crítica desde distintas áreas del saber. Esperamos que este libro, Chile rumbo al desarrollo, enriquezca la discusión y colabore en la tarea titánica de garantizar una agenda de equidad e igualdad para la sociedad chilena. Ana María Foxley Rioseco Secretaria Ejecutiva Comisión Nacional de Cooperación con UNESCO Ver también El Chile que se viene: Ideas, miradas, perspectivas y sueños, de Ricardo Lagos Escobar y Oscar Landerretche, Ed Catalonia, 2011 2.- 11 M i r a d a s C r í t i c a s I N T R O D U C C I Ó N : U N A M I R A D A C R Í T I C A A L D E S A R R O L L O C H I L E N O INTRODUCCIÓN Una mirada crítica al desarrollo chileno Existe un amplio consenso en la necesidad de nuestro país de avanzar decididamente hacia el desarrollo. Desde el retorno de la democracia, en 1990, todos los Presidentes lo han introducido como un objetivo principal de sus mandatos. El Presidente Patricio Aylwin, por ejemplo, incorporó el concepto de “justicia social” como un elemento fundamental del desarrollo. A lo que sumó la necesidad de integrar esa dimensión en el concepto de economía de mercado, vigente en el país hasta ese momento, con un énfasis en la superación de la pobreza. El Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, por su parte, hizo del desarrollo un eje central de su discurso, buscando otorgarle un enfoque multidimensional a un concepto hasta entonces entendido - principalmente - como económico. En ese periodo se comenzó a incorporar variables de desarrollo social entendido desde una perspectiva más amplia. El Presidente Ricardo Lagos puso el énfasis en un desarrollo más equitativo, buscando mejorar la distribución del ingreso y reducir las desigualdades. Éstas ya se hacían evidentes en un país que mantenía tasas importantes de crecimiento económico pero con distancias crecientes entre los sectores de mayores y menores ingresos. La Presidenta Michelle Bachelet, por su parte, mantuvo el énfasis en la equidad y agregó un componente importante de protección social, para permitir que los ciudadanos de menores ingresos pudieran recibir la ayuda necesaria para aprovechar las oportunidades generadas por el creciente desarrollo del país. El Presidente Sebastián Piñera, finalmente, no sólo ha mantenido al desarrollo como objetivo principal, sino que ha impuesto la meta ambiciosa de que Chile sea un país desarrollado para el año 2018. Eso requiere, por cierto, un fuerte nivel de crecimiento económico en los próximos años, pero también un crecimiento en el ámbito social, educacional, cultural y otros, si queremos asegurar el desarrollo integral del país. Conscientes de lo anterior, la Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO convocó a los académicos representantes de las Cátedras UNESCO a reflexionar sobre 12 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O lo que necesita Chile para ser realmente un país desarrollado en el futuro. Del mismo modo, recibió aportes de destacados académicos nacionales y extranjeros que se unieron a esta discusión, todos ellos desde una perspectiva de reflexión crítica. En ese sentido, si bien muchos de los artículos contenidos en el libro se centran más en las debilidades que en las fortalezas del país, ello no debe ser interpretado como una visión negativa del desarrollo del Chile, sino como un aporte constructivo a un debate más amplio y profundo sobre la sociedad que estamos construyendo. Ese fue el llamado que inspiró este libro, y el eje de las contribuciones recibidas. Por ejemplo, Daniel Loewe se centró en la necesidad de identificar y definir las características que distinguen a una sociedad desarrollada, haciendo notar que el concepto de desarrollo es, en sí mismo, difuso. Este investigador sostiene la tesis de que el paradigma desarrollista dominante en la actualidad, que identifica o define desarrollo como crecimiento del producto interno, resulta reduccionista, pues favorece una disociación con la experiencia humana y, por lo tanto, pierde relevancia en la definición del desarrollo y en el diseño de políticas públicas. Su propuesta es hacer un cambio de paradigma hacia un denominado “enfoque en las capacidades”. Gabriel Rodríguez, por su parte, nos muestra cómo no sería posible el salto hacia el desarrollo, si nos concentramos solamente en el aumento del volumen de exportaciones de recursos naturales. Señala que el país debe ingresar fuertemente en la sociedad del conocimiento, con una educación de calidad, mayor productividad, aumento del valor agregado de nuestras exportaciones y una distribución del ingreso más justa, por la vía de un acceso más amplio de los ciudadanos a los beneficios económicos y sociales del desarrollo. Para ello debe invertir fuertemente en investigación y desarrollo, como lo hacen los países más avanzados del planeta. Marcelo García realiza una primera evaluación de la pertenencia de Chile a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE. Así, indaga sobre el estado de avance de nuestros compromisos por diseñar y aplicar estándares más altos, y mejores prácticas, en nuestras políticas públicas. Asimismo, enumera las áreas en las cuales deberíamos concentrarnos si queremos asegurar ser UN país desarrollado- Entre ellas, un aumento de la productividad y una mejoramiento de la equidad; reformas educativas y formación de capital humano; reforma de las leyes laborales; 13 M i r a d a s C r í t i c a s I N T R O D U C C I Ó N : U N A M I R A D A C R Í T I C A A L D E S A R R O L L O C H I L E N O crecimiento y desarrollo sustentables; diversificación de las exportaciones y aumento de la competitividad. José Joaquín Brunner, por su parte, se concentra en lo que denomina una ideología predominante, que exalta las enormes oportunidades y beneficios que la Educación Superior traería consigo, en un mundo crecientemente globalizado y expuesto a desafíos que trascienden las esferas nacionales. No obstante, advierte el autor, para que ello sea posible las universidades deben tener un fuerte componente de investigación y estar interconectadas entre ellas y con el mundo. Al respecto, muestra la posición desmedrada en la cual se encuentra América Latina en ese ámbito, donde el número de publicaciones mundialmente reconocidas o de patentes registradas, por nombrar solo dos parámetros objetivos, es muy menor en relación al tamaño relativo de la región. En su análisis identifica las debilidades de la Educación Superior en la región, y en nuestro país, y los cambios que deberían efectuarse para que sea realmente una fuente de oportunidades de desarrollo personal y colectivo. Colin Kennedy y Warwyick Murray nos aportan una mirada crítica a las inequidades en el área de la educación en nuestro país. El artículo hace un balance crítico de las políticas públicas realizadas por los gobiernos democráticos de los últimos veinte años, y cómo ellas no han podido superar la desigualdad de origen que existe entre los estudiantes, ya que unos acceden a una educación pública de baja calidad y otros pueden optar a la educación privada. Loa académicos se refieren a las políticas implementadas por los gobiernos de la Concertación como inspiradas en una visión neo-estructuralista, buscando el crecimiento con equidad, enfoque que también se mantuvo dentro del sector educativo, sin que ello impidiera la persistencia de las desigualdades detectadas. Eliana Chamizo, asume una perspectiva más técnica, revisando aquellos sectores de la educaciónque resulta indispensable considerar al momento de pensar en mejorar la calidad y equidad de la misma. Entre ellas menciona la educación prescolar; la Subvención Escolar Preferencial (SEP); así como la formación docente y la educación superior, tanto universitaria como técnico – profesional. Un aporte desde las políticas públicas de cultura es el que nos entrega, por su parte, Ana María Foxley. Revisa las diversas visiones que existen sobre lo que es cultura y que se entiende por “política cultural” y como ésta, si está bien formulada, puede tener 14 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O un efecto liberalizador de la creatividad de los ciudadanos, con un positivo impacto en el conjunto de la sociedad. Así, destaca la necesidad de que el país se oriente a un desarrollo sustentable, con una sociedad más integrada, en la cual todos los grupos puedan ser actores y beneficiarios de los bienes culturales que se produzcan y se protejan. Otro aporte relevante es que el realizan Oscar Parra, Jorge Rojas y Claudio Zaror sobre la necesidad de definir una estrategia de desarrollo que permita respetar y conservar la diversidad de su sistema natural y el patrimonio ambiental de su territorio. Los autores hacen presente que el tema ambiental ha dejado de ser una mera externalidad del desarrollo económico y que ya no es posible entender el desarrollo sin considerar ni respetar los ecosistemas. De la Cátedra de Derechos Humanos nos aportan cuatro reflexiones paralelas, los profesores Abraham Magendzo, Eliana Bronfman, Nora Gatica y María Teresa Pozzoli. En ellas se destaca cómo, desde la recuperación de la democracia se ha declarado que la educación debe asumir como desafío un rol central en la enseñanza de los Derechos Humanos y en el desarrollo de actitudes y comportamientos que se condicen con una sociedad democrática. Ésta debe ser respetuosa de todos los derechos, no solo de los derechos civiles y políticos, sino también de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, entre otros. En los textos se enfatiza la necesidad de generar sinergias entre las distintas universidades y otros actores de la sociedad civil, con miras a influir en el desarrollo de un pensamiento crítico que sirva de sustento a una sociedad más justa y respetuosa de los Derechos Humanos. Una mirada al desarrollo desde la perspectiva de género es lo que proponen Carolina Franch, Luna Follegati, Paula Hernández e Isabel Pemjean, integrantes de la Cátedra que dirige la antropóloga Sonia Montecino, de la Universidad de Chile. Al respecto, nos ilustran cómo el enfoque de género elaboró una crítica profunda a los cauces del desarrollo y logró, gracias a la relevancia que adquirieron los movimientos feministas, incorporarse en los lineamientos del desarrollo, situación que también se vio reflejada en las políticas públicas chilenas. Por ello, las autoras se interrogan sobre si dicha incorporación de la dimensión de género ha redundado en un desarrollo con perspectiva de género en el país, o bien persisten aún falencias y desafíos que enfrentar. 15 M i r a d a s C r í t i c a s I N T R O D U C C I Ó N : U N A M I R A D A C R Í T I C A A L D E S A R R O L L O C H I L E N O Laura Germain pone el foco en el tema de la violencia y, en particular en el de la violencia infantil, como un factor social altamente limitante en el camino a un desarrollo integral. Aboga por un enfoque abierto y multidisciplinario del tema, que dé cuenta del desarrollo social alcanzado, protegiendo a los niños y jóvenes chilenos de las manifestaciones de violencia que han afectado y siguen afectando su desarrollo como seres humanos integrales. Finalmente, culminamos nuestra reflexión con un interesante artículo de Aldo Meneses y Carlos Castro respecto a las particularidades del mundo mapuche y, en general, a la necesidad de incorporar a los pueblos originarios en forma activa en el desarrollo del país. Los autores muestran cómo los objetivos del pueblo mapuche están orientados a la integración y reconocimiento sociales, al respeto a su diversidad y a sus tradiciones, haciendo énfasis en su deseo de integración a un mundo globalizado, como parte integrante de Chile. Por lo anterior, se desprende la necesidad de asumir que el desarrollo de Chile debe incorporar una visión que acoja la diversidad cultural y étnica del país. En resumen, ofrecemos al lector un libro con enfoques diversos, multidisciplinarios y multidimensionales sobre lo que debe aspirar a lograr Chile si desea ser considerado un país desarrollado. La diversidad de enfoques y acercamientos refleja la complejidad del tema y el mismo libro da cuenta de un debate inconcluso y abierto. Resulta evidente que éste es solo un aporte más, entre muchos, a un debate plenamente vigente y del mayor interés para todos los sectores del país. La invitación, entonces, es a formar parte de esta reflexión y a colaborar, cada uno desde su ámbito y sus particularidades, a construir un mejor país para todos los chilenos. FELIPE COUSIÑO DONOSO Licenciado en Filosofía PUC, Master of Strategic Studies Victoria University of Wellington, Nueva Zelandia. VicePresidente Comision Nacional de Cooperación con UNESCO (hasta Enero 2012) 17 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S MÁS ALLÁ DEL PIB PER CAPITA: El enfoque en las capacidades 19 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S MÁS ALLÁ DEL PIB PER CAPITA: EL ENFOQUE EN LAS CAPACIDADES Daniel Loewe1 ¿Qué necesita Chile para ser un país desarrollado? Para articular una respuesta, es necesario identificar y definir las características qué distinguen a una sociedad desarrollada. La tarea no es fácil. Por una parte, el concepto de desarrollo es difuso. Por otra parte, la utilización normativa de este concepto da lugar a concepciones y políticas que rivalizan entre sí. De acuerdo a la tesis que sostendré, el paradigma desarrollista dominante en la actualidad, que identifica o define desarrollo como crecimiento del producto interno bruto (PIB) per capita, adolece de dificultades serias. Por una parte es reduccionista. Dicho de otro modo, limita ilegítimamente las características definitorias del desarrollo y, por lo mismo, ofrece explicaciones distorsionadas del mismo. Por otra parte, y estrechamente ligado al punto anterior, produce una disociación con la experiencia humana y, por lo tanto, pierde relevancia en la definición del desarrollo y en el diseño de políticas públicas. Tomar en serio estas dificultades implica un cambio de paradigma. Esta es ciertamente una tendencia en las ciencias humanas y en algunos de los últimos desarrollos de las ciencias políticas y económicas, que se empiezan a guiar por el así denominado enfoque en las capacidades. Este nuevo paradigma define desarrollo atendiendo a las múltiples variables que lo componen, y se focaliza primeramente en los individuos singulares y no en agregaciones. En este artículo procederé en cinco pasos. 1. Primero me referiré al concepto “desarrollo”; 2. Luego criticaré la concepción desarrollista dominante en las ciencias económicas y en la política que lo identifica con el crecimiento del PIB per capita; 3. Dr. Daniel Loewe es profesor titular de Filosofía Política de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago de Chile y miembro del Research Centre for Political Philosophy y del International Centre for Ethics in the Sciences and Humanities de la Universidad Tübingen. Este artículo se inscribe en el proyecto de investigación Fondecyt: Ética del medioambiente (1120736). 1.- 20 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O En tercer lugar me referiré y criticaré, muy someramente, la concepción utilitarista y concepcionesdesarrollistas basadas en la felicidad; 4. Luego me referiré al enfoque en las capacidades; muchas simplificaciones serán necesarias; 5. Por último, me referiré, con referencia al aparataje conceptual desarrollado, a algunos desafíos - a mi juicio - importantes para el desarrollo de Chile. 1) Desarrollo: un concepto difuso El concepto de desarrollo es extraordinariamente difuso. Un término “paraguas” bajo el cual se agrupan posiciones diversas e incluso antagónicas. En las ciencias, también en las ciencias sociales, no es inusual proponer un uso neutral del concepto. “Neutral” quiere decir que podemos estar de acuerdo con su definición sin referencia a juicios evaluativos con base normativa. Por ejemplo, para referirse al desarrollo como proceso (orgánico, económico, social, humano, tecnológico, etc.) que produce un cambio estructural, o como una intervención en un contexto particular, no es necesario referir a bases normativas para juzgar el proceso o la intervención. Un proceso social caracterizado por el aumento de la drogadicción o de la criminalidad es, en este sentido limitado del término, desarrollo, independientemente de cómo lo evaluemos. Este uso es metodológicamente importante, pero muy limitado. Si bien es posible referirse, por ejemplo, tanto al desarrollo de una célula como al desarrollo económico o al desarrollo multicultural, sin realizar juicios evaluativos normativos (la bipartición de la célula, el crecimiento del Producto Interno Bruto, el fortalecimiento de las tradiciones culturales, etc.), esto tiene poco valor y ninguna utilidad si queremos diseñar políticas cuyo objetivo es fomentar algún tipo de desarrollo. Esto último exige referir al desarrollo en un sentido normativo: para que un proceso o una intervención se entiendan como desarrollo, debe poder considerarse que el proceso o sus resultados son, en algún sentido, positivos. “Desarrollo” implica así la idea de “mejoramiento” (independientemente de lo que se entienda por mejoramiento), lo que requiere una evaluación basada en algún tipo de criterio normativo. Así, la referencia a una ética del desarrollo (una teoría, principios o valores que ofrezcan criterios normativos para guiar las evaluaciones con respecto a lo que es desarrollo en 21 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S un contexto particular) es insoslayable (compare Loewe 2011).Desde esta perspectiva normativa es importante distinguir dos concepciones usuales. En un primer sentido se entiende desarrollo como un estado final o resultado (achievement): desarrollo es un mejoramiento que es el resultado de un proceso o de una intervención. La pregunta es, entonces, qué se considera como mejoramiento. Las respuestas suelen ir desde una perspectiva objetivista (mayor alfabetización, satisfacción de necesidades básicas, más recursos, acceso a la salud, más oportunidades), hasta concepciones exclusivamente subjetivistas: cualquier cosa que un individuo, un grupo, o una nación (tres categorías irreducibles entre sí) considere como mejoramiento es mejoramiento y, por tanto, desarrollo. En un segundo sentido se entiende el desarrollo de un modo instrumental, como precondición de lo que se desea: son oportunidades o medios para la alcanzar un estado final o un resultado. De igual modo, estas oportunidades pueden ser entendidas de un modo más o menos objetivista. En un extremo pueden ser medios que reclaman validez universal (por ejemplo, los así denominados “bienes primarios” en la teoría de la justicia elaborada por John Rawls (1971)). En el otro, pueden reclamar validez exclusivamente por referencia a ciertos contextos particulares (culturales, sociales, históricos, etc.), como es usual en las teorías de corte comunitario (Walzer 1984) y multicultural (Parekh 2000). 2) La simplificación: Producto Interno Bruto (PIB) per capita De acuerdo al modelo dominante, de la economía del desarrollo, el progreso de un país se determina mediante el crecimiento económico medido como Producto Interno Bruto (PIB) per capita. Con el aparataje conceptual presentado en la sección anterior, desarrollo sería un estado final objetivo. Este modelo tiene ciertas ventajas. Ya que el valor monetario permite agregar y comparar bienes y servicios diversos, el PIB es relativamente fácil de medir. De este modo, no es complicado realizar comparaciones entre los niveles de desarrollo de diferentes países o entre un país en distintos puntos temporales. El modelo es transparente, en el sentido de que es relativamente difícil para un país trucar los datos para aparecer mejor de lo que es. Además, si bien algunos economistas reconocen que el PIB per capita no es identificable con 22 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O desarrollo (es decir, habría variables que se le escaparían), este enfoque daría cuenta de, al menos, un elemento en la dirección correcta: más recursos permitirían una mejor calidad de vida (o cualquier otra variable que se considere como desarrollo). En un extremo se lo puede considerar como instrumentalmente valioso. Este tipo de razonamiento puede ser reforzado por la confianza en las fuerzas distributivas de un mercado en crecimiento. Sin embargo, las dificultades de este modelo son múltiples. La identificación o definición de desarrollo como crecimiento del PIB per capita descansa en simplificaciones extremas. Como ya examiné, desarrollo es un concepto normativo. Aplicado a un estado o un proceso, implica un mejoramiento. En un país en la punta del desarrollo las cosas estarían mejor que en uno al final de la lista. Pero si no queremos quedarnos con la vana afirmación tautológica de que el crecimiento del PIB es un mejoramiento económico, hay que explicitar qué es lo que lo tornaría en algo valioso. El concepto que surge de inmediato es el de calidad de vida. El desarrollo de un país debiese implicar que a las vidas (al menos) humanas les va, en algún sentido, mejor. Desde esta perspectiva, entender el crecimiento del PIB como desarrollo debiese implicar que (al menos) a los seres humanos les va mejor. No en pocas ocasiones se ha hecho explicita en la economía la equiparación entre PIB y calidad de vida. Pero los problemas de este paradigma son evidentes y se relacionan en buena medida con su simplificación extrema. Primero: resulta evidente que el PIB per capita, como otras medidas que se basan en promedios (o en totales), es indiferente a la distribución. De este modo, un crecimiento del PIB per capita es compatible con sociedades que contienen grandes desigualdades. En el aparataje conceptual del PIB no hay ningún límite a estas desigualdades. El PIB per capita no nos dice quienes controlan la riqueza ni quienes se ven desposeídos. Es un chiste conocido que la estadística es la ciencia que afirma que si usted tiene una manzana y yo ninguna, cada uno de nosotros tiene media manzana. Con el PIB per capita ocurre lo mismo. Aunque supongamos que el PIB per capita es identificable con la calidad de vida promedio (y hay buenas razones para poner esto en cuestión), todavía no nos dice nada acerca de la calidad de vida de ningún individuo. Segundo: incluso pasando por alto el factor distributivo, el PIB no nos dice cómo va la vida de un individuo. Esto se debe a que la calidad de vida se ve influenciada de modos importantes por factores que no son reducibles al valor monetario de bienes y servicios. 23 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S Piense en una sociedad en que una parte de la población es estigmatizada y sistemáticamente discriminada (aunque no sean pobres). Sociedades de castas, racistas, o clasistas, pero también patriarcales, homofóbicas o nacionalistas son buenos ejemplos. La calidad de vida como ciudadanos de segunda clase no dependeexclusivamente de la participación en el PIB. Tercero: conceptualmente el entendimiento del desarrollo como crecimiento del PIB per capita agrega aspectos diversos de la vida de un individuo en un único elemento numérico. Esto es un despropósito: de este modo se funden aspectos de la vida humana que, en muchos casos, son distintos y están poco relacionados entre sí y, a fin de cuenta, no nos dice nada acerca de ninguno de esos aspectos. El PIB per capita es un representante de aspectos tan variados en la vida de un individuo como tiempo libre, salud, esperanza de vida, calidad del medioambiente, seguridad, tiempo libre, oportunidades de empleo, educación, derechos políticos, libertades fundamentales, reconocimiento social, etc. Aunque la distribución del PIB fuese igualitaria, todavía no sabríamos nada sobre cada uno de estos (u otros) aspectos. Pero sin referirnos a estos, la afirmación de que el crecimiento del PIB per capita es desarrollo se basa, o bien en una soberbia economicista o bien en una franca ignorancia. Cuarto: estrechamente relacionado con el punto anterior, la representación numérica del PIB per capita necesariamente debe suponer la tesis de la conmensurabilidad de bienes y valores. Es decir, la tesis de que es posible reducir todos los bienes y valores a un mínimo común. Suponer la conmensurabilidad de bienes y valores ya es complicado (y posiblemente insostenible). Pero suponer que el mínimo común múltiple es monetario, lo torna todavía más abstruso: ¿Qué pago estaría usted dispuesto a aceptar para renunciar a su libertad religiosa o sexual? ¿O a su dedo meñique? Quinto: incluso si su interés es dar cuenta del desarrollo meramente en términos monetarios y sin considerar la distribución, es discutible que el PIB sea el mejor mecanismo para reflejar la calidad de vida. Ésta parece estar mejor reflejada en el ingreso promedio de los hogares (que en el PIB per capita). Pero, en un mundo de capitales móviles, en que las empresas internacionales pueden retirar estos capitales, el crecimiento del PIB no es está bien correlacionado con el ingreso promedio de los hogares. Sexto: el entendimiento usual del PIB per capita, como desarrollo, no sólo nos puede decir muy poco acerca de la calidad de vida de los habitantes del país. Más 24 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O allá de esta carencia explicativa, este entendimiento se aleja de la percepción fenomenológica de todos aquellos que no se ven favorecidos por el crecimiento económico. Por ejemplo, para una mujer cuyos ingresos corresponden al percentil más desfavorecido, que no ha tenido acceso a educación, que sufre de violencia intrafamiliar, y que no encuentra mecanismos institucionales en la sociedad que habita que le permitan superar su situación de desventaja e indefensión, es probablemente una información curiosa el que ella vive en un país desarrollado porque ha superado la marca de las 20 mil dólares per capita. Esta es una información de otro mundo, pero no del suyo. Y la afirmación de que la organización institucional de la sociedad es correcta, porque es la que permite avanzar en el desarrollo (definido de este modo limitado) es probablemente para ella no sólo curiosa, sino que, y en base a buenas razones, indignante. 3) Un camino errado: la felicidad La teoría economicista que identifica el desarrollo con el crecimiento del PIB per capita define el desarrollo como un estado final objetivo. Resulta evidente que este modo de entender el desarrollo es insensible con respecto a lo que los individuos consideran como partes integrantes de su calidad de vida. En vez de centrarnos en el PIB para diseñar políticas de desarrollo ¿no deberíamos centrarnos en índices que den cuenta de estados subjetivos? El utilitarismo Un modo común de medir la calidad de vida y, en forma agregativa, el nivel de desarrollo de una sociedad, remite a la utilidad, ya sea como total o como promedio. El utilitarismo es la doctrina moral que ha articulado y popularizado esta concepción. De acuerdo a una formulación corriente, nuestras acciones, reglas e instituciones deben promover la mayor felicidad del mayor número de personas. Expresado con conceptos contemporáneos, lo correcto es maximizar el bienestar. El recurso al PIB, en la economía de bienestar, se retrotrae a esta teoría. Pero, si bien el utilitarismo comparte con la teoría desarrollista dominante la indiferencia con respecto a la distribución y es, en un 25 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S cierto sentido, objeto de críticas similares,2 en otro sentido el utilitarismo es, aun en sus formas más burdas, más sensible frente a aquello que constituye la calidad de vida de un agente, que el PIB per capita. Esto se debe a que la doctrina utilitarista es eminentemente subjetiva. Sea como sea que se entienda la felicidad o bienestar que debe ser maximizado, se relaciona con un estado subjetivo. Lo que considero como mi bienestar es mi bienestar. Esta concepción es más sensible hacia lo que constituye el bienestar de un individuo que la teoría desarrollista que estipula que el PIB per capita es el índice apropiado para dar cuenta del bienestar o calidad de vida de un agente. El utilitarismo clásico es hedonista. Es decir, el bienestar correspondería a un estado de la mente, placentero. La versión más popular de esta concepción caracteriza la felicidad como “disfrute del placer, resguardo de dolores” (Bentham 1948, cap. 7). Pero la teoría hedonista del valor es objeto de críticas certeras. De acuerdo a una de éstas, los individuos desean muchas cosas que no se dejan subsumir bajo un estado de la mente (Gibbard 1986, 169; compare el experimento mental de Robert Nozick “la máquina de las experiencias” (Nozick 1974). Es por esto que, en sus desarrollos posteriores, el utilitarismo recurre a una concepción diferente de felicidad o bienestar. La felicidad o bienestar se identifica como la satisfacción de preferencias. A diferencia de la concepción hedonista, que identifica la felicidad con estados de la mente, esta concepción identifica la felicidad con estados del mundo en los que mis preferencias son satisfechas. La labor de una política de desarrollo sería, entonces, maximizar la satisfacción de las preferencias de los individuos. Mientras más preferencias sean satisfechas, más bienestar. Nuevas teorías de la felicidad La crítica usual al utilitarismo es que permitiría el sacrificio de algunos en pos de la maximización de la felicidad total o promedio. Si bien esta es una crítica que el utilitarismo puede, en versiones más refinadas, contrarrestar, el fondo de esta crítica sigue estando vigente. Considere el siguiente caso: cinco personas gravemente enfermas requieren un trasplante para no morir. En la sala contigua hay un paciente completamente sano realizando su chequeo anual. Curiosamente sus órganos son compatibles con los de los cinco enfermos. Usted es un médico muy capaz que podría realizar las intervenciones en pocos minutos. Si lo hace, cinco personas vivirían y una dejaría de existir. Si no lo hace, una persona continuaría existiendo pero cinco morirían. Si Usted es un médico utilitarista que aspira a fomentar la mayor felicidad del mayor número entonces mucho parece hablar a favor de los trasplantes. El modo de debilitar este tipo de conclusiones recurre a reflexiones también utilitarias: si esta conducta fuese permitida entonces viviríamos en una sociedad atemorizada (todas las personas sanas podrían ser secuestradas a la vuelta de la esquina). El miedo generalizado produciría una situación en que la utilidad general se vería menoscabada. Por esta razón, conductas como las señaladas no pueden ser permitidas. Todavía más, como algunos autores utilitaristas han señalado, es necesario identificar intereses fundamentales que debemos reconocer y respetar en todos,porque no hacerlo disminuiría –a la larga– la utilidad general. En esta línea de razona- miento es incluso posible derivar algún tipo de derechos desde la teoría utilitarista. Sin embargo, todos estos límites a la acción de individuos e instituciones descansa en un ejercicio empírico acerca de las ventajas y desventajas que se desprenden de un curso de acción en comparación a los otros cursos disponibles. Por lo tanto, es siempre posible imaginar mundos en que los resultados del cálculo de utilidad podrían ser distintos, y este tipo de operaciones involuntarias, o la esclavitud, estuviesen permitidas o fuesen incluso obligantes. Para una consideración crítica interesante de la doctrina utilitarista compare Sen/Williams (1982). 2.- 26 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O La tesis de que la felicidad relatada de un agente es un índice apropiado de su bienestar y debe, por tanto, constituir el foco de las políticas públicas direccionadas a mejorar la calidad de vida, ha adquirido hoy en día fuerza como una alternativa para definir el desarrollo. Los nuevos estudios de la felicidad y los desarrollos de la psicología positiva reclaman para sí el ser un buen indicador de la calidad de vida de un individuo y, agregativamente, del nivel de desarrollo de una nación. De acuerdo a estos estudios sobre la felicidad: “La evidencia empírica que ha sido acumulada sugiere la existencia de una dimensión de felicidad singular y medible” (Argyle 1999, 2). El desarrollo de una nación se relacionaría (al menos parcialmente) con el nivel de felicidad relatado en esa nación. Y las políticas públicas desarrollistas debiesen estar encaminadas a maximizar los índices de felicidad sociales. A continuación mencionaré concisamente algunos de los resultados más populares de estas investigaciones: Un estudio, ya clásico, realizado con ganadores de premios de loterías (con una media de 500 mil dólares) mostró que, pasada la euforia inicial, el bienestar subjetivo de los ganadores no se diferenciaba del de los no ganadores, y que en las tareas cotidianas los primeros relataban niveles menores de placer que con anterioridad al premio (Brickman/Coates/Janoff-Bulman 1978). Las tasas de infelicidad presentadas por los desempleados involuntarios, así como las tasas relativas a sus tendencias suicidas, son significativamente más altas que las de los activos en el mundo laboral. Este vínculo también es válido en el caso de países con sistemas sociales que permiten controlar la pérdida de la renta asociada con el desempleo. Por otra parte, los pensionados, a pesar de no estar empleados, dan cuenta de niveles de satisfacción ligeramente superiores a los de aquellos activos en el mundo del trabajo (Oswald 1997; Argyle 1999). El fuerte crecimiento económico sostenido durante décadas en Estados Unidos, Japón y Europa no alteró la proporción de individuos que se consideran felices e infelices en los países correspondientes. Si bien en países pobres el crecimiento de la renta se relaciona con un aumento de la felicidad, esta correlación tiende a 27 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S desaparecer con cada crecimiento adicional de la renta, que se produce luego de que la nación ha alcanzado un determinado nivel de ésta (similar al de Corea del Sur o Portugal), que permite satisfacer necesidades básicas. (Para estudios acerca de la relación entre crecimiento económico, renta y felicidad, compare, entre muchos otros, Frey/Stutzer 2002; Oswald 1997; Agyle 1999; Diener/Oishi 1999; Inglehart 1996; Graham/Pettinato 2002). Si la aspiración es definir el desarrollo y diseñar políticas encaminadas a éste, los nuevos estudios de la felicidad son tan problemáticos como la definición utilitarista de la felicidad. En mi opinión, si bien los resultados particulares de las investigaciones pueden ser fuentes útiles para las evaluaciones individuales acerca del mejor modo de promover el propio bienestar (¿debería comprar una propiedad espaciosa en las cercanías del aeropuerto, o utilizar los mismos recursos para adquirir una más bien modesta en las cercanías de mi lugar de trabajo?), decisiones acerca de las políticas públicas no deben basarse en un nuevo tipo de welfarism estructurado de acuerdo a este índice de la felicidad. Por el contrario, hay buenas razones (entre otras, las calificaciones a las que debería estar sujeto este índice de la felicidad) para defender la idea de que, aunque el índice de la felicidad diese cuenta de un modo apropiado del bienestar subjetivo de los individuos, políticas públicas de alcance mayor deberían basarse en índices con un cierto nivel de objetividad (Loewe 2011b). Por ejemplo, métricas basadas en bienes básicos (Rawls 1971; 1996), o en recursos (Dworkin 1981; 2000), o todavía mejor, como argumentaré en la siguiente sección, en capacidades para alcanzar funcionamientos valiosos (Nussbaum 2000; 2006) o libertad efectiva (Sen 1997; 1999). Aceptar que el índice de la felicidad es adecuado para definir el bienestar subjetivo, no implica aceptar que el welfarism es una teoría política correcta (como a menudo asumen investigadores en sus intentos por otorgar relevancia política a los resultados de sus investigaciones empíricas sobre la felicidad). A continuación me referiré a un problema central de este enfoque. Esta concepción es objeto de la misma crítica que se realiza contra la definición hedonista de la felicidad y la identificación de la felicidad con la satisfacción de preferencias. Lo que yo considero como un estado mental agradable puede estar, en un cierto sentido, distorsionado por experiencias vitales. De igual modo, la formación misma de las preferencias 28 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O puede estar distorsionada. Esto se debería a que no todos los juicios valorativos en que se basa aquello que consideramos que es nuestra felicidad pueden ser considerados como apropiados. El fenómeno no es desconocido en la filosofía, y usualmente se lo subsume bajo el concepto de “preferencias adaptativas”. De acuerdo a este fenómeno, los individuos adaptan sus expectativas a las oportunidades disponibles, mediante un mecanismo causal no escogido, que tiene lugar sin su control o conciencia. Una preferencia es adaptativa, si ella tiene la estructura de la fábula del zorro y las uvas: el zorro quiere las uvas pero, porque no las puede alcanzar, juzga que ellas están agrias (Elster 1983).3 En otras palabras, los procesos valorativos estarían distorsionados por influencias inapropiadas. Así, el bienestar de individuos con preferencias adaptativas se puede retrotraer a circunstancias de dominación e injusticia. Individuos acostumbrados a situaciones de escasez, o a ser objeto de violencia, y que no piensan que tienen una demanda legítima a los medios que acabarían con la escasez o a los derechos que acabarían con el trato violento, pueden tener un bienestar relativamente alto, aunque vivan situaciones de profunda injusticia. La posición de un individuo con preferencias adaptativas puede ser ilustrado con el caso del esclavo feliz: como el esclavo feliz, todos aquellos que pueden alcanzar poco, a menudo desean poco. Esto se aplica, particularmente, a situaciones en las que, en el medio social, condiciones fundamentales de injusticia son efectivas, como por ejemplo, desigualdades relativas a la raza, a la casta, a la clase social o al género. También se puede pensar en el caso de un gobierno autoritario que exitosamente implementa políticas públicas direccionadas a llevar a cabo un “lavado de cerebro” entre sus ciudadanos. Esta es una de las razones por las que la felicidad relatada de los individuos (lo que ellos relatan como su nivel de felicidad) no debe ser considerado un índice apropiado para determinar el desarrollo de una nación, ni para diseñar políticasde desarrollo. Independientemente del nivel relatado de felicidad, los individuos tienen demandas Jon Elster ha formulado una concepción estrecha de preferencias adaptativas (Elster 1983). De acuerdo a esta concepción, éstas se dife- rencian del caso en el que nos obligamos a nosotros mismos a un determinado propósito para de este modo (quizás) generar una nueva preferencia. Esta última es una limitación intencional del conjunto de oportunidades: para evitar beber, evito los bares. Éstas se diferencian también de las preferencias que se pueden retrotraer a un intento intencional de otros para manipular nuestras preferencias. Éstas se dife- rencian de las preferencias que han cambiado debido a un proceso de aprendizaje o a determinadas experiencias –éstas no son reversibles, mientras que las preferencias adaptativas son sumamente flexibles (si las uvas caen al suelo, ya no están agrias). Éstas se diferencian de preferencias que se retrotraen a un cambio intencional de carácter, y de preferencias que se basan en reflexiones profundas –éstas últimas cambian la percepción de la situación y no la preferencia. A diferencia de todos estos casos, las preferencias adaptativas se forman mediante un mecanismo causal no escogido por nosotros y sin nuestro control o conciencia. En oposición a las preferencias adaptativas, Elster sitúa las preferencias autónomas, que él entiende como preferencias que son objeto de nuestra reflexión, y que nosotros escogemos o aceptamos de un modo intencional. 3.- 29 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S legítimas, que deben ser tomadas en serio desde la perspectiva de una ética del desarrollo. 4) Un enfoque alternativo: las capacidades Los estudios empíricos han dejado en claro las insuficiencias del entendimiento economicista del desarrollo. Esto hace más extraño que muchos economistas y políticos se aferren a él. Por ejemplo, los estudios comparativos realizados por Jean Drèze y Amartya Sen (1989; 1995) entre diferentes estados, en India, han demostrado claramente que el crecimiento económico no es suficiente para mejorar la calidad de vida en muchos contextos, como salud y educación. Como es conocido, mejoramientos en estas áreas dependen fuertemente de la acción estatal. En el mismo contexto, los estudios realizados por Martha Nussbaum han mostrado claramente cómo la calidad de vida de las mujeres se relaciona fuertemente con aspectos como alfabetización y derechos de propiedad, y no se desprende del crecimiento económico (Nussbaum 2000). Y los datos recogidos por el Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas que se basa, en buena medida, pero de un modo restringido, en los desarrollos del enfoque en las capacidades realizados sobre todo por Sen, muestran claramente que el ranking de los países de acuerdo al PIB per capita difiere, en ocasiones, de un modo notable, del ranking establecido mediante el Índice de Desarrollo Humano. Incluso si utilizamos alguna función igualitaria distributiva (lo que va mucho más allá de la simple referencia al PIB per capita), es insatisfactorio definir niveles de desarrollo por relación exclusiva a la tenencia de bienes monetarios. Si los bienes tienen valor es porque permiten alcanzar algo que valoramos. Estar preocupado de los bienes en cuanto tal, sin atender a qué es lo que estos bienes “hacen a los seres humanos” es un tipo de fetichismo (Sen 1980, 218): “mientras que los bienes y servicios son valiosos, ellos no son valiosos en sí mismos. Su valor descansa en lo que ellos pueden hacer por la gente o, más bien, en lo que la gente puede hacer con esos bienes y servicios.” (Sen 1984, 510). 30 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O El desarrollo se tiene que relacionar con lo que los individuos pueden alcanzar con los bienes. Dicho de un modo indiferenciado, si el desarrollo es un estado deseable, lo es porque mejora la calidad de vida de los individuos. Para preguntarnos acerca de la calidad de vida, y poder así entender los procesos de desarrollo, debemos plantear preguntas acerca de la vida de los individuos singulares. Recurriendo a Sen, preguntas acerca de lo que un individuo es capaz de hacer y de llegar a ser. Es decir, sus capacidades para desarrollar diversas formas de vida. Incluso vivir en un país con un PIB elevado no es sinónimo de las capacidades de las que se dispone. Usted puede disponer de menos medios, pero incluso si dispone de más medios que el promedio puede ser sujeto de discriminación histórica o sistémica, o tener requerimientos especiales de algún tipo, etc. En vez de recurrir a un espacio evaluativo insensible a los individuos singulares, el enfoque propone un cambio de paradigma: el espacio evaluativo es “el de las libertades sustantivas – las capacidades– para elegir una vida que uno tiene razón para valorar” (Sen 1999, 74). La relevancia de este enfoque, y su alejamiento del PIB como medida de desarrollo, queda claramente en evidencia al considerar que los seres humanos son distintos, pero distintos en modos diferentes (Sen 1997, 85). Por una parte, los seres humanos son distintos porque persiguen fines diferentes. Esto no es problemático para el enfoque que, en principio, considera a los seres humanos como responsables por sus fines. Pero por otra parte, y relevante para el enfoque, los seres humanos difieren en su habilidad para convertir bienes en ventajas. Este modo de ser diferente torna evidentes los límites del enfoque economicista tradicional. Siguiendo a Sen en la formulación de esta crítica a las métricas que se articulan, exclusivamente, sobre la base de bienes, individuos de diferente constitución y situados en contextos diferentes tienen diferentes tasas de convertibilidad de bienes en ventajas. Por lo tanto, requieren diferentes cantidades de bienes, y diferentes tipos de bienes, para satisfacer las mismas necesidades. Recurriendo a una ilustración muy citada de Sen: la conversión de comida en alimentación está influenciada por edad, sexo, metabolismo, tamaño corporal, estado general de salud, nivel de actividad, condiciones higiénicas, y muchas otras contingencias. Una métrica más apropiada para una teoría del desarrollo debe centrarse en la capacidad para alcanzar formas de funcionamiento. 31 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S Todas las formas de vida abiertas a un individuo componen el marco de su libertad efectiva. Entendido de este modo, el desarrollo se entiende como un proceso de ampliación de la libertad de los individuos. Este foco en las capacidades o libertades efectivas implica que se deben considerar las características personales y medioambientales relevantes que gobiernan la conversión de bienes en la habilidad de la persona para promover sus fines. Sen refiere a los siguientes parámetros que deben ser considerados para asegurar la capacidad –o libertad efectiva (Sen 1999, 70-71): a. Heterogeneidades personales: características físicas dispares, asociadas con impedimentos, enfermedad, edad o género. Ellas hacen que los requerimientos de los individuos sean diferentes. b. Diversidades medioambientales: circunstancias climáticas pueden, por ejemplo, influenciar lo que una persona logra conseguir con sus ingresos. Esto también se relaciona con enfermedades endémicas en algunas zonas geográficas ( por ejemplo, malaria), pero también con un medioambiente contaminado. c. Variaciones en el clima social: la conversión mencionada está influenciada por factores como las organizaciones educativas públicas o la ausencia o prevalencia de crimen y violencia. También el tipo de comunidad puede ser central, como muestra la literatura sobre el “capital social”. d. Diferencias en perspectivas relacionales: los bienes requeridos para cumplirpatrones de conducta establecidos varían entre comunidades, dependiendo de convención y costumbre (por ejemplo, vestimenta: ¿qué implica “aparecer en público sin vergüenza”?). El auto-respeto de un individuo estaría estrechamente relacionado con este último factor. En todos estos parámetros los individuos difieren en los modos que deben ser considerados, si lo que nos interesa es su calidad de vida, ya que afectan su capacidad para alcanzar determinadas ventajas. Guiándose por este enfoque, es posible dar cuenta de la calidad de vida de los individuos y diseñar políticas de desarrollo que aspiren a fortalecer sus capacidades centrales. A continuación, explicitaré sucintamente tres características muy discutidas del enfoque.4 32 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O Capacidades y funcionamientos Junto al de capacidad, el segundo concepto central para el enfoque es el de funcionamiento. Los funcionamientos son componentes de cómo una persona vive - lo que es y lo que hace. Por ejemplo, su estado de salud, de alimentación, pero también el referirse a sus derechos, es decir, son estados finales. Un conjunto (o vector) de todos estos funcionamientos compone la vida de una persona. La capacidad de una persona es el conjunto de vectores alternativos de modos de funcionamiento que ella podría alcanzar. Es decir, las vidas alternativas abiertas a esta persona (o con otros términos: la extensión de su libertad efectiva). Dicho de otro modo, las capacidades de una persona refieren a los funcionamientos particulares que podrían ser alcanzables para ella (por ejemplo, la capacidad de tener buena salud, de estar bien alimentado, de referirse a los propios derechos). De este modo, éstas son medios que, actualizados, permiten alcanzar estados finales. Disponer de estas capacidades tiene un valor, con independencia del hecho de que se actualicen o no los funcionamientos correspondientes. Por ejemplo, disponer de la capacidad de estar bien alimentados es valioso, independientemente, de que en razón de una dieta - por razones, médicas, estéticas, religiosas, etc. - no nos alimentemos. Para el enfoque en las capacidades, tanto el entendimiento objetivo (las capacidades disponibles) como el subjetivo (las actualización de capacidades en los funcionamientos que cada agente considere valiosos), juegan un papel en una concepción integral de desarrollo.5 Si bien el concepto de funcionamiento es crucial para el enfoque (es la determinación de funcionamientos valiosos lo que permite individualizar las capacidades), este enfoque aspira, bajo condiciones normales, fomentar capacidades y no funcionamientos.6 La autonomía ocupa un lugar central: el enfoque no estipula cómo los individuos deben vivir sus vidas, sino que establece que en la vida se debe disponer de las capacidades que tornan posible desarrollar funcionamientos valiosos. Los individuos deben decidir, en cada caso, si actualizan los funcionamientos y cuáles. De este modo, Nussbaum puede rechazar las críticas que apuntan a que el enfoque en las capacidades sería paternalista y afirma, por el Una discusión más detallada de éstas y otras características en Loewe 2009 Combinando estos entendimientos con el sentido de desarrollo como estado final y como medio se individualizan cuatro posibilidades. Sen refiere a: (i) “well-being achievement”: cuanto bienestar una persona alcanza –para evaluar esto hay que atender especialmente a los funcionamientos actuales (no sólo a la satisfacción) de una persona; (ii) “well-being freedom”: lo que esta persona era libre de alcanzar; (iii) “agency achievement”: lo que ella alcanza en relación a sus valores; y (iv) “agency freedom”: lo que ella era libre de alcanzar en relación a sus valores (lo que incluye su relación hacia otros individuos y entidades). Todos estos elementos juegan un papel al definir el desarrollo humano alcanzado por un grupo o clase de individuos en un contexto social particular. 4.- 5.- 33 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S contrario, su carácter pluralista. Sen es, en ocasiones, ambivalente acerca de la prioridad de la capacidad dentro de su enfoque. A diferencia de Nussbaum, que focaliza su atención en el desarrollo de una teoría de justicia, Sen aspira también a elaborar instrumentos para evaluar y comparar la calidad de vida. Para esto Sen refiere tanto a funcionamientos como a capacidades (compare Sen 1999, 74 y siguientes). Sin embargo, la referencia a la capacidad –y no al funcionamiento– caracteriza el trabajo de Sen (Sen, 1997, 87).7 De este modo, el autorl acentúa el valor de la libertad para elegir: carecer de alimentos debido a una hambruna, no es lo mismo que ayunar. La diferencia es que en el primer caso no disponemos de la capacidad para estar bien alimentados, mientras que en el segundo sí. En este caso, disponiendo de la capacidad, nos decidimos por diferentes razones (religiosas, dietéticas, etc.) a no actualizarla. Capacidades centrales Fundamental para el enfoque es que no todas las capacidades humanas son igualmente importantes. La capacidad para jugar baloncesto no puede ser equiparable a la capacidad de estar bien alimentado. Para diferenciar entre las capacidades que son objeto del enfoque y las que no, es necesario identificar aquellas que resultan centrales para la vida humana. En la teoría de Sen hay un criterio particular para determinar la prioridad de ciertas capacidades: lo que la gente tiene razón para valorar. Algunas capacidades (por ejemplo, la capacidad de estar bien alimentado) son consideradas básicas. La idea parece ser que, bajo condiciones normales, todo agente tendría una buena razón para valorar estas capacidades. En estricto sentido, su enfoque es uno de libertad razonada. Nussbaum diferencia entre tres tipos de capacidades: básicas, internas, y combinadas (Nussbaum 2000, 84 y siguientes). Capacidades básicas refieren al equipamiento El proviso “bajo condiciones normales” es razonable. Ya que el enfoque recurre a la autonomía o libertad razonada, es consistente con éste que, cuando éstas no alcanzan el nivel mínimo estipulado, los funcionamientos (y no las capacidades) sean protegidas y fomentadas. Algunos casos ejemplares refieren a niños y a minusvalías graves: los funcionamientos protegidos y fomentados no pueden depender –en muchos casos– de las decisiones de ellos relativas a la actualización de las capacidades (por ejemplo, la capacidad de estar bien alimentados). Otro caso en que los funcionamientos y no las capacidades deben ser directamente protegidos y fomentados, lo encontramos en el intento de Nussbaum de ampliar el campo de validez del enfoque al caso de los animales no-humanos (Nussbaum 2006). Una discusión de esta estrategia en Loewe 2008. Si consideramos su caracterización del desarrollo como libertad, es claro que las capacidades ocupan un lugar central dentro de su enfoque, lo que por cierto fundamenta su título: el enfoque en la capacidad. Para un análisis del enfoque en el contexto de las teorías de desarrollo compare Gasper (2004). 6.- 7.- 34 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O innato de los individuos (por ejemplo, la capacidad para escuchar o ver). Ya que éstas son la base necesaria para desarrollar capacidades más avanzadas, deben ser objeto de atención. A diferencia de éstas, las capacidades internas refieren a condiciones maduras, esto es: estados desarrollados que son condición suficiente para poder ejercer los funcionamientos. En ocasiones, estas capacidades requieren sólo tiempo para desarrollarse: la capacidad de tener funcionamientos sexuales se adquiere al crecer (lo que por cierto requiere, entre otras cosas, de una alimentación adecuada). Para aprender un lenguaje, la mayoría de los niños sólo requiere haber estado expuesto a éste durante un período crítico. En ocasiones,el desarrollo de la capacidad requiere soporte del medioambiente (cuando aprendemos a jugar o a participar en política, etc.) Sin embargo, aunque los individuos hayan desarrollado estas capacidades, es posible que estén impedidos de llevar a cabo los funcionamientos. Para considerar este aspecto, Nussbaum introduce la idea de capacidades combinadas. Éstas son capacidades internas combinadas con condiciones externas propicias para el ejercicio del funcionamiento correspondiente. Por ejemplo, en una sociedad tradicional una mujer que no ha sufrido una mutilación genital tiene la capacidad interna para alcanzar expresión sexual. Sin embargo, si ella ha enviudado y no le está permitido casarse nuevamente, no tiene la capacidad combinada para alcanzar un funcionamiento sexual (Nussbaum 2000, 85). De acuerdo a su articulación, el enfoque refiere a aquellas capacidades combinadas que son relevantes en relación a funcionamientos humanos considerados como especialmente valiosos, porque posibilitan una vida con dignidad humana. Nussbaum tiene la pretensión de poder reunir estas capacidades en una lista de diez puntos (Nussbaum 2000, 78-80; la lista reconsiderada en 2006, 76-78). En esta lista – si bien la afiliación y la razón práctica son especialmente importantes – todas las capacidades combinadas deben ser consideradas como igualmente relevantes.8 Capacidades e instituciones La pretensión del enfoque es institucional. Nussbaum intenta establecer un marco conceptual y normativo que permita diseñar los principios más importantes de la vida política de la sociedad, como la constitución y las leyes. 35 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S La identificación de capacidades es central para establecer principios de justicia productivos para el diseño constitucional. Su enfoque no aspira a garantizar la igualdad en la disposición de capacidades, sino un mínimo necesario para poder desarrollar una vida digna: “Una lista de capacidades centrales no es una teoría completa de justicia. Una lista de este tipo nos da las bases para determinar un mínimo social decente en una variedad de áreas” (Nussbaum 2000, 75). Sin embargo, con respecto a cierto tipo de bienes, no es admisible una distribución que no sea igualitaria. Con las palabras de Nussbaum: “Ciertas capacidades deben ser aseguradas a los ciudadanos sobre la de la igualdad, o la igual dignidad no ha sido respetada” (Nussbaum 2006, 295). En ausencia de muy buenas razones, todos aquellos bienes definidos como derechos y libertades básicas – y que Nussbaum incorpora en su lista: libertad de conciencia y religión, libertad de reunión, así como el derecho a no discriminación, el derecho a participación política, a la libertad de expresión y de asociación – no pueden ser restringidos o distribuidos de un modo desigual. Estos bienes posibilitarían el auto- respeto y así la dignidad de las personas, y una distribución desigual atentaría contra esta dignidad y auto-respeto. Sen no es tan claro al respecto. Él no se refiere a las capacidades, específicamente, como un modo para establecer marcos constitucionales sino que, como se desprende de sus ejemplos, recurre a éstas para justificar políticas públicas de diversa índole. En todo caso, las dos versiones del enfoque deben distinguirse de cualquier teoría que aspire a estipular el modo en que los individuos guíen sus vidas – estableciendo, por ejemplo, que los funcionamientos deben ser actualizados. En vez de esto, el enfoque aspira a establecer una base para diseñar estructuras institucionales y para determinar políticas públicas. 5) Desafíos A continuación me referiré a algunos contextos en que, guiándonos por el enfoque, es necesario realizar grandes avances para poder considerarnos relativamente desarrollados. La lista no es exhaustiva y tampoco aspira a reunir los aspectos más importantes. Aunque es una lista abierta, que puede ser elaborada y complementada, este esfuerzo diferencia su estrategia de la de Sen, quien no sólo piensa que no es posible obtener una operacionalización completa del enfoque, sino también que, aspirar a lograrla, es una mala idea (Sen 1997, 46 y siguientes). 8.- 36 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O Género Los estudios de Amartya Sen han dejado en claro cómo, en muchos países en Asia, las mujeres sufren de una desventaja fundamental con respecto a su capacidad de llegar a vivir y de vivir una vida de duración normal. Esto se debe a que, debido a aspectos y prácticas culturales, pero también a políticas públicas e instituciones, no sólo se producen abortos selectivos de acuerdo al género sino que, el cuidado dado a las niñas es peor que el dado a los niños, lo que se traduce en una tasa de sobrevivencia menor. Por su parte, con sus estudios comparativos, Martha Nussbaum ha demostrado, con claridad, cómo el status social de las mujeres depende de aspectos como su capacidad para adquirir educación y acceder al mercado de trabajo, así como de las leyes de propiedad. El caso de Chile, ciertamente, no es tan extremo. Pero si queremos ser desarrollados debemos medirnos con los que sí lo son. Y con respecto a la igualdad entre los géneros nos encontramos muy lejos de ellos. (compare fuentes 2012) Considere la igualdad salarial. De acuerdo a los datos del PNUD (2009), entre las 43 naciones más desarrolladas de las cuales se tiene información, Chile ocupa el lugar 40. Dicho de otro modo, la capacidad de adquirir ingresos está mediada, entre otros, por un aspecto tan arbitrario como el género. Y ya que las capacidades están interconectadas entre sí, esta desventaja se refleja en muchas otras desventajas, como la capacidad de escapar de relaciones caracterizadas por la opresión y la violencia. Si nos guiamos por el “Empoderamiento de Género” de las Naciones Unidas (2009) que considera, entre otros, posiciones en el Congreso, acceso al voto y mujeres en posiciones de alto nivel, nos encontramos en el lugar 46 de las 49 naciones con mayor nivel de desarrollo humano. Muy atrás de todos aquellos países hacia los cuales miramos. Chile se encuentra no sólo por debajo de la media mundial, sino que por debajo de la media latinoamericana. Mientras más escalamos en la pirámide del poder, más disminuye la presencia de las mujeres. Este tipo de consideraciones es por cierto importante: genera una percepción social acerca del status y el valor de las mujeres como participantes con el mismo nivel en la sociedad. 37 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S Por cierto, realizar cambios con respecto a la igualdad entre los géneros requiere cambios culturales. Nuestra sociedad continúa teniendo fuertes resabios patriarcales. Pero más allá de fomentar estos cambios, es necesario generar realidades. Se requiere una acción decidida de los diferentes actores, políticos, privados y estatales, para fomentar la inclusión de las mujeres en el espacio público. Por ejemplo, en el ámbito privado se pueden establecer incentivos para promover la inclusión de la mujer en cargos superiores, así como premiar públicamente cierto tipo de conductas empresariales inclusivas. Se requiere cambios, también, en la norma de guarderías infantiles, para evitar sus efectos discriminatorios, así como en la fiscalización real de la norma de igualdad de salario. También se debe avanzar en un postnatal que permita (e incentive) la participación de los padres - hombres - en el cuidado de los hijos. Estas políticas son realidad en muchos países europeos, como Alemania y Suecia. En el sector político es fácil imaginarse sistemas que incentiven la participación de la mujer, por ejemplo mediante financiamiento electoral estatal. Y en el ámbito social hay que incentivar la idea de la distribución de cargasen las labores domésticas y el cuidado de los hijos. Usualmente, esto corre por cuenta de las mujeres, generando un sistema de jornada de trabajo doble, que no deja tiempo libre para actualizar capacidades centrales, como la creatividad. Discriminación Chile es un país que discrimina.9 La Ley Antidiscriminación que se discute es un paso en la dirección correcta. Pero hay que ir más allá. La discriminación, es decir exclusión por motivos ilegítimos, produce un daño profundo. Más allá de limitar el acceso a bienes y oportunidades, es una expresión del valor que se percibe en el otro. Y el valor que se expresa es denigrante. En definitiva, atenta contra el auto-respeto y la igual dignidad. Siguiendo a John Rawls, el bien primario quizás más necesario se refiere a las bases sociales del auto-respeto (Rawls 1971). Con este autor podemos decir que una persona tiene auto-respeto, (1) cuando está convencida de su propio valor y de que sus metas y planes de vida son valiosos de ser llevados a Compare la encuesta Tolerancia y no Discriminación de la Fundación Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Sociología, Universidad de Chile (2003); y la encuesta Tolerancia y Discriminación en Chile (2006) de la Universidad Diego Portales. 9.- 38 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O cabo (autoestima), y (2) cuando confía no sólo en poder proyectar planes de vida, sino también en poderlos desarrollar (autoconfianza). Por lo tanto, el auto-respeto es una condición basal para que nosotros podamos diseñar planes de vida, para que los intentemos llevar a cabo y para que nos alegremos cuando se logran. Es en este sentido que Rawls caracteriza (ya que el auto-respeto, en cuanto tal, no se deja repartir del mismo modo que, por ejemplo, los recursos) las bases sociales del auto-respeto como un bien primario fundamental para el bienestar de los individuos. De este modo, al atentar contra el auto-respeto, la discriminación atenta profundamente contra las capacidades centrales de los seres humanos para hacer y llegar a ser lo que consideren valioso. La discriminación es un modo de lidiar con las diferencias en la sociedad. Pero es la respuesta errada, una respuesta que no sólo limita ilegítimamente las oportunidades de los individuos, sino una que los daña y ofende su dignidad. Los tipos de discriminación son múltiples. Por nombrar algunos, puede ser sexista, homofóbica, racista, nacionalista, xenofóbica, con respecto a la edad, religiosa, relativa al origen étnico, etc. Pero las principales causas de discriminación en Chile se refieren al nivel socioeconómico y al origen social. De acuerdo a la encuesta Tolerancia y Discriminación en Chile (2006) de la Universidad Diego Portales, ello se traduce principalmente “en las dificultades que las personas pobres tendrían para encontrar trabajo y en el hecho de que, tener un buen apellido, le abre oportunidades a las personas”. Por otra parte “tener un origen indígena cerraría oportunidades”. Las prácticas discriminatorias se adquieren a temprana edad, al categorizar a los individuos otorgándoles valor sobre la base de estereotipos. Se expresa fuertemente en el lenguaje. Las referencias al “hombrecito”, la “mujercita” son obvias. Pero también se ancla en prácticas sociales y, en ocasiones, en reglamentos evidentemente discriminatorios. Piense en casos tan actuales y discutidos en la prensa como el de “las nanas de Chicureo”. Un club que se niega a que las empleadas domésticas (o “asesoras del hogar”) utilicen las instalaciones y sólo las acepta en tanto estén cuidando niños y porten uniforme de nanas. Un condominio que no permite que ellas caminen por los sectores comunes, es decir por sus calles. ¿Qué expresan este tipo de prácticas sino juicios denigrantes acerca del valor de los otros? ¿Se imagina un caso como éste, en Finlandia? 39 M i r a d a s C r í t i c a s M Á S A L L Á D E L P I B P E R C Á P I T A : E L E N F O Q U E E N L A S C A P A C I D A D E S Educación Como es conocido, la educación en nuestro país no hace sino perpetuar los privilegios asociados a la clase, es decir, a la suerte del nacimiento. Estadísticamente la movilidad social es una quimera, sobre todo si atendemos a los más desfavorecidos. Además de prácticas discriminatorias que aspiran a proteger los intereses propios (de la propia familia, círculo de amigos, clase, etc.), esto se debe a la extraordinaria mala calidad de la educación pre-escolar y escolar pública, y al valor de mercado de la educación de calidad. En definitiva, mientras más pobres tus padres, peor tu educación. Es decir, nuestra sociedad penaliza a todos aquellos desfavorecidos por la fortuna. La educación juega un rol central en las teorías liberales igualitarias y en las políticas públicas que tratan de garantizar igualdad de oportunidades. La situación no es diferente para el enfoque en las capacidades. La educación (de niños y adultos) está en el núcleo del enfoque, en tanto fomenta las capacidades de los individuos. Aunque desde la perspectiva de neutralidad estatal hay discusiones importantes relativas al tipo de valor de la educación (como fuente de oportunidades para desarrollar una vida productiva, como generadora de ciudadanos responsables, o como un valor en sí), resulta evidente que sus consecuencias repercuten en múltiples aspectos de la vida, creando capacidades valiosas que amplían la libertad efectiva de los seres humanos. Con respecto a este tema, nuestro país está lejos de los países desarrollados. Pero, más allá de los problemas de calidad de la educación pública y de los problemas de un acceso a la educación de calidad, mediado de acuerdo a la capacidad de pagar, hay problemas profundos con respecto al modo en que se suele entender la educación. Es evidente que la educación prepara a los individuos para la vida laboral. Pero es importante no confundir capacidad con simple habilidad. Una verdadera educación para el desarrollo humano requiere mucho más que un foco estrecho, centrado en habilidades transables en el mercado, que permitan a los individuos tener acceso a mejores oportunidades de empleo y a los países rendir mejor en el mercado internacional, acrecentando su PIB. Más allá de esto, la educación debe preparar a ciudadanos responsables y, todavía más, a a que los individuos puedan tener vidas significativas. 40 C H I L E R U M B O A L D E S A R R O L L O Es por esto que resulta central fomentar el pensamiento crítico y la empatía, la capacidad para imaginar y entender a otra persona desde dentro, así como tener conocimientos de historia nacional y mundial y del sistema económico. Y el mejor modo de fomentarlos es mediante las humanidades y el arte (Nussbaum 1997; 2010). La importancia del arte es claramente mostrada por Nussbaum en relación a Tagore y su escuela Santiniketan (Nussbaum 2007). Ciertamente todo esto se opone a los desarrollos curriculares actuales que tienden a disminuir las horas de arte, educación cívica e historia, en las escuelas a las que asisten todos aquellos que no tienen los medios para acceder a algo mejor. Animales no-humanos Probablemente un buen método para medir un aspecto importante del desarrollo de una sociedad, es atender al modo cómo se trata y reglamenta el trato de los más débiles, los más indefensos cuyo trato está sólo limitado por la propia disposición de los poderosos para poner frenos a su arbitrariedad. Me estoy refiriendo a los animales no-humanos.10 ¿Por qué atender a los animales no-humanos? Desde la perspectiva del enfoque hay diferentes respuestas.11 La más tradicional –y limitada– reconoce sólo el valor en sí de las capacidades humanas pero advierte que, otras capacidades de animales no-humanos, pueden ser instrumentalmente valiosas porque promueven esas capacidades humanas. Una segunda posibilidad, que va más allá de la primera en cuanto a la asignación de valor moral a los animales