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Organización pluricelular Las células eucariotas tienen la facultad de poder formar organismos pluricelulares. Ello determina la mayor complejidad que pueden alcanzar diferentes especies, desde invertebrados hasta vertebrados. En los organismos pertenecientes a los reinos Animalia, Fungi y Plantae, las células son capaces de diferenciarse desde un precursor común y formar poblaciones celulares fisiológica y morfológicamente diferentes. Esta característica permite la formación de tejidos (véase más adelante) y órganos, brindando la posibilidad de realizar un sinnúmero de funciones integradas en un mismo organismo. La evolución de este tipo de organismos ha permitido la sobrevida de muchos de ellos, estando equipados con la maquinaria bioquímica especializada de diferentes poblaciones celulares. Esta característica brinda la gran capacidad adaptativa de estos organismos, fundamentada en la base de la entropía. La diferenciación celular Este proceso se profundizará en el capítulo sobre desarrollo embriofetal. La diferenciación celular es el proceso que permite que una célula totipotencial (capacidad de generar un organismo completo) pueda regular la expresión de sus genes para variar su función y morfología. Esta es la clave de la generación de más de 200 tipos celulares existentes en el organismo humano (y de otras especies) desde un cigoto monocelular generado tras la unión de los gametos femenino y masculino. El DNA totipotencial del cigoto inicial tiene los genes activados para generar copias iguales de sí mismo (segmentación del cigoto). Sin embargo, a medida que avanza el desarrollo embrionario, ciertas poblaciones celulares silencian algunos genes (inhiben su expresión) y activan otros, transformando estas células totipotenciales en células pluripotenciales (capaces de generar ciertos tejidos y/o estructuras). Este proceso es casi en la totalidad de las células irreversibles (con la notable excepción de las células cancerígenas anaplásicas, que recuerdan una célula poco diferenciada) y se va haciendo cada vez más profundo, originando células tan diferentes entre sí como un eritrocito (glóbulo rojo), una neurona (célula del Sistema Nervioso), un hepatocito (célula del hígado) y un fibroblasto (célula del tejido conectivo).
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