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REGULACIÓN DE LA ACTIVIDAD DEL COMPLEMENTO

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3. Exposición a agentes patógenos que pueden causar la muerte con mayor rapidez que aquella con la cual 
puede desarrollarse una respuesta inmunitaria eficaz. 
Aunque la inmunización pasiva puede ser eficaz, debe usarse con precaución porque la inyección de anticuerpos 
preformados se asocia con ciertos riesgos. Si el anticuerpo se produjo en otra especie, como un caballo (una de las 
fuentes animales más comunes), el receptor puede montar una fuerte respuesta contra los determinantes 
isotípicos del anticuerpo extraño, o las partes del anticuerpo que son singulares para la especie equina. Esta 
respuesta anti-isotipo puede causar serias complicaciones. Algunos individuos producirán anticuerpos IgE 
específicos para determinantes específicos de caballo. Cifras altas de estos inmunocomplejos de IgE-anticuerpos 
de caballo pueden inducir desgranulación generalizada de mastocitos, y llevar a anafilaxia sistémica. 
Otros individuos producen anticuerpos IgG o IgM específicos para el anticuerpo extraño, que forman 
inmunocomplejos activadores del complemento. El depósito de estos complejos en los tejidos puede llevar a 
reacciones de hipersensibilidad tipo III. Aun cuando se use antisuero humano, o gammaglobulina, el receptor puede 
generar una respuesta anti-alotipo contra la inmunoglobulina de ser humano (reconocimiento de diferencias 
antigénicas dentro de la especie), aunque su intensidad generalmente es mucho menor que la de una respuesta 
anti-isotipo. 
 
INMUNIZACIÓN ACTIVA 
En tanto el objetivo de la inmunización pasiva es la protección transitoria o el alivio de una enfermedad existente, 
el objetivo de la inmunización activa es desencadenar la respuesta inmunitaria adaptativa de una manera que 
provoque inmunidad protectora y memoria inmunológica. Cuando la inmunización activa es exitosa, una exposición 
subsiguiente al agente patógeno desencadena una respuesta inmunitaria secundaria que elimina de manera exitosa 
el agente patógeno o previene enfermedad mediada por sus productos. La inmunización activa puede lograrse 
mediante infección natural por un microorganismo, o puede adquirirse de manera artificial mediante la 
administración de una vacuna. En la inmunización activa, como su nombre lo indica, el sistema inmunitario 
desempeña un papel activo —se induce proliferación de células T y B reactivas a antígeno, y da lugar a la formación 
de células de memoria protectoras—. Tal es el objetivo primario de la vacunación. 
El programa incluye las vacunas que siguen para niños desde el nacimiento hasta los seis años de edad: 
1. Vacuna contra la hepatitis B (HepB) 
2. Vacuna combinada contra difteria-tétanos-tos ferina (pertussis) (acelular) (DTaP) 
3. Vacuna contra Haemophilus influenzae tipo b (Hib) para prevenir meningitis bacteriana y neumonía 
4. Vacuna contra la poliomielitis desactivada (inactivated) (Salk) (ipv) 
5. Vacuna combinada contra sarampión (measles)-parotiditis (mumps)-rubéola (mmr) 
6. Vacuna contra el virus de la varicela zóster, para varicela 
7. Vacuna meningocócica (MCV4) contra Neisseria meningitidis 
8. Vacuna conjugada neumocócica (pneumococcal) (pcv) o vacuna de polisacárido neumocócica 
(pneumococcal) (ppsv) contra Streptococcus pneumoniae 
9. Vacuna contra el virus de la gripe (gripe estacional) 
10. Vacuna contra la hepatitis A (HepA) 
11. Rotavirus (rv) 
 
 
 
 
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LOS REFUERZOS 
Los niños típicamente requieren refuerzos (inoculaciones repetidas) a intervalos apropiadamente cronometrados 
para alcanzar inmunidad protectora. Durante los primeros meses de vida, la razón de esto puede ser la persistencia 
de anticuerpos maternos circulantes en el lactante. 
Por ejemplo, los anticuerpos maternos adquiridos de manera pasiva se unen a epítopos sobre la vacuna DTaP y 
bloquean la activación adecuada del sistema inmunitario; por ende, a fin de alcanzar inmunidad adecuada esta 
vacuna debe administrarse varias veces después de que los anticuerpos maternos han sido eliminados de la 
circulación del lactante. 
Los anticuerpos maternos adquiridos de manera pasiva también interfieren con la eficacia de la vacuna contra el 
sarampión; por este motivo, la vacuna mmr no se administra antes de los 12 a 15 meses de edad. No obstante, en 
países en desarrollo, la vacuna contra el sarampión se administra a los nueve meses, aun cuando todavía hay 
anticuerpos maternos presentes, porque 30 a 50% de los niños de corta edad en estos países contrae la enfermedad 
antes de los 15 meses de edad. Se requieren múltiples inmunizaciones con la vacuna antipoliomielítica a fin de 
asegurar que se genere una respuesta inmunitaria adecuada a cada una de las tres cepas de poliovirus que 
constituyen la vacuna. 
 
INMUNIDAD DE GRUPO o REBAÑO 
 
La vacunación no es 100% eficaz. Con cualquier vacuna, un pequeño porcentaje de los receptores mostrará poca 
respuesta y, por ende, no estará adecuadamente protegido. No es un problema serio si la mayor parte de la 
población es inmune a un agente infeccioso, lo cual reduce de manera significativa el reservorio de agentes 
patógenos. 
En este caso, la probabilidad de que un individuo susceptible tenga contacto con un individuo infectado es muy 
baja. Este fenómeno se conoce como inmunidad de grupo. La aparición de epidemias de sarampión entre 
estudiantes universitarios y niños en edad preescolar en Estados Unidos se produjo en parte por un decremento 
general de las vacunaciones, que había disminuido la inmunidad de grupo de la población. Entre niños en edad 
preescolar, 88% de los que presentaron sarampión no estaba vacunado. La mayoría de los estudiantes 
universitarios que contrajeron sarampión había sido vacunada durante la niñez, pero sólo en una ocasión. 
El fracaso de la vacunación única para protegerlos quizá haya dependido de la presencia persistente de anticuerpos 
maternos adquiridos de manera pasiva (que desaparecen a los 12 a 15 meses de edad), lo cual redujo su respuesta 
general a la vacuna. Esto dio lugar a la recomendación revisada de que los niños reciban dos inmunizaciones mmr: 
una a los 12 a 15 meses de edad, y la segunda a los cuatro a seis años. 
 
1. Vacunas vivas, atenuadas 
Es posible atenuar o desactivar microorganismos, de modo que pierdan su capacidad para causar 
enfermedad importante (patogenicidad), pero retengan su capacidad para crecer transitoriamente dentro 
de un huésped inoculado. 
Algunos agentes están atenuados de manera natural en virtud de su incapacidad para causar enfermedad 
en un huésped dado, aunque pueden inmunizar a estos individuos.

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