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VACUNAS EN LA INMUNOLOGIA

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LOS REFUERZOS 
Los niños típicamente requieren refuerzos (inoculaciones repetidas) a intervalos apropiadamente cronometrados 
para alcanzar inmunidad protectora. Durante los primeros meses de vida, la razón de esto puede ser la persistencia 
de anticuerpos maternos circulantes en el lactante. 
Por ejemplo, los anticuerpos maternos adquiridos de manera pasiva se unen a epítopos sobre la vacuna DTaP y 
bloquean la activación adecuada del sistema inmunitario; por ende, a fin de alcanzar inmunidad adecuada esta 
vacuna debe administrarse varias veces después de que los anticuerpos maternos han sido eliminados de la 
circulación del lactante. 
Los anticuerpos maternos adquiridos de manera pasiva también interfieren con la eficacia de la vacuna contra el 
sarampión; por este motivo, la vacuna mmr no se administra antes de los 12 a 15 meses de edad. No obstante, en 
países en desarrollo, la vacuna contra el sarampión se administra a los nueve meses, aun cuando todavía hay 
anticuerpos maternos presentes, porque 30 a 50% de los niños de corta edad en estos países contrae la enfermedad 
antes de los 15 meses de edad. Se requieren múltiples inmunizaciones con la vacuna antipoliomielítica a fin de 
asegurar que se genere una respuesta inmunitaria adecuada a cada una de las tres cepas de poliovirus que 
constituyen la vacuna. 
 
INMUNIDAD DE GRUPO o REBAÑO 
 
La vacunación no es 100% eficaz. Con cualquier vacuna, un pequeño porcentaje de los receptores mostrará poca 
respuesta y, por ende, no estará adecuadamente protegido. No es un problema serio si la mayor parte de la 
población es inmune a un agente infeccioso, lo cual reduce de manera significativa el reservorio de agentes 
patógenos. 
En este caso, la probabilidad de que un individuo susceptible tenga contacto con un individuo infectado es muy 
baja. Este fenómeno se conoce como inmunidad de grupo. La aparición de epidemias de sarampión entre 
estudiantes universitarios y niños en edad preescolar en Estados Unidos se produjo en parte por un decremento 
general de las vacunaciones, que había disminuido la inmunidad de grupo de la población. Entre niños en edad 
preescolar, 88% de los que presentaron sarampión no estaba vacunado. La mayoría de los estudiantes 
universitarios que contrajeron sarampión había sido vacunada durante la niñez, pero sólo en una ocasión. 
El fracaso de la vacunación única para protegerlos quizá haya dependido de la presencia persistente de anticuerpos 
maternos adquiridos de manera pasiva (que desaparecen a los 12 a 15 meses de edad), lo cual redujo su respuesta 
general a la vacuna. Esto dio lugar a la recomendación revisada de que los niños reciban dos inmunizaciones mmr: 
una a los 12 a 15 meses de edad, y la segunda a los cuatro a seis años. 
 
1. Vacunas vivas, atenuadas 
Es posible atenuar o desactivar microorganismos, de modo que pierdan su capacidad para causar 
enfermedad importante (patogenicidad), pero retengan su capacidad para crecer transitoriamente dentro 
de un huésped inoculado. 
Algunos agentes están atenuados de manera natural en virtud de su incapacidad para causar enfermedad 
en un huésped dado, aunque pueden inmunizar a estos individuos.

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