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Reporte de Lectura Hematopoyesis_AliciaZamudio

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Células, órganos y microambientes del sistema inmunitario 
Los órganos linfoides primarios —que incluyen la médula ósea y el timo— regulan el 
desarrollo de células inmunitarias a partir de precursores inmaduros. Los órganos linfoides 
secundarios —que comprenden el bazo, los ganglios linfáticos y sitios especializados en el 
intestino y otros tejidos mucosos— coordinan el encuentro de antígeno con linfocitos 
específicos para antígeno, y su desarrollo hacia células efectoras y de memoria. Los sistemas 
de vasos sanguíneos y linfáticos conectan estos órganos, y los unen para formar un todo 
funcional. La coordinación requerida para el desarrollo de una respuesta inmunitaria 
completa se hace posible por las características anatómicas y microanatómicas 
especializadas del sistema inmunitario, que está disperso en todo el cuerpo y organiza 
células en tiempo y espacio. 
Las células madre se definen por dos capacidades: 1) la capacidad para regenerarse o 
“autorrenovarse” y 2) la capacidad para diferenciarse hacia todos los tipos de células 
diversos. Las células madre embrionarias tienen la capacidad para generar cada tipo de 
célula especializado en un organismo (en otras palabras, son pluripotentes). En contraste, 
las células madre adultas tienen la capacidad para dar lugar a los diversos tipos de células 
que especifican un tejido particular. En el adulto, múltiples órganos albergan células madre 
(“células madre adultas”) que pueden dar lugar a células específicas para tejido maduras. 
La hsc se considera la célula madre adulta paradigmática porque puede diferenciarse hacia 
todos los tipos de células sanguíneas. 
En circunstancias en las cuales el sistema inmunitario no está siendo desafiado por un 
agente patógeno (estado estable o condiciones homeostáticas), casi todas las hsc están 
quiescentes. Un pequeño número se divide, y genera células hijas. Algunas células hijas 
retienen las características de célula madre de la célula que les dio origen, es decir, se siguen 
autorrenovando y son capaces de dar lugar a todos los tipos de células sanguíneas. Otras 
células hijas se diferencian hacia células progenitoras que pierden su capacidad de 
autorrenovación y quedan progresivamente más comprometidas hacia una línea de células 
sanguíneas particular. Las células mieloides son las primeras que muestran respuesta a la 
invasión por un agente patógeno, y comunican la presencia de un fenómeno adverso a 
células de la línea linfoide. También contribuyen a enfermedades inflamatorias (asma y 
alergia).

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