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Células, órganos y microambientes del sistema inmunitario Los órganos linfoides primarios —que incluyen la médula ósea y el timo— regulan el desarrollo de células inmunitarias a partir de precursores inmaduros. Los órganos linfoides secundarios —que comprenden el bazo, los ganglios linfáticos y sitios especializados en el intestino y otros tejidos mucosos— coordinan el encuentro de antígeno con linfocitos específicos para antígeno, y su desarrollo hacia células efectoras y de memoria. Los sistemas de vasos sanguíneos y linfáticos conectan estos órganos, y los unen para formar un todo funcional. La coordinación requerida para el desarrollo de una respuesta inmunitaria completa se hace posible por las características anatómicas y microanatómicas especializadas del sistema inmunitario, que está disperso en todo el cuerpo y organiza células en tiempo y espacio. Las células madre se definen por dos capacidades: 1) la capacidad para regenerarse o “autorrenovarse” y 2) la capacidad para diferenciarse hacia todos los tipos de células diversos. Las células madre embrionarias tienen la capacidad para generar cada tipo de célula especializado en un organismo (en otras palabras, son pluripotentes). En contraste, las células madre adultas tienen la capacidad para dar lugar a los diversos tipos de células que especifican un tejido particular. En el adulto, múltiples órganos albergan células madre (“células madre adultas”) que pueden dar lugar a células específicas para tejido maduras. La hsc se considera la célula madre adulta paradigmática porque puede diferenciarse hacia todos los tipos de células sanguíneas. En circunstancias en las cuales el sistema inmunitario no está siendo desafiado por un agente patógeno (estado estable o condiciones homeostáticas), casi todas las hsc están quiescentes. Un pequeño número se divide, y genera células hijas. Algunas células hijas retienen las características de célula madre de la célula que les dio origen, es decir, se siguen autorrenovando y son capaces de dar lugar a todos los tipos de células sanguíneas. Otras células hijas se diferencian hacia células progenitoras que pierden su capacidad de autorrenovación y quedan progresivamente más comprometidas hacia una línea de células sanguíneas particular. Las células mieloides son las primeras que muestran respuesta a la invasión por un agente patógeno, y comunican la presencia de un fenómeno adverso a células de la línea linfoide. También contribuyen a enfermedades inflamatorias (asma y alergia).
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