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reducen rápidamente conforme la sangre se mueve a través de esta red angosta y casi interminable de capilares, lo que da más tiempo a que ocurra la difusión. Con paredes del grosor de una sola célula endotelial (véa- se la figura 32-4), los capilares están muy bien adaptados pa- ra su función de intercambio de materiales entre la sangre y el líquido que baña las células del cuerpo. La presión alta den- tro de los capilares que se ramifican de las arteriolas provoca que se filtre líquido continuamente del plasma sanguíneo ha- cia los espacios alrededor de los capilares. La sustancia resul- tante, llamada líquido intersticial, consiste primordialmente en agua, en la que están disueltos nutrimentos, hormonas, gases, desechos, algunas proteínas y glóbulos blancos. El medio ac- túa como un intermediario entre las células del cuerpo y la sangre de los capilares, suministrando nutrimentos a las célu- las, al tiempo que acepta sus desechos y otras secreciones. Las sustancias toman varias rutas a través de las paredes capilares. Los gases, el agua, las hormonas liposolubles y los ácidos grasos pueden difundirse directamente a través de las membranas celulares de los capilares. Los nutrimentos de pe- queñas dimensiones e hidrosolubles, como sales, glucosa y aminoácidos, viajan en el fluido intersticial a través de espa- cios angostos entre células capilares adyacentes. Los glóbulos blancos también pueden salir a través de estas aberturas. Las proteínas grandes pueden ser transportadas a través de las mem- branas de las células endoteliales en vesículas. Como resultado de la acción de filtración de las paredes capilares, la composi- ción del líquido intersticial difiere de la de la sangre. Mientras que las concentraciones de iones y glucosa son muy similares, el líquido intersticial carece de glóbulos rojos y plaquetas, y tiene mucho menos contenido proteico que el plasma sanguí- neo. La presión dentro de los capilares disminuye conforme la sangre viaja hacia las vénulas, y la alta presión osmótica de la sangre que permanece en el interior de los capilares (debi- do a la presencia de albúminas y otras proteínas de gran ta- maño) hace regresar el agua a los vasos por ósmosis conforme la sangre se aproxima al extremo venoso de los capilares. A medida que el agua se mueve hacia los capilares y la sangre en su interior se vuelve más diluida, las sustancias disueltas en el líquido intersticial tienden a difundirse también de regreso a los capilares. Así, buena parte del líquido intersticial (apro- ximadamente el 85 por ciento) se reincorpora al torrente san- guíneo a través de las paredes capilares en el lado venoso de la red de capilares. Como aprenderás más adelante en este ca- pítulo, el sistema linfático restituye el líquido restante (véase más adelante la figura 32-17). Las venas y vénulas llevan sangre de regreso al corazón Después de recoger dióxido de carbono y otros desechos de las células, la sangre de los capilares drena en vasos más gran- des llamados vénulas, las cuales desembocan en venas, que son aún más grandes (véase la figura 32-14). Las venas ofre- cen un camino de baja resistencia para que la sangre regrese al corazón. Las paredes de las venas son más delgadas, menos musculares y más expansibles que las de las arterias, aunque ambas contienen una capa de músculo liso. Puesto que la pre- sión sanguínea en las venas es baja, las contracciones de los músculos esqueléticos durante el ejercicio y la respiración ayudan a regresar sangre al corazón, al exprimir las venas y empujar la sangre por ellas. Cuando las venas se comprimen, ¿por qué la sangre no se ve impelida a alejarse del corazón así como es empujada ha- cia este último? Las venas están equipadas con válvulas uni- direccionales que sólo permiten el flujo de la sangre hacia el corazón (FIGURA 32-16). Cuando estamos sentados o de pie durante mucho tiempo, la falta de actividad favorece que la sangre se acumule en las venas de la parte inferior de las pier- nas. Por eso es que a veces se nos hinchan los pies después de un vuelo largo en avión. Los periodos largos de inactividad también contribuyen a la aparición de várices, que son venas permanentemente hinchadas porque sus válvulas se han esti- rado y debilitado. Si baja la presión sanguínea —por ejemplo, después de una intensa hemorragia—, las venas pueden ayudar a restablecerla. En tales casos, el sistema nervioso simpático (que prepara al cuerpo para acciones de emergencia) estimula automáticamen- te la contracción de los músculos lisos en las paredes de las ve- nas. Esta acción reduce el volumen interno de las venas y eleva la presión arterial, acelerando el retorno de sangre al corazón. Las arteriolas controlan la distribución del flujo sanguíneo Las arteriolas transportan la sangre hacia los capilares, y sus paredes musculares están bajo la influencia de nervios, hor- monas y otras sustancias químicas producidas por los tejidos cercanos. Por ello, las arteriolas se contraen y se relajan en respuesta a las necesidades de los tejidos y órganos a los que abastecen. Es común leer en una novela de suspenso que la protagonista “palideció al ver el piso ensangrentado”. En efecto, la piel se pone pálida cuando las arteriolas que abaste- cen de sangre a los capilares de la piel se constriñen porque el sistema nervioso estimula los músculos lisos para que se contraigan. Esta contracción eleva la presión sanguínea en ge- neral; pero una constricción selectiva retira la sangre de la piel, donde es menos necesaria en ese momento, y la redirige al corazón y los músculos, donde podría necesitarse para rea- lizar acciones vigorosas. En un día caluroso, en cambio, nos “ponemos rojos” por- que las arteriolas de la piel se dilatan y llevan más sangre a los Los glóbulos rojos deben pasar por los capilares en una sola fila. Las paredes de los capilares son delgadas y permeables a los gases, nutrimentos y desechos celulares. FIGURA 32-15 Glóbulos rojos fluyen en una sola fila por un ca- pilar PREGUNTA: ¿Por qué el oxígeno sale de los capilares en los tejidos corporales mientras el dióxido de carbono entra, y no a la inversa?
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